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Simplemente mi Bocchan por Haruka Eastwood

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Notas del capitulo:

Hola!! Aquí les traigo el siguiente capítulo el cual espero sea de su agrado n.n 

Y les ofrezco una enorme disculpa por no haber contestado aun sus sexys rw TmT pero les prometo que en cuanto tenga un poco de tiempo lo are. 

Sin más preámbulos a leer!! wiii XD 

Capitulo 6: Te amo

Todo estaba sumamente obscuro a mí alrededor. Incluso dudo de si he abierto los ojos ya que no soy capaz de ver siquiera la palma de mi mano, a pesar de que la tengo frente a mí. Un frio inusual recorre mi cuerpo mientras avanzo lentamente, vacilando si doy el siguiente paso o me quedo inmóvil en esta soledad tortuosa; al darme cuenta que estoy descalzo en un suelo húmedo siento pánico, impotencia y debilidad… ¡Odio sentirme débil!

Mis otros sentidos se agudizan al pasar los segundos y una sensación repúgnate comienza a invadir mi olfato, de manera brusca cubro mi nariz intentando no vomitar por el asco, mientras un vuelco en mi estomago se hace presente.

 ¿Dónde estoy? —me pregunto a cada instante pero por más que intente averiguarlo no encuentro respuesta alguna. No puedo ver ni escuchar, tan solo el aroma a azufre y sangre llega a mí. Mis manos están completamente frías y poco a poco mi cuerpo se empieza a entumecer haciendo más difícil mí andar, no sé si seguir avanzando, no tengo idea de a dónde voy, ni mucho menos de donde me encuentro. Comienzo a dudar si debo de seguir adelante, tal vez deba quedarme a esperarlo… ¿A quién debo esperar?... simplemente no lo sé, estoy a punto de quebrarme. Miedo, angustia, desesperación y frustración… todos esos sentimientos me empiezan a invadir, me arrastran a ceder ante esta soledad que me lleva al borde de mi cordura.

Intento recordar pero me doy cuenta que no sé ni siquiera quien soy, no logro recordar ni mi nombre y me agarro la cabeza en signo de frustración, para después dejarlas caer a mis costados como peso muerto, pero eso es lo de menos…

¿Cuánto tiempo he estado aquí? —tal vez solo han pasado minutos, pero para mí son una eternidad, una maldita eternidad que me hacen sentir pavor de quedarme inmerso en esta tortuosa soledad para siempre. Llevo mis manos a mi cabeza nuevamente y comienzo a darme ligeros golpes con el puño cerrado. Todo debe ser un sueño, un mal sueño… no, esto no es un sueño, es una pesadilla.

A cada segundo mi respiración se vuelve más agitada y mi pecho empieza a doler, siento que me falta el aire. Me atrevo a seguir avanzando, pero me detengo de golpe al sentir mis rodillas flaquear, no soy capaz de sostenerme ya en pie…— Ayúdame —susurro a modo de suplica, pero nadie responde, no sé ni siquiera a quien le pido ayuda, tan solo quiero que él me saque de aquí, pero ¿Quién?

Una oleada de sensación y recuerdos me invade. Recuerdos de un hombre con penetrante mirada carmesí cuidándome y protegiéndome, su aterciopelada voz resuena en mi cabeza como un susurro «Bocchan» ¿por qué te escuchas tan melancólico? ¿Por qué tu voz suena tan afligida? ¿Quién eres?  «Bocchan, no me deje… por favor» te vuelvo a escuchar, pero ¿Por qué no te puedo recordar?

Siento que estas tan cerca de mí y un calor inusual se forma en mi pecho, es tan reconfortante, tan tú. Entonces mis ojos se abren estrepitosamente al recordar solamente un nombre.

¡SEBASTIÁN! —grito con desespero una y otra vez, pero no siento salir mi voz ¿acaso estoy muerto?  Es que ya no podre verte…

Un nudo en mi garganta se hace presente mientras gruesas lagrimas caen de mis ojos sin control, pero ¿Quién es esa persona a la que le estoy gritando?, ¿Quién soy yo? Mi mente es una maraña de confusiones, que me alteran— Maldición —exclamo lo más alto que puedo antes de caer de rodillas inundándome de una enorme impotencia.

Cierro fuertemente los ojos y con una enorme fuerza impulsada por mi rabia golpeo aquel húmedo suelo con el puño cerrado una y otra vez, sin importar que me haga daño— ya nada tiene caso —me digo a mi mismo, pero algo me hace levantar la mirada hacia el frente. A lo lejos logro distinguir un diminuto rayo de luz y mis ojos se abren como platos. Corro hacia aquella efímera luz que amenaza con desaparecer en cualquier instante; extiendo mi mano intentando alcanzarla cuando siento como soy atrapado por ella, dándole una sensación reconfortante a todo mi cuerpo.

—Nunca olvides a quien amas Ciel Phantomhive —musita una suave voz femenina en mi oído; oleadas de recuerdos se vinieron a mi mente, mis padres, el incendio, mi venganza… ¡Sebastián!, mi Sebastián, mí tonto e incompetente demonio. Lo recordaba absolutamente todo, aun así por mi mente aparece un solo pensamiento “Sebastián” ¿Por qué solo puedo pensar en ese estúpido mayordomo en un momento así? Sigo sin entender porque mi corazón se agita estrepitosamente a cada acción suya.

Es amor… tu le amas… —Incesantes voces se hacen presentes en mi cabeza. ¡Yo no le amo! Grite como si alguien me fuera a responder. ¿Por qué tendría que amar a ese estúpido demonio?

Pero en vez de obtener respuesta, ante mi apareció una escena escalofriante; era Sebastián, con una enorme herida en su pecho de la cual salía enormes cantidades de sangre, estaba a punto de quedar inconsciente cuando de sus finos labios se escucho—  “No se lleven a mi bocchan… Ciel te amo, pero a pesar de que lo prometí, no pude protegerte…” —ante aquellas palabras sentí una enorme opresión en el pecho, estaba en shock por lo que veía y sin pensarlo dos veces corrí a su lado saliendo de mi estupor, intente tomar su mano, pero fue imposible, era como si yo realmente no estuviera ahí, mis manos pasaban a través de su piel como si de una cruel ilusión se tratase. Se estaba muriendo entre mis brazos y él ni siquiera me veía, intentaba abrazarlo, le grite que se quedara a mi lado, que no me dejara solo.

Las lagrimas brotaban estrepitosamente de mis ojos, ya nada me era importante— Quédate a mi lado ¡Sebastián! —grite una y otra vez con desespero sin obtener respuesta… simplemente vi como lentamente cerraba sus ojos para ya nunca despertar…— Te amo —susurre con suplica en su oído.

—Me mentiste, dijiste que siempre estarías conmigo ¡Sebastián!

La blanca luz que rodeaba a la diablesa y al conde poco a poco iba desapareciendo, dejando la habitación iluminada nuevamente por la luz de la luna.

—Pronto estará bien —mascullo forzadamente al tiempo que comenzaba a desplomarse.

—¡Alessia¡ —grito fuertemente Sebastián. Antes de que callera al suelo fue sujetada por el moreno quien delicadamente la cargo recostándola en el sillón junto a la cama.

Sentándose junto a ella la miraba dulcemente acariciando su mejilla con el dorso de la mano, notando su dificultad para respirar, intentando ocultar el agudo dolor que sentía causa de sus recientes heridas y la pérdida de energía.

—No pongas esa expresión Em… —apretó la mano que el mayor le ofrecía, mientras sus miradas se encontraban.

El demonio coloco su frente sobre la de la diablesa, encontrándose así sus miradas, una melancólica y la otra satisfecha.

—¿Por qué lo hiciste?

—Solo quería que fueras feliz —le sonrío— Em… ¿Tú me amaste?

Un pequeño silencio se hizo presente en el cuarto. Sebastián junto delicadamente sus labios con los de la mujer en un ligero rose prácticamente imperceptible, tan fugaz, pero verdadero. Era tan cálido y reconfortante que Alessia se sonrojo levemente por esa acción, para después sentir el aliento de su hermano sobre su oído.

—Claro que te ame.

—Gracias.

La tomo en sus brazos cuando esta desapareció frente a él y lo único que quedo fue su hermoso vestido negro y el dije de plata con forma de corazón que él le regalo varias décadas atrás el cual decía “E & A”

No era necesario que me agradecieras algo… al contrario, soy yo el que debió decir “gracias y perdón”

Sebastián tomo entre sus manos aquel dije mientras miraba detenidamente a Ciel, quien largo un gran suspiro mientras unas lagrimas caían delicadamente de sus ojos, mientras en su mente el nombre del moreno se hacía presente: Sebastián…

El pequeño conde había mirado la escena de aquellos hermanos sin saber que lo eran, aquel beso tan dulce que se dieron. Sentía envidia por que él deseaba poder probar los labios de su mayordomo, pero tal vez nunca podría. Volvió a cerrar los ojos pretendiendo dormir, ya que sentía su cuerpo sumamente pesado y un poco adolorido.

“Me condenas a la soledad de mis palabras, te hablo y no me respondes, te beso y me evades; devórame entre el inmenso calor de tu pasión antes de que mi efímera vida termine, antes de que nuestros corazones sean separados nuevamente… solo no te vayas de mi lado… “

Sebastián miraba detenidamente a Ciel durmiendo, mientras cambiaba el paño húmedo de su frente, puesto que aun tenía un poco de fiebre. Repentinamente la dulce voz de su bocchan se escucho en un susurro.

—Te amo Sebastián —expreso entre sueños removiéndose un poco en la cama. Ante esto el mayor abrió ampliamente los ojos y una risa cansina se dibujo en sus labios.

—Yo también lo amo bocchan —sus labios se juntaron con los del menor en un tierno ósculo, del cual se separo rápidamente.

—Sebastián… —masculló el menor perezosamente mientras abría los ojos solo para toparse con la mirada escarlata de su mayordomo, quien le miraba con sorna— ¡Maldito demonio! —se sentó enfadado en la cama y comenzaba a golpear el pecho del oji-rojo con el puño, por su parte este intentaba calmarle; el oji-azul estaba completamente enojado, levanto la mirada y para la sorpresa de un confundido demonio, el menor le soltó una tremenda bofetada— Creí que habías muerto —dijo levemente mientras gruesas lagrimas caían de sus afligidos ocelos.

Ante la vergüenza de sus actos oculto su rostro en el pecho del azabache. Sabía que su tristeza se debía al beso que presencio con esa hermosa mujer, pero también al miedo que sintió cuando creyó que lo perdería para siempre.  

—Yo jamás moriré mi dulce bocchan —musito tiernamente en el oído del menor estremeciéndolo por el contacto tan cerca de su mayordomo—, así que no llores, que este demonio nunca se alejara de su lado —su tono claramente era de burla, pero su mirada era de completa felicidad. Apreciaba el enorme sonrojo que se hacía presente en el rostro de Ciel, pareciéndole tierno.

—Maldito… me las pagaras, estúpido demonio —ya no pudo seguir reclamando porque sus labios fueron sellados dulcemente por los del demonio, y para sorpresa del mayor el conde correspondió gustoso aquel dulce y cálido contacto lleno de lujuria y sin querer soltó un pequeño gemidito que excito en sobremanera a su mayordomo.

Comenzó como un suave y prolongado contacto, donde disfrutaban superficialmente el sabor del contrario, deleitándose de las innumerables sensaciones que eso les proporcionaba. De una manera sensual el mayor comenzó a delinear los delgados labios de Ciel con su lengua, logrando estremecer al conde hasta sacarle lindos gemidos de sus labios. Aprovecho para introducir su lengua hábilmente en esa pequeña cavidad que recorrió gustosamente en busca de la aun tímida lengua del conde, para entrelazarlas traviesamente.

El beso fue subiendo de intensidad y poco a poco se tuvieron que separar por falta de aire, mientras un hilo de saliva aun los conectaba, el menor estaba sonrojado a más no poder, pero debía admitir que todo aquello le estaba agradando, se perdió en la profunda mirada escarlata, pero rápido salió de su ensoñación cuando sintió las manos del azabache recorrer su pecho, hasta llegar a su vientre con la intención de acariciar por debajo de los pantalones. Ante esto el Conde se sorprendió en sobremanera y bruscamente aparto al demonio que le miraba confundido y sorprendido a la vez.

—Bocchan, ¿sucede algo? —ronroneo mimoso con esa aterciopelada y sensual voz tan característica de él; sobre el oído del menor.

—Nada… ¡idiota! —grito fuertemente mientras le daba la espalda al oji-rojo en un acto sumamente infantil.

El moreno simplemente sonrió ante el comportamiento de su niño, por lo que por momentos se dedico a abrazarle por la espalda, apartando su largo cabello, el cual le había crecido mientras dormía, y se dedico besar su nuca, dejando pequeñas pero visibles marcas sobre esta. Noto como las manos de Ciel apretaban fuertemente las blancas sabanas de la cama, por lo cual no dudo en levantarlo y sentarlo sobre sus piernas haciendo que el menor le diera  la espalda.

—¿Qué haces idiota? – Reclamo mientras intentaba alejarse del demonio, el cual comenzó a acariciar sensualmente la pierna de su amo, dibujando eróticas figuras imaginarias—. No me toques… ¡Aaah!

—No permitiré un no como respuesta bocchan, al menos no ahora —exclamo en tono burlón, mirándole de forma lasciva.  

—Maldito bastardo ¿qué pretendes hacerme? —se giro rápidamente encarándolo, mientras le miraba molesto, pero era fuertemente sujetado por aquellos cálidos brazos— ¡suéltame ahora mismo! —ordeno autoritario fingiendo indignación.  

—No le hare nada que usted no quiera —ronroneo cerca de la oreja del menor, logrando excitarlo—, pero si gusta puede ordenarme que pare —le reto con una evidente sonrisa que no paso desapercibida para el menor, el cual no articulo palabra alguna, dando así paso libre a lo que le hiciera el demonio lo que quisiera con él.

Deseaba ser amado por aquel ser que le había cautivado prácticamente desde que le conoció, más nunca lo había demostrado ya que ni él mismo era consciente de lo que sentía por aquella negra figura que le comenzaba a llenar de mimos. Quien sin más preámbulos desabrocho el chaleco y camisa de su amo al tiempo que lamia su nuca, repartiendo un sinfín de besos húmedos sobre esta, percibiendo aquel embriagador aroma que tanto le encanta.

Tres shinigamis caminaban por el bosque manteniendo un completo silencio al avanzar en aquella oscuridad. La mirada seria de William atemorizaba a cierto pelirrojo, que se escondía infantilmente tras Undertaker el cual sonreía divertido por la actitud infantil de esos dos.

—Grell san ¿qué le parece si le invito a mi tienda a tomar el té? —volteo a ver al aludido dejando al descubierto sus ojos, de manera seductora.

El lindo pelirrojo se sonrojo abruptamente ante la imagen del sensual sepulturero que le miraba pícaramente. Grell sintió su cuerpo erizarse como gato asustadizo al percatarse de la fulminante mirada que le dedicaba William a sus espaldas, como si le gritara: “Ni se le ocurra aceptar esa clase de invitación señor Sutcliff”

El mayor se acerco a la muerte roja, quedando sus rostros a centímetros de distancia, momento que aprovecho para inhalar fuertemente aquel encantador aroma a rosas que emanaba Grell, ya que se le hacía sumamente atrayente.

Deslizo su nariz por su mejilla, hasta que acerco sus labios al oído del menor.

—Y bien ¿qué dices preciosura? —ronroneo sensualmente.

—Yo… cla-claro que…

—Claro que no acepta su invitación Undertaker-sama —se apresuro a decir William con el ceño fruncido interponiéndose entre aquellos dos, dejando al pelirrojo a sus espaldas.

—¿Will…? —le miro extrañado el pelirrojo, ya que nunca se espero esa reacción, aun así le alegraba bastante, por lo que en sus labios se dibujo una pequeña sonrisa.

—Ya veo hi hi hi entonces será para la próxima —se acerco al menor apartando al moreno del medio y suavemente tomo su mano y deposito un beso en ella, haciendo rabiar a Will—, y espero que quiera aceptar.

Sin decir nada más Undertaker desapareció de la vista de ambos dioses de la muerte. De un momento a otro Grell adopto un tono serio al sentir el aura amenazante de William a sus espaldas; estaba a punto de salir corriendo cuando la mano del moreno le sujeto con algo de brusquedad del brazo, jalándolo hasta quedar sus rostros a pocos centímetros de distancia.

El menor de lo dos le veía bastante extrañado y con un deje de miedo por lo que podría hacerle William, estaba completamente seguro que le golpeara y ni siquiera estaba seguro del por qué, tan solo sabía que estar así en cierta manera le atemorizaba. Solo atino a cerrar con fuerza los ojos esperando el golpe que nunca llego.

Tan solo sintió una cálida presión que se hacía presente sobre sus labios, al abrir sus hermosos ojos quedo en completo shock observando como el moreno lo besaba; se separaron unos centímetros. Grell estaba por hablar así que entre abrió sus labios, pero grande fue su sorpresa cuando sus labios fueron asaltados nuevamente en un pasional beso, donde William introdujo su cálida y húmeda lengua en su cavidad con brusquedad, recorriéndola a la perfección y con desespero como si quisiera grabarse cada centímetro de la misma a su paso.

Aquella hábil lengua provocaba múltiples sensaciones en ambos, no solamente en el menor de ellos, quien inconscientemente comenzó a aferrarse a la ancha y fuerte espalda del peli negro para no caerse, ya que estaba perdiendo el equilibrio, sintiendo como sus piernas fallarían en cualquier momento.

William recorría la espalda de Grell con sus grandes manos, lo hacía de una forma única, dibujando pequeñas y eróticas figuras imaginarias en la misma que estremecían al pelirrojo. Finalmente la carencia de aíre les hizo separarse de su candente beso quedando unidos aun por un delgado hilillo de saliva.

Un pequeño viento se hizo presente moviendo los largos cabellos pelirrojos, haciendo que Grell abriera los ojos notando como Will se encaminaba, tan solo frunció el ceño observando como el moreno estaba un par de metros adelante, ¿acaso solamente quería besarlo? O ¿estaría simplemente jugando con él? Tal vez simplemente quería burlarse de mí, pensó con tristeza la muerte roja, caminando rápidamente para alcanzar al moreno.

Caminaba a su lado y con desilusión observo que tal vez si se estaba burlando de él, ya que actuaba como siempre: caminando con rectitud mirando al frente, sin inmutarse por su presencia. Fue entonces que se dio cuenta que su pecho le dolía, sentía unas enormes ganas de llorar  y de desaparecer, aun se preguntaba cómo es que se había podido haber enamorado de William, si era el ser mas frio y cruel que haya tenido la dicha o en este caso la desdicha de haber conocido.

Su mirada era gacha, ocultando sus ojos tras su largo flequillo carmesí, mientras silenciosas lágrimas resbalaban por sus pálidas mejillas logrando que sus lentes se empañaran por la humedad de sus ojos. Pero todo llanto ceso en cuestión de segundos cuando su mano fue sujeta con suavidad por las grandes y fuertes de William quien aparentemente había girado su rostro en afán de ocultar un diminuto sonrojo.

Grell simplemente no lo podría creer, no era un sueño y la gruesa voz de aquel peli negro se lo comprobó.

—Señor Sutcliff me encargare de adjudicarle tantas horas extra como pueda si usted… si tiene la osadía siquiera de querer ir con Undertaker-sama —apretó la mano de Grell fuertemente con la suya, de manera posesiva y con cierto recelo.

—¡Oh! ¡Mi Wiru~! —exclamo enérgico lanzándose a los fuertes brazos del moreno robándole un apasionado beso que fue perfectamente correspondido.

Grell estaba más que feliz, sabía a la perfección lo inexpresivo que podía ser aquel hombre frente a él y que lo que acababa de pasar era mucho más de lo que podía pedir tratándose de él, pero no le importaba porque era feliz con eso, al menos por ahora.

Undertaker los había estado observando a la distancia, sonriendo de lado ya que al parecer había logrado a la perfección su cometido, tenía bastante tiempo que se percato de lo que William sentía por Grell y pese a que no era de los de interferir el pelirrojo le caía bien, por lo que pensó en darle un pequeño regalo.

En cuanto observo el apasionado beso, el cual aparentaba que se devoraban literalmente prefirió irse, ya que sería de muy mala educación quedarse a espiar. Comenzó a caminar por el bosque sin rumbo fijo, nunca antes se había percatado, pero todo indicaba que aquel lugar era más grande de lo que pensó, de igual manera no le interesaba en lo más mínimo si se perdía.

Se detuvo  comenzando a observar su alrededor, era un pequeño, pero muy hermoso lago, rodeado por un espeso bosque, tal parece muy pocos conocían ese lugar, ya que no tenía rastro de haber sido transitado antes por humanos. Pero lo que más le llamo la atención del lugar fue observar como parecía que el lago resplandecía de un tono azulado. Con cautela camino a la orilla observando el fondo, notando un singular cristal entre plateado y azul, mismo que por el reflejo de la luna parecía que el lago brillaba.

—Hi hi hi ¿Cuánto tiempo sin vernos? —exclamo sin apartar su mirada del lago.

—Menos del que crees —se escucho una sensual voz masculina de entre los arboles—, por lo que veo sigues igual de coqueto Adrian.

Susurro con un deje de molestia aquella voz, comenzando a caminar en dirección al peli plateado, quien no se había movido ni un ápice de su lugar. Se escucho una risilla divertida del sepulturero, el cual miro sobre su hombro observando aquella varonil silueta acercarse hasta el de forma sensual.

—No creo que estés en condición de reclamarme algo ¿o me equivoco? —se giro Undertaker mirándole seriamente a lo que el otro detuvo su andar.

—Tsk —rechisto evadiendo la penetrante mirada verdosa que le observaba con un poco de enfado—. ¿Cómo lo supiste?

—Mmm pues me lo acabas de confirmar —se volvió a voltear observando nuevamente el lago. Hizo un pequeño ademan para que el otro se acercara.

Aquel sujeto avanzo quedando al lado del sepulturero, pero su mirada se elevo, perdiéndose en el firmamento que curiosamente era hermoso esa noche. Pero poco pudo contemplar cuando sintió como era sujetado del brazo, girado y acercado al cuerpo de Undertaker con rapidez, para fundirse en un apasionado beso, que gustoso correspondió ya que aquellos pálidos labios eran los que tanto deseaba probar ahora y siempre, más no los de él.

Sebastián se entretenía repartiendo múltiples besos sobre su amo, el cual lo volvía completamente loco. Deseaba recorrer con sus manos cada centímetro de esa tersa piel, gravándose su singular textura, pero sus guantes representaban un serio impedimento, por lo que rápidamente se los quito y comenzó a deslizar las yemas de los dedos por el pecho del Conde, quien soltaba ligeros gemiditos ante tan delicioso tacto.

Ciel sentía los largos y delgados dedos de su mayordomo pasearse sobre su piel con descaro, delineando cada pequeña curva, dibujando el contorno de sus rozados pezones, los cuales por tan sencillo acto comenzaron a ponerse erectos. Su piel se erizaba con cada centímetro recorrido que iba desde su cuello hasta su vientre, pasando por los pezones y rodeándolos ligeramente, dando pequeños apretones a cada uno mientras lamia sexymente la oreja del menor.

—Aaaaaaaaah —dejo escapar un agudo gemido el conde cuando su demonio comenzó a deslizar su lengua sensualmente por su cuello, llegando a su hombro, donde chupo un poco dejando visibles marcas de propiedad y un ligero rastro de saliva a su paso.

Las manos traviesas de Sebastián comenzaron acariciando, la entrepierna de Ciel por encima de la ropa, de forma lenta y suave, sin dejar sus besos de lado, desabrocho los pantaloncillos del conde, deslizando su mano dentro de este, acariciando su muy despierto miembro comenzando a masturbarlo efusivamente.

—Veo que a mi dulce bocchan le está gustando —se mofo el mayordomo al ver la tención en el cuerpo de su niño, que rogaba por ser liberada.

—Cállate maldito demonio y continua… ¡Es una orden! —exclamo sonrojado, en el tono más autoritario que le fue posible, debido a la situación.

—Yes my lord.

Ante las palabras del menor, Sebastián recostó con delicadeza a su pequeño amo sobre la cama. Se despojo en un rápido movimiento de toda prenda, he hizo lo mismo con las del oji-azul dejándolo completamente desnudo y a su merced, observándolo lascivamente, comenzando a lamerse sus propios labios, regocijándose de la erótica escena que su amo le proporcionaba.

Comenzó a besar el níveo pecho del menor, dejando un ligero rastro de saliva a su paso hasta llegar a su vientre, donde se entretuvo con su ombligo comenzando la lamerlo en círculos, introduciendo su lengua en el simulando penetraciones que sacaban suspiros de Ciel. Su escarlata mirada se topo con la zafiro por segundos, denotando las ansias que tenían ambos por poseer el cuerpo del contrario y sin previo aviso el demonio engullo de un solo golpe el falo de su amo, comenzando una lenta y tortuosa felación.

El menor arqueaba la espalda ante las placenteras lamidas que le proporcionaba su demonio en su sexo, pero anhelaba más, por lo que sujeto con fuerza los negros mechones del mayordomo, imponiendo un ritmo, que rápidamente acato.

Se sentía en el cielo con el trabajo oral que le practicaba el mayor, sentía mil y un sensaciones regocijantes recorrer desde su vientre hasta su entrepierna, anunciando que pronto culminaría.

—M-Me vengo… —intento apartar la cara de Sebastián, pero este solo aumento el ritmo, por lo que el conde termino viniéndose dentro de su boca. Gustosamente el demonio bebió la esencia de su joven amo, saboreando hasta la última gota.

Ciel se volteo intentando cubrir su rostro, ya que le daba algo de vergüenza observar al oji rojo degustar su semen, momento que aprovecho el mayor, para ponerlo boca abajo y levantar su cadera suavemente dejándolo en cuatro.

—¿Acaso bocchan me está ofreciendo su encantadora entrada? —Su voz sonaba excitada, pero a los pocos segundos rio con sorna el mayor al ver la pose en que había dejado a su amo, quien intento cubrirse, pero fue detenido por el demonio que tomo sus caderas apretando los redondos glúteos separándolos un poco, comenzando a lamer aquella rosada entrada; metiendo un poco su lengua simulando ligeras embestidas.

—Aaaaaaahg… S-Sebastián —gimió por lo bajo el conde, provocando aun mas al demonio-mayordomo quien sin consideración alguna tomo el miembro de Ciel nuevamente, comenzando a masturbarlo con rudeza, por lo que el conde le miro sobre su hombro, con un enorme sonrojo.

Sebastián le observo desvergonzadamente antes de seguir de lleno en aquella exquisita labor. Por su parte el menor no se quedaba atrás y tomando la mano de Sebastián comenzó a lamer efusivamente tres dedos de este; dejándolo un poco sorprendido pues no se lo esperaba.

Cuando lubrico perfectamente sus dedos los retiro de su boquita dirigiéndolos a su entrada, ya que lo que menos deseaba era lastimarlo.

—Bocchan —le susurro mimoso al oído separando sus piernas mientras metía delicadamente un dedo dentro de la aun virgen entrada del menor; que dejo escapar un gruñido de dolor por la intromisión, mientras las lagrimas caían sutilmente, ante esto el demonio le beso tiernamente al tiempo que movía su dedo en círculos.

Cuando vio que el pequeño se había acostumbrado metió un segundo y tercer dedo dilatando la entrada de Ciel, simulando pequeñas penetraciones, escuchando los sonidos de placer de su pequeño amante. En el momento en que sintió que ya estaba listo se posiciono entre las piernas de su amo y de una sola estocada lo penetro haciendo que arqueara brutalmente la espalda acompañado de un grito de dolor y placer.

—Sebastián —susurro con una pequeña mueca de dolor, mientras movía sus caderas.

El demonio beso su espalda, sujetando la cadera de Ciel con ambas manos dando comienzo a un delicado vaivén que poco a poco fue subiendo la intensidad, llegando a un ritmo desenfrenado, donde ambos gemían sin control ante tan delicioso acto. Irónicamente se sentían en el cielo. El demonio dio en el punto exacto donde el conde sin pudor alguno comenzó a gritar de placer.

—¡Ah!~ Sebastián mas fuerte ahí… ahí —pedía entre gemidos extasiados el conde, mientras el mayor arremetía con fuerza, dirigiendo sus estocadas para que golpeara ese punto exacto que hacia delirar de placer al azulino y él por su parte se estremecía al sentir como la entrada del menor se estrechaba apresando deliciosamente su falo.

Sus respiraciones eran entrecortadas y sus cuerpos eran cubiertos por una finísima capa de sudor que hacía que los mechones de cabellos de ambos se adhirieran a sus frentes. Ambos estaban perdidos en el inmenso placer, dejando salir gemidos de sus labios, acompañados del vulgar sonido que hacían los testículos de Sebastián al chocar fuertemente con las nalgas de su joven amo. Solo hicieron falta un par de estocadas más para que ambos alcanzaran el tan ansiado orgasmo.

—Sebastián/Ciel —exclamaron al unisonó cuando se vinieron, Ciel sobre la mano de Sebastián y este dentro del conde.

Cansados se recostaron en la cama y el menor se acurruco en el fuerte pecho de su amado demonio sintiendo aquel delicioso y embriagador aroma que tanto le enloquecía y provocaba.

—Te… te amo… Sebastián – murmuro casi inaudiblemente, tiñendo sus mejillas de un ligero carmín.

—Yo también lo amo bocchan —apretó contra su pecho a Ciel en un dulce abrazo—. No sé qué haría sin usted… hoy cuando llegue y lo vi inmóvil en la cama he de confesar que me asuste —sonrió ligeramente al ver como los ojos del pequeño se habrían estrepitosamente ante lo que le decía— un demonio como yo asustado es ridículo, ¿no le parece? pero así fue.

—Eso es porque eres un demonio idiota —su semblante se ensombreció ligeramente—. Sebastián… t-tengo que decirte algo muy importante… te amo y no, no puedo ocultarte esto… hice, hice algo horrible y me arrepiento por ello —se levanto de la cama cubriéndose con la sabana pese al cansancio que sentía, no estaba seguro de como continuar, pero tenía que hacerlo—. Yo me acosté con Elizabeth, no sé ni cómo paso, tan solo que yo me negaba  a creer que comenzaba a sentir algo por ti y cuando me di cuenta yo… tu sabes —camino hacia la ventana que seguía abierta y mirando al cielo prosiguió—. Realmente lo siento, y entenderé si me odias...

Continuara ~ 

Notas finales:

**Me sentía mal porque en mi primera version los sexys shinigamis casi no salian XD así que esta vez van a tener mayor aparicion jijiji 

**¿Quien sera a quien besa Undertaker? 

**¿Qué hara Sebby con respecto a la confecion de Ciel? 

**¿Que paso con Elizabeth?

**¿Grell y Will seran pareja formal? 

**¿Sebas le contara su noche de amor con Claude? 

Todo eso y más proximamente XD jajaja nee ¿merezco rw? TmT me esforce :D y cualquier duda, queja, comentario, sujerencia, tomatazo, piedrazo, sillazo, beso, abrazo, chocolates, invitaciones a ir por helado/cine, o acosadores favor de dejarlo en un sexi rw XD sin más yo me despido y les deseo un excelente día/tarde/noche. 

Haruka Eastwood


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