Abro mis ojos, la pequeña brisa y la poca iluminación me dice que ya está amaneciendo. Sin más me levantó, es hora de comenzar otro día, hora de alimentar a la tropa que tengo como compañeros de tripulación.
El fresco aire relaja mi cuerpo, busco un cigarrillo, lo enciendo. Siento como mi garganta se quema con la primera calada, me gusta esa sensación, el quemarme por dentro me permite saber que estoy vivo. Miro hacia arriba donde debes estar tú, durmiendo tras una larga noche de “vigilancia”, camino hacia la cocina sin despegar la vista de ese lugar. De pronto una infinita cantidad de sentimientos se acumula en mi interior, el pasado me vuelve a llamar, para volver a los inquietantes momentos del ayer, ya dentro de la cocina lo único que puedo ver es el recuerdo de ti, aquella vez que fuiste tan sincero y que cambiaste mi mundo. Después fue mi momento, lo siento tan irreal que pareciera que nunca sucedió.
En el preciso momento que mi cabeza tocó mi hombro reaccionaste de manera tan abrupta que no podía comprender que era lo que sucedía, me separaste tomando mis hombros con tus manos, ejercías presión, me dolía Yo… yo nunca había visto esa expresión en ti.
- ¿Q-qué haces? – Tus ojos estaban molestos y heridos, me pregunto si no hubiera estado yo, o si hubiese sido alguien más si hubieses llorado, pero no vi ni una sola lagrima. - ¡Qué haces! Deje bien claro mis pensamientos y no soy un imbécil como para pensar que cambiaste de la noche a la mañana – te acercaste a mí lentamente y me dijiste al oído – me lastimas Sanji, puedo ser fuerte en la batalla, pero contigo soy débil.
Caminaste hacia la ventana, respirabas de manera acelerada, tenías los puños tan apretados que tus manos ya estaban blancas, no sabía cuáles eran las palabras adecuadas para expresar todo lo que tenía acumulado y mi primer movimiento fue un completo fracaso así que no me quedaba de otra opción, tenía algo que decir y tú querías respuestas. Saqué un cigarrillo, lo encendí y sin más hable.
- Tienes razón, tienes razón en todo lo que dices y sientes, aunque yo no soy tú, creo en lo que dices – veía tu mirada a través del reflejo de la ventana, era cansancio o resignación, no lo sé.
- No creo que me hayas visto nunca en una relación, eso es porque pese a que ame a las mujeres, no puedo amarlas de verdad, tengo miedo de lastimar a quien sea que sienta algo por mí y contigo no es diferente, sinceramente es extraño, nunca tuve consideración contigo hasta que te alejaste de mí y me di cuenta que eres más importante que cualquiera de ellas – respire, sentía que se me acababa el oxígeno, mi corazón latía a mil por hora – por eso, porque eres tú, tengo miedo de que no pueda corresponderte aunque quisiera, sé muy bien lo que es querer algo tan desesperadamente, pero no porque no pueda tenerlo, sino por lastimarlo. Creo que es mejor el dolor que estás sintiendo ahora al que pueda venir después.
Tu cuerpo reaccionó antes mis últimas palabras, di la última calada y lo volví a tirar por la ventana, te di la espalda, quería irónicamente salir corriendo e irme muy lejos de aquí, pero solo me quedaba nadar muy lejos y eso no era opción, no era un niño, tenía que ser consecuente con mis actos.
- Zoro… - la sensación de llamarte por tu nombre recorrió todo mi cuerpo, siempre quise llamarte así – no podremos ya volver atrás, seamos nakama – tratando de formar una sonrisa, solo pude apretar la mandíbula, ya que todo estaba terminado me dispuse a salir de ese lugar.
- Sanji! DÍMELO! – Giré ante tu voz tan demandante, me veías de frente molesto – DÍMELO!
- Jah? Decir qué, ya te dije lo que vine a decir no me ven…
- DÍMELO! No me jodas, no quiero escuchar tus razones, DIME LO QUE DE VERDAD QUIERES DECIRME! Con esto lo entendí todo, así que… dímelo.
No quería que te acercarás, pero hiciste lo contrario, lentamente torturándome te acercabas a mí. No podía verte de frente, me temblaba todo el cuerpo, a cada paso el nerviosismo era más grande y ya, cuando me rodeaste con tus brazos alrededor de mi cuello me di cuenta que ya me había rendido y perdí ante ti.
- Te amo Zoro – todo mis sentimientos acumulados los expresé ante ti, porque de verdad te amo y tengo miedo de que mi amor me traicione, pero ya no los pude reprimir – tengo miedo de lastimarte, por eso…
- Lo sé, te amo Sanji, escúchalo muy bien porque son estas palabras las que nos mantendrán juntos.
Separaste nuestros cuerpos por unos centímetros, mis manos estaban en tu espalda, aferradas a ti, esta vez te miré a los ojos y poco a poco me acerqué a ti y te bese. Correspondiste al instante, entonces comprendí, que no importa si siento miedo, porque eres tú.
Luego de que todo pasó, solo estábamos sentados sin hablar, uno junto a otro. Te levantaste y me tendiste la mano para que también me pusiera de pie.
- Bueno, supongo que ahora que estamos juntos podré llamarte “mi amor” o no? – lo dijiste con tu típica voz de despreocupación.
- Que???????!!!!!!!!!!! – No pude evitar que el sonrojo más grande de mi vida se apoderara de mi cara – ¡Ni aunque las algas volaran, escuchaste marimo!.
- Era una broma, aunque debo decir que tus mejillas sonrojadas te quedan bien – y como si nada hubiera cambiado, me diste un beso rápido y saliste del lugar.
No fue necesario dar explicaciones a nadie, ellos mismos se dieron cuenta y como no es de sorprenderse nuestro capitán fue el último.
Sentí movimiento por lo que los demás miembros de la banda deberían estar despiertos.
- Sanji, tengo hambre!!!! – Luffy, el primero en llegar, reclamando ni nada más ni nada menos que comida.
- Ya, solo dame unos momentos – no tenía claro con qué podía comenzar el día.
Poco a poco llegaron los demás hasta que por último Zoro entra por la puerta, nos miramos y me sonríe. Creo que haré onigiris.
The end.-