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Aúlla conmigo por sombra_larga

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Notas del capitulo:

Son las 11 : 48 pm y estoy subiendo el último capítulo. No saben cuanto me emociona esto, esta historia a sido mi favorita hasta ahora, gracias a todos los que siguieron leyendo y aguantaron mis faltas, y eso pequeños mensajes no saben como me dan energía para seguir escribiendo, los espero leer pronto en mis futuras historias.

La puerta del vehículo se azoto ruidosamente, Lucian apretó con fuerza el volante del coche inhalando repetidas veces, intentando tranquilizarse. Pero los pitidos que venían detrás de el no ayudaban, las ganas de bajarse y arrancarles la cabeza a los conductores que no dejaban de apretar el claxon eran enormes.


Pero recordó lo que siempre le decía su esposo ya no estamos en la edad media Lucian, estamos en pleno 2019, le venia repitiendo la misma frase desde el siglo XX, cuando los humanos dejaron de creer en criaturas sobrenaturales y comenzaron a creer que la ciencia es la única y verdadera respuesta a todo.


Ignorando los pitidos espero hasta que su hijo más pequeño, Joe, entrara a la preparatoria, publica, por insistencia de él. Si fuera su decisión su pequeño estaría en la mejor escuela privada del mundo. Pero ambos, su esposo e hijo preferían una vida más bien sencilla. La época de vivir en grandes castillos y cientos de leales sirvientes habían acabado para ellos.


Condujo por la ciudad, deteniéndose en el supermercado a comprar las cosas que le había encargado Claude, molesto se puso las gafas de sol, ahora los humanos hacían muchas preguntas, los ojos rojos llamaban demasiado la atención. Podría usar lentes de contacto, pero era demasiada complicado.


Mientras hacia cola en la caja número cuatro, detrás de una anciana que sabía acabaría sacándole de quicio por todos los cupones que traía en la mano, pensaba que era irónico que al final la raza que acabara por dominar casi todo el planeta fuera una de las más débiles. A veces tenia que tranquilizar a su esposo, aunque el mismo estaba alarmado al ver como cada vez había menos criaturas mágicas en el mundo, hace años que las sirenas se habían resguardado en el fondo del mar, los vampiros ahora se limitaban a algunas colonias en América y Europa, las hadas y el elfos se habían aislado en las que se hacían pasar como reservas ecológicas, era un milagro encontrar un dragón e incluso los hombres lobo, lo que antes eran grandes manadas, en la actualidad solo se limitaban a vivir en pequeños grupos.


Su bisnieto Charles fue el ultimo alfa de la gran era de los hombres lobo.


Lucian volvió a inhalar fuertemente, el mango del carrito de super peligraba con romperse bajo sus manos. Ahora la anciana reclamaba que volvieran a cobrarle todo porque al parecer no cuadraban sus cuentas. En verdad quería aventar ese carrito de super, pero de nuevo ya no estamos en la edad media Lucian, estamos en pleno 2019.


 


 


 


Claude miro satisfecho el cuarto recién pintando, había hecho bien en elegir ese bonito color miel. Dando terminado el trabajo de hoy, decidió que mañana recogería el periódico del piso, cerro la puerta del cuarto quitándose el pañuelo de la cabeza, hace demasiados años que se había cortado su larga melena, no puede evitar sonreír al recordar la cara de espanto que su esposo puso, cuando regreso a su pequeño departamento en Francia con el cabello hasta arriba de la orejas, eso había sido en los veintes, se lo había dejado crecer un poco mas en los setentas pero nuevamente lo traía corto, eso enfurruñaba a Lucian.


Camino hasta su cuarto disfrutando de la vista del ventanal que daba al bosque, hace tres meses que se habían cambiado de casa, se habían decidido por una moderna casa de cuatro cuartos, ecológica y con mucho vidrio, ubicada en medio del  bosque. Habían dejado de gustarle los hogares grandes desde que su nieto Azel tomara el mando como alfa y Lucian se retira por completo de los deberes de la manada, habían recorrido un poco el mundo instalándose en una pequeña cabaña en las recién fundadas trece colonias. A Claude le encanto el calor y privacidad que traían los pequeños hogares, por lo que a partir de entonces no volvieron a habitar en ninguna casa que necesitara sirvientes.


Aunque la ultima mudanza hubiera sido mas por necesidad que por gusto. Joe había tenido un pequeño incidente en la escuela, se había transformado en medio de una excursión escolar, era un pequeño pueblo de escocia, por lo que la noticia no fue muy difundida, pero si controversial en el pueblo. Joe no lo había hecho intencional pero no por eso su esposo lo había regañado menos, ahora su hijo pasaba por la adolescencia, la rebeldía surgió un día y no se fue, las cosas habían empeorado cuando se enteraron de su nuevo embarazo.


Entro al baño quitándose la ropa en el proceso, se miro en el espejo viendo su rostro salpicado de pintura, sonrió sobándose su pequeño vientre de cuatro meses. Se metió en la ducha abriendo el grifo de agua caliente, pensó en el dolor de cabeza que iba a ser ir al obstetra nuevamente, que su cuerpo se mantuviera por siempre de dieciséis era un problema cuando su esposo era claramente mayor que él, la gente siempre los veía fijamente, incluso habían amenazado con llamar a servicios sociales una vez, pero las credenciales falsas que les enviaba su nieta Ágata, hija de Malin y Godric siempre les ayudaban a probar que Lucian no era un pederasta y que el tenía veintiún años.


Es cuando me estoy untando crema en el cuerpo que el sonido infernal del celular me hace saltar, maldigo poniéndome un bóxer yendo a tomar el aparatejo, nunca me acostumbraría a esta tecnología. Sonrió al ver la foto de mi pequeño Jace en la pantalla.


-hola cariño- contesto entusiasmado.


-hola mamá- la voz gruesa de mi hijo suena algo opacada por el ruido de carros- solo quería avisarte que llegare un poco mas tarde a casa de Charlotte, supongo que ustedes serán los primeros en llegar con mi hermana, por favor avísenle que iré acompañado, le marque al teléfono pero sabes cómo es ella- se queja Jace.


No puedo evitar soltar una risita, si yo odio el celular, mi hija lo considera un objeto maldito. Al final la que se había quedado con el castillo fue mi hija, ahora vivía ahí con su esposo, habían tenido tres hijos que hace mucho habían arribado del nido, hace diez años mi Nina y su esposa se habían mudado con ellos.


Todos mis hijos hace mucho habían hecho sus propios caminos, me habían dado nietos, bisnietos y hasta tataranietos. Godric y Malin vivían en los ángeles, en total habían tenido once hijos, Milan y Laurence se la pasaban viajando de un lado a otro, la última vez que había hablado con ellos se encontraban en un raro ritual en Brazil, Laurence solo había logrado sacarle un segundo bebé a Milan., Max se había vuelto arqueólogo y Hugo siempre lo acompañaba para cuidar que no fuera atacado por una tribu local, juntos habían adoptado muchos niños humanos a lo largo de la historia, que habían amado con toda su alma hasta su muerte. Flynn y Jace eran unos solteros empedernidos que gritaban a los cuatro vientos que no se casarían, sin embargo, al parecer por fin había caído Jace.


-así que por fin nos las vas a presentar- mi tono no deja en duda mi burla, mi hijo al otro lado suelta un grito cansado.


-mamá por favor- ruega alargando la última palabra- recuerden que ella es humana, aun se esta acostumbrando a todo esto- suplico mi hijo, sonreí enternecido.


-claro que, si cariño, aunque no por eso voy a dejar de contar historias vergonzosas de ti, tal vez no existían las fotos, pero tengo muy buena memoria- cuelgo el teléfono solo alcanzando a oír un “mamá” de fondo.


Si hay algo que no extraño son los vestidos, me termino de vestir con mis pantalones de chándal favoritos y una sudadera tomando camino a la cocina, Lucian y Joe deben de estar por llegar. Me detengo por un segundo en la pared donde están colgadas las fotos de toda mi familia, en medio de todas ella descansa una fotocopia de una pintura que siempre me hace doler el pecho hasta casi asfixiarme, el pintor no pudo captar por completo la hermosura de Steven, sus cabellos blancos ondeando al viento con una discreta sonrisa y un Azel adulto tomando su mano, no le hacia justicia a mi pequeño.


Como todas las familias, no todo podía ser perfecto ni lleno de felicidad, por supuesto varios de mis nietos, bisnietos y tataranietos habían fallecido ya hace mucho tiempo, después de todo la sangre de lobo menguaba con el tiempo, quitándoles la inmortalidad, tal vez alargándoles la vida para un ser humano cualquiera, pero no los hacia eternos, o muchos otros se habían casado con humanos, muriendo con ellos a su tiempo, cada una de sus muertes se clavaba como un puñal caliente en mi pecho, pero ninguna como la de mi pequeño Steven que nunca se recuperó por completo, nunca pudo encontrar a su pareja destinada y cuando Azel tomo el mando de la manada poco a poco se dejo ir, todos intentamos hacerle entrar en razón, pero tal vez mi pequeño tenia una alma demasiado pura para este mundo.


Me acaricio el vientre no queriendo llorar nuevamente, las hormonas estaban alterándolo mucho últimamente. Estaba algo oxidado con los embarazos, después de los trillizos por alguna razón no habían podido tener mas hijos, aunque claro que agradeció ese descanso, cuando llego el momento de realmente buscar más hijos descubrió que ya no podía, ese fue un golpe muy grande para él, aunque Lucian le aseguro que eso no tenia la menor importancia, para el fue un trago amargo de tragar.


Los años pasaron y los bebés se borraron por completo de su mente, hasta que un día del dos mil cuatro se descubrió vomitando a todas horas. Nueve meses después llego su pequeño Joe, con el cabello negro y ojos dorados. Fue en verdad una nueva revolución en sus vidas después de tantos años de no tener un bebé despendiendo de ellos las veinticuatro horas del día.


Ahora quince años después nuevamente esperaban a un cachorro y él no podía estar más feliz.


Se giro frunciendo el ceño, reto con la mirada al horno, siempre tenia que pedir ayuda a su marido porque nunca conseguía que funcionara correctamente, metió la pasta dentro cruzando los dedos porque no se prendiera en fuego otra vez.


En verdad la tecnología no era lo suyo.


 


 


Joe se apresuro a bloquear su teléfono cuando su padre entro al auto, su padre lo había recogido de la escuela para luego pasar a hacer unos encargos, a el nunca le había tocado ver a su madre embarazada, le molestaba como su padre lo trataba como si se fuera a romper, no lo admitiría ni en mil años, pero la verdad se encontraba un poco celoso. Todos sus hermanos le llevaban cientos de años, y la verdad nunca se juntaban mucho con los menores de la familia, por lo que toda esa experiencia de bebé era nueva para él.


Su padre le paso la bolsa de papel con el olor de panecillos recién hechos saliendo de ella, iba a meter la mano para tomar uno, pero su padre lo detuvo con un manotazo.


-son para la cena- gruño su padre, rodé los ojos alejando las manos de la bolsa, mi celular vibro varias veces-¿Quién te envía tantos mensajes?-


-no es nadie- conteste enojado, mi padre me miro con ojos críticos antes de encender el auto emprendiendo camino a casa. “Nadie” era el chico lindo de mi clase, se llamaba Tyler. Pensé que mi padre había pasado del tema cuando varios minutos después hablo.


-espero que recuerdes he criado ocho hijos y he ayudado con veinte nietos, así que espero aprendas a mentir mejor- bufe decidiendo guardar silencio el resto del camino.


Cuando llegamos nos recibió el olor de algo quemándose, mi padre soltó lo que tenia en las manos para correr a la cocina.


 


 


Claude hacia pucheros oyendo como su esposo terminaba de hacer el pedido a la pizzería. Tomo asiento en los bancos de la cocina viendo como su hijo se echaba en el sillón a ver televisión, derrotado miro la charola llena de pasta quemada en la barra. Las manos de Lucian le rodearon desde atrás posándose en el pequeño vientre, se recargo en su pecho disfrutando de sus besos en el cuello.


-¿Cuántas veces te he dicho que me esperes para usar el horno?- susurro en su oído, se giró a verlo con el ceño fruncido.


-casi lo conseguí esta vez- Lucian se tuvo que controlar al ver esos tiernos pucheros, debía recordarse del adolescente que tenían a solo unos metros. Mas no se negó a un largo beso de esos dulces labios, en opinión de Lucian, su esposo era precioso en cualquier época, claro que extrañaba enredar sus dedos en la blanca cabellera, pero el pelo corto le daba un aire sensual a Claude.


Claude se separo con desgano de la boca de su esposo, observando esos fieros ojos rojos de los que nunca se cansaba, algunas canas adornaban el pelo y barba de Lucian, pero eso solo lo hacia ver mas guapo, incluso mas en esos pantalones de mezclilla y camisa azul, aunque a decir verdad extrañaba un poco los pantalones de cuero negro que solía usar años antes y como olvidar al Lucian de los cincuenta en traje. Enredo los brazos en el cuello de su marido permitiendo enredar su lengua con la suya.


-tienen un cuarto saben- la voz de su hijo les termino de separar, Joe saco del refrigerador la leche de chocolate.


-si bueno esta es mi casa, por lo que todos los cuartos son míos, incluyendo la cocina- Claude sonrió ante respuesta de su esposo y el bufido de su hijo, antes de que se volviera a ir le recordó a Joe lo que menos quería escuchar.


-¿ya tienes tus maletas lista Joe?- su hijo le miro con hastió- recuerda que nos vamos el viernes, solo faltan tres días-


-¿en verdad tengo que ir? ¿no me puedo quedar? - Lucian se apartó por completo de su esposo, preparándose para la discusión que sabía vendría, otra vez- no quiero ir al castillo-


-ya lo discutimos Joe, no te puedes quedar solo-


-vamos cariño, solo serán tres semanas, podrás faltar a la escuela-Claude vio como su hijo no decía nada, volviendo al sillón, no discutiendo más por primera vez en días.


En dos semanas se llevaría a cabo el festival de la luna, aun después de tantos años lo seguían festejando, era su forma de mantenerse unidos como familia, todos acudían no importaba lo lejos que estuvieran, siempre volvían a casa, incluso invitaban a las manadas de lobo aun existentes a festejar con ellos, a pesar de que la mayoría ya había olvidado el verdadero significado de aquella celebración.


-me temo que nuestro hijo se quiere quedar por alguien más- Claude sonrió ante la preocupación en la voz de su esposo, aunque a decir verdad el también tenía casi siempre esa paranoia, después de lo de Steven siempre mantuvieron vigilados de cerca a los pequeños de la familia.


Aunque en estos tiempos los jóvenes eran diferentes, seguramente en unos meses ese alguien ya estaría olvidado.


-Joe ya no es un niño- le recordó a Lucian.


-lo se y me duele mucho- se lamento el hombre volviendo a abrazar a su esposo, que hundió el rostro en su cuello.


-¿aun así lo vas a investigar no?- Lucian le respondió con una sonrisa, fue en ese momento que sonó el timbre.


 


 


Alguien que pasara por esa casa y lograra ver por la ventana, no se llevaría ninguna sorpresa, tal vez vería incluso aburrido la imagen de una familia normal comer pizza, sentados en la mesa, dos padres discutiendo con un adolescente.


Tal vez, solo tal vez, si te pusieras a analizar todo lo presente en esa casa notarias las peculiaridades, como los cientos de objetos alarmantemente antiguos, o la pared llena de fotos con las mismas personas, todas en diferentes épocas, algunas de ellas con cuernos en la cabeza, o si pudieras llegar al sótano encontrarías frascos llenos de misteriosas sustancias, alas de hadas y ojos de trolls. Solo alguien con ojo analítico se podría dar cuenta de que observas al que una vez fue alfa de todos los hombres lobo, el que derroto al poderoso vampiro Vladimir Tepes que muchos todavía veneraban y que su esposo era hijo de la leyenda Maureen Fiston el demonio del tiempo, que juntos gobernaron la era doradas de los lobos, que se encontraban ante seres con cientos de años de sabiduría y gran poder.


Pero no, la mayoría solo vería a una pareja hermosa, viéndose con amor desbordado en sus ojos, y un adolescente que no dejaba de revisar su teléfono.


Toda una familia normal.

Notas finales:

Besos


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