Me encuentro caminando por las calles de Tokio, no es difícil de predecir el lugar a donde me encuentro. Mis compañeros del equipo de basquetbol no entienden mi intención de venir aquí, no entienden esa intención de venir desde Kyoto en tren, sé que está lejos, son casi dos horas de recorrido, pero realmente no me importa. No me importa que ellos se quejen de esto, simplemente, por fin, estoy siguiendo las órdenes de mi corazón. Y es que no puedo evitarlo; necesito verlo… necesito abrazarlo… necesito sentir sus labios sobre los míos. ¿Qué me ha pasado? Hace cuatro meses que empecé a salir con él y ya me siento tan dependiente de él; ahora ya no me imagino mi vida sin sus llamadas, sin sus mensajes, sin sus fotografías, y ahora que lo pienso detenidamente, me siento tan tonto al pensar en esas cosas, cualquiera que escuchara mis pensamientos diría que soy peor que una chica de 14 años totalmente enamorada.
Aunque en realidad no hay mucho que pensar, no esperé que esto pasara, aunque de alguna forma, era inevitable. No pude evitar enamorarme de él después de aquél último partido de la Winter Cup, ese partido en el que él me salvó de mí mismo. Por mucho tiempo me sentí en el fondo del abismo, sin que yo pudiera escapar, pero al jugar con él, sentí aquella mano que me ayudaba a salir de ese pozo sin fondo en el que me encontraba, esa mano que suavemente me devolvía a la vida. Literalmente eso fue lo que sentí al jugar con él.
Ahora que lo pienso, jamás me disculpé por aquella primera impresión que le di… es decir… ¿En qué demonios estaba pensando “mi otro yo”? Atacarlo con las tijeras de Shintaro… no era una buena forma de impresionar a alguien y lo único que hice fue, seguramente, que él pensara que yo estaba loco. No lo culpo, yo mismo repudio mis acciones de ese día.
Y mientras tanto…. Me encuentro aquí, guiando mis pasos hacia la preparatoria Seirin, miro mi reloj, seguro que ya no debe de tardar en terminar sus prácticas. El ambiente es realmente frío, seguro que muy pronto comenzará a nevar, y aunque llevo puestas prendas realmente abrigadoras, sigo sintiendo mucho frío.
Por fin llego a Seirin y sin pensarlo saco mi celular, notando que no tengo ningún mensaje… posiblemente aún sigue en sus prácticas. Y es ahora que entiendo el por qué Seirin ganó la Winter Cup, pues realmente entrenan tan duro y hasta ahora me pongo a pensar en el trabajo en equipo que durante todo el torneo elaboraron. Ese trabajo en equipo en el que nunca me fijé, para mí lo más importante era ganar, de cualquier forma, a cualquier costo, sin importarme mis compañeros, un estilo demasiado diferente al de Seirin. Sonrío al pensar en el torneo del siguiente año, seguro que ellos no podrán ganarnos una segunda vez. Lo siento, Taiga, pero ésta vez seremos nosotros quien derroque al actual ganador Seirin.
Me quedo allí parado, frente a esa escuela a la que llegué hace poco, pasan los minutos demasiado lento. Miro el cielo, la nieve poco a poco empieza a caer… el frío provoca que pueda vislumbrar el aliento cálido que sale de mi boca, y mis manos buscan alivio dentro de mi saco. Ruego por que aquellas prácticas terminen lo antes posible y por fin parece que mis súplicas son escuchadas, pues veo salir a algunos chicos, distingo que ellos son del equipo de basquetbol de la escuela y una sonrisa se forma en mis labios al saber que no tendré que aguantar más éste horrible frío.
Mis ojos, por fin, se enfocan en aquel chico pelirrojo, quien va acompañado de Tetsuya. Debo admitir que mis celos al verlo con Tetsuya no desaparecen, pero también pienso en que no debo amedrentar a Taiga por ello, de lo contrario, estaría invitándolo a alejarse de mí. Suspiro tratando de pensar en otra cosa, cuando escucho por fin su voz.
-¡Oi Akashi!
Su voz llena mis oídos, y noto que se despide de Tetsuya, para luego caminar hacia mí con una sonrisa en su rostro.
-Lamento hacerte esperar, las prácticas se alargaron un poco-
-No te preocupes, Taiga… no esperé mucho.-
-De acuerdo… vámonos, la nieve está cayendo cada vez más.-
Asiento a sus palabras, mientras empezamos a caminar hacia el departamento de Taiga, quien habla tranquilamente sobre su día en la escuela. Mis labios forman una pequeña sonrisa ante uno que otro comentario tonto que dice, esa parte es algo que me gusta de él: puede sacarme una sonrisa sin mucho esfuerzo.
-Tengo frío.-
Mi boca pronuncia, cuando en realidad sólo estaba pensando en voz alta. Aunque es cierto, no quiero que Taiga piense que soy muy quejumbroso ante este clima. Fijo mi mirada hacia el otro lado, sin darle mucha importancia a las palabras recién dichas.
-Tengo el remedio para eso…-
Pronuncia con una sonrisa, para luego atrapar mi mano entre la suya y esconder ambas manos en el bolsillo de su chamarra. Su toque es suave, muy cálido, y mi mano poco a poco está sintiendo aquella calidez. Demonios… no puedo evitar sentir que mi rostro también se vuelve cálido ante sus acciones, trato de esconder mi rostro sonrojado mirando hacia otro lado.
-¿Mejor?-
Escucho su pregunta, y sólo puedo contestar con un sonido de aprobación. Son esos pequeños detalles que hacen que lo ame aún más. Seguimos caminando hacia nuestro destino, y aún no estoy seguro si mis mejillas están sonrojadas por la acción de Taiga o porque caminamos con nuestras manos tomadas ante las miradas de la gente. Tonta gente ordinaria, como si nunca hubieran visto a dos chicos… caminando en el frío… tomados de la mano… Ok. De acuerdo, será mejor que me olvide de esos pensamientos, después de todo, soy yo el que se siente feliz con los dedos de Taiga entrelazados con los míos.
-Taiga… aun siento frío, será mejor que hagas algo para evitarlo.-
Rayos…¿Qué demonios ganaré con ese comentario? Definitivamente mi novio pensará que soy un chico muy quejumbroso.
-También tengo el remedio para eso…-
En un movimiento, gira hacia mí, mirándome de una forma tierna, y luego se acerca, dejando un beso fugaz en mis labios, mientras nuestras manos aún siguen entrelazadas.
-¿Aún tienes frío?
-¿Qué fue eso? ¿Acaso fue un beso? Taiga será mejor que no te comportes como un novio promedio o yo de ver-
La mejor forma de callar mis palabras fue con un beso tierno, o al menos eso fue lo que pensó Taiga. Me dio un beso tierno, en el que nuestras lenguas se encontraron y se enlazaron en varios movimientos, los movimientos de sus labios guiaban los míos, y en ese momento lo único que pude hacer fue enfocarme en los sentimientos que me inundaban. Aquél beso fue todo lo que necesité para que olvidara todo a mi alrededor, sólo un beso me bastó para amar totalmente a ese hombre que no dejaba escapar mi mano.
-¿Acaso un novio promedio te besaría de esa forma?
Con una tonta sonrisa en su boca hizo esa pregunta, y volví a sentir el rubor en mis mejillas.
-Cállate… olvidas que soy absoluto… Taiga será mejor que de aquí en adelante me beses de esa forma.-
Escuché un par de risas emanar de su boca, y yo… tontamente sonreía. Hacía cuatro meses que nos besamos de esa forma… que nos tomamos de las manos… que nos decimos cosas tiernas, y hasta hoy aún sigo sintiéndome nervioso por todo eso. Los chicos del club de basquetbol en Rakuzan me dicen que no siga con esto, que piense en mi familia… y en lo que dirá mi padre; pero éste no es el momento de pensar en eso, me encargaré de mi padre en el debido momento, pero ahora, sólo quiero disfrutar la compañía de Taiga, de éste chico a quien yo elegí amar.
-Akashi… ¿has pensado en mi propuesta? Es decir... hoy es viernes, y a riesgo de ser rechazado de nuevo… tengo que preguntarlo…. ¿Quisieras quedarte en mi departamento este fin de semana?-
Mis ojos se fijan en los rojos de Taiga, hacía algunas semanas que me había hecho aquella propuesta, y yo no estuve muy seguro de contestar a esa pregunta. El hecho de pasar todo el fin de semana con él no significaba que estaríamos viendo televisión durante todo el día. Sabía totalmente qué significaba aquella propuesta, y la primera vez lo rechacé, pues no me sentía preparado para dar el siguiente paso, sentí que debía esperar.
Pero ésta vez era diferente, ésta vez quería estar con él, quería demostrarle mi amor de otra forma, pues los besos y las caricias tiernas ya no bastan, yo también tenía aquella necesidad de sentir más de él. Lo había estado pensando por muchos días, hasta que la respuesta llegó a mí de repente, y ya no pude escapar de lo que sentía.
-Quiero estar contigo… quiero pasar éste fin de semana junto a ti…-
Mi mano apretó la suya y nuevamente tuve que desviar mi mirada para no sentirme tan vulnerable ante él. Cuando sentí un movimiento rápido, y luego mi cuerpo estaba junto al de él, fundido en un abrazo que Taiga formó. Ese abrazo que inevitablemente correspondí, rodeando su espalda con mis brazos.
Cuando él deshizo el abrazo, tomó mi rostro entre sus manos y me besó nuevamente, un beso justo como el anterior, en ese beso pudo transmitirme todas sus sensaciones y sentimientos; no había explicación de más, me amaba y eso era todo; me amaba como yo lo amaba a él. Y sólo un beso me bastó para saberlo.
Retomamos nuevamente el camino, no faltaba mucho para que llegáramos a su departamento, a pasar juntos toda una semana. Esos días serían, sin duda, inolvidables para los dos, sería nuestro siguiente paso en nuestra relación, un paso que habíamos decidido dar juntos y que seguramente sería el comienzo de mejores cosas para nosotros.
Aún no había entendido cómo me había enamorado de él, de cómo había logrado que se fuera aquél “temible emperador” dándole paso a mi “yo” de la secundaria, ese chico era amado por todos, que se esmeraba por algo y amaba jugar basquetbol de una manera bien vista ante todos. En realidad, tal vez, no me importaba entender cómo me había fijado en él, sólo me importaba estar junto a él, sólo me importaba tener su amor sólo para mí. Lo demás… simplemente venía sobrando.