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Itai Onna por YasuAmaya

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Notas del fanfic:

Comencé a escribir este fic a fines de 2013. Me había decidido a avanzar bastante con él antes de publicarlo. 

Creo que es una de mis ideas más raras desde Buscando a papá.

También es la primera vez que escribo yuri, y creo que es eso lo que tiene más nerviosa.

Daré lo mejor de mí.

Notas del capitulo:

¡Bienvenidos a mi nuevo fic!

M: finalmente...

T: este fic.

Yui: a mí me gusta :D

Y: bueno... ¿Cómo están? Soy Yasu :3

M: yo soy Miku-conciencia.

T: Takuya-sentimientos.

Yui: y yo soy el lado maternal de Yasu >w<

Y: por fin me decidí a traer este fic... Es... MUY diferente al resto, en ciertos aspectos. Y no estaba muy segura de subirlo, pero meh... Me gustó, así que lo subo XDDDDD

M: sé que Miku sufrirá.

Y: y sé que Takuya... será genial.

Yui: ay, él XD

Y: XDDDD Bueno... Me tomó cinco años, pero por fin me decidí a escribir algo de yuri también... Espero que me salga bien XDDDD Como sea... Esto va dedicado a mis cufifas del Y-T-E-C, y a mis amadas del Y-T clásico XD

Yui: sin más preámbulos, a leer.

T: sepan disculpar si hay errores.

M: ¡Perimer capítulo de "Itai Onna"!

Algunos minutos pasaban de las dos de la mañana de aquel miércoles de enero. En un estudio de música ubicado en Tokio, se encontraba una banda de cinco miembros arreglando algunos detalles sobre sus próximos lanzamientos musicales. Habían estado alrededor de cuatro horas allí, pero aún no estaban listos para regresar a sus hogares.

 

— Todavía no. No me convence.

 

Por más que estuvieran agotados, uno de los integrantes, el vocalista, se negaba a dar por finalizada la reunión; nadie podía ponerse en su contra: solo se hacía lo que él decía.

Nada parecía agradarle a aquel de cabello castaño claro, quien no hacía más que darle órdenes al pobre guitarrista. Sus compañeros —el baterista, el bajista (ambos pelinegros) y tecladista (de cabello rubio) — evitaban meterse en eso, mas les costaba al ver cómo el “mandón” trataba al castaño oscuro. Era como si una gran ola de energía negativa emanara de aquellos dos, haciendo retroceder al resto, intimidados.

Y todo iba de mal en peor, puesto que las órdenes se hacían cada vez más exigentes.

 

— Ya te dije que así no me gusta —le dijo con tono serio—. Parece algo que hubieras compuesto cuando ingresaste en la banda. ¿Qué te pasa, Takuya?

 

Ante aquellas palabras, el guitarrista detuvo el programa de su computadora —el cual usaba para componer—, miró a aquel que ya le estaba haciendo colmar la paciencia, y le dijo:

 

— Si no te gusta lo que hago, ¿por qué no mejor lo haces tú y me demuestras cómo es que debe ser, Miku-san?

 

Los otros tres se quedaron helados al escuchar al menor del grupo decir aquello. Miku y Takuya se miraban con seriedad, sin pronunciar palabra alguna, ya que si alguno de ellos dejaba escapar un bocadillo, las cosas podrían ponerse peores; era algo que ya sabían cómo terminaría.

 

— Eh… Miku, ¿por qué no damos por terminada la reunión de hoy? —le propuso el baterista.

— Aún no, Teruki —le respondió sin dejar de mirar al castaño.

— Ya tenemos decididas dos canciones para los próximos dos singles —le recordó Kanon, el bajista—. Fue un gran progreso.

— No me iré hasta que Takuya me deje oír algo que me agrade.

— Te gustó una de sus canciones y la utilizaremos para el siguiente single, Miku-san —el nombrado miró con el ceño fruncido al tecladista, luego de decirle eso—. T-Takuya debe estar cansado, y tú también.

— Yuuki tiene razón —comentó el mayor del grupo, Teruki—. Es hora de dormir, Miku.

— Dije que no —tomó la guitarra de Takuya, la cual se encontraba en un costado de la mesa donde tenían sus pertenencias, y se la entregó a su dueño—. Si quieres que use alguna composición tuya para una de mis canciones —le habló con tono grave y algo ronco—, entonces hazlo bien.

 

Takuya lo miró sorprendido, y el resto de sus compañeros igual. Miku nunca había sido tan exigente con él; por lo general le felicitaba por el gran trabajo que había hecho y ayudaba si necesitaba algún tipo de arreglo. Pero esa faceta suya parecía haber sido olvidada.

El menor, resignado, estuvo a punto de tomar su instrumento, pero se detuvo.

 

— No —dijo, y se puso de pie.

— ¿Qué? —el vocalista arqueó una ceja.

— Dije que no lo haré.

 

Le quitó su guitarra al castaño claro y caminó hacia el lugar donde todos habían dejado sus bolsos y estuches. Sin embargo, Miku no iba a dejar pasar eso.

 

— ¿Quién te crees que eres para desobedecerme de esa manera? —le preguntó de mala gana, a medida que lo detenía tomándolo del brazo.

— ¿Qué?

— Harás lo que yo diga —lo miró desafiante a los ojos—. Y si digo que debes tocar la guitarra, lo harás.

— Miku-san… —el guitarrista no podía reconocer a su compañero.

— Nadie se irá de aquí hasta que Takuya haga lo que le digo.

— ¡¿Qué?! —exclamaron Kanon y Yuuki.

— Miku, creo que te estás pasando de la raya.

— No pedí tu opinión, Teruki.

— El problema es conmigo, Miku-san —habló el guitarrista—. Deja que al menos ellos puedan ir a descansar.

— No me digas qué hacer, Takuya.

— ¿Por qué tú sí puedes hacer eso?

— ¡¿Y todavía lo preguntas?!

— Pues no haré lo que me dices.

— Takuya… No te atrevas a desobedecerme —le advirtió.

— ¿Qué pasará si lo hago? —le preguntó retadoramente.

— No puede ser… —dijo Teruki, con un suspiro— Kanon, Yuuki, vámonos —los tres comenzaron a juntar sus cosas.

— ¡¿A dónde creen que van?! —les cuestionó el vocalista.

— No queremos meternos entre Takuya y tú —le respondió el bajista.

— Sí. Es mejor que resuelvan sus problemas maritales solos, Miku-san —bromeó Yuuki.

— ¡¿QUÉ?! —pero a ellos no les hizo mucha gracia.

— Nos vemos mañana a la misma hora y por el mismo canal, chicos —les saludó el mayor de la banda.

 

Los tres se fueron rápidamente hacia la salida.

 

— ¡Después no vengan diciendo que debemos ser más unidos como banda!

— Lo que digas, Tsukiyama. Nos vemos.

 

Tras aquellas últimas palabras de Teruki, se cerró la puerta, y el vocalista y el guitarrista quedaron a solas, rodeados por un silencio incómodo y el aire que se sentía más pesado que de costumbre.

Las peleas dentro de la banda no ocurrían todos los días. De hecho, desde que se habían vuelto a juntar luego de dos años sin actividades, contadas con una sola mano eran las veces que habían discutido. Pero ver a Miku y Takuya pelear era algo nuevo.

 

— Tsk… —chistó el mayor— ¿Ya ves lo que lograste? Todos se fueron.

— Y yo también me voy —comenzó a guardar sus pertenencias.

— Si tan solo hubieras hecho lo que te dije, nada de esto hubiera sucedido.

— Lamento informarte, Miku-san, que tú no eres el soberano de este universo. No todo saldrá como tú quieras siempre.

— Si así fuera, ya hubieras compuesto algo digno.

— ¡Lo intenté!—se defendió— Soy un ser humano, puedo fallar a veces. ¿Acaso tú eres perfecto?

— Ahh… Deja de fastidiar con eso —tomó su bolso, dispuesto a irse.

— Uy, qué delicado —comentó por lo bajo.

— ¿Qué dijiste?

— Nada —se colocó el estuche de su guitarra en el hombro—. A veces olvido que le haces honor a tu nombre artístico y te comportas peor que una niña —caminó hacia la salida.

— Me estás haciendo colmar la paciencia, Nuguishi —lo llamó por su apellido.

— Creí que ya lo había logrado. Debo esforzarme más.

— ¡No me tomes el pelo!

— ¡Ya me tienes harto con tus órdenes! ¡No soy tu esclavo!

— ¡Si no fuera por mí, no estarías en la banda!

— ¡Échame si no te gusta mi trabajo! Aún puedo ser guitarrista de Piko-san.

— Claro. Lo prefieres a él porque seguro te hace favores especiales.

— ¡¿Qué?! —se ruborizó de golpe.

— Lo que escuchaste.

— ¡No creí que pudieras ser tan imbécil!

— Me importa una mierda lo que pienses de mí. Puedes irte con tu querido Piko —el guitarrista hizo fuerza con sus puños.

— De acuerdo… —tomó aire y sonrió, burlón— Ya entendí que estás celoso.

— ¿Qué? ¿Celoso? ¿Yo?—rió sarcásticamente— Por favor… No vengas a compararme con ese cantante de cuarta.

— Al menos él sí aprecia mi trabajo —salió del cuarto de ensayos.

— Ay, sí… —y el mayor lo siguió— Takuya, hoy tocaste maravillosamente bien —intentó imitar a Piko—. Esta noche, quiero que me toques como a tu guitarra.

— Tienes veintinueve años. Compórtate como el adulto que eres.

— ¿No quieres que te diga la verdad?

— Son todas ideas raras tuyas. Piko-san es solo un amigo… Y no sé por qué tengo que darte explicaciones.

— Porque sabes que eres MI guitarrista.

— Soy guitarrista de An Cafe, no de Miku-san.

 

Su discusión no parecía tener fin. Salieron del edificio y continuaban con lo mismo. Las pocas personas que pasaban a su lado solamente les miraban mal, mas a ellos les daba igual. Ambos podían ser bastante tercos, no se detendrían tan fácilmente. Eran peores que unos niños caprichosos que no sabían cuándo detenerse.

Lo peor era que debían ir juntos hasta la estación de trenes. Sin embargo, ninguno se percató de que a esa hora ya no había servicio, pues su discusión los tenía demasiado entretenidos como para que lo hubieran notado.

Así llegaron al parque que atravesaban todos los días antes de llegar a la estación, entre críticas, tomadas de pelo y declaraciones para nada agradables echadas en cara. No había absolutamente nadie alrededor, solo eran ellos dos y las palabras que el viento se llevaba. ¿Cuánto más podían discutir?

 

— Los que pelean de chicos, se casan de grandes.

 

Escucharon a una voz femenina decir aquello y se detuvieron. Miraron hacia un costado del camino, junto a un poste de luz, a una mujer de apariencia extraña —y edad indefinida— de cabello negro azabache, largo hasta sus tobillos, luciendo un tapado de piel negro, cubriendo un vestido de color turquesa con piedras brillantes, el cual se ajustaba a su figura; detrás de un pequeño puesto de venta ambulante. Los músicos la miraron con algo de intriga. La pelinegra sacó un pequeño saquito de un bolsillo que había en el interior de su exageradamente gigante tapado de piel negro y continuó hablando.

 

— Es algo que los adultos suelen decir a los niños para que no peleen con las niñas —de la bolsa que tenía en la mano, tomó una pizca de un polvo extraño y lo echó dentro de una copa que tenía en la mesa, provocando una especie de reacción—. Pero los adultos que pelean entre sí, tienen otras maneras de hacer las paces —tomó la copa entre sus manos y revolvió su contenido—. Aquí tienen.

 

Miku y Takuya la miraron con desconfianza. La extraña mujer les tendía la copa junto con una sonrisa igualmente rara.

 

— No, gracias —le dijo el vocalista—. Ignora a este tipo de gente, Takuya.

— S-sí… —y continuaron caminando.

— No, no, no… ¡Esperen!—la mujer salió detrás de su puesto y se paró delante de ellos— Prueben esta pócima especial. Les traerá buena fortuna.

— No creo en esas cosas.

— Ni yo.

— Es cien por ciento infalible. Hará que todos sus deseos se conviertan en realidad —los músicos se miraron entre sí, y volvieron a verla.

— No.

— Luego no te quejes de haberte quedado dormido, no tener agua caliente cuando vas a bañarte, perder el tren, haber llegado al tope con tu tarjeta de crédito, romper las cuerdas de tu guitarra, que se equivoquen con tu pedido y que le pongan wasabi a tu comida, Akiharu Tsukiyama.

 

Ambos integrantes de An Cafe abrieron los ojos en señal de asombro.

 

— ¿Cómo sabe tu nombre, Miku-san?

— ¡¿Cómo sabe todo lo malo que me pasó el día de hoy?!

— Sé muchas cosas sobre ustedes. Cosas que ni siquiera sus queridas cafekkos saben.

— ¡Es una acosadora!—sacó su celular del bolsillo— No puede estar pasándome esto otra vez. Llamaré a la policía.

— ¡No soy una acosadora! —le dio un coscorrón.

— ¡Oiga!

— Es demasiado extraña esta situación.

— No te preocupes, Takuya-kun. Todo terminará una vez que beban esta pócima.

— ¡Nos quiere drogar para luego llevarnos y vendernos en la red de tratas de ikemen! ¡Lléveselo a él! ¡Es más guapo que yo!

— ¡No! Tienes ideas muy extrañas, Miku-kun.

— Mi madre me enseñó que no debo aceptar cosas de extraños.

— ¿Y qué hay de cuando te ofrecen muestras gratis en el supermercado?

— Eh… Pues… Eso…

— ¿Lo ves?

— Pero en el supermercado las personas de las muestras gratis parecen amigables. Usted parece una bruja.

— Ay, Miku-san…

— Es que lo soy.

— ¿Eh?

— ¿Qué?

— Soy una bruja —dijo con una amplia sonrisa—. Sé que han tenido algunos problemas hoy y es por eso que he decidido ayudarles.

— ¿Ayudarnos? —preguntaron los dos.

— Así es… Si beben esta pócima, sus problemas terminarán… Claro, por algún tiempo. Soy bruja, no dios, no hago milagros… Pero créanme que realmente funciona. Dejarán de pelear entre ustedes y conseguirán la inspiración que les hace falta para trabajar en sus canciones.

 

Miku y Takuya no parecían estar convencidos del todo. Era demasiado extraño lo que esa mujer les decía. Pero ella les había demostrado que en verdad sabía lo que les sucedía y que efectivamente encajaba en el estereotipo de bruja. No obstante, ellos ya eran adultos, no iban a creer que esas cosas que parecían salidas de algún cuento de hadas sucedieran realmente.

 

— Si aceptan la pócima, se llevan… —sacó un enorme oso de peluche debajo de su abrigo— este oso como regalo.

— ¿Dónde tenía guardado ese oso? —le preguntó el vocalista, y ella lo miró mal.

— No te hagas ideas raras, Miku-kun.

— ¿Entonces puede hacer aparecer un montón de palomas como hacen los magos?

— ¿Por qué no mejor te transformo en sapo?

— Solo quiero comprobar si en verdad es una bruja como dice.

— ¿Aún no me crees?

— Por supuesto que no.

— ¿Por qué no?

— Para empezar: tengo veintinueve años —la mujer hizo un movimiento con su mano—, ya soy un adulto y no-… —y de pronto, la boca de Miku se cerró— Mmh… ¡MMH!—intentó abrirla con sus propias manos, pero era imposible— ¡¡Mmfh!!

— Yo sí creo que es una bruja —dijo el guitarrista—. Se necesita magia para hacer callar a Miku-san. Me gustaría aprender eso.

— ¡¡Mmfha!!

— Ja, ja, ja… ¿Ya me crees, Miku-kun?

— Mmfh… —asintió.

— ¿Aceptarán beber la pócima ahora?

— ¿Por qué insiste tanto en que bebamos esa pócima?

— Verán… Soy una bruja de la energía entre los universos— estiró ambos brazos, derramando un poco del contenido en la copa.

— ¿Eh?

— ¿Mmfh?

— Mi tarea es controlar la energía que transcurre entre los distintos universos. Deben saber que existen universos paralelos a este.

— Bueno… Eso es lo que se cree.

— Efectivamente, existen… Me he dedicado por miles de años a controlar la energía entre este universo y su hermano, “XC-10”.

— ¿“XC-10”?

— Así es como se llama. Actualmente, nos encontramos en el universo “AC-10”.

— ¡¡Mmm!! —Miku comenzó a saltar en el lugar, señalando su boca.

— Ah… Por poco lo olvido —chasqueó sus dedos.

— ¡¡AHHH!!— soltó un grito— Oh… ¡Puedo hablar!

— Qué poco dura la paz— comentó Takuya.

— ¡Oye!

— ¿Comenzarán a discutir otra vez?— arqueó una ceja— Por empezar, es por eso que estoy aquí. Es su culpa que la energía de este lugar esté fuera de control.

— ¿¿Nuestra culpa??

— En los últimos cinco días, la energía negativa de este universo ha estado bastante inestable. Su estúpida discusión por no poder llegar a un acuerdo sobre cómo debería ser su nueva canción, ha provocado que esa energía explotara, y lo peor es que repercutió en XC-10.

— A ver, a ver, a ver… ¿Está queriendo decir que mi pelea con Takuya provocó una alteración ente dos universos paralelos?

— Así es.

— OK, hasta aquí han llegado las leyes de la física que aprendí en la escuela.

— ¿Entonces debemos beber esa pócima para que la energía entre los universos vuelva a estar balanceada? —cuestionó el guitarrista.

— Algo así.

— Hay que beber esa cosa, Miku-san.

— ¿Qué?

— Hagámoslo. Antes de que seamos responsables de otro Big Bang.

— Eso no suena bonito.

— Y no lo será para ninguno de los cuarenta y ocho universos vecinos. ¡Beban la pócima! —le entregó la copa al vocalista.

— Hmm… —la olió— ¡Puaj! ¡Es asqueroso!

— ¡Solo bébela! —le dijeron los otros dos.

— ¡Ya va, ya va! —y la bebió hasta la mitad— No me gustó… Te toca, Takuya —se la dio a su compañero.

— No se ve tan mal… —sin quisquillar, acabó con lo que quedaba de aquel brebaje.

— No me sorprende. Takuya se toma hasta el agua de los floreros.

— Hmm… —el castaño lo miró mal.

— Bueno, no deben pelear. Recuerden que son compañeros de banda y amigos.

— ¿Cuándo hará efecto esa cosa? —preguntó Miku.

— En un par de horas. Es mejor que descansen y recobren energías.

— Sí. Estoy cansado —continuó el vocalista.

— Trabajamos mucho hoy.

— Y mañana nos espera otro día duro de trabajo.

— Es verdad… Ah… Ya perdimos el último tren.

— ¡No puede ser! ¿Algo más puede salirme mal hoy?

— Será mejor que busquen un taxi.

— ¿Usted no tiene una escoba voladora o algo así?

— Has leído muchos cuentos, pequeño Miku-kun.

 

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

 

El sol de mediodía se escabullía entre las cortinas. En aquella habitación desordenada, Miku estaba durmiendo plácidamente en su cálida y cómoda cama. Hasta que el despertador comenzó a sonar; era hora de que el vocalista de An Cafe se pusiera en marcha.

Estiró su mano hasta dar con aquel objeto que había interrumpido su sueño y lo apagó. Comenzó a moverse lentamente, como despertando a sus músculos y a sí mismo. Se frotó los ojos, se sentó en la cama y se pasó una mano por el cabello. Luego se puso de pie, para ir al baño.

 

— Buenos días, Nyappy-hime.

 

Tras saludar a su amada mascota con un tono de voz ronco, se metió en el baño para hacer lo mismo de todos los días.

Sin embargo, al bajarse un poco el pantalón del pijama y la ropa interior, encontró algo diferente.

 

— ¿Eh?—parpadeó un par de veces— ¿Se me encogió más? ¿Qué…? ¿Qué es… esto? ¿Qu-…? ¡¡¡AHHHHH!!

 

Pegó el grito más desgarrador de su vida.

 

— No, no, no, no… —rápidamente se quitó la parte de abajo del pijama y el bóxer— Esto es… tengo una… Oh… Cosa de niña… Pero… No puede ser… —se llevó ambas manos al pecho y se encontró con dos sorpresas— Son… dos… ¡¿Qué está pasando?!—terminó por desvestirse— Tetas… ¡¡Tengo tetas!! ¡¡Y no son como las de Yamapi!!

 

Salió del baño a toda prisa para ir a su habitación, con desesperación, confundido. Al pararse delante del espejo, se asustó, tanto que se apartó rápidamente.

 

— ¿Por qué veo una mujer en el espejo?— se acercó nuevamente, de a poco— Soy… yo… Es mi rostro… Pero… estoy distinto… Es… mi madre cuando joven… —su cuerpo empezó a temblar, y así mismo se paró delante del espejo por completo— No… puedo… creerlo… —se pasó las manos por las caderas— Tengo curvas de mujer… Entrepierna de mujer… Pechos de mujer… y rasgos femeninos… ¡¡Pero soy hombre!! Ah… —se tocó el cuello— Incluso mi voz suena como de mujer… No puede ser que de pronto me haya convertido en mujer. ¡No he menstruado ni una sola vez en mi vida!

 

Empezó a caminar en círculos, intentando encontrar una respuesta a todo eso y controlarse, revolviéndose el cabello. Nyappy le miraba sin entender; para ella, su amo seguía siendo la misma persona.

 

— ¡Debo estar soñando! ¡Claro!—rió, para después meterse en la cama, cubriéndose con las sábanas hasta la cabeza— Cuando me duerma, despertaré y todo será como siempre.

 

Cerró los ojos, esperando dormirse. Los minutos pasaban, pero él no sentía ningún cambio. Nada como si esos senos se encogieran o comenzara a crecer algo entre sus piernas. Ni un cosquilleo, solo hambre. Todo iba de mal en peor.

 

— ¡¡No puedo ser mujer!!— exclamó, dando un salto en la cama— Toda mi vida he sido hombre. ¿Qué va a pensar la gente cuando me vea? No podré decir que me hice cambio de sexo de la noche a la mañana— entonces…— Esperen… —recordó— Anoche… en el parque…

 

Salió de la cama y buscó su celular. Sin perder más tiempo, marcó un número.

 

— Esa bruja… Seguro fue por eso… Si es así, entonces Takuya también…

— “El número que intenta contactar, no se encuentra disponible. Deje su mensaje después de-…”.

— ¡¡Argh!!— cortó la llamada— Necesito saber si Takuya también cambió.

 

Buscó algo de ropa, lo más cómoda posible, puesto que no estaba acostumbrado a ese cuerpo: unos jeans que estilizaban bastante sus piernas y resaltaban sus nuevas curvas, una musculosa blanca debajo de una camiseta negra con estampado, botas y campera de cuero negras. Tampoco olvidó un par de lentes de sol, aunque no tenía ninguna cartera para llevar su celular y demás pertenencias. Así se puso en marcha hacia el hogar del guitarrista de la banda.

“Me siento tan raro”. De pronto, el mundo se veía diferente. “Siento muchas miradas puestas sobre mí”. Le incomodaba caminar junto a la gente. “Los hombres me miran… y las mujeres también… ¿Por qué?”. Evitaba hacer contacto visual. “¿Por qué me siento tan inseguro?”.

Al llegar a la estación de trenes, aquella inseguridad aumentó. “Si hay vagones exclusivos para mujeres, es porque hay muchos pervertidos dando vuelta… ¿Qué haré si me encuentro con alguno?”. Miraba a su alrededor con desconfianza. “Nunca me había percatado que hay tantos hombres”.

Mientras él estaba metido en sus pensamientos, el tren había arribado. La multitud comenzó a abordar y consigo se llevaron al vocalista. “¡Me metieron a la fuerza!”, aunque no era la primera vez que le sucedía. “Demasiados hombres, demasiado cerca”. Y entonces, se percató de la primera lección femenina que aprendió. “Viajar en el tren es muy difícil para una mujer”. Con sus manos protegía disimuladamente aquellas zonas tan privadas en su nuevo cuerpo.

Pero el reto más difícil fue… “¡¿Kanon?!”. Su compañero bajista viajaba en el mismo vagón, y a su lado. “¡No puede ser! ¡¿Qué haré si me reconoce?!”. Apartó el rostro, para que Kanon no pudiera verle la cara. “Si me ve, no sabré qué decirle. La historia de la bruja es muy poco creíble hasta para él”. Estaba demasiado nervioso, no quería que nadie conocido lo viera en ese estado.

Afortunadamente, tras dos estaciones, el bajista descendió. “De cierta forma, me sentía un poco seguro al tener un amigo cerca. Pero no podía dejar que me viera así”.

No tuvo demasiados inconvenientes, y en poco tiempo llegó donde el guitarrista. Estando frente a la puerta, lo llamaba desesperadamente, pero el menor no daba señales de vida.

 

— ¡Takuya, por favor, abre! ¡Es algo importante! —volvió a tocar el timbre— No puede ser… —se puso en cuclillas, abrazando sus piernas— Esto es horrible… ¿Cómo se supone que volveré a mi estado normal?

 

Lentamente, la puerta se abrió de par en par, pero no fue algo que el vocalista notara.

 

— ¿Miku-san? —escuchó una dulce voz llamarle.

— ¿Eh?— levantó el rostro— ¡¿Takuya?! —y se puso de pie de un salto.

— Ah… S-sí… A ti también te… sucedió.

— Soy… mujer ahora… ¿Tú también?

— E-eso… —abrió la puerta por completo— creo…

 

Takuya aún seguía en pijama, pero su rostro tenía rasgos mucho más delicados, y sus pechos habían crecido demasiado. El pobre se sentía un poco avergonzado con ese nuevo cuerpo suyo.

 

— Takuya… eres… muy bonita.

— ¡No te burles!

— No, no me burlo… Lo digo en serio —se ruborizó al confesar eso.

— No te quedes ahí. Alguien podría vernos. Pasa.

— Ah, sí.

 

Tras preparar algo para comer, puesto que ninguno había desayunado, se sentaron en la sala a conversar seriamente sobre lo que les estaba pasando.

 

— ¡Tuvo que haber sido esa bruja!— exclamó Miku— ¡Nos engañó!

— Dijo que fue nuestra culpa que la energía se viera afectada. ¿Por qué nos convirtió en mujeres?

— Tal vez nos quiere llevar a su planeta, donde no hay más mujeres, para poder perpetuar la especie. ¡No! ¡No quiero dar luz a un alien!— se sujetó la barriga.

— No puede ser eso… ¿O sí?

— No quiero averiguarlo. Yo solo quiero volver a ser hombre.

— Pero la bruja debe ser la única que sabe cómo hacer eso. ¿Dónde la encontraremos?

— Hmm… —el timbre sonó— Ah… ¿Vas a atender?

— No quiero que nadie me vea mientras sea mujer.

— ¡Entrega especial para las señoritas Nuguishi y Tsukiyama! —cantó una conocida voz.

— ¡¡La bruja!!

 

Atolondradamente, corrieron hasta la puerta de entrada y la abrieron a toda prisa. Allí estaba la bruja, con su típica sonrisa burlona y llamativo atuendo, cargando el oso que les había ofrecido la noche anterior.

 

— Vaya… Sí que son hermosas.

— Gracias.

— Miku-san —el guitarrista lo miró mal.

— Ah, cierto… ¡¡Regrésenos a nuestro estado normal!!

— ¿Por qué? ¿No les gusta ser mujer?

— No —respondieron los dos.

— No llevan ni medio día así. Deberían probarlo al menos.

— Nacimos siendo varones —dijo el vocalista—. No podemos ser mujeres.

— ¿Qué tiene de malo?

— Sería raro —le respondió Takuya.

— ¿Qué va a pensar la gente de nosotros? Toda la vida fuimos hombres.

— Hmm… Si ese es el problema —le entregó el oso a Miku—, los llevaré a un sitio donde nadie se sorprenderá de ustedes siendo mujeres.

— ¿¿Qué??

 

La bruja se apartó tres pasos, cerró los ojos e hizo extraños movimientos con sus manos. De pronto, un círculo con varios símbolos se dibujó en el piso, rodeando a los músicos, y comenzó a brillar. Miku y Takuya no entendían nada. La brillante luz les enceguecía.

 

— ¿Q-qué está… pasando? ¡Takuya! —estiró su mano para alcanzar a su compañero.

— ¡Miku-san!

— Los que pelean de chicos, se casan de grande —habló la bruja—. Qué tontería… Todos los seres hemos nacido libres en una limitada libertad. Hay cosas de las que no se pueden escapar.

— No te separes de mí, por nada del mundo —le dijo el mayor—. ¿Te quedó claro?

— ¿Incluso en un momento así, me das órdenes? —contestó el castaño algo molesto.

— Del odio al amor hay un solo paso. No pueden existir los seres felices sin los infelices. Para que haya amor debe haber odio. Sin oscuridad no hay luz… Hay leyes que son inquebrantables en el universo. Y ustedes… —sonrió con picardía—no pueden escapar de su limitada libertad.

 

El piso bajo sus pies se abrió en una especie de remolino; en su interior solo había oscuridad. Sin soporte, los músicos cayeron dentro de aquel agujero negro.

 

— ¡No pierdan el oso que les di! ¡Tampoco deben soltarse las manos o nunca más podrán regresar! Eh… ¡Ah! ¡E ignoren a los “murmullos”!

 

Esas fueron las últimas palabras que les dio la bruja, mientras ellos iban cayendo. No había nada de lo cual poder sujetarse, nada que impidiera que cayeran.

 

— ¡Miku-san! ¡Me estoy… zafando!

— Nnh… No te sueltes… —sus manos se iban soltando.

— Suéltalo —dijo una voz aniñada y tenebrosa.

— Sálvate tú —continuó otra.

— ¿Q-qué… son esas cosas? —preguntó al ver hacia los costados, donde unos seres amorfos que cambiaban de colores parecían flotar, siguiendo la caída.

— Miku-san… No puedo…

— Te llevará consigo.

— Desaparecerás.

— No te dejes engañar.

— Resiste un poco —le dijo a su compañero.

— Dijo que prefiere a Piko —comentó una de las voces.

— No te quiere.

— ¿Q-qué…?

— No compuso la canción como querías.

— Te odia.

— Sí, te odia.

— Qué iluso eres.

— ¡Iluso, iluso!

— Miku-san…

— Podrás conseguir otro guitarrista.

— ¡Y volver a tu cuerpo!

— ¡Tu cuerpo tan apetecible!

— Ja, ja, ja, ja…

— Ya no… no resisto más…

— ¡No te voy a dejar ahora!

 

Sacó fuerzas de donde no tenía, y con un solo brazo acercó a Takuya hacia su cuerpo, para terminar abrazándolo, con el oso entre medio de ambos. Aquellas voces reían, decían incoherencias y muchas otras coherencias hirientes.

 

— Miku te odia, Takuya.

— ¿Eh?

— ¡No los escuches! —le dijo el mayor.

— Te da órdenes.

— Siempre te da órdenes.

— Golpéalo.

— Sí, golpéalo.

— Hazte respetar.

— Que no te mande —el guitarrista puso una cara muy triste.

— Takuya... —la mirada del mayor se suavizó.

— Es verdad… Siempre me dice qué hacer…

— Ja, ja, ja, ja…

— Pobre Takuya.

— Sí, pobre.

— Pero… sé que puedo confiar en él— le regaló una sonrisa al vocalista.

— Takuya…

 

Notas finales:

Y: ¿Y qué les pareció?

M: Miku sufrirá de dolores menstruales.

T & Yui: JAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAAJAAJJAJAJAJAJJAJA

M: son mi familia, son mi familia, son mi familia... -__________-"

Y: ahora podrán imaginarse porqué tenía mis dudas con el fic XDDDD En fin... Hace mucho dejé de hacer esto, pero... ¡NECESITO SUS REVIEWS! Necesito saber qué les parece la idea, si les gusta, no les gusta, qué sugerencias tienen y ese tipo de cosas.

M: Yasu no dudaba tanto con un fic desde... B.A.P.

T: con IO quiere superar a B.A.P.

Yui: ajam

Y: sí... Bueno, la conti de este fic vendrá el mes que viene. Y mañana volveré con el último fic de La semana de Yasu.

M: ¡El lluvioso!

Y: así será (espero) ¡Nos vamos!

M: ¡Nos leeremos!

T: cuídense.

Yui & Yasu: bye bye!!


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