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Camus, el libertino por Euridice

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Notas del capitulo:

Aquí les dejo el segundo capítulo de este fic. Espero que les guste!

Los gemelos y Aioria planificaron la fiesta que llevarían a cabo esa noche a la perfección, para que nada saliera mal: comenzaría a las diez de la noche, después de un rato de charlas y bromas con Camus y Milo, invitarían al de acuario con el vino dionisíaco, luego lo dejarían a solas con el de la octava casa, y entonces si el vino surtía efecto, Camus se insinuaría a Milo y este respondería, se besarían y quizás más, y al fin los dos caballeros podrían confesarse sus sentimientos, y tal vez comenzar una relación. Se encargaron de hacer saber a todos sus camaradas dorados del evento; estos debían llevar alguna bebida alcohólica para compartir, ellos por su parte habían comprado unas cuantas cervezas y comida. No obstante, las cosas ya empezaron a complicarse de antemano: Aioria había olvidado el pequeño detalle de que Milo había partido a Jamir junto con Mu horas antes de la fiesta, y por ende no asistiría; Aioria pensó en cancelarla, pero ya todos estaban muy entusiasmados, por lo que Kanon lo calmó, explicándole que de ser necesario harían alguna otra pequeña reunión que convocara a los caballeros enamorados y así llevarían a cabo el plan. Empero, las cosas no saldrían tan bien como pensaban.

 

Camus recibió con alegría la invitación para asistir a la casa de leo esa noche, pues hacía mucho que no iba a una fiesta, y Afrodita se ofreció para pasar a buscarlo a su templo e ir juntos; le resultaba algo extraño que el pisciano de repente se mostrara tan deseoso de pasar rato junto a él, pero no le desagradaba tampoco. Aceptó y el de piscis pasó a las diez por él; Camus ya se estaba impacientando, pues odiaba llegar tarde.

 

-  Al fin llegas, ¿por qué tardaste tanto?

 

-  Elijo cuidadosamente mi vestuario, y además me arreglé el cabello para estar radiante. ¿Tu irás vestido así?- preguntó Afrodita, señalando la ropa de Camus, que era un pantalón negro muy aburrido y una camisa abotonada hasta el cuello, del mismo color.

 

-  Sí, ¿qué tiene de malo?

 

-  Nada…si fueras al funeral de tu abuelo... ¿No tienes algo más atrevido?

 

-  ¿A.…atrevido? ¿Qué quieres decir?- preguntó el acuariano, confundido.

 

-  Déjame ver…- dijo Afrodita, dirigiéndose a la habitación de Camus, donde comenzó a hurgar su armario.

 

-  ¿Qué haces? ¡¡Estás desordenando todo mi armario!! ¡¡Y llegaremos tarde!!

 

-  Cálmate, ¿quieres? ¿Nunca oíste hablar de la regla de llegar elegantemente tarde a una fiesta?- decía el de piscis mientras sacaba ropa del armario y la tiraba al suelo- Mmm… ¿qué tenemos por aquí? Esto se ve bien…y con esto…. ¡perfecto!- dijo y le dio la ropa a Camus- Ten, usa esto. Te quedará genial.

 

-  ¿E…esto? ¡¡P…pero estos pantalones son muy justos, pareceré un vulgar!!- dijo el acuariano mirando con inseguridad esos pantalones negros con diseño de víbora que Hyoga le había regalado en uno de sus cumpleaños, alegando que debía vestirse más osado. Afrodita también había seleccionado una sudadera blanca con un estampado de un lobo que Milo le había obsequiado, muy bonita pero también muy llamativa para el sobrio acuariano.

 

-  ¡Te lo pondrás y te gustará! Ahora, ¡cámbiate de una vez!…- dijo el pisciano sin darle otra opción a Camus, quien se vistió de mala gana y una vez salió de la habitación con su nuevo y sexy atuendo, que quedaba muy bien con las botas que tenía puestas, Afrodita lo miró como si hubiera hecho un milagro.

 

-  ¡Mírate nada más! ¡Pareces una estrella de rock!- exclamó el de piscis, entusiasmado por el exitoso cambio de imagen que había logrado. A pesar de los halagos de su vecino, Camus no dejaba de sentirse extraño con esa ropa.

 

-  Vámonos ya...- refunfuñó el acuariano.

 

Llegaron a la casa de leo y allí ya estaban todos los demás caballeros reunidos, bebiendo algo y conversando animadamente; cuando cruzaron el umbral de la puerta, todas las miradas se posaron sobre el de la onceava casa, quien se sintió tan incómodo que se sonrojó al recibir tanta atención. Aioria y Kanon no dejaron de hacerle saber lo bien que se veía, mientras Kanon maldecía internamente a Aioria por olvidar que Milo estaba en Jamir; el pobre Milo no solo se estaba perdiendo de una buena fiesta, sino de ver a Camus vestido de una manera muy atractiva. El de la onceava casa fue donde Aldebarán para conversar un rato, mientras que Saga y Aioria observaban a Camus aprovechando que Aioros y Shaka, sus respectivas parejas, habían ido por más hielo a la cocina, y comentaban sobre el cambio de imagen del acuariano.

 

-  De todas las fiestas que hicimos, justo para esta, en la que Milo no se encuentra, Afrodita tuvo que hacer de asesor de imagen y dejar a Camus tan sexy…- lamentaba Aioria.

 

-  Tienes razón, solamente espero que Camus siga con su actitud cohibida de siempre, sería un desastre si alguien más se le insinúa…- comentaba Saga.

 

-  ¿Por qué estás tan seguro de eso?

 

-  ¿Qué no lo sabías? Afrodita y Deathmask terminaron otra vez, y por lo que veo, Afrodita llegó con Camus para darle celos a Deathmask.

 

-  Eso explica por qué se esmeró en vestirlo bien….- agregaba Aioria.

 

-  Y mira a Shura, se le cae la baba…- decía Saga, señalando al capricorniano, que se había unido a la conversación que Camus tenía con Aldebarán y no le quitaba los ojos de encima al acuariano.

 

-  Tranquilo…mira a Camus, parece que quisiera escaparse de allí…

 

-  Espero que Kanon haya recordado no dejar el vino de Dionisio al alcance de nadie, imagina si se lo bebe Shura; acosará a Camus toda la noche.- rogaba el geminiano.

 

-  Teniendo en cuenta que eso haga efecto…- contestó Aioria y ambos rieron, para luego dar un sorbo a su jarra de cerveza.

 

Camus la estaba pasando muy bien con Aldebarán; el caballero de tauro siempre contaba su anécdota de cómo Seiya rompió el cuerno de su casco, pero él no se cansaba de escuchar esa historia, porque el corpulento caballero tenía una forma muy animosa de narrarla. No obstante la mirada de Shura comenzó a incomodarle mucho; no era que el español le desagradara, pero nunca lo había visto mirándolo de forma tan penetrante y lasciva antes. Con la excusa de que iba a servirse un vaso más de cerveza, se fue de allí y se sentó un rato al lado de la mesa donde se encontraban las bebidas y respiró profundamente, estresado por las atenciones del de la décima casa. Miró las opciones que había sobre la mesa para servirse algún licor, hasta que algo llamó su atención poderosamente; escondida ente todas las botellas de cerveza y otras bebidas, se encontraba una pequeña ánfora con grabados. Con gran curiosidad Camus la tomó entre sus manos y la destapó; acercó su nariz a la boca del ánfora y se alegró al notar que contenía vino; al mismo tiempo, Kanon se uniría a Aioria y su hermano para conversar.

 

-  ¡¡Kanon!! ¿Dónde dejaste el ánfora?- preguntó Saga, muy alterado.

 

-  ¿Eh…el ánfora?

 

-  ¡¡Maldición, Kanon!! ¡¡El vino de Dionisio!!

 

-  ¡¡Ah sí!! El ánfora, está sobre la mesa…

 

-  ¡¿SOBRE LA MESA?!- exclamaron Saga y Aioria al unísono.

 

-  Sí, pero no se preocupen, está escondida entre las demás bebidas, nadie la verá…- contestó Kanon, muy relajado; ya estaba algo ebrio.

 

-  ¡¡¡Kanon!!! ¡¡¡Creí haberte dicho expresamente que te encargaras de esconder la maldita ánfora!!!- Reprendió Saga, a punto de querer matar a su irresponsable hermano.

 

-  Cálmate Saga, iremos por ella y la sacaremos de allí, la esconderé en el armario de la cocina, y nadie lo notará…- dijo Aioria, intentando tranquilizar al peli azul.

 

-  Sí, hermano, haremos eso…

 

-  Bien, vayamos por el ánfora, y tranquilo, no pasará na…- dijo Aioria, pero se quedó boquiabierto al observar que Camus se servía una copa del vino del ánfora y la bebía muy feliz.

 

-  ¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!- Gritaron al unísono los tres, y corrieron hacia donde estaba el de acuario.

 

-  ¡¡Camus!! ¡¿Por qué bebiste de esa ánfora?!- preguntó Saga, al borde de un ataque de nervios.

 

-  Cre…creí que podía…- dijo el acuariano, sin entender qué sucedía.

 

-  ¡¡¡¡Nadie podía beber ese vino!!!!- exclamó Saga.

 

-  ¿Te sientes bien? ¿No sientes nada extraño?- preguntaba Aioria, sujetándolo por los hombros y mirando sus ojos, como queriendo buscar indicios de algún cambio en su camarada.

 

-  Estoy bien, no siento nada raro, ¿por qué no puedo beber este vino?- cuestionó el peli turquesa.

 

-  Bueno…. ¡¡¡por…porque estaba en mal estado!!! ¡¡Sí, eso!!…- agregó Kanon, en un intento de hacer que el de acuario soltara su copa, y tanto su hermano mayor como Aioria asintieron.

 

-  Pues no parece estar en mal estado…de hecho, es delicioso…me serviré un poco más…- agregó Camus y los tres caballeros palidecieron al ver como el peli turquesa se bajaba otra copa del vino.

 

Aioria desesperó y de un tirón le arrancó el ánfora de las manos a Camus, quien se molestó por la actitud del leonino y refunfuñó; desesperado, el amo del templo escondió el ánfora y en la cocina, se encargó de sermonear a Kanon.

 

-  ¡Más vale que ese maldito brebaje haya sido un engaño de esas bacantes, y que no haga ningún efecto!

 

-  Kanon, ¡¡eres un torpe!! ¡¡Volverás a Cabo Sunión en este instante!!

 

-  ¡¿Por qué siempre me culpas a mi Saga?! ¡¡Tú podrías haber escondido el ánfora también!! ¡¡Siempre  me haces responsable de todo!!

 

-  ¡¿Qué vamos a hacer ahora?!- preguntaba Saga.

 

-  Debemos asegurarnos de que Camus no haga contacto visual con nadie, y en cuanto se distraiga lo encerramos en mi habitación hasta que se duerma y el efecto del elíxir acabe.- sugirió Aioria.

 

-  Buena idea- aseveró Saga.

 

Al tiempo que los gemelos y Aioria se encontraban en la cocina pensando cómo encerrarían a Camus en la habitación de Aioria, el caballero de acuario comenzaba a sentirse algo extraño; había bebido bastante cerveza, y las dos copas de ese delicioso vino que sus compañeros le prohibieron seguir degustando, pero a pesar de estar algo ebrio, no se sentía somnoliento, ni con náuseas. Por el contrario, se sentía muy bien, aunque lo más peculiar de la situación fue la forma en que se encontró observando a sus compañeros; a todos les veía hermosos, sensuales y apetecibles. Aldebarán, tan grande y fuerte, pensaba que seguramente debía ser como un toro en la cama; Shaka, con ese largo cabello rubio y esos ojos tan hermosos, ¿sabría todas las posiciones del Kama Sutra?; Aioros, con ese cuerpo de atleta y sus rasgos griegos tan proporcionados; Afrodita con ese rostro tan delicado y su etérea apariencia….todos parecían una obra de arte, incluso ya no le incomodaba la lujuriosa forma en que Shura lo miraba con esos intensos ojos oscuros, sino que lo excitaba mucho.

 

Camus se encontraba pensando por qué, de repente, analizaba de esa manera a los demás caballeros dorados, si antes solamente le bastaba con tener un buen trato con ellos. Internamente un impulso lo llevaba a soltarse, a dejarse llevar por sus instintos más básicos; ya no intentaría controlar sus emociones o sus deseos, su impenetrable muralla de hielo pareció derrumbarse en un abrir y cerrar de ojos. Escuchaba la música que sonaba de fondo y, sin importarle si lo veían o no sus compañeros, se puso a bailar despreocupadamente; de pronto sonó una canción que a Camus le gustaba mucho, aunque en secreto, pues no le gustaba hablar mucho de sus preferencias musicales más que con su amigo Milo. La canción era de Joan Jett & The Blackhearts, “I love rock’n roll”, y en cuanto el acuariano escuchó los primeros riffs de guitarra, no pudo evitar exclamar “¡¡me encanta esa canción!!” y tuvo el irrefrenable deseo de subirse a la mesa a bailarla.

 

Todos quedaron boquiabiertos ante la actitud del normalmente recatado caballero de acuario; los más observadores, como Shaka y Aldebarán, no dejaban de cuestionarse qué le pasaba a Camus, pues jamás se esperaban de él esa clase de comportamiento. Tal vez era algo común en Afrodita o en Kanon pero ¿Camus?, ¿el caballero que siempre se mantenía a raya con sus emociones?; Shura no pudo evitar preguntar si Camus estaba drogado, pero la negativa fue unánime, ¿quién de los presentes llevaría drogas y se las ofrecería al de la onceava casa? Kanon y Deathmask, que a veces experimentaban con marihuana y LSD, jamás ofrecían a nadie su preciada mercancía, y si así fuera ¿desde cuándo Camus aceptaría probarlas? Todo era un misterio, y justo durante semejante espectáculo, Aioria, Saga y Kanon se dan cuenta del desastre que estaba ocurriendo: el acuariano bailaba muy sensualmente, movía su cabeza, batiendo su largo cabello como desacatado en el estribillo de la canción, pero lo peor estaba por llegar, ya que cuando menos lo esperaron, Camus se quitó la sudadera y la revoleaba mientras gritaba “¡¡¡wooo!!!” Todos estaban paralizados ante la situación, mientras el peli turquesa continuaba moviéndose provocativamente como una serpiente sobre la mesa.

 

-  ¡¡¡Por Athena!!! ¡¿Qué hemos hecho?!- exclamó Saga, y se acercó a Aioros. Justo en ese momento, Camus le guiña el ojo a Saga, quien quedó boquiabierto, embobado mirando las caderas del acuariano moviéndose en esos ajustados pantalones, detalle que no pasó desapercibido por Aioros, quien le dio un golpe en la cabeza para que recapacitara.

 

-  ¡¡¡¿¿¿Quién quiere ver mi gran vasija???!!!- gritó el peli turquesa mientras intentaba desabrocharse el pantalón. Parecía un adolescente desacatado en una fiesta de “spring break”

 

-  ¡¡¡Alguien haga algo!!!- exclamó Aioria, desesperado al ver que su compañero iba a hacer un striptease.

 

-  ¡Tranquilo, gato! Yo me encargo…- dijo Afrodita y se dirigió a la mesa sobre la que bailaba Camus- Ven, cubito, baila conmigo, ¿sí?- le dijo el de piscis y le tomó la mano, bajándolo de la mesa, y le devolvió su sudadera para que volviera a ponérsela.

 

El acuariano se puso la por fortuna, poca ropa que se había quitado y Afrodita lo llevó de la mano y comenzó a bailar junto con él, bien en frente de Deathmask para que éste los viera. Camus y el pisciano estaban cada vez más cerca, ya que este se acercaba más y más para que sus cuerpos hicieran contacto; la temperatura empezó a subir cuando Camus tomó al de la doceava casa por la cintura y deslizaba sus manos por la espalda de aquél.

 

-  Esto no me gusta nada…- dijo Aioria, como presintiendo lo que venía.

 

-  Afrodita queriendo dar celos a Deathmask, y Camus bajo el efecto de ese vino…esto es más que peligroso…- agregó Kanon.

 

Todos miraban aún atónitos cómo los dos caballeros bailaban de forma tan sensual y provocativa; las manos de ambos tocaban cada rincón de sus cuerpos, y cada vez estaban más cerca, hasta que en el momento menos esperado el peli celeste acercó su rostro al de acuario, quien sujetó a su ardiente bailarín de la cabeza para besarlo apasionadamente. El clima del lugar se volvió muy incómodo, todos observaban como los labios de Afrodita se fundían con los de Camus y sus lenguas no dejaban de moverse; Aioria y Saga estaban indignados, pues su plan se les había ido de las manos y ahora Camus se besaba…pero no con Milo, sino con Afrodita. Los dos fogosos bailarines estuvieron un buen rato besándose con intensidad, pues el de la doceava casa no quería desprenderse de la boca del francés, pues no se imaginaba que besaba tan bien, y en ese instante comprendió por qué le llaman “beso francés” al beso con lengua. Camus saboreaba esos labios como pétalos que tenía el sueco, tan suaves y dulces; de alguna forma en ese beso parecieron abstraerse de todo y sintieron que viajaban a otro mundo.

 

Cuando sus labios se separaron ya por la falta de aliento, se miraron a los ojos y Afrodita le hizo a Camus una oferta que no podría rechazar: lo invitó a su casa, para continuar lo que empezaron una vez que terminara la fiesta. El ahora libidinoso acuariano no dudó en aceptar, pero como no le gustaban las especulaciones de sus compañeros, le susurró al oído al sueco que en lo que quedara de la fiesta actuarían como si nada hubiera pasado, se irían por separado cada uno para sus respectivos templos, y él se iría a la casa de piscis luego. Afrodita estuvo de acuerdo, pues ya había logrado que Deathmask enardeciera de celos, y anhelaba tener una noche de sexo casual como hacía mucho no tenía, por lo que esperar un rato no le parecía nada grave. El resto de la fiesta, todos los presentes no dejaban de comentar lo ocurrido mientras Camus se alejaba; algunos estaban indignados por la actitud lasciva de Camus, otros decían que Afrodita había sido un impúdico y un ofrecido, que se había aprovechado de la borrachera del peli turquesa, pero los más afectados eran, sin duda, el trío confabulador del plan “desinhibamos a Camus”.

 

-  ¿Qué hemos hecho?- lamentaba Saga.

 

-  Hemos creado un monstruo…- respondía Kanon.

 

-  ¡¡Les dije que no era buena idea!! ¡¡Les dije que no debíamos confiar en las bacantes!! ¡¡Se los dije, se los dije!!- reprochaba Aioria, después de todo, él era el más cercano a Milo, y sólo pensaba en cómo le explicaría a su amigo lo que todos acababan de presenciar.

 

El trío se dispersó, pues era lógico que no estaban disfrutando ya de la fiesta que ellos mismos habían organizado; Aioria se fue con Shaka a tener un rato a solas, ya que por vigilar a Camus prácticamente no le había prestado atención, y la serenidad del rubio era ideal para calmarse luego del desastre que él y los gemelos habían hecho. Saga se fue con Aioros, quien no perdió el tiempo y aprovechó para recriminarle la forma en que miró al de la onceava casa mientras lo veía bailar; Saga se sentía como un niño regañado por su madre, pero el leve enojo de Aioros terminaría cuando el de géminis le prometió darle una noche de satisfacción absoluta una vez fueran al templo de sagitario. Kanon, por su parte, ahogaba su culpa en el alcohol y no dejaba de beber; en un momento se dirigió hacia el baño, pues cada vez que bebía en exceso, su vejiga parecía trabajar el doble. El baño estaba ocupado y quien fuera que estaba allí, se estaba tomando su tiempo; el peli azul estaba desesperado, ya no aguantaba más las ganas, así que golpeó la puerta violentamente.

 

-  Quien sea que esté ahí adentro, ¿podría apurarse? Tengo que orinar, ¡¡¡no aguanto más!!- gritó Kanon, y justo cuando iba a golpear nuevamente la puerta se abrió; Camus era quien estaba allí y lo miraba con deseo.

 

-  Kanon…disculpa…

 

-  ¡¡¡Ya era hora!!! ¡¡¡Estaba a punto de explotar!!!

 

-  Tendrás que pagar peaje…- dijo el acuariano con tono travieso.

 

-  ¡¿Q…qué?! ¡¿Qué diablos?! ¡¡¡Es urgente!!

 

-  No pasarás hasta que no pagues el peaje- insistió Camus, acercándose a Kanon.

 

-  ¿Qué….qué es lo que quieres? No tengo cerveza y mucho menos dinero….

 

-  ¿Quién dijo que este peaje se paga con dinero?- dijo el peli turquesa y sujetó a Kanon del brazo metiéndolo a la fuerza en el baño; luego lo arrinconó contra la puerta y lo besó con lujuria. El peli azul estaba desconcertado; le había gustado eso, por supuesto, pero la situación no dejaba de ser extraña; aprovechando que logró entrar al baño, interrumpió el beso para así vaciar su vejiga llena de alcohol dando un suspiro de alivio. Empero, ese beso robado por el francés le fascinó, y quería al menos uno más.

 

-  Creo que debo pagar el peaje de nuevo….ya que tengo que pasar por la misma ruta…- dijo el geminiano, arrinconando al de la onceava casa contra la pared y besándolo nuevamente. Sin embargo, la pequeña parte de su cerebro que conservaba un poco de conciencia aún le recordó que debía detenerse; su camarada estaba bajo el efecto del Télos Bakcheia y no era correcto aprovecharse de él. Así que con la excusa de que su hermano lo mataría si lo veía junto a él en el baño, se retiró de allí, y Camus salió detrás de él, para ser interceptado por Afrodita nuevamente, quien se apoderó de los labios del galo una vez más.

 

Camus estaba pasando como nunca, pero sentía que no bastaba con Afrodita y Kanon, quería todavía más; obviamente no buscaría a quienes ya tenían pareja, por lo cual Aioria, Aioros, Saga y Shaka estaban fuera de la lista. Fue entonces cuando vio a Aldebarán allí solo, parado en un rincón apartado de la casa; con paso gatuno se acercó al de tauro para hablar con él, Aldebarán estaba un poco confundido aún por el episodio del baile en la mesa, y el beso con Afrodita, pero sobre todo por la forma en que Camus lo miraba. Poco a poco el acuariano se acercó a ese imponente hombre, y haciendo hincapié lo besó también; no podía irse de la fiesta sin saber cómo besa un latino. El de la segunda casa se quedó de piedra, ya que de todas las personas que habían asistido a la casa de leo esa noche, jamás imaginó que Camus fuera a besarse justo con él. Aldebarán no estaba acostumbrado a que el acuariano reaccionara así, y temía que, si le rechazaba el beso, Camus se pusiera violento, por lo cual lo besó también, pero se alarmó cuando el peli turquesa comenzó a tocar su entrepierna y a buscar el botón de sus pantalones para desabrocharlos, mientras se agachaba para practicarle sexo oral.

 

-  Camus…Camus, cálmate, por favor…- le dijo con preocupación.

 

-  No te haré nada que no te guste, lo prometo…- le dijo sensualmente, pero Aldebarán sabía que su compañero estaba bajo los efectos del alcohol, o posiblemente de otras drogas, por lo cual lo tomó delicadamente de las manos para que se detuviera.

 

-  Escucha, no estás pensando en lo que haces….sabes que no es el lugar indicado para este tipo de cosas…no hagas algo de lo que puedas arrepentirte luego…

 

-  No me arrepentiré….

 

-  Camus, debo irme. Por favor, cuídate….- dijo el de la segunda casa, y se retiró del lugar, pero no sin antes recibir otro beso del francés, al que no se atrevió a rechazar.

 

Camus no se ofendió por la actitud del taurino, pensó que era quizás muy reservado con su sexualidad, y que por ese motivo prefirió no hacer nada más que besarlo; volvió donde estaban todos y compartió una charla con Shura, quien ahora parecía querer aprovechar la nueva y desinhibida faceta del acuariano para poder, al fin, tener una noche con él. No obstante, sus planes serían arruinados cuando Deathmask se apareció de la nada para cortejar al francés; todo para competir con Afrodita, obviamente.

 

La fiesta prosiguió su curso, hasta que los caballeros comenzaron a volver a sus casas, pues muchos habían bebido más de la cuenta y otros querían entrenar desde temprano; poco a poco el templo de leo se fue vaciando, y Camus fue el último en irse, una vez que vio que el de piscis ya se había marchado. Cuando la casa de leo estuvo vacía, Shaka y Aioria se dedicaron a juntar los vasos y colocarlos en el fregadero para lavarlos al día siguiente, se acostaron juntos y mientras Shaka abrazaba a su pareja, notaba que éste estaba preocupado.

 

-  ¿Sucede algo malo?

 

-  No…es que…estoy preocupado por lo que pasó esta noche…

 

-  ¿Lo dices por lo que hizo Camus?- preguntó Shaka.

 

-  Sí….

 

-  A mí también me preocupó, jamás lo había visto actuar así. ¿Crees que haya consumido alguna droga?

 

-  No lo sé…es difícil saber…solo espero que no haya hecho nada estúpido…

 

-  Yo también; durmamos, ¿sí?- dijo el rubio, y le dio un beso de buenas noches al leonino.

 

Mientras tanto, Camus subió las escaleras hasta su casa y allí se quedó un buen rato, disimulando para no dejar en evidencia que pasaría la noche junto con Afrodita; se cepilló los dientes, ya que no quería besar al delicado sueco con aliento a cerveza, y pasados unos veinticinco minutos se fue al templo de piscis, donde su morador lo esperaba acostado sensualmente en la cama, desnudo.

 

Camus entró a la habitación de Afrodita y quedó embelesado al verlo allí, en esas suaves sábanas, tan dispuesto a tener una noche salvaje con él. Sin esperar más, se abalanzó sobre el peli celeste y lo besó lujuriosamente, mientras exploraba su cuerpo con sus manos, ansiosas de tocar esa piel; Afrodita no perdió el tiempo y le quitó la sudadera al francés, para luego despojarlo de sus pantalones. Las ansiosas caricias siguieron su irrefrenable curso, sus lenguas batallaban con furia dentro de sus bocas, y sus respiraciones se hacían cada vez más agitadas. En un momento, el de la onceava casa deja de besar al sueco para susurrarle al oído una fantasía que se le ocurrió en ese momento.

 

-  ¿Sabes? Quizás suene cursi, pero siempre quise tener sexo en una cama llena de pétalos de rosa…. ¿podrías…?

 

-  Sólo si me prometes hablar en francés cuando lo hagamos….- respondió el sueco.

 

-  Tenemos un trato….

 

Fue así como Afrodita cubrió la cama con pétalos de rosas no venenosas para darle el gusto al de acuario, quien se sintió más que satisfecho y se dispuso a recompensar al peli celeste. Besándolo nuevamente, jugueteó con el erecto miembro de Afrodita para estimularlo, robándole suaves gemidos; el sueco acariciaba la espalda de Camus, quien tenía una piel muy tersa y cálida que lo enloqueció. Tan incontenible era el lujurioso deseo que ambos sentían esa noche que ambos, sin saberlo, se encontraron pensando cómo nunca antes se habían enrolado a tener sexo. Camus dejó los labios de Afrodita por un momento, para besarlo en el cuello al tiempo que acariciaba sus genitales y posteriormente estimular sus pezones; si había algo que excitaba al sueco era que le besaran los pezones, y el de acuario movía su lengua con tanta agilidad que el de piscis no pudo ya refrenar sus intensos gemidos. Camus siguió recorriendo el torso del pisciano con la punta de su lengua, deslizándola lentamente por cada rincón del mismo hasta llegar a su pelvis, haciendo que la piel de Afrodita se erizara.

 

No hizo esperar más a su amante y lo complació engullendo su erecto miembro, recorriéndolo de arriba hacia abajo con sus labios, haciendo que Afrodita arqueara su espalda ante tan intensa sensación de gozo. Al tiempo que felaba, Camus empezaba a preparar la entrada del pisciano, quien dio un grito de placer cuando sintió que uno de los dedos del francés se introducía en su interior. Afrodita le alcanzó al acuariano un preservativo y el lubricante, así que el de la onceava casa encapuchó su miembro y colocó lubricante para empezar a embestir al peli celeste, que esperaba con ansias sentir al acuariano dentro de su cuerpo. Camus penetró la masculina entrada en una profunda estocada, arrancándole un par de gritos a Afrodita, colocó las piernas del peli celeste sobre sus hombros, elevándole las caderas para que la penetración fuera más sencilla y placentera para su compañero, y con suaves pero profundos movimientos de su pelvis comenzó su vaivén. El sueco no dejaba de jadear y gemir, pues el vigor con el que el de la onceava casa se introducía en sus entrañas, sumado a su sensual voz hablando en francés, le aturdía los sentidos y le hacía sentirse en el cielo.

 

-  ¡¡Más duro, Camus, por favor!! ¡¡Más duro!!- clamó el de piscis, y el acuariano obedeció, aumentando la velocidad e intensidad de sus penetraciones.

 

Arremetía con mayor fuerza cada vez, y Afrodita empezó a gritar de placer, pues hacía meses que no tenía sexo, desde que había terminado con Deathmask, para ser preciso, y todas esas atenciones en cuestión de una noche lo estremecían de placer. Su cuerpo temblaba cada vez que el miembro del acuariano se abría paso en su interior, sus mejillas estaban algo rojas por la intensidad del movimiento y también por el calor que le estaba generando dicha actividad. El francés se movió aún más rápido, presintiendo que estaba por llegar al clímax, por lo que estimuló el miembro de Afrodita vigorosamente, quien acabó en la mano del de la onceava casa, y al rato este llegaría al orgasmo, acabando dentro de su amante. Dieron un largo y profundo gemido de satisfacción y se quedaron tumbados en la cama un buen rato; se miraron con picardía ante lo que habían hecho y se besaron una vez más. Poco tiempo después, Camus se retiró de la casa de piscis para volver a su morada; una vez allí, pensaba en lo alocada que había sido esa noche, y que no se arrepentía de nada. Pero Afrodita era solo el comienzo; sin dudas la experiencia con el sueco había sido maravillosa, pero el peli turquesa quería más y no bastaba con uno solo. Así que, pensando en todas las personas del santuario con las que podría tener sexo sin compromisos, cerró sus ojos y se durmió plácidamente; al día siguiente podría quizás continuar lo que había empezado con Aldebarán, invitar a Kanon a su casa para hacer más que besarse, o hasta aventurarse a salir con Shura, y así disfrutar de los placeres carnales sin restricción alguna. 

Notas finales:

Espero que lo hayan disfrutado, dejen sus reviews para hacerme saber si les gusta o no cómo va la historia. Lo único que les doy como adelanto es que Camus va a hacer todavía más locuras; esto es solo el principio. Gracias por leer!!


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