Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Simplemente mi Bocchan por Haruka Eastwood

[Reviews - 62]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!! Espero que les guste el capítulo :3 y perdón por tardar 

El link de mi Facebook por si gustan agregarme. 

¡Sin más a leer!

Simplemente mi Bocchan

Capitulo 12: Eterna despedida

Su vista se mantenía completamente fija en el blanco techo de aquella habitación, mientras su cuerpo estaba completamente inmóvil a causa de todos los sellos que le rodeaban y restringían sus movimientos. Sentirse patético no definía ni siquiera una decima parte de su sentir, sin mencionar que la persona que más amaba era precisamente la que le había traicionado. Vaya que era estúpido decir que un demonio había sido engañado de una forma ruin, utilizado y desechado por aquel ser que prometió amar y proteger, engañado por aquel que amo tanto y casi lo mata con sus propias manos.

Lastimosamente no se trataba de un demonio cualquiera, sino del mismo Emerick, hijo de Lucifer y rey del inframundo, el mismo que se encontraba encerrado en su propio cuarto, aislado e incomunicado de todos ¿desde cuándo? No lo sabía, pero tampoco le importaba. Llevaba más de una hora que había abierto sus ojos, sintiendo su cuerpo excesivamente pesado y algo adolorido. Incapaz de moverse comprendió que se encontraba inmovilizado en su cama a causa de un poderoso sello, que sabía que pertenecía a Lucifer, por lo que estaría ahí hasta que su padre se dignara a soltarlo. Maldita sea, que él necesitaba salir, irse y buscarlo, porque las cosas no se podían quedar así y no había explicación que justificara sus actos, aun así tenía cierta curiosidad por saberla, conocer aquella patética excusa que le diría y burlarse tal y como lo hicieron con él.

—Ciel… —musito por lo bajo apretando la mandíbula y sus puños hasta clavar sus uñas en las palmas de sus manos, lastimándose en el proceso y sintiendo como la tibia sangre resbalaba de ellas. Realmente no tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde que se encontraba ahí, pero anhelaba creer que solo habían sido horas—. ¡¿Por qué lo hiciste?! ¡Joder!

«Es hora de morir mi amado rey» fueron las últimas palabras que le escucho decir al azulino antes de caer en la inconsciencia. ¡Su Ciel intento matarlo! No había duda de ello, pero no entendía el porqué ni para qué. Era como si hubiera sido una persona completamente diferente la que le enveneno… quería llorar de la rabia e impotencia que sentía, más no lo creía posible, pero por más que intentara encontrar una respuesta lógica, era más que claro que no existía, Ciel intento matarlo, pero lo más importante de todo era ¿Dónde diablos estaba aquel maldito traidor? Porque en ese momento paso de ser el amor de su vida a un vulgar traidor al cual torturaría hasta asesinarlo por haberse burlado de su persona, todo aquel amor que momentos antes sintió por el menor se transformaron en el más puro odio y no descansaría hasta encontrarlo y hacerle pagar por toda la humillación recibida, después de todo él era un demonio, y por lo tal aquella naturaleza sádica había despertado, por eso las criaturas como el no amaban, simplemente existían para traer las desgracias y para atormentar aquellas almas desdichadas que buscan algo de poder.

—¡Maldición! —grito completamente frustrado tras intentar moverse por decimo quinta vez, y es que ¿Cuánto tiempo más pretendían mantenerle así? Se sentía completamente desesperado, y su aura demoniaca fue saliendo poco a poco haciendo que el sello brillara de un tono intenso produciéndole un gran dolor que le dejo aturdido por varios segundos.

Intento tranquilizar su alocada respiración cuando unos ruidos provenientes de la puerta lo pusieron alerta, aunque en su situación no había mucho que pudiera hacer, con dificultad giro su cabeza percatándose que incluso su cuarto permanecía protegido por una poderosa barrera y algo más que no lograba identificar, lo cual le impediría a él salir o que cualquiera entrara. Grande fue su sorpresa cuando la puerta se abrió y en el marco de la misma pudo ver a Lucifer acompañado de Undertaker y Claude con una expresión de alivio que no lograba descifrar por completo, como si en cualquier momento se le aventaran encima para abrazarlo, por lo que dejo pasar aquel extraño sentimiento.

Fue en ese momento que sus ojos se abrieron en sobremanera al observar con su padre y Claude a aquel extraño shinigami que hasta donde él sabía, había sido capturado por los ángeles para asesinarlo. Era prácticamente imposible que estuviera ahí, no alcanzaba a hacerse una idea de cómo es que se había escapado, ya que dudaba que aquella plaga que decían buscar la pureza lo hubieran soltado como si nada cuando se le consideraba uno de los más grandes traidores. Sintió como en cuestión de segundos sus labios se secaron y con dificultad los separo dispuesto a formular aquella pregunta que había dejado pasar desde que despertó como si no fuera nada, ahora se daba cuenta que se había equivocado, pero antes de articular palabra alguna la voz de Lucifer se lo impidió.

—Es bueno ver que finalmente despiertas Emerick —comento desasiéndose de la barrera que protegía su habitación y de los sellos que le inmovilizaban, mientras que Undertaker y Claude quitaban otra especie de barrera, que volvió menos denso el ambiente—. Creo que ya podrás moverte —dijo con una sonrisa ladina.

Aquellos ojos escarlata de Sebastián se posaron sobre Undertaker que mantenía una expresión seria y bastante inusual en él. Con tranquilidad y pesadez se sentó en el borde de la cama afilando su mirada, como si quisiera matar a ese shinigami que no se dignaba a dar una maldita explicación del porque está ahí cuando él lo creía cautivo. Desesperándole un poco la tranquilidad con la que Undertaker entro a la habitación detrás de Lucifer, soltando un poco de aire antes de hablar, frunció el ceño notoriamente.

—Creo que ya no te puedo llamar Mayordomo… —musito divertido el albino, volviendo a adquirir esa actitud jovial que tanto le caracterizaba—, su majestad Emerick.

—Emerick —hablo Lucifer de forma autoritaria, ganándose la atención de los presentes—. ¿Tienes al menos una idea de cuánto tiempo has estado aquí?

Un silencio un poco incomodo se formo en la habitación hasta que el negó lentamente con la cabeza, logrando una mueca en el demonio mayor que parecía resignado a el próximo alboroto que probablemente armaría su hijo. Así que dirigió su mirada a Claude que asintió en clara muestra de haber entendido.

—Su majestad Emerick.

—Tsk… —bufo molesto—, pueden dejar de darle tantas vueltas al asunto y decirme de una jodida vez ¿Cuánto tiempo he estado dormido?

—Casi muerto mi querido mayordomo y han sido quince años —comento despreocupadamente Undertaker recibiendo una fulminante mirada de Claude y Lucifer, mientras que Sebastián simplemente entro en estado de shock, sin poder creer aun que hubiese estado tanto tiempo dormido.

—¡¿Qué diablos fue lo que paso?! —grito Sebastián mientras sus ojos adquirían un tono fluorescente y su aura demoniaca salía a flote—. ¡Quiero una maldita explicación ahora! —ordenó de tal manera que las ventanas de la puerta se rompieron y las paredes se cuartearon.

—Sebastián cálmate —pidió Claude.

—¡Nunca me vuelvas a llamar así! —bramo encolerizado sujetando al ambarino del cuello, estrellándolo contra la pared, mientras sus dedos se clavaban en la garganta del otro como si quisiera matarle a lo que Undertaker intervino arrojándolo varios metros lejos del moreno con su arma de dios de la muerte.

—Basta —dijo Lucifer saliendo del cuarto—. Síganme y sin protestas —ordeno guiando a los tres a la estancia, la cual lucia moderadamente diferente a ojos de Sebastián, quien con expresión de enfado camino detrás de ellos, intentando ignorar las molestias que aun sentía en el cuerpo.

Se dejo caer en el amplio sillón de cuero negro y con un ademan de su mano, los demonios que están a su servicio trajeron varias almas dejándolas frente a Sebastián, quien ignoro olímpicamente aquellas miradas de asombro y desconcierto por su presencia, ya que al trabajar en el palacio de Lucifer habían escuchado rumores que decían que era muy probable que el rey del inframundo haya muerto, por eso es que lo mantenían completamente resguardado en aquella que fue su habitación, sumamente protegido por si alguien osara acercarse para realmente terminar con su vida, aun así simplemente fueron quince años, un tiempo bastante corto para ellos que son simplemente demonios, seres que viven miles de años.

—Y bien —dijo Sebastián comiendo la cuarta alma, mostrando su apariencia humana igual de seductora.

Lucifer suspiro cansinamente dejándose caer en el sillón con algo de fastidio mientras tomaba un alma de la bandeja plateada que le habían traído a su hijo, miro seriamente a los presentes antes de comenzar a explicar todo lo sucedido.

*

Faltaban un par de horas para que llegara el amanecer en el infierno, normalmente por la noche se escuchaban lamentos, bastante ajetreo y alguno que otro grito suplicando perdón, algo realmente irónico tratándose del infierno, pero aquella noche era bastante inusual, ya que estaba completamente silenciosa y atemorizante, como si todos los habitantes de ese lugar se hubiesen refugiado en espera que el caos pasara, por lo que Lucifer salió del palacio sentándose en aquel árbol donde su hija solía pasar la mayor parte del tiempo, distrayéndose de todos sus deberes. Comenzó a juguetear con un fruto rojo del árbol que había caído entre sus manos, notando lo brillante y apetecible que era, por lo que sin miramientos le dio un gran mordisco disfrutando de su inusual sabor y la vitalidad que le proporcionaba.

Ciertamente ese no era un fruto que mataba demonios, al menos no a los de raza pura, simplemente te proporcionaba grandes y grandiosas cualidades, las cuales aun no estaba preparadas para salir a la luz, así que ese era su pequeño secreto. Estaba a punto de agarrar otro cuando escuchó muchos gritos acompañados de un gran aullido que rápidamente identifico como Amarok.

Haciendo acopio de toda su velocidad llego a donde provenía el escándalo y ahí vio al gran lobo negro quien sostenía en el hocico a dos criaturas que identifico como shinigamis, que al parecer permanecían inconscientes. Claramente le extraño ver a aquel demonio solitario que si mal no recordaba era la mascota del hijo de su hermano, el único ser que pudo domar a una criatura tan rebelde como aquella, y que solo obedecía a Abadón, lo más inusual de toda esa escena es que parecía defender a aquellos dioses de la muerte de los demás demonios que peleaban por quitárselos para matarlos. Lentamente dio unos pasos para acercarse más a todo ese barullo de demonios que gritaba cosas inentendibles y algunas otras ofensivas contra ese par que seguía inconsciente, en cuanto le vieron muchos le reverenciaron y otros tantos salieron corriendo, pero aquella creatura simplemente mostro sus colmillos desafiando al rey demonio que tenia frente él y que claramente identifico como una amenaza.

Extrañado miro tranquilamente al lobo que seguía en guardia, recordando que hablo con su hijo comentándole que un dios de la muerte se había infiltrado y que se le buscaba para matarle, a lo que Sebastián suspiro con cansancio y le dijo que no era una amenaza y que quien le había traído al inframundo fue Claude, molesto exigió una explicación, sin sorprenderse al saber que los ángeles querían al hijo de su hermano, y que comenzaron a cazar a tres shinigamis que eran cercanos a Ciel y que en determinado momento le fueron de gran ayuda, por lo que permitió la estadía de ese extraño pelirrojo en su palacio, pese a las negativas de aquellos molestos ancianos del consejo.

Entonces aquel par deberían ser los que habían capturado, pero ¿Por qué rayos estaban ahí? ¿Acaso era una trampa? Rápidamente mando a llamar a Claude, ese extraño shinigami, los dos primeros no tardaron en aparecer.

—¡William! —chillo Grell corriendo con los brazos abiertos hasta Amarok, que sorpresivamente bajo la guardia, permitiendo que la parca se acercara y tomara al moreno de su hocico acunándolo entre sus brazos—. Mi amado Will, eres un maldito idiota, enfermo, mandón~ —susurro dejando que sus lagrimas cayeran sobre el rostro del moreno—. Creí que te perdería…

Lentamente Claude se acerco hasta el demonio-lobo y cuidadosamente tomo al sepulturero entre sus brazos, abrazándolo con delicadeza antes de corroborar que no tenían ni una sola herida en el cuerpo, a pesar de que su ropa estaba bastante maltratada y cubierta con sangre seca. 

—Adrian —susurro aferrando más el cuerpo del albino.

—Amarok, ¿me puedes decir que rayos significa todo esto? —espeto Lucifer dejando salir su aura demoniaca—. ¿Quién te ha ordenado traerles?

—Deberías saber que yo no sigo ordenes de alguien que no sea mi amo —respondió mordaz—. Puede que este en el cuerpo de su hermano menor, pero el alma sigue siendo la de mi amo.

Lucifer miro al lobo completamente sorprendido por lo que había dicho ya que Claude y Grell no tenían ni la más mínima idea de a lo que se refería el tal Amarok, por lo que simplemente guardaron silencio, viendo al mayor apretar sus puños claramente enfadado.

—Será mejor que te expliques de una puta vez.

—No tengo por qué obedecerte Rey del Inframundo… Lucifer.

—Estoy seguro que tu amo te ordeno que te explicaras, así que hazlo.

—Tsk —bufo antes de echarse cómodamente sobre el suelo—. Abadón me mostro sus recuerdos, él como introdujeron su alma en el cuerpo de ese niño que identifico como su hermano, después el cómo se entero del cautiverio que mantenían los ángeles sobre estos dos, y dedujo los planes que Jeliel tenía —bostezo despreocupadamente molestando a los presentes antes de seguir—. No le fue difícil contactar con esa escoria, así que hizo un pacto con él, prácticamente se intercambio por estos dos, aunque sigo sin saber que planea Abadón exactamente —explico restándole importancia—. Hace unas horas se encontró con ese ángel y le entrego a ese par —señalo con la cabeza a Undertaker y William—, estaban a punto de morir por lo que curo sus heridas y me ordeno que los trajera aquí, protegiéndolos hasta entregárselos a Augus y a ese rarito pelirrojo. —termino de explicar—. Por último me dio un mensaje para Emerick, dijo que debía ser rápido o sería muy tarde.

Lo último lo comento de manera sumamente seria alertando a los presentes, ¿Cómo que sería muy tarde?, fue en ese momento que Lucifer se percato de que su hijo no había llegado, por lo que corrió lo más rápido que pudo con dirección a su palacio, tan solo le tomo un minuto llegar hasta la puerta de la habitación de Sebastián la cual abrió de una patada, encontrando al pelinegro perfectamente acomodado en el centro de la enorme cama, con un traje negro perfectamente acomodado; sus manos se encontraban entrelazadas sobre su pecho, sosteniendo aquel pequeño dije que le regalo Rachel a Vincent.

Se negaba a creer que su último hijo también estuviera muerto, por lo que cuando salió de su asombro inicial, camino a paso firme hasta la cama arrebatándole el dije de las manos y arrojándolo a un lugar de la habitación.

—Creo que llegue algo tarde —comento con mofa Amarok, que se encontraba parado sobre la puerta—. Es una verdadera lástima —fingió sentir pena, antes de salir de ahí directo al bosque donde era su hogar.

Segundos más tarde llegaron Claude, Undertaker, William y Grell que veían la escena sin comprender muy bien lo que había pasado, hasta que dirigieron su vista a la cama, observando cómo Sebastián estaba a punto de morir, así que el trió de shinigamis intercambio miradas antes de asentir con la cabeza, caminaron hasta rodear la cama de Michaelis, Lucifer estuvo a punto de protestar pero fue detenido por Claude que negó con la cabeza y le insto a salir de la habitación a lo que recibió una rotunda negación.

—Maldición —murmuro por lo bajo William.

—Necesitamos que lo sostengan —pidió el sepulturero.

Sin entender muy bien a que se refería Lucifer coloco una especie de sello sobre el cuerpo de Sebastián, restringiendo toda clase de movimientos mientras que Claude le rodeo con una fina capa de telaraña casi invisible y prácticamente irrompible. Fue en ese momento que ambos demonios observaron como el cinematic record de Sebastián se negaba a entrar a su cuerpo, hasta que de manera lenta comenzó a introducirse, poco a poco. Después de un par de hora una especie de barrera cubrió el cuerpo inerte del moreno, impidiendo que su cinematic record se dispersara.

—Quisieron separar su alma de su cuerpo, pero en vez de arrancarla esta queda detenida por lo que podríamos nombrar un pequeño y frágil hilo —comenzó a explicar Undertaker—, solo era cuestión de horas para que este se rompiera y el mayordomo muriera…

—Intentamos regresar a él su cinematic record —continuo William—, pero este se niega a regresar a su cuerpo, y aunque lo hiciera nada garantizaría que siguiera vivo, este proceso podría tardar días o incluso años…

—Solo queda esperar a que Sebas-chan este bien —termino de decir Grell con un rostro abatido.

Después de aquello nadie dijo absolutamente nada, Ciel fue considerado como traidor por tratar de asesinar al rey del inframundo, por trabajar para los ángeles y por irse con ellos, mientras que al trió de shinigamis se les permitió quedarse en el inframundo, oferta que no rechazaron ya que no tenían ningún lugar a donde ir. Con el pasar de los años a William y a Undertaker se les permitió participar en el consejo de viejos demonios, ganándose la confianza de Lucifer cuando descubrieron que aquel viejo consejero de ojos jade era un espía de los ángeles, mismo que confesó haber robado el alma de Abadón, modificarla y ordenar implantársela a Ciel.

Tras doce años desde que Ciel se marcho, todos se mantenían alerta por una posible rebelión de los ángeles, iniciando así otra guerra. Guerra que nunca llego, y jamás lo haría, mucho menos cuando vieron salir de aquel enorme portón blanco a un enorme caballo, que era cabalgado por un hombre joven que aparentaba tener veinte años, de cabellos azulados y hermoso ojos zafiro, con un porte elegante, quien mostraba un semblante sereno, aun así se podía apreciar la fatiga en su rostro.

—Astaroth… —musito escéptico Lucifer—. ¿Cómo es que estas vivo? —inquirió frunciendo el ceño.

—Creo que me confunde —comento con mofa—, ya que no soy mi padre.

—Pero si es el mocoso malcriado —se escucho la asombrada voz de Grell.

—¿Acaso vienes a declarar la guerra Phantomhive o debo decir Abadón? —William se acerco hasta quedar del lado izquierdo de Lucifer.

—Para nada —respondió escueto—. Todo este sistema era una porquería —refiriéndose a los ángeles y sus ideas erróneas sobre purificar a cada demonio—, del cual yo Ciel Phantomhive me he encargado —de un salto bajo del caballo y de entre la negra capa que cubría su cuerpo saco un pergamino y varias insignias que muy bien sabían pertenecía a los ángeles de más alto rango, así como a los arcángeles y la más importante, era de Jeliel. El hecho de que Ciel tuviera en su poder esas insignias era una prueba fehaciente de que estaban muertos—. Ese es un verdadero acuerdo de paz —murmuro por lo bajo.

Su voz sonó tan apagada que todos los presentes dirigieron su vista a Ciel, notando que de sus labios escurría un hilo de sangre, sin pensarlo dos veces Lucifer se acerco sosteniéndolo en brazos antes de caer desmayado, despojándolo de la capa y notando que su ropa antes blanca era de un tono carmesí a causa de la sangre…

Realmente ya no había guerra, ya todo había llegado a su fin, lamentablemente a un precio muy alto…

*

—Ciel murió aquel día —fue lo último que dijo Lucifer… 

Notas finales:

Gracias por leer~♥

Haruka Eastwood


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).