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El rencor contra el amor por Alexis Shindou von Bielefeld

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Notas del capitulo:

Long time... I know!!! 

 Comenzamos ahora si...   

Muchas gracias por sus comentarios. Ando un tanto sensible... :´D   

Advertencia: violencia un poco...

Genero: fantasia... mucha xD 

Dos semanas y un día se cumplían desde la última vez que pudo ver la sonrisa de su hijo menor, dos semanas y un día de angustia y dolor. Su corazón de madre tierna y consentidora en estos momentos estaba destrozado.

Se preguntaba por qué el destino se empeñó en alejarla siempre de sus seres queridos; primero su esposo, el gran Lord Voltaire, quien falleció dejándole un gran vacío en el corazón, luego sufrió el abandono de Dan Heller, y cuando por fin pensó que podía amar a alguien por el resto de su vida, éste la odió y despreció por un malentendido que nunca pudo ser aclarado y con ello perdió a su hijo amado, en un acuerdo por obligación firmado.

Cecilie estaba pensativa aquella mañana, sentada tomando el desayuno en una de las mesas del patio trasero, justo al lado del jardín circular donde había sembrado sus queridas flores llamadas con los nombres de sus hijos y su querido yerno, así lo consideraba ella, porque su hijo amaba a ese muchacho y estaba segura de que él lo haría feliz.

Se recriminaba el hecho de jamás haberle explicado a Wolfram las verdaderas razones por las cuales se había acordado que sería el futuro consorte real de Antiguo Makoku cuando él apenas tenía unos meses de nacido, siendo así que su padre tenía todo el derecho de llevárselo en el momento en que quisiera. Por esa razón les insistía constantemente a la pareja real en que contrajeran nupcias lo antes posible, su esperanza radicaba en que siendo Willbert un hombre de principios no le hubiese quedado otra alternativa que aceptarlo aunque se le desgarrara el alma de la ira. No contó con que su odio sobrepasaría los límites de la cordura a tal punto de deshacer el compromiso de inmediato sin escuchar palabra ni suplica alguna.

Terminó de dar el último sorbo de su café y se puso de pie para dirigirse a la oficina real, esa que estaba siendo ocupada por Gunter. Se había dado a la tarea de ser la asistente del Consejero en mando. Un nudo se formó en su garganta y sus ojos comenzaron a ver empañado, volvería a llorar en cualquier instante recordando con pesar que por su culpa estaba pasando todo esto.

Cecilie suspiró hondamente, limpiándose los ojos de las lagrimas, adquiriendo de nuevo su postura elegante y tranquila. Una vez recuperada comenzó a caminar, pero se detuvo al ver como se acercaba una doncella de servicio y esperó, tal vez tenía un mensaje importante que darle.

—Cheri sama —exclamó Sangría al estar frente a ella—. Su santidad, el Gran Sabio, desea hablar con usted. La está esperando en la sala.

*******************************************

Wolfram observaba el amanecer desde el balcón de su habitación. Todavía usaba ropa de dormir; su padre le había obsequiado un lindo camisón color azul cielo hacía algunos días, era muy cómodo y fresco.

Tenía una sonrisa soñadora en su rostro mientras recordaba lo sucedido en esas cuatro paredes. Aún podía sentir aquel estremecimiento en todo su cuerpo. Inconscientemente, acarició con una mano el contorno de sus labios, todavía podía sentir el delicioso sabor de los besos de su prometido.

Sin darse cuenta, suspiró. El toque de la puerta lo sacó de sus pensamientos y de inmediato dio la orden de entrar.

La persona que llamaba ingresó a la habitación con una sonrisa en su rostro, como siempre en las mañanas cuando disponía despertarlo.

—Alteza... ¡Buenos días! —saludó Hilda.

—Buenos días —Wolfram se acercó a ella despacio y con el rostro sonrojado. Tenía algo un tanto bochornoso que pedirle—. Hilda yo...yo necesito que me hagas un favor.

—Lo que usted pida, alteza —respondió ella, un poco extrañada. En su interior se preguntaba a que se debía la actitud avergonzada del príncipe. Poco después comprendió, cuando éste volteó a ver a la cama donde las sabanas estaban dobladas. Él mismo había quitado y doblado la ropa de cama antes de levantar sospechas. Hilda lo miró con una sonrisa—. ¡No se preocupe! yo me encargo —le contestó antes de que se lo pidiera. Ya lo presentía, con razón el rey se tardó tanto. Esos dos habían tenido un encuentro apasionado anoche.

Wolfram clavó la vista en el suelo, muerto de vergüenza. No había medido consecuencias y se había dejado llevar por sus instintos.

—¡Lo siento Hilda yo...! —Tenía un leve rubor en sus mejillas mientras trataba de explicar. Era inaudito, ni siquiera podía finalizar una oración completa.

Hilda se rió, pensando en que el príncipe era sumamente adorable cuando se avergonzada.

—No se preocupe, Alteza...tranquilo.

Él inclinó la cabeza y le envió una mirada de agradecimiento. Hilda caminó hasta el ropero para sacar unas sábanas limpias.

—Por fin pude conocer a su prometido —comentó mientras comenzaba a tender la cama—. Es bien parecido, realmente hacen una bonita pareja. No hay duda que ninguno de los otros competidores esta a su altura...

Wolfram entrecerró sus ojos al escucharla.

«Los otros competidores» había recordado la verdadera razón por la que estaban ahí. Ese día comenzarían las batallas en el coliseo del distrito Imperial al medio día. Yuuri lucharía contra alguno de esos Mazoku tan poderosos y él solo podría observar, orando porque no le sucediera algo malo o irreversible.

Hilda se dio cuenta del cambio de ánimo del príncipe y supo que había hablado de más. Dejó de arreglar la cama y se acercó de nuevo a él.

—No pierda la fe, confíe en su prometido —La muchacha sonrió de forma conciliadora y colocó una mano sobre su hombro.

—Yuuri me pidió que lo mismo, pero... —Wolfram puso la palma de su mano justo al lado del corazón—. Tengo un mal presentimiento que no me ha dejado tranquilo desde que todo esto comenzó.

—Alteza... —susurró Hilda. La compasión inundó el rostro de la muchacha. Sintió pena por ellos que, amándose hasta la locura, no podían estar juntos.

Wolfram pensó que tal vez solo eran suposiciones sin importancia y él estaba haciendo una tormenta en un vaso de agua, por un momento se comparó a Gunter con todo y sus dramas. De pronto, sintió melancolía al recordarlo, seguramente en estos momentos seguía llorando por no poder ver a Yuuri por más de dos semanas.

—En fin, no puedo hacer nada más que esperar que ese henachoko cumpla su palabra —se dijo. Colocó ambas manos a la cintura mientras suspiraba.

—¿Henachoko?... —repitió Hilda mientras pestañeaba un par de veces.

—¿Eh? —Wolfram se ruborizó mientras sonreía y se colocaba la mano detrás de su cabeza—. Así le digo a mi prometido de cariño —explicó y comenzó a reír.

Hilda se contagió de su risa hasta que recordó algo importante

—¡Se me olvidaba avisarle! El desayuno esta por servirse. ¡Debe apresurarse!

—¡Ah! Es cierto, gracias Hilda... —Wolfram se dirigió de inmediato al cuarto de baño. Su padre odiaba las tardanzas, y no quería tener problemas con él precisamente ese día.

 

***********************

 

Hilda salió de la habitación después de terminar de tender la cama con las sabanas sucias sostenidas entre sus brazos para ir de inmediato al cuarto de lavado. Caminaba tranquilamente en el corredor dándose el lujo de entonar una melodía.

—Buenos días, excelencia —saludó con educación cuando se encontró con Lukas en el pasillo y siguió su camino. Pero algo llamó la atención del Noble, que arrugó el ceño mientras especulaba.

—¡Detente! —le ordenó—. Date la vuelta.

Hilda sintió un nerviosismo escalofriante al escuchar aquella voz prepotente. Tomó aire y se dio la vuelta lentamente.

—Sí, dígame...

—¡Esas sabanas! ... —Indicó con el dedo—. ¿De que habitación las traes?...

Hilda se encontró en una encrucijada. Cómo explicar que las traía de la habitación del príncipe si todas las sábanas habían sido cambiadas el día anterior.

El no recibir respuesta inmediata de la criada solo confirmó las sospechas de Lukas. Wolfram y aquel mestizo tuvieron, en efecto, algo que ver anoche.

Maldijo en sus adentros.

—Son de la habitación del príncipe Wolfram, ¿cierto?, Hilda.

Su voz grave y siniestras la asustó, pero Hilda logró sobreponerse y fingir.

—Fue un accidente —mintió—. De hecho, fui yo la que en un descuido mojé estas sabanas con la jarra de agua que le llevaba al príncipe. Eso fue todo —Su corazón latía muy rápido. Solo esperaba que el Noble se lo creyera.

Lukas sonrió de lado y entrecerró sus ojos. ¿Tan estúpido lo creía ? Decidió no armar un escándalo por el momento. Tal vez esa información le sería útil en un futuro.

—Por supuesto... —siseó esbozando una falsa sonrisa—. Ahora retírate.

Hilda suspiró con alivio y siguió su camino.

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—¡¿Quiere que vaya a Antiguo Makoku?! —repitió Cecilie consternada ante la declaración de Shinou.

El gran Sabio la había buscado esa mañana para avisarle que el rey original quería verla y hablar con ella. Pero nunca se imaginó que al llegar al templo le pidiera tal cosa. Sobre todo porque sabía las circunstancias y el hecho de que Willbert no la quería ver ni en pintura.

—Así es... —contestó Shinou de pie frente al altar—. ¿Porque tan renuente con la idea?

—Shinou Heika, usted sabe muy bien que Willbert no me dejaría entrar siquiera a tierra gobernada por él ¿Cómo voy a llegar al castillo Imperial así como así?

—Yo te haré otra pregunta, Cecilie... —rebatió Shinou seriamente a la preocupada mujer—. ¿Eras culpable de tus acusaciones?

Ella arrugó el ceño con molestia.

—¡Por supuesto que no! —respondió de inmediato—. Nunca le fui infiel a mi esposo.

Shinou le sonrío con ironía mientras se cruzaba de brazos.

—Y entonces, ¿a qué temes?-

Cecilie parecía estar meditando su respuesta.

¿A que temía?... temía a volver a tener cerca a Willbert. Ver que sus ojos azules que antes eran su cielo ahora la miran con rencor. A que le diga palabras hirientes y llenas de indignación. No lo soportaría, no del hombre que seguía amando.

—Cree que si voy, ¿cambiaría en algo la situación? —preguntó pausadamente.

—Tal vez no puedas hacer mucho, pero por lo menos darás la cara y demostraras ante todos que mantienes tu palabra de que todo este tiempo has sido acusada injustamente —Shinou hizo una pausa mientras veía a la ex Maou llevarse una mano al pecho y sus ojos tornarse cristalinos—. En su momento yo también te creí culpable —confesó, cerrando sus ojos por un instante—. Pero todos merecemos una segunda oportunidad. Dejando atrás los líos amorosos, es tu hijo quien te necesita en estos momentos.

—Mi pobre Wolfram... —susurró al borde de las lágrimas. Su hijo, el más pequeño, pagaba las consecuencias de sus actos.

Shinou asintió con la cabeza.

—Parte esta misma mañana, no pierdas tiempo. Tu hijo te espera.

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Capitulo 9. El comienzo del torneo.

Por fin había llegado el momento de la verdad. El coliseo del Distrito Imperial estaba repleto de Mazoku puros entusiasmados por ver unas cuantas batallas de elementos. Willbert se encontraba en el palco de honor al lado de su hijo y de su esposa. También Hannah y Waltorana estaban en ese lugar, éste último inhalo y exhaló lentamente mientras controlaba sus nervios. Una victoria. Este día solo necesitaban una victoria y pasarían a la semifinal.

Willbert sonrió con malicia.

—Es hora de la verdad, Yuuri Shibuya —murmuró con malicia.

El coliseo era enorme con capacidad de unos ciento cincuenta mil espectadores. Al centro de este estaba la plataforma a una altura de un metro al suelo. Era el doble de grande que la del patio de armas de Pacto de Sangre.

Los participantes y sus representantes estaban en una especie de casetas, era una zona especialmente excavada situada por debajo del nivel del terreno donde había unas bancas, cada combatiente tenia uno colocados a diez metros de distancia entre ellos similar al coliseo de Pequeño Shimaron.

Gwendal se mantenía serio, vigilando que nada inesperado sucediera. Ponía especial atención a los movimientos de Bastian, aquel tramposo consejero que mantenía una actitud serena y confiada. Esa sonrisa chueca no desparecía de su rostro al igual que la de su hijo.

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Después de veinte minutos, los participantes se dirigían al centro de la plataforma para dar inicio con la ceremonia de apertura.

—¡Quítate, me estorbas el paso! —renegó Harry, golpeando a Yuuri en el hombro. Yuuri se detuvo mientras apretaba sus puños y lo miraba con rencor.

—¿Por qué no nos ahorras el problema de acabar contigo y te vas de una buena vez? —comentó de manera ruda Axel para después formar una sonrisa confiada—. Odiaría tener que pelear con un debilucho como tu.

Volker rió ante su comentario.

—¡Por favor! por lo menos le demostraremos a Shin Makoku quienes son los mejores en esto —agregó a lo que los otros dos asintieron.

Yuuri suspiró con pesadez haciendo caso omiso a las provocativas palabras. Definitivamente sus rivales eran unos pesados engreídos y fastidiosos justo como le habían contado. Miró a un lado y tenía a Kristal con una mirada nada agradable. Se preguntó si era la misma chica que se comportó amable con él la noche anterior.

Ella se cruzó de brazos y giró el rostro al otro lado. Yuuri sonrió contrariado y movió su cabeza al otro lado sin ententer. Entonces lo vio, ese tal Lukas von Zweig, mirándole tan directamente como si estuviera calculando en que parte de su cuerpo le atravesaría su espada.

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El evento de inauguración dio inicio. Un hombre adulto, de cabello rubio y ojos marrones y algunas arrugas marcadas en el rostro, que vestía de traje, se colocó frente a la línea de participantes y comenzó a hablar en voz alta. Al instante el conjunto de superpuestas conversaciones cesaron abruptamente y todos los presentes escucharon en silencio.

—Sean bienvenidos, al primer campeonato por la corona a Rey de Antiguo Makoku. —El público se emocionó aplaudiendo y gritando el nombre de su favorito—. Mi nombre es Edwin Chester y seré su anfitrión y juez. Como ya lo saben, es un torneo oficial y estoy en la obligación de anunciar las reglas del torneo y advertirles de un cambio.

Ese último detalle hizo que más de alguno alzara una ceja. El juez continuó.

—Las reglas son las mismas que los torneos regionales:

-Pueden hacer uso de Majutsu sin restricción. El limite esta en su propio poder.

-Pueden utilizar armas blancas ya sean espadas, puñales y pueden usar explosivos.

-Se prohíbe usar Majutsu curativo durante el duelo. El duelo debe seguir por igual.

-Si cae fuera de la plataforma pierden automáticamente el duelo

-Si queda inconsciente pierde el duelo.

-Si no se levanta en cinco segundos de cuenta regresiva pierden el duelo

Todos escuchaban las mismas reglas de siempre. Axel ya no estaba prestando atención, Raimond se veía en un espejo, Kristal se lijaba una uña y el resto se mantenía con postura recta, poniendo atención.

—Y una última regla más y de la cual necesitaré que firmen un acuerdo —siguió explicando el juez con voz seria—. El duelo continuará hasta la muerte de uno o de los dos combatientes o hasta que alguno de los dos se rinda. También el acompañante oficial puede dar la orden para detener la pelea, si en dado caso teme por la vida de su pupilo.

Axel, Raimond y Kristal esta vez sí pusieron atención. Harry arrugó su frente, Volker esbozo una sonrisa complacida. Yuuri se tensó, sabía que ese cambio fue porque su querido suegro quería acabar con él. Lukas y Friedrich se mantuvieron serenos, pues ya lo sabían de antemano.

Wolfram sintió como si algo pesado bajara por todo su cuerpo al escuchar la última regla. Llevó la mano a su corazón y agachó la cabeza. Eso era lo que más temía, que Yuuri pudiera morir en la competencia. Ese cambio fue una orden directa de su propio padre, de eso estaba seguro.

—Lo sabías —murmuró Willbert que había observado su reacción desde su sitio—. Sabías que en este torneo no hay espacio para débiles

Wolfram giró su rostro en dirección al de su padre y le dedicó una mirada de resentimiento.

—Mi prometido no es ningún débil y se lo demostrará de una vez por todas.

—¡Él no es tu prometido! —le gritó él a la cara, más Wolfram no se dejó intimidar, sus cejas se unieron en un ceño y sus ojos anunciaron un desafío silencioso.

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—Proseguiremos a escoger los contrincantes para el duelo —anunció el juez.

Él y una mujer atractiva que cargaba una caja que tenía un agujero con suficiente espacio para meter la mano dentro de ella, se acercaron a la línea de participantes.

—Deben tomar una bola a la suerte —explicó—. Será de un color específico. Hay cuatro pares de colores: rojo, azul, verde y blanco. Las parejas tendrán el duelo.

Uno a uno prosiguió a sacar la bola quedando de la siguiente manera: Axel y Henry tenían el par de bolas rojas, Friedrich y Volker las de color azul, Yuuri y Kristal sacaron las bolas verdes y Lukas y Raimond sacaron las bolas blancas.

Kristal rió de manera maliciosa, genial justo como quería, se enfrentaría con ese tipo que la dejó plantada, tendría su venganza. La suerte estaba de su parte, pensó.

Lukas y Friedrich se lamentaron por no poder pelear con Yuuri Shibuya, Kristal era muy fuerte y no dudaban que ese idiota solo hiciera el ridículo en una batalla con ella.

—Los duelos se llevaran a acabo de la siguiente manera: La preliminares serán este día. Las semifinales se llevaran a cabo después de un día de descanso y la final de igual manera, con el propósito de que se recuperen un poco para que puedan seguir dando su mejor espectáculo a la audiencia.

Finalmente, los participantes firmaron el acuerdo uno a uno. Luego se dirigieron a sus casetas para empezar de una vez con la primera batalla que sería entre Axel y Henry.

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Lord Alexander von Foster daba algunas palabras a su hijo, Axel, antes de la batalla, mientras observaba como éste estiraba y calentaba su cuerpo.

—Muy bien Axel, ya lo tenemos —le dijo—. Solamente no te precipites.

—Lo tengo todo bajo control, padre —le interrumpió despreocupado. Axel vestía con uniforme militar color amarillo y una espada, aunque no era su arma favorita porque a él le gustaba más usar la electricidad. Sus labios formaron una sonrisa burlona—. Derrotaré al "señor hojalata" en un abrir y cerrar de ojos.

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Al otro lado de la plataforma, Charles le daba algunas indicaciones a su hermano menor.

—No te confíes, sabes que Axel controla el rayo así que no dudo en que trate de electrocutarte desde el comienzo, mantente en guardia...

—Te aseguro que ese tonto no podrá pasar mis barreras —exclamó Harry. Parecía despreocupado algo muy característico de él—. Chispitas no tendrá oportunidad contra mí. La electricidad no puede en contra de la tierra —añadió, entrecerrando sus ojos y sonriendo de medio lado. Harry vestía uniforme militar color café, pero también llevaba una armadura hecha de metal.

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El juez, Axel y Harry se colocaron al centro de la plataforma de manera que los dos contrincantes se miraban frente a frente y el juez en medio de ellos.

—Que sea una pelea limpia —dijo Edwin Chester, iniciando la pelea—. ¡Saluden! —ordenó. Ambos jóvenes se dieron la mano y luego se alejaron, para verse de frente a una distancia considerable.

El juez levantó el banderín e inició la cuenta.

—A la cuenta de tres, dos, uno ¡que comience la pelea! —gritó.

Harry y Axel empezaron a correr para atacar firmemente al otro.

—¡A todos los espíritus del rayo obedezcan a este poderoso Mazoku que los invoca! —gritó Axel. Unas bolas de energías surgieron de sus manos y comenzó a lanzarlas a su contrincante.

Harry recibió los ataques colocando una barrera de tierra haciendo que las bolas de energías chocaran contra esa pared. El sonido y el humo debido a las explosiones no se hicieron esperar.

Axel corrió a la velocidad del rayo dando un salto a una altura impresionante logrando traspasar por arriba la barrera de Harry. Mientras estaba en el aire creó unas bombas eléctricas que lanzó sin control una tras otras contra el cuerpo de su rival

El publicó mantenía los ojos enfocados en la pelea casi sin pestañar. Gwendal tragó en seco mientras pensaba que esos Mazoku eran unos profesionales en el arte de la lucha con elementos.

Yuuri mantenía sus ojos bien abiertos.

Toda la gente estalló en vítores de alegría; todo el pueblo gritaba jubiloso y lleno de excitación.

—¿Te rendirás pedazo de hojalata? —dijo Axel con sorna al ver a Harry respirar agitadamente después de haber esquivado la mayoría de la lluvia de ataques eléctricos que recibió.

—Ni lo pienses, Chispitas... esto solo fue un calentamiento para mí —respondió confiado Harry para después reír irónicamente—. ¡Espíritu de la Tierra Sou dame tu poder! —gritó con voz grave.

Un aura de color verde lo rodeó. De la tierra surgieron unos bloques de tierra gigantes que hicieron retroceder a su oponente, los hizo caer uno a uno a su dirección con el objetivo de aplastarlo.

Algunas personas en especial niños y mujeres taparon sus ojos para evitar ver cómo era aplastado. Pero no contaron con que el participante del distrito Foster esquivaría los bloques con una increíble velocidad.

Harry dilató sus pupilas al ver a su oponente correr y moverse a la velocidad del rayo. Axel se burlaba de él con una risa escandalosa.

—¡Maldito! —masculló.

Axel soló una carcajada ruin.

—¿No tienes algo mejor que dar?... ¡das pena!

Harry gruñó. Se quitó su armadura y esta se convirtió en una espada gruesa y pesada, de más de un metro de largo.

—Si así lo quieres... lucharemos con la espada... —Axel desenvainó la suya que estaba rodeada de pequeños choques eléctricos.

Los dos empezaron a correr para atacar firmemente al otro. Las espadas creaban un sonido metálico al chocar. Harry era muy fuerte y el peso y tamaño de su espada solo lo hacía más peligroso.

El cansancio se hizo presente en ellos, llevaban cerca de diez minutos de batallar sin tregua. Axel comenzaba a sentir como sus brazos dolían por detener constantemente el peso de la espada de Harry y éste sentía el dolor punzante en sus hombros.

—Supongo que ya es hora de acabar con esto... —dijo Harry.

Enfocó toda su fuerza en los siguientes ataques izquierda-derecha y de nuevo una y otra vez mientras caminaba hacia adelante y Axel daba pasos por atrás llegando al borde de la plataforma.

—Hasta la vista, Axel...

Estaba a punto de arrojarlo fuera de la plataforma cuando Axel sonrió con malicia.

—¡Ni lo creas Imbécil! —el chico de ojos dorados aprovecho una abertura y presionó con fuerza el estomago de su rival y comenzó a drenar la energía eléctrica de su cuerpo. Después de debilitarlo, lo atacó con la misma electricidad. Con sus dos manos, le golpeó en el estómago, lanzando una gran descarga contra su cuerpo.

Un gritó agudo se escuchó por todo el coliseo. Harry estaba siendo totalmente electrocutado.

Todo mundo dio un grito de angustia. En cambio, Lukas estaba disfrutando del espectáculo pensando que las habilidades de Axel no estaban nada mal.

Desde el palco, Willbert mantenía su semblante sereno. Sin duda Axel era un buen candidato para convertirse en Maou. Estaba satisfecho con la batalla.

Wolfram mantenía los ojos abiertos del impacto. Nunca, pero nunca había estado presente en algo como esto, era desgarrador ver y escuchar algo así.

—¡Basta! ¡detengan esta pelea! —se escuchó el grito de Charles von Ducke.

Axel dejó de atacar. Cerró los ojos con autosuficiencia mientras el cuerpo de su contrincante caía debilitado de rodillas al suelo.

Rápidamente, Charles se hizo presente a la plataforma para asistir a su hermano menor que por suerte aun tenia pulso.

—¡El ganador es Axel von Foster! —gritó el juez. Su voz no pudo ser más neutral. Estaba acostumbrado a presenciar aquel tipo de combates.

Yuuri se llenó de coraje. La gente celebraba la victoria de ese chico, y otros más se quejaban de no haber visto más de la pelea, como si hubiesen querido que de verdad lo matara.

—Yuuri heika, cálmese —susurró Gwendal con sensatez . Observaba como el Maou mantenía sus puños fuertemente apretados sobre sus piernas.

—¡Esto es aberrante, Gwendal! —soltó Yuuri.

Gwendal no le respondió inmediatamente. Sus pestañas taparon por un momento sus ojos azules.

—Su Majestad, debo advertirle que si las cosas se ponen en su contra durante la batalla tengo todo el derecho de detenerla —advirtió.

—No va a ser necesario —rebatió Yuuri, mirándolo con ojos determinados—. Juré que iba a recuperar a Wolfram y eso es lo que voy a hacer, cueste lo que cueste.

Finalmente, observaron como Charles llevaba a su hermano hasta la enfermería para que fuera asistido por los médicos.

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Los protagonistas de la segunda pelea no demoraron en hacerse presentes en el centro de la plataforma, acompañados de aplausos y palabras de ánimo.

—Esto será interesante... —murmuró Martín que estaba al lado de su sobrino—. ¿No es ese tu rival, Lukas? ¿No te gustaría pelear con él en la final?...

—Sea quien sea el resultado será el mismo —Lukas miró a su tío y le dedicó una mirada suspicaz—. Yo seré el ganador... así que me da igual con quien tenga que pelear en la final.

Martín hizo un mohín, decepcionado

–¡Deja de ser tan amargado sobrino!

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Desde el palco de honor del estadio, Hannah observaba a su hijo dirigirse al centro de la plataforma para pelear con su colega el gobernador de Rosenzweig, deseando muy en el fondo que su hijo perdiera esta batalla, deseos que sabia estaban muy lejos de hacerse realidad.

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—Que sea una pelea limpia —dijo el juez—. ¡Saluden!

Los contrincantes se dieron la mano.

—Ahórrate la vergüenza muchachito Moscovitch. Te quemaré en cuestión de segundos —le dijo Volker antes de soltar su mano.

—Lord von Rosenzweig, le aconsejo que tome usted mismo sus palabras —replicó Friedrich que igual que él estaba confiado en que ganaría la batalla sin mucho esfuerzo. Ambos sonrieron y caminaron unos cuantos metros viéndose de frente.

El juez suspiró mientras volvía a dar por iniciada la pelea—: A la cuenta de tres, dos, uno ¡Que comience la pelea!

—¡Earthen! ¡Helenus! ¡Denme su poder! —Friedrich no perdió tiempo y al instante invocó los dos espíritus con quienes tenía pacto. Earthen era el de tierra y Helenus el de fuego y los combinó de inmediato lanzando unas bolas de magma a su contrincante.

Tanto Gwendal como Yuuri se pusieron de pie, estaban impactados.

—¡¿Pero qué?! —Yuuri no daba crédito a lo que veía, sus manos temblaban al ver semejante ataque. Era la primera vez que presenciaba algo así.

Bastian tenía una sonrisa tranquila, pues sabía que eso no era nada comparado con el verdadero poder que poseía su hijo. Hannah llevó una mano a su pecho, temiendo que su hijo y su marido lograran su objetivo.

—Friedrich, desgraciado —susurró Wolfram con toda la rabia contenida. Haciéndose pasar por su amigo lo traicionaba de esa manera. Por suerte nunca creyó en sus palabras.

—¿En serio crees que eso va a poder derrotarme? —Se burló Volker después de haber parado sus ataques esquivándolos—. ¡Recuerda que yo soy el gran Volker, gobernador de Rosenzweig!

Los espectadores apoyaban a su gobernador gritaron su nombre al escuchar aquella declaración. Esto llenó de ego a Volker, que sonrió.

—¡A todos los espíritus que controlan el fuego obedezcan a este fuerte Mazoku! —gritó. Un gran Pegaso se formó; sus alas eran flamas ardientes, de sus cascos brotaban pequeñas llamas. La bestia se plantó en medio de la plataforma.

Friedrich entonces levantó ambas manos y la lava que controlaba formó una barrera. Luego hizo un movimiento y todo ese fuego y rocas fundidas cayeron en dirección del pelirrojo.

Volker sintió un dolor agudo en uno de sus pies al rozar parte de la lava, apenas y tuvo oportunidad de esquivarla.

—No creas que esto ha llegado a su fin... —Por desgracia, Volker no alcanzó a terminar la frase porque al instante fue impactado por un ataque de rocas de un tamaño colosal que apenas logro esquivar, algunas fueron destruidas por su puño. Alzó sus brazos para escudar su rostro de los pinchazos de las piedrecillas que volaban.

—Acabaremos con esto de manera rápida, como tú querías mi querido Volker —Los ojos de Friedrich parecían los de una serpiente venenosa, su voz se escuchaba tétrica. Estaba sin control...

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Cuando escuchó las últimas palabras de Shinou, Cecilie se dirigió a Pacto de Sangre para avisar que tenía que hacer un largo viaje dejando a todos consternados. No dio tiempo de preguntas ni respuestas, simplemente partió lo más rápido que pudo. Ahora estaba navegando entre las aguas mientras miraba el horizonte.

Volver a ver a Willbert era algo con lo que no contaba, mentiría si dijera que ese hombre aun no la estremecía. Él había cambiado, su mirada estaba más fría y el rastro de amargura estaba grabado en su rostro, pero estaba igual de guapo que cuando lo conoció. Los días que vivieron juntos siempre los recordaba con melancolía.

—Madre

Escuchó la voz de su hijo y salió de sus pensamientos. Conrad había insistido en acompañarla, aun con el riesgo que corría en tierra gobernada por el Maou de fuego, no obstante su compañía la tranquilizaba. Él era otra víctima de sus errores.

—Conrad, Yuuri heika no estará contento por la manera en la que te pones en peligro —advirtió con un tono tranquilo—. Ni Wolfram, eres un hermano muy sobreprotector —añadió.

Conrad sonrió. Simplemente era algo que no podía evitar, su querido hermano menor, a quien alguna vez le cambio los pañales, estaba sufriendo. Su ahijado, el buen muchacho que se había ganado el cariño y la simpatía de todos, el que tenía el alma de su mejor amiga, estaba en peligro. No podía quedarse de brazos cruzados.

—La verdad, madre si usted no lo hacía, yo mismo iba a partir este mismo día sin decirle nada a nadie y solo dejando una nota, pero dio la casualidad de que usted también vendría así que ambos salimos ganando —confesó abiertamente.

La ex reina rió suavemente ante el comentario de su hijo, sabía que solo lo había dicho para hacerla sentir bien. Se acercó a él y le tomó el rostro con ambas manos.

—Gracias... Conrad, gracias por todo...

—¡¿Y qué dicen de mí?!

Cecilie y Conrad se dieron la vuelta al escuchar aquella voz particular.

—Gunter... no era necesario que tú también nos acompañaras —Cecilie sonrió ante la cara de indignación que puso el Consejero Real. Solo lo había dicho para molestarlo. Sabía que más de dos días sin ver a Yuuri bastaba para que Gunter entrará en unas de sus depresiones. Por suerte lord von Radford, Lord von Wincott y Anissina aceptaron quedarse a cargo de los asuntos del castillo.

Gunter lloriqueó.

—¡Mi heika! ¡Mi heika y Lord mocoso están en peligro! ¡¿Cómo no voy a venir yo también?! —se acercó a la popa del barco, levantó al cielo su cristalina mirada y gritó a todo pulmón—. ¡Espéreme, heika, voy en su ayuda!

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—No creas que esto ha llegado a su fin —Volker no alcanzó a terminar su frase porque al instante fue impactado por un ataque de rocas de un tamaño colosal que. Apenas logro esquivarlas, algunas fueron destruidas por su puño.

—¡Helenus! ¡Yo te invoco!! —gritó Friedrich. En seguida, ráfagas de fuego surgieron de sus manos formando un poderoso dragón de fuego, como de unos cinco metros de altura. Pero no había terminado aún. Volvió a invocar otro espíritu—. ¡Earthen yo te invoco! —Un enorme alud de tierra con forma de un topo se formó, era de tamaño colosal. Un rugido escapó de su hocico y eso asustó a más de alguna persona presente. Iba a invocar algo más pero decidió dejar esa sorpresa para después.

Hannah se puso de pie al mismo tiempo que Wolfram y Waltorana en cuanto veían como el gran gobernador, Volker von Rosenzweig, era acabado.

Wolfram retrocedió, sus ojos mostraban una preocupación evidente.

«Con esta clase de demonios tendrá que pelear Yuuri... por mí... por las barreras que se interponen en nuestro amor» –pensó mientras veía impactado la escena—. «Yuuri, no quiero que mueras»

El dragón y el topo acabaron primero con el Pegaso de fuego de Volker para luego dirigirse a atacar directamente al gobernador.

Volker soltó un grito de agonía, ya no tenía las fuerzas ni Maryoku para intentar luchar. Los ataques con rocas le había roto más de alguna costilla. Finalmente acabó inconsciente cuando recibió un puñetazo de parte de Friedrich, que simplemente se giró, dejándolo tirado contra las rocas

La gente gritaba eufóricos por aquella emocionante pelea.

—¡El ganador es Friedrich von Moscovitch!

Después del anuncio del juez se escuchó al unisonó el nombre del Friedrich, que orgulloso saludaba al público.

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Desde una de las casetas, sentado de piernas y brazos cruzados, Martin suspiró antes de dirigirse a su sobrino.

—Era de esperarse, nada mal para tu rival ¿cierto?

Lukas soltó un bufido.

—Es un fanfarrón... —dijo esbozando una media sonrisa—. Cuando llegue mi turno, verán lo que es una verdadera pelea.

—Me estas asustando —Martin dejó de cruzar los brazos para ponerle una mano en el hombro su sobrino. Le sonrió con amabilidad y le dijo—: Anda, no tienes que ser tan perverso.

Sus miradas se cruzaron y el gobernador dejó esa actitud despreocupada al notar que aquella aura asesina no desaparecía de su sobrino.

De pronto, Lukas se puso de pie.

Cuando Martín volvió a ver a la plataforma se encontró con lady Kristal von Aigner y su majestad Yuuri Shibuya caminando al centro de esta.

—¡Lukas, espera!

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Después de semejante espectáculo por fin era el turno de Yuuri para pelear contra lady Kristal. Los abucheos y las burlas de parte del público hacia Yuuri Shibuya no se hicieron esperar.

Lukas se levantó de su banca solo para ver más de cerca la caída, según él, del mestizo rey, seguido de su tío.

Friedrich, que había regresado a su caseta un tanto sudoroso pero no a la exageración, observaba con las piernas y brazos cruzados en una actitud de autosuficiencia.

En el palco de honor Wolfram apretó el borde del brazo de la silla para contener los nervios. Era el turno de su amado enclenque y tras haber observado la batalla anterior su confianza había decrecido considerablemente. Waltorana estaba al lado de su sobrino compartiendo su nerviosismo.

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—Participantes, acérquense —Se escuchó el grito del anfitrión.

Kristal von Aigner se acercó usando un top sin mangas color celeste con armadura de plata, guantes y codilleras de plata. Una corta falda celeste que mostraba muy bien sus perfectas y alargadas piernas que eran cubiertas a la mitad por unas botas altas. No faltaron los piropos y las palabras de amor de los casamenteros del público.

Yuuri usaba su típico traje color negro pero esta vez usaba unas botas largas como las que usualmente utilizaban Conrad y Wolfram.


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Martin soltó un silbido mientras se acercaba a su sobrino con una sonrisa maliciosa.

—Menos mal que no te tocó pelear con esa belleza ¿eh? Sobrino... ella te deja congelado literalmente, ¿me entiendes? congelado —bromeó, haciendo alusión a que la heredera del distrito Aigner era conocida por sus ataques de hielo, el cual era su elemento principal.

Lukas chasqueó la lengua y cerró sus ojos. Los chistes de su tío perdían cada vez su gracia. Pero tenía razón, Yuuri Shibuya haría el ridículo frente a todos.

La dama de hielo era una competidora muy poderosa, sobre todo porque podía utilizar el aire en su totalidad, lo que le permitía controlar la mente de su contrincante y leer sus pensamientos.

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Lady Ailyn se colocó al lado de Gwendal como la acompañante de su hermana, preparada para detener la pelea si se daba el caso.

—Buenas suerte, hermanita —susurró sin perder de vista a su contrincante.

Gwendal soltó un suspiro hondo.

«Que la suerte nos acompañe este día» pensó. Sentía nerviosismo por primera vez en mucho tiempo.

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—Que sea una pelea justa —dijo el juez una vez más al tener de frente a los contrincantes de la tercera pelea—. ¡Saluden!

Cuando estaban a punto de darse la mano, Kristal la apartó. Yuuri alzó una ceja, extrañado por su actitud. No parecía la misma chica amable y coqueta que había conocido en la fiesta.

—Me las pagaras Yuuri Shibuya —murmuró Kristal con voz siniestra. Yuuri no entendió y su rostro formó una mueca confundida. Kristal ardió en deseos de congelarlo—. ¡Me dejaste plantada anoche! ¡Idiota!

Los ojos de Yuuri se abrieron grandemente ante esa declaración.

—No, Kristal... veras —intentó explicarse pero ella no le permitió terminar.

—Acabaré contigo ¡Lo juro! —Sus labios se apretaron estrechamente y se dio la vuelta comenzando a caminar a paso firme.

Yuuri se estremeció involuntariamente al escuchar esas palabras. Una mujer despechada es más peligrosa de lo que parecía. Sobre todo cuando la vio desenvainar furiosamente su espada dedicándole una mirada que le decía que no saldría vivo de esta. Él también desenvainó a Morgif, la cual se veía poderosa e intimidante pues había vuelto a su forma original y se colocó en modo de ataque.

El juez dio inicio.

—A la cuenta de tres, dos, uno ¡que comience la pelea!

De verdad que no quería pelear con una mujer, simplemente no estaba en sus principios golpear o lastimar a una, pero no tenía otra opción. Ambos corrieron para atacar a su contrincante, sin embargo cuando ya estaba muy cerca de la muchacha, Morgif hizo que Yuuri se detuviera.

Yuuri se agachó para esquivar el ataque de su contrincante. No tuvo más opción que tomar distancia de ella. Mas de alguno se sorprendió por aquella actitud esquiva.

Yuuri extendió los brazos con su espada entre sus puños para verla de frente.

—¡¿Qué te pasa Morgif?! —le preguntó con resentimiento. La espada hizo sus peculiares sonidos los cuales solo Yuuri entendida. De la espada comenzaron a surgir corazones. Yuuri deseó que lo tragase la tierra al darse cuenta de lo que le quería decir—. ¡No! Morgif... me tienes que ayudar... ¡¿Cómo que te gusta mi contrincante y no la vas a atacar?!

 

 

Notas finales:

¿Me quieren matar por dejarlo hasta aquí? … lo sé lo merezco. Huiré con Wolfram.

-Wolfram,  ¡ven acá! dame tu mano – la chica loca arrastra al mazoku corriendo. Y mientras corre les explica:

Les prometo que la batalla de Yuuri contra Kristal será seria. La historia dará un giro inesperado. Un adelanto…

¿Yuuri morirá?

 Se quedó totalmente perdido pues había muchos corredores, poca luz y además dentro del laberinto la temperatura oscilaba como a diez grados bajo cero. Estando desabrigado, con la ropa rasgada, sentía como si pequeñas agujas pincharan todo su cuerpo…

-Bueno… ya pasaron quince minutos– murmuró llena de maldad. - Descanse en paz…heika

Un lukas sin control….

Lukas desenterró sin delicadeza alguna las espadas de los brazos de Raimond, no bastándole con esto arrojó sus armas a un…. Le dio la vuelta y sujetó ambos brazos por atrás, oyó con emoción como el hueso crujía por semejante estiramiento y sus gritos de dolor lo animaban a seguir con la tortura.

El siguiente capítulo: Las primeras impresiones no son siempre certeras. 


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