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Camus, el libertino por Euridice

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Notas del capitulo:

Hola! al fin pude actualizar este fic, me disculpo por la demora, pero es que tuve un gran problema que me dejó bastante mal, y no tenía mucho ánimo de escribir.

Aquí está entonces la siguiente parte, espero que recuerden quién sería la cita de Camus y de cómo se acababa el efecto del vino mágico.

Espero que disfruten este capítulo, háganmelo saber!

Allí estaba el mago de los hielos, esperando con gran entusiasmo a su misterioso enamorado; no muy lejos sus tres compañeros dorados lo espiaban para corroborar si su plan para volver a Camus a la normalidad funcionaría. El peli turquesa no se percató de ello, ni del bizarro personaje que se acercaría a él con la intención de tener una cita, hasta que escuchó su voz.

 

-  Caballero de acuario, qué bueno que hayas cumplido tu parte de la cita.- el frío caballero volteó su cabeza algo desconcertado, ya que evidentemente la voz que le hablaba no era la de Minos, como esperaba.

 

-  ¡¡Ze…Zeros de la rana!!- exclamó con sorpresa al ver quien lo había citado, o al menos eso creía él.

 

Tras su escondite los tres dorados lo observaban todo con ojo clínico, y fue Kanon quien emitió palabra.

 

-  ¡Miren nada más la cara de Camus! ¡Se ve totalmente desencajado! ¡Esto se pondrá muy bueno!- exclamó, hasta que Saga y Aioria lo hicieron callar.

 

Mientras tanto Camus aún no salía de su asombro, ¿cómo se escaparía de esta? Claro estaba que él quería acción esa noche, pero ¿caería tan bajo como para acostarse con tal adefesio?

 

-  Mi bello iceberg, eres más sensualmente frío de lo que recuerdo…- Camus intentaba actuar normal para tratar de descubrir quién pudo haberle jugado una broma tan sucia y de mal gusto.

 

-  ¿Tú….tú eres mi cita?- preguntó con temor, esperando que el bromista saliera de su escondite y se riera a carcajadas de la situación en la que estaba metido.

 

-  Así es…lo tengo todo planificado: te llevaré a tomar un café, caminaremos por el pueblo y luego, en mi habitación a todo lujo en la cual me hospedo, haremos muchas cosas…- explicó el espectro con lujuria.

 

-  Ahhh… ¿qué case de cosas?- preguntaba Camus con nerviosismo.

 

-  Tú sabes…cosas…sexuales…muy morbosas…- le susurró al oído Zeros, y Camus sintió una náusea tan intensa que prácticamente tuvo que tragarse su propia bilis, hecho que no pasó desapercibido por el hombre rana- ¿Sucede algo, mi copito de nieve?

 

-  No…no es nada…solamente que…siento náuseas…el almuerzo fue algo pesado…- puso como excusa el de acuario.

 

-  Descuida, hermoso caballero, soy experto en calmar indigestiones…

 

-  ¿Ah sí? Yo creía que las provocabas…- susurró, pero el espectro no lo escuchó.

 

-  Ven, caminemos juntos, el aire fresco te sentará mejor…- dijo Zeros y lo tomó de la mano para llevarlo a caminar por las calles pintorescas de Rodorio. De más está decir que eran el centro de las miradas, pues las personas se preguntaban que hacía una persona tan atractiva como Camus junto a alguien como Zeros. Llegaron a un pequeño muelle y una vez allí, el espectro rompió el silencio.

 

-  Y bien, mi belleza siberiana, ¿qué te gustaría hacer?

 

-  Irme de aquí…- susurró Camus con una sonrisa fingida.

 

-  ¿Qué dijiste? ¿Irnos de aquí?

 

-  Ehh…sí, bueno…

 

-  ¿Quieres ir a mi habitación ya tan pronto? Vaya…- se sorprendió el espectro.

 

El de la onceava casa necesitaba una excusa para evitar tal terrible desenlace, y justo allí recordó el traje de pony play que tenía en la bolsa. Si bien era cierto que Camus no recordaba mucho de la batalla contra Hades cuando revivió, una imagen estaba aún muy presente, y era la del horrible espectro Zeros de la rana pateándolo con desdén, como si fuera una bolsa de basura. Fue entonces cuando decidió dar un giro a su incómoda situación, volverla a su favor; sí, el caballero de acuario por fin tendría la oportunidad de vengarse de aquél cobarde espectro que tuvo la osadía de atacarlo en su momento de mayor debilidad. Le daría a Zeros un poco de su propia medicina; lo humillaría y se aprovecharía del juego fetichista, tal como el espectro se había aprovechado de su poca energía en el castillo de Hades aquella noche, para que el maldito experimentara lo que es estar bajo el yugo y el sometimiento de otro.

 

-  No aún, pequeñín…- contestó, saliendo de sus pensamientos- quisiera primero llevarte a otro lugar, donde podamos…tú sabes…experimentar…- agregó el de acuario con una sensualidad casi impía, enloqueciendo al espectro.

 

-  ¿Pues qué estamos esperando entonces?- exclamó Zeros dando un salto, y ambos emprendieron camino.

 

A pocos metros de distancia, los tres dorados observaban extrañados la escena.

 

-  ¿A dónde rayos van?- preguntó Aioria.

 

-  No lo sé, pero sigámoslos.- exclamó Saga, y los tres se emprendieron en la persecución, usando unas gorras con visera y gafas de sol para ocultar sus rostros y llamativos cabellos.

 

Fue así como el de la onceava casa llevó al espectro hasta un rancho abandonado que él conocía muy bien, pues era allí donde a Milo, cuando aún eran adolescentes, se le había ocurrido hacer una especie de (a los ojos del aguador) ridícula sesión de espiritismo y jugaron a la Ouija junto con Aioria y Deathmask; algo tan infantil para Camus, pero que disfrutó sin buscarlo cuando Milo se aterró y dio un grito de damisela en apuros una vez que el apuntador del juego se movió solo sobre el tablero. Como si eso hubiera sido poco, esa misma noche el escorpiano rogó al de acuario que se quedara con él en su templo, porque temía que el espíritu lo hubiera seguido hasta la casa de escorpio y lo poseyera al mejor estilo “El exorcista”. Camus no contuvo su sonrisa al rememorar esa vivencia, eran buenos recuerdos aquellos.

 

-  Bien, llegamos, entra por favor.- dijo el acuariano con fingida amabilidad al espectro, quien se metió en el rancho con aires de gallardía. Al cabo de unos minutos, los gemelos y Aioria llegaban al lugar y espiaban por una pequeña ventana.

 

-  Presiento que tienes un espíritu muy audaz tras esa fría mirada.- dijo Zeros con cierto morbo.

 

-  Así es. Y para que veas lo afortunado que eres, tengo algo especial para ti…algo que no he probado con nadie…

 

-  ¡¡¡Por favor, dime ya!!! ¿Qué es?

 

-  Bien, si quieres saber…es un pequeño juego, muy divertido…solamente tendrás que usar esto, y esto, ah…y también esto…- contestó Camus mientras le daba al espectro el traje de látex con la cola de caballo y demás.

 

-  Látex…esto se pone bueno…- dijo Zeros relamiéndose, haciendo que Camus sintiera náuseas de nuevo.

 

-  Cámbiate allí- dijo señalándole un baño derruido- yo me pondré mi traje.

 

Ambos vistieron sus fetichistas atuendos, aunque el espectro una vez que se observó en el espejo roto del baño, dudó mucho en salir de allí; ese traje de caballo no era exactamente lo que él pensaba que usaría. Cuando reunió el coraje suficiente para mostrarse ante su cita, vio a Camus con su traje de domador, muy elegante, al tiempo que golpeaba suave y firmemente en su mano la fusta que tenía.

 

-  Muy bien Zeros…ahora…ponte en cuatro…

 

-  ¡¡¡¿¿¿Qué diablos???!!!

 

-  En cuatro…AHORA.- ordenó con dureza el peli turquesa.

 

-  ¡No lo haré! ¡¡Al menos no en este ridículo traje!!

 

-  Dijiste que querías morbo…

 

-  Sí…bueno…pero esto no era lo que estaba pensando…- dijo nervioso el espectro.

 

-  ¿Y qué esperabas? ¿Esposarme a la cama y darme nalgadas? Por favor…eso es tan cliché…

 

-  Pues…yo…

 

-  Zeros…ahora eres mi siervo…obedece si no quieres que te congele el miembro…- el espectro se aterró al ver la fría y calculadora mirada del acuariano, quien parecía no negociar, pero más le perturbó la idea de que Camus le congelara su preciada virilidad.

 

Fue así como Zeros optó por obedecer, poniéndose de rodillas y apoyando sus manos en el suelo; minutos después Camus le pondría sobre la espalda una montura, para así sentarse encima de él. El de la onceava casa golpeó con su fusta las enclenques nalgas del espectro y le ordenó que gateara.

 

-  ¡¡Arre, arre, corcel del infierno!!- y Zeros comenzó a gatear con dificultad, pues el acuariano no era un joven bajo ni mucho menos liviano.

 

-  ¿Hasta cuándo piensas seguir con esto?

 

-  Tú no hablas, relinchas, ¿de acuerdo?- reprendió el peli turquesa, golpeando nuevamente con la fusta a su sometido espectro, quien obedeció y remedó un relinche.

 

Zeros seguía actuando como caballo al tiempo que Camus reía a carcajadas como hacía mucho no lo había hecho; era tan liberador golpear a alguien gratuitamente y sólo por diversión, su venganza estaba llevándola a cabo con gran devoción y entusiasmo. El espectro estaba más que humillado, estaba bajo su completo dominio y eso le hacía hervir la sangre de gozo, pues ahora el maldito se sentiría como él se sintió aquella noche en el castillo de Hades. Aioria y los gemelos miraban la escena atónitos, sin poder comprender del todo lo que estaba ocurriendo allí adentro.

 

-  Amigos, ese vino sí que es algo potente, ha desatado en nuestro amigo sus más retorcidas fantasías…- expresó Saga.

 

-  Ni que lo digas, jamás esperé que el mojigato de acuario guardara en su interior deseos tan sucios…- se sorprendía Kanon.

 

-  Pensemos lo positivo, al menos no es Milo quien está cargando a Camus en ese incómodo traje…- agregaba Aioria.

 

Dentro de la cabaña, Camus seguía su juego de rol y continuaba actuando como el domador que se sentía en ese momento; cuando se aburrió, se puso de pie y el espectro suspiró aliviado de que su martirio fetichista hubiera terminado al fin. Empero, al ver que el acuariano, con enorme frialdad, entraba a una habitación del rancho para volver a su ropa de calle, y le ordenara a él que se quitara el atuendo, se sintió como una perra y una vez se despojó del humillante traje, salió con los ojos algo aguados y una vez que cruzó la mirada con las profundas e inexpresivas orbes de Camus, no se contuvo y sus lágrimas estallaron en un insoportable llanto.

 

-  ¡¡¡Debí saberlo desde un principio!!! ¡¡¡Debí suponerlo!!! ¡¡¡Esto no era más que otra trampa para ser ridiculizado!!!

 

-  ¿De…de qué hablas?- preguntaba Camus sin entender mucho.

 

-  Deja de fingir…es obvio que esto fue una cruel broma…- lamentaba Zeros, llorando amargamente.

 

-  Yo…no lo sabía…- dijo el acuariano, con gran desconcierto.

 

-  ¡¡¡Ahora todos tendrán un motivo más para burlarse de mí!!!

 

-  Zeros…creo que a ambos nos han jugado una broma de muy mal gusto…lo lamento.- se disculpó el aguador, aunque sin saber muy bien por qué, quizás en el fondo sentía pena de Zeros- Quizás…quizás yo pueda hacer algo para remediar esto…

 

-  Claro que puedes; sabes perfectamente qué me haría sentir mejor…- dijo el espectro deteniendo su llanto y mirando a Camus con lascivia.

 

-  ¡¡¡No pienso tener sexo contigo, maldito pervertido!!!

 

-  ¡¡Pero debo obtener algo!! Un premio de consolación al menos…- exigió Zeros y Camus pensó por un momento, hasta que se le ocurrió algo.

 

-  Bien, vamos por ese café que me ofreciste, tengo una idea que hará que tus camaradas se caigan de espaldas.

 

-  ¡¡¡Genial!!! ¡¡¡Caballero de acuario, eres lo máximo!!!- dijo Zeros dando un salto de entusiasmo, y se colgó del cuello del aguador para besarlo en la mejilla.

 

El trío confabulador miró horrorizado cómo el horrible espectro besaba a Camus en la mejilla, y no pudieron ocultar su repulsión, especialmente Saga.

 

-  ¡Por Atenea!, esto es demasiado asqueroso…¡¡no lo soporto!! Creo que voy a…¡¡¡BLUAAARRRGGGHHH!!!- y así el gemelo mayor devolvió su almuerzo mientras que Aioria y Kanon continuaban espiando por la ventana.

 

Ante tal acercamiento del espectro, Camus no pudo hacer más que sonreír de lado, en forma fingida, por supuesto, para ocultar la sensación vomitiva que revolvía sus entrañas. Apenas Zeros le dio la espalda para irse del rancho, el caballero de acuario, sintiéndose muy descompuesto, se llevó la mano al vientre y no pudo contener sus arcadas. Todo esto no pasó desapercibido por sus espías.

 

-  ¡¡¡Saga, tienes que ver esto!!! ¡¡¡Camus se ve totalmente asqueado!!!- exclamaba Kanon.

 

-  ¡¡¡Mira nada más el gesto de repulsión en su rostro!!!- agregaba Aioria con una sonrisa triunfal.

 

-  No lo culpo…- dijo Saga, mientras se limpiaba la boca.

 

-  Kanon, debo admitir que tu idea parece haber funcionado.- dijo Aioria con alegría.

 

-  ¿Lo ven? Soy un genio.

 

-  No cantemos victoria aún, debemos poner en marcha la segunda parte del plan…- dijo Saga, quien se recompuso rápidamente.

 

-  ¿El plan tenía una segunda parte?- cuestionó Aioria.

 

-  Debemos corroborar si Camus realmente ha dejado de ser un libertino; volvamos al santuario, debemos alistar a Kanon.- explicó el gemelo mayor.

 

-  ¡¿A mí?! ¡¿Por qué siempre yo?!- reprochaba el peli azul.

 

-  Porque Aioria y yo tenemos pareja, por ese simple motivo. Volvamos rápido, en el camino les contaré lo que haremos.- Y así los tres caballeros dorados regresaban al santuario y pondrían en marcha la segunda parte de su plan.

 

 

Eran alrededor de las ocho y treinta de la tarde cuando Camus y Zeros terminaron su café y el aguador explicó su idea al espectro, quien estaba más que feliz de llevarla a cabo. Ambos se encerraron en la habitación de Zeros, sabiendo que el resto de los espectros de Hades estaban llegando, pues los habían visto subir el ascensor; una vez que escucharon sus voces resonar en el pasillo, comenzarían su show.

 

-  ¡¡¡Oh, oh, oh sí!!! ¡¡Zeros!!- se escuchaba desde el pasillo, y fue Radamanthys quien notó los gemidos, y pidiéndole a sus camaradas que hicieran silencio, les hizo un gesto con la mano para que se acercaran a la puerta de la habitación del espectro de la rana. Todos pegaron su oreja a la misma para oír mejor.

 

-  ¿Te gusta cómo te posee el gran Zeros?

 

-  ¡¡¡Oh sí, me encanta!!! ¡¡¡Me encanta!!!- decía Camus fingiendo gemidos de gran placer, al tiempo que él y el espectro intentaban contener su risa.

 

-  ¡¡Qué nalguitas tan apretadas tienes!!- agregaba Zeros.

 

-  ¡¡¡Y son todas tuyas!!! ¡¡¡Hazme tuyo Zeros, por favor!!!- fingía el de la onceava casa, recordando muy bien el discurso que había preparado con Zeros, al tiempo que los demás espectros escuchaban anonadados; ¿Zeros estaba teniendo sexo? Se morían por saber con quién.

 

-  ¿Te gusta que te lo meta así? ¡¡Qué entradita tan estrecha!!- exclamaba Zeros, siguiendo el “guión” improvisado que había armado junto a Camus en la cafetería.

 

-  ¡¡¡ Se il vous plaît!!!- exclamaba el de acuario.

 

-  ¡¡Para ser el caballero de los hielos, tienes una entradita muy caliente…!!- agregó el espectro de la rana conteniendo su risa y tratando de hacer la escena lo más realista posible.

 

Del otro lado de la puerta, Radamanthys, Aiacos y Minos, especialmente, quedaron con los ojos abiertos de par en par: ¿acaso habían escuchado bien? ¿Zeros había dicho “caballero de los hielos”? Sabían que había solamente un caballero que recibía tal título y ese era Camus de Acuario. ¿Cómo era posible? ¿Un caballero como Camus con alguien como Zeros? Dentro de la habitación, Camus y Zeros seguían con su engaño, hasta que el espectro se acerca al oído de Camus para pedirle un favor:

 

-  Ahora quiero que digas: “¡¡¡Zeros, vuelca el néctar de tu poderoso báculo en mis entrañas!!!”

 

-  ¡¡¡¿¿¿Qué diablos???!!! ¡¡¡No pienso decir algo tan ridículo!!!- exclamó Camus en voz baja.

 

-  Bueno, pero di algo bueno sobre mi pene al menos…- solicitó Zeros, y con algo de fastidio Camus pensó algo y procedió.

 

-  ¡¡¡Oh Zeros!!! ¡¡¡Tu pene es tan enorme!!! ¡¡¡Ah ah ah ah!!! ¡¡¡Me vengo!!! ¡¡¡AAAHHHH!!!- exclamó el acuariano, fingiendo un profundo orgasmo, mientras el espectro lo miró con decepción.

 

-  ¿Nada más? ¿Así termina?

 

-  Bueno, me pediste que fuera creíble…- dijo Camus, y esperó un rato, como si él y Zeros se encontraran en el letargo del sexo, para al cabo de unos veinte minutos salir de la habitación.

 

Cuando los tres espectros sintieron unos pasos acercarse a la puerta, corrieron despavoridos hacia detrás de una pared para continuar espiando, y allí vieron, efectivamente, al caballero de acuario salir de la habitación de Zeros con el cabello bastante revuelto y una expresión de calma en su rostro. Al parecer (para los espectros, mas no en realidad, por fortuna) era cierto: el desagradable espectro había tenido sexo con el caballero de la onceava casa, y Minos se sentía como el idiota más grande del inframundo; no solo había desperdiciado su oportunidad de una noche salvaje con Camus, sino que ahora debía soportar por toda la eternidad las burlas de Zeros, remarcándole todos los días de su existencia que él se había llevado al acuariano a la cama, a pesar de su desagradable aspecto. Con gran frustración, Minos hizo caso omiso a las burlas de Aiacos y Radamanthys, y concentró su energía en armar su maleta, pues a las once de la noche salía su vuelo para regresar a Noruega; Aiacos partiría junto a Radamanthys a Inglaterra, pues el de Wyvern le había prometido llevarlo a recorrer Londres.

 

Mientras Camus y Zeros engañaban a los tres jueces del inframundo, Saga y Aioria preparaban a Kanon para que llevara a cabo la prueba definitiva para corroborar que el de acuario ya no estaba bajo los efectos del Télos Bakcheia, la cual consistía en lo siguiente: Kanon, cubierto por una túnica griega nada más, debía acercarse con toda su galantería al acuariano e invitarlo a comer “postre”. Una vez que el aguador aceptara, Kanon se quitaría la túnica y le mostraría el “postre”: sus partes íntimas cubiertas por crema batida y fresas (combinación que sabían que le gustaba mucho a Camus). Si el acuariano se resistía, era evidente que el hechizo había acabado, y al otro día podrían hacer algo para que se declarara a Milo, ¿qué mejor recibimiento podría tener el escorpión?

 

La noche se había adentrado ya y el firmamento se hallaba oscurecido cuando el caballero de acuario regresaba al santuario y se disponía a cruzar las casas precedentes a la suya. Cruzó la de Aries sin problema, pues Mu estaba en Jamir junto a Milo (se quedó pensando que anhelaba ver a su amigo); se anunció en Tauro pero Aldebarán estaba dormido en el sofá, pues al parecer la película que estaba viendo no era muy entretenida. Una vez que salió del segundo templo subió las escalinatas a géminis y encendió su cosmos para anunciar que estaba allí y recibir el permiso de sus moradores para pasar. No recibía respuesta alguna así que, pensando que quizás Saga estaba donde Aioros, y que Kanon se habría ido de juerga, siguió su camino, hasta que fue interceptado por la voz del gemelo menor.

 

-  Camus, ¿cómo te fue en tu cita?

 

-  No era lo que esperaba…

 

-  Lo lamento.

 

-  Oh, no lo hagas, me divertí de todas formas.

 

-  Escucha, Saga no está aquí, ¿te gustaría comer algo conmigo?

 

-  Te agradezco, pero ya cené.

 

-  ¿Y dime…no te gustaría…un postre?- dijo con sensualidad el geminiano, al tiempo que se quitaba la túnica y mostraba sus partes cubiertas por crema batida y fresas.

 

-  Kanon…sabes que me encantan las fresas con crema, pero estoy realmente exhausto.

 

-  ¿Seguro que no quieres? ¿Ni siquiera un poquito?- susurró Kanon mientras tomaba con su dedo un poco de la crema y lo lamía con seducción- Está delicioso.

 

-  Se ve delicioso, pero de veras quiero descansar, necesito un baño…

 

-  Está bien, pero si te da hambre a la madrugada, sólo llámame…- agregó el gemelo menor, y Camus se limitó a sonreírle, para luego pedir permiso para pasar y retirarse de allí.

 

Cuando Aioria y Saga, que se escondían en dos columnas para no perderse de nada, vieron que Camus entraba al cuarto templo, salieron de su escondite casi que a los brincos festejando su aparente victoria, pues si el de la onceava casa había sido lo suficientemente fuerte como para resistir al escultural cuerpo desnudo de Kanon, solamente con su pelvis cubierta por uno de sus manjares preferidos, significaba que el efecto del vino habría acabado. Ahora podrían idear un plan de veras efectivo para que Milo y Camus al fin pudieran estar juntos; solo quedaba esperar unas horas más, pues al día siguiente el caballero de escorpio regresaría de su misión, y con la excusa de su recibimiento, los tres caballeros dorados podrían hacer su obra de Celestina y al fin esos amigos que se amaban en secreto serían capaces de concretar sus deseos y profesarse amor.

 

Notas finales:

¿Será que la idea de Kanon funcionó? ¿Qué pasará cuando llegue Milo? ¿Podrán declararse su amor y por fin estar juntos?

Espero que les haya gustado!!! 


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