Jonghyun se encuentra navegando las negruzcas y profundas aguas de unos gatunos ojos delineados y dolorosamente hermosos. La idea de naufragar tienta el corazón que amenaza con salir disparado en cualquier momento, el pecho se contrae y las mariposas agitan sus alas salvajemente, golpeando la pared estomacal, causando dolor pero también una sensación deliciosa de amor tan puro como una gema preciosa, tan puro como las rosas blancas del pequeño jardín. El olor de un perfume caro invade las fosas nasales y se convierte en su oxígeno. Cree que el leve rastro de licor que emana cada vez que los rosados labios pronuncian algo, lo hacen más deseable, más excitante. Despierta amor, codicia y lujuria. Es una combinación peligrosa, casi mortal.
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Ayer quiso escapar del amor pero no pudo. Se quiso escalar la pared que encerraba a su cuerpo y alma dentro del hechizo de cupido pero era demasiada alta. Se quiso ser libre y no dejar que nadie lo apresara, no quería llorar ni conocer el dolor, porque eso es lo que trae como consecuencia caer en las redes de un amor. Maldice al tiempo, al mundo y a su estúpido corazón que late con fuerza. Llora en silencio aceptando la realidad de lo que le pasa, el orgullo se cae en pedazos de la misma forma que lo hace un espejo cuando una silla lo golpea, el arrepentimiento de su estúpida omnipotencia es perdonado con el recuerdo de una sonrisa que engloba blancos y perfectos dientes, labios suaves y perfectamente proporcionados. Una palabra suya cura toda herida pasada y curará toda venidera. A partir de hoy, creerá en el amor porque confía, porque ama. Ama y eso es tan poderoso que no puede con el sentimiento. Así que solo acepta, se levanta del piso mientras talla furioso sus ojos, se acomoda la ropa lo mejor que puede y sonríe de manera idiota al tomar sus llaves, la billetera y el celular. Piensa en una sola persona, siente que no existe mejor cosa que haya hecho en toda su vida. Hoy es uno de los momentos más terroríficos pero tan hermosos de su vida.
Mientras los neumáticos se avanzan con rapidez, y los semáforos en rojo son enviados al olvido, Jonghyun recrea una imagen futuramente cercana. Sonríe de nuevo, de manera boba llora de felicidad y se va secando los ojos. Quiere gritar, se siente tan bien por primera vez en mucho tiempo… pero para eso ya habrá tiempo luego.
- ¿Kibum? —la voz suena entrecortada, casi como un chillido. Apenas ha podido sacar el celular del bolsillo y las manos siguen temblando pero no es por el frío de diciembre.
- ¡Jonghyun! ¿..Estás bien? — voz preocupada pero con un leve dejo de indiferencia. Tipico, piensa el chico que conduce.
- ¿D-dónde estás?— aclara a fuerza la voz, rasgando la garganta— ¿En el centro? Espérame en la escalera del segundo piso. Sí, sí. Nec-¡Necesito contestarte algo! ¡No, mierda, Kibum! Escuchame —acerca más el aparato a su boca y escupe con desesperación las palabras—No, ese tema aún no está cerrado. No quiero que lo cierr… Solo espérame ahí, maldita sea… Por favor, ¿sí? Está bien, solo será un momento.
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Aparca cómo puede el impoluto y blanco automóvil, se olvida de ponerle seguro y corre a la entrada, empuja y no le importa. Es totalmente irrelevante que falte una semana para navidad y que el Santa disfrazado regale abrazos porque el solo necesita uno que será eterno y ni el dinero lo puede comprar.
Sube la escalera eléctrica y comienza a escalar cuando distingue la silueta de Kibum. La mente de despega del cuerpo, pierde estabilidad y ríe cuando está a punto de caerse y un chico con ciertas bolsas en la mano, lo ayuda a estabilizarse.
- ¡Pero rayos te pasa, idiota! La escalera está replet-
Sin embargo, es interrumpido por unos labios gruesos y que toscos someten a los suyos en un beso impetuoso y cargado de demasiados sentimientos que han estado escondidos y necesitaban salir a flote. Mezcla los suyos también y coopera en la danza que Jonghyun ha iniciado. No importan las personas, no importa que no pueda ser porque es imposible y son totalmente incompatibles y jamás podrían pertenecerse solo a ellos, lo que importa es el hoy.
Jadean al terminar el beso y sonríen algo cansados mientras un rastro de saliva se desvanece en el aire. Son tantas cosas que podrían decirse pero el lugar quizás no sea el indicado ni el tiempo favorable.
- No importa, Kibum, no me importa nada. Solo sé que siento lo mismo que tú —el mencionado abre los ojos, sorprendido pero Jonghyun pone un dedo sobre sus delicados labios—No, no digas nada. No quiero arruinarlo hoy. Mañana desaparecerá todo y lo sabes. Solo déjanos vivir hoy lo que sentimos. Me disculpo y también te perdono a ti pero solo podemos vivir hoy, no mañana. Y quizás… —lágrimas amenazan con salir pero el chico de rubio y saco negro, limpia con sus manos el rostro y niega con la cabeza.
- No necesitas decir más. No voy a decirte lo que siento ni tú…pero quiero que sepas que jamás me alejaré de ti –sonríe nuevamente y juntan las frentes antes de darse un casto beso que se siente como llamas ardientes—. No pensemos, Jonghyun. Hoy no. Pero me haces feliz, lo siento. ¿Quieres irte? —ve asentir al otro—. Sí, yo también.
***
Suben al auto sin decir nada y tampoco lo necesitan. Saben que sus cuerpos necesitan encontrarse y después de eso todo lo demás vendrá y arremeterá contra ellos. Quizás mientras la luna alumbra y en el cielo baila, ellos encontraran la verdad. Dejarán sus miedos y puede que decir amo ya no cueste tanto.