Cap. 2.- Revelaciones de cumpleaños
Una vez llegando a su casa, Escocia tomó una de las mejores botellas de su reserva y se acostó en el sofá mientras la abría. Suspiro cansado, después de todo no se pusieron de acuerdo en nada y terminaron solamente algo ebrios y después cada uno se fue a su casa.
Alistar se encontraba molesto, el tonto de Mathias había dicho algo estúpido sin razón alguna, de por si el nórdico era idiota, por algo Noruega no lo quería.
Una risa gutural salió de su garganta, él no podía estar enamorado del enano, ni siquiera le gustaba talvez ni siquiera se le hacía guapo o lindo, aunque tenía que admitir que tenía lindos ojos y esos labios carnosos eran un pecado, pero no, el no gustaba ni siquiera del otro. Se acomodó mejor, sintiendo la necesidad de comer, seguramente su hermanito había venido mientras no estaba para traerle algo de su espantosa comida, pero no quería levantarse de tan comodo lugar, después de todo, si se emborrachaba no sentiría nada después.
Se empino la botella aunque tuviera el vaso enfrente solo quería quitarse esa sensación de quemazón en la garganta cada vez que pensaba en el mexicano, era indispensable que esa sensación se fuera.
Escuchó pasos en el segundo piso de la casa cosa que le alertó, realmente no le importaba que le robaran, pero que lo hicieran frente a sus narices era otra cosa. Desenfundó su pistola dispuesto a usarla y sin hacer ni un solo ruido subió hasta la segunda planta y entro a su habitación donde hizo un disparo de advertencia. La persona que buscaba algo debajo de la cama se quedo estático y cuidadosamente volteo procurando no hacer movimientos bruscos que Escocia podría usar para llenarlo de plomo.
-ha, ¿con que eres tu?- dijo sin emoción alguna y guardando su pistola mientras Arthur se levantaba tembloroso porque su hermano lo hubiera descubierto.
-lo… lo siento, creí que estarías con Dinamarca y México. Terminaron pronto ¿no es así?
-eso no es algo que deba importarte
Inglaterra solo pudo quedarse callado, realmente no quería provocar la furia de Alistar, de por si ya se veía molesto. -¿quieres comer? Puedo prepararte algo
-no-respondió con firmeza saliendo de la habitación-y más te vale largarte cuanto antes de mi habitación.
Arthur salió presuroso antes de que Alistar cerrara la puerta de madera, lo cual hizo golpearse con algo tirado en el suelo, lo cual le importó poco lo que fuese, con tal de que su hermano no atentará contra el.
Una vez fuera del cuarto se dedicó a seguir a la otra nación hasta la sala, donde Escocia se tiró nuevamente en el sofá para está vez encender un cigarrillo. Arthur por su parte se quedó parado como esperando una señal de que podía tantear el terreno, después de tantos años sabía cuando el pelirrojo estaba relajado como en ese momento, pero también era un arma de doble filo, si hacia algo que molestase al mayor podría pagarlo muy caro.
Después de varios minutos Alistar se sentó derecho y con aspecto lúgubre mientras apagaba el cigarro en el cenicero para encender uno nuevo, eso decía a Arthur que era señal de nerviosismo, pero prefirió no hacer ningún comentario.
-oye -susurro Alistar- ¿Cuando éstas con el cerdo emancipado que es lo que sientes?
La pregunta descolocó un poco a Iggy pero prefirió responder a pesar de pensar que era una broma
-pu... Pues es algo confuso... Me molesta que tenga siempre esa cara de idiota pero siento como si fuese perfecta, que nada se le puede comparar y esos defectos horribles que tiene me irritan en demasía, pero no sería el sin ellos-soltó una suspiro y sonrió como tonto a vista de Alistar- solo se que con el puedo ser yo mismo y que tratarlo mal es una especie de manera de demostrar que estoy pendiente de ese idiota.
-ya veo-susurro el escocés exhalando humo sin mirarlo pensativo. Así que eso era lo que sentía por México... Amor o atracción.
-pero se que me gusta -continuó el rubio- por la mala y extraña sensación que invade mi cuerpo cuando veo que le sonríe como bobo enamorado a Alejandro.
La mención del mexicano por fin sacó de su ensimismamiento al pelirrojo para mirar fijamente al ingles como un cazador que espera atacar a su presa. Se levantó abruptamente para acorralar a su hermano contra la pared.
-¡Repite lo que acabas de decir! -escupió con toda la furia que podía sentir contra el rostro aterrado de Inglaterra.
-que... Que a Alfred le... Le gusta A... Alejandro.
Aquellos causó estragos en el corazón y estómago del más alto, que lo único que pensó en ese momento fue tomar su chaqueta y salir rumbo a la casa de Estados Unidos para dejar en claro ciertas cosas. Por su parte Iggy se dejó caer al suelo no sabiendo si preocuparse por la salud emocional de su hermano o por la integridad física de los americanos.