El cielo más grande
17.- Lejos de casa.
Narrado por Tsuna
Reborn había reservado un jate que nos trajo a Grecia. Un país lejano pero cercano a Italia, donde había dejado todo.
Aun siento ese amargo sabor de boca al recordar que deje a Hibari-san en el altar, pero si no lo hacía, hubiera sido la persona más miserable en el mundo. Estamos alojados en una casa cerca de Plaka, una zona hermosa en la capita Atenas. La cual es una zona turística que se caracteriza por sus calles estrechas y de bajada, es el lugar más hermoso de toda Grecia.
Estábamos en un restaurante, en ese lugar. Habíamos decidido después de una semana de estar encerrados en la casa de salir a conocer el lugar.
- ¿Qué desean ordenar? – nos habló un mesero en su idioma natal. Me sentí nervioso porque no tenía ni una idea del griego pero Reborn habló
- Nos gustaría probar el Pastourmá – decía a medida que leía el menú dejándome sorprendido de su dominado griego
- Entendido señor… - vi como escribía en una nota - ¿Qué desea para tomar?
- Pediremos su mejor vino – cerró el menú y se lo entregó para que el mesero saliera en busca de los platillos.
- ¡Increíble! – no pude evitar sorprenderme – Dominas muy bien el griego.
- Hace unos años, la economía griega era fuerte y sólida como para invertir en ella – comentó mirándome a los ojos – aprendí griego para asociarme en este país… pero la economía cayó antes de que lo hiciera y tuve suerte de retirarme antes de tiempo.
- ¡Vaya! – había muchas cosas que no sabía de Reborn - ¿Sabes hablar varios idiomas? – le pregunté encaminado
- Aprendí francés cuando estuve ahí, japonés por negocios, ingles en la escuela, español por diversión, alemán porque quería conquistar a unas cuantas alemanas y rusas también – la cara de Tsuna se enfureció
- Ah… ¿enserio?
Reborn lo miró de reojo sin sentir piedad.
- Y aprendí portugués porque me fui a divertir a Brasil con Colonello.
- ¿Colonello? – preguntó interesado, cosa que molesto al azabache - ¿Qué pasó con él?
- Está en Italia, atendiendo mis asuntos con la empresa
Lo mire sorprendido.
- ¿Él sabe que estamos aquí? - Reborn me miró fijamente
- Así es, es el único que lo sabe
- Ya veo… ¿Confías mucho en él no? – pregunté tímidamente
El me observo durante varios segundos, parecía confundido. Me encogí de hombros intimidado ¿Tal vez mi pregunta fue extraña pero verdadera? Entrecerró los ojos como si tratara de descifrar lo que le estaba diciendo y al verme suspiró cansado
- ¿Qué estás insinuando? – me pregunto mientras se acercaba a mi cara un poco en busca de un respuesta
- N-Na-Nada – agité los brazos parecía enfadado ahora
- ¿Tan Dame eres? – me pregunto a medida que me jalaba la mejilla en forma de reprimenda
- Es que… tu normalmente no confías en nadie… y… te fijaste en mi como un chico…. – traté de explicar mis dudas, pero el cada vez ponía una cara de demonio enfrentándome
- ¿Me estás diciendo gay? – negué contrariado - ¿Cómo te castigaré Dame-Tsuna?
- Es que…
- No porque me gustes tú, significa que quiero tocar el culo de otros hombres. Además tu eres es… - guardo silencio
- ¿Yo soy?
- ¡Cállate! – se volteó, lo mire sorprendido y confundido pero no insistí más, además, el hecho de que me haya dicho que le gusto, me es suficiente como para vivir al menos tres mil años más
La orden llegó. Reborn seguía enojado, tratando de poner un ambiente más agradable busqué algún tema para compartir pero no había algo que se me ocurriera.
- ¿Te gusta leer? – pregunté casi en un murmullo
- ¡Je! – sonrió de lado – ¿Escapaste conmigo y ni siquiera sabes eso?
- Tu tampoco lo sabes – lo incriminé de la misma forma que él lo hacia
- Claro que lo sé – dijo victorioso – no te gusta hacerlo ¿No es así?
Me sentí humillado.
- Claro que me gusta – respondí molesto
- ¿Los secretos de los dinosaurios? – me dejó mudo – es el único libro que tienes, tanto en tu habitación en la mansión, como en tu departamento.
- ¿Cómo sabes eso? – me miró dubitativo
- ¿Acaso olvidaste que estuve en ambos lugares contigo? – se metió un bocado a la boca
- ¡¿Espiaste mis cosas?!
- ¿Por qué regresas las preguntas con más preguntas?
- ¡Porque lo haces tú!
Narrado por la autora
Ambos quedaron en silencio y retomaron su comida. Parecía como si cada vez que se conocían más y más resultaba un obstáculo grande que brincar. Se dieron cuenta que una decisión pasional como la que habían tomado resultó ser problemática.
Tsuna bajó la mirada, amaba a Reborn pero sin duda no lo conocía al cien por cien. Tan solo unas cuantas piezas de su misterio. Se comenzó a preguntar esas cuestiones que lo habían intrigado, pero que nunca tuvo el valor de preguntar.
- Reborn…
- ¿Qué pasa ahora? – me preguntó molesto
- Ese libro me lo dio mi madre antes de morir – contó nostálgico y Reborn lo miró serio pero sorprendido por dentro
Reborn recordó otras cosas, ni siquiera sabía si el chico con el que había escapado tenia padres, supo ahora que su madre había muerto y entonces… ¿Qué pasa con el padre?
- Lo siento
- Yo leo varios libros, pero todos están con mi padre, únicamente tengo ese porque siento que mi madre está conmigo cuando voy con el.
- Es ilógico – comentó Reborn – si te mudaste a Italia porque únicamente trajiste ese libro ¿Acaso tu visita era momentánea?
- Mi viaje a Francia había sido platicado desde mucho antes, únicamente lo apresuré cuando me sentí destruido por ti
- ¡¿Y por qué rayos no me lo dijiste?! – la voz de Reborn se escuchó por todo el lugar, algunas personas lo miraron por semejante grito. - ¡Si te ibas a ir de todos modos! ¡¿Por qué te empeñaste en entrar en mí?!
- Reborn… - el castaño movió las manos para tranquilizarlo pero fue inútil, Reborn parecía un verdadero diablo sacado del mismo infierno.
Llamó al mesero. El joven que los atendía parecía asustado, pero Reborn fue prudente y pago educadamente para salir del lugar. Tsuna caminó atrás de él y al hacerlo sintió como si de nuevo fuera él el único que perseguía al otro y paró en seco con una fuerte pisada en el suelo.
Reborn paró al escuchar el estruendo que hizo la pisada y lo observo aun molesto.
- ¡No entiendo tu enojo! - gritó el menor mientras se encogía de hombros y empuñaba las manos con fuerza - ¡Explícame!
Reborn abrió la boca para decir algo, pero el mismo se detuvo. En realidad no había explicación, su enojo se entendía empíricamente. Además y más importante resultaba infantil.
- ¡Como sea! – retomó su camino
- ¡No es como sea! ¡Te he estado siendo sincero desde que llegamos aquí! ¡Trato de fortalecer nuestra relación pero tu pareces tener el fin de no hacerlo!
- ¿Qué dices?
- ¡Quiero ser claro! – sus palabras era fuertes y claras pero sus piernas temblaban - ¡Te amo! ¡Pero a estas alturas parece como si ni siquiera te gustara que estemos juntos!
- Dame-Tsuna – se acercó para tomarlo de brazo – estás haciendo mucho escandalo
Tsuna volteó a sus lados y en efecto había varios mirones que los observaban con interés y burla.
- ¡No me importa! – se soltó de su amarre - ¡Te doy asco! ¿No es así? ¿No te gusta que estemos juntos?
- ¡Vamos a la casa! ¡Ahí arreglaremos esto!
Aunque Tsuna se seguía resistiendo fue llevado por la fuerza hasta el coche, para ser llevado directamente a la casa en la que estaban viviendo.
Por fuera la casa era hermosa, era estrecha, con una cochera y una pequeña puerta, lo demás estaba cubierto de enredaderas verdes con flores moradas que la hacían lucir adorable. Había una ventana con un pequeño balcón desde donde se observaba la ciudad ya que estaba en un terreno alto. Tsuna bajó del coche antes de que Reborn se metiera el coche al garaje y subió a la única habitación a descansar y encerrarse.
Reborn subió y abrió la puerta. Vio a un Tsuna en lágrimas que provocó que olvidara el enojo. Por supuesto el amor resultaba ser un sentimiento desquiciado. Las personas pueden hacer cosas que jamás se hubieran imaginado. Lamentablemente para el niño de veintiún años que estaba en la cama llorando de lado era víctima de ese sentimiento y no solo el menor si no que el también ¿Qué hacía enojándose por algo tan infantil como lo de hace un rato?
Por supuesto se lo preguntó y se dio cuenta que el enojo provino de esa idea de saber que Tsunayoshi ya no lo amaba y eso lo hizo enfurecer. Odiaba esa idea, quería monopolizar cualquier sentimiento de cariño y amor del castaño y entonces al saberlo, comprendió que se estaba volviendo loco.
Se acercó a la cama y se acostó a un lado de Tsuna. No se le acercó de más, únicamente se colocó de lado y observo su espalda.
- Tsuna…
El mencionado abrió los ojos sorprendido, nunca había sido llamado así por Reborn.
- Voltéate – le ordeno
El castaño tímidamente volteo y encontró su mirada tan cerca de la suya que se sintió abrumado.
- Dime de nuevo esas palabras – Tsuna coloreó su cara de un cálido rosa
- Te amo Reborn
Entonces el azabache sonrió.
- Y es por eso que yo te amo tanto a ti que me volví loco y te traje aquí – Tsuna rio levemente – Hay una cosa que me enoja más que nada ¿Quieres saber qué es?
Tsuna asintió.
- Pensar que no estás conmigo – los ojos de Tsuna se pusieron un poco rojos, quería llorar pero se aguantaba las lágrimas – No sé de donde sacaste la idea de que me das asco, tu mejor que nadie debe saber que eres el único que logra llenarme de esos sentimientos de deseo y al mismo tiempo de ese extraño sentimiento de amor.
El menor escuchó atentamente y poco a poco su rostro cambiaba de color.
- Entonces… ¿Po-Por qué no lo ha-haces?
Reborn entrecerró los ojos y sonrió de lado. Tomó el rostro de Tsunayoshi con una mano y lo llevó a su cara.
- ¿Sabes lo que estás diciendo? - le preguntó seductor
El menor asintió
- No puede ser nadie más que tu
Reborn parecía el hombre más feliz de la tierra y con un apasionado beso, la tarde comenzó.
CONTINUARÁ…