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El príncipe lobo por Bastetmeaw

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Notas del capitulo:

Hola a todos, muchas gracias por los comentarios, son como siempre muy lindos!!! Aquí ya está sin tanta demora, el segundo capítulo!! Espero que lo disfruten! 


 

Se removió sobre sus sábanas. Estaba aún adormilado mientras sentía aquella respiración conocida cerca de su oído. Con cuidado removió sus manos buscando el despertador. Eran apenas las 6:35 am por lo que su despertador no había sonado todavía. Cerró nuevamente sus ojos pensando en el poco tiempo que le quedaba para disfrutar de su cama pero algo se removió a su lado. Adrien abrió bruscamente los ojos y se incorporó casi saltando de la cama. Lo había recordado todo. Se levantó de la cama estrepitosamente mirando hacia la cama, como queriendo encontrarse con algo fuera de lo normal, sin embargo, lo que allí vio fue realmente la imagen convencional que había todos los días: Kiba dormía con las patas delanteras sobre su almohada. Creyó por unos instantes que había perdido de la razón, pero justo en el momento en que pensaba que su juicio se había escapado, Kiba despertó e inmediatamente dirigió su mirada hacia él. Como por reflejo Adrien se alejó aún más de la cama, mientras se llevaba las manos a la cabeza con una expresión que si bien, no era terror, era algo muy parecido al desasosiego.


-Debo estar loco-se dijo mientras observaba como Kiba se incorporaba de la cama tranquilo y le miraba ladeando el rostro.


Sí, algo era muy extraño.


Adrien salió de la recámara rápidamente, entró al cuarto de baño y cerró la puerta tras de sí de un portazo. Los padres de Adrien aún dormían, pero éste no se molestó en ser silencioso. Se miró al espejo dándose cuenta de que aún llevaba la ropa del día anterior y la cabeza le daba mil vueltas. Se suponía que su adorada “mascota” ya no era un lobo, y sin importar eso, el lobo ahí estaba, tal como era antes, sobre su cama mirándole con esa confianza de siempre. Aunque no sabía que sucedía, resolvió que había tenido un sueño muy extraño, sin causa aparente.


Se quitó la ropa mientras se observaba en el espejo visualizando al Kiba que ayer por la noche le sorprendió.  Los recuerdos eran vagos, pero tenía grabados perfectamente sus ojos enormes y amarillos. Se miró a sí mismo. Él tenía los ojos verdes, pero no brillaban como los de Kiba en su supuesto sueño. Su cabello tenía un negro intenso, era ondulado y lo llevaba hasta los hombros, a diferencia de la larga melena plateada y lacia de Kiba. Recordaba poco era cierto, pero así como sus ojos y su cabello, algo más le daba vueltas en la cabeza: la voz de Kiba.


-“Yo soy el príncipe Adanedhel y te he elegido como mi guardián”


Exactamente ¿qué significaban esas palabras? No estaba nada seguro de si eso era lo que le había dicho Kiba esa noche, ni a qué vino esa frase, pero sí sabía que si eso había sido un sueño, había sido uno muy extraño.


Se metió a la regadera y después de un rato salió con la toalla alrededor de la cadera. Se detuvo ante la puerta de su recámara, tocando el picaporte con los dedos. No se decidía a entrar ya que seguramente Kiba estaría allí, y aunque él había visto que su lobo era el mismo de antes, no sabía cómo reaccionar.


Entro rápido sin siquiera mirar hacia su cama, buscó cualquier prenda en el closet, se vistió, tomó su mochila y salió corriendo de su casa con remordimiento pues él nunca había ignorado de esa manera a Kiba.


A diferencia de Adrien, Kiba recordaba todo perfectamente. Después de su inesperada transformación, él estaba seguro  de que algo próximamente sucedería. El creyó durante toda su vida que jamás recuperaría su forma original. Ciertamente, para él también había sido una gran sorpresa el ver su físico, ya que los últimos recuerdos que tenía de sí mismo eran de cuando él tan sólo tenía 7 años.  Su cabello había crecido, aún en su forma animal, su cuerpo había cambiado, él ya no era un niño, sino un hombre. Un hombre joven, ya que si su memoria no estaba dañada, él tendría ahora mismo 19 años. Se levantó de la cama y caminó hacia el espejo que tenía Adrien en su recámara, ese espejo donde todos los días le veía observarse y cambiarse de ropa para ir al colegio. Kiba siempre le observaba, pues no podía hacer nada más que eso. De alguna manera, siempre había querido decirle algo, pero su propia voz había quedado en el olvido después de nunca haberla usado nuevamente hasta la noche anterior, aunque tampoco era que siendo lobo hubiera podido usarla alguna vez.


Kiba daba vueltas lentamente en la recámara de Adrien mientras recordaba la primera vez que le vio cuando él apenas había sido cambiado de forma hacía ya 12 años. Llegaron a su mente esos ojitos esmeralda enternecidos  que le miraban con sorpresa y luego aquellas manitas que le tomaron para cobijarlo del mundo. Después esas lágrimas con las que convenció a sus padres para que él fuera parte de la familia. Todas, hasta ese día, habían sido bellas memorias al lado de Adrien, pero dentro de él, había un pasado hermoso y triste del que tenía poca certeza de que fuera real. De entre toda la película mal organizada que se encontraba en su banco de recuerdos, había en especial una conversación con alguien que parecía ser su padre.


--Flashback—


Un pequeño niño se tambaleaba mientras intentaba subir por unas rocas al lado de un cristalino río. Sostenía fuertemente la mano de un hombre que le veía con la misma mirada ámbar que tenía el pequeño.


-Ada, ayer vi a alguien muy diferente de nosotros-decía el niño mientras seguía intentando subir por las rocas.


-¿Cómo que diferente a nosotros?-dijo curioso su padre.


-Sí, sí, eso, era raro. Yo nunca había visto uno así. Era grande y gordo, con cara fea, y decía palabras que sonaban horrible mientras cortaba un árbol-el niño se había quedado de pie mientras con sus manitas explicaba lo que había visto- ¿te imaginas Ada? ¡Cortaba un árbol!-y agitaba los bracitos en total horror.


-Hijo, ¿no estarás hablando de un oso verdad?-un miedo disfrazado de tranquilidad recorrió la espalda del mayor.


-Que no Ada, un oso es un oso, y un gordo es un gordo-decía haciendo pucheros.


-Creo que sé a qué cosa te refieres-dijo el padre con un gesto de preocupación disimulado y continuó-eso que viste se llama “humano”


-¿Humano?-preguntó casi gritando el pequeño niño- y ¿qué es un humano Ada?


-Un humano es…es…-titubeó antes de decidir si es que no había hablado de más-es un ser muy parecido a nosotros, pero carece de magia, vive menos y es triste, porque ya no está conectado con la naturaleza como nosotros-decía el mayor como queriendo esconder más detalles.


-Yo quiero ver uno ahora Ada-comentó el niño con un brillo exaltado en su mirada.


-Eso es imposible Adan, eso está prohibido y debes tener mucho cuidado, creo que te he dejado mucho tiempo jugar solo y lejos de aquí.


-No Ada, ¡eso no es cierto! Yo sí tengo cuidado y…-iba a continuar cuando su padre le puso un dedo en la boquita para silenciarlo.


-Escucha Adan, te diré algo ahora que es sumamente importante, y creo que aunque aún eres pequeño debí habértelo dicho antes-guardó silencio un momento mientras se decidía en cómo comenzar a decirle a su pequeño.


-Dime Ada, yo ya soy grande-declaró el pequeño y buscó rápidamente una roca donde sentarse.


El mayor también se acomodó sobre una roca junto a su pequeño. Tomó una de sus pequeñas manos entre las suyas mientras observaba el agua viajar sobre la tierra.


-Nosotros somos seres especiales ya que somos elfos, y como tales estamos ligados a la naturaleza, a su espíritu y a todo en lo que en ella hay. Somos seres de luz pero sobre todo eso, somos entidades en los que el tiempo y el espacio son diferentes a los demás seres de la tierra-el pequeño Adanedhel escuchaba muy atento sin siquiera parpadear- Tú eres aún más especial que todos los demás elfos como nosotros ya que tú eres un príncipe que algún día será un gran Rey. Al ser mi hijo, estás destinado a ser la gran luz de nuestra gente, sin embargo, tú condición de príncipe implica mucho más que eso. Existen peligros ahí afuera a los que tú, como protector de nuestra gente, tendrás que enfrentarte por tu bien, y el de la naturaleza ya que si nosotros desaparecemos, el espíritu de la tierra también morirá.


-Ada ¿eso significa que yo debo ser fuerte para protegerlos a todos?- cuestionó preocupado el pequeño.


-Así es Adan, tienes que ser muy fuerte, pero no te preocupes, como príncipe tienes el derecho a  escoger de entre toda nuestra gente a alguien que te acompañará en tu tarea de protector: un guardián.


-Y ¿cuándo voy a poder escoger a mi guardián Ada?-las pupilas del niños se dilataron aún más mientras preguntaba más que interesado.


-No te puedo decir cuándo ya que tú deberás  sentir en tu interior cuando tu guardián sea el indicado. Ese guardián tendrá un lazo inquebrantable contigo, un lazo más fuerte que el que tengas con todos los demás, él será tu sombra y tú su luz, él te protegerá a ti mientras tú proteges a los demás, el renunciará a todo lo demás porque el que tú lo elijas a él implicará vivir por y para ti por siempre. Es un gran honor, pero así como tú debes sentir que  él es el indicado, él deberá sentir su lealtad hacia ti, si él no te elije, nada más podrá hacerse.


-Pero Ada…yo quiero que me elija también-de pronto la mirada del niño se volvió acuosa y sintió una gran tristeza en su pequeño corazón.


-Adan, si tú eres bueno, estoy seguro que tu guardián te elegirá también, no debes preocuparte, sé que hay uno muy bueno para ti.


Lentamente las lágrimas cesaron y el pequeño niño se cuestionó algo más pero no lo dijo, su inocencia era tal que la respuesta le hubiera confundido, si es que su padre le daba una respuesta.


--Fin del Flashback—


Kiba recordaba las palabras de su padre, sin embargo, dudas que en su infancia no había tenido, las tuvo ahora. Preguntas, muchas preguntas se estancaron en su mente: ¿Qué era en realidad un guardián? ¿Cómo se supone que Adrien aceptaría serlo? Esas y muchas otras dudas apresaron su corazón.


Y estaba el otro misterio en el aire ¿por qué o quién le había convertido en un lobo? ¿Cómo había logrado dejar su forma animal para volver a ser lo que era antes?


La indiferencia y el miedo de Adrien apuñalaron su corazón, le dolía profundamente la actitud del chico con él, después de tantos años juntos, lo que menos esperó fue el rechazo, aunque no pudiera culparlo enteramente. Él había sido un lobo toda su vida ante los ojos de chico, y si éste había reaccionado así, había sido por miedo, por desconcierto, por muchas otras cosas más y aunque Kiba sintiera el mundo derribarse ante su rechazo, debía ser fuerte, ya que ante él un mundo que creyó perdido regresaba lentamente a sus manos.


La madre de Adrien subió al mediodía a buscar a Kiba extrañándose de que su hijo no hubiera siquiera dicho un “nos vemos luego” ni tampoco hubiera sacado a Kiba a comer antes de marcharse al colegio. Encontró que Kiba estaba mirándose fijamente al espejo y aunque la escena le pareció extraña, hizo lo que hacía siempre, sacó a Kiba a comer, le llevó a pasear y después lo dejó en el jardín.


En el colegio, Adrien estuvo  todo el día tratando de evadir los pensamientos dirigidos al lobo que tenía en casa, o en los raros sueños de los que se creyó víctima. Una cosa era clara, fuera lo que fuera aquello, Adrien amaba a su lobo, y quería estar bien con él, aunque eso significara mucho más de lo que él mismo imaginaba. Después de clases, se dirigió hacia su casa, con paso lento, como no queriendo llegar y la vez, meditando el cómo acercarse de nuevo a Kiba.


Cuando llegó a la puerta, Kiba estaba como de costumbre esperándole en la entrada con la siempre mirada alegre al verle, aunque esta vez el sentimiento que le envolvió fue diferente. Se acercó nerviosamente y le revolvió el pelaje de la cabeza recibiendo un cariño por parte del lobo. Kiba había envuelto profundamente esos sentimientos de rechazó que le provocó Adrien por la mañana e intentó comportarse como siempre lo hacía. Adrien saludó a su madre y rápidamente subió las escaleras hacia su recámara con el lobo tras de él. Entró y tiró la mochila al suelo después de cerrar la puerta. Después de unos minutos, se acercó a Kiba.


-No sé qué me sucede Kiba-le dijo angustiado pasándole la mano sobre el rostro suave.


Kiba le miraba atento esperando la siguiente frase son ansias.


-Creó que ayer soñé cosas extrañas y te traté mal por eso en la mañana, supongo que simplemente me estoy volviendo loco…-dijo sincero.


Sintió como el lobo le acariciaba la mano con su nariz húmeda. Dentro de sí alcanzó la sensación de tristeza que desprendía el lobo después de que le dijera eso pero no sabía qué más decir.


-Ven Kiba, creo que debería dormir un poco más-y diciendo eso se acomodó en la cama junto al lobo y cayó en un profundo sueño hasta que la luz de luna entró intensamente por la ventana como el día anterior.


Era su cumpleaños después de todo y su madre había hecho una rica cena, había comprado un delicioso pastel y los parientes comenzaban a llegar. Pronto el comedor estuvo lleno y Adrien comenzó a despertar tras escuchar el jaleo que se notaba abajo. Dejó a Kiba sobre la cama y cambiado fue hacia su fiesta de cumpleaños. Kiba notó cuando Adrien se levantó, mas no hizo nada, quedó allí recostado mientras observaba con los ojos entreabiertos que Adrien se cambiaba de ropa y paseaba semidesnudo por la habitación. Veía sus movimientos gráciles aunque masculinos, y sus piernas largas que caminaban de puntillas sobre la alfombra para no hacer ruido. Adrien se veía  muy apuesto bajo la luz de la luna que iluminaba su tez blanca haciéndola parecer plata. Luego le vio partir. Durante varias horas sólo escuchó las risas debajo y la canción de cumpleaños hasta que la sensación de la noche anterior previa a su transformación regresó de nuevo súbitamente, y el miedo se apoderó de él.


Cuando la fiesta terminó, Adrien se despidió de su madre y de todos los parientes para dirigirse de nuevo a su dormitorio. Justo cuando iba a terminar de subir el último escalón, una sensación conocida pero inesperada le recorrió el cuerpo antes de abrir la puerta de su habitación. Un escalofrío lo dejo estático, era una sensación recientemente conocida y con la mano temblorosa abrió la puerta. Casi cayó desmayado nuevamente. Junto al gran ventanal que daba al balcón de su recámara, se encontraba Kiba, tal y como le recordaba en su “sueño”. Kiba estaba de espaldas mirando hacia la luna, su larga cabellera lacia caía cubriendo toda su columna vertebral  estaba enlazada en delgadas trenzas a los lados de sus orejas. Así de pie, se podía apreciar su verdadera estatura, y una muy alta por cierto. Una diadema de plata con adornos florales y piedras brillantes coronaba su cabeza, aunque eso era lo único que llevaba encima, ya que nuevamente estaba desnudo. Adrien, a pesar de la impresión, no pudo evitar sonrojarse al verle sin ninguna prenda encima y acariciando la cortina que danzaba con la suave brisa que entraba por la ventana.


-Adrien, ya has vuelto-le dijo aquella voz masculina, aunque sin voltear a verle.


El joven quedó estático de nuevo, pero la impresión fue menor que la noche anterior. Terminó de cerrar bien la puerta echando por si acaso el seguro y caminó lentamente hacia donde estaba Kiba.


Cuando estuvo cerca de él, se detuvo con la mirada asustada.  


-¿Quién eres y qué le hiciste a Kiba?-decía Adrien con miedo aunque sin vacilar.


Kiba giró para verle notando que no estaba aquella mirada cálida y serena que siempre caracterizaba a Adrien, por lo que al verle, sintió una punzada en el corazón. Adrien se dio cuenta de que sin duda alguna, esos eran los ojos de Kiba, aunque todo lo demás le fuera desconocido.


-¿Ya no me tienes miedo?-cuestionó el mayor con un poco de nerviosismo, como si no quisiera escuchar la respuesta que era obvia en el rostro de Adrien.


Éste tragó saliva. Sí, era cierto que había miedo en él, y no iba a ocultarlo, pero había muchas otras cosas más, cosas que él no sabría cómo describir.


-Por favor respóndeme, ¿quién eres? ¿Dónde está Kiba?- casi gritó y se desesperó al escuchar que Kiba no le respondía su pregunta aún sin comprender sus sentimientos en lo absoluto.


-Adrien, YO soy Kiba-dijo el mayor con completa convicción.          


Adrien entendía aquella frase y al mismo tiempo era como si no quisiera en realidad comprenderla, pero si aquél sujeto le decía que él era Kiba y sus ojos gritaban lo mismo, debía ser cierto. Aquellos eran los ojos de su lobo. Se tranquilizó internamente por décima vez sin mucho éxito e hizo una pausa antes de aventurarse a hablar de nuevo. Hubo un momento de silencio y por primera vez desde que aquella locura comenzara, la voz de Adrien sonó preocupada. Pronto se animó a preguntar.


-¿Qué fue lo que te sucedió?


-Yo mismo no lo sé-se acercó más a Adrien sin dejar que sus miradas se separan-yo también quisiera saber qué significa este cambio, pero tanto como tú, estoy sorprendido.


Adrien le observaba, pero sus emociones eran una montaña rusa, no tenía certeza de controlar su miedo y su sorpresa, porque ante él, el mayor misterio aún no ocurría.


-¿Quieres decir que tú eres Kiba y que no sabes por qué ahora eres un humano?-repitió Adrien, desviando su mirada hacia otro sitio para inmediatamente volver a encarar a Kiba, pero lo que Kiba dijo a continuación no ayudó en nada. 


-Adrien, yo no soy un humano-aclaró Kiba temiendo la reacción de Adrien.


Adrien por un momento a pesar de haberse calmado mínimamente antes sintió que iba a desvanecerse así que se acercó a la orilla de su cama para poder sentarse un momento. Ahora todo era más confuso que antes, primero Kiba cambiaba de forma, ahora éste le decía que no era humano, aunque eso ya lo sabía, él sabía que Kiba era un lobo, no una persona.  Kiba volvió a acercarse a él aunque temeroso de que Adrien perdiera el conocimiento de nuevo y no pudiera hablar con él.


-Adrien, escúchame. No debes temerme, yo nunca te haría daño. Necesito que me escuches con atención-dijo esto desde el corazón en una verdadera súplica, la que seguramente fue comprendida inmediatamente por Adrien pues no opuso ninguna resistencia.


-…Te…te escucho…-balbuceó Adrien quien se encontraba vagando en un limbo de ignorancia, tanto por lo que sucedía como por la desesperación que le transmitían los ojos de Kiba.


El antes lobo no sabía cómo continuar, es cierto que él sabía algunas cosas sobre su pasado, pero no lo sabía todo, no las partes que eran importantes para Adrien. No sabía por qué se había convertido en un lobo, no sabía por qué ya no lo era, no sabía hasta cuando estaría de esa forma, ni tampoco sabía qué iba a suceder ahora. En resumen, no sabía nada y sólo esperaba que Adrien no quisiera echarlo a la calle.


-Creo que todo lo que sabes hasta ahora de mí es una fantasía-y al decir esto, Kiba bajó la mirada al suelo, sintiendo que una culpa le embargaba-iba a continuar pero Adrien le interrumpió.


-Si en verdad eres Kiba, hasta donde yo sé, siempre has sido un lobo, así que supongo que no es tu culpa que no me hayas dicho esto antes, es decir, no podías venir y aullarme la verdad ¿cierto?-dijo Adrien en un tono comprensivo que no había usado desde que comenzó todo.


Kiba le miró y le dedicó una fugaz sonrisa, por fin Adrien volvía a ser un poco el de antes.


-…es cierto, hasta ahora yo no podía hablarte, ni yo conocía mi voz de esta manera. Todo ha sido tan repentino y creo que yo también tengo miedo, no puedo imaginarme cómo debes sentirte tú…


-Kiba…digo, Adanad…bueno, como sea, estoy seguro de que esto es nuevo para ambos. Me siento muy extraño mirándote de esta manera…sé que eres “mi mascota”, pero de ninguna manera puedo seguir tratándote así, eres….eres…bueno, no eres un lobo, y dices que tampoco eres humano….no lo sé…es confuso…-dijo pausadamente y se quedó quieto unos momentos.


Kiba tras escuchar estas palabras que eran completamente ciertas para ambos, quiso de alguna manera hacerle saber que era el mismo Kiba con el que había convivido los últimos 12 años, el mismo compañero de juegos y travesuras. Seguía siendo el mismo “hermano” con el que había dormido, reído, y disfrutado su vida.


-Tócame-le pidió en una voz apenas audible-…tócame, si eso te tranquiliza-le dijo sincero esperando que Adrien no se asustara más como si en esa petición volviera a encontrar al chico amoroso de todos estos años.


Adrien de alguna manera creía necesario el contacto, ya que después de todo, ellos eran realmente cercanos. En teoría no había nada extraño en tocarle, siempre lo hacía, le acariciaba, le besaba, y le abrazaba casi todo el tiempo, pero, esta vez era diferente. Ante sus ojos un extraño le pedía que le tocara y eso por demás, también sonaba extraño. No le fue fácil pues tardó en resolverse uno o dos minutos que fueron años para Kiba hasta que poco a poco levantó su mano derecha, miró por un momento la palma dudando, hasta que se volvió para quedar frente a Kiba. Acercó su mano, y le tocó primero el cabello que caía a los lados de sus orejas. Su cabellera era muy suave, y sintió vergüenza. Se sonrojó ligeramente. Este ser, del que no sabía nada y a la vez todo, no era su mascota. Era muy complicada la transición entre la emoción desmedida y efusividad con la que siempre le demostraba su cariño a Kiba sabiéndole un animal, y este momento en el cual prácticamente le desconocía. Poco a poco intentó derribar aquella pared invisible que se había creado entre ellos y finalmente le tocó el rostro. Cuando sitió su piel, Kiba se sobresaltó un momento, este roce era diferente, y a la vez conocía ese tacto muy bien, aquella mano amable que siempre le hacía cariños. Todo esto era completamente nuevo para ambos.  Se intentaban convencer de que era la misma confianza de años, y no era así. Era igual que conocer a una nueva persona con la que nunca has tenido ningún contacto físico y tratar de reconocer un pasado inexistente.


-Es extraño, sé que eres tú Kiba, pero todo grita al mismo tiempo que no lo eres, y eso…eso, me desconcierta-le dijo mientras continuaba con su mano sobre la mejilla pálida.


Kiba tomó también la mano de Adrien que tenía en su rostro, y le sonrió. Fue esta vez Kiba quien hizo un movimiento y ante la mirada incrédula de Adrien, Kiba le abrazó. Fue un abrazo ligero, efusivo y a la vez tímido. Adrien en seguida reconoció el aroma de Kiba, correspondiéndole el abrazo.


-Anoche…anoche me dijiste algo extraño-le decía Adrien sin romper el abrazo.


-Anoche te dije varias cosas extrañas-dijo aún más apenado.


-Es cierto, fueron varias y quiero que me las aclares-dijo esta vez Adrien separándose y tomándole de los hombros-quiero saberlo todo en este mismo instante.


Kiba asintió y comenzó. Temía que si iniciaba con verdades bruscamente, Adrien volvería a perder la recién ganada y mísera confianza, pero no había otra manera, los hechos estaban allí, tenía que hablar.


-Adrien…hizo una pausa momentánea- yo no soy un humano…bueno creo que de eso ya te diste cuenta. Yo soy…soy…soy…un elfo-alcanzó a decir y el chico abrió mucho los ojos-hasta donde sé, y no sé mucho, somos seres que existimos en la naturaleza para su balance y estabilidad. Estamos ligados al espíritu de la tierra aunque yo mismo no sé qué significa eso. Sé que hay magia en cada uno de nosotros pero como seguramente te estarás preguntando, yo…yo no sé tampoco cómo utilizar esa magia…


-También dijiste que eras un príncipe….-dijo Adrien ávido de explicaciones.


-Sí…lo soy. Hay algo en mi memoria que nunca se ha borrado, una conversación que tuve con el que supongo es mi padre. Ese recuerdo es nítido pero carece de los detalles que siguieron después de esa conversación. En esa conversación mi padre me habló de la diferencia que existe entre tu gente y la mía y hay algo en esa explicación que me asusta.


-¿Qué es?


-Que mi padre dijo que a nosotros los elfos nos está prohibido relacionarnos con humanos. Quiero en verdad saber de qué va toda esa conversación. También hay algo de lo que debo hablarte y es imperativo que conozcas.


-Dime, te escucho completamente.


Kiba dudó si continuar o no, pero ya se lo había dicho la noche anterior, y era obvio que eso era lo que más inquietaba a Adrien.


-Mi…mi padre mencionó varias cosas sobre un supuesto guardián. Sé muy poco con respecto a eso y quiero que me ayudes a averiguar lo que eso significa. Él dijo que yo debía sentir en mi interior cuando mi guardián fuera el indicado, que él debía cuidarme y yo cuidarlo a él, que yo me convertiría en su todo, que sería un guardián para toda la vida y con él tendría un lazo más fuerte que con cualquier otro ser. No sé aún todo lo que eso implica pero…-se detuvo mientras escuchaba su corazón tan acelerado que creía se le escaparía del pecho-…pero…yo…yo…te he elegido a ti y quiero saber tu respuesta.


Adrien recordaba claramente las palabras de Kiba la noche anterior. Él le dijo claramente: “y te he elegido como mi guardián”, sólo que no esperó nada de lo que Kiba le acaba de decir hacía unos instantes. Él quería estar a su lado, pero todo ese asunto del “guardián” era confuso y abrasador que se encontró rápidamente envuelto en un laberinto en el que volaba junto con sus contradictorias emociones. Él quería tener ya la respuesta, como si hubiera nacido con ella, se apresuró a hablar, pero las palabras se hicieron un nudo en su garganta.


-Yo…yo…Kiba…-pero no pudo terminar la frase, algo golpeó fuertemente su ventana rompiendo el cristal.


 Continuará…

Notas finales:

Así que...qué les pareció?? :D!!! Estoy pensando en hacer unos bocetos de los personajes, pero si todo sale bien, para cuando publique el 4to o 5to capítulo tendrán una probadita ^^!!! Gracias por los reviews!!!!!!! Bis dann! 


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