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ROMAN por YasuAmaya

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Notas del fanfic:

No hay mucho para aclarar. 

Espero que les guste mi nuevo fic y me dejen saber sus opiniones con los reviews ^^

Notas del capitulo:

¡¡FELIZ ANIVERSARIO!!

M: ¡Yasuuuuuu! (TwT)/

Y: Miku-conciencia.

M: extrañé los fics.

Y: yo también ;A; Extrañé muchas cosas. Soy feliz escribiendo fics.

M: eso lo sé muy bien. Soy tu conciencia.

Y: sí... BTW, ¿dónde están Takuya y Yui?

M: fueron a comer flan con dulce de leche.

Y: ¡HIJOS DE PERRA!

M: ah... Cierto que Takuya me había dicho que no te dijera eso... En fin... Eh... ¡Ya es tu quinto aniversario de escritora de fics!

Y: ¡Sí! No puedo creer que haya durado tanto TwT Pensar que cuando comencé todavía estaba en la escuela y escribía durante las clases. Ahora, apenas tengo tiempo de respirar XD Cambiaron muchas cosas en mi vida en estos cinco años. Haciendo un balance general, fueron cambios muy buenos. Aunque ahora mismo esté en una crisis con esta nueva etapa que estoy atravesando, me haga muchos problemas por algunas cosas que me vienen siguiendo del pasado, y no tenga idea de qué hacer con mi vida, soy una nueva versión de mi Yo que comenzó con los fics hace cinco años.

M: eso es parte de vivir, ¿o no?

Y: así parece. No me quiero poner sentimental ahora, simplemente porque mi estado mental está muy alterado XD Pero, bueno... No me queda más que agradecerle a toda la gente que me acompaña, desde cualquier momento. Sé que soy una de las únicas (o quizá la única) escritoras de fics de An Cafe en español. Muchas de las chicas que conocí cuando recién empezaba con los fics, han desaparecido. A veces me pongo a pensar qué voy a hacer cuando tome la decisión de "desaparecer" también... No me gusta mucho pensar en eso, pero lo hago. Sin embargo, viviré el presente y dejaré el futuro para mañana.

M: -se seca la lagrimita-

Y: ¡No llores! O yo también voy a llorar XD

M: no puedo evitarlo... Estamos fallados.

Y: ¡Somos especiales!

M: eso también :3

Y: bueno... Ahora hagamos unas notas como siempre... ¡Bienvenidos a mi nueva creación! Como ya habrán notado, soy Yasu. Mi nombre sale ahí abajo del título, o no sé cómo será en sus computadoras y/o dispositivos varios para leer.

M: yo soy Miku-conciencia. Soy la conciencia (fallada) de Yasu. Cualquier semejanza con cierto cantante japonés, es a propósito... Es la única manera de que este individuo -señala a Yasu- me preste atención.

Y: hoy es un día (aunque es de noche acá) muy especial, porque cumplo 5 años desde que comencé a escribir fics y me uní a amor-yaoi.

M: así que para celebrar, Yasu decidió hacer una actualización masiva... Pero...

Y: pero no voy a llegar con algunas contis XD Mi idea era hacer 7 días seguidos con actualizaciones y fics nuevos, pero solo llegué a terminar una conti XD Pero sé que muchas la estaban esperando.

M: igualmente, va a estar escribiendo estos días y tratará de llegar a una conti más.

Y: exacto. Y en esta ocasión, un fic nuevo. Es un two-shot.

M: es un one-shot fallido XD

Y: sí, bueno e__e Iba a ser un solo capítulo, pero me iba a quedar muy largo XD En este fic, trataré con ideas nuevas.

M: a algunas de tus lectoras habituales les pareció interesante. 

Y: espero que al resto también XD Como sea... No tengo mucho más por aclarar, creo... Sepan disculpar los errores. Siempre se me pasa alguno XDDDDD Y... Nada. Obviamente, este y los demás fics de "La semana de Yasu" están especialmente dedicados a mis amigas del Yasu-tan, a quienes adoro y agradezco que me aguanten aun con mis problemitas mentales XD

M: ¿Ahora sí?

Y: go ahead!

M: ¡Primer capítulo de "ROMAN"!

 

Era una habitación de dimensiones un tanto reducidas. Paredes blancas cuyo color solo podía apreciarse cuando las luces se encendían; cosa que sucedía una vez cada tanto, dependiendo de lo que a aquellos “enfermos sanos” les viniera en gana. No hacía ni frío ni calor. Tampoco había ventanas que dieran al exterior. Pero sí había una puerta metálica, con un pequeño orificio en su parte inferior, por donde pasaban alimentos. El silencio era lo único que podía oírse allí dentro.

 

En uno de los rincones formado por las paredes, yacía sentado con sus piernas flexionadas, las cuales abrazaba, un joven de cabello rubio, casi blanco. Era bastante delgado; sus clavículas se marcaban muy bien en su piel, pudiéndose seguir su contorno hasta formar la articulación del hombro, las dos, muy huesudas. Estaba bastante pálido, lo único que le daba color a su rostro eran las enormes ojeras bajo sus ojos… Y estos, muy curiosos. Su ojo derecho era del azul más bello y claro que pudiera existir; y el izquierdo era de color marrón, casi dorado. Sus orbes resaltaban en ese tono pálido. Esa había sido una de las tantas razones que le habían dejado en ese lugar de reclusión. ¿Apresar a alguien solo por el color de sus ojos? ¡Qué tontería más grande! Pero en ese tiempo, hasta un milímetro de desviación de la mandíbula hubiera sido motivo de castigos incluso peores.  

 

Sin embargo, no había sido solo el hecho de que su ojo derecho y el izquierdo difirieran en cuanto a color lo que le había llevado a recibir tal castigo.

 

~*~*~*~*~*~*~ Flashback ~*~*~*~*~*~*~

Lo tenían de rodillas, con la cara casi dando hasta el sucio piso de aquel frío quirófano. Rodeado por sujetos armados hasta los dientes, con aquellos uniformes de insignias tan particulares. Los miraba cual perro sintiéndose amenazado. Los pelos se le habían erizado, estaba dispuesto a atacar en cualquier momento. Aunque nada había que pudiera hacer; un movimiento en falso y el tipo que le tenía apoyado en la parte posterior de su cabeza el cañón de aquel arma tan sofisticada, le haría volar los sesos junto con cualquier idea de defenderse y escapar.  

 

— ¿Qué eres?— le cuestionó uno de los soldados, mirándole con fascinación y algo de perversión.

—So-solo… soy un simple cirujano— respondió, intentando controlar el temblor de su voz.

— ¡No me jodas!— le pateó la cabeza, haciéndole, prácticamente, volar algunos metros de distancia— Eres un monstruo. Una criatura que no merece compartir ni el espacio con los de “nuestra raza”.

 

El rubio no lograba recuperarse por completo de aquel golpe. Se cubría el costado de su cabeza, donde había recibido la patada. Miraba con recelo a su atacante, y, de vez en cuando, a los compañeros de este, que no dejaban de rodearle y tenerle bajo la mira. Chistó. ¿Qué podría hacer? No tenía escapatoria. Confiaba en sus habilidades, mas en esa ocasión entendía que tenía muchos factores en contra.

 

La adrenalina iba subiendo sus niveles, el corazón le latía como loco, y el sudor frío le recorría la espalda. Si veía que alguno de aquellos soldados se movía solo un milímetro, afilaba su mirada y enseñaba sus colmillos. La bomba dentro de su pecho golpeaba con fuerza contra sus huesos. Evitaba moverse. Intentaba pensar en alguna solución. ¿De qué manera lograría huir de esa emboscada? El futuro era incierto, de color negro, oscuro.

 

— ¿Qué eres?— volvió a preguntar el soldado que le había pateado. El rubio le miró con el entrecejo arrugado, mostrándole sus colmillos. El de uniforme sonrió de medio lado, con interés— Sea lo que seas, ya no puedes seguir ocultándote. Han sido años de estar buscándote. Hasta aquí has llegado, perro sarnoso.

 

Lo último que sintió, fue un golpe en la zona de su cuello. Luego, todo se oscureció. Escuchó los pasos de los soldados, una voz inentendible, y nada más.

 

~*~*~*~*~*~*~ Fin del flashback ~*~*~*~*~*~*~

 

El rubio seguía inmóvil e inmutable, no había cambiado su posición en horas. Quizá estaba durmiendo, pero no; estaba más que despierto, con sus ojos fijos en un punto en particular, donde no había nada en especial. Solo era un punto en el piso, en el centro del cuarto a oscuras.

 

Agudizó el oído, moviendo sus orejas. Alguien se acercaba. ¿Sería la comida? ¿Alguno de aquellos “enfermos sanos” con la idea de probar otro experimento? Solo estaba seguro que no era ningún alma amigable que le ayudaría a salir de aquella pesadilla interminable. Oía muy bien los pasos; algún calzado firme y resistente. La persona dueña de aquellos movimientos se detuvo frente a la puerta. Pasados escasos segundos, la pequeña rejilla que cubría el orificio por donde ingresaban alimentos fue removida. Eso llamó la atención del recluso, quien llevó su mirada hacia el lugar en cuestión. Por allí notó un objeto de dimensiones reducidas que entró rodando. Era una especie de esfera. Sin embargo, el rubio no cambió su situación.

 

La rejilla fue devuelta a su posición, y los pasos se fueron alejando, hasta ya no volver a oírse. Todo había vuelto a quedar en silencio. Algo se movió con gracia a un lado del rubio, en el piso, donde estaba sentado. Este agudizó el olfato. No había comida, era otra cosa. Podía verlo a la perfección aun en la oscuridad, a la pequeña pelota. El rubio no cambiaba su expresión. Quizá dentro de su mente se hacía infinidad de preguntas, mas no lo demostraba en el exterior.

 

Sin más, luego de largos segundos sin hacer nada, se movió con lentitud, hasta lograr pararse. Una vez estuvo seguro en posición bípeda y erguido, puso un pie frente al otro, dando el primer paso. Y otro, seguido de otro más. Sentía sus piernas pesadas y adormecidas, lo normal luego de haber permanecido en una determinada pose por tantas horas. Así llegó hasta tener a la pelota frente a sus pies. Se agachó para poder tomarla en manos, y volvió a erguirse.

 

Observó detenidamente el objeto entre sus manos, analizándolo también con su tacto. Solo era una pequeña pelota, sin relieve, totalmente lisa, de goma. Podía apretujarla entre sus dedos, haciendo que emitiera un singular sonido, muy gracioso y un tanto molesto ante sus oídos.

 

De pronto, las luces se encendieron. Era demasiado deslumbrante, enceguecedor. El rubio cerró los ojos, adolorido. Debió esperar un momento hasta poder volver a abrirlos. Cuando ya se hubo acostumbrado, notó algo más en aquel objeto que tenía en su mano derecha: era una pelota de un color rojo brillante. Volvió a apretarla, haciéndola chillas. Sintió algo dentro de su cabeza, algo gracioso, y molesto a la vez. Aunque su semblante inexpresivo no mostraba cambios. A su espalda, un poco más arriba de sus nalgas, se movía una cola, del mismo color que su cabello, la cual escapaba a través de un orificio especial en su pantalón, danzando con gracia y ritmo.

 

— ¿Qué se creen que soy?— masculló— ¿Un perro mascota?

 

Fastidiado, arrojó la pelota contra una pared, lo que provocó que soltara aquel sonido tan curioso. Su cola no dejaba de danzar. Se cruzó de brazos, y enseguida sintió algo golpeando contra su pie izquierdo. Lo miró: era aquel juguete de nuevo. Se rascó la cabeza, justo por detrás de sus orejas paradas, las cuales movió. Luego rodó los ojos y soltó un suspiro.

 

Su expresión no cambiaba, pero su cola seguía divirtiéndose. Observó la pelota una vez más, y ya no pudo resistirse.

 

Volvió a recoger el juguete, haciéndolo sonar un par de veces. Movía su rabo enérgicamente, y arrojó la pelota contra una de las paredes, para que rebotara. Le entretenía mucho hacer eso, tanto que pareció volverse loco, repitiendo la misma acción incontable cantidad de oportunidades. Realmente le hacía sentirse libre estando aún en su “jaula” de locura. Era como si bailara, como si volara, mientras iba tras aquel juguete tan soso. Incluso llegó a ponerlo entre sus dientes cuando sintió que necesitaba detenerse un poco, para luego continuar con lo mismo. Era como un cachorro jugando.

 

~*~*~*~*~*~*~ Flashback ~*~*~*~*~*~*~

 

La primavera había llegado, se podía sentir en el ambiente templado, en la infinidad de colores y tonalidades de la naturaleza. También en el perfume y dulce aroma del aire. La energía vital entraba hasta por los poros, llegando a inundar el alma. En las montañas tan alejadas de toda civilización impura, las sensaciones aumentaban de manera exponencial, y los habitantes de ese bello paraíso perdido daban cuenta de ello, muy enérgicos, alegres, de sonrisas contagiosas.

 

—Hermano— le llamó una pequeña pelinegra de coletas onduladas, quien, además, vestía un kimono hasta por la altura de las rodillas, de color rojo y negro—, vamos a jugar.

— ¿Y a qué quieren jugar hoy?

— ¡Escondidas!— se escuchó exclamar a otra niña, aunque no se le veía por ningún lado.

— ¿Escondidas, eh?— se llevó la mano izquierda a la frente, y comenzó a buscar a su alrededor, mientras otra niña, un poco más alta y vestida igual que la primera, le imitaba e intentaba no ser descubierta por el rubio.

—Tú cuentas, hermano— le dijo la más baja.

—Pero no hagas trampa— continuó aquella que se ubicaba a su espalda, parándose de frente a él.

—Sabes contar, ¿verdad?— y la última hizo acto de presencia, pasando entre las piernas del mayor.

—Si quieren, puedo enseñarles a contar— dijo con una risita.

— ¡Juguemos, juguemos, juguemos!— insistían las más pequeñas.

—Oni-san, trata de encontrarnos.

—Ja, ja… No le pidan eso a oni-san. No queremos que aparezca uno por aquí.

 

La vida, de pronto, se había vuelto tranquila. Muchos enfrentamientos contra la muerte, siendo perseguido, luchando por vivir un día más, todo eso había quedado en el pasado.

 

— ¡Te encontré, Moa-chan!— la cargó en brazos.

— ¡Kyaa!— comenzó a reír— ¡Bájame, hermano!

—Y la última— la dejó en el suelo, debajo de un enorme cerezo en flor. Allí se encontraban las otras dos.

— ¡Juguemos otra vez!

—Ah… Se ve que Yui-chan no pierde energías.

—Dímelo a mí— comentó la mayor.

—Eso es porque Su se hace vieja— dijo la que respondía al nombre de Moa.

—Se hace vieja y será como mamá—le siguió Yui.

— ¡¿Qué?!

—Ja, ja… Suzuka-chan está creciendo y por eso ya no juega tanto como antes— dijo el rubio.

—Hermano, ¿tú qué edad tienes?

—Eres mayor que Su, ¿verdad?

— ¿Qué edad tengo? — se rascó la nuca— Pues… No lo sé.

— ¿No sabes?

— ¿Por qué no sabes? — ante las preguntas de las más pequeñas, soltó un suspiro.

—Aún hay muchas cosas que no recuerdo.

 

Frunció el ceño, intentando hacer memoria. ¿Por qué no tenía ninguna pista de su pasado? ¿Por qué no podía recordar nada sobre sus hermanos y hermanas? ¿Qué había de su padre? Ni siquiera se hacía una idea de las facciones en el rostro de su madre. El solo hecho de querer traer una simple memoria a su mente le daba dolor de cabeza.

 

—No debes forzarte— se escuchó decir a una suave y clara voz femenina. El rubio volteó en dirección de donde había provenido aquella.

—Namie-san…

 

La nombrada era una mujer muy bella, de larga cabellera castaña, recogida en un rodete. Llevaba un hermoso y elegante kimono del mismo color que las flores de cerezo. Cada paso que daba, le brindaba cierto encanto muy especial, como de grandeza y también serenidad, lo cual se reflejaba en su expresión, imperturbable. Cuando alcanzó a los cuatro, las niñas le abrazaron al instante.

 

—Si no puedes recordar tu pasado, significa que existe una razón para que no lo hagas.

—Pero… al menos, me gustaría saber algo más sobre mis orígenes. ¿Por qué hasta hace poco viví una mentira?

—Tu vida no fue una mentira en lo absoluto— le respondió con la misma calma que ya le caracterizaba.

— ¿Entonces por qué todo se dio de esta manera?  

—Fue lo mejor.

—Si fue lo mejor, no estaría solo ahora.

—En eso te equivocas— le acarició el cabello—. Aunque tu familia de sangre ya no esté, ahora tienes una nueva— le regaló una pequeña sonrisa, para brindarle seguridad—. Mientras exista alguien que piense en ti, es toda la familia que podrías necesitar.

 

~*~*~*~*~*~*~ Fin del flashback ~*~*~*~*~*~*~

 

Cayó rendido al piso, teniendo la pequeña pelota entre sus manos. No tenía noción del tiempo, en esa habitación parecía no existir tal cosa; por eso no tenía idea de cuánto había estado jugando. Eran notorios los movimientos de su caja torácica, ampliándose y reduciéndose en su volumen, a medida que intentaba regular su respiración. Se pasó la mano derecha por su pecho, totalmente descubierto, puesto que solo vestía pantalones.

 

—Me pregunto…— dijo en un tono de voz que solo él podía escuchar— cuánto habrán crecido Moa-chan y Yui-chan… Deben estar igual de altas que Suzuka-chan…

 

Usó sus manos y toda la fuerza que le permitían hacer sus brazos, aún bien formado, y así se sentó. Movía su cola de un lado a otro, y observaba detenidamente ese juguete que tanto le entretuvo.

 

—Mis reflejos se han entorpecido bastante… ¿Qué diría Luperca si me viera así?

—Ella está muy preocupada por ti— habló una voz conocida.

 

El recluso dio media vuelta, para ver a quien le había hablado. Así se encontró a un chico rubio y delgado, vestido con un elegante traje, completamente blanco.

 

—Mitsu… ¿Qué haces aquí? ¿Cómo pudiste entrar?

—Logré engañar a los guardias— se le acercó, para ponerse a su altura—. Tu padre está haciendo todo lo posible para sacarte de aquí— suspiró—. Ha sido muy difícil contener la impulsividad de Yasu-sama.

—Mi padre siempre ha sido así— sonrió—. O al menos eso es lo que mi tía Namie me contó— la expresión en el rostro de Mitsu pasó de una sonriente, a otra que mostraba dolor—. ¿Qué sucede?

—Namie-sama y su familia…— habló ronco.

— ¿Qué? ¿Qué sucedió con ellos?— no pudo ocultar su preocupación— ¿Están bien?

—Tranquilo. Todos están bien…— hizo una pausa— Bueno… La mayoría lo está.

— ¿A qué te refieres?

—Aún no estamos seguros… Pero hace unas semanas, las montañas que forman parte del dominio de Namie-sama se llenaron de demonios.

—P-pero… ¿cómo lograron salir del infierno otra vez?

—La guardiana de la puerta al Inframundo… pereció.

 

~*~*~*~*~*~*~ Flashback ~*~*~*~*~*~*~

 

Hacía frío y estaba oscuro. El olor a quemado era insoportable, haciendo difícil la tarea de respirar. Mas no podían rendirse allí, luego de todo lo que debieron pasar para llegar hasta ese lugar.

 

—Es imposible— les dijo la rubia de atuendo excéntrico, con dos cabezas de perro sobre sus hombros y colas de serpiente que formaban parte de su vestido.

— ¡Necesitamos pasar! ¡Es importante!

—Es imposible— se cruzó de brazos.

— ¡Tsk!

—Tranquilo— le dijo la hermosa mujer de armadura, cabello dorado largo hasta sus pies y ojos azules—. Esta perra deberá dejarnos pasar por las buenas si no quiere que le atraviese el cerebro con mi lanza.

—Ja, ja, ja, ja, ja, ja…— rió la aludida— Ay, Luperca, Luperca… Matriarca de los “bobos romanos”… Ah, perdón… Quería decir “lobos romanos”— la nombrada le lanzó una mirada de odio—. Sabes bien que entrar al Inframundo es un acto suicida. Además, una vez estén adentro, tengo prohibido dejarles salir. De lo contrario deberé matarles.

— ¡Ja! Como si pudieras hacerme frente— se quitó un aro que llevaba en su oreja, y, al hacerlo, una lanza apareció en su mano.

—Veo que has venido preparada para morir, Lupe.

—No me llames así— le amenazó, llevándole la punta de su lanza hacia el cuello.

—Cierto… ¿Cómo es que te ha puesto de nombre este chico? Hum…— se llevó una mano al mentón, pensando— Lo he escuchado llamarte por otro nombre, uno mucho más bonito. Jamás creí que te dejarías domesticar. Me sorprendes, matriarca.

—Lo mismo digo yo— sonrió de medio lado.

— ¿Ah?

— ¡Listo! — exclamó, una vez le hubo asegurado el collar alrededor del cuello. 

— ¡¿Eh?!—  tomó aquel objeto con ambas manos— ¡¿Qué es esto?! ¡Quema, quema, quema!— comenzó a saltar en el lugar— ¡Ay, ay, ay! ¡Quítamelo!

—Lo siento, pero me temo que ya no puedo hacer eso— suspiró—. A partir de ahora responderás al nombre de “Kyary”.

— ¡Pero soy Cerbero!

—No interrumpas— la rubia infló los cachetes, a modo de protesta—. Cuidaré de ti siempre y tú me serás fiel hasta tu último latido— el collar comenzó a emitir un resplandor muy intenso.

— ¿Qué está…?

—Estás siendo domesticada, cachorra— le respondió la otra.

—Con este collar firmamos este contrato que no podremos romper, sino que la Muerte se encargará de ello.

—Ahg…— sentía que se ahogaba, como si alguien intentara ahorcarle. No podía soportarlo, tanto así que perdió la fuerza de las piernas y cayó al suelo, todavía intentando quitarse aquella atadura.

—Cuando mueras, una parte de mí morirá contigo y serás libre— continuó—. Hasta que ese día llegue, viviremos para cumplir este contrato— de pronto, su tobillo derecho también comenzó a emitir un resplandor—. ¿Has entendido, Kyary? — la nombrada permanecía con la cabeza gacha, ya no intentaba quitarse el collar, puesto que este se había fusionado con su cuerpo, dejándole una marca. Solo intentaba regular su respiración— Kyary— volvió a llamarle—, ¿has entendido? — frunció el ceño. De a poco, la rubia elevó la mirada, para verle a los ojos.

—Sí, amo.

 

~*~*~*~*~*~*~ Fin del flashback ~*~*~*~*~*~*~

 

Dio un golpe contra el piso, lleno de impotencia. El visitante no hizo nada para tranquilizarle; sabía que no serviría ni intentarlo. La situación estaba saliéndose de control, y que el rubio de rabo y orejas se enfadara podría ser de gran ayuda, puesto que no dudaba de cuán poderoso podía llegar a ser cuando estaba en ese estado.

 

Pronto, Mitsu notó algo en el cuerpo de su amigo.

 

—La marca en tu tobillo.

—Aunque una parte de mí haya muerto con ella, no me ha abandonado. Ella aún vive en mí…— miró la marca a la cual el de blanco había hecho referencia— Quema… Está muy enojada— se relamió los colmillos—. Quieren deshacerse de nosotros como si fuésemos una plaga y ellos los exterminadores— se acarició la zona de su tobillo.

—No puedo creer que hayan usado el mismo truco otra vez.

—La Gran Guerra solo fue una fantochada para cubrir lo que esos demonios realmente querían.

—Esta vez se han pasado de la raya. Hacen que los humanos se exterminen entre sí como si fuesen cucarachas, mientras aprovechan toda la confusión en el mundo para acabar con nosotros.

—Yo ya estoy acabado. Soy el último de mi raza, ¿recuerdas?

—Aún está tu padre.

—Pero necesita a “mi madre”— Mitsu bajó la mirada.

—Se han enviado nuevos grupos en su búsqueda. Con todo esto de la guerra, se ha complicado para buscarle.

—Ella podría terminar con la guerra si quisiera. No entiendo porqué desapareció en un momento como este— abrazó sus piernas—. Ya vio cómo mis hermanas murieron hace veinte años. ¿Dejará que le suceda lo mismo al único hijo que le queda?

—Nuestra madre tiene sus razones.

—Pues no le entiendo.

—Cuando uno tiene un gran poder, les es muy difícil a los demás entenderle.

—Alguien me dijo lo mismo hace muchas décadas— hizo chillar la pelota—. Ahora que comienzo a recordar— continuó—, ya nos había advertido que algo así sucedería.

— ¿De quién hablas?

—Isis.

—Ah… Kumi-sama.

—Creí que se había cumplido su premonición cuando la guerra terminó en 1918… Tal vez se refería a esta guerra— suspiró—. Debí haberlo imaginado cuando vi a ese sujeto por primera vez, en aquella charla que dio cuando aún no era nadie.

— ¿Te refieres al que llaman “Führer”?

—Ese mismo— se frotó ambos brazos—. Me dan escalofríos de tan solo pensar en él. No puedo creer que estreché mi mano con la suya… Algo me dijo que debía escapar lo más pronto posible o terminaría… como tantos otros han terminado.

—Ya van más de tres años de guerra. Has sabido ocultarte bastante bien. ¿Por qué no te fuiste cuando tuviste la oportunidad?

—Los enfrentamientos dejan muchos heridos. No podía irme. Además, Japón también está participando en esta guerra.

—El mundo ha vuelto a ser un lugar inseguro.

—Y pronto estará bajo las manos de los demonios si no hacemos nada.

—No puedes hacer mucho en este estado.

—Pero has venido a sacarme de aquí, ¿verdad?

—Aún no.

— ¡¿Qué?!

—No podré sacarte de aquí solo. Me costó mucho entrar y no sé si lograré salir.

— ¡Pero, Mitsu, eres un ángel!

—Y los guardias son demonios.

— ¿Q-qué?

— ¿Por qué creías que el Führer tiene tanto poder? Solo es una marioneta de los demonios. Muchos soldados también lo son, e incluso hay demonios en los campos de batalla. No es como la guerra de hace veinte años. Es vez es peor.

—Que alguien como tú pierda la calma por algo así, me hace tener miedo.

—Mientras mantengas la esperanza, todo estará bien. Recuerda que tú eres nuestro as bajo la manga.

—No lo sé— agachó la cabeza.

—Miku…

—Quiero creer que todo saldrá bien y que enviaremos a esos demonios al Inframundo de nuevo… Pero hay algo más fuerte que me hace dudar…— dejó el juguete en el piso, para mirarse las palmas de las manos— Algo me falta… Ya no me siento tan fuerte como antes.

—Eso es porque te has fusionado a tu cuerpo humano… otra vez.

—Tengo entendido que es la tercera vez que me sucede.

—Vaya…— suspiró— ¿Y este cuerpo hace cuánto lo tienes?

—Creo que mi padre me lo dio en 1925, poco antes de que fuera a Italia, a finalizar mis estudios en Medicina.

—Ya veo…

— ¿Cómo puedo hacer para librarme de este cuerpo?

—Bueno, todos tus tatuajes ya han aparecido, al igual que tu cola y orejas. Aún tienes un ojo marrón. Estuviste muy cerca de abandonar tu cuerpo para pasar a tu estado puro.

— ¿Y cómo lo completo?

—Eso deberías saberlo tú— se levantó del piso—. Me gustaría ayudarte, Miku, y créeme que haré todo lo que pueda para sacarte de aquí.

—Gracias por haber venido a verme, Mitsu. Fue bueno ver un rostro amigable, para variar.

—Me alegra saberlo. Le daré tus saludos a Luperca-san.

—Por favor, hazlo.

—Intentaré volver pronto para sacarte de aquí. Solo procura no perder la esperanza.

—Haré lo mejor que pueda.

 

El ángel le regaló una última sonrisa, para brindarle algo de calma. De pronto, todo su cuerpo comenzó a liberar un resplandor, algo cálido. Era tan deslumbrante que Miku debió cubrir sus ojos para no lastimarlos. Fue cuestión de segundos. Cuando todo terminó, Mitsu ya había desaparecido, sin dejar rastro, tal como había llegado. De nuevo, todo había quedado vacío y silencioso.

 

—Mamá— dijo al aire—, ¿por qué permitiste esto? ¿Dejarás morir a todos tus hijos en manos de esos demonios?

 

Elevó la mirada, al techo con manchas de humedad. Luego tocó su brazo izquierdo, donde otro tatuaje, un tanto más elaborado que el de su tobillo, resaltaba en su piel. “Quiero creer que todo estará bien, que podré salir de aquí, y que la guerra con los demonios terminará”. Cerró sus ojos. “Mamá, ¿te llegan mis plegarias? ¿Vendrás por tu desdichado hijo?”. Apretó los puños. “¿Puedo seguir creyendo en ti?”.

 

Sus orejas se movieron al percibir aquel sonido que tantas veces habían captado y reconocía con facilidad. En su rostro se dibujó una expresión de amargura.

 

—Algún día, esta tortura se acabará… ¿No es así, mamá?

 

Los pasos se detuvieron del lado de afuera de la puerta, la cual terminó por abrirse. El rubio ladeó el rostro, para ver a los soldados que iban ingresando. Eran alrededor de quince. Muchos enseñaban sus armas de guerra. Otros llevaban cadenas, y también bozales en sus manos. Ya sabía lo que seguiría. ¿Debía entregarse pacíficamente o resistirse? En otro momento de su vida, sin duda, se había opuesto, mas aún no estaba listo. Además, como su amigo le había dicho, muchos soldados eran demonios; no tendría muchas chances de vencerles en ese estado.

 

—Ya sabes qué hacer, perro sarnoso— le dijo aquel que tanto conocía, el de mayor rango entre los presentes, quien solía golpearle constantemente—. Sé buen chico, y entrégate pacíficamente.

 

Los miró detenidamente, en silencio, varios segundos. Nadie se movía ni hacía nada. Volvió a ver a aquel que tanto aborrecía. Parecía ser un duelo de miradas, la cual el rubio terminó perdiendo al rendirse. Lentamente, puso sus dos manos al frente, dándoles a entender que se entregaba.

 

—Je… Sujétenlo bien fuerte.

 

Y ya no había más escapatoria. “Mamá, tu hijo ya no puede llorar. ¿Ya soy lo suficientemente fuerte para afrontarlo todo?”.

Notas finales:

Y: ¿Qué les pareció?

M: ¡Has alterado la historia de la humanidad! Ahora no vas a nacer.

Y: ...

M: -w-

Y: con razón estoy así... En fin... Espero les haya gustado el capítulo. Este fic empecé a escribirlo en cuaderno, cosa que había dejado de hacer. Pero tengo un cuaderno muy bonito-...

M: tiene miles de caras de Miku -w-U

Y: como decía... Tengo un cuaderno muy bonito que fue hecho para que pudiera escribir fics XD Así que tenía que aprovecharlo.

M: ¿Y cuándo va a venir la conti de esto? ¿En cinco años?

Y: No XD En tres semanas. ¡Sí! Leyeron bien. El sábado 27 de este mes, voy a traer la conti XD Y será el último capítulo también XDDDD

M: ¿Cuál fue el último fic que habías terminado?

Y: apenas me acuerdo qué cené XDDDD Bueno... Si les gustó, no les gustó, quieren decir "hola" o lo que sea, por algún lado debe andar el recuadrito para escribir reviews XD Mañana volveré con otro fic nuevo... o algo así... Ya no sé XD Veré qué traigo. ¡Gracias por leer! 

M: ¡Cuídense!

Y: bye-bye!!


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