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Besos... por Lizie CoBlack

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Notas del capitulo:


¡Hola de nuevo!

Disclaimer: estos personajes no son míos, si lo fueran John sería exclusivamente de Sherlock, y quizá de Hamish en algún futuro. El universo de Sherlock Holmes le pertenece Sir Arthur Conan Doyle, y la serie "Sherlock" a la BBC. Yo solo me divierto creando fics.

Recuerdos: "cursiva"

Con dedicación a megumi san.

 

.-*-.

"Yo te amo en silencio... como algo inaccesible, como un sueño que nunca lograré realizar y el lejano perfume de mi amor imposible rozará tus cabellos… Y jamás lo sabrás."

-José Ángel Buesa.

.-*-.


Track 2

El beso que selló una promesa de amor


.-*-.

Increíble, estaba muy sorprendido de verlo, era él, tenía que serlo. Nunca pensó encontrarlo en tal lugar, chasqueó la lengua como reprendiéndose en poco; claro que debía estar allí, después de todo era uno de los principales funcionarios a la orden de la reina, si no es que el principal. Una pequeña risa colgó en sus labios, al arqueó de ceja muy común en él, ese que indicaba que tu parloteo comenzaba a desesperarlo. Rió por lo bajo, cuantas veces no se lo había puesto, sobre todo cuando le contaba los pormenores de su día. Y eso que solo era un chiquillo.

Quien seguramente se sorprendería sería otro, él no era invitado frecuente en este tipo de reuniones, porque debía serlo, solo era un inspector de Scotland Yard. Se rascó la barbilla un tanto nervioso, esperaba que verlo le alegrara, por lo menos un poco comparado con lo mucho que lo hacía a él.

Desde su posición, con vista privilegiada, podía ver todos los movimientos de la persona en cuestión, su persona favorita. Negó un poco, en silencio, sus gestos de por sí llamaban la atención a los invitados alrededor suyo. Y solo con verlo hacer todos esos pequeños gestos, casi inexistentes, podía saber lo que estaba sintiendo. Como ese pequeño tic en la comisura de su labio derecho, ese que trataba de impedir su mueca de desagrado. O ese pequeño estrechamiento de ojos que indicaba lo equivocado que estabas, y las ganas reprimidas de parar las sandeces seguras que salían de tu boca, sí, oh, ese no, esa mirada fija, sin parpadeo, era el fin de la persona con quien conversaba. 3, 2, 1...0 contó mentalmente, y ahí estaba, el fluido hablar de él, un solo comentario, un letal comentario, dicho con cortesía, claramente él nunca perdía las formas mi los modales, sonrisa cortes por parte de ambas personas y él se quedó solo.

Soltando una risilla baja, caminó hacia él, moría por saludar a Mycroft. Y mientras lo hacía no pudo evitar recordar un poco de su pasado juntos. Él, al parecer, no había cambiado mucho.

—Mycroft —llamó, extendió su brazo por inercia, tratando de alcanzarlo, más el movimiento del otro que retrocedió un paso, lo hizo replantearse la idea.

—Inspector —con tono de voz cordial, casi amable, pero detrás de eso sonó distante matizada con un toque de frialdad, provocando un nudo en la boca del estómago, apresó su labio inferior con algo de preocupación, qué indicaba ese saludo. —Que sorpresa encontrarlo aquí —. Parco, llano, seco, todo eso envuelto en galante educación. Inclinó ligeramente la cabeza mientras veía el movimiento de la mano contraria al jugar con elegancia su copa.

Buscó sus ojos, casi con desesperación, y esas frías gemas no se opusieron al encuentro. Nunca antes visto se mostraba en ellos que, con indiferencia congelante le miraban, parpadeó incapaz de sostener por más tiempos esos zafiros, no con esa mirada, no de esa manera, de tal forma que lo hacía sentir intimidado, poco cosa, tan lejano aunque se encontrara a un palmo de él. Un temor se empezaba a apoderar de su cuerpo.

—Myc… —La mueca de desagrado se posó en los delgados labios del aludido, sin poder evitar arquear su ceja también, eso en conjunto lo detuvo en seco. Cerrando la boca con lentitud.

—Holmes, Mrs. Holmes, Inspector, le agradecería me llamara. No encuentro alguna razón adecuada para que me llame de otra forma. —Arrugó el entrecejo, un poco de tristeza otro poco contrariado. De qué rayos iba todo esto. Pronto ese rostro mostró determinación.

—Puedo saber Mrs. Holmes, qué diablos le pasa. Y no me trates como si no nos conociéramos, porque sabes que ambos nos conocemos en más de una forma. —Lo miró alzando una ceja, y beber con paciencia el vino de su copa. Casi gruño de manera nada educado.

—Siempre tan educado y elocuente, Inspector Lestrade, hace mucho que nos volvimos unos desconocidos, debo recordarle, por si no lo hace, fue una mañana que usted me negó ante la que fue su prometida, ahora ex esposa, después de que nos conocimos en más de una forma la noche anterior. Lo recuerda... —Hizo una pausa dramática, y su voz eran tan fría y común como si lo hablado no tuviera importancia. Cerró los ojos a la espera de lo que vendría. —Cómo me describió: "un muchacho sin importancia, que ya se va" y eso hice, me fui. Entonces usted cortó toda relación, no veo porque tratarlo de manera más cercana, Inspector.

Abrió lentamente los ojos, casi con dolor, lo observó, ahí parado frente a él, mirándolo como si no fuera nadie, nadie para él, sin relación, con sus ojos azules fríos, calculadores, y se estremeció al noto de su voz, carente de emoción, como si estuviera hablando de un tema trivial.

—Mycroft, yo, lo siento… —Guardó silencio no sabiendo que decir.

—No se disculpe no tiene de que, eso pasó hace tan tiempo que ahora ya no tiene importancia. La vida sigue y las personas maduran, Inspector. Si me disculpa, me retiro no tengo nada más que hablar, y asuntos todavía por concretar.

Sin más que un asentimiento de su parte, Mycroft Holmes dio la vuelta y con toda elegancia se retiró, mientras él veía su espalda, y lo veía irse.

Una triste expresión se colocó en sus ojos, solo había cometido un error, uno muy grande, y ese fue haber dejado ir a Mycroft de esa manera, de la misma forma que ahora lo hacía, solo que esta vez su corazón era el que estaba roto.

.-**-.


"Mientras ambos, un muchacho pelirrojo y un castaño veían la puesta de sol, una mano fina y suave tomó la otra más callosa por el arduo trabajo en el cuidado de sus plantas, y las prácticas en la academia de policías. El apretón fue propiciado por el joven pelirrojo, haciendo que su compañero dejara de fijar su vista en el bonito crepúsculo para fijarlo en el rostro ajeno. Ese suave cara de piel cremosa, labios finos, nariz moteado de pecas y ojos hermosamente azules que cambiaban un poco con la tonalidad de la luz en decadencia. No obstante, una pena sus ojos reflejaron en ese instante, una que él conocía muy bien.

¿Qué sucedió, Mycroft? Cuéntame, te escucharé, sabes que siempre estaré para ti.

Lo prometes… —dicho en un tono tan bajo, apenas Greg lo escuchó. Tomando su cara con delicadeza hizo que lo mirara.

Lo prometo, jamás te dejaré Mycroft, siempre podrás contar conmigo.

Quizá fue el calor del momento, o la paz que el jardín les proporcionaba, posiblemente lo fueron los ojos contrarios iluminándose con sus palabras dichas, no sabe lo que fue, pero al sentir los tímidos labios ajenos, sabor a menta, dulce y refrescante, no pudo evitar responder, y cuando lo hizo su mundo sintió dar vueltas, y vueltas, volando hasta el paraíso, porque aquellos tímidos labios, que lo besaban con torpeza, le hicieron ver la estrellas. Lo que nunca antes nadie le había hecho sentir.

Cuando se separaron le sonrió, viéndose tontamente, enamorado se podría decir, y el lindo petirrojo le devolvió la sonrisa, haciendo que su corazón bombeara rápidamente, un incesante repiqueo, tomando esta vez él sus labios, prometió en su interior cuidar de este lindo petirrojo para que jamás saliera lastimado"

Promesa que no se cumplió.

Promesas que con sus actos rompió.

.-***-.


"Los rayos solares calentaban lentamente una espalda llena de pecas, y el dueño de ellas comenzó a despertar, sin abrir los ojos, los recuerdos de la pasada noche llegaron a su mente con la vigilia, suspiró.

Cada caricia, cada beso, cada mordida, las palabras susurradas al oído, todo el acto de amor que entre él y Greg se realizó a su mente llegó, con dicha los saboreó, jamás pensó que ese besó que comenzó terminaría de esa forma.

Los sonidos de dos voces hablando terminaron por despertarlo por completo, con calma se levantó y aseó, un pequeño dolor en donde la espalda pierde su nombre lo acompañaba, producto del acto de la noche anterior. Con lentos pasos se dirigió a la sala, donde encontró algo que le robó la respiración, Greg se estaba besando con una chica en medio del salón, sin detenerla, sin importarle que pudiera verlos. Recomponiendo su fachada, su fría máscara, carraspeó, llamando la atención de los dos.

Greg al verlo abrió los ojos con sorpresa, grandes, en una vista casi cómica, de no ser la situación en que se encontraban. "Quién es él", ella preguntó, "qué hace aquí" prosiguió. Greg solo alternaba entre uno y otro, con una última mirada de disculpa hacia él, le respondió.

Un muchacho sin importancia, que ya se va —lo dijo mirándola, y sin dar la cara esperó a que hiciera lo que afirmó.

Sin decir nada, sin reclamar, sin gritar, ni alterarse, con todo el orgullo que pudo reunir, Mycroft Holmes salió, de la sala, de la casa y de su vida.

Con un corazón roto, o quizá sin corazón"

Mientras en la soledad de su casa, el joven petirrojo, ahora el Hombre de hielo, recordaba lo que fue el fin de su relación.

 

Notas finales:

Gracias por leer.

Me encantaría que si lo leyeron me dejaran un comentario, de que estuvo mal o que necesito mejorar o quizá de lo que les gusto, sean respetuosos eso sí.

Sin beteo, siento los errores.

En breve contesto su comentario, gracias por el, fue genial que lo hicieras, megumi san.

Lizie.


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