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Dulce fantasía por Haruka Eastwood

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Notas del fanfic:

Los personajes de Kuroshitsuji son propiedad de Yana Toboso - sama y la historia es completamente mia.

Notas del capitulo:

Holi!! Espero que les guste esta locura nwn

Título: Dulce fantasía

Resumen: Después de tanto tiempo, Grell finalmente logra obtener un poco del dulce placer brindado por su más grande fantasía… Sebastián.

Categoría: Kuroshitsuji

Clasificación: No menores de 16 años

Género: Semi-AU, Drama.

Advertencias: Lemon.

N° Capítulos: Único.

Autor: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~
Dulce fantasía

Capítulo único: Fantasía realizada

Todo presagiaba que ese sería un día como cualquier otro. Comenzaba a amanecer, estaba soleado y los pájaros cantaban con insistencia afuera de la ventana de cierto shinigami pelirrojo, que seguía plácidamente dormido en su cómoda y mullida cama. Evidentemente no tenía ninguna intención de levantarse. ¡Era su día libre! Y debía aprovecharlo durmiendo, porque pasarían meses antes de volver a tener otro descanso.

Pero como si la vida lo odiara, el sol comenzaba a colarse entre las delgadas cortinas color carmín, posándose sobre su rostro, haciendo que perezosamente abriera sus hermosos ojos verdes, solo para toparse con la intensa luz del día que, juraba estaba a nada de derretir sus pupilas y dejarlo ciego.

—Maldita luz —susurró dándose vuelta para cubrirse con la sábana, dispuesto a seguir en su plácido sueño, y cuando estaba a nada de dormirse, el insistente sonido del timbre lo hizo rabiar—. No hay nadie —gritó, pero ahora no solo tocaban el timbre, sino que también ese alguien golpeaba con insistencia su puerta—. ¡He dicho que no hay nadie.

Y tras largos minutos, se rindió, levantándose mientras farfullaba cuanta maldición recordaba contra el maldito desconsiderado que osaba despertarlo en la madrugada, y es que siendo su día libre, podría afirmar que las ocho de la mañana era de madrugada. Todo lo que le importaba era matar a quien lo despertó por lo cual ignoro el hecho de que fue a abrir portando únicamente un delgado camisón de seda blanco que le llegaba a medio muslo, dejando expuesta su delgada figura y tersa piel, abriendo de golpe la puerta, tan solo para contemplar a un furioso  William.

—Señor Sutcliff ¿hasta cuándo piensa hacerme esperar por su reporte del día de ayer?  —miró fijamente al pelirrojo el cual sintió una sensación de miedo recorrer su columna.

—W-Will-chan —susurró un poco atemorizado, dando un paso hacía atrás—, el reporte te lo entregue ayer en la tarde —se encogió de hombros esperando una reprimenda por contradecir al moreno, aun cuando era inocente.

—Señor Sutcliff, si me hubiera entregado el reporte el día de ayer yo no estaría aquí —arqueó una ceja al tiempo que le envió una mirada asesina—. ¿No le parece?

—¡Kya~! Will-chan —meneó coquetamente las caderas, en un acto de seducción involuntario—. Mejor dime que querías venir a verme en mi día libre —se lanzó hacia el azabache con los brazos abiertos, siendo esquivado con molestia, dejándolo caer estrepitosamente al suelo—. ¡Mo~! Will-chan es tan frió, y en cuanto a lo del reporte te lo entregue cuando caminabas hacia la oficina general, pero únicamente me lo arrebataste de las manos y te fuiste.

El moreno le miró fijamente como intentando recordar el día anterior, hasta que finalmente el recuerdo llegó como balde de agua helada. 

***

—Detesto hacer horas extras —susurraba mientras caminaba rápidamente hacia la oficina general—, no entiendo qué tan difícil es entregar un maldito reporte a tiempo.

Estaba perdido en sus pensamientos cuando una voz chillona le sacó de su ensoñación.

—¡Will-chan… el reporte! —gritaba el pelirrojo que corría tras él.

El azabache se detuvo unos instantes ante un jadeante Grell que se quedaba sin aire, el cual le ofrecía una hoja. No se dio tiempo de esperar a que el pelirrojo le explicara que era, por lo que se la arrebató de las manos, y simplemente se marchó siguiendo su camino, ignorando que a lo lejos aún se escuchaban los gritos del menor.

—¡Es mi reporte…! 

***

—Por esta vez lo dejaré pasar señor Sutcliff —se acomodo las gafas y se marchó tan rápido como llegó, dejando a un confundido pelirrojo que seguía tirado en el suelo.

—Mo~ será mejor que me arregle —sus ojos se iluminaron ante una magnífica idea— ¡Iré a ver a mi amado Sebas-chan!

•••

Con una tranquilidad desesperante, Sebastián observaba a su pequeño amo rabiar, y todo porque se había negado a servirle pastel y galletas como desayuno. Era eso o el hecho de que le había ordenado educar a Pluto, pero el maldito perro quemó sus rosas y Ciel lo culpó, también puede que estuviera molesto por obligarlo a ir a ese baile de caridad, pensándolo bien, había muchos motivos por los cuales el pequeño conde estaba enojado y la mayoría era culpa de su “incompetente” mayordomo. Aunque la realidad de su enfado era otra y ambos lo sabían muy bien.

—Sebastián, maldito demonio inútil, ¡no te quiero ver hasta la cena! —gritó mientras se acomodaba tras la silla de su escritorio.

—Yes my lord —susurró mientras reverenciaba antes de marcharse del lugar, cerrando fuertemente la puerta tras de sí.

Estaba sumamente molesto por lo que había pasado momentos antes. Cuatro meses atrás, Sebastián notó que empezaba a sentirse extraño al lado de su amo, catalogando ese sentimiento como simple lujuria, después de todo era un demonio, un ser de la obscuridad, y si no se trataba de deseos carnales, muy posiblemente ese malestar era hambre, por lo que no le dio tanta importancia, aunque cuando Ciel se enteró que lo veía de una manera “anormal”, comenzó a actuar diferente, poniendo distancia con su mayordomo. Así que no entendía la molestia y los celos incomprendidos de su Bocchan, si solo estaba coqueteando con Paula para obtener un poco de sexo y alejar su malestar.

—Los humanos son tan volubles —farfulló al salir de la mansión.

Conforme se adentraba al bosque, dejaba salir cada vez más su aura demoníaca. Lo rodeaba como un manto de suaves plumas negras, las cuales simulaban danzar de forma peligrosa pero al mismo tiempo, majestuosa como todo él. Y es que realmente estaba de muy mal humor esa mañana, y los los árboles terminaban pagando su molestia, cayendo uno tras otro, mientras sus ojos se tornaban de un rosa felino presagiando peligro. Solamente alguien demasiado estúpido se acercaría a él en esos momentos.

Repentinamente su momento de paz y meditación se esfumó tras escuchar la chillona y molesta voz de Grell, quien no dejaba de llamarlo.

—¡Sebas-chan~! —su rostro mostraba una enorme sonrisa al tiempo que se abalanzaba a sus brazos en una tierna muestra de afecto.

Ante esto, Sebastián le miró perturbadoramente y sin apartarse del camino de Grell, dejó que se acercara, pero no precisamente para corresponder el abrazo, no, claro que no. El azabache quería descargar su furia y por un momento pensó “que bien que haya aparecido el shinigami”. Y sin contemplaciones, lo tomó con brusquedad del cuello arrojándolo contra el árbol más cercano, sorprendiendo en sobremanera a un aturdido Grell que no se esperaba esa reacción tan violenta.

Sin tiempo para defenderse o evitarlo, se estrelló contra aquel inmenso árbol y cayó dramáticamente al suelo mientras le dedicaba una lastimosa mirada al moreno por sus acciones, al mismo tiempo que sus lindos ojos se tornaron vidriosos. No tenía idea de qué hacer, si llorar porque Sebastián realmente lo lastimó, o golpearlo por comportarse como un idiota que no supo tratar a una delicada dama.

—Grell-san —susurró quedamente mientras contemplaba la esbelta silueta del pelirrojo quien comenzó a llorar e infantilmente cerró sus puños para cubrirse los ojos.

El azabache le miraba serio, siendo inundado por un leve rastro de culpa, ya que el shinigami no tenía nada que ver con  su reciente enojo. Sin importar lo molesto y fastidioso que era, esta vez sí se había pasado un poco al arrojarlo de aquella manera. Casi de inmediato, su aura maligna desapareció y sus ojos volvieron a tener aquel color borgoña.

Con elegancia se agacho hasta la altura del menor quien le miraba un poco temeroso, pero rápidamente esas ideas se borraron de su mente, parpadeando en repetidas ocasiones, siendo invadido por un enorme sonrojo debido a la cercanía del moreno, quien le dedicaba una sonrisa ladina, mirándolo con picardía.

—S… Sebas-chan —balbuceó acortando la distancia entre ambos.

Su mente empezó a recrear cientos de escenarios románticos con un fondo rosa, en donde Sebastián le profesaba amor eterno y él se arrojaba a sus brazos, sellando un pacto de amor, aunque su poca lógica le decía que disfrutara el momento porque aquel sensual azabache estaba a nada de apartarlo, e incluso comenzó una cuenta regresiva. Cuando llegó a cero, sintió el suave roce de sus labios sobre los de Sebastián, quien finalmente correspondió aquel dulce contacto que tanto anhelo.

Los labios de Grell tenían un ligero sabor a cereza que resultó atrayente para el mayordomo, profundizando más aquel ósculo tan lascivo, al tiempo que lo empotraba contra el árbol de forma ruda, aprisionando aquel delgado cuerpo con el suyo. Su mano comenzó a entrelazarse en aquellas largas hebras color carmín, con las cuales jugueteo antes de tomarlo de la nuca y forzar un contacto más intenso y demandante.

Entre ellos el aire no era ningún impedimento para seguir unidos, así que aprovechando esa ventaja, introdujo su lengua en esa húmeda cavidad mientras sus manos viajaban con descaro por el pecho del shinigami, haciendo que soltara pequeños gemidos entre el beso, contrayendo sus músculos por aquel exquisito tacto.

Al separarse, quedaron unidos por un fino hilillo de saliva, que gustosamente limpió Sebastián con su lengua, cruzando una fugaz mirada con Grell, denotando una inmensa lujuria y deseo por parte de ambos, la pelirroja lamió sus labios delineándolos con el afán de provocar al azabache quien posó su dedo índice sobre aquellos belfos, dibujandolos con sutileza y una sensualidad atrapante.

Hipnotizado por esa penetrante mirada borgoña que parecía desnudarlo, Grell comenzó a despojar al mayordomo de su saco y su chaleco, abriendo la camisa de este; contempló aquel tonificado torso donde pasó sensualmente sus manos desnudas que viajaban de arriba abajo con decadencia, acariciándole sutilmente con las yemas de los dedos. La simple imagen del moreno le hacía gemir del antojo que sentía por ser poseído fuertemente, la sola idea llenaba su cuerpo de un delicioso calor asfixiante que agitaba su respiración a cada segundo. Y hundiendo su rostro contra el pecho del azabache, logró percibir su embriagador aroma que tanto le fascinaba, aquel aroma tan masculino… tan suyo… tan sensual.

—Mmm… Sebas-chan —gimió con gozo al sentir las tibias manos del demonio acariciando fuertemente uno de sus pezones, retorciendolo un poco.

Su mente se había nublado con el placer, perdiéndose en el perfecto cuerpo de Sebastián que no se percató cuando esté lo despojó de gran parte de su ropa, simplemente se dejaba hacer, disfrutando del momento.

—Grell… —ronroneó despacio sobre el oído del pelirrojo, derritiéndolo con su sensual y aterciopelado tono de voz, mientras lamía delicadamente el lóbulo de su oreja, contorneando de forma lenta y erótica, bajando por su blanco cuello en donde se dio el gusto de dejar visibles marcas de propiedad.

Con picardía, Sebastián le mostró tres dedos al pelirrojo que, tímidamente comenzó a lamerlos, lubricándolos desde la punta hasta la base. Sentía como su lengua se enrollaba entre ellos con una maestría envidiable, haciendo que el demonio quisiera que en vez de sus dedos fuera otra parte de su anatomía, aunque eso podría esperar, por lo que retiró los dedos de la boquita de Grell, quien le dio la espalda ofreciéndole su ya ansiosa entrada, mientras se sujetándose del árbol con ambas manos, provocando una amplia sonrisa en Sebastián, que sin dudarlo metió dos dedos en el interior de Grell, sacándole un agudo grito de placer y dolor.

Aquellos finos y largos dígitos se movían deliciosamente en su interior, simulando rápidas embestidas que estaban a punto de volverlo loco.

—Quiero que seas… ¡ah~!… rudo —gimió con dificultad ante la pequeña intromisión del moreno, quien movía en círculos sus dedos lubricando la apretada entrada de Grell, para finalmente meter un tercero.

—Será como digas, Grell —susurró complaciente, provocando un escalofrío visible en el menor que sentía tan excitante aquel cálido aliento tan cerca de su nuca.

Sorprendentemente se estaba poniendo ansioso, así que sonrió ladinamente y levantó un poco más las caderas del pelirrojo para penetrarlo de una sola estocada, fuerte, profunda y certera, comenzando un vaivén constante y casi salvaje.

—¡¡Ah~!! —gritó el shinigami ante aquel delicioso falo que le llenaba por completo, moviendo las caderas al compás de las estocadas, produciendo un excitante sonido de plac-plac, casi vulgar.

Sebastián gruñó, embistiendolo con vehemencia, sujetándolo fuertemente de la cadera con ambas manos imponiéndose un ritmo constante y placentero; donde daba en el punto exacto provocando que el menor arqueara la espalda por deleite, exclamando el nombre contrario entre alaridos al sentir como el demonio tocaba con insistencia aquel delicioso punto que le hacía delirar y llegar al éxtasis, provocando que un delgado hilo de saliva se escapara de sus rosados labios. Sus gemidos iban al compás de las estocadas, los cuales aumentaban su volumen convirtiéndose rápidamente en gritos que complacian al demonio.

—Ngh… Grell —jadeó Sebastián mientras llevaba su rostro a la nuca de su pasajero amante, donde depositó besos y mordidas provocando que una sensación electrizante recorriera el cuerpo del shinigami. Mientras que con una mano estimulaba el falo del pelirrojo que palpitaba pidiendo placer, y con la otra acariciaba su suave pecho, jugueteando con sus rosados pezones.

—¡Ah~!… S-Sebas-chan —gimió en un torpe intento por hablar—, m-me vengo.

—H-Hagámoslo juntos…

—¡Sebas-chan~!

—Grell —gruñó cuando ambos se vinieron, Grell en la mano del demonio y Sebastián en el interior de este.

El azabache salió del interior del shinigami sin ninguna delicadeza y como si nada hubiera pasado, comenzó a vestirse en cuanto su respiración se torno más calmada, dejando a un confundido y jadeante pelirrojo en el suelo, quien apenas parecía reaccionar y comprender lo que había pasado, tiñendo su rostro completamente de un rojo carmín.

Sebastián se acercó sutilmente y deposito un apasionado beso que fue correspondido gustosamente, en donde invadió la cálida y húmeda cavidad del menor, recorriendo hábilmente hasta encontrar la lengua del shinigami, uniéndose en una danza lujuriosa y peligrosa que parecía no tener fin.

—Grell-san —susurró contra los belfos del pelirrojo, deshaciendo por completo el beso—, esto jamás pasó.

Dicho esto se marchó con una sonrisilla maliciosa, dejando a Grell en el bosque, el cual se desmayó después del último beso. Todo aquello ahora parecía un sueño, tan fugaz y sublime… que incluso dudaría si realmente pasó a no ser por las pequeñas marcas que aún permanecían en su piel…

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Fin

Notas finales:

Espero que les haya gustado, yo me despido y les deseo un excelente día/tarde/noche. 

Haruka Eastwood


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