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¿Esto es amor? por girlutena

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Notas del capitulo:

wiiiiiiii

creo que es milagro de navidad que estoy terminando de actualizar 

este será el capitulo final (?)

creo que hare un epilogo *-*!!!!!!

 

El sol empezaba a salir desde más temprano de lo habitual, dejando que sus rayos calentaran lentamente el agua del mar, permitiendo que en este se reflejara el color azul del cielo; los grandes y altos árboles de cerezos ya habían florecidos, dejando ver sus hermosos pétalos de un rosa pálido.

 

El suave sonido del viento chocando contra las ramas, hacían de aquella mañana, una tan tranquila, los suaves rayos del sol, se colaban por las finas cortinas que eran movidas suavemente por el vendaval, el varón que ocupada la habitación, sonrió suavemente, acariciando los cabellos azabaches de su pequeño y huraño doncel; pasó suavemente sus labios por sus sedosos cabellos, aspirando el dulce aroma a menta que emanaban de su nívea piel. 

 

Soltó una suave risa al sentir como Takafumi se removía inquieto entre sus fuertes brazos, sonrió dulcemente al escucharlo soltar un suave bostezo aun sin atreverse a abrir sus azulados ojos, gimió bajito al sentir los suaves besos del varón sobre la piel desnuda de su cuello.

 

Abrió lentamente sus ojos, llevando sus manos hasta los cabellos castaños del mayor, frunciendo levemente su ceño al recibir un beso en la punta de su nariz.

 

 -Buenos días. –Kirishima rió bajito al sentir como el menor insistía en removerse entre sus brazos pero al ver que su tarea era en vano, termino por cubrir su rostro somnoliento en su pecho, acarició suavemente los cabellos azabaches del doncel, repartiendo suaves besos sobre sus sedosos cabellos.                                                                       

 

-¿Hoy vas a trabajar? –Zen besó suavemente la coronilla de la cabeza del menor, escuchando el suave bufido molesto del moreno.

 

 -No mi amor, hoy no. –El mayor sonrió suavemente al recordar su pequeña charla con su bebé; acarició suavemente la espalda del doncel, al sentir el fuerte abrazo del menor rodeando su cintura. -Ven, vamos a darnos una ducha, juntos.

 

El menor levantó levemente su rostro para observar los ojos castaños del menor, frunció levemente su ceño al verlo sonreír pícaramente, cerró sus ojos con molestia, al sentir los dedos del mayor sobre su ceño fruncido.

 

 -Te amo tanto, mi osito. –El mayor besó con demasiada suavidad los labios del moreno, sintiendo como el menor se resistía a sus caricias.

 

 -No me digas, osito. –Yokosawa bufó hastiado al escuchar la suave risa del castaño, salió de la cama escuchando los suaves pasos del mayor detrás de él.

 

 

 

El vapor había llenado todo el baño, empañando los azulejos de las paredes y el espejo que colgaba en la pared, el mayor sonrió suavemente al escuchar como el agua de la ducha caía sobre el lechoso cuerpo del doncel.

 

Ingresó suavemente a la ducha, para abrazar la cintura del menor, apoyando su cabeza sobre el hombro y juntando su pecho contra la espalda del menor; repartió suaves besos por la piel mojada, escuchando los suaves jadeos que soltaba el moreno.

 

 Bajó lentamente su mano, acariciando su pecho, sus pezones que ya se encontraban erectos, jugó un rato con ellos para luego bajar por su vientre y acariciando aquella cicatriz; el menor agarró fuertemente sus cabellos castaños para besar sus labios, mientras que él volvía a bajar su manos, para acariciar el miembro erecto del doncel.

 

Rió bajito al escuchar el jadeo de insatisfacción cuando soltó el miembro del menor, delicadamente volteo el cuerpo del menor, para arrodillarse delante de él, apoyó con suavidad su rostro sobre el vientre plano de Yokosawa, sintiendo las suaves manos del doncel sobre sus húmedos cabellos; le dio un pequeño beso sobre aquella marca, para tomar con delicadeza el miembro del menor entre sus manos, empezando a repartir suaves besos, sintiéndolo latir, sintiendo aquella espesa humedad que empezaba a cubrir todo el falo.

 

Takafumi soltó un suave grito y apoyo el peso de su cuerpo sobre los fríos azulejos, apoyando sus manos sobre los hombros del varón; cuando sintió que su miembro era introducido en la boca del castaño; empezó a impacientarse al sentir los dedos del varón jugar contra su entrada.

 

La lengua del mayor se movía por toda su longitud, sin importarle que el menor clavara sus uñas en su desnuda piel, absorbió toda la esencia del doncel; al mismo tiempo que introducía dos de sus dedos en la entrada del doncel.

 

El mayor se puso de pie, tomando una pierna de Yokosawa para colocarla en su cintura, mientras uno de sus brazos se apoyaba sobre su hombro, el castaño besó con lujuria los labios del moreno, mientras lo levantaba para introducir su erecto miembro; gruño por lo bajo al sentir la tan estrecha cavidad del doncel.

 

El castaño escondió su rostro en la curvatura del cuello del doncel, aspirando el dulce aroma del jabón, sintiendo las gotas del agua templada en su espalda, el menor rodeó el cuello del mayor con su brazo mientras se dejaba penetrar fuertemente por el varón.

 

Los gritos de la pareja fueron opacados por el fuerte sonido del agua que seguía cayendo sobre los cuerpos que yacían pegados uno con el otro; el menor apoyó su cabeza sobre el hombro del castaño, mientras mordía la piel mojada del varón.

 

El menor sintió como su miembro era aprisionado por la mano del varón, apretándola suavemente, sintiendo como su esencia era descargada entre sus vientres, Kirishima se sintió pleno al sentir como el interior del menor se volvía apretado y estrecho, gruño por lo bajo al sentir como las penetraciones se volvían más forzosas pero no por ello menos excitados.

 

El moreno cerró sus ojos, soltando un grito al sentir la esencia del mayor en su interior, tan caliente y espesa, apoyó su cabeza sobre el hombro del mayor, sintiendo como su pierna era bajada hasta los azulejos del suelo, sintiendo como el semen del mayor bajaba por sus piernas.

 

Se dejó bañar por las suaves y delicadas manos del castaño, cerró lentamente sus ojos, mientras sentía los suaves dedos del mayor acariciar su cabeza, haciendo pequeños círculos sobre sus cabellos, soltó un ligero suspiro al sentir como nuevamente el sueño empezaba a invadir su cuerpo.

 

 

 

El suave murmullo del pequeño bebé sobre la sillita se podía escuchar por toda la casa, volviéndola un ambiente tan cálido y armonioso, Zen sonrió abiertamente cuando su pequeño abrió su boquita para recibir la cucharadita con papilla, la pequeña Hiyo se sentó en la mesa, con su uniforme sumamente impecable, sonriendo al recibir su desayuno por parte de su onii-chan.

 

Su mirada color miel se fijó en la figura de su padre y en el ceño fruncido del moreno, tomó suavemente el jugo de naranja mientras escuchaba las discusiones infantiles que mantenían los adultos.

 

Aquello ya se había vuelto algo común, Kirishima solía fastidiar al doncel todas las mañanas, mientras que este preparaba el desayuno y el castaño se encargaba de darle de comer al bebé, pero aún así la pequeña Hiyori no sabía y no entendía por qué su padre se empeñaba tanto en hacerlo enojar; soltó un suave suspiro abatido al imaginarse nuevamente saliendo de la vida del moreno, negó silenciosamente aquella idea y se puso de pie, para coger su mochila.

 

-To-san, deja de fastidiar a mi Onii-chan. –La castaña golpeó suavemente el hombro de su padre y rió al ver como su hermanito le estampaba un poco de la papilla en el rostro del varón, para que dejara de fastidiar al doncel. –Así se hace, Yuri-chan. –El pequeño pelinegro rió fuertemente al sentir los sonoros besos de su hermana sobre sus mejillas. –Bueno, ya me voy. –El bebé sonrió al recibir las caricias sobre sus cabellos por parte de la niña, empezando a soltar palmaditas, embarrando su ropita con su comida.

 

 -Cuídate mucho, mi niña. –Hiyo recibió a gusto el beso sobre sus cabellos por parte del doncel, para luego recibir el beso sobre su mejilla por parte de su padre, salió de la casa mostrando una hermosa sonrisa, recibió los agradables rayos del sol sobre su piel y caminó despacio hasta su escuela.

 

Había pasado un buen tiempo desde que se mudó con su padre a la casa del doncel, le había parecido buena idea ya que no quería vivir lejos del doncel; el brillo que mantenían vivos los ojos de su padre, habían vuelto a aparecer, también se había dado cuenta de las pequeñas sonrisas que los dos se mandaban, cuando creían que ella no los veía.

 

Detuvo lentamente sus pasos al ver que el semáforo cambió a rojo, apretó suavemente la tira de su mochila, para volver a cruzar la autopista, soltó una suave y ligera risa al recordar las palabras de su padre.

 

 

 

-Nuestra niña está creciendo. –Kirishima dejó el plato del bebé sobre el lavador para cargarlo suavemente en sus brazos, para volverlo a sentar en su sillita.

 

 -Dentro de poco pedirá salir a fiestas o tener un novio. –El doncel dejó el vaso de jugo de naranja sobre la mesa, mientras se sentaba al costado del bebé, dejando que el varón se atorara con su café.

 

 -¡Pero es una bebé! –Yokosawa giró para ver el rostro abatido del varón, con sus ojos color miel queriendo soltar finas lágrimas y se atrevió a sonreír suavemente, acarició los cabellos castaños del varón para dedicarle una suave mirada.

 

 

 

El viento empezó a soplar suavemente, dejando que el sol se fuera ocultando poco a poco, después de contarle un pequeño cuento al pequeño, Yokosawa se quedó dormido en la cama que le pertenecería a su pequeño Yurishi.

 

El pequeño morenito, fue removiéndose inquieto entre los delicados brazos de su padre doncel, abriendo sus grandes ojitos y soltando un sonido bostezo, giró lentamente su pequeño rostro y fijo sus hermosas orbes brillantes sobre el rostro dormido de su Oto-chan y con su pequeña manito tomó suavemente la nariz del mayor, soltando una graciosa risita al ver como su papi fruncía su ceño.

 

Alzó sus cortos bracitos y movió suavemente su piececitos al ver como su padre varón se acercaba sigilosos hacía ellos; Kirishima lo alzó suavemente entre sus fuertes brazos, dejando que el pequeño, jugara y jalara divertido sus cabellos castaños; besó suavemente la barriguita del menor para luego cambiarle el pañal y colocarle un nuevo cambio de ropita y por último le besó sus cabellos azabaches.

 

 

 

Yokosawa se removió suavemente entre el mullido colchón, absorbiendo el aroma a talco y a loción para bebés, de las mantas del pequeño pelinegro, fue abriendo lentamente sus orbes oscuras, fijando su vista sobre el cielo que mantenía sus suaves colores naranjas y azules, soltó un suave suspiro y talló suavemente sus ojos con sus puños, al sentir el viento helado que empezaba a correr a esa hora.

 

Frunció ligeramente su ceño al sentir el olor dulzón y picante del tomate y llevó sus manos hasta su estómago al escucharlo gruñir; bajó lentamente las escaleras, sorprendiéndose de no escuchar las suaves voces de sus hijos.

 

 

 

-Sé que hoy no es ningún día especial. –El moreno quiso voltearse al escuchar la voz de Zen, pero sintió como sus ojos eran cubiertos por una suave tela, privándole de su visión. Sintió un leve cosquilleo al sentir la respiración del mayor sobre la piel de su cuello, para luego sentir los suaves labios del mayor posarse levemente sobre su piel. –Pero quiero que este día sea muy especial.

 

El varón empezó a caminar despacio, llevando el cuerpo del moreno consigo, para detenerse después de dar unos cortos pasos; el menor llevó sus dedos sobre la tela, para quitársela, observando la pequeña mesa donde se encontraban dos platos, las velas prendidas, alumbrando el pequeño ambiente.

 

Sonrió suavemente al sentir los brazos del varón rodear su cintura y apoyó sus manos sobre las grandes manos del castaño, alzó levemente su rostro para atrapar los labios del mayor entre los suyos.

 

¿Dónde están los niños? –El moreno se sentó sobre la silla, dejando que Kirishima se encargara de servir la cena.

 

 -Están en casa de Maito. –Zen tomó suavemente la copa del moreno para llenarle del dulce vino, manteniendo una pequeña sonrisa en su rostro.

 

 -Vaya, quien lo diría. –Yokosawa tomó un poco del vino dulce que le había servido el castaño, jugando con la copa entre sus finos y largos dedos. –Después de soltarle un fuerte golpe, terminaron siendo buenos amigos.

 

El mayor se sentó al frente del doncel, tomando delicadamente su mano, para besarle suavemente la palma; Yokosawa sintió una pequeña corriente atravesar su columna vertebral al ver un brillo extraño en los ojos del varón.

 

El olor a tomates llenó todo el ambiente, Kirishima rió bajito al escuchar el sonido del estómago del doncel y se ganó un golpe en su pecho, el varón sirvió la entrada; los tomates rellenos fueron recibidos por un sonriente Yokosawa que se los comió sin miramientos.

 

 -¿Cómo fue el trabajo de Ryon-san? –El castaño negó suavemente, sin que el moreno le viera, soltó un suave suspiro para sonreírle.

 

 -Bien; ya mandamos a imprimir su nuevo tomo. –El doncel tomó un poco del vino, observando el sutil movimiento que hacían los dedos del varón. Asintió suavemente, dejando que el mayor sirviera el plato principal.

 

Kirishima no pudo evitar sonrojarse al ver como el doncel abría de par en par sus cuencas azules, al ver cada detalle de Sekihan, rodeado de verduras y carne frita, tuvo que pasar su lengua por sus labios, pero rápidamente dirigió su mirada hacía la del castaño.

 

 -¿Qué celebramos hoy? –Los entrecerrados ojos del doncel observaron los brillantes del varón, sin poder evitarlo frunció levemente su ceño.

 

 -Takafumi. –El menor sintió el leve temblor de la mano del castaño, cuando tomó la suya y tampoco le pasó de ser percibido aquella seria voz, que tan solo utilizaba cuando deseaba decir algo importante. –Te amo.

 

Takafumi pudo observar que en los ojos del castaño se reflejaban el tintineo de las velas; el moreno tuvo que recordar que debía respirar y abrió y cerró sus ojos, lentamente.

 

-Yo también te amo. –El mayor cerró lentamente sus ojos al sentir el suave contacto de la mano del doncel sobre su mejilla, cuando abrió sus ojos pudo ver las mejillas suavemente sonrojadas de Yokosawa.

 

-Sé que antes hice las cosas mal. –El menor quiso negar rápidamente, pero Kirishima apoyó delicadamente dos dedos sobre los labios del menor. –Escúchame, estoy arrepentido por todo lo que te hice pasar, pero no puedo evitar sentirme plenamente feliz al tener la familia que tengo y todo esto es gracias a ti.

 

El moreno no podía apartar sus ojos de la mirada penetrante del castaño, el aroma a sándalo del mayor le llegó hasta todos sus sentidos, sintió la fresca palma de la mano del mayor sobre su mejilla, quiso cerrar sus ojos, pero temía que las lágrimas ganaran su lucha.

 

 -Takafumi Yokosawa. ¿Deseas casarte conmigo?

 

 El menor cerró y abrió sus ojos, pensando que había escuchado mal, negó suavemente con su cabeza para observar el rostro del castaño; quien poco a poco iba perdiendo su seriedad.

 

 -Takafumi ¿Estas bien? –Los ojos color miel de Zen se habían opacado levemente, alarmando inconscientemente al doncel, quien negó fuertemente, para cruzar sus brazos alrededor del cuello del mayor.

 

 -Sí… sí, quiero casarme contigo. –El mayor cruzó sus brazos alrededor de la cintura del menor, cubriendo su rostro sobre los cabellos azabaches del doncel, mientras que el cuerpo menudo del menor temblaba ligeramente; dejándole saber que se encontraba llorando.

 

Los labios del castaño apresaron con delicadeza los labios del menor, dejando que este jugara con su lengua, dejando que el menor acariciara con fuerza sus cabellos; suavemente levantó el cuerpo del moreno y el suyo propio para caminar hasta la habitación. Olvidándose de la cena.

 

 

 

 -Así que tu tonto padre al fin le va a pedir matrimonio a Taka-chan. –La pequeña Hiyori se encontraba jugando ajedrez con Maito en la sala de estos, dejando que el aroma a té de jazmín les relajara levemente; mientras Shon cargaba a un sonriente Yurishi.

 

 -¡Sí! –El varón se llevó sus manos hacia su cabeza al ver como la niña tiraba con un poco de fuerza a su reina del tablero. –Ya era hora.

 

Shon rió al ver a su novio recoger las piezas y guardarlas en el tablero, la pequeña se puso rápidamente de pie al ver que el cielo ya había oscurecido, desde el alfeizar pudo ver al varón acercarse a Shon y besarle suavemente sus labios.

 

Sonrió suavemente al saber que ellos también, muy pronto, formarían su propia familia; llevó sus ojos color miel hasta la ventana al ver el nuevo auto que su padre se compró, llegaba y se estacionaba en el garaje.

 

 -Y yo que pensaba que está noche la pasaríamos jugando, Hiyo-chan. –La niña alzó su rostro para ver la sonrisa extraña del mayor, pero no pudo evitar soltar una risa al ver como el doncel golpeaba suavemente su cabeza.

 

 -¡Onii-chan! –La niña saltó a los brazos del doncel, sintiendo sus suaves caricias sobre sus cabellos, sonrió suavemente al sentir la mano de su padre acariciando su espalda.

 

Shon colocó el somnoliento cuerpecito del bebé sobre su sillita, mientras se dirigía a preparar un poco de té para los invitados.

 

El moreno doncel se sonrojo al ver las sonrisas pícaras de Maito y la de Shon; la pequeña niña tomó suavemente la mano del moreno, observando el pequeño, pero brillante anillo, donde descansaba una pequeña perla azul marino, igual a los ojos brillantes de su Onii-chan.

 

 

 

La pequeña boda fue celebrada al aire libre; en la playa, escuchando el suave y relajante sonido del mar, las olas golpeaban con demasiada suavidad contras las rocas, en el momento en que el sol se iba ocultando detrás del inmenso mar, Yokosawa caminó despacio, mostrando su porte recto con un kimono blanco, amarrado de la cintura con un Obi azul, sus cortos cabellos azabaches resplandecían con la sutil y suave luz del sol, el viento soplaba suavemente, moviendo algunos de sus mechones.

 

Al frente de él, se encontraba el pequeño altar, rodeado de hermosas y coloridas flores; sin importarle los pocos invitados pasó su azulina mirada por los pequeños cuerpos de sus hijos y quedándose plantado sobre la imagen del cuerpo del hombre que sería su esposo.

 

Los cabellos castaños de Kirishima se movían desordenados por el viento, pero eso no impedían que sus ojos color miel brillaran con total admiración al ver el cuerpo del doncel.

 

El suave apretón en su brazo derecho, le hizo regresar al momento en que debía caminar sobre la alfombra blanca, sus ojos observaron las brillantes gemas verdes de Maito, quien le dedico una hermosa y sincera sonrisa.

 

Su corazón latía desbocado dentro de su pecho; sintió la mano del varón sobre la suya y fijó su mirada sobre los ojos castaños de su futuro esposo; no pudo escuchar la suave canción que tocaban al fondo, tampoco recordó el momento en que Maito lo dejó solo en el altar.

 

Tampoco recuerda las palabras del sacerdote, ni las bendiciones que daba del Señor; tan solo recuerda el momento en que Kirishima tomó suavemente su mano para besarla delicadamente, sus mejillas se tornaron de un suave color carmín al ver las penetrantes gemas del varón, él tan solo sonrió suavemente al sentir el leve nerviosismo en la mano del castaño.

 

Sintió los labios del mayor apresar suavemente los suyos, mientras que él rodeaba sus brazos alrededor del cuello del varón, Kirishima aprovechaba para juntar cada vez más sus cuerpos. Y fue en aquel momento en que los fuertes aplausos de los pocos presentes le hicieron pisar tierra; abrió sus ojos azules, para observar directamente a los del varón.

 

 

 

-¡VIVAN LOS NOVIOS! –A lo lejos pudo escuchar la fuerte voz de Maito gritar con fuerza y rió bajito al escuchar la voz de Hiyori responderle con un

 

La suave música sonaba relajante en el lugar, Shon negó suavemente al ver a su novio jugar infantilmente con Shon, pero sonrió al saber que él sería un buen padre.

 

Kirishima agradeció a los invitados,  mientras que recibían sus felicitaciones y agradecimientos, los ojos del doncel cayeron sobre el cuerpo de la pequeña Hiyori, quien yacía tranquilamente sentada sobre una de las sillas, tomando un jugo de naranja y jugando nerviosamente con el filo de su fino vestido.

 

El doncel besó dulcemente los labios del mayor y se acercó con pasos cortos hasta la pequeña, acarició suavemente sus cabellos castaños, llamando su atención.

 

 

 

-Onii-chan. –El doncel se dirigió hasta la pequeña, para arrodillarse y quedar a su altura, acarició con delicadeza sus dos coletas, sonriéndole suavemente al escuchar su voz tan suave pero seria, muy parecida a la de su padre. – ¿Ahora puedo llamarte Oto-chan?

 

El mayor no pudo evitar soltar una suave risa, al ver las mejillas sonrojadas de la pequeña niña, acarició sus mejillas, para atraerla a sus brazos, Hiyori aprovecho para ocultar su infantil rostro en el pecho del mayor, sintiendo las suaves caricias del mayor.

 

-Claro que sí, mi vida. –Takafumi besó con dulzura los cabellos castaños de la niña, para limpiarle suavemente las delgadas lágrimas que resbalaban por sus suaves mejillas; sonrió suavemente al recordar el rostro de Sakura; las dos se parecían y él estaba completamente feliz de tener la familia que había ganado. –Te amo, Hiyo-chan.

Notas finales:

Gracias!!!!

Muchas gracias!!!!!!!por seguir esta historia, en realidad la hice como un....proyecto, pero me emociona y me alegra saber que a muchos de ustedes les ha gustado esta historia

Es muy probable que escriba un epilogo (¿quien quiere un epilogo?)

Pero si no lo subo antes de media noche (que es poco probable) les deseo a todos ustedes una 

 

¡¡¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!!!!!


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