Pensamientos
Yamamoto parpadeó observando el techo de aquel cuarto ligeramente iluminado por los leves rayos de luna que se colaban por entre las cortinas. Se cubrió la frente con el antebrazo; no podía conciliar el sueño y el estar en vela no lograba otra cosa más que hacerle pensar.
Reprimió una carcajada. La imagen de cierto guardián haciendo una mueca como respuesta a que él estuviera pensando le divertía. Sonrió, si él supiera que sus pensamientos solo eran en torno a su terca persona, de seguro no se ganaría solo una mueca.
Se volteó, acomodando su codo en la superficie y su cabeza en la palma de su mano; observando la espalda descubierta de quien dormía a su lado en la cama, delineándola lentamente con un dedo.
¿Era demasiado pedir un amor que durara por la eternidad? Se preguntó, perdiéndose no tan solo en esa piel de porcelana pálida y suave, sino también en sus cabellos de plata desparramados por la almohada. ¿Cómo seria envejecer junto a la persona amada?
Preguntas que nacían de aquel muchacho ingenuo y despreocupado de hace años, un chico que luchaba por no morir en manos de un adulto cuyas manos, sin importar el motivo, estaban manchadas de sangre.
Depositó unos cuantos besos en los hombros y cuello de la tormenta, recibiendo gruñidos que le hacían reír.
Ninguno de los dos conocía el significado de una relación duradera. De un amor que sobrepasara el tiempo y se riera en la cara del destino. No tenían ejemplos de ello en sus vidas. Como una mala broma, tenia claro que en lo concerniente a la historia de Gokudera, este tendría que ser el mas reticente a las relaciones; pero quizás la suerte o quién sabe…la misma búsqueda y curiosidad por lo que comenzaba a sentir y que jamás tuvo la oportunidad de conocer, lo tenían a su lado, compartiendo después de diez años, algo más que una amistad.
Sabía que por su mente no debían cruzar preguntas que involucraban un milagro más grande que el que tenía entre sus manos ahora, que ese era un juego mucho más peligroso que el que creía que estaba cuando era joven, porque aquel juego nunca lo fue. Formaban parte de la mafia, una reformada por Tsuna, pero mafia al fin y al cabo; donde no todos estaban de acuerdo; donde debían luchar por su vida y la de sus amigos ya que ellos harían lo mismo…Imaginarse algo cuando no tenias la certeza de que no fueras a morir mañana, era simplemente una locura.
¿Pero qué más podía hacer? Sus pensamientos no dejaban de dar vueltas en torno a eso. Porque el peliplata que le fruncía el ceño cuando soñaba despierto lo era todo para él, porque por él viviría la eternidad impensable con tal de mostrarle, para su completo fastidio, a lo que podía llegar su amor.
Se removió entre las sabanas, abrazando el cuerpo ajeno que entre murmullos repetía su nombre. Una sonrisa se dibujó en su rostro y suspiró, relajándose.
Aquella noche seria larga, pero pensar en sueños futuros, donde Gokudera era el protagonista, solo lograba darle más fuerza para conservar lo que ya poseía, lo que se encontraba entre sus brazos y que pedía que siguiera manteniéndose así…
Fin