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El rencor contra el amor por Alexis Shindou von Bielefeld

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Notas del capitulo:

Otro capítulo. Es largo!

Blanwhide2 muchas gracias, ya cambie el nombre de Dan Heller Weller. (n_n)/  lo había escrito mal. Es que yo así lo leí en los subtítulos xD del anime “Dan Hiri” y me ayudó porque más adelante lo voy a nombrar….

Gracias a todas. 

 

Capitulo 6

Presentación de los participantes.

Era una noche iluminada por numerosas estrellas, la luna se dejaba apreciar hermosa y llena. Uno tras otro los carruajes paraban frente a la entrada del castillo imperial dejando a los invitados de honor a la fiesta de presentación de los participantes del torneo.

Wolfram observaba desde su ventana como la gente vestida con sus mejores galas y joyas se entretenía conversando a las afueras en el jardín trasero. Él ya estaba arreglado con un elegante traje color blanco con detalles dorados y capa color crema sobre sus hombros, usaba el anillo en su dedo y el broche en su chaqueta, pero también usaba el pañuelo que le obsequió su madre alrededor del cuello como una manera de simbolizar su presencia en su corazón. Una persona abrió la puerta de su habitación y él se dio la media vuelta.

—Hijo... —susurró Wilbert, contemplándolo así tan hermoso y radiante—. Vengo a escoltarte —anunció con una sonrisa. Su hijo se acercó a él y aceptó su brazo.

*************

—¡Su Majestad!, ¡Alteza!

Los invitados hacían una respetuosa reverencia al encontrarse con el rey Willbert y su hijo, el príncipe Wolfram, mientras caminaban por el salón después de que el sonido de las trompetas anunciara su entrada.

El salón estaba decorado exquisitamente con los más finos detalles. El rey se sentó en su trono hecho de oro al igual que su hijo se sentó en el que estaba al lado derecho y Anette al lado izquierdo. Los participantes y los acompañantes de los mismos se presentarían ahí. Los invitados estaban reunidos alrededor de la alfombra roja.

Después del sonido de las trompetas camino el primer participante llegando frente al rey y el príncipe. Un joven como de 24 años en apariencia humana de doble complexión física, su cabello es color marrón-siena peinado con un flequillo del lado izquierdo y corto de atrás, ojos color verde jade. A su lado derecho estaba otro que parecía mayor pues era un tanto más alto, tenía cabello color castaño oscuro largo y ojos color miel.

—Su majestad... —saludó en más alto.

—Lord Charles von Ducke —saludo el rey. Dándole autorización para seguir hablando.

—Mi hermano, Harry von Ducke, será el representante de nuestro distrito. Él es fuerte e inteligente y estamos seguros que representara honorablemente a nuestra nación y será un magnifico esposo para su hijo.

—Será un placer convertirme en su esposo alteza —enunció con confianza el mencionado y sonrió maliciosamente. Wolfram terminó haciendo una mueca de fastidio pues ese chico no apartaba su mirada de su cuerpo.

—¡Harry! por supuesto —dijo contento Willbert, ignorando la reacción de su hijo—. Me siento muy complacido con su elección —afirmó con la cabeza.

Ambos muchachos hicieron de nuevo una reverencia y se hicieron a un lado, pero siempre estando al frente de la corte.

De nuevo las trompetas sonaron y esta vez entró un hombre musculoso e intimidante, muy parecido a Adalbert, como de unos 28 años en apariencia humana con su cabello rebelde de color rojo fuego de los cuales unos cuantos mechones caían por su frente, con ojos alargados color amaranto. Este sujeto caminó por la alfombra roja e hizo una inclinación.

—¡Volker! —lo reconoció Willbert al instante—. Así que tú serás quien represente a mi distrito de crianza... ¡No hay mejor elección!

—Es un honor para mí Willbert —luego se dirigió al rubio más joven—. Alteza, es un honor conocerlo. Prometo dar lo mejor de mí en esta competencia.

«Por mi puede perder desde el principio» —pensó Wolfram sarcásticamente.

Después de la presentación de Volker von Rosenzweig caminaron sobre la alfombra roja un par de señoritas. La menor era muy hermosa, con sus cabellos de plata largos hasta los hombros los cuales amarraba con una trenza y sobre su frente utilizaba una tiara que cubría con su flequillo. Sus ojos eran color turquesa. Su cuerpo estaba muy desarrollado, sus pechos se mostraban descaradamente con ese vestido tipo corsé que lucía. La mayor de las hermanas de cuerpo esbelto, su cabello celeste largo hasta la cintura, usaba una tiara de diadema y tenia ojos marrones. Vestía de manera más moderada.

—Su majestad —Ambas se inclinaron con respeto y elegancia al saludar.

—Mi hermana, Kristal von Aigner, es la representante de nuestro distrito, ganadora del campeonato regional y con una belleza sin igual, consideramos que nuestra decisión es muy acertada —dijo la mayor.

—Lady Ailyn von Aigner, por supuesto que Lady Kristal es más que bienvenida a la competencia —respondió Willbert.

La señorita Kristal no dejaba de ver atentamente al rey con unos ojos insinuantes. Lady Anette alzo una ceja. Después, la peli-plata miró en dirección a Wolfram y su rostro se enrojeció totalmente.

—¡Tengo una petición! ¡Por favor! —suplicó con una voz tan tierna y con tal entusiasmo capaz de derretir al más rudo.

—Adelante, Lady Kristal –espondió Willbert.

—¿Puedo besar al principe? —preguntó, juntando ambas manos para suplicar.

—«¡Pero qué rayos!» —inmediatamente, Wolfram puso sus ojos en blanco ¿Cómo que esa mujer lo iba a besar públicamente?... ¡ah no! ¡Eso no! apenas y mostraba afecto en público con Yuuri, aparte siempre le retachaba que no observara por mucho tiempo a las chicas, lo acusaba de infiel solo por dar la hora ¡¿Quién sería ahora el infiel?!

Anette suspiró cansadamente, su hermana, Lady Ailyn, estaba totalmente roja de la vergüenza y Wolfram la miraba ceñudo.

—Adelante —indicó Willbert, resignado. No podía llevarle la contraria a esa niña. Observó a su hijo mirarlo enfadado mas acató su orden y se levantó de su lugar.

Volker y Harry se lamentaron de no haber pedido lo mismo.

«¡Mujeres! Por eso siempre le advierto a Yuuri que tenga cuidado con ellas, ¡son unas manipuladoras!» pensaba Wolfram mientras se acercaba a la chica.

Ella le tomó el rostro quedando encantada con su suavidad y textura. Lentamente se fue acercando a sus labios desviándose al último instante a la mejilla.

—Es un placer, amor... —le susurró al oído no con esa voz de niña sino con una voz sensual de mujer haciendo estremecer a Wolfram. Al retirarse entrecerró sus ojos y le sonrió de lado—. ¡Gracias!

Kristal volvió a su actitud de niña. Wolfram se quedó un momento inmóvil y confundido para después volver a su lugar.

Después de aquel suceso volvieron a sonar las trompetas anunciando la entrada de otro participante acompañado por alguien mayor. El joven de cabello pulcramente peinado hacia atrás de color verde suave, sus ojos de color marrón, éste llevaba un hermoso ramo de rosas con él, y el mayor parecido al primero pero con unos cuantos cabellos teñidos de canas.

—Su majestad, Alteza —dijo el hombre con voz ya cansada pero de esas que revelan tener mucha sabiduría en la vida—, Presento a mi nieto, Raimond von Luttenberger, como representante de mi distrito.

El muchacho se inclinó un poco en un rápido saludo y dijo:

—Con todo respeto ofrezco este presente que en ningún momento puede competir en belleza con usted Alteza.

—Adelante —indicó Willbert para que aceptara el presente.

Wolfram de nuevo se puso de pie y se dirigió hacia el muchacho.

—Gracias, Lord von Luttenberger —Wolfram bajó la guardia con él. La verdad, a diferencia de los otros éste parecía más tranquilo.

El muchacho le dedicó una sonrisa y prosiguió a alejarse a un lado como todos los demás junto a su abuelo. Wolfram volvió a su sitio pero antes le entregó el ramo de rosas a un sirviente para que las colocara en un florero.

Sonaron las trompetas anunciando la entrada de un chico de la edad de 20 años en apariencia humana, Su cabello estaba peinado hacia arriba, color marrón anaranjado con unos cuantos mechones (rayos) rubios, ojos alargados como felinos color dorado, tenía una sonrisa muy confiada y caminaba firmemente, a su lado un hombre entre sus 40 años, cabello rubio. Ambos se mostraban seguros de sí mismos.

—Rey Willbert, príncipe Wolfram —dijo el mayor cuando hicieron el debido saludo—. Presento a mi hijo Axel que participará en el torneo.

—Lord von Foster, buena elección, muero por ver una batalla donde se utilice el elemento rayo —comentó el rey—. Siempre es excitante ver algo tan entretenido. —Ambos asintieron y prosiguieron a tomar su lugar a lado de los demás.

—¡Cuñado! —saludó con confianza un hombre peli-azul que se acercó al trono al lado de Lukas—. Mi representante ya lo conoces muy bien –comentó entre suaves carcajadas.

—Martín von Zweig —Willbert saludó de abrazo al hombre—. De hecho, estoy muy orgullo de este muchacho —Colocó su mano sobre el hombro del joven y éste sonrió. Wolfram entornó sus ojos con recelo, su semblante no estaba nada contento.

—Tengo un regalo para el príncipe —dijo de repente Lukas. El nombrado suspiró con cansancio y arqueó una ceja.

—Hijo, acércate —ordenó Willbert.

—¡Pero qué criatura tan hermosa! —comentó Martín von Zweig, hermano mayor de Anette, al momento de ver al príncipe de cerca. Willbert sonrió complacido y orgulloso.

Lukas destapó una cajita de terciopelo roja. Una cadena de oro con un dije de zafiro en forma de gota se apreciaba dentro, hacía juego con el anillo que le había obsequiado su padre.

—Permíteme —le dijo Lukas con la intención de ponerle la cadena.

Wolfram maldijo en sus adentros. No tuvo más remedio que apretar sus puños y morderse el labio inferior conteniéndose el coraje, le dio la espalda mientras ese idiota le colocaba la cadena alrededor del cuello terminando por acariciarlo sutilmente, lo que le dio un escalofrió nada agradable. Cuando volteó Lukas le tomó la mano con la intención de besarla pero indiscretamente no lo permitió y se la jaló bruscamente volviendo de inmediato a su lugar. Lukas solo sonrió ante esa actitud; huraño como a él le gustaban.

Finalmente fue el turno de Friedrich, que fue presentado por Bastian von Moscovich y su madre que había viajado desde sus tierras para ver el torneo donde participaría su hijo.

—¡Mi querida Hannah! —Willbert se puso una vez más de pie para abrazar a la mujer con fraternidad.

—Su Majestad, es un placer estar aquí —contestó amablemente. Era una mujer realmente hermosa y a la vez se veía sencilla. De cabello castaño claro y corto, ojos color rubí como los de su hijo pero ella tenía una mirada más tierna. Ella era la regente en el distrito Moscovitcht mientras su marido era el consejero real actual. Existían los rumores de una separación entre ellos por la incompatibilidad de pensamientos, además hace años Bastian hizo algo de lo que ella no estuvo de acuerdo y desde aquel hecho se habían distanciado—. ¡Oh! Tu hijo es realmente una bendición de amor —dijo con dulzura. Era tan de ella ser tan expresiva en sus palabras, tanto que aun su entonación era agradable al oído.

—Hijo, ven —llamó Willbert a Wolfram, y éste que de inmediato se acercó a ellos—. Déjame presentarte a Hannah von Moscovicht —Se sonrieron—. Ella aparte de ser la gobernante del distrito Moscovitch también es escritora, ¿recuerdas el libro que leías hace tres días? —Mencionó Willbert. Su hijo lo volvió a ver atentó dándole la pauta para seguir—. Bueno, ella es la autora.

—Muchos gusto, Lady Hannah —saludó Wolfram con placer, aun no entendía como ella podía ser la madre del idiota de Friedrich, se la imaginaba igual de mentirosa y codiciosa, bien dicen que nunca debes juzgar antes de conocer—. Fue un placer para mí leer tan excelsa obra —agregó mientras le sonreía.

—El gusto es mío Alteza, se ha convertido en todo un caballero después de ser tan tierno bebé —dijo correspondiendo su sonrisa.

Wolfram estrechó sus ojos meditativo ¿Ella lo conoció siendo un bebé? pero ¿Cómo? si ella era habitante de Antiguo Makoku. Entonces, ¿Cómo era posible tal cosa? A menos que ella hubiera viajado a Shin Makoku en el tiempo que él era un recién nacido.

La dama lo abrazó de repente, sacándolo de sus pensamientos, y pareció escuchar un «perdóname» pero creyó que fue su imaginación.

Faltaba alguien, el más importante para Wolfram, pero el menos deseado para Willbert y los demás. Las trompetas sonaron una vez más y un soldado de alto rango con una fuerte voz anunció la llegada de esa persona—. ¡Su Majestad, Yuuri Shibuya, rey de Nuevo Makoku!

Wolfram en verdad tuvo que hacer un gran esfuerzo para no levantarse de su asiento, correr a sus brazos y mandar todo al carajo. Willbert frunció el ceño mientras cruzaba sus piernas y miraba fijamente a las personas que entraban.

Friedrich, Lukas y Bastian observaron con atención para conocer por fin a ese sujeto que había logrado enamorar al exigente príncipe. Anette estaba atenta y curiosa de conocer al joven Maou.

—¡Su Majestad Yuuri! —Los nobles de Antiguo Makoku hicieron un reverencia mientras él caminaba por la alfombra roja. Era un Rey Demonio, alguien igual de importante que Willlbert Heika, por tanto debían ofrecerle respeto.

Por fin lo conocieron; de mediana estatura, tez no tan morena ni tan clara, de complexión física no tan doble pero aun así aceptable, cabello negro y brillante, expresivos ojos negros como la noche y una sonrisa cautivadora.

—¡Wow! ¡qué guapo! —soltó Kristal de inmediato en un susurro.

«No está mal» —aceptó Anette en sus pensamientos, a decir verdad el joven era muy atractivo los ojos y el cabello azabache no eran muy comunes en ese mundo y eso lo hacía exótico e interesante.

—«Así que este es el mestizo rey...» —Era el pensamiento de la mayoría que sabía de él. Entre ellos Axel, Volker y Harry.

Al verlo, Bastian y Friedrich pensaban que se habían preocupado por nada, se recriminaron por ser tan estúpidos, un medio mazoku nunca se comparará en poder con uno de raza pura.

Lukas hizo rodar los ojos y el desdén se grabó en su perfil arrogante. El infeliz rey parecía un debilucho no duraría ni cinco minutos en batalla ni con él ni con ninguno de los demás competidores.

El único problema para todos era: El amor del príncipe a ese idiota. Solo eso, que el caprichoso príncipe se enamorara de ese mestizo.

Yuuri se hacía acompañar por Gwendal y Waltorana quienes a diferencia de él se inclinaron ante el rey de Antiguo Makoku una vez estuvieron al frente de este.

—Bueno, fue tan testarudo como para venir hasta aquí sabiendo que no tiene oportunidad de ganar... ¿ya qué? —fue el irrespetuoso saludo de Willbert.

Yuuri decidió no contestarle nada por el momento.

—Waltorana, me debes muchas explicaciones... —continuó Willbert. Su tono era de reproche pero debía aceptarlo, ver a su hermano le alegraba de sobremanera, más allá de las razones para odiarlo por traicionar su palabra. Se puso de pie y le ofreció la mano a su hijo para que lo acompañara a saludar. Al parecer Cecilie no estaría presente durante la competencia, pensó decepcionado.

—Hermano —susurró Wolfram mientras mantenía un fraternal abrazo con Gwendal, sintiendo como el otro lo apretaba más fuerte.

—¡Sobrino! —De inmediato, Waltorana abrazó a Wolfram fuertemente.

—Tío, que bueno que estas aquí —le susurró Wolfram al oído.

Willbert observaba con una sonrisa casi imperceptible el lazo fraternal tan fuerte que mantenía su hijo con su hermano. Por supuesto, después de tantos años de convivir era normal que fueran tan cercanos, casi se podría decir que Waltorana había ocupado su lugar como padre durante todo este tiempo y por eso le estaba muy agradecido. A veces se reprimía el hecho de no haber acompañado a su hijo durante todo su crecimiento.

—Gwendal von Voltaire, dejaré a un lado tu traición a nuestra raza por el aprecio que te tengo, así que bienvenido —exclamó de nuevo Willbert cuando lo tenía cerca y le abrazó por unos momentos.

Gwendal sintió una leve pulsada en su pecho, pero mantuvo la postura seria y serena mientras Willbert mantenía el brazo sobre su hombro. Cuando tuvo oportunidad abrazó de nuevo a su hermanito menor, al cual tenían que recuperar a como diera lugar. Ambos se mantuvieron juntos en cuanto veían como Willbert se acercaba a Yuuri.

—Bueno, permítame presentarlo a la audiencia, majestad —Su voz adquirió un tono burlón con las últimas palabras. Yuuri cerró los ojos esperando lo siguiente que diría el padre de su prometido—. Él es Yuuri Shibuya un medio mazoku que se hace pasar por Maou de Nuevo Makoku.

En seguida el salón se lleno de murmullos y abucheos, era inaceptable algo así. Lukas y Friedrich esbozaron una sonrisa torcida.

—¿El rey no dice nada? —siguió preguntando Willbert con sarcasmo.

—A decir verdad, para mí los títulos no importan —respondió Yuuri con una fiereza nunca antes vista en él—. Adelante puede seguir ignorando mi condición de rey si quiere que al fin de tanto son las acciones las que cuentan, el hacer crecer una nación y que sus habitantes te respeten mas por la persona que eres y no por un simple titulo lo que te hace un verdadero rey.

Todos se quedaron callados ante la acertada defensa del muchacho, otros boquiabiertos y entre ellos estaba Bastian. Wolfram sonrió complacido con la actitud de su amado y a decir verdad al mismo rey Willbert le agradó su respuesta.

—¡Es el mejor rey que ha tenido la nación! —Se escuchó una voz y enseguida Willbert dirigió su mirada hacia esa persona—. Te lo aseguró hermano —terminó de hablar Waltorana.

—Y yo lo secundo —exclamó Gwendal con aires de confianza.

Willbert sonrió brevemente, decidió no discutir más, ya tendría algunas palabras en privado con su hermano para aclarar ese asunto. Entonces tomó de la mano a su hijo para que lo acompañara de regreso al trono.

—Antes de que se retire, deseo dar un obsequio al príncipe de parte de Lady Cecilie von Spitzweg — interrumpió Yuuri las intenciones del otro rey.

—Cecilie... —susurró Gilbert, dándose la vuelta—. Ella, no pudo hacerse presente por lo que veo —mencionó con cierta tristeza.

Anette se sintió tranquila y a la vez un poco decepcionada de ver que los ojos de Willbert brillaron de manera especial cuando mencionó el nombre de esa mujer. Cómo se notaba que la quería volver a ver.

El rostro de Hannah entristeció.

—Aunque extraña mucho a su hijo, lady Cecilie no pudo hacerse presente por razones personales, pero ella está bien de su fractura en el tobillo si es eso lo que le preocupa —repuso Yuuri con agudeza.

Willbert se mordió la lengua, siempre terminaba hablando demás cuando se trataba de ella.

—¿Puedo? —preguntó Yuuri una vez más, esperando por unos momentos su respuesta.

—Adelante... —contestó Willbert con desgano. Giró el rostro a la derecha para ver a su hijo, más este ya se había acercado a Yuuri rápidamente.

Los dos sentían como les palpitaba fuertemente el corazón, después de dos semanas que para ellos fueron como dos años se volvían a ver. Estaban deseosos por abrazarse y decirse cuanto se habían extrañado, pero no podían hacerlo, aún no.

Yuuri sacó la pequeña cajita color dorado y de ella tomó una cadena de oro con un dije de una piedra color negra en forma de corazón. Willbert observaba con recelo cada movimiento de ese muchacho.

—Tendré que quitarle esa cadena, Alteza —susurró Yuuri con un tono de voz malicioso, eso bastó para sonrojar al rubio adonis. Fue algo realmente sensual en él.

Wolfram se acercó más pero no se dio la media vuelta, colocó ambas manos sobre el pecho de Yuuri y se arrimó mas a él mientras éste rodeaba su cuello con sus brazos para desabrochar la otra cadena. Podían sentir su acompasada respiración sobre su rostro, el rubio levantó la cara pícaramente para rozar sus labios y Yuuri sonrió abiertamente a esta acción.

«Disfrutaré cuando te mate imbécil» —pensó Lukas ardiendo en celos.

Las cejas de Friedrich se arrugaron en un ceño sobre sus ojos destellantes en odio.

Cuando finalmente terminó de colocarle la cadena tomó su mano se inclinó y le besó el dorso. Volvió a erguirse y ambos se miraron a los ojos, no querían soltar sus manos. Hasta que escucharon el carraspeo de advertencia de Gwendal y reaccionaron: Todos los participantes de la competencia los miraban ceñudos e incómodos, también observaron como el puño de Willbert temblaba y una vena se había saltado de su sien.

—Muchas gracias, Majestad Yuuri —exclamó Wolfram avergonzado por su impulso y volvió a su lugar. Yuuri lo comprendió.

El Maou de Antiguo Makoku se puso de pie y de inmediato todos los competidores se formaron en una línea frente a él.

—Que la fuerza y la suerte los acompañe, mañana dará inicio el torneo al mediodía, tened en cuenta que la principal regla de los torneos es dar el todo por el todo, así que espero que represente con orgullo y dignidad a sus respectivos lugares de origen.

—Así sea, Majestad.

Todos se inclinaron sobre una pierna con la mano en el pecho jurando mantener el espíritu competitivo pero sobre todo el honor.

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Después de la presentación los nobles y las grandes personalidades de Antiguo Makoku fraternizaban alrededor de las mesas del banquete disfrutando de la buena comida y bebida. Algunas parejas ya bailaban al compás de la música. Varios jóvenes se apresuraron a ofrecer su mano al príncipe para una pieza del baile mas este se excusaba posponiéndolo para más tarde, quería encontrar a su tío de entre toda esa gente pues una vez la fiesta dio por iniciada su padre se lo llevó casi a rastras para presentarlo a sus conocidos perdiendo el rastro de ellos.

Por otro lado tanto Waltorana, Gwendal y Yuuri buscaban a Wolfram, querían tranquilizarlo de cierta manera contándole acerca del plan de Shinou, no le mencionarían el asunto del atentado porque no lo querían preocupar, además Gwendal se encargaría de investigar y aclarar ese asunto.

Yuuri se había quedado solo a un lado del salón esperando por el regreso de sus dos acompañantes, no podía hacer más que eso por desgracia y para empeorar algunas personas lo veían despectivamente. Antiguo Makoku era el país que menos tolerancia tiene para los "medio mazoku" y él lo estaba comprobando en esos momentos. Se decía que eran unos demonios con una fuerza excepcional, capaces de controlar más de un elemento tal vez tres, orgullosos, soberbios y conducidos por el odio obsesivo, Se entrenaban incesantemente y sólo existían para demostrarle al resto del mundo que eran los mejores. A decir verdad él sería tan insignificante como lo es un ratón para un león en una batalla, lo aceptaba pero él tenía una fuerza extra: todo un país estaba a su espalda, se había obligado a sí mismo a salir victorioso no solo por para recuperar a su prometido sino también por el honor de su país, por sus habitantes, ellos que habían depositado su confianza en él, por los países humanos, por las comunidades mestizas que hoy en día son aceptados por lo que son.

Después de aquellos pensamientos exhaló un suspiro de pesadez, mirando alrededor para con suerte ver a su amado entre la gente.

—¿Así que tu eres el tal Yuuri Shibuya?... eres tan poca cosa.

Escuchó una voz detrás de él. Yuuri arqueó una ceja mientras se daba la vuelta. Frente a él un muchacho como de la edad de Conrad, pero con el rostro arrogante y cargado de desdén.

—Ahórrate la vergüenza y sal de estas tierras antes de ser humillado por todos nosotros, mestizo —siguió hablando mientras lo examinaba de pies a cabeza.

—Y tú ahórrate tus consejos —replicó Yuuri igual de altanero. No más amabilidad. Estaba cansado de ser siempre el menospreciado. No después de las razones por las que le arrebataron a su prometido.

Friedrich chasqueó la lengua mientras se cruzaba los brazos.

—¿Te crees tanto solo porque eres un rey?, pues déjame decirte que aquí vales menos que un perro —soltó con desprecio. Ambos se colocaron frente a frente, entrecerrando sus ojos llenos de odio recíproco—. En verdad no se que vio mi Wolfram en ti...

Yuuri de inmediato le tomó de la solapa de su camisa conteniéndose las ganas de darle un puñetazo directo en el rostro.

—Nunca vuelvas a hablar de él como si te perteneciera ¿me entendiste? ¡Nunca!

—Él será mío cuando gane esta competencia, me quedaré con todo y disfrutaré quitarte esa actitud tan segura que tienes de ti mismo... —respondió Friedrich haciendo una sonrisa torcida.

—Eso lo debería decir yo... —le interrumpió Yuuri con voz grave—. ¿En verdad no te das cuenta que Wolfram me ha elegido desde antes de esta competencia?... si quieres que te lo diga más claro... él mismo me ha pedido que yo sea el único que le posea.

Sintió como ese mestizo lo soltó bruscamente. Con rencor recordaba que Wolfram le había dicho lo mismo... «Es usted el que no entiende, él ya ha ganado desde antes que la competencia comience, él es al único que aceptaré»

—¡Friedrich! —gritó Hannah a lo lejos con voz autoritaria.

—Madre —contestó él con un gruñido una vez que se había acercado a ellos.

—Usted es Yuuri Heika ¿cierto?... —dijo Hannah amablemente, el mencionado asintió una vez—. Un placer. Espero sea un torneo justo, es muy noble de su parte venir aquí y aceptar toda esta situación, cuando llevaba tanto tiempo de compromiso con el príncipe –relató con pesar. Estaba enterada de todo por la reunión de Consejo que habían tenido hace días—. Creo firmemente que esto es una injusticia

—¡Madre! –Friedrich frunció el ceño en un reclamo y ella le miró directamente.

—Lo que digo es cierto hijo...

Yuuri se había mantenido al margen. La señora no se veía mala persona, de cierta manera le recordó a su propia madre.

—Bueno, creo que me llaman – indicó Hannah, señalando a un grupo de señoras de la "alta sociedad" que la saludaban—. Fue un gusto saludarlo, con permiso majestad —Estuvo a punto de alejarse pero no podía permitir que ellos estuvieran a solas, bastaba con notar el ambiente que se había formado antes que llegara para saber que por poco y comienzan una pelea ahí mismo—. Vamos Friedrich, despídete del rey —ordenó.

Friedrich la miró como quien mira a un loco ¿Qué esperaba su madre que hiciera? ¿Qué se inclinara ante ese intento de rey? ¡Por favor! Sin decir ni hacer nada, apretó sus puños y se alejó rápidamente de ahí, hirviendo en frustración.

—Discúlpelo por favor —pidió Hannah, apenada.

—No se preocupe... eh... ¿lady von Moscovicht?

—Hannah solo llámeme Hannah —aclaró ella con suavidad. Yuuri esbozo una sonrisa—. Yuuri heika, tenga cuidado, esta competencia esta mas allá de ganar un hermoso esposo —Hannah cambió de repente su semblante tranquilo por uno más serio mientras decía esta palabras—. Quien gane esta competencia se convertirá en rey, todo mundo desea ese puesto, los mejores representantes de los distritos se enfrentaran mañana dando el todo por el todo, no tendrán piedad de usted.

La gobernadora no esperó replica alguna e hizo una reverencia para después irse dejando a un pensativo rey.

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Después de buscarlo por el jardín principal y por los corredores exteriores, Waltorana regreso al gran salón localizado en la segunda planta y por fin pudo localizar a Wolfram. Se acercó rápidamente a él y le gritó para llamar su atención.

—¡Sobrino!

El aludido se dio la media vuelta al escuchar la voz de su tío.

—¡Ah! te hemos estado buscando por todas partes... —comentó Waltorana con alivio.

—Yo también los he estado buscando, tío —repuso Wolfram, suspirando.

Ambos se apartaron de la gente para hablar con más calma. Sabían que eran vigilados y no tenían mucho tiempo antes de que Willbert los buscará, sobre todo a Wolfram, para no darle oportunidad de acercase a Yuuri. Caminaron hasta el balcón que por suerte estaba despejado.

—¡Tío! ¡¿Qué haremos?!... he visto entrenar a dos de los competidores y son unas bestias, confió en Yuuri pero realmente creo que debemos...

—Tranquilo, tranquilo... —le cortó Waltorana al notarlo tan preocupado–. Escucha, tengo buenas noticias que darte, tienes que confiar en mi ¿de acuerdo?

Wolfram asintió.

—Yuuri heika controla ahora dos elementos. —Waltorana decidió comenzar por ahí, directo al grano pues no tenían mucho tiempo.

—¿Q-que? —atinó a decir Wolfram

—Shinou heika nos ayudó a sacar el poder dormido de su majestad Yuuri, hizo el pacto con el mismo espíritu que tu hermano Gwendal, estuvo entrenando arduamente y ha mejorado mucho. De hecho él podría llegar a controlar los cuatro elementos, solo le falta el fuego y el aire.

Wolfram no dijo nada mas, había leído acerca de la habilidad para controlar dos elementos, también el hecho de que se necesita mucho maryoku para eso, recordaba que su prometido poseía una cantidad considerable pero nunca creyó que fuera capaz de eso y ahora resulta que puede controlar los cuatro, una esperanza se formó en su corazón. Sin embargo no pudo sosegar el mal presentimiento que ocupaba toda su mente.

—Deseo verlo tío... —confesó suplicante—. Desearía estar a solas con él por un momento, escuchar de sus labios que todo estará bien, solo así me sentiría más tranquilo.

—Te noto inquieto, más de lo que esperaba —Waltorana entornó sus ojos, observando a su sobrino con meticulosidad—. ¿Pasó algo durante estas dos semanas?

Wolfram suspiró antes de explicar.

—Para empezar, me enteré que mi padre se casó con una mujer llamada Anette von Zweig hace un mes.

Waltorana arqueó una ceja no comprendiendo el punto y esbozó una sonrisa contemplando la actitud que estaba adoptando su sobrino pues había colocado sus manos a la cintura.

—¿Sabes cómo me pidió que la llamara? "Madre" —su tío no dijo nada porque él mismo se contestó al instante—. ¡ja! solo eso me faltaba, esa mujer no es suficiente para mi pap... —Se sonrojó levemente al notar que estaba hablando demás.

Waltorana casi soltó unas carcajadas pero se contuvo. Su caprichoso y celoso sobrino no quería una madrastra.

—Sigue... —e animó cada vez más curioso. Wolfram carraspeó para retomar la postura seria y siguió explicando.

—Quedamos en que no iba a hacer tal cosa, por lo menos ella ha mantenido distancia conmigo. Pero entonces la cosa empeoró, el paquete incluía hermanastro y esa es la peor parte. —Se pasó una mano por su cabello color rubio miel y frunció el ceño mientras caminaba para estar cerca de las barandas del balcón—. Ese tipo me pone los nervios de punta, la forma en que me mira, la forma en que me habla ¡Me exaspera!

Waltorana estaba detrás de su sobrino, no podía ver sus gestos pero estaba seguro que ardía en coraje por el tono de su voz.

—¿El tipo es Lukas von Zweig?... —mencionó, recordando la presentación de los participantes.

—El mismo infeliz —bramó Wolfram con rencor, la sola mención de su nombre le daba dolor de estomago. Sin mencionar a otro patético intento de Romeo, Friedrich.

—¿Ya has hablado con tu padre al respecto? —cuestionó Waltorana, comprendiendo la razón.

—¡Mi padre! —exclamó Wolfram, irónico—. Mi padre esta encariñado con su disque hijastro y futuro yerno según él ¡hazme el favor! —Terminó y se dio la vuelta para verlo a los ojos—. ¿Cómo se supone que compita con eso? ¡¿Cómo le explicó que ese tipo me mira como si, ¡como si me quisiera violar!?! —Apretó la mandíbula y trató de contener las lágrimas que amenazaban por salir—. Estoy casi seguro que le eso gustaría siempre y cuando me alejara de Yuuri...

—¡Wolfram von Bielefeld, no hables así! —Lo reprendió Waltorana severamente, pero trató de tranquilizarse de inmediato. Con todo lo que estaba pasando era normal estar tan enfadado con él y sin embargo de cierta manera también comprendía sus razones—. Tu padre te ama de eso puedes estar seguro —explicó más calmado.

—¡¿Entonces porque lo hace?! —preguntó en un hilo de voz—. ¿Por qué no acepta que amo a un medio mazoku y deja atrás sus malditos prejuicios?

—Entiende que él te quiere proteger.

—¡¿Proteger de qué?! —protestó Wolfram de inmediato y un gruñido escapó de sus labios.

—Porque...

—¡Ah! ahí están.

Una voz detrás de ellos cortó el intento de Waltorana de contarle la verdad a su sobrino. Al reconocerlo Wolfram recobró la postura y se pasó las manos por los ojos para disimular las lágrimas.

—Hermano.

—Waltorana, no acapares a mi hijo, ya lo tuviste mucho tiempo, ahora me toca a mí —reclamó el rey—. Hijo mío, hay unas cuantas personas que te quieren saludar, vamos —Tomó la mano de Wolfram y lo escoltó para regresar a la fiesta—. Vamos, hermanito, tu también

—En seguida los alcanzó —respondió Waltorana con amabilidad mientras veía alejarse a ese par. Suspiró y miró la luna una vez más, con cierto deje de tristeza—. Tengo que explicarte muchas cosas para que comprendas la actitud de tu padre, Wolfram.

 

Notas finales:

Gracias por leer. 

 


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