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El Doctor. por Demon Witch

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Notas del fanfic:

Hola a todos, bueno hoy escribí este fic, porque me sentía un poco enferma y mi mente enferma me dio una idea para este fic, es un oneshot jijiji que me gusto mucho escribirlo jijiji y espero disfruten...

Ya saben los personajes no me pertenecen y la historia es por completa mía, dejen sus comentarios si les gusto o no.

Demon Witch...

Notas del capitulo:

Me imagino que todos alguna vez se han resfriado jijiji, obviamente si no, no serían humanos jijiji pero saben cuál es la mejor medicina y no es la risa jijiji, pronto lo averiguarán, si se atreven.

 

¿Te gustaría saber cuál es la medicina que un demonio puede ofrecer?...

 

Demon Witch...

 

El Doctor:

Era una noche lluviosa; las intensas gotitas de agua caían sin prisa y con ritmo por la ventana de aquella alcoba; en un extraño momento del que nunca olvidaría el Conde Phantomhive, ya que se encontraba en la mansión solo…Bueno casi solo, porque su fiel mayordomo está aún con él, pero no junto a él, sino  para ser exactos está cumpliendo sus obligaciones de mayordomo. En fin en la habitación del Conde este se encontraba en pijama y acostado en su cama imperial de sábanas blancas de seda, como ya era de noche su hora de dormir se aproxima en algunas horas estaba en su cuarto porque hoy es el día libre de los empleados de la mansión estaban fuera de esta, no había escuchado gritos, llantos, aullidos, sollozos, gemidos y extrañas muestra de alegría del timbre de voz de sus empleados, pero aunque eso era bueno ya que sus empleados se habían ido a un pequeño motel a pasar el fin de semana y regresarían hasta el lunes. Él en cambio estaba solo con el demonio-mayordomo, que ni siquiera estaba molestándolo esa noche, pero la realidad del Conde era que desde que había amanecido estaba enfermo y había pasado todo el día fingiendo que estaba bien pero en realidad él no sabe que a los demonios no se les puede engañar, ya que son los maestros del engaño.

Así su mayordomo lo envió a dormir temprano desde la tarde para que descansara pero claro el conde no es un niño bueno para prestarle atención al atento y atractivo mayordomo.

-Aaachú…aaachú…que resfriado más horrible-dijo el conde mientras se limpiaba con el antebrazo y se recostaba en la cama.

-Este estúpido resfriado me tiene de mal humor-dijo con mucha molestia mientras encendía un poco más las velas del candelabro que le dejo Sebastián mientras leía el conde un libro para matar el aburrimiento.

En otro escenario mejor dicho la cocina:

-Ah una deliciosa sopa de polla, le caerá de maravilla al pequeño Bocchan, ah hoy ha sido un hermoso día, nada de gritos intensos, ni esos espantosos y grotescos sonidos de ese animal demoníaco-dijo muy feliz el mayordomo con una ancha sonrisa mientras pelaba las zanahorias y las arrojaba en la olla de la sopa.

-Ah me pregunto si el pequeño Bocchan querrá una taza de té, después de la sopa claro que será té de hierbas medicinales, debo ser un buen mayordomo y cuidarlo muy bien aunque…-dijo con su especial tono de voz, mientras se acomodaba en una pose reflexiva.

“Recuerdo que el señor Agni me menciono que cuando un niño se enferma hay que consentirlo y expresarle “cariño”, claro que también menciono que buscará un doctor pero no hay un doctor cerca por la lluvia, pero que pienso yo soy un demonio muy poderoso como para cuidar a un simple humano sin necesidad de un doctor además conozco la cura perfecta para un resfriado”. Pensaba el demonio mientras una mano se colocaba en su  barbilla y otra se la pasaba entre sus cabellos azabaches.

-Bueno los demonios tenemos habilidades curativas, es tan irónico, pero claro solo si el humano se deja caer en nuestras garras-dijo mientras sus ojos se tornaban color rosa felino y una gran sonrisa cínica se formaba en su rostro.

-Bocchan le daré el cariño y consentimiento que un niño necesita, porque yo soy su simple doctor y enfermero-dijo con una sonrisa mientras una risilla escapaba de sus labios mientras transportaba una bandeja de plata con la sopa lista en dirección de la habitación del conde.

 

En la habitación del Conde:

-Ah estoy cansado me duele la garganta, me duele la cabeza y estoy hambriento-dijo el conde con una voz ronca y cansina.

-Ah Sebastián porque duras tanto con mi cena o lo que sea que tengas listo-dijo desesperado y agotado.

En eso tres golpeteos sonaron en la puerta y el conde dirigió la vista hacia esta y dijo un “adelante”, porque no necesitaba más de eso para saber que era su demonio el que tocaba la puerta.

Entrando a la habitación, el mayordomo vio a su amo acostado en la cama y este lo observaba con algo de disgusto, ya que el conde tenía el rostro sonrojado por la fiebre, la nariz goteando y un poco de sudor en su frente; una vista que le hacía sentir necesitado y con atención al mayordomo.

-Bocchan le he traído un poco de sopa de pollo y un té de hierbas medicinales, para su resfriado y claro le leeré un cuento para dormir-dijo burlón el mayor con una sonrisa socarrona.

-No soy un niño al que tengas que consentir Sebastián y quita esa sonrisa socarrona de tu rostro perro inútil-dijo el conde muy molesto pero algo ronco por su resfriado.

-Bocchan si usted no es “niño al que hay que consentir”…pero claro que si es un niño enfermo-dijo con una media sonrisa y una mirada penetrante que hacia estremecer al conde.

-Cállate y dame de comer demonio-dijo con molestia y su rostro sonrojado ya no era por la gripe, diría que son los comentarios del mayor.

-Entendido amo-dijo con suavidad el mayor mientras se acercaba al conde y le pasaba la bandeja para que tomara su plato.

 El niño empezó a comer suavemente y con delicadeza alzaba la cuchara que llevaba a la boca una cucharada de sopa que sorbía con tranquilidad, mientras la mirada fija de su mayordomo lo observaba de pie a la cama.

Pero en eso un pequeño estornudo aturdió al conde y le hizo perder la cuchara y el plato hondo estuvo a punto de caer y derramarse, pero claro el súper mayordomo tomo con una mano el plato sin derramar ni una gota y con la otra limpiaba la nariz del conde con su pañuelo  del bolsillo de su traje y su pie izquierdo sostenía la cuchara que no llego a tocar el suelo.

“Que eficiente que es, siempre me sorprende su habilidad, que molestia que jamás se equivoca” pensó el conde mientras escurría su nariz en el pañuelo que apretaba la mano del mayordomo en sus fosas nasales.

-Bocchan está muy enfermo-dijo el mayor con un tono de voz clamado de preocupación, pero que denotaba cansancio por las torpezas de su amo.

-Cálla…aaachú…te…Cállate…-dijo el conde un poco aturdido y con voz gruesa por la toz que empezaba a salir a flote.

-Cof…cof…cof…que cansado-dijo molesto mientras observaba al mayordomo sacar de su frac negro una cuchara limpia y acomodar el plato de nuevo en orden para que su amo siguiera con cena.

-Bocchan está cansado de su resfriado verdad-dijo insinuante y tentativo de malicia el demonio.

-Sí estoy harto de este resfriado, quisiera que desapareciera ya, no soporto la toz, el dolor de cabeza y los estornu…aaachú…maldición-dijo el conde enojado mientras veía los escarlatas ojos de su sirviente.

-Bocchan sabía que nosotros los seres demoníacos tenemos habilidades curativas, que claro aunque suene muy irónico por así decirlo podemos hacer desaparecer enfermedades humanas con facilidad, pero claro solo si nosotros estamos de acuerdo ya que un mal uso de nuestra amabilidad, puede causarle la muerte a los simples humanos-dijo despreciativo el mayordomo mientras le sonreía gentilmente a su amo.

-Entonces te refieres a que puedes curarme la gripe con esas habilidades-dijo dudoso y con curiosidad el conde ya que de verdad deseaba salir rápido de ese resfriado.

-Claro Bocchan si me lo ordena usare los métodos curativos que todo demonio tiene pero claro si está usted de acuerdo que yo procesa sin interrupción-dijo con picardía y seducción el mayordomo, mientras un colorete se pintaba en las mejillas del conde.

-Acaso me va doler los métodos que usarás demonio –dijo el conde con duda, ya que el semblante de Sebastián le daba mala espina.

-Tal vez si o tal vez no, puede a que usted lo llegue disfrutar queridísimo Bo-c-c-h-a-n- dijo el demonio deletreando suavemente el seudónimo de su amo con un toque coqueto en cada letra mientras se acercaba a su cama con los movimientos felinos de un depredador a su presa.

-Cállate y te ordeno que hagas desaparecer está gripe con tus habilidades demoníacas, es una orden Sebastián-dijo con soberbia y su semblante frío de enfermo; y claro un sonrojo por la forma coqueta de hablar de su mayordomo.

-Yes my Lord-dijo haciendo una reverencia con su mano derecha al pecho mientras se arrodillaba en el suelo y después-Pero Bocchan prométame que no importa cuánto quiera parar no me detendrá hasta el final-dijo severo y con un tono autoritario a su amo, que estaba a punto de protestar cuando sintió como su mayordomo se le abalanzó de un salto a la cama como felino tras un ratón.

-Sebastián…Seba-dijo el conde pero no pudo terminar de hablar porque el mayordomo había tomado con fiereza los labios del menor y los besaba apasionadamente, mientras el conde le propinaba una bofetada que dejo rojiza la mejilla del mayor que se separó automáticamente.

-Bocchan recuerde que me dio la orden de mejorar su salud con mis habilidades demoníacas no está cooperando-dijo el mayordomo que lamía los dedos de la mano que recientemente lo había golpeado.

-¿Cooperar? A esto le llamas cooperar, te lanzaste como un gato a un simple ratón demonio de pacotilla, y dime estúpido demonio quién te crees que eres para besarme así-dijo el conde enojado y un sonrojo visible en su rostro ya que ese beso le agrado en demasía, claro que jamás iba aceptar eso.

-Bocchan es un lindo gatito no un vulgar ratón yo mismo sé eso; quién creo que soy? Su simple mayordomo ese soy, pero ahora seré su doctor esta noche y seguramente su enfermero en la mañana-dijo con su tono aterciopelado y la suavidad de  habla, claro lo dice como si fuera lo más normal del mundo proviniendo de él.

-No preguntaba eso y ¿cómo qué un lindo gatito? Y qué con eso de enfermero en la mañana y doctor esta noche; deja jugar Sebastián y cúrame de una buena vez por todas-dijo el conde con molestia y un sonrojo muy peculiar mientras en su mente la frase “Bocchan es un lindo gatito no un vulgar ratón yo mismo sé eso” paseaba en su mente haciéndolo sentir avergonzado.

-Bocchan, le diré dos formas de curarlo: Número uno, puedo curarlo dándole de mi propia sangre un poco, pero claro necesitaría hacerme sangrar usted mismo para que funcione y claro que usted no tiene colmillos y no vale si usa algún artefacto; este método solo funciona cuando el humano es un vampiro o también para curar a otro ente sobrenatural. Y número dos, puede curarse cualquier enfermedad de un simple humano mediante las relaciones íntimas o sea querido Bocchan relaciones sexuales; porque cree que las brujas siempre nos invocan en sus rituales para tener sexo con nosotros, las muy astutas saben que un demonio pude aliviar todas sus enfermedades con un poco de sexo-dijo el mayor con un tono de voz que denotaba perversidad y lujuria en cada palabra como si pudiese tocar el mismo pecado salido de la boca del mayordomo; que mostraba una verdadera sonrisa entre el cinismo y la coquetería.

-Sebastián no hables así tan desvergonzadamente y por qué no me dijiste antes los métodos-dijo el conde sonrojado por la manera que hablo su mayordomo que seguía encima de él entre sus piernas.

-No me dio la oportunidad de expresarme bien Bocchan, pero ya que la orden está; y prometí jamás desobedecer con su permiso mi amo-dijo el mayor con picardía mientras empezaba a besar el cuello del conde que se retorcía de placer por tal caricia en su cuerpo y las traviesas manos frías del mayordomo se deslizaban debajo de su camisón.

-Te ordeno que te detengas Seb…bas…ti...án-dijo entre jadeos el menor.

-Ah Bocchan, no le he dicho aún pero he estado con algunos problemas auditivos, querría por favor repetir eso de nuevo-dijo susurrante y seductor el mayor; mientras mordía con suavidad el lóbulo de la oreja del menor que se estremecía por los dientes del mayordomo que raspaban con sensualidad su oreja y su húmeda lengua que se paseaba entre su oído causándole, al gran conde Phantomhive un delicioso escalofrío.-Deja de men…tir…Sebas…Sebas…-dijo el conde cayendo lentamente en el deseo del mayor, ya que ni siquiera podía terminar la frase porque el mayor encontró los botones rosa y sensibles del conde que con un simple toque lo hacía gemir.

-Ah Bocchan es tan sensible aquí, ¿cómo es qué no lo note antes?-decía pícaro el mayordomo mientras lamía la clavícula del conde y forzaba a las piernas de su amo abrirse para acomodarse mejor.

-C-a-l-l-a-t-e-decía entre gemidos y jadeante el conde ya que no sabía qué hacer, sus manos empujaban el pecho del mayordomo pero sentir ese pecho firme y delgado hacía al conde desabotonar su camisa en vez de empujarlo para alejarlo; dos peleas mentales tenían a Ciel en un aprieto quitarse a Sebastián y seguir enfermo o dejarlo que termine y estar sano, pero claro debía dejarse llevar por la lujuria palpable del demonio.

Así sin tomar importancia a lo que su amo pensaba Sebastián arranco literalmente el camisón del conde dejándolo desnudo mientras él paseaba sus manos en la cintura y el pecho de este con extrema delicadeza acariciaba todo su cuerpo como si quisiera grabarse cada extremo del cuerpo de su amo.

Besaba sus labios con la delicadeza más extrema, y bajaba lentamente a su cuello y encajaba sus colmillos feroces, dejando marcas posesivas en el pálido, frágil cuello del conde que se retorcía deseo de más y más. Dejando un camino de saliva mientras bajaba por el pecho de su amo se detuvo en sus pezones y aprisiono uno de ellos en sus labios, lo lamía en círculos, de arriba abajo, haciendo al conde estremecerse.

-Ah Sebastián…detente mayordomo inútil…d…e…m…o…n…i…o-decía el conde al desbordarse de pasión jamás sentida.

-Ah Bocchan, demonio sí, pero en este instante soy su médico y déjeme administrarle la  medicina a mi niño bueno-dijo seductor y muy pícaro ese mayordomo que haría estremecer a cualquiera con sus palabras.

-Cállate…No soy tu niño…y no…soy…bue…no-dijo entre suspiros el conde mientras el mayordomo bajaba a su ombligo y lo lamía en círculos e introducía su lengua dando empujones como si fueran embestidas ahí.

-Claro Bocchan, mi lindo y bonito Bocchan…-decía cariñoso, el mayordomo que bajaba lentamente la ropa interior del conde, y buscaba al “pequeño Bocchan” que estaba desatendido en toda esta situación.

-Sebastián…Sebastián, no soy tu lindo y bonito, maldito demonio-dijo el conde enojado pero no pudo protestar mucho porque el mayordomo beso su miembro y empezó con unas muy lascivas lamidas.

El demonio lamía el meato, la base y toda la corta extensión del miembro del conde; y en un dos por tres introdujo todo el miembro en su boca lo succionaba como si fuera arrancárselo al conde del cuerpo, con fiereza sus movidas de arriba abajo tenían delirando de pasión a Ciel que gemía fuerte, o mejor dicho gritaba el nombre del mayor que este con una de sus manos libres acariciaba el rostro del menor y la otra pellizcaba uno de sus pezones.

-SEBASTIÁN…SEBASTIÁN…SEBASTIÁN…-decía a gritos el menor, que aunque estuviera con toz parecía desaparecer en cada instante que el demonio succionaba más; y en un momento dado el conde no lo resistió y ni siquiera pudo avisar, se vino en la boca del mayordomo que con maestría tragaba toda la esencia del menor.

-Ah Bocchan usted realmente es una delicia al paladar-decía coqueto el demonio y miraba lascivo a su amo que este le acariciaba el cabello azabache al mayor que comenzaba a ascender al rostro de su amo.

El menor vio expectante ya que Sebastián no continuaba con sus acciones y pensaba “Será qué ya término”  pero claramente qué no Sebastián Michaelis no dejaría así a su amo, después de todo que sería del mayordomo de los Phantomhive si no pudiese hacer una tarea tan sencilla como dar el mejor sexo de su vida a su amo.

Empezó el demonio a quitarse la corbata con lentitud, los botones de la camisa y esta se deslizaba con suavidad por su perfecto pecho marmóreo y después continuaba bajándose los pantalones con delicadeza mientras la mirada avergonzada y deseosa del conde se hacía presente y de extraña manera el conde lo detuvo cuando iba a bajar la ropa interior el demonio.-Yo quiero hacerlo señor doctor-dijo con picardía mezclada con pena de parte del menor.

Sorprendido miro a su amo con una sonrisa mientras, dejaba al menor acercarse a su entrepierna. El niño bajo la ropa interior del mayordomo con vergüenza, no entendía por qué quería hacerlo pero la bajo y recostó a Sebastián al respaldar de la cama y empezó a lamer el bien dotado miembro del mayor que estaba deseoso de que lo consintieran; y  así fue el pequeño Phantomhive lamía sin experiencia alguna el bien desarrollado miembro del mayor de arriba abajo y estrujaba en su boca el miembro con fiereza sacando de los labios del mayordomo unos gruñidos profundos, y su rostro se encontraba nublado, de su boca salían hilos de saliva; mientras acariciaba el cabello del conde para que se moviera más aprisa con las primeras succiones que hacían delirar a un demonio.

Siguió el Phantomhive con unas succiones profunda y de vez en cuando mordía con rudeza el miembro del mayor que gruñía con fuerza por las acciones del menor y este lo miraba con esas orbes bicolores que denotaban lo muy lascivo y pícaro que estaba siendo como si hubiese hecho una travesura y degustaba de sus propias acciones. El momento se dio y un fuerte gruñido grave resonó la habitación con “Ciel” que lo acompaño de parte del mayordomo que se corrió en la boca del menor que apenas podía tragar todo el espeso y ardiente líquido que expulsaba su amado mayordomo.

Se dirigió al rostro del mayor y beso sus labios dejándole un poco de su propia esencia al mayordomo; que en cuestión de segundos se cambiaron los papeles y el mayor estaba ahora arriba otra vez le mostró a menor tres dedos y dijo-LÁMELOS-dijo autoritario y sumisamente el conde tomo esos finos y delicados dedos, los lamía con tranquilidad y los envolvía bien en su boca hasta dejarlos bien lubricados; los saco de la boca de Ciel y metió uno sin aviso en la entrada del conde que grito de dolor.

-DUELE SEBASTIÁN-dijo el menor mientras lágrimas salían de sus orbes.

-Relájate querido el dolor pasará y después rogarás por más mi amor-dijo el mayordomo con ternura en cada palabra, mientras un segundo dedo se introducía y figuras de círculos formaba, y después la forma de tijeras continuaba.

-Ah Sebastián deja de ser tan ARROGANTE, DEMONIO EXAGERADO-dijo el conde cuando sintió el tercer dedo dentro y este con delicadeza simulaba pequeñas embestidas.

-Ah mi amado es tan delicado.-decía con dulzura el demonio mientras seguía con la tarea.

-Cállate y continua-dijo con soberbia el menor y desesperado.

El demonio saco los dedos y beso los labios del menor, mientras con una mano acomodaba su miembro en la entrada del menor ; y subía las piernas del niño en sus hombros; y en una suave y estruendosa embestida, lo introdujo por completo dejando al conde arquear la espalda y un grito ahogado surco su boca pero no salió al aire por los labios del mayordomo; la lengua del mayor paseaba por toda su extensión bucal, repasaba todo y grababa cada sensación, mientras incitaba la lengua del conde a jugar.

El demonio hizo eso para que su amo dejara de pensar en el dolor y espero a que su amo se sienta cómodo con la intromisión; y tomo el miembro del pequeño Bocchan que empezaba a masturbar de nuevo para distraerse cuando sintió el movimiento de cadera de su amo que fue un paso libre para empezar unas suaves y delicadas embestidas.

Las embestidas suaves y tranquilas del mayor cambiaron cuando-Sebastián…más…más rápido-dijo con deseo lujurioso el conde-Le dije que iba querer más querido-dijo con burla el mayor que formaba las embestidas más rápidas y certeras al interior de conde, cada vez más veloz-CÁLLATE-decía a gritos el conde mientras el mayor lo hacía gritar-SEBASTIÁN…SEBASTIÁN-gritaba desesperado el conde con cada embestida, que era más vertiginosa y bestial, que lo hacían delirar de placer.

El momento llego, y ese delicioso y anhelado orgasmo apareció; que no le aviso a ninguno de los dos que se corrieron al mismo tiempo, Ciel en los abdómenes de ambos y Sebastián en su interior; con un delicioso grito de placer de sus nombres-CIEL/SEBASTIÁN-al mismo tiempo dejando que la corriente eléctrica surcara cada fibra de su piel.

Después un tierno beso y una caricia de ambos que surco en ellos, dejándolos cerrar los ojos a ambos, que cayeron en un dulce sueño abrazados y pegajosos de sus propias esencias; pero claro eso no importaba ya que anhelaban estar más juntos que nunca.

Aunque los demonios no duerman, si lo pueden hacer después de curar a un enfermo con ese método y claro el conde se sentirá mejor mañana pero de la gripe ya que un nuevo malestar lo va agobiar, claro no será lo mejor para el nuevo “Enfermo de mayordomo” que sufrirá las quejas del pequeño amo en la mañana.

Entre sueños el menor abría sus ojos y veía el perfecto rostro perfecto del mayor que lo abrazaba de frente y con una sonrisa puesta en el rostro, Ciel le susurraba a sus oídos.

-Quiero que hagas esto cada vez que yo esté enfermo, o cuando lo desee, y tú lo desees mi amado demonio pervertido, qué te crees doctor; recuérdalo es una orden-decía con suavidad el conde mientras le susurraba al oído al demonio, y le embozaba una dulce sonrisa para besar los labios de Michaelis y volver a cerras esas orbes, y caer en un pesado sueño.

-Yes my Lord Sick-dijo el mayordomo que abrió los ojos y estrujaba a su pequeño de la cintura, y besaba sus labios mientras se acurrucaba más hacia él; y con suavidad subía el edredón ya que el frescor de la lluvia empezaba hacer frío esa noche,  y ¿no quería que su amo se resfrié de nuevo o sí?

Notas finales:

Espero lo hayan disfrutado!!! pregunta lectores ¿te gustaría una medicina así?

¿Alguna le gustaría recibir el tratamiento especial del doctor Michaelis?

Estarían dispuestas, ya saben si les gusta dejen sus reviews y me gustaría una respuesta.

Demon Witch...


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