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Last Heaven por JRokku

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Notas del fanfic:

Vale, esto va en respuesta a una petición hecha en un grupo. Linda, si está leyendo esto espero te guste, y sí no pues... me esforcé(?) hahaha.

Notas del capitulo:

Hecho con amor y con todo el respeto del mundo, basado en una vivencia muy cercana...a modo de desahogo. 

Se dice que la vida de un profesor  es monótona si éste no hace más que vivir de ello, y la verdad es que Shiyorama Yuu no era quién para desmentir aquello. Con un divorcio a cuestas y una pensión alimenticia que cubrir cada mes, el hombre de treinta y tantos se sumía cada vez más en la miseria, ni siquiera sus compañeros de trabajo podían sacarlo de cuándo en cuándo, siempre prefería quedarse en casa leyendo y releyendo una y otra vez los libros que adornaban su estantería y que por demás ya se sabía de memoria.

En su tiempo, Takanori (un profesorcillo de música) lo había instado a comenzar a impartir clases en otro colegio para “cambiar de aire”, que según él le sentaría de maravilla y hasta podría fijarse en alguna que otra mujer, mas lo cierto era que el pelinegro a esas alturas de la vida estaba tan enfrascado en su manera de vivir que no concebía siquiera el hecho de hacer papeleo para un posible traslado, o andar tras el culo de alguien más. Demasiadas decepciones.


Otro de sus amigos, Akira, le dijo que de seguir así terminaría siendo un viejo amargado y que ni él ni Kouyou estarían ahí para cambiarle los pañales y demás, a ello el hombre se defendió diciendo que no necesitaba de ellos en dicho caso y que de seguro para entonces su propio hijo ya lo habría abandonado en un asilo de ancianos.


El último amigo en cuestión era Uke, mejor dicho “Kai”, puesto que no gustaba del nombre que su santa madre había elegido para él, por el cual había sido objeto de burla gran parte de su vida, cabe decir; él tan sólo era del tipo que vivía y dejaba vivir, y al cual Shiroyama podía acudir para comentar un buen libro o alguna reseña que le hubiera quedado dando vueltas en la cabeza.


Ese era el mundo de aquel profesor de secundaria, el mismo que tenía a su cargo a un curso de hormonados adolecentes prontos a graduarse.

 


Era el primer bloque de un día lunes y los somnolientos alumnos estaban dispersos por la sala, obviamente en sus respectivos grupos y haciendo lo que se les venía en gana. Ni siquiera la presencia del siempre-bien-desalineado-Yuu los había alertado a moverse, no siendo sino hasta que dejó caer el libro de clases de forma estrepitosa en la mesa que todos voltearon y tomaron sus respectivos lugares.


—Buen día, alumnos. —Pronunció con la voz algo tomada por el mismo sueño que cargaba, a sus oídos llegaron vagos saludos que estaban por demás fuera de la norma y que no respondían a lo cordial y respetuoso que debería ser… a él no le importó. Dejó sus cosas sobre la mesa, se ató de mejor forma el cabello, y tras cruzar los brazos sobre su pecho barrio con la mirada el lugar, deteniéndose de lleno y casi trastabillando cuando vio a uno de sus alumnos de lo más entretenido leyendo un libro; vale, que no tenía registro alguno de aquel chico en su retina y de seguro se había equivocado de salón puesto que para colmo parecía de lo más entretenido inmerso en un mundo de literatura… Se llevó el puño cerrado a la altura de los labios y carraspeó para llamar su atención, en su mente un gran “bingo” resonó puesto que de inmediato el susodicho cerró el libro y se puso de pie. —¿Alumno nuevo? No me habían notificado nada…

—Sí, mi nombre es Kazumasa Kohara, pero pueden decirme Shou, he llegado esta mañana, mucho gusto.— Pronunció con soltura mas poseyendo un leve carmín en las mejillas, “qué monada” pensó de la nada el mayor y lo invitó a sentarse nuevamente.


Así comenzaron las clases aquel día, con un Shou muy participativo y un Yuu, por primera vez en mucho tiempo, feliz de impartir clases en ese lugar.


Cuando la jornada escolar finalizó se fue a la sala de maestros para terminar de corregir un par de pruebas y comenzar a redactar otras tantas, le quedaba aún un tanto por hacer cuando de la nada uno de sus colegas le avisó de que un tal “Kohara” lo necesitaba, entonces, sin premeditarlo sonrió y agradeció el recado, aprontándose a llegar en nada a la puerta y atender a su flamante alumno.


La duda de aquel chico dio paso para una amena conversación que supo se le había escapado de las manos cuando al ver la hora notó que era tarde, cordialmente tuvo que despedir al castaño y él tomar sus cosas para partir a casa, o de lo contrario tendría problemas y los comentarios malintencionados no se harían esperar.

 


El tiempo continuó pasando y con él Yuu y Shou se volvían más cercanos, entre tanto había descubierto que a pesar de la edad tenían muchas cosas en común, una de ellas era el amor por la literatura y por el escritor tan aclamado: Edgar Allan Poe. “Algo maravilloso”, creía firmemente, aunque claro, lo que no le pareció tan maravilloso con el correr de los días fue ver cómo aquel chiquillo de ojos grandes y sonrisa perfecta era custodiado por más de algún alumno y/o alumna no sólo del curso, sino de otros niveles también, y no es como si no supiera a qué apuntaba todo aquello puesto que muy a su pesar tenía conocimiento de que se había enamorado de su alumno.


“¿Cómo?”, “¿Cuándo?”, “¿Por qué?”, “¿Estás seguro?”… Esas habían sido algunas de las interrogantes que habían saltado a su rostro cuando se dio en contarles todo a sus amigos una noche en su casa, con un par de cervezas y música de fondo el hombre, luego de haberle dado tantas vueltas al asunto, había resuelto ser sincero y más que nada buscar algún tipo de consejo y/o ayuda, porque aquello no era algo favorable, ni para él, ni para Shou.


—Ahora sí creo que es bueno cambies de ambiente…—Sugirió Takanori apagando el pitillo contra un cenicero.

—No es tan sencillo, Taka, siendo que no puedo alejarme, no sé…

—El cambiarse de lugar sería demasiado repentino y levantaría sospechas, mejor intenta ignorarlo y ya, eres un hombre adulto ¿no? — Secundó Akira, estirando su brazo derecho para atraer el menudo cuerpo de Takanori en un abrazo cariñoso.

—Lo sé, pero esto va más allá de ser adulto o no…

—Entonces…cámbialo de curso, utiliza alguna excusa barata, eres bueno creando.— Instó Kouyou, empinando luego la botella.

—No, definitivamente no puedo hacer eso, el rendimiento del curso ha subido considerablemente desde que él llegó, afectaría demasiado a todos…


En ese momento todas las miradas recayeron en Kai, él era el único que se había mantenido al margen de todo analizando y viendo (seguramente) los pro y contras de la situación. Se acomodó de mejor forma en el sofá y tras beber lo que restaba de su cerveza se dio en hablar.


—Creo que lo más acertado es ir por partes. El huir no es ninguna solución puesto que no has hecho absolutamente nada. Ignorarlo tampoco es muy factible porque uno, despertaría sospechas no sólo en él sino en todos los alumnos; y dos, porque éticamente hablando es algo imposible. Y por último, el cambiarlo de curso no, definitivamente eso despertaría las sospechas de los padres y no alcanzarías a crear un buen argumento antes de que te ataquen ellos y la dirección del colegio por lo perjudicial que puede ser tanto para él como para el curso en sí.

—Entonces, ¿Qué hago?

—Estamos hablando de un alumno, un chico que si bien es cierto no es un adulto tampoco es un niño, en dicho caso el tema es un tanto más accesible y no tan delicado como te lo pretende hacer ver tu subconsciente. Hagamos algo, invítalo a alguna exposición de libros, algo que ustedes dos compartan, dijiste que gusta de los videojuegos y los mangas ¿no? Llévalo a alguna convención o lo que sea, este país es la meca de todo ello, mas procura ser discreto porque hay ciertos códigos que tienes que manejar y sabrás si es bueno decirle o no lo que pasa…


De ahí en adelante Yutaka comenzó a exponer su idea y como siempre todos le pusieron especial atención, ciertamente cada que algún dilema ocurría lo mejor era acudir al razonamiento de él, y vaya que bien lo sabían todos puesto que en sus días de escuela y universidad era él quien siempre lograba sacarlos a todos del posible embrollo.


Así fue como Yuu se decidió por efectivamente invitarlo a una convención, está demás decir que los ojos de aquel chico parecían dos estrellas y el hombre no podía sentirse más feliz, hacía mucho de hecho que no salía y no lograba sentirse tan vivo con el sólo hecho de ver a alguien más disfrutar de lo que él pudiera entregarle.
Entrada la tarde y cuando el manto nocturno comenzaba a desplegarse por el cielo tokiota, ambos se sentaron en una plaza iluminada por uno que otro farolillo un tanto cansados.


—Vaya, ha sido un gran día después de todo.— Comentó el pelinegro a tiempo que veía como un afanado Shou comía lo que restaba de su algodón de azúcar.

—Hn, sí, en serio no sé cómo agradecer el gesto, Shiroyama-sa…Yuu… —Se autocorrigió dado que anteriormente el mayor le había hecho saber que la relación aquel día era de igual a igual, no de profesor a alumno, respectivamente.

—No hay nada que agradecer, digamos que es mi forma de hacerte saber lo feliz que me hace el que hayas llegado…al curso. —Pronunció, aún cuando lo que en verdad le hubiera gustado decir era lo feliz que se sentía de la directa llegada a su vida y al total cambio que había implicado en ella.

—No, nada de eso, soy yo el que debe agradecerte.

—Ya dije que no, Shou…

—Pero es que yo quiero. —Y seguido a ello, el mismo castaño estampó sus labios contra los del moreno, comenzando así un suave y dulce beso que fue correspondido tras un par de segundos de desconcierto.


Está demás decir que lo ocurrido esa noche desató las pasiones entre ambos, en aquella misma instancia Yuu había confesado sus sentimientos más que correspondidos y se dieron en comenzar una relación obviamente clandestina; aunque claro, eso no afectó en lo más mínimo el desempeño de Shou en el colegio, así como tampoco el del profesor en absoluto.


Lo divertido de todo ello eran las escapadas que tenían ambos, y esos momentos a solas que eran más que memorables por el sólo hecho de estar en uno en compañía del otro; y, como era de esperarse, el tiempo continuó su curso hasta el día de las graduaciones y el cierre de un ciclo sumamente importante para ambos.

 


Meses después y un viernes por la noche el timbre de su casa le hizo dar un respingo, se quitó las gafas y tras tallarse un poco los ojos Yuu se aprontó a abrir la puerta…era Shou.

—¿Amor?

—Tenemos que hablar…

Vale, eso no podía ser nada bueno, tanto por la frase en sí como por los hinchados ojos del castaño, Yuu por su parte no dijo nada, sólo lo dejó pasar y le siguió hasta la sala, lugar en donde el chico se sentó y sin mayor preámbulo le entregó un sobre con la insignia de un reconocido hospital impreso en él.

—¿Qué es esto? ¿Estás enfermo? —Preguntó ya habiendo tomado el sobre disponiéndose a leer el enunciado, aunque claro, tuvo que leerlo y releerlo para poder recién después de un par de segundos reaccionar. —Estás…

—Dos meses…


Silencio… un silencio absoluto se formó entre ambos y una débil lágrima se deslizó por la mejilla derecha del menor de ambos, por su parte Yuu estaba en shock, ciertamente sabía que algo así podía pasar pero ¿Tan pronto? … Elevó la mirada hacia su “conejito” y el corazón se le encogió cuando vio el miedo impreso en su rostro, entonces, dejó los papeles sobre la mesa y se acercó a él para abrazarlo y confortarlo; no era fácil.


—Sé que no te puedo pedir que estés tranquilo porque es imposible, te amo, y me disculpo pero no puedo ver esto como un error.— Pronunció el pelinegro, dejando estupefacto al hombre entre sus brazos.

—¿Me amas?

—Lo hago, lo hago desde hace ya mucho y si no te lo había dicho era por el miedo que tenía a seguir aferrándome a esto y que un día de buenas a primeras tú decidieras ir por alguien más, no sé, disfrutar de tu vida con gente de tu edad y si era posible conocer a alguien compatible contigo… Estaba abierto a esa posibilidad ¿sabes? Porque a pesar de todo la diferencia de edad si bien es cierto no es tema entre ambos, tarde o temprano sería un tema a tratar.

—No… no Yuu, no, me conozco y sé que esto que siento no lo sentiré con nadie más, me entregué a ti en cuerpo y alma, y de verdad siento que no podré amar a nadie como te amo a ti…

La escena era digna de cualquier buen dorama, ambos abrazados y con los ojos a punto de derramar un buen par de lágrimas se fundieron en un profundo beso acordando seguir adelante con todo, aún cuando claramente habían muchos asuntos que resolver, el primero de ellos era el hablar claramente con la familia de ambos.

 


—No puedo creer lo que me dices, ¿En serio fue así?

—Te lo estoy diciendo, Taka, lo echaron de casa con lo puesto y sin más, ahora estamos viviendo juntos.

—Igual es mejor que exponerlo a un ambiente lleno de tensiones, imagino que ambos están bien, ¿no?

—Algo, o sea, yo sí pero el verlo sufrir cada día a escondidas no es algo que me aliente demasiado.

—Ahí es cuando tú tienes que ser fuerte por ambos y pensar por ambos. ¿Por qué no lo llevas a algún lugar? Mie es un buen sitio para relajarse ¿no? También hay campo, llévalo allá, arrienda una cabaña y dale el mejor fin de semana de su vida…  

—Uhm… ¿Crees que funcione?

—Te lo doy por firmado. Cuando yo estaba mal por la pérdida del bebé, Akira me llevó un fin de semana a la playa y me sirvió demasiado para distraerme, hablamos todo lo que tuvimos que hablar, comimos todo lo que tuvimos que comer, y follamos todo que tuvimos que fo…

—Ya entendí.

—Qué bueno. Entonces, ya vete y arregla todo, que ese chico merece tener una vida plena y quién mejor que tú para dársela, anda.


Dicho y hecho, saliendo de allí Yuu se aprontó a hacer un par de llamadas a un par de familiares en Mie, esa misma tarde iban camino a destino y ya por la noche descansaban en la cabaña que el pelinegro había conseguido.


—Yuu…

—¿Hm?

—¿Qué crees que sea? —Preguntó el menor mientras acariciaba la leve curvatura que comenzaba a formarse en su bajo vientre, ambos estaban tendidos en la cama con la luz apagada siendo sólo iluminados por el reflejo de la hermosa luna de esa noche.

—Uhm… no lo sé, ¿Tú que crees?

—Niña…

—¿Ah sí? ¿Y eso?

—Sólo lo presiento…

—Entiendo. Sólo espero que sea igual de hermosa que tú.

—Anda… que no lo he hecho solo.. —Rió—

—Lo sé, oye…

—¿Hm?

—Te amo.

—Yo también te amo…


De haber sabido que esa sería la última noche que Yuu tendría para descansar debidamente, habría prolongado más aquel momento, habría prolongado más aquel beso, habría detenido el tiempo para que éste no se encargara de seguir con el curso indescifrable de la vida y del destino mismo.


A la mañana siguiente todo ocurrió demasiado rápido, el grito desgarrador desde dentro de la cabaña instó a Yuu a dejar los maderos que juntaba y correr hacia el interior, cuando entró se encontró con una escena que le puso los pelos de punta: Shou en un intento por quitar una tela de araña de la lámpara se había trepado en una silla, lo que no había advertido antes era que había acomodado ésta muy al borde de un peldaño y por esos asares de la vida terminó en el suelo, no sin antes haberse dado de lleno en el vientre contra uno de los sofás que había en la estancia.


Con un dolor punzante y por demás asustado Shou se aferró a un nervioso Yuu mientras era transportado al auto, mientras tanto el pelinegro maldecía la hora en que había accedido a ir a un lugar tan remoto como aquel, completamente alejado de la civilización y por ende de un posible hospital. Pisando el acelerador a fondo se abrió paso en la carretera adelantando todos los vehículos habidos y por haber, no dejando de lado el estar pendiente del menor  e instándolo a seguir aguantando, las cosas no podían acabar ahí, no así…


En una curva fue que la historia de ambos dio un vuelco inesperado, el castaño al experimentar tanto dolor cayó desmayado y, el moreno al notar aquello, entró en pánico perdiendo el control del automóvil estrellándose contra un poste del alumbrado público.


Ya no había nada más…

 


Días después Shiroyama Yuu despertaba del coma inducido, a su alrededor cuatro pares de ojos le miraba expectantes, casi con miedo de verle reaccionar del todo.


—Yuu, no te sobre esfuerces… — Pronunció Kai intentando evitar que se levantara.

—Shou… ¿En dónde está, Shou?

—Yuu, tranquilo por favor, Akira, ve por el doctor.— Esta vez fue Ruki quien habló, claramente con un semblante por demás nervioso.

—¡No! ¡En dónde está Shou! ¡Quiero ver a Shou!! ¡Mi bebé!! ¡Shou!!!


Los gritos se podían escuchar desde distintos puntos del hospital, y cada uno se sobrecogió en sí mismo al empatizar con el sufrimiento por el cual estaba pasando el emisor de ellos.


Nadie fue capaz de decirle en dónde estaban Shou y el bebé, sólo el médico quien tras haberle aplicado un tranquilizante, horas después, tuvo que informarle de la desalentadora noticia…


“Intentamos hacer todo lo que estuvo a nuestro alcance pero las lesiones de él eran demasiado comprometedoras, para cuando logramos trasladarlos acá él y el bebé habían fallecido.”


Dolor…el dolor que sintió repartido por todo su cuerpo no se comparaba ni por sea caso con el que se instaló en su pecho desde ese preciso momento, de forma inmediata a su mente llegaron una serie de flash-back que lo llevaron a aquel primer día en que lo vio, a la salida que dio paso a su historia, al primer beso, a la primera vez que estuvieron juntos, sus sonrisas, sus “te amo”…esas ganas de vivir tan propias que sentía desde que aquel par de ojos grandes sólo se dedicaron a mirarlo a él se había esfumado, ahora no quería saber nada más, no podía ni con la culpa ni con saber que nuca más podría verle, sentirle, nunca más podría besarle ni decirle cuánto lo amaba.

 


Tiempo después y Kai fue el encargado de llevarlo a casa, en todo el camino no mencionó palabra alguna, ni siquiera había querido asistir al funeral de ambos por el sólo hecho de no sentirse digno, después de todo él había sido el culpable de todo, él había embarazado a Shou, él había creado el rechazo de sus padres por ese hecho, él lo había llevado a aquella cabaña, él lo había dejado sólo, él había perdido el control del auto y había desatado el final dos vidas que estaban a punto de comenzar…


—Yuu.. ya llegamos. — La suave y apacible voz de su amigo lo sacó de sus pensamientos, asintió levemente y de forma lenta descendió del vehículo.  —Hoy yo me quedaré contigo por si necesitas algo, ya mañana vendrá Kouyou y así…

—No es necesario.

—¿Eh? ¿Cómo que no, Yuu? Tú no estás bien.

—Lo sé, pero quiero estar solo, déjame solo por favor y no quiero que nadie venga.


Ante eso Yutaka no tuvo más que acceder, sabía que era peligroso dejarlo en tal estado mas respetaba el dolor ajeno y por todo el cariño y respeto que le tenía asintió, cerrando la puerta tras él y así dejando al pelinegro completamente sumido en su mundo, del cual jamás, según él, tuvo que haber salido.

 


Meses siguieron al suceso y muy por el contrario a lo que él pensaba, nadie le dio la espalda, de hecho, sintió el apoyo directo tanto del cuerpo estudiantil como del docente, de igual forma la familia de Shou no levantó ninguna especie de cargos (como en un principio habían amenazado con hacer) por la memoria misma del castaño y por el amor que le constaba, había entre ambos.


Un miércoles por la tarde finalizada las clases, Yuu por primera vez en mucho tiempo se dio en ir a visitar la tumba de sus dos amores, llevó un par de flores y un libro, “su favorito”, se sentó frente a ambos y ahí dio rienda suelta a la lectura, a sus lágrimas, a un par de vivencias que sabía el menor gustaba de escuchar y, finalmente, a clamar por el perdón que necesitaba; porque a pesar de todo, a pesar de que todo el mundo le decía que fue cosa del destino, que no era su culpa, él no lo sentía así.


Estando a punto de levantarse para marchar del lugar completamente abatido por no lograr sentirse en paz, una suave y tibia brisa removió sus largos y azabaches cabellos envolviéndolo en una confortante calidez, la misma que experimentaba cada que los finos pero largos brazos del menor lo envolvían… supo que estaba ahí… que no estaba sólo… y que a fin de cuentas jamás lo estaría.


Porque así era, porque Shou era su último cielo, y aunque no estaba de forma física ese pequeño ángel había llegado a demostrarle y a enseñarle que nunca es tarde para comenzar de nuevo, para vivir… Entonces, por primera vez en mucho, sonrió…

 …se sentía en paz.

 

 

 

 

 

Notas finales:

Ojalá les haya gustado, espero todo tipo de crítica, comentario y demás. Gracias por leer. 


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