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Un roto para un descosido por terraishtar12

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El Instituto Privado Ouran cuenta con una de las mayores y mejor surtidas bibliotecas de Japón, además de cuatro amplias y bien equipadas salas de lectura. En esta afamada biblioteca, existe un pequeño espacio que tanto alumnos como maestros han aprendido a llamar "el rincón de Kaoru". Este consta de un sencillo sillón de color crema y una mesa de té de caoba, sobre la cual descansan diversas obras literarias.

Las clases habían terminado, por lo que se podía ver a Kaoru Hitachiin sentado en su rincón devorando una novela de misterio. En la biblioteca reinaba el silencio, roto sólo por el sonido de pasar las páginas y, ocasionalmente, los pasos de algún estudiante.

El ir y venir de dos pares de zapatos sacó a Kaoru de su lectura. Buscando el origen de aquel ruido, alzó la mirada y descubrió a la vicepresidenta de su clase, Momoka Kurakano, escoltando al chico nuevo, Yuuichi Konda.

- Ese chico, - pensó Kaoru – es su primer día y ya esta metido en líos.

Cuando termino la guerra de comida, Haruhi se nos acerco con un obento que logró salvar. Nos dijo que hablo con Konda-kun y nos conto lo que conversaron. La cara de Hikaru cuando Haruhi le dio las "disculpas" de Konda-kun fue genial, casi no pude aguantar la risa. Y lo mismo le pasó a Hikaru cuando unos hombres de traje lo arrastraron a la oficina del director por intentar fugarse. Supongo que debe estar cumpliendo con su castigo.

- ¿Podrías apresurarte, Konda? – exclamó Momoka, irritada - ¡El Host Club abre en 5 minutos!

- ¡¿QUÉ?! – gritó Kaoru.

- ¡Shhh!

- Lo siento – susurró el pelirrojo.

Kaoru camino hacia la puerta lo mas silenciosamente que pudo. Una vez fuera de la biblioteca, cerró cuidadosamente y salió corriendo como si su vida dependiera de ello.

Iba corriendo desesperadamente cuando, al doblar una esquina, chocó de frente con alguien que iba en dirección contraria, cayendo ambos sentados al suelo.

- Lo siento mucho, no vi por donde iba – se disculpo Kaoru, mientras se ponía de pie - ¿Estás bien?

El chico castaño alzó la mirada hacia Kaoru. Sus verdes ojos brillaban dulcemente, y un adorable sonrojo adornaba sus mejillas.

- Eh... Si, e-estoy bien. No te preocupes... – el joven desvio la mirada al suelo - ¡Oh, no! ¡Mis dibujos!

Esparcidos por el suelo se encontraban docenas de papeles llenos de dibujos. Habían hermosos paisajes, rostros bellos y expresivos, alegres escenas familiares y variados bocetos de futuros cuadros y esculturas. El castaño empezó a recoger sus dibujos, levantándolos del suelo con delicadeza y cuidando que no se doblaran o arrugaran. Kaoru se agachó junto a él y empezó a recoger los dibujos uno a uno.

- ¿Eres del club de arte? – pregunto al desconocido.

- Em, si. Kaede Shibuya, tercer año. – se presento tímidamente.

- Kaoru Hitachiin, de segundo. Tus dibujos son muy buenos, Shibuya-sempai. – dijo mientras se los entregaba.

- Gra-gracias. – tartamudeo, turbado – Por favor, no me llame así. Tanta formalidad me incomoda.

- Está bien, Kaede-sempai. Llámeme Kaoru. ¿Necesita ayuda?

- Em, ¿no tendrá problemas con Kyoya-san? Esta en el Host Club ¿no?

- ¡Es cierto! ¡Voy tarde! ¡Kyoya-sempai me matará! – salió corriendo en dirección al Host Club. De pronto, se volteó y gritó - ¡Nos vemos luego, Kaede-sempai! – y siguió corriendo.

- Nos vemos, Kaoru-kun – susurro Kaede mientras se alejaba.

En cuanto Kaoru cruzó la puerta de la 3ª sala de música, sintió que era observado por una presencia oscura y tenebrosa. Al girar, se encontró frente a frente con Kyoya, el rey en las sombras del Host Club, quien le lanzó una mirada helada, claramente furioso por su retraso.

- Al fin llegas, Kaoru. Creímos que tendríamos que abrir el Host Club sin ti – Kyoya forzó una sonrisa, lo que lo hizo más temible a los ojos de Kaoru.

- Tranquilízate, Kyoya – lo calmó Tamaki – Ahora que nuestro apreciado compañero ha llegado a nuestro pequeño paraíso circense, solo debe ponerse el atuendo que hemos escogido para él. Entonces podremos agasajar a las bellas señoritas que tan ansiosamente esperan nuestra aparición.

- Ignóralo, Kaoru. Solo ve a cambiarte – dijo Hikaru mientras empujaba a su hermano hacia los vestidores.

El Host Club esta abierto

El interior de la 3ª sala de música era un estallido de color. En esta ocasión, el Host Club se convertía en un fiel homenaje al mundialmente famoso Cirque du Soleil. Las elegantes mesas de té habían sido remplazadas por otras mas coloridas semejantes a plataformas, y el resto del mobiliario fue cambiado por otro a juego. Del techo y las paredes pendían telas de distintos colores simulando la carpa de un circo, donde los miembros del Club, disfrazados como personajes de varias presentaciones del Cirque, atendían a las maravilladas señoritas de Ouran.

Los gemelos, enfundados en idénticos trajes de payasos dorados, divertían y cautivaban a todas sus clientas con sus juegos. Mori, en su traje oriental de luchador-tragafuegos, permanecía impasible mientras Honey correteaba y reía en su adorable traje de "niño en monociclo". Haruhi, luciendo un hermoso traje de trapecista verde, conversaba con sus clientas con calma y naturalidad. Kyoya iba de mago, con un traje formal algo desordenado y el cabello ligeramente alborotado. Y, en el centro de todo, se encontraba Tamaki, el rey del Host Club, luciendo un elegante traje de maestro de ceremonias color zafiro.

Una chica de largo cabello negro entro al Host Club con una libreta en la mano. Los reflejos azulados de su cabello refulgían bajo los reflectores mientras caminaba a la mesa de los gemelos.

- ¿Por qué tardaste tanto, Yumi-chan? – le pregunto una de las chicas.

- Tenia un problema que resolver – contesto la morena, Yumi Kasen, con una sonrisa enigmática.

- Una doncella tan hermosa – dijo Hikaru mientras sostenía delicadamente su rostro en una clara invasión de su espacio personal – no debería sufrir desdichas ni padecer problema alguno.

Turbada por la repentina cercanía, Yumi dejó caer su libreta. Kaoru, como todo caballero, se agachó a recogerla, mientras su hermano atendía a las señoritas.

- No haga eso, Hikaru-kun – susurro Yumi, apartándose levemente.

- Es cierto. Hikaru-kun me gusta mas cuando es él mismo que imitando a Tamaki-kun.

Kaoru recuperó la libreta y vio que un trozo de papel había caído de entre sus páginas. Lo recogió, e inmediatamente reconoció su contenido.

- ¿Qué es esto? – dijo mientras se ponía de pie - ¿Esta es tu libreta, Yumi-chan?

- Si, es mía – respondió ella, sonriente – Gracias por recogerla, Kaoru-kun.

- Dime una cosa, Yumi. ¿Qué hacía esto en tu libreta? – preguntó Kaoru, evidentemente molesto, mostrando el trozo de papel.

- Es mio, Kaoru-kun. Era de uno de mis dibujos, pero...

- No es cierto – la interrumpio, alzando solo un poco la voz – Esto es parte de uno de los dibujos de Kaede Shibuya. Lo sé porque hace solo una hora tropecé con el en los pasillos y le ayude a recoger sus dibujos. ESTE. MISMO. DIBUJO.

Kaoru hizo una pausa, tratando de contener su enojo. Frente a él, la morena se veía angustiada, pero no lucía para nada sorprendida por sus acusaciones.

- Te lo preguntaré una vez más. ¿Qué hacia un pedazo de un dibujo de Kaede Shibuya entre tus pertenencias?

Todos en el Host Club guardaron silencio, esperando una contestación, algo que indicara que ese trozo de papel no significaba lo que parecía, más Yumi solo guardo silencio.

- ¿Por qué, Yumi? – preguntó una chica de la multitud.

- Yo... Yo solo... Es que él...

- Kaede-kun va a la misma clase que Tamaki y yo. – dijo Kyoya, muy serio – Su familia es dueña de numerosas galerías de arte por todo Japón. Es el menor de cuatro hermanos, por lo que sus padres a menudo lo dejan de lado a favor de sus hermanos mayores. Es tímido y tiene pocos amigos, su único refugio es el arte. Sus dibujos son una de las cosas más preciadas para él. Sabiendo esto, Kasen-san ¿qué puede decir que justifique sus acciones?

La chica iba a decir algo, pero lo pensó mejor y bajo la mirada.

- Nada – dijo finalmente – No hay nada que justifique mis acciones. Sin embargo, – la morena levanto la mirada, desafiante – no me arrepiento de haber roto sus tontos dibujos. Ese llorón recibió lo que se merecía.

- Su comportamiento es despreciable, Kasen-san, nada digno de una joven dama como usted – sentencio Tamaki – A partir de esta momento, tiene prohibido ingresar al Host Club.

La morena asintió y dejo la sala con porte orgulloso. Luego de esto, todos acordaron cerrar el club por el día.

- Voy a buscarlo – informo Kyoya - ¿quién me acompaña?

Kaoru, aún con la libreta en sus manos, lo siguió.


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