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Bright Days por wearkagain

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Notas del capitulo:

¡Muy buenos días!  bellezas de esta hermosa pagina (Y más bellas por leer de este fic), aquí os dejo este siguiente capítulo, de esta nueva historia de la que hace poco me he creado una idea. Agradezco sumamente vuestros comentarios aquí y también en el fic Imperium. Mil y más gracias, a ustedes, os quiero, sí, os quiero. Demuestro mis sentimientos por vosotras ja!

(Todos los personajes de One Piece le pertenecen a Eiichiro Oda)

Sí desean, siganmen en mi Instagram ssm_10, sigo de vuelta, sí dirais porque coño, no lo se. Solo os pido he...¿?

Bueno

¡A leer!

Knowing You.

 

Actualidad.

 

Cuando escucho el nombre de Mihawk, su cuerpo reacciono como si fuera el antídoto necesario. Lanzo una patada potente haciendo que el peliverde callera de culo al suelo. Se levantó con rapidez y se tambaleo en el momento, los dos jóvenes que reconoció, se acercaron a él con la intención de derríbale, pero él fue más rápido. Levanto su pierna y propino tres patadas briosas, derribándolos contra una de las paredes. Casi se tropieza contra la silla. Nuevamente su cuerpo se estaba debilitando; no cayó al suelo por lo menos. Miro al pelinegro, estaba frente a él cruzado de brazos y sus ojos penetraban su ser, se tambaleo hasta él y dejo que su cuerpo callera contra el suyo.

El mayor lo agarro de la cadera y dejo que su rubia cabellera se despeinara contra su pecho.

-¿Kuroashi?

-Solo… dame… momento –Respiro, y dejo que su lengua acariciase su paladar. Aún tenía partes del cuerpo en sueño profundo, y no podía sostenerse sobre la planta de sus pies. Agradecía el hecho que Mihawk los sostuviera.

-Está bien, no hay problema –Sanji asintió levemente, cerrando sus ojos y regulando su respiración. Las patadas que había lanzado lo habían dejado exhausto y el choque eléctrico no le había ayudado para nada.

-¡Mihawk! –Se estremeció, aunque no lo pareciera. Esa voz. Maldito fuera por haber aceptado el ir a hacer acto de presencia.

-Zoro, cálmate –Escucho la voz de Mihawk.

-Entonces suéltalo.

-No lo soltare.

-¡¿Por qué?!

-Si lo hago, se golpeara contra el suelo y creo que tampoco querrás eso.

-Hermano –Fueron las voces de Yosaku y Johnny.

-¿Qué pasa? –Estaba irritado por el tono de voz.

De nuevo silencio en todo el lugar. Sanji escuchaba solo su respiración y la de Mihawk, sobre su cabello. Abrió con lentitud sus ojos, ya podía mover uno de sus brazos.

-Vayan a hacer su trabajo, y no se metan con él –Resonó la voz del peliverde. Sanji observo por la rabadilla del ojo como ambos hombres –Los que le habían electrocutado y apuntado con espadas– pasaban de largo al lado suyo y abandonaban la estancia azotando la puerta. El silencio nuevamente inundo y unos cuantos pasos  rompieron la incomodidad.

-¿Cómo se encuentra? –Cerro sus ojos nuevamente, la voz de Zoro se había vuelto gruesa y demandante; por un lado le recordaba a padre. Como decía el dicho, “De tal palo, tal la astilla”.

-No lo sé. Kuroashi, ¿Cómo te encuentras? –Murmuro el mayor acariciando los cabellos rubios de Sanji, ya que él había agachado su cabeza para decirle aquello. Sanji solo removió su cabeza contra el pecho del pelinegro, en negativa –Por lo visto, sigue mal –Murmuro nuevamente.

-Ya veo… ¿puedo? –Sanji frunció el ceño, ¿Qué estaba pidiendo el marimo?, pero sus dudas fueron aclaradas el momento en el que unos brazos lo agarraron de la cintura y lo separaron de Mihawk, girándolo quedando frente a la cabellera verde de Zoro. Trago saliva, esos ojos nuevamente le observaban, pero solo fue en un microsegundo. Pues el moreno lo había alzado colocándole sobre su hombro como si se tratase de un saco de patatas. Al rubio casi le cae la mandíbula ante aquello, y como tan de repente el moreno comenzaba a caminar, pasando por la puerta ahora abierta y por detrás le seguía el pelinegro con una seriedad que no comprendía. Quería gritarle que le bajara, pero sus labios de pronunciaban ni ‘mu’.

-Siento mucho no haberte avisado –Hablo el mayor parando en el pasillo. Instantáneamente el peliverde detuvo el paso, pero no le dio la cara al mayor. Sanji apreciaba como el pelinegro lo observaba y al mismo tiempo miraba al moreno. No comprendía su mirada.

-No importa, lo hecho, hecho esta –Respondió el peliverde.

-No… -Ambos hombres se quedaron en silencio; Sanji intentaba hablar a duras penas –Es…mí cu-culpa…no…

-Sanji –Murmuro Zoro parándole. Aun así Sanji le ignoro.

-No… hice ca-caso…

-Sanji, no te fuerces –Apretó sus puños inútilmente; Zoro apretó su cadera con suavidad y continuo caminando a paso pausado. Sanji dejó caer su rostro contra la espalda camiseta rojo sangre del peliverde y se dejó hacer en el camino.

Estaba furioso, con él mismo. Sí hubiera sido un “buen chico”, no hubiera terminado allí mismo, sin poder mover casi sus músculos a duras penas algún que otra extremidad y ahora acabando en brazos, no, espalda, como un montón de plátanos cargados en el mercado, de su… ¿Amigo?, ya ni sabía si podía seguir llamándole así, no se habían hablado en años y el hecho de que apareciera de la nada, dejaría a cualquiera descolocado. Volviendo al punto, esperaba que Zoro no se molestara con Dracule Mihawk, porque aunque el mayor fuera mucho más fuerte –Algo que aún seguía suponiendo–, tuviera más experiencia y todas esas cosa, Zoro seguía siendo su jefe, líder, patrón, dueño, yakuza y sí el imbécil del marimo aceptaba, padre.

Ahora venía a preguntarse, ¿Qué maldita promesa había hecho la cabeza de alga con la bella de Kuina? Kuina era mayor que ellos que aparte de bella a sus ojos en esa edad, era una mujer fuerte, audaz, inteligente, alegre e inclusive llegaba a burlarse de Zoro junto con él. Pero, ¿Cuál había sido esa promesa?

Dios la tuviera en su gloria –Y le importaba un carajo sí esa familia fuera budista, judía, musulmana y que coño–, porque la hermosa niña tristemente había muerto, por una de las más graves enfermedades que su cura era un misterio o un dilema. Algunos se curaban al ser tratados con tiempo, o aun así con los tratos, llegaban al sufrimiento y luego a la muerte. Cáncer.

Se había sumergido tanto en sus pensamientos, que cuando se acomodó en el hombro del moreno, sintió como su otro brazo respondía. Se alegró, ya volvía a sentir sus extremidades. Levanto su cabeza para decirle algo al mayor, pero parpadeo y su quijada callo.

¡¿Dónde diablos estaba Mihawk?!

Miro a todos lados, dese su perspectiva en busca del hombre mayor, pero no, ni señas de vida ¿Se habría vuelto un ninja? ¡Ni en un millón de años!, se estremeció y una corriente de aire frío paso por su columna dorsal.

¡Estaba solo con el peliverde!

¡¿A eso se refería con convencerle?! ¡¿Él solo?! ¡Y una madre!

Lloro en su interior.

Miro por encima de su hombro, lo único que detallaba era el color verdoso brillante que resaltaba. Trago saliva sonoramente haciendo que el mayor se detuviera en seco y quedara frente a una puerta. Sanji parpadeo y cerró sus ojos con fuerza, esperando parecer aun colado por el choque eléctrico. Escucho un click y seguido un clack, su intuición decía que abriera sus ojos y viera de qué se trataba, pero su conciencia le decía que aparentara estar inconsciente. Y eso hizo.

El peliverde volvió a caminar, pero fue poco, se detuvo y Sanji casi pega un grito al sentir de nuevo las manos del moreno sobre su cintura bajándolo y acostándolo sobre un colchón suave. El rubio cerro sus ojos y giro su cabeza, no quería verlo. Bueno sí, pero es que… simplemente ¿Qué carajo decía? ¡Le había pateado!

-Sanji –Se estremeció, Zoro le estaba acariciando el cabello –Eres un maldito hijo de puta, me has dado en el abdomen y me duele –El nombrado apretó sus labios, pero no contaba con los golpeteos de su pecho, quería echarse a reír –Venga, sé que ya estás bien… sé que te quieres reír bastardo –El rubio por inercia llevo sus manos sobre su pecho formando una X y se volcó bocabajo contra el colchón soltando risillas –Sanji –De nuevo lo llamo por su nombre. No aguanto más, soltó carcajadas contra la almohada y golpeo con una de las manos el colchón.

Quería llorar de emoción.

Gritarle por idiota.

Reírse en su cara.

Llamarlo con todos los apodos posibles.

Y abrazarlo, porque lo había extrañado.

El rubio levanto su mirada aun desde su posición viendo los ojos color miel del peliverde. Le observaban desde arriba, y una pequeña sonrisa se asomó mostrándole su dentadura.

-Roronoa –Murmuro el rubio, girándose nuevamente en la cama e intentado sentarse con la ayuda de sus codos.

-Déjame ayudarte –Se impresiono por tal cortesía por parte del marimo. Zoro se había acercado pasando un brazo por su espalda, dejándolo sentado con cuidado. Luego se sentó frente a él en el colchón –Siento que mis subordinados te hayan electrocutado.

-No, no hay problema… los patee –Se alzó de hombros llevando su mirada a una de las paredes del cuarto. Escucho una risotada por parte del moreno, algo que le gusto, hace mucho no lo escuchaba reír.

-No puedo creer que los hayas pateado, y a mí también –Sanji volvió a mirar al peliverde, este tenía una mano sobre su barbilla mientras negaba -¿Acaso peleas con las piernas? –Le miro.

-A-Algo así, aprendí a defenderme con ellas –Se rasco la nuca.

-Bien, ahora… ¿A qué has venido? –Su corazón dio un brinco y se puso frio, ¿Ahora que mierda la decía? Oh veras Zoro, he venido a convencerte de que tomes tu cargo de la familia, no hay nadie más calificado y además, eres el mayor hijo de tu grandísima madre molusco, acepta y ya… ¡Como sí decirle eso fuera tan fácil!

-B-bueno –Se sintió incomodo con la penetrante mirada que le dedicaba Zoro, además de que ya estaba serio. Y hasta ahora se daba cuenta, Zoro había cambiado drásticamente, su rostro era más maduro, su mandíbula, sus ojos, la manzana de Adán en su cuello grueso. Y su cuerpo, era más grande, sí, espalda ancha y la camiseta daba a entender que poseía un torso musculoso, ¡¿Y POR QUE ESTABA HACIENDO ESE CHEQUEO?! No, no, no, no y no.

-¿Bueno? –Inquirió el peliverde. Sanji suspiro profundamente, simplemente no sabía cómo engañarle.

-Está bien, empezare desde cero ¿Vale? –El silencio del otro lo tomo como un sí –Me han llamado, para venir hasta aquí. Por un lado, creí que eras tú pero, luego me fui dando cuenta que no podías ser tú, era muy obvio y no te diré el porque. Además que me encontraba viviendo en otro país, Francia, me llegaban muchas cosas que incluso fueron estúpidas, supuse que era algo muy serio, así que pedí permiso para venir aquí, a Japón. Ahora me estoy quedando con un compañero que por casualidad coincidimos en el aeropuerto, tiene familia aquí y se va a especializar, ya se graduó –Ya se estaba alejando del tema, pero debía de hacerlo, ¡Tenía que pensar en que decirle! –Y… bueno, llegue hace tres días, por lo visto tus subordinados ninjas, se enteraron y me enviaron una carta y aquí estoy…

-¿Por qué creías que no era yo?

-¿Fuiste tú?

-No.

-Y te das el lujo de preguntar eso…

-Bueno… y ya te enteraste el porque te llamaban.

-Ehh… ¿No?

-¿Lo estas preguntando?

-No.

-¿Entonces no?

-No.

Zoro miro al oro lado, en un punto indefinido, rascándose la cabellera y arrugando el rostro.

-No entiendo, pero sí tú lo dices.

-Sí, sí, sí, lo digo muy enserio –Sanji estaba que sudaba, ¡Sí seguía enredándole podría triunfar! Iba a besar la cabellera del peliverde, porque esa idiotez no se había ido del todo.

-Está bien… pero estabas en el dojo.

-¿Eh?

-Mihawk vive en el dojo, y por lo que dijeron Yosaku y Johnny, tú estabas allí ¿No es así?

-Ah, sí.

-¿Fuiste llevado allí? –Sanji asintió –Entonces, ¿Hablaste con Mihawk? –El moreno soltó los tres primeros botones de su camiseta.

-Sí.

-Entonces, he de suponer que hablaron sobre mi padre –Sanji se quedó frío –Y bueno, aceptare tus condolencias, porque no sabes cómo decírmelo y en segundo lugar, es obvio que Mihawk te haya platicado sobre mi negación al tomar el puesto de padre ¿No? –El rubio abrió sus ojos asustado, su corazón estaba hiperventilando –Te diré algo Sanji, no aceptare el puesto y punto.

El oji azul quedo con la boca abierta, estaba impresionado.

-Pero… pero venga…

-He dicho que no.

-¿Por qué no?

-Porque no quiero, ¿No entiendes?

-No Roronoa, no entiendo.

-Deja de llamarme por el apellido.

-No quiero –Se cruzó de brazos.

-¿Crees que lograras lo que pretendes?

-No estoy pretendiendo nada.

-Entonces solo has venido por eso –Sanji se quedó sin palabras, sí, había ido solo por eso. Vio como el moreno relamía sus labios y negaba con la cabeza –Impresionante, ¿Caíste tan bajo? ¿Eh, Sanji? –El rubio lo miro incrédulo –Sí no viniste a verme, mejor lárgate.

-Eres un maldito orgulloso de mierda –Soltó -¿A que más creí que venía? ¿Por qué en primera no me buscaste tú? ¿Ah? ¿Lo hiciste Roronoa? ¿Me buscaste?

-¿Tu alguna vez me escribiste?

-Tú tampoco lo hiciste.

-No es divertido.

-Por desgracia comparto tu misma idea, y sí me disculpas, me largo de aquí –Se levantó y camino dándole la espalda, abrió la puerta del cuarto y la cerro con él afuera. Estaba furioso, venía a recriminarlo, sí él tenía la culpa, pero… ¡No había derecho!

Metió sus manos en los bolsillos de su pantalón y camino por el largo pasillo, en busca de las escaleras, ahora que recordaba, Mihawk le había dicho que habían remodelado la casa, ¿Continuaba en el primer piso? Se asomó a un ventanal, no, estaba en el segundo ¿Cómo diablos no se había dado cuenta?

-Sanji –Se giró sobre sus talones, tras de él estaba el peliverde suspirando y echando humo. Sanji le miro agriamente, ese no era el Zoro que conocía. El moreno dio tres zancadas largas alcanzándolo y quedando a pocos centímetros de él.

-¿Qué quieres Roronoa? Ya me voy, ¿No es lo que dijiste?

-Sanji…

-No, nada de Sanji, eres un capullo. No tienes nada para convertirte en padre –Parpadeo, el peliverde había sonreído.

-Gracias por notarlo.

-¿Qué?

-Te amo Sanji.

El rubio abrió sus ojos espantado, su corazón revoloteo y todo callo a sus pies.

-E-Espera… ¡Eso no es divertido!

-¿Que es divertido?

-¡Eso! ¡No….No digas esas cosas! –Sintió su rostro ardiente, estaba sonrojándose –Mierda –Miro a otro lado, cubriéndose con su flequillo y una mano sobre su boca.

-Es enserio Sanji –Dio un brinco, Zoro le había agarrado el brazo girándolo para que quedaran frente a frente –Te amo –Sonrió el moreno.

-Pe….no…tú…idi…no me… -Tartamudeo, no tenía palabras. El peliverde lo acerco a su pecho y le abrazo con fuerza, el corazón de Sanji estaba desembocado, calor en todo su ser,  iba a explotar.

-Te amo –Le susurro el mayor en el hueco de su cuello, Sanji se estremeció y cerró sus ojos con fuerza –No quiero perderte otra vez –Zoro llevo su mano hasta sus cabellos rubios, nuevamente acariciándolos –Perdóname, pero no aceptare el cargo –Beso su piel como un leve roce, el rubio se dejó caer contra el pecho de Zoro, su cuerpo no le respondía –Y no te dejare alejarte de mí, otra vez.

-Zoro…

Notas finales:

Ojala os haya gustado, espero leeros nuevamente y ojala haya sido de su agrado. Muchos besos y muchos abrazos a todas, y sin más me despido (No olvideis vuestros bellos comentarios!)

Chao chao.


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