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¿Esto es amor? por girlutena

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Notas del capitulo:

 

Bueno!!! el tercer capitulo *-*

Y kirishima sigue siendo un lento u.u....aunque ¿Ya se abra dado cuenta??

Poco a poco empezó a sentirse liviano, su respiración ya se había calmado, mientras que muchos recuerdos empezaron a llegar a su mente, recuerdos de la época de liceo, en la que ingresó a la universidad y conoció a su mejor amigo y su primer amor, donde supo y negó saber que su amor no era correspondido y aun así insistió en ser amado y amarlo, aquel día en que le dio lo único que tenía, en aquella noche donde tan solo le decía que él fue un error, que aquello nunca debió de haber pasado.


 


De pronto empezó a sentirse cómodo, abrigado, un suave calor empezó a invadir su cuerpo, el dulce aroma de comida llego hasta él y poco a poco fue abriendo sus perlas negras y lo primero que vio fue el color blanco del techo, su mirada paso sobre la mudilla cama, las sábanas blancas que cubría casi todo su cuerpo, llevó su mano, tallando sus ojos y se levantó de un solo golpe al darse cuenta que, aquella, no era su cama, no era su habitación, tomó su cabeza entre sus manos intentado que el dolor punzante de su cerebro disminuyera.


Vio un terno colgado en el perchero, junto al suyo, se vio la ropa que traía puesta y se sonrojo rápidamente al ver que traía un camisón y un pantalón de dormir, sumamente grandes para él, se levantó lentamente, apoyándose de las paredes para no caer.


Llevando su mirada desconcertada por toda aquella habitación, paredes altas, desnudas y blancas, el balcón cubierto de nieve y una pequeña foto que no se tomó el tiempo de mirar.


 


Se tomó un largo tiempo para abrir la puerta y al hacerlo pudo escuchar una sutil risa y la reconoció inmediatamente, junto a la voz de aquel varón que tanta frustración le había causado.


-¡Oto-san, eso no va ahí! -Al parecer la familia Kirishima se encontraban en la cocina, regreso su mirada al pequeño reloj de su muñeca, marcando las nueve de la noche, asombrándose de la hora; camino despacio hasta quedar detrás de los castaños.


-¡onii-chan! No debes estar de pie. -La pequeña salió rápidamente de la cocina asustándolo a él y a su padre y con su delicada mano lo sentó sobre el sofá.


-Espera aquí, la cena ya está lista. -Terminó de decir, colocándole una gruesa manta sobre sus piernas, Yokosawa vio como el varón se encargaba de poner la mesa, sin siquiera dedicarle una mirada y notando su ceño levemente fruncido, cerró por un momento sus cansados ojos, sintiendo una extraña y concurrente opresión en su pecho y cuando los abrió pudo ver el pequeño altar, ubicado en una esquina, cubierto por las fotos y dibujos de Hiyori.


 


Kirishima terminó de servir la comida sobre los platos y sintiéndose aun incomodo, Yokosawa se sentó con ellos, alejado del varón y muy cerca de la niña.


-oto-san ¿Dónde dormirá onii-chan? -El doncel había dejado su cuchara en la sopa, debería no tener sentidos, para no ver el ambiente sumamente tenso ya que tan solo había intercambiado monosílabos con el castaño y todo era por el menor.


-No, no se preocupe, yo debería ya estar regresando a mi casa. -Sin quiera verle el rostro molesto del varón, Yokosawa se puso de pie para recoger sus cosas, siendo observado por los dos pares de ojos castaños.


-Papá has algo. -La niña regreso su mirada a la de su padre, que sin hacer nada, siguió comiendo.


-Hiyo, tú has querido que venga a cenar, así que encárgate tú de tu invitado. -La pequeña hizo un puchero y empezó a desesperarse cuando vio que el moreno salía ya con su ropa y sus pertenencias, la pequeña se puso de pie, para impedir que salga.


-Lo siento mucho, Hiyo. Prometo recompensarte por esto. –La pequeña recibió una suave caricia sobre sus cabellos y sin ser despedido por el mayor salió con demasiada prisa de aquella casa.


 -¿¡Por qué has tenido que tratarle de esa forma?! -Hiyo se volteó para mirarle con esos ojos tan parecidos a los de él, escuchando el azote de la puerta de su habitación sin importarle que su padre aun no terminara de comer.


El sonido sordo del viento, había inundado el pequeño comedor,  Kirishima terminó por limpiar la cocina, y aun con su mirada pérdida ingresó a su habitación, escondiendo su rostro en la almohada antes utilizada por el doncel, aquel aroma a girasoles empezaba a adueñarse de sus sentidos y esos ojos azabaches y tristes se plantaron en su mente.


 


Sorata maulló cuando vio que Yokosawa entraba con demasiada prisa, terminó de ponerle su comida y volvió a su cama, sin darse tiempo de quitarse su ropa y sin siquiera ponerse más cómodo, olvido de prender la calefacción, dejando que el frio se colara por las rendijas de las ventanas.


Abrazó fuertemente su almohada, hundiendo su rostro en ella, sin saber el porqué, sus ojos plomizos empezaron a derramar lágrimas, pero ahora no por aquel varón pelinegro, ahora la razón giraba a otro entorno, aquel varón castaño que empezaba a molestarle y haciéndole recordar lo que él ya sabía, que él no era digno de tener una familia, ni mucho menos de tener a aquella familia.


 


El dolor había entumecido los músculos de su cuello, aquella noche no había dormido nada bien y si era sincero, diría que ni esa, ni las anteriores.


Kirishima llegó a Murukawa, pasando antes por la sección de manga shojo, pudo ver a Takano hablar con el doncel de la otra vez, rodeó con su mirada todo el -decorado- lugar, viendo como todos trabajan rápida y animadamente, dejando notar el puesto vacío de un doncel pelinegro.


-Kisa-san. ¿Se encuentra Yokosawa? -El doncel, algo extrañado miro la hora viendo las diez de la mañana, preocupándose de la ausencia del pelinegro.


-Pues no... Ahora que lo pienso, tampoco ha llamado avisando que no iba a venir.


-Si sabe algo de él, avíseme. Necesito arreglar unos asuntos del manga Kasan.


-No se preocupe Kirishima-san. -Sin ver la escena que protagonizaba el pelinegro y aquel pequeño doncel, salió dirigiéndose a su propio piso, donde estuvo todo el día fijándose en el reloj, por cada dos por tres, sin ninguna llamada, llego la hora del almuerzo y su celular empezó a sonar.


No pudo evitar decepcionarse al ver que era su hija.


-oto-san. ¿Has hablado con onii-chan? -Pudo escuchar la voz triste de su hija a través del teléfono.


-Hiyo... no, no ha venido a trabajar. -Era muy posible que no se quería preocupar por él, pero ya no estaba tan seguro de nada.


-¿Y qué esperas para ir a verlo? Antes de que se fuera aún tenía fiebre y esta noche ha hecho mucho frio. ¿Y si le ha pasado algo malo?


No quería admitirlo, pero él también empezaba a preocuparse por aquel doncel.


-Tranquila hija, terminare temprano e iré a verle a su casa. -Estaba casi seguro de que tan solo lo hacía por su hija, así que sin querer preocuparse, la tarde siguió con calma y suma tranquilidad, escucho como sus subordinados se despedían de él. Antes de salir revisó los expedientes de los trabajadores, encontrando la dirección del doncel, sin pensarlo mucho tomó sus cosas y salió despidiéndose de los pocos que quedaban.


 


El edificio que se levantaba al frente de él, le pareció que era algo o demasiado sobrio, nada comparado con el de él, subió por el ascensor hasta llegar al piso del doncel, tocó dos, tres, cuatro veces la puerta y tan solo escuchaba un maullido insistente.


-Disculpe joven. -Kirishima volteo a ver a la mujer anciana del departamento del costado, sus cabellos cortos y blancos, enmarcaban sus ojos cansados y su rostro envejecido. -Takafumi-kun, no ha salido hoy día, aunque últimamente lo veía muy cansado y llegaba tarde a casa. ¿Usted es su amigo?


 -Yo... yo soy su jefe. -Eso, no era su amigo, tan solo un jefe que se preocupaba por sus trabajadores. Y no supo porque, pero aquella idea ya no empezaba a agradarle.


-Ya veo, puede decirle al encargado que le facilite una copia del departamento. -La mujer sonrió débilmente, para luego retirarse a su casa.


 


Tuvo que esperar unos diez minutos y cuando ingresó al lugar, el aire frio caló sus huesos, el pequeño animal empezó a maullar más fuerte para llamar su atención, después de dejarle el plato lleno de comida y de subir la calefacción, se dirigió hasta la oscura habitación gracias a las cortinas cerradas, su mirada cayó sobre las sábanas envueltas, en la cama se podía observar un cuerpo envuelto por las gruesas mantas, pero aun así temblaba.


 


Dejó la bolsa de medicina sobre la mesa de la cocina y se encargó de preparar una sopa de pollo que su hija le había enseñado.


Regreso a la habitación con la bandeja de comida y la coloco sobre la pequeña mesita.


Se dio cuenta que aquel arrogante doncel aun llevaba puesto su uniforme del día anterior, le tomo la temperatura y tenía más que 39 grados. Volvió a desvestirlo, cortando desde raíz, sus ganas de acariciar a aquel delgado y pequeño cuerpo.


-No... Ma... Masamune... no me dejes. -El menor empezó a removerse lentamente, aquellas mismas palabras que había pronunciado la noche anterior, volvían a salir de esos carnosos y apetecibles labios, un poco molesto, secó las lágrimas que empezaban a rodar por sus calientes mejillas.


-Yokosawa, despierta. Vamos necesitas comer. -El cuerpo del doncel se podía comparar fácilmente al de una marioneta, término de comer tan solo unas cortas cucharadas y tragó las pastillas para volver a caer dormido en la inconciencia, después de cubrirlo con nuevas y finas sábanas, se quedó unos minutos contemplándolo. 


Podía verlo tan tranquilo y seguro, escuchaba su respiración tranquila y el viento golpear suavemente las ventanas, pasó suavemente sus dedos por los cabellos mojados, por sus mejillas sonrojadas y no pudo evitar darle un beso.


Sintió sus labios, tan pequeños e indefensos, debajo de los suyos, los sentía secos y partidos, pero nada de le importó, era un simple beso. Cerró lentamente sus ojos, pasando sus dedos sobre ellos y soltando un leve suspiro cansado, salió de la habitación.


El varón empezó a pasear su mirada por la pequeña sala, viendo que tan solo tenía lo necesario, ninguna foto familiar, ningún recuerdo, tan solo una pequeña foto, enmarcada con un cuadro algo malgastado, donde se encontraba el doncel, con unos veinticinco años y con Takano, los dos sonriendo delante de un árbol de cerezos con sus diplomas en mano.


Sintió celos, por primera vez en muchos años, sintió celos y pena, pena por saber que aquel, era un amor no correspondido y los celos, no pudo saber muy bien.


 Sin decir y sin hacer nada más salió del departamento, dejando al doncel un poco más consiente de la realidad; regresando al calor de su hogar, donde su hija le esperaba con la comida ya hecha y con una sonrisa en el rostro y por un momento pensó que era egoísta por no querer compartir aquella pequeña felicidad con nadie más.


 


-¿Cómo esta onii-chan?


-Se pondrá bien. -Sabía que no era la respuesta que ella había estado esperando, pero no sabía que más decirle, vio el rostro de la niña volverse triste, pero que aun así no intento decir nada más.


 


Poco a poco fue abriendo sus ojos, sintiéndose más calmado, la bandeja con comida un poco tibia y al costado unas pastillas, tan solo por un momento, quiso pensar que había sido Takano, ya que tan solo él tenía una llave de su departamento, tan solo por Sorata. Pero desecho esa idea tan rápido como vino.


Termino de comer el miso y de tomar sus pastillas y volvió a descansar un poco más, envolviéndose en las cómodas frazadas y olvidándose de todo, sin siquiera notar que ya no traía la ropa de antes.


Se colocó su manta sobre sus hombros y paso sobre Sorata para abrir la puerta, viendo a la señora Shion, que como siempre, mantenía una cariñosa sonrisa en su envejecido rostro.


-Takafumi-kun. ¿Cómo te encuentras?


-Mucho mejor, gracias.


 -No es a mí, a quien debes darle las gracias. Ayer vino un joven diciendo que era tu jefe, te trajo una  medicina.


-¿Mi jefe?


-Sí, uno muy alto, muy guapo, por cierto, con sus cabellos castaños al igual que sus ojos.


-¿Castaño? -La mujer siguió hablando sobre lo guapo que era aquel joven, pero él tan solo pensaba que era un error. Recibió la llave de su departamento y se acostó en el sofá, prendiendo el televisor, empezando a hacer zapping, sin ser consciente de que habría sido aquel varón que ya le había visto desnudo dos veces consecutivas, se quedó dormido casi inmediatamente, aun con la imagen del rostro de aquel varón.


 


-¿Oto-san? -La cabeza de la niña se levantó de sus cuadernos al escuchar que la puerta se abría y se cerraba lentamente. -Bienvenido a casa. -El varón le dio un tierno beso en la cabellera castaña de la pequeña.


-¿Quieres almorzar afuera? –La menor había notado el cambio abrupto que había adoptado su padre, aquella mirada cansada y su sonrisa fingida.


Habían pasado tres días de que no había visto al doncel y que tampoco había ido a visitarlo a su casa, sabía que era innecesario, que el moreno sabría cuidarse por sí solo, pero su mente no podía alejarlo por mucho tiempo, para luego traerlo de golpe a su agarrotada mente.


-Claro. -La pequeña familia Kirishima caminaba por las calles demasiado concurridas, las decoraciones navideñas iban invadiendo las calles y los villancicos sonando por todas las tiendas. Se podía ver a los trabajadores alzar el gran árbol de navidad en el centro de la plaza, para luego llenarla de hermosos detalles y colores.


 


-Aún falta cuatro semanas para que llegue la navidad. –Kirishima vio el leve puchero que había hecho la menor y suavemente le tomo de la mano, dedicándole una leve sonrisa.


-Sí, ¿Deseas algo para navidad?


-Eso depende. ¿Volveré a pasarlo en casa de los abuelos?


-Intentare que no.


El mayor se sentía más que culpable, sabía que su trabajo le tomaba mucho tiempo que debería pasar con su hija, pero él no podía hacer nada, si es que quería darle lo mejor.


 -Entonces quiero pasar la navidad con to-san y con onii-chan. –Se habían detenido en una esquina, esperando que el semáforo cambiara de color, sin siquiera notarlo, empezaba a ponerse nervioso, cada vez que escuchaba aquel nombre.


 -¿Takafumi? no creo que sea conveniente.


-¿Por qué no? ¿Por qué lo tratas mal? Él no es malo, papá.


-Ya lo sé, hija. Es solo que... no sé qué me pasa. –Aquello último tan solo lo llego a pensar, cuando la voz de Hiyori le cortó.


-Pues a mí me cae muy bien y me gusta. -Kirishima suspiró intranquilo al ver como su hija se molestaba, caminando rápidamente por la autopista y ver como entraba a una heladería.


 


El fin de semana había llegado lentamente para Takafumi, no había estado de ánimos para salir a ningún lado, había permanecido acobijado en el mueble cubierto por todas las mantas y con Sorata en sus piernas, había apagado su celular y el teléfono de casa, desconectando el fax. Sabía que al llegar al trabajo tendría una pila enorme de documentos, pero en ese momento no le importaba nada.


Obligándole que su atención tocara tierra, cuando vio en la pantalla del televisor un anuncio sobre descuentos en el departamento de juguetes. Y pensó en que era lo que Hiyori deseaba para navidad.


La navidad estaba tan cerca, casi a la vuelta de la esquina y la mayoría, ya habían separado sus vacaciones para pasarlo con sus familias. Soltó un fuerte suspiro de agotamiento y Sorata levanto el rostro, su mano cayó suavemente acariciándolo detrás de las orejas.


 

Notas finales:

!!!!! ¿que les parecio??!!!!

espero sus comentarios y en el próximo capitulo abra mas que un beso!!!! *-*

---creo--no me acuerdo muy bien jeje ¿Ustedes que opinan ;)?


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