Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Simplemente mi Bocchan por Haruka Eastwood

[Reviews - 62]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo 2: Descubrimientos  

El sol se levanto en lo más alto del cielo y  la mansión Phantomhive estaba más animada que de costumbre, Sebastián se encontraba mas alterado de lo habitual ante el comportamiento de los tontos sirvientes, observaba como Bard corría de un lado a otro con el cabello envuelto en llamas por usar el lanzallamas al querer cocinar la carne… Finny lloraba desconsolado al haber roto la pared intentando cambiar unos cuadros y Mayrin se lamentaba por romper una costosa bajilla “nuevamente”.

Todo parecía tan habitual pero para nuestro mayordomo parecía peor que otras veces, lo estaban sacando de sus cabales hasta que finalmente les grito sumamente molesto, lo cual no era para menos; el hecho de ver al perfecto mayordomo tan altera y gritando eso si era algo nuevo, por lo cual sorprendió a todos pero más que nada los asusto haciendo que corrieran a reparar el desorden que habían causado. Cosa rara en ellos porque generalmente huyen despavoridos, pero esta vez fueron “eficientes” por así decirlo.

El moreno, el cual estaba más que arto de todo ese barullo, se dirigía al jardín a relajarse un poco cuando  choco sin querer con su joven amo tirándolo al suelo, provocando un gesto de dolor en el menor, el cual no dudo en mandarle una mirada asesina a su demonio “por no fijarse”

- ¿Qué rayos te pasa Sebastián? – pregunto sumamente molesto por la torpeza del mayor. Lo cual era un poco extraño ya que llevaba varios días actuando de esa manera. Su perfecto mayordomo se estaba comportando torpemente, como si le pasara algo y aunque quisiera preguntar que era, su orgullo se lo impedía, realmente ¡Genial! Se decía así mismo una y otra vez.

- Yo… yo lo siento mucho bocchan, no lo sentí – musito, mejor dicho ¿tartamudeo? mientras le extendía una mano al pequeño para que se pusiera de pie pero fue despreciado por este mientras que se reincorporaba, ante esto un gesto aparente de tristeza se dibujo en su rostro el cual no paso desapercibido para el menor. Sentía que se volvía débil, no en el ámbito de fuerza, si no en el emocional y eso le molestaba.

- Vuelve a tus deberes Sebastián – susurro en su clásico tono autoritario mientras se marchaba, completamente extrañado ante la actitud del mayor, aunque unos pasos alejados de él, no hacía otra cosa más que reprocharse mentalmente por no preguntar qué es lo que le pasaba.  

- Yes, my lord – dijo al tiempo que reverenciaba a su amo.

Ya en otra parte de la mansión, para ser más específicos en su estudio, se encontraba Ciel bastante extrañado por la actitud de su mayordomo, hace apenas una semana que él comenzó a notar que este está bastante distraído y pensativo, mejor dicho: “estaba completamente ido” como si su mente estuviera en otro lugar y no donde debe; lo cual le llenaba de curiosidad por saber que era lo que le tenía así a su demonio. Por lo que tomo la decisión de investigar en la habitación de este con la esperanza de encontrar una pista acerca del comportamiento del azabache, si bien pudo ordenarle que le dijera, sería más entretenido descubrirlo por si solo.

A paso casi felino se metió en el cuarto de servicio, sabiendo que Sebastián no lo molestaría hasta dentro de un par de horas cuando fuera la comida, se sentía bastante extraño en ese lugar, por lo que se decidió a encontrar rápidamente algo que le dijera que es lo que pasaba. Sentía como Sebastián le incomodaba, más no tenía idea del porqué, por lo que prefirió investigar por su cuenta ahora que se le presentaba una oportunidad.

Primero reviso el pequeño ropero blanco encontrando muchos fracs negros, perfectamente planchados y acomodados. Sin pensarlo demasiado aspiro profundamente aquel delicioso perfume que tanto le agradaba, sentía como esa esencia le embriagaba y fascinaba a la vez, creyéndola adictiva, puesto que se le hacía familiar. Era el aroma de Sebastián, el cual le fascinaba aunque jamás lo admitiría, al menos no abiertamente. Luego de unos pocos segundos se reincorporo sonrojándose al máximo por lo que estaba haciendo, se sentía tonto y un poco acosador e incluso “pervertido” realizando esa clase de cosas, por lo que cerró el ropero dándole un pequeño azotón y se dirigió al pequeño buro y abrió los cajones, uno a uno sin encontrar absolutamente nada. Apunto de marcharse de ahí noto como algo sobresalía de  la almohada, pero cuando lo tomo sus ojos se abrieron como platos al ver de qué se trataba de un enorme libro de pasta negra.

 

Mientras el pequeño husmeaba el cuarto del moreno este estaba acabando de preparar la comida para su bocchan, cuando una sonrisa enorme se dibujo en su rostro al pensar en su joven amo, aquel pequeño azulino que le cautivo en demasía. Había decidido declarársele esa misma noche, pues bien sabía que no contaba con mucho tiempo debido a que cuando un demonio se enamora se debilita completamente en un eclipse solar quedando vulnerable por un tiempo indeterminado, se decía que entre mayor poder tuviera el demonio más tiempo tardaría en recobrar su fuerza demoniaca  y para esto solo faltaba un mes exactamente, pero todo esto se podía evitar si sus sentimientos eran correspondidos de igual medida que los suyos.

Pero lo que más confianza le dio para hacerlo es precisamente “el incidente del chocolate” ya que aquel beso fue perfectamente correspondido, tan solo se imaginaba que el único impedimento en estas circunstancias seria el enorme orgullo que caracterizaba al menor.

Su corazón se acelerara de la sola idea de pensar en lo que haría aquella noche, y sin evitarlo se ruborizo completamente, imaginando un sinfín de cosas “pervertidas” que le podría hacer a Ciel, pasando desapercibido que Mayrin lo miraba desde la puerta de la cocina con una ligera hemorragia nasal.

- Sebastián–san ¿se encuentra bien? Es que su rostro esta todo rojo – dijo completamente avergonzada por estar frente al moreno, el cual le dedico una cálida sonrisa mientras le decía que estaba muy bien, ante esto la pobre chica callo desmayada de la impresión, lo cual es muy natural, si alguien como Sebastián te sonríe tan seductoramente.

Ignorándola olímpicamente, el azabache salió de la cocina para dirigirse al estudio de su amo al cual encontró completamente pálido en los pasillos apoyándose con sus dos manos contra la pared. Ante tal escena el mayor no dudo en acercarse y extenderle su mano para comprobar el estado de su niño, pero cuál fue su sorpresa que este al sentir que le tocaría le aventó fuertemente la mano, en un claro acto de desprecio.

- No te atrevas a tocarme, ¡me das asco! – grito esto último por demás molesto, el menor no dejaba de mirarlo con un aparente odio y reproche en su mirada. El moreno se extraño de la conducta, realmente no entendía absolutamente nada.  

- Bocchan ¿Qué es lo que le sucede? ¿Acaso hice algo mal o que lo molestara? – dijo con una expresión que denotaba seriedad, pero más que nada una gran tristeza reflejada en sus ojos, ante las palabras que le dijo el peli-azul.

Ciel al ver la expresión de su mayordomo, no pudo evitar sentir lástima por como lo estaba tratando, quiso arrepentirse de lo que le acababa de decirle, pero ¿cómo un conde se iba a rebajar a pedirle perdón a un sirviente?, pero también entendía que su demonio no era precisamente cualquiera. Pero lo que había encontrado en el cuarto de este lo dejo más que sorprendido, no sabía que decir ni que hacer, mucho menos como actuar, debido a que era un mar de confusiones. Estaba a punto de cuestionar al azabache cuando se escucho un fuerte grito provenir de la entrada, por lo que simplemente cerró fuertemente sus puños ante la impotencia de no poder hacer nada.

- ¡¡¡¡¡Ciiiieeeeeeeeeeeeeeeeel!!!!! – grito eufóricamente la rubia mientras, corría rápidamente a abrazar de una manera muy posesiva al menor y le daba de vueltas por el aire, como si se tratase de un muñeco.

- Lady Elizabeth  ¿podría de favor soltar a mi amo? – dijo con una sonrisa burlona, mientras observaba como la niña bajaba a su bochas para que este pudiera respirar finalmente.

- Lizzy ¿Qué haces aquí? Espero que no te hayas escapado – inquirió él conde con una sonrisa picara la cual dejo más que sorprendidos a los presentes, pero más que nada muy sonrojada a cierta damisela rubia, a la cual se le formaban corazones en los ojos por el trato tan amable y dulce de su prometido.

. Ciel, Ciel, Cieel estoy tan feliz, finalmente me llamas Lizzy – grito eufórica la rubia, dando pequeños saltitos frente al peli azul, dibujando una enorme sonrisa en su rostro y en sus ojos un enorme brillo por la emoción contenida - ¿acaso me extrañaste Ciel?

- Claro que te extrañe Lizzy ¿Cómo no hacerlo cuando se tiene una prometida tan hermosa como tú? – le susurro el conde muy cerca del oído provocando que su piel se erizara, sus palabras era en un tono por demás seductor mientras con su mano levantaba la barbilla de la chica y le daba un dulce beso en los labios, el cual no tardo en corresponder torpemente.

Esta por demás decir que la sonrisa del azabache se borro completamente de su rostro, el cual empezó a tener una expresión melancólica para con su amo y de odio hacia la chica, al tiempo que intentaba contenerse con todas sus fuerzas para no apartar a la rubia de SU Ciel, ya que el pequeño era únicamente suyo, por lo tanto nadie más que el podría tocar; un pensamiento bastante egoísta, pero a él eso no le importaba “al fin de cuentas el era y siempre será un demonio”.

Ante la escena no hizo absolutamente nada, porque sabía que si lo hacia el pequeño lo odiaría en demasía y es lo que menos quería, así que simplemente se alejo dejando a la joven pareja, pero por dentro la sangre le hervía. A cada paso dado sentía una opresión en su corazón que iba creciendo poco a poco, al tiempo que se recriminaba que algo así podía suceder, desde un principio sabía que su joven amo jamás podría corresponderle, no solo por el hecho de ser humano - demonio, amo y mayordomo, sino también y tal vez la razón más importante es que ambos eran hombres. El cómo demonio eso no tenía importancia alguna, si era hombre o mujer pero para los humanos no era igual. Si el odio no conocía de géneros ¿por qué el amor sí? <<Realmente los humanos son criaturas incomprensibles y tontas… por eso mueren>>

El rey del inframundo enamorado de un humano era algo digno de ver, no por ser improbable, si no porque resultaba “patético” y él lo sabía, sin embargo pensaba cargar con ese sentimiento de ser correspondido. Pero lo que jamás imagino es el hecho de ser rechazado lo llevaría a que sufriera por amor y le causara tal pesar, si él lo deseaba podía regresar a su castillo en el infierno y tener a cualquier demonio o diablesa que quisiera, pero eso no bastaría, solo había una sola persona que quería y era Ciel Phantomhive, pero estaba más que claro que el niño no lo veía más que como un sirviente. Se sentía estúpido ahora que pensaba en su situación, podría obligarle a estar con él pero no quería forzarlo a nada y mucho menos que el pequeño lo odiara.

Estaba tan metido en sus pensamientos que no escucho cuando el conde lo llamo para que sirviera la cena y preparara un cuarto para la rubia, la cual se quedaría esa noche en la mansión, no le bastaba a su amo con besarse frente a él, ahora quería que esa odiosa chica se quedara en su mansión ¿Qué seguía después? Tan solo rechistaba por lo bajo, ya que por el contrato que los unía debía obedecer cual perro con correa.

Ciel al verse ignorado por su mayordomo con suma molestia el grito, sacándolo de sus pensamientos y con desgano junto a una enorme molestia le volvió a repetir lo anterior a lo que este solo le reverencio sin mediar palabra alguna, para cumplir con lo que su amo le pedía.

La cena transcurría de lo más normal para ambos jóvenes, los cuales parecían charlar amenamente de temas bastante triviales y sin importancia. Pero Sebastián estaba hastiado de la situación, ya que no podría preguntarle nada al menor sobre su conducta tan extraña.

Ya entrada la noche Ciel y Lizzy se encontraban en la sala jugando algo que aburría mucho a la rubia, así que decidió terminar el juego abruptamente y preguntarle a Ciel por su extraño comportamiento de ese día, no porque le molestara sino porque no era propio de su primo el comportarse así con ella. Si bien deseaba ser correspondida por el conde, sabía que algo no estaba bien con su comportamiento.

- Oye Ciel… - dijo finalmente, denotando un ligero nerviosismo.

- ¿Qué pasa Lizzy? – respondió en un tono por demás dulce, nada propio de él ¿Dónde estaba el conde gruñón, enfadoso y tajante? No es que lo prefiriera, tan solo se le hacía extraño.

- Ciel, yo te quiero mucho pero tú nunca eres así conmigo, ¿qué pasa? Antes de que me respondas déjame decirte que lo que más desearía es que me correspondieras, pero no así – suspiro pesadamente, y su semblante se ensombreció, ocultando sus ojos tras el flequillo – es difícil decirlo, pero no por ser tu prometida te tienes que forzar a estar conmigo – al tiempo que decía esto último las lagrimas rodaban silenciosamente por sus mejillas.

Ciel se extraño ante esto pues bien sabía que su prima era en extremo caprichosa y no creyó que se pudiera hablar con ella de esta manera.

- Perdóname Elizabeth si lo que he hecho hoy te ha incomodado – trago en seco pues sabía que lo que estaba a punto de decirle a su prima no sería nada sencillo, más que nada porque atentaba contra su orgullo y su dignidad – y creo que tienes que saber algo, hoy me entere de una cosa que yo jamás creí que pasaría y me tiene demasiado confundido.

El conde se encontraba nervioso ante lo que estaba a punto de decirle a la rubia, esta se percato de ello y delicadamente le tomo la mano para que el pudiera hablar, como un signo de confianza y seguridad. Este simplemente asintió, la miro a los ojos y le dijo que primero tenía algo que decirle a Sebastián y después le contaría absolutamente todo, un poco extrañada ante la petición de Ciel, pero no le quedo de otra más que asentir débilmente con la cabeza, esperando a ver que tenía pensado hacer el oji-azul.

- Sebastián – grito débilmente, segundos después se escucharon unos leves golpecitos en la puerta, con un “adelante” la imponente figura negra se dejo ver, caminando a paso firme hasta quedar en frente del menor.

- Dígame bocchan que se le ofrece.

- No te quiero volver a ver hasta mañana, sería mejor si te alejaras de la mansión hasta pasada la media noche, regresa ya que este completamente dormido – ordeno tajantemente sin opción a replica, ya que no era una sugerencia, sino una clara orden.

Ante la extraña petición de su amo, no pudo evitar sorprenderse y abrir los ojos como platos, para después volver a su habitual expresión “neutral” al tiempo que salía de ahí y se diría al bosque dejando salir su aura demoniaca y destruyendo todo a su paso.

Una vez que se encontraron solos nuevamente Ciel volvió a sentarse al lado de Elizabeth la cual lo miraba asombrada por la extraña orden que le había dado a Sebastián, aun así no cuestionaría eso ya que no era de su interés.

- ¿Por qué tanto misterio Ciel? – musito en tono de duda.

- Porque no tengo ninguna intención de que el escuche lo que voy a decir y seria un peligro que se encuentre en la mansión, digamos que tiene un muy buen oído.

Tras decir esto comenzó a contar el porqué de tanto misterio…

** Flashback Ciel**

Estaba a punto de marcharme de la habitación de Sebastián cuando de debajo de su almohada sobresalía un extraño libro negro el cual era demasiado grueso y grande para mi gusto, pero curiosamente no era pesado, para mi sorpresa se trataba de un diario, sonreí con sorna pues no creía que un demonio pudiese tener algo así, mejor dicho “algo de humanos”, abrí las primeras páginas y me sorprendí al ver la fecha y el contenido.

Febrero, 414 E.L*

Mi segundo hermano Craig falleció el día de ayer, debido a las heridas provocadas por Arthur, al cual asesino dando paso al fin de la guerra entre ángeles y demonios.  

*****varias hojas adelante XD***

Julio, 476 N.E. L.*

Hace ya cinco años que mi padre dejo el cargo como gobernante supremo del inframundo cediéndome a mí, el hijo mayor de entre tres hijos ese puesto. Pero es más aburrido de lo que creí.

No puedo creerlo, Sebastián es el Rey del inframundo desde hace mas de mil años – susurro sorprendido, mientras pasaba varias hojas sin prestarles atención, puesto que la mayoría eran notas muy cortas y no le veía caso leerlas todas.

Diciembre, 1542 N.E.L

Hoy finalmente me comprometí con Alessia, mi única hermana menor, sigo creyendo que es absurdo comprometernos entre familia, pero mi padre insiste que es para mantener la pureza del linaje real. Pero debo admitir que ella es mejor de lo que pensaba.

S-Sebastián tiene una prometida y es su hermana– al tiempo que volvía a leer la nota su corazón se sentía angustiado sin saber el porqué, así que rápidamente paso las hojas para averiguar qué había pasado hasta que una fecha lo hizo detenerse.

Enero 1886 N.E.L

Estoy arto, de que me obliguen a casarme con Alessia, pero ya no podre negarme por mucho más tiempo, le he propuesto a padre que me dejara ir al mundo humano por un tiempo como aria cualquier otro demonio de alto rango y cuando regresara contraería matrimonio con esa diablesa.

Esa es la fecha en que lo conocí – musito cabizbajo mientras avanzaba un poco más en la lectura.

Marzo 1889 N.E.L

Estúpidamente creí que me enamore del ser más orgulloso al cual debo servir, es una absurda idea, un demonio amando a un humano inútil es sencillamente imposible, él simplemente es mi comida y nada más que eso. Una vez cumpla su venganza regresare al inframundo y me casare con ella, como le había prometido a padre.

** Fin Flashback Ciel **

Notas finales:

E.L = Era de Lucifer

N.E.L = Nueva Era de Lucifer

jiji Bueno acorte los terminos por comodida XD Espero que les haya gustado el capítulo y comenten para saber su opinión, sin más yo me despido y les deseo un excelente día/tarde/noche.

Haruka Eastwood


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).