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Casto lirio por Conejita_yaoi

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Notas del fanfic:

segundo One Shot que hago de HP. espero les guste. el personaje y todo su mundo pertenece a J.K.

Notas del capitulo:

jojojo, holaaaa! son más de las dos de la madrugada y mañana debo levantarme a las seis jojojo! morire de sueño pero me importa un cacahuate!!!!! les traigo esto que me vino a la mente y estuvo tres días escribiendolo, espero les guste.

Harry había pasado sus últimos años en constante preocupación debido a Voldemort, pero ahora que al fin había terminado su reinado de terror y que además, estaba en sus últimos meses de clases, se sentía muy liberado. Pero ahora había algo que lo tenía con agobio y no eran sus clases o pelear contra algún mal… era de hecho algo más íntimo y más complejo… el amor.


Pero no era cualquier cosa. No. Harry Potter, El_niño_que_vivió_y_que_venció, estaba enamorado de la persona que menos se esperaba. Su corazón prácticamente le había dicho “¡Ey! Lato por esa persona y tienes que conseguirla”. Así que no era para menos. Pero se preguntarán, ¿Quién era esa persona? Pues, ni nada menos que de la persona que durante años solo le humillaba y le detestaba solo por su apellido y su “estigma” en la frente. Era Severus Snape, su profesor de pociones y ex mortífago y ex espía de la orden.


No creía posible que algo así pasara. Pero lo era. Por eso tardó bastante en asimilarlo, pero una vez que se dio cuenta que estaba por terminar sus clases y que quizás jamás volvería a verlo, eso bastó para aclarar sus dudas y además, decidirse a hacer algo. Pero bien sabía que eso sería difícil, por eso, estaba ahora aquí, parado frente a esa puerta a punto de hacer algo que quizás detonaría el comienzo de algo (positivo o negativo, de preferencia lo primero).


Lentamente abrió la puerta y ahí, sentado en su escritorio revisando algunos trabajos, estaba su adoración.


-Profesor…


El pelinegro levantó la vista y miró al chico directo a los ojos verdes.


-¿Qué es lo que quiere, Potter? ¿No ve que estoy ocupado?


-Sí, pero tengo algo que decirle.


El mayor dejó a un lado sus papeles y puso total atención al ojiverde. Colocó sus manos en frente, entrelazadas, esperando lo que tuviera que decirle el chico parado frente a él. Harry estaba serio, caminó lento hasta acercarse más al escritorio. Severus lo contemplaba, esperando aún a que le dijeran algo para regresar a su trabajo.


-¿Y bien? Estoy esperando.


Harry rodeo la mesa y se acercó más, bajo la atenta mirada del ojinegro. Severus no entendía lo que pretendía el chico y ciertamente estaba comenzando a exasperarse, pues le estaba quitando su valioso tiempo en tonterías. Harry se acercó más hasta ahora quedar frente al mayor. Justo cuando el pocionista estaba determinado a terminar con ese espectáculo de ridiculeces, Harry se le adelantó y tomándolo desprevenido le robó un peso bastante apasionado. Su cabeza estaba presa con esa mano fuerte, evitando que escapara, su otra mano sostenía con firmeza la espalda, deslizándose lentamente a la cintura. Severus forcejeó con el chico mientras sentía que aquel atrevido chico aprovechaba una réplica para adentrar su lengua a su boca. Abrió sus ojos aún más de lo que ya estaban abiertos. Segundos después solo se escuchó el sonido de una mano golpear la carne.


La mejilla de Potter estaba bastante roja por la mano de Severus al chocar con fuerza contra ésta. Podía ver al hombre mirarlo bastante furioso mientras se cubría la boca con indignación.


-¿Cómo se atreve? Lárguese inmediatamente de aquí, no quiero verlo aquí.


Harry se marchó. Estaba un poco frustrado pero al mismo tiempo se sentía realizado. Se tocó la mejilla golpeada y no pudo evitar tener un pensamiento en mente, “valió la pena”.


Los próximos días, Severus estaba muy molesto por la insolencia del chico. Evitaba en lo que podía a Potter. El ojiverde se sentía un poco frustrado. Quería volver a besar ése cuerpo y besar ésos labios. Por eso, decidió que tenía que persistir en conquistar al hombre. Tarde ésa noche, se aseguró de arrinconar a Severus y tratar de robarle nuevamente un beso, cosa que aquel no se lo dejó fácil.


-Ni siquiera lo intente, Potter.


-¿Por qué no?


-Porque no.


Pero Harry era muy terco. Por eso, cada día, el “acoso” se volvía más insistente. Hasta aquel día. Severus encontró una flor de lirio en su escritorio. Miró con asombro la delicada flor. Escuchó pasos y miró a Harry.


-Supe que te gustan los lirios, por eso es que dejé esa flor. En verdad me interesas.


Severus miró la delicada flor y la tomó en su mano, miró de regreso a Harry y no supo qué hacer. Harry le dio un beso, pero dulce, suave. No tan demandante como los anteriores robados. El chico se retiró, dejando a un confundido Severus. Regresó a su escritorio y ahí quedo, mirando la flor en sus manos, girándola y contemplándola, recordando la persona que se la había dado. Sin siquiera notarlo, una ligera sonrisa se instaló en su rostro, pero al momento de darse cuenta de lo que hacia la deshizo y sacudió la cabeza para borrar todo rastro de esa sonrisa pequeña pero perceptible. Miró nuevamente a la flor. Debía admitir que aquel insolente mocoso descerebrado estaba comenzando a agradarle… bueno, en realidad se estaba instalando en su corazón y estaba despertando sentimientos que antes parecían haber muerto.


A la siguiente noche, Harry regresó como siempre, y Severus ya lo estaba esperando. El chico lo miró y se dio cuenta que en la mano de Severus estaba la flor de la otra noche. Sonrió. Severus le miró tímido. No sabía cómo reaccionar, esta ignorante en ese aspecto. Harry se acercó, notando el dilema de su profesor. Lo abrazó tiernamente y lo acercó a su cuerpo para luego tomar sus labios en un cálido beso que fue respondido con inseguridad y timidez.


Así, aquella pequeña relación que establecieron ambos, fue discreta. Harry siempre iba en la noche mientras aún trabajaba y compartían besos y unas cuantas caricias (Harry era más atrevido conforme tomaba más confianza) e incluso en algunos rincones de los pasillos desiertos… pero las cosas buenas no duran.


Esa noche, Harry besaba con pasión anhelante a Severus, que simplemente se dejaba hacer. Jamás tomaba la iniciativa, era demasiado cohibido con eso, por eso siempre dejaba que Harry, porque ahora era Harry y no Potter, le amasara como gustaba. Pero claro, no le permitía ir muy deprisa y siempre le reñía si intentaba tocar “demás”. Se escucharon unos pasos y una voz, antes de saber lo que pasaba, Severus fue abruptamente empujado contra la pared. Eran los amigos de Harry.


-Harry, amigo ¿Qué haces?


Habló el pelirrojo.


-¿Cómo te fue con la chica que querías conquistar, eh?


Entonces, al ver el nerviosismo de Harry y que además, parecía ignorarlo, unido a lo que el chico Weasle mencionó, solo le aclaró a Severus que para Harry, él no era importante. Se avergonzaba de él. Al grado de ocultarlo de los demás. Si bien no le importaba hacerle saber a todo el mundo, el hecho de que a Harry eso le pareciera vergonzoso solo le dolía, por eso, antes de empezar a llorar se retiró lo más dignamente que pudo. Sintiendo la punzada al corazón, al notar que Harry prefería dejar que se marchara antes que dejar que sus amigos descubrieran su “relación”.


Harry estaba consciente que con esa actitud había molestado a Severus. Por eso, al día siguiente trató de disculparse colocando una flor de lirio en su escritorio. Todos los estudiantes tomaron asiento y notaron el presente. Cuando Snape llegó y vio la flor, la tomó y sabiendo que era un regalo de “su Harry”, frente a sus ojos, la destrozó con saña. Estaba molesto, pero más que nada, estaba decepcionado. No lo iba a perdonar así nada más, además, lo que le hizo fue algo en verdad imperdonable. Estaba herido y con un simple regalo de disculpas no iba a olvidar el hecho de que lo lastimó enormemente.


Harry había visto la saña con que Severus había destrozado su disculpa. Estaba muy molesto, eso lo notaba y hasta lo comprendía. Por eso, intento nuevas disculpas a lo largo del día. Con una lechuza mandó un hermoso ramo de lirios, las cuales fueron a dar al frente de Severus frente a toda la escuela en el gran comedor. Al ver el regalo y sintiendo aún la decepción, Severus tomó el ramo y lo destrozo con rencor. Se marchó del lugar. Ante la visto de todos, que estaban impresionados por aquello, Harry se desesperó. En la noche, nuevamente dejó una flor en el escritorio, pero al verla, Severus solo le hizo ver como la hacía polvo con su varita y se marchaba, dándole una certera cachetada cuando intentó detenerlo.


Harry ya no sabía qué hacer. Ya había intentado disculparse, pero Severus no aceptaba sus disculpas y demás, destruía cada regalo que le daba. Hermione, al notar ciertas actitudes en su amigo y al ver las de su profesor de pociones, no tardo en descubrir la causa. Estaban ahora en la biblioteca estudiando, cuando la chica le preguntó directamente.


-Harry, la chica para la cual pediste consejos no es una chica, ¿cierto?


Afirmaba más que preguntar. Harry se sonrojó y Ron miró con incredulidad la revelación.


-¿Qué?


Hermione rodó los ojos ante el escándalo de su novio. Ella miró a Harry luego de decir lo siguiente.


-Harry, dime la verdad. ¿Es el profesor Snape?


-¿Qué?


La chica ignoró el grito y miró seriamente a su amigo. Al saber que él no contestaba y por sus reacciones (nerviosismo y el rubor en su rostro), supo que había acertado. Entonces, recordó la noche que lo encontró con el profesor Snape detrás de él y con un semblante dolido. Entonces entendió lo que pasaba. Miró comprensivamente a Harry y le dijo lo más calmada posible pero con un deje de regaño.


-Harry, creo que lo lastimaste. Debió sentirse herido cuando llegamos Ron y yo y lo ignorabas. Seguro piensa que te avergüenzas de él. Harry, si no haces algo lo vas a perder. Sé que debe ser incomodo para ti saber que estas enamorado de el profesor, pero piensa en esto. Ahora seguro piensa que sólo jugaste con sus sentimientos y eso le dolió.


-¡Jamás lo haría!


Estaño, sin darse cuenta que había admitido que estaba interesado en Severus. La chica le sonrió.


-Entonces corrige el error y hazle saber que sí te importa.


Harry miró a su amiga y le agradeció su consejo. Estaba seguro de lo que debía hacer. Dejaría de importarle lo que los demás pensaran. Era hora de hacerle saber a Severus que no se avergonzaba de él y que de hecho, quería que todos supieran que lo amaba.


Así, al día siguiente, en el gran comedor. Severus estaba decaído, Dumbledor miraba a su joven amigo. “¿Qué es lo que te tiene tan triste, mi amigo?”


Pero antes de preguntar nada, la lechuza de Harry había llegado con una flor de lirio, la había dejado ante un asombrado Severus. El ave se marchó y la mano del pelinegro la tomó, la observo y solo pudo entristecer más. Estaba a punto de destrozarla cuando escucha un murmullo y a Dumbledor decir un nombre.


-Harry, ¿Qué se te ofrece?


Al levantar la vista, ahí estaba el motivo de su tristeza. Le miraba intensamente.


-¿Qué demonios quieres, Potter?


Habló con todo el veneno que pudo. Harry sabía que seguía dolido por su error. Por eso, quería hacerle saber cuánto le importaba.


-Sólo quiero hacerle saber a todos que eres mío.


Eso sorprendió a Severus que incluso antes de reaccionar siquiera, Harry lo había tomado de la nuca y le plantó un beso demandante y lo levantó después de la cintura. Severus estaba molesto y luchó con fuerza para zafarse de los brazos que lo retenían y de esa boca que lo amordazaban. Usó sus manos para alejarlo y sacudió su cuerpo como gusano, en un vano intento por liberarse. Todos los presentes presenciaban aquel acto tan atrevido y “exhibicionista” por parte de Potter y la lucha del profesor.


Luego que toda la conmoción pasó, se escuchó un azote.


-¡Draco! Despierta, Draco.


Y luego un golpe. Severus golpeó a Harry en la cara mientras lo miraba furioso y sin poder contener las lágrimas que escapaban como cascadas por sus ojos y mejillas. Salió casi corriendo del lugar. Harry se tocó la mejilla dolida y frunció el ceño, frustrado. No había salido nada como lo esperaba. Ahora, todo el mundo lo miraba raro. Bufó molesto.


Severus se refugió en su habitación, llorando a mares, sosteniendo aún la lirio en su mano. Se dirigió hacia su cama y ahí se tumbó de costado, soltando a llorar sin restricciones, lloró su dolor, su decepción y su humillación. ¿Cómo se atrevía Potter a humillarlo frente a todo el colegio? Primero lo alejaba para no ser vistos juntos y luego lo abordaba y le robaba un beso descarado mientras se atrevía a insinuar que era suyo. Estaba molesto. Molesto y decepcionado… descorazonado. Él, Potter, solo jugaba con sus sentimientos.


Al día siguiente, todos los estudiantes esperaban inseguros la aparición del profesor Snape, pero éste no llegaba. Harry estaba descorazonado, no tenía intención de lastimar a Severus y no esperó aquel estallido de rabia y tristeza en éste. Sin embargo, no tuvo que pensar mucho porque un grito furioso llamó su atención. Era Draco Malfoy.


-¡Tú! Potter, no te atrevas a volverte a acercar a mi padrino.


Harry saltó de ira y encaró a Malfoy.


-No me puedes obligar.


Draco miró a su rival y un odio creciente se apoderó de él. El recordar como Potter besó descaradamente a su padrino sin su consentimiento y el hecho de hacerlo llorar, algo que se creía imposible, aumentó aún más su odio y se lanzó con ferocidad hacia Harry. Éste, por su parte, se dejó ir contra Draco igualmente. Una encarnizada pelea entre dos hombres se llevó a cabo, sin magia, con fuerza bruta, golpes, empujones, codazos, patadas, rodillazos, todo era valido a la hora de golpear al otro.


-No te atrevas a volver a tocar a mi padrino.


-No me impedirás que le ame.


-¡Le hiciste daño!


-¡Eso no te incumbe!


-¡¿Eso crees?!


Volvieron a golpearse con salvajismo. Todos intentaban detener la pelea pero eran tan brutales que no podían hacer nada. Algunos estaban tan paralizados por el miedo de que la ira de ambos se enfocaran en los que intervinieran, otros solo querían ver hasta donde llegaban y algunos más no sabían qué hacer.


-Te lo volveré a repetir. Acércate a mi padrino nuevamente y te mato.


-Pues inténtalo si es que puedes.


La pelea se vio interrumpida por la potente voz de la profesora McGonagal que había entrado al salón de clases quizás alertada por algún estudiante.


-¿Qué está pasando aquí? ¿Qué significa éste comportamiento?


Ambos se detuvieron, pero seguían dirigiéndose miradas de odio e ira. La profesora los miró con molestia y con severidad. Draco fue quien atacó primero.


-No perdonaré que Potter se haya acercado a mi padrino.


-No me importa lo que pienses. No puedes impedirme que me acerque a él.


Y nuevamente se inició la pelea.


-No vuelvas a mencionarlo si quiera.


-No me importa lo que digas, no me impedirás que le quiera.


Los golpes se hicieron más violentos, las intenciones habían pasado de golpes furiosos a intenciones casi homicidas. Con un certero hechizo, la profesora logró separar a ambos y gritó con estridente fuerza.


-¡Ambos a la oficina del director, de inmediato!


Y así, los dos chicos se encaminaron con frustración y reticencia hacia la oficina del director.


Albus revisaba unos documentos cuando un toque en la puerta lo distrajo y dio su autorización para pasar. Enseguida entraron la profesora y luego Draco y Harry, ambos con una mirada furibunda. El anciano sonrió ante la presencia de los tres, quizás sospechando que había pasado algo entre esos dos, un pleito.


-¿A qué debo su visita?


Minerva habló con reproche hacia los dos estudiantes.


-Encontré a el señor Malfoy y al señor Potter peleando violentamente en su clase de pociones, que por cierto, no contaba con la presencia del profesor Snape.


Ante esto, Albus enarcó una ceja. El que Severus faltara a una clase era inusual y supo que algo malo ocurría. Estaba seguro que todo se relacionaba con el beso que Harry le había robado en el gran comedor ante la mirada de todos los estudiantes y el profesorado.


-¿En serio? Bien, cuéntenme. ¿Por qué fue la discusión?


-No quiero que Potter se acerqué a mi padrino.


Gritó con furia Malfoy mientras señalaba a Harry y con la mirada fija en el director. Harry saltó de furia y trató de contraatacar.


-Tú no puedes decirme qué hacer. Amo a Severus y no me puedes alejar de él.


-Eres un maldito engreído.


Y nuevamente ambos comenzaron a golpearse. Era increíble la cantidad de odio que cegaba a estos chicos al grado de volverlos tan salvajes como un par de muggles cavernícolas. Minerva trató nuevamente de separarlos, pero era tal el deseo de esos chicos de molerse a golpes que cada vez que los separaban volvían a lanzarse uno contra el otro para seguir moliéndose a golpes. Dumbledor observó interesado aquella escena y las revelaciones que se daban. Finalmente, tenía claro lo que sucedía y el por qué del comportamiento de Severus durante el desayuno. Finalmente, lanzó un hechizo que lanzó a ambos contrincantes por los aires aterrizando en una dolorosa caída. El anciano miró a ambos.


-Señores, me temo que ustedes están peleando por un asunto en la que están tomando decisiones propias y ni siquiera toman en cuenta la opinión del involucrado. Me parece que Severus es quien debe decidir aquí no ustedes.


Ambos comprendieron a lo que el viejo se refería. Albus se levantó de su asiento y se encaminó rumbo a la puerta. Minerva lo miró extrañada.


-¿A dónde vas, Albus?


-En seguida regreso. Por favor, Minerva, vigila que ellos dos no se maten en mi ausencia. Debemos terminar con esto de una vez por todas.


Y dicho eso, salió de su oficina y se encaminó hasta las mazmorras donde encontraría a Severus. Al llegar tocó la puerta, esperando a que ésta se abriera.


Severus estaba aún en la misma posición que había permanecido cuando se echó a llorar. Al escuchar que tocaban a su puerta se levantó con esfuerzo. No quería ver a nadie, pero no quería ser tampoco grosero. Al abrir la puerta, se encontró con el rostro bonachón del anciano director. Aquella vieja y loca cabra. Éste miró con tristeza aquellos ojos llorosos.


“Puedo ver cuánto estás dolido, mi pobre amigo.”


-Albus… ¿Qué es lo que quieres?


-Severus. Necesito que hablemos. Ven conmigo.


-¿Es necesario?


-¿Por favor?


Suspiró. Abrió la puerta para salir y seguir al anciano. Caminando por los pasillos, Albus trató de conversar.


-Trata de serenarte. No es bueno que llores. Las lágrimas no te quedan.


Trató de sonreír al tiempo que con una mano, trataba inútilmente de retirar las lágrimas del rostro ahora rojo, pero estas eran nuevamente reemplazadas por nuevas lágrimas. Cuando llegaron a la oficina del director, se pudo escuchar una conmoción adentro.


-He dicho que se detengan ahora.


La profesora McGonagal luchaba por serenar a aquel par de neandertales y evitar que se mataran mutuamente a golpes de mula. Dumbledor carraspeó un poco para captar la atención de los presentes, pero al ver que ni siquiera parecían notarlo, decidió lanzar un hechizo para detenerlos (separarlos y chocando cada uno a una pared) y una vez que tuvo su atención procedió a hablar.


-Bien, ahora que ya tengo su atención, creo conveniente que esto termine.


Los tres presentes estaban confusos respecto a aquellas palabras.


-Bueno, pasa. Severus.


Harry sintió como su boca se secaba y su garganta se cerraba con una desagradable sensación de irritación. La ahora encogida figura de un cabizbajo Severus entró. Su corazón se contrajo al ver el rostro lloroso. Esos ojos con lágrimas secas, su rostro irritado por la sal, la tristeza que él provocó al haberlo herido del modo en que lo hizo. Al verlo ahí, tan pequeño, tan frágil, supo que todo lo que quería hacer era hacerlo feliz, borrar todo el dolor que había provocado y no dejar que nadie ni nada le hiciera daño.


Severus no entendía que tenía que hacer ahí y mucho menos con Harry Potter estando en el mismo lugar. No quería verlo, no quería salir ni de sus habitaciones, solo quería estar solo y echarse a llorar hasta que sus ojos se secaran, ¿era mucho pedir?


-Bueno, Severus. La razón por la que te traigo aquí es porque al parecer estos dos jóvenes parecen querer matarse entre sí por no ponerse de acuerdo.


Draco, con total enfado, dio un paso adelante.


-No voy a permitir que Potter vuelva a ponerle una mano encima a mi padrino.


Harry reaccionó ante la ofensa, pero en lugar de atacar a Draco, se acercó a Severus, que tembló y trató de retroceder más por instinto.


-Profesor Snape… lo lamento. En verdad lo siento. Nunca fue mi intensión lastimarlo, ni pretendía jugar con sus sentimientos. Para mí usted es muy importante, en serio. Perdóneme.


La disculpa de Harry parecía sincera. Al menos pudo verla en sus ojos. Pero una disculpa no bastaba, sin importar que tan sincera fuera esta. El daño estaba hecho. Harry pudo notar que Severus aún conservaba el lirio en su mano.


-Aún conservas la flor.


El pelinegro miró a Harry.


-Potter ni siquiera lo piens…


Dumbledor trató de “controlar” al rubio lanzando un hechizo. El pobre Draco luchaba por hacerse escuchar y por salir del “control” del anciano.


Severus trató de controlar sus emociones. Levanto la flor que aún conservaba en su mano. Se la mostró a Harry.


-Mírala… ya esta marchita y deshojada… así estoy yo. Repara, sin magia.


Harry miró a Snape a los ojos, sorprendido por la petición.


-No se puede reparar, así es como me encuentro. No puedes reparar lo que hiciste.


Dejó el lirio suavemente en las manos del más joven y se fue. Harry observó como Severus se marcha del lugar, mientras sostenía aquella flor ya casi muerta. Reflexionó sobre lo dicho. Era verdad, no podía reparar el daño… entonces…


Esa noche, Harry pensó y pensó, hasta que su mente se aclaró. No podía reparar la flor, entonces, optaría por otra cosa.


Al día siguiente, Severus asistió a dar clases. No parecía animado, pero no podía darse el lujo de que sus problemas personales interfirieran con su profesionalismo. Todos parecían temerosos por las reacciones casi impredecibles del profesor. Parecía distraído por momentos y algunas veces pensaban que en cualquier momento podría estallar en ira contra cualquiera que hiciese la menor molestia. Por eso, estaban tan quietos y atentos como podían. La puerta se abrió para dejar paso a Harry, que al parecer llegaba unos minutos tarde. Severus creyó que el chico no asistiría y por momentos así lo esperó, pero ahí estaba, tarde pero había llegado. Parecía un momento en el que como siempre bajara muchos puntos a Griffindor por la tardanza. Severus notó entonces algo en las manos de Harry. ¿Qué demonios era eso?


-¿Se puede saber el motivo de su tardanza, señor Potter? ¿Y qué diablos tiene en las manos?


Su tono era muy molesto. Para Harry, esa era su señal. Miró directamente a los ojos del amado y sin sonreír ni en disculpa, respondió a la última pregunta.


-No puedo reparar la flor.


Severus miró a Harry muy atentamente a lo que había dicho. Se paralizó y sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Las reacciones de todos fueron de expectación y confusión. ¿De qué demonios hablaba? Draco esta vez no pudo decir nada, puesto que “curiosamente” había faltado ése día a clases.


Harry levantó el pequeño frasco que al parecer contenía un montoncito de tierra.


-No puedo hacer que regrese a como estaba, por eso, planté una semilla. S logro hacer que sobreviva y que florezca… sería comenzar de nuevo.


Severus no dijo nada. En toda la clase permaneció silencioso. No mencionó palabra alguno ni en todo el día. Los siguientes días, Harry iba a todas partes sin separarse del frasco. Lo cuidaba como si su vida dependiera de ello, y ante la atenta mirada de todos, veían como Harry siempre la regaba con el agua suficiente para alimentarla sin ahogarla, le daba el sol necesario y la protegía de todo daño. Pronto, la semilla comenzó a germinar y un tallo verde apareció y conforme los días avanzaban, ese tallo fue creciendo hasta que pronto, un capullo apareció, esperando a abrirse y mostrarse al mundo como una nueva vida que se abre.


Severus observaba atentó el crecimiento de la flor y pudo ver como Harry se dedicaba en cuerpo y alma a que ésta completara su ciclo. Con los días, Severus comenzó a perdonar, comenzó a tener tranquilidad. Finalmente, una mañana, Harry se acercó a la mesa de profesores, con la flor en sus manos. Rodeó toda la mesa hasta llegar hasta Severus. Al notar la presencia de Potter, el mayor lo miró. El chico sonreía. Le mostró el avance. Había florecido. Era un hermoso lirio, el más precioso que había visto en su vida.


-Lo he conseguido. Floreció. No puedo reparar uno ya marchito, pero puedo sembrar una nueva esperanza. Por eso, si me perdonas…


Y ante todos, el ojiverde se inclinó frente al profesor. Este quedó sorprendido a lo que veían sus ojos. Estaba nervioso.


-Por favor… quiero que me perdones… y que aceptes ser mi novio.


Severus dejó de respirar, al igual que todo el mundo. Un grito se escuchó, o más bien un desfile de groserías y amenazas por parte de un cierto dragón rubio.


-Ni se te ocurra Potter, antes primero te mato. Atrévete y a la próxima te lanzo un cruciatus, una ola de maldiciones, de imperdonables… no, mejor te mato yo mismo con mis manos. ¡No te acerques ni le toques con tus tentáculos!


Las palabras eran ignoradas. Todos permanecían atentos mientras algunos Slytherin trataban de retener y calmar a un muy enojado Draco.


Severus no sabía qué hacer, estaba nervioso, indeciso, pero al ver esa flor, que se le entregaba como una prueba de su amor. Harry le miraba con amor y esperanza, podía ver que tan ansioso estaba por una respuesta. Sabía que tenía que decir algo, pero su garganta estaba cerrada y no le permitía sacar su voz. Pronto, el silencio se rompió cuando al fin su voz consiguió ser liberada.


-Sí.


Fue todo lo que dijo, antes de que Harry se levantara y lo abrazara con posesividad y le robara a sus labios un beso fogoso, levantándolo del asiento mientras lo rodeaba por la cintura y lo pegaba a su cuerpo lo más que podía. Los brazos de Severus se levantaron para rodear el cuello del joven y permitir que esa lengua se colara en su boca, degustando el sabor de esa cavidad cálida.


-¡Señor Potter! ¡Contrólese por favor!


El sonido de un golpe se escuchó.


-¡Draco!


El pobre rubio parecía que había sufrido un colapso.


-Creo que ya le dio un infarto.


Dijo uno de sus “amigos” (guaruras) mientras le daba aire con un libro.


-Creo que sí.


Minerva seguía escandalizada.


-Cálmate, Minerva. Déjalos, están enamorados.


-Pero… aún son alumno y maestro.


-Sí, lo sé. Pero en unos días ya no será así. Que importa si se adelantan un poco.


Sonrió alegre el viejito.


Mientras, Hermione sonreía legre por su amigo y Ron comía, fingiendo que no estaba viendo “eso”. Todos los estudiantes estaban embobados viendo a la “parejita” dándose cariño.


Por supuesto. Después de eso, Harry se la pasaba sonriendo y soñando como imbécil todo el día y hasta dormido. Severus incluso parecía más “tolerante” con sus estudiantes. Claro, de vez en cuando seguía regañando y su sarcasmo no lo dejaba por nada. Draco estaba como fiera y hasta parecía que en cualquier momento se preparaba para un atentado contra Harry. Estaba que echaba humo a cada rato.


Ya casi no faltaba nada para la graduación, solo un par de días y era todo. Así que esa noche, Harry estaba particularmente cariñoso con su novio. Severus al notar que Harry parecía querer avanzar más, trató de detenerlo.


-No, Harry. Aún somos alumno y maestro, además que estamos a la vista.


-Entonces vamos a tu habitación y listo.


-No… no es correcto.


-En unos días ya no seremos más ni alumno ni maestro. Solo seremos nosotros.


-Harry…


Había abandonado el Potter, para reemplazarlo por Harry, y eso, particularmente era un deleite a los oídos del héroe. Entre besos y caricias, finalmente cedió el pelinegro. Estaban ahora en su habitación y mientras Harry lo recostaba, seguía con su sesión de besos. Pronto, la ropa quedó fuera. Los jadeos inundaron el lugar. Harry besaba cada trozo de piel, cada parte del cuerpo de Severus. Éste se dejaba hacer, saboreando cada beso que le era dado, regalándole a su amante un coro de jadeos que estaba gustoso de dar. Harry se excitaba con aquella melodía que salía de la boca amada. Esa noche, se amaron, entregándose con pasión.


Harry separó las piernas largas y se posicionó en medio de ellas, preparándose para entrar en la carne cálida. Lento, muy lento, procurando no lastimar a Severus. Cuando estuvo dentro, esperó a que los músculos se relajaran. No tuvo que esperar mucho tiempo, pues una vez que se acostumbró a la intromisión, Severus empujó sus caderas para sentir la excitación de su Harry. Así, un baile pasional se inició. Toda la noche fue de jadeos y susurros de te amo. Cuando ambos cuerpos estaban saciados, cuando Harry dio la ultima estocada y dejó su semilla dentro de severus, se recostó a su lado, colocando el cuerpo del mayor contra sí, estrechando su cintura y colocando su cabeza en su pecho. Severus se relajó dentro del abrazo, rodeando el pecho que se le ofrecía como almohada y respirando cómodamente hasta llegar al sueño.


Los últimos días de clases ya habían llegado, pronto se graduarían y dejarían Hogwarts. Los días habían pasado sin mucha novedad. Severus comenzaba a sentirse cansado, atribuyéndolo al agotador trabajo que había tenido esas semanas antes de los exámenes. Sin embargo, durante una de las clases, comenzó a marearse. Harry se levantó de su asiento y lo sostuvo antes de que “cayera”.


-Te llevaré a la enfermería.


-Harry no…


-Vamos.


Ya estaban afuera y antes de notarlo, Severus fue levantado y cargado en brazos de Harry.


-¿Qué crees que haces?


-Llevando a mi novio a la enfermería.


-No necesitas cargarme.


-Pero yo quiero hacerlo. Anda, solo relájate y disfruta del paseo.


Severus suspiró derrotado.


-Me siento avergonzado.


-Vamos, ¿Sabes cuantas envidiarían tu posición?


Severus miró la arrogante sonrisa y bufó.


-Eres un engreído, ¿Sabes?


-Sí, uno que no le gusta compartir.


No supo a qué salió eso. Pero no pregunto. No le interesaban los asuntos frívolos. Pronto llegaron a la enfermería. Al verlos ahí y viendo a Harry cargando como “princesa” al profesor Snape, se alarmó un poco.


-¿Pero qué pasó?


-Se sintió un poco mal en clases y se puso un poco pálido.


-Bien, déjalo en la camilla. Retírate, Harry. Debes regresar a tus clases. Ya luego te informo como esta.


Harry un poco renuente se retiró, no sin antes dedicarle unas ultimas (“cien”) miradas a su novio. Así, la enfermera procedió a revisar al paciente. Después de unos minutos, Poppy parecía un poco seria. Severus se sintió curioso al respecto.


-¿Qué sucede?


-Bueno, todo lo que puedo decir es que al parecer ustedes decidieron comerse el pastel antes de tiempo.


Dijo esto para después soltar unas cuantas risitas. Severus al escuchar aquello comenzó a pensar hasta que pareció entender (al fin) lo que quiso decir y una vez comprendido aquello, sus ojos se abrieron de par en par y casi se desmaya.


-¿Qué?


-Eso, lo que escuchaste.


Severus no sabía qué hacer. Por supuesto, Dumbledor como todo lo sabe (y lo que no se lo inventa) se enteró del estado de su profesor “favorito” y se alegró bastante. Esa noche, en la cena, Dumbledor llamó la atención de todos, para horror de Severus.


-Atención, todos. Tengo un importante anuncio que hacer. Nuestro profesor Snape, aquí presente, y nuestro amigo Harry, les quiero dar las felicitaciones. Al parecer no pudieron esperar y se comieron el pastel antes de la fiesta. Así que… Harry, vas a ser papá muy pronto.


Nuevamente se escuchó un azote. Draco… otra vez.


-Creo que ahora si le dio un infarto fulminante.


Dijo de nuevo mientras le daba aire con unas hojas que tenía en la mano. Harry, por su parte, se levantó dando brincos de alegría. Mientras, Severus se encogía en su asiento queriendo desaparecer.


-¿Tenía que hacer todo esto, director?


Albus solo se rió. Estaba tan contento por esos dos.


Severus quería que la tierra se lo tragara, hasta que sintió el posesivo abrazo de Harry y alzarlo para besarlo y manosearlo a su antojo.


-¡Señor Potter! Sea más discreto por favor. Al menos hagan eso en privado.


McGonagal estaba escandalizada con el “espectáculo” que Potter realizaba con el profesor Snape.


-Tranquila, Minerva.


-Pero…


-De todas formas, para mañana ya estará Harry graduado.


-Al menos debería esperar un poco, pero que niño tan atrabancado.


Todos estaban emocionados, las chicas gritaban y los hombres silbaban, todo el mundo aplaudía por la feliz pareja que pronto serian padres. Draco seguía desmayado pero en su interior seguía maldiciendo a Potter por haberse atrevido a “pervertir” y “violar” a su “pobre” padrino.


Pero a ninguno le importaba eso. Todo lo que les interesaba era su futuro, juntos y con su bebe aún formándose dentro de Severus. Ambos se besaban como si no hubiera un mañana, planeando toda una vida juntos a partir de ahora.


La vida puede ser muy interesante a veces.


FIN.


 

Notas finales:

jojojo espero les haya gustado y que me dejen un lindo review!!!! y si no... pues el sascuash les jala los pies mujajajajajaja!!!!!!!!!!

Sascuash: noooooooooooo!!!!! ToT


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