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Camus, el libertino por Euridice

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Notas del capitulo:

Hola!! por fin he podido terminar el último capítulo!!! Me llevó más tiempo porque debo admitir que me tomé mi tiempo para hacer el lemon de Milo y Camus, es que después de tanta espera pensé que tenía que valer la pena. Espero que haya quedado bien.

 

Espero que disfruten este capítulo y muchas gracias por las lindas palabras que me han dicho sobre el fic en general, a decir verdad cuando lo escribí no sabía si iba a gustar.

Apenas salieron del recinto patriarcal, todos los caballeros dorados allí presentes pusieron sus cerebros a trabajar para unir a Milo y Camus en un apasionado beso que ayudaría al aguador a volver a la normalidad; convencer al acuariano no sería problema alguno pues aún seguía hechizado y con decirle que tendría sexo seguro esa noche, iría hasta el inframundo si se lo propusieran. Aioria recordó a todos que Milo estaba muy disgustado por la actitud liberal de su peli turquesa, lo cual hizo pensar bastante una estrategia que fuera realmente efectiva, pues tenían en cuenta que el escorpión no olvidaba las cosas fácilmente, y que era muy probable que se negara a reencontrarse con Camus.

 

Luego de varias propuestas, al caballero de piscis se le ocurrió algo; era arriesgado y en ciertos aspectos violento, pero fue la mejor propuesta de todas, y la que mayores posibilidades de éxito tenía. La propuesta consistía en que Afrodita y Deathmask invitarían al aguador a cenar, pero colocarían un somnífero en su vino para, una vez que Camus se desvaneciera sobre su plato de comida, encerrarlo en una habitación del doceavo templo la cual tenía una avería en la cerradura que impedía abrir la puerta desde adentro. Una vez que el francés estuviera cautivo, Saga y Kanon llevarían a Milo a la misma habitación, y una vez allí, a los dos caballeros no les quedaría otra opción que confesar su amor y besarse. Así fue que todos se prepararon para cumplir con sus roles: Shaka dio a Aioria un poco de pasiflora, una planta con propiedades sedantes, para colocarle al vino que Camus bebería; Deathmask quería hacer el labor de químico, pero el rubio insistió que Aioria era más precavido con una sustancia que en exceso podría causarle malestares al aguador. Aioros prepararía una cena en la casa de Afrodita para deleitar al aguador, el doceavo caballero y su pareja irían a invitar a Camus a cenar, y los gemelos se encargarían de Milo, pero Saga y Kanon no mencionarían que lo harían a su propio estilo. Llegó la hora de actuar, y Deathmask y Afrodita emprendieron camino al onceavo templo para cumplir con su parte del plan.

 

- ¡Hola Camus!

 

- Hola- respondió el peli turquesa a sus camaradas- ¿qué los trae aquí?

 

- Queríamos invitarte a cenar, en agradecimiento por ayudarme a traducir los libros del Marqués que a mí y a Dita tanto nos gusta leer…

 

- Me encantaría…pero esperaba encontrarme con alguien hoy, aunque a esta altura no sé si se presentará.- dijo el acuariano con cierta congoja en su semblante.

 

- ¿Tienes una cita?- preguntó el sueco.

 

- No exactamente, pero le dejé un regalo a alguien muy especial, y esperaba que viniera a agradecerme por eso, pero aparentemente no quiere verme…

 

- Lo lamento mucho.- dijo Afrodita al ver lo apenado que se veía el peli turquesa.

 

- ¡Vamos, Camus! No dejes que eso te impida divertirte; cena con nosotros.- insistió Deathmask.

 

- Les agradezco, pero no estoy de ánimo…- agregó Camus, y la pareja se miró sin saber qué hacer, pues el aguador ya les había dado la espalda y caminaba hacia su habitación.

 

Afrodita sintió que debía actuar con premura, así que sin pensarlo dos veces, y sin premeditar las consecuencias, tomó un jarrón de porcelana que adornaba un pilar de la sala del onceavo templo y se lo estrelló en la cabeza a Camus. El francés se dio vuelta diciendo ”¿qué?”, totalmente atontado por el estruendo del jarrón, pero inmediatamente se desvaneció y Deathmask lo atrapó en el momento justo antes de que se desplomara contra el piso. Los dos caballeros cargaron con el acuariano hasta piscis y una vez allí lo dejaron en la habitación donde también encerrarían al escorpión.

 

Paralelamente a lo anterior, Saga y Kanon se encapuchaban y cubrían parte de su rostro como ninjas para luego entrar a la casa de escorpio; no les costó localizar a su guardián, pues este yacía dormido en el sillón, así que los gemelos se escabulleron por el octavo templo para raptarlo y llevarlo a piscis. En todo ese ajetreo, Kanon tropezó y tiró un taburete que había por allí, recibiendo un golpe en la cabeza por parte de Saga dado que, por el eco que hizo el sonido en la casa de escorpio, el octavo guardián se despertó alerta. Saga supo que debían actuar rápidamente, así que sujetó por detrás los brazos del escorpiano, quien pataleaba y se movía violentamente para zafarse.

 

- ¡¿Qué rayos haces?! ¡¿Quién eres?! ¡¡Suéltame!!

 

El mayor de los gemelos dio la orden a su hermano para que se preparara, y así Kanon tomó un pañuelo embebido en cloroformo y se lo puso en el rostro a Milo, quien cayó inconsciente al aspirar el químico. Luego ambos peli azules cargaron con el joven hasta el templo de piscis y Afrodita los escoltó hasta la habitación donde Camus se encontraba inconsciente y con una venda en la cabeza, por el golpe que previamente el pisciano le había dado con el jarrón; Kanon y Saga dejaron a Milo en un pequeño sillón que había en esa sala y cerraron la puerta.

 

 

- Listo, ahora solo queda esperar.- dijo Saga, y Afrodita encendió una computadora portátil, y abrió un programa en cuya ventana se observaba dentro de la habitación en la cual los enamorados estaban encerrados.

 

- ¿Qué se supone que haces?- preguntó Aioria, atónito ante lo que veía.

 

- No crean que voy a perderme el final de la novela del año…- respondió el peli celeste.

 

- ¡Qué entrometido eres! ¡No puedo creer que hayas instalado una cámara en esa habitación solamente para husmear lo que sucede con Camus y Milo!- exclamó Aioros, indignado.

 

- No lo hice adrede; tuve que instalar esta cámara con micrófono y todo desde que encontré a alguien fisgoneando para robar mis recetas anti envejecimiento...- contestó Afrodita, mirando a Saga  con desaprobación, quien se quedó rojo como tomate al notar las miradas de sus compañeros en él, sorprendidos porque al geminiano le preocuparan sus incipientes arrugas.

 

- Pues Deathmask, prepara pop, porque yo quiero ver esto.- agregó Kanon, y se sentó al lado de Afrodita a observar la filmación a tiempo real en la pantalla. Claro que luego se unirían los otros a ellos, porque a pesar de desaprobar la actitud del pisciano, en el fondo todos querían saber qué sucedería.

 

 

Pasaron unos veinte minutos mirando la pantalla sin que nada ocurriera, algunos como Shaka y Deathmask empezaban a cabecear de sueño, pues ya estaba entrada la noche, hasta que Afrodita da un salto en su asiento despertando a los somnolientos, al advertir que Camus empezaba a reaccionar.

Dentro de la habitación, el acuariano se frotó la cabeza y dio un pequeño quejido de dolor por el golpazo que le habían dado, y luego intentó ponerse de pie; una vez que lo hizo, sintiéndose algo mareado, observó la habitación pero estaba aún confundido y no vio más que a Milo acostado en un sofá, aparentemente dormido. Se preguntó por qué estaba allí junto a él, así que temiendo que fuera algo malo, sacudió a su compañero de armas suavemente para despertarlo; el escorpiano abrió sus ojos y se quedó muy confuso, sobresaltándose e incorporándose de un movimiento.

 

- ¡Camus! ¿Qué es este lugar? ¿Qué hacemos aquí?

 

- No tengo idea, pero debemos intentar salir…

 

- Sí, ¿qué te sucedió en la cabeza?- preguntó Milo al ver la venda en la cabeza del peli turquesa.

 

- No sé, supongo que me golpeé…o me golpearon, porque me duele bastante.- contestó, mientras que el peli azul observaba alrededor para intentar descifrar dónde se encontraban.

 

- Estamos en una de las doce casas, es un hecho.- concluyó al divisar el tipo de construcción.

 

- Y huele bien, por lo tanto no es la de Deathmask…- agregó el acuariano, y al oír esto mientras miraba por la portátil de Afrodita lo que allí sucedía, el canceriano se sintió ofendido, pero su pareja le advirtió que debía limpiar más seguido.

 

- Veamos qué hay por aquí…- dijo Milo caminando por el lugar, mientras Camus hacía lo mismo, y encontró un pequeño florero con dos soberbias rosas- tal parece que estamos en la casa de Afrodita…

 

- Sí, definitivamente es la casa de Afrodita…- dijo el acuariano, mostrándole a Milo un libro que había en la biblioteca llamado “Cómo tener un rostro perfecto- Secretos de belleza milenarios, por Albafica de Piscis” y Milo no pudo evitar reír bajo al ver el libro.

 

- No entiendo por qué Afrodita nos encerró, espero que no nos use para experimentar algún extraño veneno de sus rosas…

 

- Milo, tienes demasiada imaginación…

 

- Eso es porque tú siempre me hacías mirar esas películas de terror…

 

- Vamos, Milo, intentemos salir de aquí, ¿sí?- dijo Camus, y ambos se encaminaron hacia la puerta de la habitación para intentar abrirla, sin tener éxito.

 

- ¡¡Maldición!! ¡Estamos encerrados!- exclamó el escorpiano.

 

- No hay forma de salir de aquí, ni siquiera hay una ventana…supongo que tendremos que esperar…- agregó el acuariano y se sentó en el piso, recostando su espalda contra la pared.

 

Milo lo miró algo sorprendido, pues él no quería rendirse tan fácilmente; no quería estar encerrado allí, pero al ver que no había otra opción, se sentó también en el piso, recostándose en la pared que estaba enfrente al aguador. Ninguno de los dos se atrevía a mirarse, el francés miraba el piso y el escorpiano tenía su mirada fija en la puerta; no decían una palabra, pero ambos sentían un caos en su interior que se manifestaba como cosquilleo en sus vientres. Los demás observaban la escena desde la pantalla, y ya estaban por pensar que no habría solución para esos dos más que obligarlos a besarse, pues los minutos corrían y los enamorados estaban actuando como dos completos extraños.

 

Camus deseaba desde lo más profundo de su alma besar al octavo guardián, pero este se veía tan alienado que no quería incomodarlo; por su parte el griego no sabía qué actitud tomar, ya que a pesar de que le gustó mucho el regalo que había recibido del acuariano, el fantasma de las aventuras de Camus aparecía en su mente, recordándole una y otra vez las diabluras que el peli turquesa estuvo haciendo. El onceavo guardián sintió que ya no podría aguantar más esa situación, por tanto optó por interrogar a su amado para sacarse todas las dudas de una vez.

 

 

- Milo, ¿hice algo que te haya lastimado?- preguntó el peli turquesa y el griego solamente lo miró con tristeza.

 

- No exactamente…

 

- Entonces explícame qué te pasa. Intenté todo para complacerte, y aún así parece que quisieras huir de mí todo el tiempo.

 

- No quiero huir de ti…

 

- ¿Entonces…?- preguntó Camus sin entender la actitud del escorpiano, quien sintió que ya no podía callar más.

 

- Es que…¡¡odio cómo te estás comportando!!

 

- ¿Qué dices? ¿Comportándome cómo?

 

- ¡¡Como un desvergonzado!!- cuando Milo dijo esto, todos los caballeros pararon sus orejas para escuchar lo que ocurría allí.

 

- ¿Lo dices por lo del traje de cowboy? ¡Solamente intentaba hacer algo divertido para ti…!- reprochó Camus, algo enojado. Kanon no pudo evitar reírse al imaginarse a Camus vestido de cowboy.

 

- ¡¡No me refería a eso, sino a todo lo otro!!

 

- ¡¿Qué es todo “lo otro”?!

 

- ¡¡Lo que estuviste haciendo cuando yo estuve en Jamir!! ¡¡Todo el santuario ha hablado de eso en estos días!!- exclamó Milo, herido al recordar las habladurías.

 

- ¡¿Desde cuándo le haces caso a los rumores?!

 

- ¡¿Rumores?! ¡A mí no me parecieron rumores! ¡Sé que te fuiste por ahí con Afrodita y te besuqueaste con Minos! ¡Y te vi en el mercado tomando de la mano al narcisista de Misty!- gritó el escorpión, escupiendo todo el veneno que guardaba en su corazón, mientras que los caballeros espectadores exclamaban un “¡¡ohhh!!”.

 

- ¡Estás paranoico! ¡Lo de Misty no fue nada malo, solamente lo levanté cuando lo empujé por correr tras de ti!- se defendió Camus, acercándose desafiante al escorpión para mirarlo directamente a los ojos.

 

- ¡¿Y cómo explicas lo de Minos entonces, eh?! ¿Lo encontraste ahogado en un bar y le hiciste respiración boca a boca?

 

- ¡¿Desde cuándo eres tan posesivo?! ¡¡Salí a divertirme, bebí unas cervezas y Minos y yo nos besamos, ni siquiera tuvimos sexo!! ¡¿Por qué te perturba tanto eso?!

 

- ¡¿Y qué me dices de la orgía con Deathmask?!- acusó el escorpión y Camus quedó sin palabras por un momento.

 

Mientras tanto, en el living Afrodita miraba muy molesto a Deathmask al enterarse de tal cosa.

 

- ¿Así que orgía eh?- reprendió el peli celeste, y el italiano se puso rojo y sonrió nervioso.

 

En la pequeña habitación, Camus seguía sin saber cómo Milo pudo saber de su noche de sexo salvaje.

 

- ¿Cómo lo…?- apenas pudo decir.

 

- ¡¿Cómo lo sé?! ¡¡Porque escuché a esas tres chicas hablar la vez que fuimos al bar juntos!! ¿Por qué crees que no quería volver a verte?- exclamó el octavo guardián y se quebró, empezando a llorar.

 

- Pero Milo…

 

- ¡¡Yo siempre creí que eras especial Camus!! ¡¡Que eras diferente: frío pero sincero, noble y recto!! ¡¡Por eso me abrí contigo como no lo hice con nadie!!- continuó Milo entre sollozos y Camus se paralizó, sintiendo que su corazón se hacía añicos; él solo quería hacer feliz a Milo, pero su conducta solamente le causó sin sabores a su amado.

 

- Milo…no…por favor, no llores…- decía el aguador, abrazando a su adorado para consolarlo.

 

- ¡Por eso esperé tanto! ¡Pero ahora has cambiado y no entiendo…no entiendo por qué has llegado a esos extremos!

 

- Milo…ya no llores. Esas personas no significaron nada para mí, no fueron más que un pasatiempo…

 

- ¡¿Y piensas que me sentiré mejor ahora que dices eso?!- reprochó el peli azul, ahogado en llanto.

 

- Milo, que haya hecho esas cosas no significa que mis sentimientos hayan cambiado… ¿acaso crees que le regalaría algo especial o hecho con mis propias manos a Minos de Grifo, o a esas chicas?- agregó el francés y Milo se quedó pensativo, recordando el escorpión de chocolate y las flores de hielo.

 

- Seguro lo hiciste para llevarme a la cama…- lloriqueaba el escorpiano.

 

- ¡¿Cómo puedes decir eso?! ¡Jamás haría eso! No contigo…

 

- ¿Entonces cuál fue el motivo?

 

- Porque…la verdad es que…lo hice porque…- al pobre aguador no le salían las palabras que buscaba expresarle a su hermoso escorpión; balbuceaba sin llegar a nada.

 

 

Mientras tanto, los espectadores miraban todo muy atentos; Afrodita ya comenzaba a derramar algunas lágrimas, Aioros estaba a punto de hacer lo mismo, Saga se comía las uñas, Aioria temblaba y Shaka no se movía de su asiento. No fue hasta que Kanon y Deathmask empezaron a vitorear como si Camus estuviera a punto de anotar un gol.

 

- ¡¡¡DÍSELO, DÍSELO, DÍSELO!!!- Y al cabo de unos segundos todos los demás se unieron al vitoreo.

 

- Afrodita, necesito que… ¿pero qué es todo este alboroto?- dijo Saori dando un respingo.

 

- ¡¡¡SHHHH!!!- le ordenaron todos al unísono a la diosa.

 

 

Dentro de la habitación, Camus batallaba con su incapacidad para verbalizar lo que sentía por Milo; fueron varios tortuosos segundos de balbuceo, hasta que optó por ser impulsivo una vez más. En un rápido movimiento tomó a Milo entre sus brazos y besó con brío sus labios; el griego quedó congelado, no literalmente, claro, por lo cual demoró en responder al beso, aunque no mucho ya que al cabo de dos segundos la lengua del octavo guardián acariciaba la suave lengua del francés. Milo cerró sus ojos y se dejó llevar por ese arrebato de pasión que el frío caballero tuvo, y se embriagó en esa boca que tanto anheló probar: era refrescante, dulce, decía todo aquello que el peli turquesa no podía expresar con sus palabras. Pudo sentir que Camus le entregó su corazón en ese primer beso que tenían; fuera de la habitación todos los caballeros festejaban  como si hubieran salido campeones del mundo en un mundial de fútbol, aunque los enamorados en la habitación ni se enteraron de ello. Las parejas que allí habían se abrazaron y se besaron al sentir el romance que se respiraba en el aire, tanto que confundió al pobre Kanon, quien tomó a la diosa por la cintura y la besó, dejándola con las mejillas hechas brasa y sintiéndose él muy avergonzado por tal arrebato.

 

 

- Te amo, Milo…pienso en ti cuando despierto cada mañana, y cuando apoyo la cabeza en mi almohada para dormir… ¡hip!- el hipo interrumpió el bello discurso del aguador, y el efecto de la pócima acabó al fin.

 

- Yo también te amo, Camus. Esperé tanto por esto.- contestó el peli azul, y ambos se fundieron nuevamente en un dulce beso.

 

Poco a poco sus manos ansiosas pretendían llevar las cosas a otro nivel, y los caballeros estaban pegados a la pantalla del computador portátil para no perderse lo que, según Deathmask, sería “porno a tiempo real”, pero la astuta Saori abrió la puerta de la habitación en el momento justo y ambos caballeros agradecidos salieron al fin de allí. Luego de ser abrazados por sus camaradas, corrieron tomados de la mano hasta el onceavo templo, pues no querían posponer más sus deseos, y una vez allí continuaron su festival de besos, pero el escorpión tendría otros planes antes de empezar a hacer el amor. Camus le había dicho que haría “lo que sea “por ganar nuevamente su confianza, y fue así como el griego buscó entre la ropa de Camus y le dio al peli turquesa esa prenda que tanto soñó que usara. Con gran timidez el acuariano se la puso, pues no quería fallarle a su amante, y una vez que la vistió se escondió detrás del umbral de su habitación, sin atreverse a mostrarse con ella.

 

- ¡Vamos Camus! ¡No puede quedarte mal!

 

- ¡Júrame que no vas a reírte!

 

- ¡No voy a reírme! ¡No pienses eso!- dijo Milo, sentado en la cama esperando al peli turquesa, hasta que este se animó a mostrarse con la diminuta túnica que el escorpión le había regalado para entrenar.

 

- ¿Cómo me queda?- preguntó inseguro.

 

- ¡Wow! ¿Qué puedo decir? Te queda mucho mejor de lo que imaginaba cuando te la compré.- contestó el griego, provocándole un intenso sonrojo al aguador, y luego lo atrajo hacia sí para sentarlo en su regazo y besarlo una vez más.

 

 

Al fin, luego de tantos desencuentros y malos momentos, las dos almas de los jóvenes se fundían en una y se sentían como lo habían deseado desde siempre. El frío caballero por fin había derribado sus muros de hielo y el escorpión comprendió que Camus lo amaba sólo a él, ya que no quería desprenderse de su cuerpo; el anhelo que tanto habían guardado en su corazón finalmente se materializaba: sentir la calidez de la piel, escuchar el agitado aliento en sus oídos, saborear esos labios. Ambos se movían con tanta naturalidad, como si hubieran nacido para estar juntos, y pronto el griego acostó al peli turquesa en la cama y se quedó rato contemplándolo; su belleza era tan abrumadora como única, y verlo en la diminuta túnica no hacía más que aumentar los deseos del escorpión, quien ya no soportaba el calor que sentía y quitó su camiseta, deleitando la vista del francés quien se embelesó con el escultural cuerpo de Milo y sus facciones helénicas. 

 

Pronto Milo se abalanzó sobre el peli turquesa para arrancarle la túnica de un tirón y juguetear nuevamente con su lengua, mientras Camus acariciaba la trabajada espalda del griego al desnudo, sintiendo cada centímetro de esa aterciopelada piel. Enredó sus dedos en las ondeadas hebras azules del heleno cuando este deslizó sus labios por el delgado cuello del francés, quien abrazaba con sus largas piernas las caderas de su amado; cada movimiento se sentía maravilloso, cada contacto de la húmeda lengua del escorpiano por su torso erizaba su piel. La punta de la lengua fue aventurándose a explorar más del aguador, y recorrió los recovecos de esos abdominales, ese camino hacia la tentación, al pecado, al placer; besó la pelvis por encima de la ropa interior con ahínco, para quitársela y dejar al descubierto la hinchada hombría de Camus, cuyas piernas ayudaron a deshacerse de la molesta tela. El francés comenzó a desabrochar el pantalón de Milo y acto seguido le quitó también la ropa íntima, para ver que el peli azul estaba en igualdad de condiciones respecto a su sentida excitación.

 

Ambos comenzaron a frotar sus sexos, que se sentían rígidos y en tensión como cada músculo de sus cuerpos por el gozo que comenzaba a poseerlos; sus manos inquietas exploraban todo, desde los afilados hombros hasta las curvas nalgas, deseando conocer cada región de ese mundo que habían ocultado bajo el telón de sus ropas. Las palabras de amor llenaban los oídos de ambos, esa sensual voz que tenían era el único sonido que se oía en la habitación, interrumpido por el compás de sus gemidos; Milo estaba ansioso por probar el contenido del cántaro de su amado, envolviéndolo con sus labios, subiendo y bajando, acariciando con su lengua desde el extremo hasta la base, escuchando el canto de éxtasis del aguador, quien arqueaba su espalda y arrugaba las sábanas al son del ritmo con el cual el escorpión engullía su carne.

 

Camus se sentía en la gloria, jamás imaginó que Milo le provocara tanto éxtasis; su garganta clamaba por más del escorpiano, y fue así que sintió los traviesos dedos del griego explorar su íntima entrada, la cual dilataba poco a poco, preparándola para ser picada por el aguijón del escorpión. Una vez el francés le hizo saber a su amante que estaba listo, el griego arremetió decidido en la cavernosa estrechez para unir sus cuerpos en uno, haciendo gritar de dolor al joven de cabello turquesa, a quien calmó con un suave beso en los labios. Penetró con suavidad para no lastimarlo, y una vez dentro comenzó a mover sus caderas en rítmico compás que le robaba gemidos de placer al acuariano. Su danza era sensual y acalorada, manifestación carnal de sus sentimientos, tan lujuriosa como llena de sentir, no era simplemente sexo, sino que era la alianza de sus espíritus; pero pronto el vaivén sería más intenso y acalorado, explotando en el éxtasis de un apasionado orgasmo que se escapó de sus miembros. Cayeron rendidos en la cama, con el cabello enmarañado y la respiración agitada, mirándose a los ojos, observando cómo sus rostros se reflejaban en el brillo de sus pupilas, para sellar su unión con un “te amo”.

 

                       *************************

 

Pasaron la noche juntos, durmiendo en un estrecho abrazo, pues era evidente que ya no querrían separarse, y despertaron embargados por el júbilo cuando al abrir sus ojos vieron a aquél a quien amaban frente a sí. No obstante esa mañana, en el recinto del patriarca, los gemelos de géminis y Aioria recibían su castigo por el daño causado al aguador, y los sinsabores que vivió Milo; Saori se tomó el trabajo de pensar una penitencia que fuera adoctrinante, e hizo caso omiso a la sugerencia de Shion, la cual era limpiar las fosas sépticas de las doce casas (los tres santos, muy agradecidos con su diosa se sintieron). El castigo sería una lección que enseñaría a los jóvenes que con el amor de otros no se juega; y fue así que los tres tuvieron que bajar la cabeza y aceptar, pues comparado al castigo de Shion, el de la diosa no era nada.

 

La joven de cabello lila ofreció pagarles a Milo y Camus un paradisíaco viaje a la isla de Gavdos, donde se alojarían en una linda cabaña cercana al mar; Aioria, Saga y Kanon los acompañarían, pero para su desgracia, no iban a asistir para su disfrute, sino para el de la joven y nueva pareja. Los tres debían encargarse de todo: cocinarles manjares, limpiar, llevarlos a diversas atracciones turísticas y hacerles sentir de maravilla; Milo y Camus estaban muy felices por lo considerada que su diosa fue, y el viaje no fue más que el comienzo de la hermosa relación que germinaba. Se encontraban todos en el pórtico de la cabaña, con la pequeña diferencia que la pareja descansaba plácidamente en reposeras bebiendo un cóctel, mientras que los tres conspiradores les agasajaban como siervos.

 

- Saga, será mejor que masajees bien los hombros de Milo, ha estado muy tenso…- dijo Camus al gemelo mayor, quien daba masajes al escorpiano.

 

- Él tiene razón, usa bien esas manos, ¿quieres?- agregó Milo.

 

- Este lugar es un paraíso, pero hace mucho calor…- dijo el peli turquesa.

 

- Aioria, se supone que eres uno de los más fuertes de la orden dorada, agita más esa palma, no quiero que mi cubo se derrita…

 

- Sí, querido Milo…- dijo con frustración Aioria, quien abanicaba una palma para refrescar a sus compañeros.

 

- ¿Dónde está Kanon? Se supone que tendría que tener listo nuestro almuerzo…¡¡Kanon, el almuerzo, por favor…!!- ordenó Camus.

 

- Ya voy, ya voy…- dijo el gemelo menor, correteando con una bandeja llena de mariscos frescos asados.

 

- Y por favor, dale un masaje a Camus, él también ha estado tenso…- solicitó el escorpiano.

 

- Sus deseos son órdenes, mi señor…- dijo irónicamente el menor de los gemelos, y cumplió con la solicitud de su compañero.

 

- Esta es la mejor semana de mi vida.- agregó el francés.

 

- Y de la mía. Prepárense muchachos, porque con Camus queremos festejar nuestra unión, así que será mejor que se esmeren en hacer una buena cena…

 

- ¡¡¡NOOO!!!- exclamaron los tres dorados al pensar en los exigentes paladares de sus camaradas.

 

 

Y fue así que los tres caballeros corrigieron su error, y juraron no volver a dar pócimas a alguno de sus compañeros, por más que estaban deseosos de unir a Mu con Aldebarán, pensaron que lo mejor sería dejar que las cosas siguieran su curso. Camus y Milo vivieron una hermosa semana en la isla, su relación era ya oficial y la vivían con pasión y por sobre todo, mucho amor.

 

 

FIN

Notas finales:

Espero que les haya gustado el final, muchas gracias por leer y por sus reviews.

 

Estoy pensando hacer un fic que sea AU con Milo (como uke) de protagonista, pero no sé si hacerlo de nuevo con Camus (a mi me encantan, pero sé que es medio repetitiva la pareja) o si ponerlo con Aioria o Aldebarán. Escucho sugerencias, porque no me decido aún =P



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