La luz del sol se cuela por la ventana cayendo directamente sobre el rostro de un castaño; que se remueve un poco incómodo y lentamente comienza a abrir los ojos. Lo primero que ve al despertar es un cuerpo pegado al suyo y sonríe como sólo ha sido capaz de hacerlo desde que él llegó a su vida.
Han pasado cinco años desde que está con él y Sehun nunca ha sido más feliz en su vida. Jamás pensó que pudiera albergar un sentimiento tan bello en ese corazón que ya creía convertido en piedra, pero Luhan llegó a romper todos sus esquemas y calar hasta lo más hondo de su ser. Luhan fue capaz de romper aquel muro que había levantado a su alrededor como si de un frágil cristal se tratara.
Aún recuerda todas esas veces en las que trató con indiferencia a Luhan y éste seguía hablándole y siguiéndole a todas partes como si fuera un cachorro persiguiendo a su dueño. A pesar de que nunca lo reconoció en voz alta, Sehun amaba que Luhan fuese tan persistente, le gustaba oír su voz porque con ése rubio hiperactivo a su lado; Sehun dejaba de sentirse solo, volvía a creer que aún era capaz de sentir y sonreír.
—Espero que esa sonrisa boba sea por mí
Luhan observaba a Sehun con aquellos hermosos ojos avellanas llenos de amor y una sonrisa adornaba su rostro. Sehun recién reparaba en que ya había despertado, acercó su rostro al de Luhan y depositó un casto beso en sus labios.
—Buenos días mi amor
—Buenos días Hunnie
Para Sehun su tesoro más preciado eran Luhan y el fruto de su amor, aquello que amaban ver crecer cada día más. Con sólo mirar sus ojos tenía la certeza de que aunque se les vinieran mil problemas encima, los resolverían siempre juntos. Porque entre ellos existía un lazo más fuerte que cualquiera; un lazo indestructible e inquebrantable.
No importa cuántas veces pelearon por de quién era el turno de levantarse en la madrugada o porque quien tenía que hacer las compras semanales no lo hizo, eso sólo les enseñó a trabajar como equipo, les mostró que cuando uno cae el otro está para levantarlo y seguir el camino juntos; de la mano. Pequeñas cosas que fortalecieron su relación cada vez más.
— ¿En qué tanto piensas?
—En lo mucho que te amo y lo agradecido que estoy de ser el dueño de tu corazón.
—Yo también te amo, tonto. Siempre lo haré.
Luhan rodea el cuello de Sehun con sus brazos y lo atrae hacia él en un dulce beso, en el que le transmite todos sus sentimientos, todo el amor que hay en su corazón para él. Sehun lo toma de la cintura y gira haciéndolo quedar encima de él sin romper el beso. Una risita los hace separarse y voltear hacia el lugar de dónde proviene, encontrándose con un pequeño de apenas tres años, cabello castaño y los ojos iguales a los de Luhan.
— ¡Omma, appa!
El pequeño corre; algo torpe; hasta la cama donde se encuentran sus padres, al llegar estira sus bracitos y Luhan lo levanta y coloca en medio de los dos. Sehun toma a su hijo en brazos y le hace cosquillas ocasionando la risa de éste. Luhan observa muy feliz a su esposo e hijo y sonríe ampliamente uniéndose poco después a la tarea de hacerle cosquillas a su pequeño bebé.
Definitivamente las relaciones no son fáciles menos con un hijo y esto, Luhan y Sehun con apenas 22 y 20 años respectivamente lo saben muy bien. Sin embargo todo es posible cuando hay amor y compromiso porque la relación se vuelve...
Indestructible e inquebrantable...