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Achromatic Habit por YisusCraist-Of-Yaoi

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Notas del capitulo:

Hola. Esta vez presento a ustedes un proyecto que me ha gustado escribir. Inspirandome en la canción Achromatic Habit de la banda OldCodex cuyo cantante es Tatsuhisa Susuki seiyuu de Takao y Makoto les dejo este mismo fic de ambos. Espero que lo disfruten mucho casi tanto como yo he disfrutado escribirlo puesto que son dos personajes que me agradan bastante y ya tenía ganas de ponerlos juntos. 

 

Advertencias : MPREG, Angst.

 

Esos rayos del sol eran criminales dañando sus orbes grisáceos de una forma tan vil.  Sus primeras sensaciones esa mañana eran las de diversos dolores en piernas y cadera, un cansancio extremo y la incapacidad de enfocar la vista. Cuando al fin pudo vislumbrar más allá del insistente sol notó una habitación muy elegante, por su orden y carencia de objetos de valor sentimental o pertenecías propias de alguien pudo deducir que era un hotel puesto que ya conocía ese hotel, vaya días locos de juventud, claro que lo conocía.

 

 

De hecho esa mañana tenía sabor a aquellos días en que despertaba de esa manera, salía por las calles, desayunaba algo metiéndose a casa de Miyaji a pesar de que este solo estaba reprendiéndole haciendo que le doliera más la cabeza y mejor se iba a buscar alguien que le siguiera la fiesta. Terminaba con algún amigo, desconocido o persona que le conocía pero que él no tenía ni idea de quien era y volvía a repetir el proceso. A veces terminaba con un tatuaje, una perforación o alguna pequeña intoxicación. Esos días habían quedado atrás desde que se comprometió con él y el libertinaje se fue cuando ese anillo de oro terminó en su dedo.

 

Entonces él se preguntó ¿Dónde está el anillo? Buscó en sus manos pero no lo vio y haciendo memoria recordó que en su inconsciencia le pidió a Kasamatsu que lo cuidara, más vale que aún lo tuviera pues estaría en problemas de perderlo. Se sentó tallándose los cabellos y siguió armando sus ideas como un rompecabezas hasta caer en cuenta del cuerpo que estaba a su lado lanzando un par de quejas como si se fuera a despertar. Una espalda ancha, cabellos castaños y desnudo hasta donde cubría las cobijas. El azabache palideció intentando golpearse la cabeza pero entonces enfrió sus pensamientos y prefirió levantarse de la cama, buscar sus prendas y emprender el escape.

 

Apenas se vestía y notó las diversas marcas en su piel y para colmo recordó como sucedió cada una provocándole un carmín leve, igual podría decirse a sí mismo que no recordaba y seguir con su vida, de hecho quería olvidar aquel desplante y rezar por que nadie se enterase. Le pareció insensible irse sin apoyar al pago del cuarto y dejó algo de dinero en la mesa para ya vestido y medio peinado salir del lugar dejando atrás esa locura. Entonces, al sentir el aire frío de la mañana en su rostro cayó en cuenta: le había sido infiel a Midorima. Lo mejor ahora era fingir demencia y silenciar a sus compañeros de grupo o esperar que estos no supieran.

 

Primero lo primero, hiciera lo que hiciera tenía que asegurarse de evitar ‘secuelas indeseadas’ así que la farmacia sería su primera parada. Una cajita de pastillas que receloso guardó en su bolsillo y tomó una con un poco de agua que compró en la misma. Las indicaciones decían “Una cada 8 horas” y en esta había tres así que más tarde debía tomar otra y al día siguiente la última, asunto arreglado, era tan fácil acabar con una vida y sinceramente nunca había tomado algo así, comúnmente se aseguraba de que ‘con quien se metiera’ usara protección pero ahora podía estar seguro de que no había usado, lo último que pasó por la mente de ambos entre tanto ajetreo fue cuidarse. Solo esperó que ese evento se quedara en el pasado y seguir su ‘vida feliz’.

 

Eso marcó la segunda parada, debía ir por su anillo de compromiso con Kasamatsu. Entonces empezó a recordar porque, para empezar, había terminado en aquel estado ‘enredándose’ con un desconocido. Hacia la parada a un taxi y le indicaba la dirección para ir camino al hogar del baterista de la banda sin tener una respuesta clara. Es cierto que había tomado un par de copas pero ni siquiera con ese par se había puesto tan mal como para cometer tales actos, lo peor es que estuvo consciente todo ese tiempo, y aunque en su pasado podía excusarse de su estado etílico ahora no hacia tales imprudencias desde que era músico profesional y menos desde que Midorima, aquel empresario de porte exquisito, le había engatusado con su tsunderismo.

 

Rió leve y sin embargo en esa risa sintió una pesadez más grande de lo habitual, un par de lágrimas corrían por sus mejillas y las secó inmediatamente esperando que el conductor no le hubiese visto. Debía concentrarse en lo suyo e ir con Kasamatsu, pedirle el anillo amablemente y si había visto algo fuera de lo habitual, más explícitamente hablando aquello llamado infidelidad, por favor solo guardara silencio. No quería liarla faltando tan poco para su esperada boda.

 

Bajó del taxi y le pagó al hombre para después ir a paso rápido hasta el hogar tocando un par de veces. La puerta se abrió y al otro lado un rubio de ojos dorados le saludó animado. Era el afamado modelo Kise Ryouta, era común para ellos verle desde que tenía una relación secreta con el baterista, ambos debían mantener su posición de ‘idols’ y solo decían ante la prensa ser amigos pero en la cama lo último que pasaba por ellos era la amistad.

 

—Takaocchi…pasa, pasa —le indicó el rubio haciéndose de lado para que entrase a la hermosa casa de Kasamatsu. Esta era cálida a comparación del frio abrazador de afuera y estar ahí le hizo sentir mucho mejor.

—¿Les he despertado? Necesito hablar con Yukio-chan —dijo en tono cantado arrebatando una sonrisa del modelo.

—Estábamos desayunando ¿Quieres comer algo? Aunque te advierto que es ensalada, el malvado ogro no quiere que coma de más, me cuida más que mi nutrióloga. Pero pasa —decía muy animado indicándole hacia la cocina. Dentro Kasamatsu comía algo que parecía más comida para conejos que un verdadero desayuno.

—Paso con su desayuno, de querer eso mejor muerdo una palmera afuera —el rubio emitió una risa pero el otro joven solo le miró opresivo.

—Hombre, hasta que se de ti. Te estuve marcando pero me manda a buzón ¿Dónde tienes el móvil? —entonces al rebuscar un par de veces en sus bolsos supo que este se había quedado en el hotel justo del lado donde el chico desconocido dormía.

—Lo he perdido… que va, ya necesitaba uno nuevo —se sentó tomando una caja de cereal y tras abrirlo empezó a comer a puños.

—No, toma un plato y sírvete —le regaño Kasamatsu —no puedes ir por ahí perdiendo celulares ¿Qué tal si alguien de la prensa lo encuentra? Dios sabe que cosas escondes ahí.

—Solo las fotos que Kise me comparte. Oye, no sabía que podías ser tan flexible —el joven se sonrojó mirando al rubio fulminante y este palideció.

—Te juro que yo no le he pasado nada —se excusó.

—Hombre, era broma —dijo Takao riendo sonoro — pero ahora es bueno saber que es cierto, tengo algo para reírme un buen rato, ¡ah!

—Basta—le detuvo Kasamatsu queriendo hundirse dentro de la ensalada mientras que en su distracción Kise robaba un poco del cereal con chocolate que Takao comía —¿Viniste por algo?

—Oh si —dijo Takao — vengo por mi anillo, creo que entre el ajetreo te pedí que lo cuidaras y pues lo necesito de vuelta.

—Nada de ‘entre el ajetreo’ me pediste que te lo cuidase para irte con otro —le reprendió mientras el otro sonreía.

—Vamos, ¿Puedes guardar el secreto? Hazlo por mí, Yukio-chan~

—Sabes que no diré nada pero no te devolveré el anillo —se puso de pie para arrebatarle la caja de cereal a ambos —a ver si con eso ya dejas al imbécil de tu novio.

—Lo discriminas por sus ojos verdes —Takao hizo un puchero.

—Y porque tiene unas enormes pestañas —le siguió Kise.

—No me agrada porque te ve la cara de imbécil y tú se lo permites, tampoco justifico que en tu rabia te metieras con otro porque eso te hace igual de imbécil que él pero la diferencia es que tú eres mi amigo por eso te sigo soportando…—dijo tras dejar la caja de cereal en el estante.

—Eres tan dulce que voy a llorar —dijo pegando la cara contra la mesa. —Aun así necesito el anillo, dentro de poco me casaré y lo sabes~

—Takao…llevo dos años escuchando ese “dentro de poco me casaré”, déjalo ya. Te estás lastimando —dijo saliendo de la cocina dejando a Kise y a Takao atrás. El azabache seguía con la cabeza pegada a la mesa mientras el otro preocupado solo había visto toda la escena.

—Perdónalo, Takaocchi. Sabes que a él no le agrada nadita Midorimacchi —escuchó un sollozo, uno proveniente de Takao que le achicó el corazón. Entonces lo jaló hacia él dándole un abrazo mientras el otro sollozaba más abiertamente aferrado a él.

—¿Qué hago Kise? Yo realmente lo amo… no quiero perderlo… —decía lloriqueando al hombro de su amigo. Este sonrió lastimero mientras le acariciaba los cabellos y con todo el dolo de su pecho tuvo que responder.

—El amor es algo mutuo, Takaocchi… y si eres el único halando en la relación esta va a destruirte… Kasamatsu tiene razón, lo siento… —aquellas palabras lastimeras eran reales, Takao lo sabía pero no quería admitirlo.

Aquella noche había dejado de lado su alianza gritando injurias sobre Midorima, maldiciéndole por lo descubierto aquel día, iracundo al leer los mensajes de su móvil que recibía de ese tal Akashi, irritado al sentirse engañado, sabiendo que cuando iba a “trabajar” se encontraba en realidad con ese sujeto. Entonces tras la guerra de bandas se pegó al primer tipo medio atractivo que encontró y se lió con él en forma de venganza ¿Y Midorima? Bien, gracias. Ni siquiera le estaba buscando, no preguntaba por él.

 

Entre tanto llorar se empezó a sentir somnoliento tal vez producto de que la noche anterior no tuvo descanso alguno y cayó dormido el resto del día en el sillón de la cálida casa de Kasamatsu pensando que seguro si Midorima le buscaba iba a ir a ese sitio pero no fue así, nadie preguntó a su nombre excepto los integrantes de la banda a la que pertenecía.

 

Cuando abrió los ojos ya pasaban de las nueve de la noche, había dormido una cantidad endemoniada de horas y al abrir los parpados los integrantes del grupo estaban ahí.

 

—El bello durmiente ha despertado —dijo el bajista, un hombre de cabellos negros y ojos grises con un adorable lunar bajo uno de ellos —vaya que duermes como piedra.

—Himuro… —Takao se talló los ojos y miró al resto de los jóvenes que comían pizza y alguno afinando un instrumento.

—Te perdimos un día entero, pero únete a la fiesta que tenemos mucho trabajo —dijo Reo, el compositor y diseñador de la banda que guiñando un ojo le dejó unos cuantos papeles encima con notas musicales.

—Hombre, déjale. Apenas se está despabilando —el guitarrista era Miyaji mientras que en el teclado estaba Sakurai.

—De eso nada, ustedes no tienen que lidiar con el tétrico representante…—tomó unos lentes de la mesa y empezó a imitar la sonrisa del hombre — “Reo-kun, espero que ya tengan escrito el sencillo del próximo disco o recibirá una pequeña reprimenda de mi parte”… ese Imayoshi da miedo. ¿No tendrá un pacto satánico?.

—Ya lo creo…—dijo Takao sacudiéndose la cabeza para ponerse en acción con eso de las nuevas letras, después de sus mini vacaciones debía reincorporarse a trabajar y lo bueno es que lo disfrutaba mucho, era la única cosa que hacía de sus días algo más ameno. Y así entre risas lograron animar al joven olvidando entre muchas cosas el peso inmenso de su destructiva relación y el beber cierta pastilla que le evitaría un drama a futuro. Es fácil quitar una vida pero igual de fácil es crearla.

 

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Esa misma mañana el hombre se despertaba lento, debido a su posición en la cama el sol no le había advertido que había amanecido pero su reloj biológico le dijo que era hora de despertarse además del sonido de un móvil. Enfocó la vista y notó el aparato en la mesita, lo tomó y miró en la pantalla que marcaba “Yukio-chan” y después esta se apagaba. Definitivamente ese no era su móvil así que girando su cuerpo esperó encontrar a alguien pero estaba solo, en la otra mesita había dinero y así sin más supo que lo que pasó  anoche además de ser su primera locura sería algo que el ausente querría olvidar, al igual que su móvil.

 

Buscó sus ropas, se vistió y tomó el dinero para guardarlo en su bolsa junto con el móvil. Pagó el hotel con su tarjeta y a la recepcionista preguntó sobre el otro joven con quien compartió habitación pero esta no supo darle informes. Esperó que al menos estuviera bien. El castaño despeinó sus cabellos y sintió el frio de las calles pegarle de golpe en el rostro, seguro a esas horas sus compañeros estarían preocupados y como disculpa decidió, tras ver una pastelería, comprarles un presente.

 

Tomó un taxi y llegó al hogar que compartía temporalmente con los músicos. Era una humilde bodega medio iluminada, algo ordenada con instrumentos por aquí y por allá. Las camas estaban en una esquina, cada una tenía mucho de la personalidad de su dueño y en el centro un sillón redondo con una mesita de centro donde todos reunidos miraban fijamente unos papeles. Sus vistas se alzaron viendo al castaño que saludaba con una inocente sonrisa en sus rostros, el primero en hablar fue el gracioso rubio de ojos rosas.

 

—¡Mako-chan! ¿Has traído pastel? —preguntó con un brillo en sus ojos.

—Sí, espero que les guste —dijo dejándolo en la mesa mientras el de lentes negaba con los brazos.

—Makoto-senpai, ¿Qué le ha pasado? Hemos estado preocupados por su estado…al menos yo lo estuve por que otros durmieron muy en paz a pesar de que no apareció toda la noche —dijo Rei sonando como una madre preocupona arrancando una risa por parte del más alto.

—Lo siento, tuve un inconveniente pero estoy bien —se excusó alzando las manos.

—¿Cometiste algún crimen? ¿Tienes un tatuaje nuevo? ¿Qué has hecho toda la noche? Anda dinos —preguntaba Nagisa codeándolo para después abrir la caja con el pastel haciendo que le brillasen más los ojos.

—No lo sé…solo sé que desperté en el hotel y…

—Mako-chan…—todo se quedó en silencio, el más apto para decir algo de esa magnitud y sonando descaradamente imprudente era Nagisa —¡Te liaste con alguien!

—Oh dios, eso es deshonroso —exclamó Rei mientras Makoto intentaba tranquilizar todo el caos que había provocado.

—Chicos, por favor…

—¿Qué clase de persona era? Anda, cuéntanos —seguía cuestionando el rubio.

—No…no estoy seguro —confesó avergonzado mientras la conmoción seguía aquel que no había opinado en absoluto se puso de pie. No es que Haruka dijera algo o hablara mucho, de hecho prefería no seguir el ritmo de sus amigos por que parecía agotador y problemático. Se alejó del grupo ante el silencio de los tres que poco a poco se hizo más presente hasta que este entró al baño cerrando la puerta tras de él.

—Haru...—susurró Makoto con preocupación.

—Seguro fue a tomar un baño y tardará horas, ya sabes cómo es Haru-chan —dijo Nagisa mientras comía más pastel —pero vamos, cuéntanos sobre esa persona ¿Quién era?

—Oh, bueno…¿Puedo tomar tu computador, Rei? Para mostrarles…

—Eh, claro. —dijo cediéndole la laptop para empezar a escribir el nombre de Takao Kazunari y se la mostró dejando boquiabierto a los dos jóvenes. Era Takao Kazunari, el cantante de la banda para la que abrieron concierto anoche, ESA famosa banda con la que constantemente eran comparados. ESE mismo Takao.

—No lo puedo creer Mako-chan, te has liado con una celebridad…—dijo sorprendido el rubio.

—Olvide lo que dije, estoy orgulloso —concluyó Rei.

 

La banda de Iwatobi no era muy famosa, de hecho apenas iban empezando a alzarse. Su estilo de música, el timbre de voz de su cantante y algunos leves factores les habían pegado en la frente un plagio enorme. Y es que, en efecto, tanto Takao como Makoto sonaban muy similares a pesar de sus expresiones y complexiones diferentes pero para el castaño era difícil variar la voz, le gustaba como sonaba, de hecho sonaba muy bien pero no era su culpa que la vida dotara con el mismo timbre de voz a dos cantantes. Más aun, como si fuera una jugarreta del destino, ambos habían tenido una noche algo movida y el castaño recordaba perfectamente todos los detalles. Takao resultaba algo vulgar y divertido  y, aunque Makoto intentaba detenerlo diciéndole que no tenía esas intenciones, el otro seguía guiándolo hasta aquellos parajes desconocidos del libertinaje.

 

Esa noche Makoto descubrió entre muchas cosas que es hombre, uno con necesidades y que además tenía ciertas debilidades, más exactamente puntos débiles, que despertaban en él una especie de bestia que yacía dormida. Se sentía tremendamente culpable por que actos como ese eran impropios de él, siempre había sido bien portado y sin embargo lo había hecho por que le habían provocado demasiado, o al menos en parte era así, en parte había algo más doloroso detrás de eso.

 

Abrió la puerta del baño y vio a Haruka en la tina recostado, mirando hacia el techo. Se sentó en la orilla para sonreírle con calidez pero como siempre no hubo respuesta, solo esa inexpresividad que siempre portaba. Desde hacía mucho tiempo Makoto tenía esas emociones por aquella carencia de gestos, por esos ojos tan azules y su cabello azabache, por sus palabras exactas, sus labios que lucían suaves y esa obsesión por el agua, por todo Haru, sentía todo por él.   

 

—¿Estás bien, Haru? —preguntó y esa pregunta se quedó al aire. A pesar de su amor por el otro este no era correspondido, nunca lo fue. Aun cuando se confesó Haru se quedó mirando y dijo que apreciaba mucho su amistad como para arruinarla. ¿Arruinarla? El amor bien fundado no arruina una amistad y eso es lo que Makoto le ofrecía pero nuevamente el castaño se tragó sus palabras y no hizo más.

—En dos semanas tocaremos de nuevo —comentó. Makoto asintió, el trabajo les había llegado de golpe y eso los mantenía positivos —procura no tomar mucho.

—No lo he hecho, estoy consciente de mis actos —respondió casi inconsciente y esa respuesta hirió un poco al azabache quien no agregó nada más. Solo salió del agua sin la ayuda de su amigo y buscó una toalla para secarse. — perdóname, Haru.

—No tengo que perdonar—dijo saliendo del baño dejando atrás a Makoto.

 

En eso había mucha verdad, no había nada que perdonar. Ellos solo eran amigos y así sería bajo la decisión de Haruka.

 

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Pasaron dos semanas desde entonces. En ese tiempo Makoto se enteró que la banda de Takao tocaría nuevamente en donde ellos lo harían lo cual era un honor para su pequeño grupo, aprovecharía el evento para devolverle el móvil y el dinero, decirle que no se preocupase pues guardaría el secreto. Por su parte Takao había pasado esos días entre el estrés del nuevo disco y con la indiferencia de su prometido quien salía de la ciudad por cosas del trabajo.

 

—Cosas del trabajo mis….—suspiró cansado de golpear las almohadas. A pesar de compartir casa con el magnate de los negocios la distancia entre ambos era grande, aun estando bajo el mismo techo apenas y se veían. Cuando cruzaban mirada el peliverde decía estar agotado y se iba a dormir mientras Takao seguía frente al enorme televisor de pantalla plana viendo alguna película con el corazón hecho un nudo. Ni siquiera dormía con él, prefería quedarse ahí con la retaguardia estampada en el sillón solo para notar al día siguiente que ya no estaba en casa.

 

Tanto que se había preocupado por recuperar el anillo y el otro ni siquiera había notado que no lo traía consigo desde hacía dos semanas. Rebuscó en la chamarra de aquel día algo de efectivo para ir con Kasamatsu y su mano topó con una cajita, la sacó y empalideció solo para recordar que no había terminado de tomar las pastillas. Entre tantos dramas, presiones y demás había pasado por alto tomar las últimas dos.

 

—Maldición…—susurró mirándose, buscando algo raro pero nada. Tal vez si había funcionado y no debía preocuparse pero solo para cerciorarse un poquitín más se tomó otro par de pastillas de la cajita de golpe. —asunto arreglado —dijo tirando la cajita en el bote de la basura para después sacar esta y borrar toda evidencia.

 

Fue a casa de Kasamatsu con los mismos ánimos de vuelta y todos listos empezaron con los ensayos de la banda ante la mirada juzgadora de Imayoshi. Una ejecución perfecta de melodía acompañada de la suave voz del cantante que por ratos sonaba destructiva y a veces incitante.

 

—Perfecto, últimamente estás despampanante, Takao —dijo Imayoshi aplaudiendo.

—Es lo que yo le he dicho, se ve tan radiante —comentó Kise quien fisgón observaba el ensayo —¿Te ha pasado algo bueno?

—No, realmente —respondió mientras acomodaba el micrófono.

—¿Acaso el empresario del mal ya aflojó?— un “pff” acompañado de una risa general demostró que todos eran conocedores de la poca intimidad que proporcionaba Midorima.

—Midorimacchi no lo devoraría aunque le sirvieras a Takaocchi en una bandeja de plata con una manzana en la boca…—dijo Kise.

—Creo que para calentar a ese hombre no ocupas de usar lencería si no un anticongelante—anexó Kasamatsu rodeando a Takao con un brazo.

—Anda que para levantársela ocupa grúa y no lo digo por grande si no porque le pesa de seguro—añadió Reo mientras todos se soltaban entre risas.

—No sean maliciosos, mi Shin-chan lo que tiene es que es muy puro, está buscando que lo beatifiquen —excusó Takao siguiendo con las risadas.

—San Midorima, santo de los hombres en auto abstinencia —remató Himuro —cuidado, Kasamatsu ya ha empezado a rezarle para que Kise le dé un respiro.

—Que buen consejo —dijo alzando su lata de cerveza.

—¿Ah? No digas eso —el rubio hizo un puchero —ningún santo tsundere separará ni detendrá mi amor por ti —se aferró al azabache sin importar sus quejas y alzó una lata — ¡Salud! Por los amantes tsunderes.

—¡Salud! —gritó Takao y todos chocaron sus latas en un clima ameno, aun así no dio trago alguno, se sentía un poco mareado pero lo disimuló levemente para no cortar el rollo.

 

 

Al día siguiente las bandas se preparaban para el encuentro y con las cosas de Takao dentro de la bolsa Makoto buscaba la oportunidad para acercarse y devolvérselas. No sabía si agradecer, no, eso estaba de más. Tampoco podía decir que lo sentía, aunque tal vez eso era lo más lógico porque fue en parte culpable. La llamada para subir al escenario se hizo presente y la gente alzó las manos gritando de emoción.

 

—Buenas noches, somos Iwatobi y esto es ‘The Misfit Go’ —Nagisa empezó a tocar la batería seguido de Haru que hacia un solo de guitarra muy corto y Rei en el bajo hacia lo suyo. Estaban bien coordinados, Makoto a pesar de su apariencia y de su constante sonrisa encantadora en el escenario cambiaba de expresión. Esta se tornaba dura y desgarradora, intensa. Sus ropas no eran para nada como la de los típicos rockeros a comparación de las que usaban los de la banda de Takao los cuales tenían tatuajes, aretes y aspectos de mala leche. Ellos eran más tipos comunes con pasión por la música lo que les había atraído a muchos fanáticos que gustaban de esa clase de músicos nada superficiales y con talento.

 

Desde la puerta del camerino Sakurai y Himuro escuchaban a la banda que abría algo sorprendidos nuevamente al oír aquella voz que sonaba como la de Takao y pronto el resto de la banda se unió.

 

—Oh, maldición. Quisiera ir a verlos ¿Cómo serán ellos? —decía Takao haciendo un puchero. Ni la vez pasada ni esa pudieron ver el aspecto de esos músicos porque Reo no les dejaba salir del camerino, debían prepararse para su turno y varias canciones más tarde llegó su hora con un estruendo que alebrestó a la gente.

 

—¡Buenas noches! —gritó Takao con fuerza y el público se volvió loco —con ustedes…’Landscape’ —la batería empezó a arreciar al igual que el resto de los instrumentos. Los de Iwatobi corrían entre los pasillos y aparecieron justo cuando Takao empezó a cantar con toda esa energía, con esas vestimentas de cuero y aspecto rebeldón. Una bandana en la cabeza y movimientos alocados haciendo delirar a sus fans. La canción Landscape era pegajosa  y con buen ritmo, los gritos de Takao resonaban hasta los corazones de todos e incluso los integrantes de Iwatobi disfrutaron del concierto.

 

Makoto siguió la canción, le era fácil llegar a esos tonos como a Takao pero su objetivo era simplemente disfrutar de la letra. ¿Quién pensaría que hace dos semanas ese estrepitoso y alocado cantante se entregó a él en aquel hotel? No era algo que presumiría, jamás, ante todo era un caballero pero ahora que lo veía brillar con intensidad en el escenario se sentía tan irreal, como si todo lo hubiera inventado.

 

Terminó el concierto, fue un éxito e incluso los fans pedían mas pero para suerte de Takao ya el tiempo había terminado. Estaba agotado, sudando, jadeante y con una punzada extraña cerca del ombligo, un poco más abajo. Tomó una botella con agua, se secó el sudor y se puso de pie caminando hacia fuera del camerino.

 

—Ya vuelvo, iré a tomar aire. —dijo el pelinegro.

—Ten cuidado con los fans —le dijo Reo mientras el otro asentía buscando aquel camino donde solo el staff podía cruzar. Saludó a varios hasta llegar a la parte trasera del escenario y darse un respiro en medio de la noche. Tomó agua y se echó un poco en la cabeza a pesar del frío, sentía un calor inmenso en el cuerpo. Apenas pudo escuchar los pasos de alguien aproximarse, alguien que le pasaba una toalla.

—He, gracias…—dijo aceptándola y su mirada se cruzó con la verde del otro. Entonces los recuerdos le invadieron de golpe, las memorias, esa noche. Aquel rostro, esas manos, esa complexión y su cabello castaño. Apenas cuando le vio todo volvió a retornar a esas memorias, esos instantes, aquel chico era con quien había tenido aquella arrebatadora noche.

—De nada… vine a devolverte esto…—dijo entregándole una bolsa de papel. Takao saliendo de su trance la tomó y dentro encontró su celular y el dinero que había dejado en el hotel confirmando sus sospechas —no hice mal uso de tus datos, descuida.

—Yo, vaya… no pensé que lo recuperaría inclusive iba a comprar otro…—murmuró poniéndose de pie mientras encendía su móvil el cual estaba apagado— pero el dinero, no hay necesidad…es mi parte por lo del hotel…

—No tengas cuidado…—dijo moviendo la mano.

—Anda, no seas tan honrado que la gente se aprovecha de los hombres como tú —dijo riendo para ponerle el sobre con dinero en el pecho —además yo te arrastré a esto…

—Bueno yo…—Takao se sentía cansado y entrecerró la vista.

—Espero que sea nuestro secreto…—Makoto asintió, es obvio que iba a guardar aquello a pesar de haberle contado a los de la banda ellos eran de confianza.

—Descuida…—cuando dijo esas palabras notó que Takao se desplomaba en sus brazos y lo sostuvo justito antes de que cayera al suelo— ¿Takao-san? ¿Takao-san?—dijo  intentando hacer que reaccionara pero este yacía inconsciente —Oh no…

 

Notas finales:

¿Que les pareció la propuesta? Para gusto de ustedes ya he terminado de escribir este fic y serán más o menos 4 capitulos largos. Espero sus comentarios y opiniones.

 

-Yisus 

 


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