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Un inolvidable cumpleaños. por marcoxilva

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Notas del fanfic:

Bienvenidos a mi blog, este es mi primer fic, lo escribi hace varios meses, y ya ha pasado mas de un año de lo ocurrido.

Por favor, dejen comentarios, ya que me gustaría saber que tal les pareció  

Acepto críticas, solo constructivas. :)

El amor es extraño, un día puedes estar de lo más feliz, sintiéndote en las nubes, y al otro sintiéndote triste, miserable, y como si cayeras a un vacio.

Nuestra historia es larga y complicada, pero solo me limitaré hoy a relatar un fragmento de toda ella, un momento que toda mi vida llevare en mis pensamientos, y que solo otro encuentro con él, lograría igualar.

Me llamo Sebastián, tengo 20 años, de piel blanca, me considero alto con mi estatura de 1,78 mts, aunque quizás se deba a que casi siempre he sido el más alto en comparación con mis amigos. Soy gordito, aunque con mi estatura, no me veo obeso. De cara, me han dicho que soy lindo, tengo cabello de un tono castaño extraño que se ve casi negro pero al darle el sol tiene reflejos rubios, y ojos marrones.

Andrés tiene 22 años. No es muy diferente a mí, aunque no es muy alto, o por lo menos en comparación conmigo, mide aprox 1,68 mts, también algo rellenito, pero complementa su cuerpo con su espalda ancha, brazos y piernas fuertes por su entrenamiento al ser futbolista desde que tenía 8 años. Su cabello era oscuro como el mío, de labios carnosos y ojos marrones, y una postura de liderazgo que mantiene al caminar. Pero lo que más me encantaba de él era su conducta fría, ya que conmigo era con la única persona con la que solía demostrar ternura y una sonrisa que me derretía.

Aunque hemos tenido una relación en el pasado, por cuestión del “esto y aquello” siempre todo llega a su fin, pero siempre hemos guardado tanto cariño el uno al otro que nos mantiene en contacto.

Hace aproximadamente unos 6 meses, el 2 de agosto, tome mi teléfono, me sentía divertido porque le escribiría a él. Era su cumpleaños y siempre nos habíamos escrito a pesar de lo que haya pasado entre ambos. Le escribí simple pero con un tonito de gracia –

-Hola loquito, feliz cumpleaños, que cumplas muchos más, te quiero mucho.

Note en el Whatsapp (esa aplicación maldita que te dice quien leyó y te dejó en visto) para mi sorpresa, estaba respondiendo rápido. –

-Hola loquito gracias por acordarte, ahorita estoy con unos familiares, también te quiero.

Al momento me sentí algo, como decirlo, emocionado, y le respondí que quería verlo en esos días para compartir con el por su cumple, y él me dijo q tendría la mañana siguiente libre y que lo podía visitar y pasar la mañana juntos, yo accedí, 9:00 am fue la hora programada y cerramos la invitación con un:

-Chao loquito, que pases buenas noches, nos vemos mañana.

Esa mañana, me desperté, duche, cepille mis dientes y me arregle, siempre acostumbraba a vestirme con ropa que a él le gustara, y siendo el fanático del futbol, me puse una camiseta del Barcelona FC que a él le encantaba. Termine de arreglarme, tome mis cosas y salí, camine pensativo en que podría pasar ese día. Era increíblemente alrededor de un año sin vernos, pero sin perder contacto, tome un bus, y luego un taxi, yendo en el taxi, le escribí para que supiera que iba llegando, y cuando llegue a su urbanización el venia saliendo al portón. Me saludo normal, como siempre hacíamos en público, para no dar de que hablar, y llegamos a su casa.

Después de hablar de vaguedades mientras íbamos camino a su casa (cosas de esas que uno se dice cuando tiene tiempo sin verse, como los típicos, "¿cómo has estado?" ¿Qué tal las clases?, ¿qué has hecho?" llegamos a su casa. Recordé la primera vez que estuve ahí, y aquellos momentos que pasamos juntos, y todos esos (Te amo) que se escucharon en aquel lugar, dirigidos de parte de cada uno al otro. Tras abrir la puerta Cooper saltó sobre mí. Era un Husky siberiano de como 2 años, me lamia y jugaba conmigo, a pesar de casi no verme desde hacía tanto tiempo, parecía recordarme desde la primera vez que fuí. Mientras Andrés me servía agua, yo jugué con Cooper un rato en la sala. Andrés nos observaba divertido y sonreía con cariño.

-Ire a ducharme –dijo-  puedes esperar en mi cuarto, siéntate, ve tv, ya vengo -y se marcho por unos minutos, mientras yo veía la vida de John Lennon en un canal biográfico, Cooper se mantenía inquieto en la habitación mientras yo escuchaba el sonido de la puerta del baño cerrándose y los pasos de Andrés acercándose a la habitación, en ese momento, me sentí incomodo, ansioso, dubitativo pero sobre todo Feliz.

Se sentó a mi lado y hablamos un rato sobre lo que veía en tv, (al parecer el rencor de él hacia Yoko Ono me divertían, culpándola de la separación de los Beatles) yo me reí y sigilosamente acerque mi mano a su pierna como un gesto de agradecimiento por hacerme reír. El volteó y me vio a los ojos y sonrió.

 -Me gusta tu camiseta -dijo el-

 Y yo me reí.

-Me la puse porque sabía que te gustaba -le dije- y el sonrió.

Se hizo un minuto de silencio, fue una tensión que creo que hasta el perro la sintió, porque se escondió abajo de un sofá, y Andrés se fue acercando poco a poco a mi mientras colocaba su mano en mi cuello acercándome a él hasta que me besó.

Cuando uno conoce a alguien y se enamora, siempre espera el momento del primer beso entre ellos. Pero el amor entre dos personas se hace presente al momento en que cada beso, por mas que haya un historial entre ellos sea tan perfecto como el primero, y en ese momento fue lo que sentí. Nuestros labios se unieron mientras yo sentía su respiración en mi rostro, los labios se acariciaban mientras yo mordía suavemente los de él y nuestras lenguas se iban encargando de recorrer nuestras bocas como si algo hubiera podido cambiar desde el último beso un año atrás. Nuestros brazos nos rodeaban y sentía como su piel iba tomando una temperatura mayor, y su corazón empezaba a latir con mas velocidad, nos separamos unos segundos y nuestros ojos se miraron fijos.

-Te extrañe mucho -le dije –

-Yo también -respondió el-

 Y nos seguimos besando.

El ambiente había cambiado de una tensión a una calidez y ternura que nos unía mas a cada momento que compartíamos en ese sillón, pero no podíamos continuar ahí, así que sin separarnos nos levantamos y caminamos abrazados hasta su cama en la cual me fui sentando mientras el seguía rodeándome con sus brazos y besándome. Mientras me recostaba sobre su cama él se iba posando sobe mi. Sus manos pasaron de mi espalda a mi cabello, sus dedos jugaban en él y tiernamente bajaban a mi rostro mientras lo acariciaban. Mis manos masajeaban su espalda y subían hasta sus hombros, luego bajaban hasta su pecho, lentamente hasta llegar a la costura de su camiseta. Poco a poco comencé a levantarla mientras nos separábamos exponiendo su pecho frente a mí, y a continuación el me imitó desvistiéndome y poniendo a un lado mi camiseta.

Los besos entre nosotros no se detenían, era increíble, como si mas nada nos importara. Nuestras manos fueron rodeándonos de nuevo y acariciando el torso desnudo de ambos hasta subir a nuestros hombros, descender por nuestros brazos y entrelazarse nuestras manos como si ninguno quisiera apartarse de la vida del otro. Poco a poco fue levantando nuestras manos ubicándolas sobre mi cabeza, en ese momento mientras nuestros labios seguían acariciando los del otro y nuestros torsos se rozaban creando un calor entre nosotros que subía más y mas la temperatura que nos rodeaba, hasta que separando nuestros labios, comenzó a besar mi cuello. Yo en ese momento perdí el control, ya mi mente estaba perdida, y mi subconsciente me decía, "Este ya no es tu cuerpo, le pertenece a él".

Los besos fueron creando en mí una relajación que ni el masaje más suave del mundo hubiera conseguido lograr. El sentir su fina barba acariciándome mientras besaba mi cuello me volvía loco, pero la fuerza que sus fuertes brazos ejercían en mi no me permitían moverme, yo quería besarle, quería imitarlo, pero era inútil. No podía moverme, y lo peor era que me encantaba esa sensación, sentía que estaba ahí para complacerlo a él, pero también sentía en mi una relajación y una satisfacción inigualable. Sus labios fueron bajando por mi pecho hasta mis tetilla y el jugaba con ellas, yo solo podía suspirar, suspirar y disfrutar ese momento. Luego de un rato se separo y el se recostó sobre la cama. Esta vez era mi turno de tomar el control de la situación.

Mientras me arrodillaba en la cama sobre él, nuestros ojos se cruzaron de nuevo, no sé que tenía el, sus ojos me trasportaban a otro mundo, un mundo donde olvidaba todo, un mundo donde no había nadie más que nosotros, un mundo donde yo podía ser feliz.

 -Te amo -Le dije- me encantas.

-Tú también -respondió el- me encanta estar asi contigo.

Lentamente fui bajando, hasta q nuestras narices se rozaron, y mientras nuestros ojos se mantenían fijos, explorando el alma de cada uno. Le susurre en sus labios sintiendo su agitada respiración:

-Te amo.

Y nos seguimos besando.

Mis manos y las de el parecían sincronizarse, bajaban al mismo tiempo y casi a la misma velocidad, cada uno llegó al borde del jean del otro, y fue adivinando, mientras nuestras mentes se perdían en nuestros besos, hasta lograr desabrocharlos. Como yo estaba sobre él, sus manos fueron deslizándose por mi cintura hasta llegar a mi espalda, y mientras la acariciaba, fue deslizándolas hasta introducirlas en mis jeans. Acariciaba mis nalgas, lo cual despertaba en mi una excitación enorme. Poco a poco fue bajando mi pantalón hasta despojarme de él. Mientras caía en el piso, me encargue de introducir mis manos en sus jeans. Lo que sentí al momento fue su excitación por lo que estaba pasando, el bulto que formaba su miembro bajo aquel bóxer expresaba mas que excitación, el quería mas que besos, quería en aquella mañana de agosto hacerme suyo como la primera vez. Su pantalón siguió bajando con una mano, mientras que con la otra acariciaba su piel por encima de su bóxer, entre nuestros besos, una respiración jadeante y un tenue gemido se empezó a escuchar en aquel cuarto en el cual habíamos vivido unos cuantos momentos, una historia de amor, que a mi parecer, fue perfecta!.

Al caer su pantalón en el suelo, éramos casi nuestros por completo. Solo dos bóxers nos mantenían alejados de ser completamente "uno del otro". Comencé a imitarlo y fui bajando por su cuello, mis labios lo acariciaban como si se tratara de algo sagrado, suavemente y a la vez agresivo por el deseo que había entre nosotros. Fui bajando por su pecho, y me detenía a verlo, contemplaba su torso fuerte y por su entrenamiento, y a la vez la suavidad de su piel al ser acariciada por mis dedos. Poco a poco dando pequeños mordiscos a sus tetillas, lentos pero rudos. Su respiración se fue intensificando, mas y mas. Yo intercalaba entre una y la otra, y el solo se estiraba y seguía gimiendo. Mientras iba bajando por su abdomen, que aunque no estaba marcado me encantaba verle (no importa si decían que podía ser algo “relleno”, porque el era el hombre que yo amaba y quería para ser feliz.) Fui besándolo más y más, bajando poco a poco hasta llegar al borde de la liga de su bóxer. Jugueteando con mis dientes la levantaba y la soltaba, sin que se moviera de lugar. El me miraba con ansiedad. Note en él una súplica, que me decía "hazlo ya, no aguanto más" y mis manos fueron bajando lentamente desde su pecho hasta su bóxer, hasta que lo fueron deslizando poco a poco hasta develar frente a mi todas las sensaciones que su cuerpo estaba sintiendo en ese momento.

Comencé a rozar mis labios sobre su piel, la cual en esa zona se podía sentir casi ardiendo de la excitación, y poco a poco fui rozando mi lengua la cual con cada toque lo hacía estremecer. Mis labios rodeaban su miembro mientras con un leve movimiento iban masajeándolo. Subían y bajaban y repetían el movimiento mientras mi lengua no dejaba de hacer su trabajo. Sus manos se convertían en puños que cerraba con mucha presión, y acercando una la colocó despacio en mi nuca, y fue guiando los movimientos al ritmo que le ocasionara aun mas placer. Mientras tanto, mis manos acariciaban su pecho sobándolo y dejando que las yemas de mis dedos estimularan las terminaciones nerviosas de su piel ocasionando que se erizara por completo. Y el empezara a suspirar y a tensar sus músculos. Delicadamente coloco su mano sobre mi mejilla y me apartó de él.

-Si sigues así esto terminara muy rápido –me dijo viéndome de frente con esos hermosos ojos que me encantaban y con una sonrisa en su rostro que transmitía picardía y a la vez ternura.

Lentamente se acercó de nuevo a mí y colocó sus labios con los míos. Cada beso era más apasionado que el anterior y solo lograba crecer entre nosotros emociones tan excitantes que cada vez nos hacían llevar todo hasta el último nivel.

-Ahora te toca a ti –dijo mientras ubicaba su mano en el borde de mi ropa interior, y la iba retirando para tenerme completamente para él.

Mientras colocaba una mano rodeándome, la otra acariciaba mi pecho y despacio iba recorriéndome con sus besos, desde mis labios, por mi pecho y así bajando hasta mi miembro, el cual empezó a besar y a masajear con su boca, lo cual lograba que yo empezara a gemir. Fue introduciéndolo en su boca mientras mis manos se cerraban y mis dedos se iban clavando en la cama como si quisieran arrancar o desgarrar parte de ella. No paraba de gemir hasta le imploré que se detuviera y el obedeció. No quería q todo terminara ahí, no en ese momento, aun quedaba tiempo, eran apenas las 10 y aun teníamos toda la mañana para nosotros dos.

Haciendo una pausa. Nos recostamos un rato sobre las almohadas, rodeado con nuestros brazos y entrelazando nuestras piernas. Solo nos veíamos, nos reíamos, éramos felices en ese momento, yo sentía que no quería salir nunca de ahí.

-Me gustaría poder pasar todos los días así abrazado contigo, me encantas –dijo él.

-Tú también me encantas y yo también desearía poder pasar cada día así contigo. Te quiero tanto –dije sin cortar la conexión de mis ojos con los suyos.

-Yo también te quiero mucho –pronunció Andrés, y acto seguido sellamos nuestras palabras con otro largo beso.

Mientras nos besábamos, yo en mi mente revivía cada momento con él, y cada segundo que di gracias de tenerlo conmigo. No cabía duda, estaba enamorado de aquel muchacho de ojos marrones y sonrisa dulce que me hacía sentir pleno, y dichoso de vivir. Parecíamos dos niños jugando, me senté sobre él y me miraba sonriente.

-Me gusta verte así –me dijo.

Luego yo me recosté de nuevo en la cama y él se sentó sobre mí, yo sonreí también y le dije:

-A mí también me encanta verte así. Quiero que me hagas tuyo –mientras con mis manos acariciaba sus pectorales fuertes y bajaban a su abdomen.

Ubicándome bocabajo él se recostó sobre mí apoyando su pecho en mi espalda. Y acercándose hasta mi cuello comenzó a dar pequeños besos en mi nuca y en mis hombros, que hacían estallar cada nervio de mi cuerpo. Lentamente, fue acercando su miembro hasta mí, y despacio, con mucho cuidado fue adueñándose de mí, de mi cuerpo, de mis emociones, y de todo lo que imaginaba, porque él lo estaba haciendo realidad.

Al pasar unos pocos segundos me fui acostumbrando a él, y lentamente comenzó un “vaivén” que me hacia estremecer. Mi espalda se arqueaba, y yo no paraba de gemir. Gemía mas y cada vez mas alto, y su aliento en mi cuello se fue intensificando, su respiración se iba acelerando y cada embestida me hacia tensar mis músculos. Pero yo quería verlo, quería tener sus hermosos ojos de frente. Haciendo una pausa, me volteé y quedando frente a él, levanté mis piernas. De nuevo fue poco a poco adueñándose de mi cuerpo, acelerando sus embestidas, comenzaron a agitarse nuestras respiraciones. Mi mente estaba descontrolada, yo sentía que estaba en un paraíso, y que nunca iba a abandonarlo mientras él y yo estuviéramos juntos. Mi pecho parecía que iba a estallar y los gemidos fueron acelerándose entre los dos hasta aquel momento en que nuestros cuerpos, llegando al máximo, descargaron al mismo tiempo en cada uno de nosotros toda aquella intensidad. Andrés se dejó caer sobre mi pecho, y nuestros cuerpos se unieron, agitados, sudorosos, satisfechos y agotados. Nuestras miradas se volvieron a conectar y con mucha dificultad por la falta de aliento, me dijo sonriente:

-Gracias por venir hoy, me hacías mucha falta.

-Feliz cumpleaños, Te amo, y siempre te amaré –Le dije

-Yo también te amo –me dijo él mientras se acercaba a mis labios y nos dábamos otro largo beso.

Pronto caímos dormidos, y en mis sueños, reviví cada segundo de esa mañana.


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