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¿Esto es amor? por girlutena

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Notas del capitulo:

lo sé lo sé

fue mi culpa!!! T_T 

lo siento mucho estuve de viaje y no pude actualizar y despues quise hacerlo pero me contagiaron con gripe y estas dos noches estuve con fiebre!!! T_T!!!!

 

por suerte que ya me siento mejor y espero que les guste este capitulo ;)!

tendremos un poco de todo 

La noche paso más rápido de lo que le hubiese gustado, pero aún el sol no había salido, las nubes habían insistido en opacar los fuertes rayos del sol, empezando el día tan nublado, haciendo que las olas sonaran con demasiada brusquedad, llevó lentamente su brazo sobre sus ojos, intentando dormir un poco más, pero no pudo evitar que su estómago soltara un suave gruñido y con una suave sonrisa, llevo una de sus manos a su enorme vientre.


 


Bajo lentamente las escaleras de madera, escuchando como el doncel mayor se encargaba de preparar un nutritivo desayuno, mientras que el varón se encontraba ayudándole a preparar el jugo de naranja, el menor sonrió lentamente, agradeciendo por haber encontrado a aquellas personas en su vida.


 


-Taka-chan. ¿Cómo has amanecido? –El menor se vio rodeado por los besos y abrazos de los mayores, sonriendo y asintiendo suavemente.


 


El desayuno paso sin demasiados contratiempos, los mayores se habían encariñado demasiado con él y con el pequeño que venía en camino y que desde ya, habían empezado a malcriar, el doncel regreso a su hogar, para darse una fresca ducha, colocándose su mejor ropa para regresar a su trabajo, antes de salir, dio un largo suspiro frente al mar, mirando como una bandada de palomas volaban sobre el firmamento, para salir con dirección a su edificio.


 


Por otro lado Kirishima, no pudo dormir en toda la noche, después de haberse cansado de dar vueltas en su cama, se puso de pie y salió del hotel, empezó a caminar sin sentido, llegando hasta la playa, donde sintió la arena húmeda bajo sus pies desnudos, recordando la sonrisa de su doncel y de su pequeña hija y cuando se hizo tarde o temprano, ya se encontraba, dando vueltas por toda la habitación, cuando apenas vio como la sutil luz de la mañana ingresaba por la ventana abierta, coloco su pecho sobre la baranda del balcón, intento relajarse con el aire frio, pero su corazón volvía a latir rápidamente, apretó fuertemente la madera entre sus manos.


 


Se obligó a tomar una fría ducha, intentando obligarse a olvidar los pensamientos negativos con su doncel, cuando estuvo por colocarse su camisa, el sonido de su celular empezó a invadir toda la habitación y con el nombre de su pequeña hija brillando en la pantalla del móvil.


 


-¡To-san! ¿Cuándo regresaras con Onii-chan?


-Buenos días a ti también, princesa. Esta tarde hablare con él.


-Mooo, ¿Por qué recién?


-Él así lo ha pedido, pero no te preocupes. Todo saldrá bien. ¿si?  -El sonido de la llamada cortada zumbó en su oído izquierdo.


Suspiró agotado al escuchar la voz desanimada de su pequeña, sabía que estaba triste y molesta, pero intentaba no hacerlo notar.


Bajo con pereza hasta la cafetería, encontrándose con muchas personas con trajes sumamente caros, sus cabellos plateados, indicaban sus edades avanzadas; se sentó en una mesa aparte de todos y pidió tan solo un café amargo con mucha azúcar.


 


La risa de un pequeño niño empezó a inundar todo el lugar y cuando levanto su rostro la imagen de una familia nublo su vista, un hermoso doncel de pie, cargando a un pequeño niño de unos dos años y un niño varón corriendo a los pies de su padre, que se encontraba cargando a una niña de apenas unos meses, sonrió instintivamente al ver aquella escena y por un instante pudo imaginarse a él, con su nueva familiar.


 


 


Takafumi había llegado más temprano de lo que Ren se lo había esperado, el doncel arrugó levemente su ceño al no encontrar a nadie en el lugar, pero el varón le llamó rápidamente hasta su pequeña oficina.


Cuando la hora de entrada se cumplió Takafumi salió de la oficina, encontrándose con Shon en su escritorio, con una sonrisa se acercó y se saludaron abiertamente, el menor acarició suavemente el vientre del pelinegro, sintiendo emocionado como el pequeño empezaba a patear.


 


El peli plateado, llegó hasta los donceles, besando suave y delicadamente los labios del menor, sonriendo al verle el notorio sonrojo de sus mejillas, vio la mirada de Takafumi y con una suave sonrisa se despidió de todos y sin decir nada más salió del edificio.


 


-Hoy está más raro de lo normal.


 


-Yo creo que él ya no puede ser más raro. –Shon miró extrañado al moreno, pero prefirió no decir nada más y terminar con el reporte del manga que tenía a cargo. Las horas habían pasado con mucha calma, muchos de los trabajadores ya habían salido a almorzar, el menor vio las manecillas del reloj, regresando su mirada hasta la puerta de la oficina del varón, quien aún no regresaba.


 


Después de un rato Takafumi también salió, sin decirle nada, el menor se quedó sentado con la mirada agachada repasando los dibujos del manga, hasta que escucho que alguien abría la puerta.


 


-Señor Shon


 


-Soy yo. –El doncel firmó algo disconforme el papel que el hombre le entregada, abrió suavemente la carta, notando que era la carta de su novio, sonrió suavemente al leer su contenido, agarro rápidamente sus cosas y salió de la oficina.


Se detuvo en la puerta del edificio, empezando a caminar lentamente hasta el lugar estipulado y se dio cuenta que aquel lugar no era nada romántico o a decir verdad, su romance no había comenzado con nada romántico, recordó como aquel día de otoño, él había entrado a comprar un café y antes de salir, chocó con un varón un poco más alto que él, le gritó una grosería y sin recibir el café gratis del hombre salió todo efusivo del lugar.


Sonrió suavemente cuando le volvió a ver en aquella cafetería y decidió recibir el café que le ofrecía el mayor, recordó cuando le dijo que estaba abriendo una empresa de edición en aquel pequeño lugar y él rápidamente decidió contratarlo.


 


Fue todo muy extraño y rápido, pero nada de eso importaba ya, se encontraba detrás de la puerta de vidrio, mientras que lentamente abría la puerta, observando todo el lugar, encontrándolo lleno de envases con Café cappuccino en todos los estantes, llenos de globos de colores y no tan lejos de ahí, en aquella mesa donde tuvieron su primera plática encontró al amor de su vida al lado de su mejor amigo, los dos mostrando una enorme sonrisa.


Se acercó lentamente a ellos, viendo como Maito se arrodillo al frente de él, para mostrarle una pequeña pero perfecta sortija plateada y brillante, con una pequeña piedra de color azul marina, igual que sus ojos, quiso llorar, pero antes de que lo hiciera, saltó a los brazos de su futuro esposo, escuchando los aplausos y las “buenas nuevas” de su mejor amigo.


 


Zen se acercó lentamente hasta la plaza, donde podía observar con claridad el edificio donde trabaja el doncel, escuchó las risas de los niños jugando, algunos persiguiendo un balón, mientras otros intentaban subirse a los árboles, sin importarle las quejas de sus padres.


Quiso levantarse e ingresar al lugar y sacarlo de ahí por la fuerza, pero sabía que nada de eso podría servirle.


 


Cuando sonó la alarma de su celular, se puso de pie, caminando lentamente hasta llegar al pequeño café, en la que aquel presumido varón le había citado, pidió un café sumamente cargado, pero perdido en sus pensamientos dejo que se enfriara demasiado, alejo la pequeña taza de porcelana, empezando a darle nauseas por el aroma de los postres recién preparados.


 


Quiso levantarse e irse de aquel lugar, empezando a sentir como las paredes empezaban a achicarse, levanto su rostro, poniéndose aún más pálido, cuando vio que ingresaba aquel varón, seguido de su moreno, kirishima tuvo que tragar duro, al verlo con aquellas ropas, se le veía sumamente cómodo usando ropa de maternidad para donceles, se le veía sumamente hermoso, era él ¿O sus cabellos parecían brillar? Y sus ojos ¿Sus ojos no tenían un brillo extraño? Extraño o no, se le veía sumamente hermoso.


 


Había perdido el juicio, ya no sentía el piso bajo sus pies, sentía como sus rodillas empezaban a temblar y quiso golpearse, intento mantener la postura que siempre le había caracterizado, pero todo se fue a la mierda, cuando los dulces ojos del doncel cayeron sobre él.


Pudo darse cuenta que Yokosawa estaba igual o peor de nervioso que él y quiso ser fuerte por los dos, vio como la mano del doncel, bajada rápidamente hasta su vientre y le dio la impresión de querer protegerlo de él, su propio padre, no se había dado cuenta que se había puesto de pie, no recibió ningún saludo de ninguno de los dos y él tuvo que aferrarse al hecho de tenerlo al frente suyo.


 


Se sentó lentamente, viendo las temblorosas manos del menor, tomando el vaso con agua que le había alcanzado el peli plateado, le escuchó suspirar y cada vez sintió como le tensionaban sus hombros.


 


-Bueno, creo que sabemos muy bien por qué estamos aquí. ¿Kirishima? –El castaño no esperaba que el varón tomara la primera palabra, pero también se le veía ansioso, no supo que decir, mucho tiempo había estado practicando el mismo monologo, pero en este momento ya no le servía.


 


-No ha sido fácil todo esto. –Yokosawa sintió como aquella voz, que había tardado de olvidar, taladraba sus oídos, no pudo levantar el rostro y verlo a los ojos, sentía miedo, estaba molesto. –Yo no sé cómo disculparme, no me siento digno de pedir tu perdón; pero no puedo dejar esto así.


Todos estos meses he estado buscándote, no, he estado buscándolo, porque cometí un error, cometí varios errores y uno de ellos fue no decirte cuanto te amaba.


 


El menor había apretado el vaso, sintió la mano de su mejor amigo sobre su muslo, intentándole tranquilizar, debía ser fuerte, por él y su pequeño, cerró lentamente sus ojos, intentado aferrarse a la realidad.


El menor pensó que la voz no le saldría, tomó un poco del agua, sintiendo como mojaba su garganta reseca, sintió el leve apretón en su pierna por parte de Maito, dándole ánimos de seguir.


 


-Yo lo siento mucho Yokosawa, lo siento mucho, pero, por favor permíteme estar contigo y con él,


 


-No puedo mostrarme egoísta a que mi hijo no comparta tiempo con su padre, además estoy seguro que Hiyo también querrá conocerlo. Pero, necesito tiempo.


 


Kirishima sintió como el piso de sus pies, empezaba a desaparecer, sintió como sus ojos ardían, pero no quiso llorar, sintió como su corazón se aprisionaba en su pecho, quiso tomar la mano del menor, pero como si hubiese leído su mente, Yokosawa retiró su mano para ocultarla debajo de la mesa.


 


-Mañana a las once, tengo cita con el médico, si deseas puedes asistir. –El menor había subido su rostro, sintiendo como algo se removía en su interior, al ver la hermosa sonrisa y aquellos ojos color caramelos del varón que había invadido su corazón y sus pensamientos.


 


Kirishima vio como Yokosawa junto con Maito salían de la cafetería, llevo sus manos para desordenar sus cabellos, escondió a la par sus ojos, sintiendo como era capaz de soltar unas finas lágrimas, se puso de pie con demasiada prisa, dejó un billete sobre la mesa y salió con demasiada prisa hasta llegar a la playa de la noche anterior, quiso gritar y así lo hizo, fue capaz de soltar toda su pena.


 


Mientras el sol se iba alejando, dejándose ocultar por el mar, el sonido de las gaviotas alejándose de aquel lugar, se confundía con el golpe de las olas contra la orilla, mojó sus pies con el agua fría del mar, sintiendo como la arena escurría entre los dedos de sus pies.


 Secó las lágrimas con la manga de su camisa y regreso con pasos tranquilos hasta la habitación de su hotel, recordando la imagen del menor, con aquel vientre donde llevaba a su hijo.


Antes de caer dormido, cerró suavemente sus ojos y mostro una sonrisa ligera, sabiendo que muy posiblemente tenía otra oportunidad; porque él se iba a encargar de tener esa oportunidad.


 


 


Muchos de los trabajadores, incluido el doncel de Maito, se habían retirado a sus hogares, excepto por Yokosawa y Maito, quienes se quedaron para terminar con los manuscritos de uno de los mangas que tenían a cargo.


Habían pasado todo ese tiempo en silencio, el varón levantaba levemente sus ojos para observar los movimientos suaves que hacía su amigo, hasta que al fin se decidió por hablar.


 


-¿Deseas que mañana vaya contigo?


 


Yokosawa levantó lentamente su rostro agotado de la hoja que se encontraba leyendo, frunciendo levemente su ceño y acariciando inconscientemente su vientre.


 


-Nunca has faltado a ninguna de mis citas. ¿Por qué quisiera que faltes mañana?


 


-Bueno, solo pensé que…


 


-Mira Maito, que él vaya o no, no significa que tú dejes de ser el padrino de mi hijo y como todo padrino, debes estar conmigo, así que si decides faltas, avísame para poder golpearte.


 


El varón sonrió nerviosamente, levantando sus dos manos, pidiendo paz a su amigo, asintió suavemente al saber que su pequeño doncel no había cambiado en nada su actitud; lentamente se puso de pie y le quitó la hoja de las manos del menor, recibiendo la mirada furibunda.


 


-¿Qué haces?


 


-Te llevare a casa. No es bueno que te amanezcas. Así que recoge tus cosas para irnos. –El menor negó suavemente para ponerse de pie y recoger sus cosas, mostrándole una suave sonrisa, se recargó unos minutos sobre la columna, esperando a que el varón apagara su computador, mientras él acariciaba suavemente su vientre, cerrando sus ojos, por todo el agotamiento mental y físico.


 


Cuando al fin pudo recargar su cabeza sobre su suave almohada, sobre su colchón y sentir las caricias de las frías sábanas, se sintió tan cómodo, cerrando sus ojos lentamente, soñando con aquella sonrisa de aquel varón castaño y la dulce voz de aquella niña tan pequeña, pero que le hizo darse cuenta de una verdad, la verdad que había encontrado el amor en aquella casa tan acogedora.


 


 


-Buenos días Takafumi. –El galeno le mostró una sonrisa perfecta al doncel, para saludar al peli plateado, para luego fijar sus claras orbes sobre el cuerpo del castaño.


 


-Kirishima Zen. –Fue lo único que dijo el castaño, recibiendo la extraña mirada del galeno, para luego saludarlo cordialmente con la mano. –Bueno, primero veremos tus últimos exámenes. –Kirishima se quedó de pie, detrás de la silla del doncel, sintiendo lo tensó que estaba. –El problema que teníamos con los niveles del azúcar se han terminado. Veo que Maito se ha tomado muy bien el papel de cuidarte.


 


Y ahí fue, Kirishima se sintió extraño en aquel pequeño cuarto, quiso salir de aquel lugar, cuando empezó a sentir que le faltaba el aire, sus oídos empezaron a zumbar y no pudo escuchar las palabras del peli plateado ni del doncel.


 


-Bueno Takafumi, pasa a la camilla.


 


No supo cómo, pero los papeles se habían invertido, Kirishima terminó al costado de Takafumi, viendo como el doctor le colocaba en el vientre un gel frío, para luego pasarle un ultrasonido, escuchando por primera vez los latidos del corazón de su pequeño hijo.


 


-Aquí está, un pequeño pero muy saludable bebé. Faltan pocas semanas para que nazca y necesitamos planear el nacimiento del pequeño.


 


El galeno se puso de pie lentamente, dejando unos paños al doncel para que terminara de limpiarse el gel, escuchó los suaves pasos del peli plateado.


Kirishima sintió que quiso llorar, sus ojos color caramelos empezaron a picar, su corazón había empezado a latir mucho más rápido y sintió que el aire que aspiraba no era suficiente para que llegara a sus pulmones.


Todo a su alrededor se perdió, no supo si estaban solos o no, pero ya no le importaba, se sentía parcialmente feliz, estaba ahí, viendo por primera vez a su pequeño.


Sintió como su mano era jalada suavemente, para luego ser apoyada sobre algo suave, le tomó unos segundos para darse cuenta que el doncel le estaba dando la oportunidad de tocar, de acariciar, de conocer a su hijo. No pudo aguantar más, cayó como peso muerto sobre la silla metálica, sin soltar la mano del doncel, sin soltar el vientre del menor, apoyó y ocultó su rostro sobre el vientre, empezando a llorar, dejando que todo lo que escondió durante esos ocho meses, pudiera salir, la mano del menor acariciando sus cabellos, le parecía una locura, un sueño.


 


Desafiando todo pronóstico que claramente decía que Yokosawa se iba a resistir, tomó suavemente la mano del menor y la besó suavemente, repartiendo suaves besos sobre ella y sobre su enorme vientre, dejando que sus lágrimas se escurrieran por aquella blanca piel, dejando que la sonrisa del doncel deslumbrada su acongojado corazón.


 


Mientras que en el otro lado de la habitación se encontraba Maito recargado contra la pared, mostrándole una pequeña pero notable sonrisa al doctor, mientras veía la pequeña fotografía del bebé del menor.


En ella se podía ver como el pequeño niño se había acurrucado sobre un extremo del vientre, apretando suavemente sus pequeñas piernecitas con uno de sus bracitos, mientras que había llevado su dedo a su boca.


 


 

Notas finales:

Bueno bueno!!!!! 

actualize!!!! *-* al fin u.u

espero que les haya gustado!!!! 

espero sus comentarios ;)!!! 


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