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Pelear por vivir o por... ¿Amor? por EdwardPT

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenece, sino que a Pendetlon Ward.

(Corríjanme si no es así)

Notas del capitulo:

¡Disfrútenlo!

 

El cielo comenzaba a oscurecerse por nubes grises que amenazaban con una gran tormenta. Los ciudadanos del Dulce Reino corrían a refugiarse dentro de sus hogares.

 

Los banana-guardias estaban pendientes por si pasaba algo, al igual que los guardias de chicle.

 

La Reina Helada llevaba atacando varios días seguidos al reino sin conseguir nada. 

 

Fionna siempre estuvo allí para detenerla pero esta vez no.

Había sido llamada en el Reino de Fuego para prestar sus servicios y no regresaría en dos días. Y la Reina Helada, no desperdiciaría esa oportunidad.

 

-¡¿Príncipe, qué haremos?!-Preguntaba Mentita algo histérica. No acostumbraba estar cuando la Reina Helada aparecía.

 

-No lo sé.-Respondió acercándose a la ventana- Lo mejor es que me entregue y los libere a ustedes de ella.

 

-¡Señor no puede hacer eso!-Gritó Mentita con algunas lágrimas en sus ojos amenazando con salir.

 

El príncipe se acercó hacia la sirvienta y se agachó para quedar a su altura.

-No te preocupes…-Acarició levemente la cabeza de la menta-Estaré bien y tú te quedarás a cargo del reino.-Le sonrió de manera dulce, que convenció a Mentita.-Así que cuando Fionna regrese, le dirás donde me encuentro.

 

-Sí, príncipe Gumball.-Afirmó mientras miraba a su príncipe alejarse para ir con la desgraciada de la Reina Helada.

 

-Jajaja-Se reía de la situación que había provocado-¡Esta vez serás mío Dulce Príncipe!

 

-¡Aquí estoy!-Llamó la atención de la reina que quedó shockeada.-¡Llévame de una buena vez!

 

-Si es lo que quieres…-Voló hasta donde el príncipe se encontraba y le congeló las manos y los pies por si se arrepentía.

 

Mentita miraba desde el balcón del castillo, le rogaba a Glob para que no le pasara nada al príncipe y que Fionna regresara pronto.

 

-¡No te preocupes, Mentita!-Fue lo último que pudo decir antes de caer inconsciente.

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-¡No puedes obligarme!-Contestó furioso el vampiro. No pasaría la eternidad en la Nocheosfera.

 

-Tienes que hacerlo.-Replicó su madre. Ella quería que Marshall se hiciera cargo de su mundo.

 

-No, no lo haré.-Se dio media vuelta para no ver a su madre-¡Y es mi última palabra!

 

Salió de la sala y entró a la cocina. Hizo el hechizo para volver al mundo de Aaa. Y se largó de ahí.

 

Ya estando en su casa el hambre lo atrapó. Revisó en su nevera, pero no encontró nada.

 

-Tsk…-Cerró con fuerza la puerta del refrigerador y se sentó en el piso-Se me acabaron los bollos de crema…

 

Un recuerdo veloz de Gumball cruzó en su mente. 

Podría pedirle que le hiciera otros y así no lo mataría.

Era un plan perfecto.

 

-Miau…-Su gato lo detuvo antes de salir-Miau…

 

-Tienes suerte…-Se agachó y cogió al gato-Eres un zombie y no comes nada.-Sonrió sacándole la lengua al gato, quien hizo lo mismo-Bueno, casi nada.

 

Dejó al gato y se fue. 

En el transcurso, pasaría a ver a la Reina Helada. No la había visto en mucho tiempo y aunque no lo recordara, aún la quería.

 

Entró por una ventana y vio a Gunther, lo saludó y continuó a pie.

 

Se escuchaban las risas de la Reina Helada, así que Marshall supuso que había capturado a un príncipe.

 

-¡Oye, Simone!-La llamó con su verdadero nombre-¿A quién capturaste hoy?-Dijo mientras se acercaba con los ojos cerrados a la reina.

 

-¡Oh! Marshall Lee.-Una sonrisa se formó en su rostro e impidió que el vampiro mirara dentro de la prisión.-Si vas a ver… Tienes que adivinar~

 

-Umm, Será el príncipe… ¿Slime?-Quería divertirse un rato. Así que mencionó a casi todos los que conocía-Me rindo…Tal vez no capturaste a ninguno y sólo me estás haciendo perder el tiempo.

 

-No. Pero como te rendiste, te dejaré ver.-Se hizo a un lado y sorprendió a Marshall que abrió los ojos como platos. 

 

-Waw. Te has lucido, Simone.-Miró fijamente al príncipe inconsciente y se acercó a él, aunque las rejas los separaban.-Y yo que iba con él para que hiciera mi comida.

 

-¿Enserio?-Preguntó la Reina Helada.

 

-Sip. Me da flojera hacerla…-Habló con voz indiferente.

 

El vampiro se alejó de la pequeña "cárcel" y se acercó a la ventana más cercana.

 

-Bueno…-Le dio una última mirada al príncipe.-Me voy.

 

-¡Vuelve pronto!-Dijo la Reina Helada.

 

Alejado del reino de hielo, una pregunta lo hizo parar en seco.

 

-¿Cómo pasó esto?-Se preguntó a si mismo-Él no se entregaría sólo así…

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-¿Reina Helada…?-Despertó algo mareado. No sabía que había hecho la reina para dejarlo inconsciente.

 

-¿Si amor?-Contestó la de cabellos blancos, quien ahora traía un vestido blanco y un velo-¿Ya estás listo?

 

-¿Listo? ¿Para qué?-Cuestionó el príncipe poniéndose de pie.

 

-¡Para nuestra boda!-La reina hizo señas con sus manos y varios pingüinos entraron a la prisión, donde estaba el soberano-Mis pingüinos te ayudaran a vestirte.

 

-¡No puedes hacer esto!-El príncipe sacudió violentamente los barrotes haciendo que dos se quebraran.

 

-Ya lo hice~-Sonrió ladina la reina y salió por la ventana, donde antes había salido Marshall Lee.

 

-Mierda…-Soltó el soberano-No me puedo casar con ella.

 

Observó toda la celda y la ropa que le dejaron los pingüinos. 

Se dio cuenta de los barrotes rotos y se acercó al pequeño hoyo que había provocado.

 

-Podría pasar por ahí…-Estaba midiendo el espacio-Pero no con esta ropa…-Se agachó para comprobar y en efecto.

 

Hizo un cambio de ropa veloz con la que la Reina Helada le había dejado amablemente.

 

Se miraba bien. Era una camisa blanca con  pantalones beige. En la camisa una banda más o menos dorada la atravesaba. No quiso ponerse los zapatos, ya que a su parecer, eran feos.

 

-Bueno…-Salió de la prisión y unos pingüinos se le comenzaron a acercar.

 

Gumball asustado se quiso alejar, pero los pingüinos eran muchos. Uno se le acercó, hasta quedar pegado a él. Le hizo unas señales, a las cuales no entendió nada.

 

-No sé que quieres decir, pero…-Gunther señaló una ventana, donde se podía ver a la Reina Helada-Ah, Canijo…

 

-¡Me despido!-Dijo mientras corría y se tiraba por la ventana.

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La nieve amortiguó su caída. 

Lentamente abrió los ojos esperando estar muerto. 

 

-Estoy vivo…-Sonrió intentándose mover-Tsk…

 

Le dolía demasiado el brazo izquierdo y se le había doblado el pie derecho. Miró hacia el suelo, hundiendo su cara en la nieve esperando a que la Reina Helada lo encontrara.

 
Notas finales:

Espero que le haya gustado.

¡Actualizaré lo más rápido posible!


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