“Área 51”
Tom Kaulitz, joven soldado de 25 años, asignado a un punto considerado “extraño” dentro del ejercito de los Estados Unidos, llevaba sus últimos años de servicio encerrado en lo profundo de una base militar secreta, conocida popularmente por la gente como el “Área 51”.
Desde siempre, la población civil supo de la existencia de vida extraterrestre oculta en sus instalaciones, pero el gobierno siempre negó tener conocimiento. Incluso en la actualidad, los soldados que patrullan, solo saben que es un recinto militar destinado a la fabricación y pruebas de nuevas tecnologías militares en aeronáutica.
Tom Kaulitz, sin embargo, es uno de los pocos soldados con pase a las instalaciones del nivel seis. La gran mayoría solo sabe de la existencia de tres niveles en toda el Área 51. Tom fue escogido con pinzas, basados en su perfil sicológico, para hacer el juramento solemne de guardar en secreto todo lo que viera u oyera en las instalaciones inferiores a la tres. ¿Por qué de esto? Porque efectivamente, había criaturas allí, seres venidos del espacio exterior, a los cuales tenían en observación… permanente.
Tom había sido asignado a custodiar una de las jaulas especiales, la número 48, seguridad 3. A la que para resumir, nombraban solo como 483. El espécimen que habitaba esa jaula, era un ser que accidentalmente lograron capturar, tenía una piel verduzca y al que fácilmente podías confundir con un reptil. Lo llamaban Bill, pues el único sonido que hacía cuando fue capturado era similar a “biz, biz, biz”.
A Tom le agradaba Bill, era el ser que se comportaba más pacíficamente dentro de todo el nivel seis, pero al parecer era muy peligroso, porque los rangos de seguridad variaban en 1: bajo, 2: medio y 3: máximo.
Bill también conocía a Tom. Su jaula tenía una ventana por la que lo observaba. El primer año, cuando Tom llegó, Bill se dedicó a analizarlo, cada uno de sus movimientos, sus facciones y actitudes. Luego, leyó su mente, bueno, no era exactamente una lectura, sino más bien, una comunicación telepática con el humano.
Los científicos que lo trataban, no sabían que tenía esa capacidad, Bill simplemente se negaba a hablar con ellos y cuando por fin quiso comunicarse, simplemente utilizó un teclado. De esa forma solicitaba alimentos, música y lecturas. Sí, porque le gustaban los relatos terrícolas, especialmente los de la rama de la ciencia ficción. Muchas veces se reía de lo ingenuos, por no decir ignorantes, que podían ser los humanos.
Pero con Tom todo era diferente, le agradaba el muchacho. La primera vez que intentó hablar con él, el humano abrió los ojos enormemente, pero pronto comprendió que no necesitaba vocalizar para hacerse entender por el alien. Esas pláticas mentales se había prolongado por los últimos cuatro años y ambos aguardaban con ansias la llegada de la hora de guardia del soldado.
Tom sabía que había cámaras vigilando cada rincón del nivel seis, pero eso no le impedía acercarse a la ventana de la jaula 483 para apreciar al espécimen que la ocupaba. Bill, de frente, aparentaba “casi” ser un humano, de no ser por el color y piel reptiliano que te sorprendía a primera vista. Pero dejando de lado esa primera impresión, el alien tenía un rostro similar al ser humano, salvo que sus ojos tenían un color diferente, uno era azul y el otro rojo. Tenía cuatro extremidades, dos superiores y dos inferiores, brazos y piernas, igual que los humanos, pero si lo veías desde atrás, tenía una cola que emergía desde su coxis, que pese a tener la misma consistencia de su piel, dejaba de ser suave hacia el final, para volverse prácticamente un arma puntiaguda y posiblemente letal.
Pero a Tom no le importaba lo intimidante que pudiera parecer esa cola afilada. El joven soldado secretamente pensaba que Bill era sexy. Pensamiento que muchas veces le produjo noches de insomnio, donde terminaba masturbándose con Bill en su mente. En algunas ocasiones, Tom podía asegurar que el extraterrestre sabía lo que hacía, porque cuando retomaba su puesto de vigilancia, le guiñaba o se sonrojaba al verlo, o al menos eso le parecía a él.
Era sábado por la noche, último día de guardia antes de su semana de descanso y Tom no sentía muchas ganas de dejar su puesto, tenía una extraña sensación, y lo peor era que no sabía si eran nervios propios, o si eran los nervios de Bill, que le transmitía ya de forma involuntaria por esa conexión que llevaban trabajando los últimos años.
«¿Estás bien?» Preguntó mentalmente, pero antes de obtener una respuesta, el piso comenzó a moverse. Era un terremoto.
Bill tal como los animales, presintió el movimiento y se dedicó a esperar. Ya había vivido temblores antes, pero no con la intensidad de este.
Las alarmas sonaron, las luces rojas se encendieron y se pidió la evacuación de las instalaciones. La prioridad de los soldados era el resguardo y bienestar de los científicos del Área 51, pues el protocolo decía que si llegaba a suceder una emergencia, toda la base sería destruida. Tom sabía que algunas de las criaturas peligrosas serían capaces de asesinar a cientos de personas, a veces de forma involuntaria, solo por el aire tóxico que eliminaban al respirar. Sin embargo, temía por Bill.
El piso continuó sacudiéndose y las paredes comenzaron a agrietarse. Tom recibió la orden de ascender al primer nivel, pero el joven desconectó su intercomunicador, podría recibir un juicio en la “corte marcial” por insubordinación, pero no le importó en esos instantes.
«La base colapsará» Dijo al alien, quien lo miraba preocupado.
«Debes irte. Podrías morir aquí» Respondió Bill, sin dejar de tener esa extraña sensación en su pecho.
«No quiero dejarte» Afirmó el soldado.
Y entonces sucedió, una de las grietas logró desmoronar una de las murallas que aprisionaban a Bill. «No tendrás que hacerlo» Bill pareció sonreír y salió de su prisión y por primera vez en cinco años, tocó a Tom. Su mano verdosa, con largas uñas negras, fue directamente a la mejilla del joven y se posó allí. «Eres tan suave»
Tom cerró los ojos ante el contacto, fue cosa de segundos y al abrirlos otra vez, solo se fijó en lo tentadores que eran los labios del extraterrestre. Sin pensar en los “contra” de la situación, se inclinó hacia adelante y los besó. Solo fue un roce y cientos de mariposas bailaron en su vientre. «Vámonos de aquí» Dijo en su mente y tomando la mano del alien, corrió por los pasillos, que seguían tambaleándose por el terremoto.
Los ascensores habían dejado de funcionar y por un momento, ambos creyeron que ese lugar sería su tumba, pero tal como llegó, el movimiento cesó.
Corrieron hasta llegar al nivel uno, pero al abrir las puertas, cientos de armas les apuntaron. Bill se escudó en Tom, quien se congeló, había pensado que todos estarían preocupados de escapar, no de contener una posible fuga.
«No volveré al encierro, Tom»
«No lo harás, Bill»
La mano del soldado cogió la granada que colgaba de su cinturón y tiró del seguro, en cosa de segundos, ambos volaron en pedazos.
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Días más tarde, cuando el general Renolds recibía el reporte del incidente, preguntó.
—¿Por qué el espécimen de la jaula 48 estaba en seguridad 3? Parece que murió muy rápido y no causó más que un soldado de baja.
—Era demasiado humano, señor. Uno de ellos podría adaptarse rápidamente a nuestro entorno y ser tan mortífero como nosotros mismos, si entiende a lo que me refiero.
—Ya veo —susurró tocándose la barbilla—. Sin duda es mejor que terminara muerto.
El general cerró la carpeta del informe y siguió bebiendo café. Todo seguía bien en el mundo.
& Fin &
Me surgió esta idea al ver la impactante imagen de Neko_Elf90 y ya saben que siempre hablamos de los aliens como fan army, me dije por qué no hacer algo como Bill realmente siendo un alien, en un principio quería que fuera malo, pero no pude >///< Gracias por la visita, un comentario me haría feliz.