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Estoy a tu lado por Roronoa Misaki

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Notas del capitulo:

¡Hola chicos! Misa-chan está de vuelta ^-^/ Lamento tanto haberlos hecho esperar una eternidad... como siempre T.T 

¡Pero bueno! Ya aquí tengo el capítulo listo para que lo lean :3 ¡Los amo por seguir esperándome! <3  Espero que les guste, me esforcé mucho en escribirlo :D

¡Muchas gracias a todos los que me desearon suerte en el examen! Son un amor <3 Ya sólo estoy esperando los resultados. Ay, qué nervios. xD

Bueno, ahora sí los dejo leer.

[Capítulo 17 ─ Tan cerca que no puedo tocarte]

«Así que vamos a construir un puente, sí
Desde tu lado al mío
Yo seré quien lo cruce
Sólo dime que éste no es el final de la línea
»
─Olly Murs ft. Demi Lovato, Up

Para cuando el oxígeno en sus pulmones se agotó, Sabo recordó que aún se encontraban frente a la puerta de su casa, y que cualquier persona que pasara por la calle podría verlos ahí todos acaramelados, por lo que se obligó a sí mismo a apartarse de los labios de Killer ─no sin antes plantarle un último suave beso. Se descolgó de su cuello y volvió a colocar los talones en el suelo ─porque sí, se había colocado de puntas para besar al mayor con más comodidad, malditos fueran él y su jodida altura.

Killer le acarició las acaloradas mejillas con suavidad, esbozando una dulce sonrisa. Él no necesitaba un espejo para saber lo muy rojas que estarían en ése momento. Algo avergonzado, se aclaró la garganta antes de hablar.

—Quizá sea mejor que vayamos adentro.

Un asentimiento fue la respuesta del mayor y Sabo se giró hacia la puerta. No fue sino hasta que la perilla no cedió en su intento por abrirla que recordó que seguía asegurada. Killer pareció ahogar una risa.

—Creo que necesitarás esto —dijo, un atisbo de diversión adornando su voz. Si era posible, Sabo enrojeció aún más. Tomó el juego de llaves que su acompañante le ofrecía, agradeciéndole en un murmullo atropellado, para en seguida volver a girarse.

Una vez en el interior de la casa Sabo se dirigió directo a la cocina. Necesitaba despejar su mente, pues lo muy aturdida que ésta aún se encontraba no le permitía pensar con claridad. Quizá un vaso de agua ayudaría. Le sirvió uno a Killer también, y después de darle un trago al propio pudo respirar con menos agitación.

—¿Cuándo llegaste? ¿Y por qué no me dijiste que volverías? —preguntó, con la mente un poco más despejada como para poder pensar en algo más que no fuera arrojarse a sus brazos y besarlo. Si lo pensaba bien, cuando recién lo vio no había carburado que, según él sabía, Killer debería estar en Skypea, a kilómetros de distancia.

Killer sostuvo su vaso en movimiento, jugando con el suave balanceo del agua en el interior—. Llegamos a la ciudad ayer, pero ya era noche y entre eso y el tiempo que me tomó arreglar algunas cosas inaplazables, se hizo demasiado tarde como para visitarte. No te llamé, tampoco, porque quería conservar la sorpresa.

—Sí, bueno, definitivamente me sorprendiste. Sobre todo porque habías dicho que no podrías venir durante las vacaciones —comentó, levantando una ceja de manera inquisitiva.

Los ojos azules del mayor parecieron cubrirse con alguna sombra antes de que desviara la atención al recipiente en su mano—. Sí, lo recuerdo, pero los planes cambian.

A Sabo no le pasó desapercibida la amargura impregnada en su voz. Apretó los labios en una fina línea y dejó el vaso en la encimera de la cocina. Ya era tiempo de que Killer abandonara todo ese misterio y los secretos que tanto insistía en guardarle.

Caminó los escasos pasos que los separaban y, con suavidad, colocó sus manos sobre los brazos de Killer. El mayor levantó la mirada de golpe, sorprendido por su acción. Al parecer no se había percatado del momento en el que se acercó a él, lo que sólo le confirmaba su distracción.

—¿Vas a contarme lo que está pasando contigo? —preguntó en voz baja. Intentó que no sonara como una exigencia, pues él no quería presionarlo demasiado. Quizá no supiera con exactitud lo que estaba pasando, pero basándose en el comportamiento de Killer podía suponer que se trataba de algo que lo afectaba hasta cierto nivel emocional, por lo menos.

—Es… algo un poco complicado de explicar.

—Trataré de comprenderlo, entonces.

—Correcto, bien. —Killer asintió, más para sí mismo que para su acompañante—. ¿Podríamos ir a tu habitación?

—Está bien —contestó Sabo, sonriéndole con dulzura. Tomó su mano y comenzó a guiarlo, saliendo del comedor y dirigiéndose a las escaleras.

En realidad no era necesario que su novio lo llevara de la mano, pues él ya conocía la ubicación del cuarto, pero en lugar de remarcar este hecho prefirió darle un ligero apretón. De alguna forma ese pequeño contacto le parecía reconfortante.

Cuando llegaron a la habitación, Sabo dejó que su acompañante pasara antes que él. Killer se sentó en el borde de la cama, agotamiento asomándose a través de su mirada. Él cerró la puerta, más por comodidad que porque en verdad lo necesitaran para tener privacidad en una casa vacía, y fue a sentarse a su lado.

Aunque había decidido darle a Killer el tiempo que necesitara, no esperó mucho antes de que comenzara a hablar.

—Lo primero que necesitas saber, es que mi padre no se trasladó a Skypea por cuestiones de trabajo.

Sabo parpadeó con confusión—. ¿Entonces por qué?

Killer apoyó los codos en las rodillas, inclinándose al frente, y entrelazó los dedos de sus manos—. Porque el hospital en Skypea está mejor equipado para el tratamiento contra el cáncer.

Sabo se quedó sin habla. Estaba tan sorprendido que ni siquiera podía encontrar su voz, que parecía haberse hundido en su garganta. Aunque, aún si la encontrara, no tenía idea de qué podría decir al respecto. Killer dejó caer su cabeza hacia adelante, suspirando.

—Le diagnosticaron cáncer pancreático en noviembre. Para ése momento ya había avanzado demasiado. La mejor opción era ir a Skypea, así que eso hizo. Yo no estuve enterado de nada, hasta el día en que se fue. Entonces me contó lo que pasaba, y me pidió que lo pensara unos días antes de decidir si lo acompañaría o no. Aun así, no necesité pensarlo en absoluto. Tú lo sabes, esa misma tarde te dije que me iría también.

Sí, Sabo podía recordarlo, el cómo Killer apareció en su casa para informarle que partiría tras su padre en cuanto concluyera el semestre, a pesar de que horas atrás le había asegurado que no lo haría. No comprendió su repentino cambio de opinión, hasta ése momento.

—Pero entonces, si han vuelto, ¿tu padre se encuentra mejor? —preguntó con un toque de esperanza en su voz. Esperanza que se volatilizó en los siguientes segundos.

Killer apretó el agarre de sus manos y negó con la cabeza—. En realidad, volvimos porque ya no hay nada qué hacer para ayudarlo. —Sabo estuvo seguro de sentir que su alma caía a sus pies—. Es algo así como su último deseo; morir en el lugar donde nació, el que considera su hogar. Yo no podía negárselo.

Por mucho que Killer estuviera tratando de contener sus emociones, Sabo podía detectar el profundo dolor que inundaba su voz. Alargó su mano y apretó las de su novio. Él podía recordar el cómo era Killer cuando hablaba de su padre, la forma en que su sonrisa parecía volverse permanente y el cariño se impregnaba en cada palabra. Killer adoraba a su padre, y él era en realidad la única familia que aún tenía.

Comprendió entonces lo que Killer había querido decir con “complicado de explicar”. No se refería a los sucesos, sino a sus emociones con respecto a ellos.

—Lo lamento tanto, aunque sé que no es ningún consuelo.

Killer esbozó una débil sonrisa. Sujetó la mano del menor y le acarició el dorso con el pulgar—. En realidad, ayuda más de lo que crees.

Sabo le sonrió levemente, sin alegría en el gesto. Él no estaba muy convencido de eso, y le habría gustado ser capaz de aportarle una ayuda mejor que sólo su simple presencia. Lamentablemente, eso era lo único que podía darle. Y su apoyo emocional, claro está.

Se inclinó para acercarse lo suficiente y plantarle un beso en los labios. Uno suave, como para que Killer pudiera sentir que no estaba solo. Esa había sido toda su intención, en verdad. Fue por eso que se sorprendió al sentir una mano en su nuca que lo presionaba más cerca, al mismo tiempo en que la lengua de Killer se colaba entre sus labios. Dominante, como si quisiera demostrar control desde el primer momento.

Antes de que pudiera siquiera reaccionar, se encontró a sí mismo con la espalda contra el colchón. Killer estaba posicionado sobre él, acorralándolo con manos y rodillas a sus costados, presionando sus cuerpos e invadiendo su boca con cada vez más intensidad. Sabo, desorientado y ya casi sin oxígeno, colocó las manos en los hombros de su novio para sostenerse de él y rompió el beso, arrojando la cabeza hacia atrás en un intento por inspirar mayor cantidad de aire. El mayor aprovechó para bajar por su cuello, besando su piel casi con hambre, logrando que se le escaparan un par de jadeos en medio de su agitada respiración.

No fue sino hasta que sintió las manos de Killer tratando de alzar su camiseta que logró reaccionar. Se apresuró a frenarlo con sus propias manos, pero el mayor no cedió con sus intensos besos.

—Killer, para… no creo que sea apropiado, justo ahora… —un leve jadeo interrumpió sus palabras cuando el mayor mordió su cuello, justo donde sabía que era su punto débil—, detente… no estás en condiciones…

—Estoy perfectamente —aseguró Killer, murmurando junto a su oreja. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal, lo que no debería considerarse justo en tal situación.

—Necesitamos hablar —insistió, sosteniendo el rostro del otro con sus manos para que cesara de besar su cuello de aquella forma tan apasionada.

—No lo creo. —Killer se las arregló para volver a alcanzar sus labios, dándole otro beso demandante que le robó el aliento más rápido de lo que creyó que era posible. Aun así, Sabo hizo otro intento de apartarlo. Esto se sentía algo extraño. No que fuera desagradable, pero la actitud de Killer le parecía un poco… distante. Como si estuviera tratando de enterrar todas sus emociones en una coraza de hierro, donde ni siquiera él pudiera alcanzarlas.

—Killer…

—Sólo necesito olvidar todo —interrumpió el mayor, sujetándole la cintura firmemente con ambas manos y atrayéndolo hacia su cuerpo, cortando la distancia que aún hubiera entre ellos—. Ayúdame en eso, Sabo.

Sabo dejó de respirar. No sabía cómo reaccionar ante aquella petición.

Killer aprovechó su aparente indecisión para colar una mano bajo su camiseta, viajando a su espalda baja y apretando sus cuerpos uno contra el otro, acomodándose entre sus piernas en una posición en la que sus pelvis friccionaran.

Jadeó, abrumado. ¿Qué se suponía que hiciera? No tenía idea. En ningún momento de su relación había tenido que enfrentarse a una situación como esta. ¿Esto era siquiera moralmente correcto? Es decir, Killer estaba casi ─si no era que por completo─ destrozado a nivel emocional, así que podría decirse que actuaba por mero instinto de supervivencia. Quizá esto ni siquiera le ayudara en absoluto. Pero él había dicho que lo necesitaba. Que esto era lo que le ayudaría a sentirse mejor. Y eso era lo que Sabo deseaba; ayudarle a salir a flote.

Envolvió los brazos alrededor del cuello de Killer y haló de él, lanzándose de inmediato contra sus labios, luchando con intensidad por ver quién conseguía el control del momento.

Al final, él en verdad no podía decirle que no.

o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o

«Hospital General Sabaody»

Después de que Bascud volviera a la habitación sólo para informarle que tenía que irse, pero que le llamaría más tarde para checar qué tal iba con lo del alta ─aunque Ace estaba seguro de que su amigo no tenía ningún lugar al que ir─, se quedó por completo a solas con Marco, sin la sensación incómoda de que alguien afuera estaba esperando para poder entrar sin interrumpir. Quizá fuera por eso por lo que Bascud se había ido en primer lugar.

En ése momento se encontraban ambos recostados en la cama, besándose. No habían hecho mucho más que eso después de su discusión, a pesar de que Ace sabía que aún había muchas cosas que debían hablar y aclarar respecto a ellos. Le había dicho a Marco que esto aún no terminaba, y lo decía en serio. Él necesitaba algo de tiempo para arreglar sus inseguridades respecto a su relación. En realidad, ambos lo necesitaban. La distancia entre ellos no podía desaparecer de la noche a la mañana, después de todo, aún si en ése instante no lograba mantenerse lejos de los labios del rubio. Nadie podía culparlo, con todo el tiempo que pasó extrañándolo horriblemente ─bien, no habían sido más de unas semanas, pero se había sentido como una maldita eternidad.

Marco estaba de costado, apoyando un codo en la almohada y con la otra mano situada en su cintura, de vez en cuando deslizándola con suavidad aún sobre la bata de hospital. Él, por su parte, se encontraba sobre su espalda, con su única mano sana enredándose en el cabello del mayor mientras sus labios jugaban unos con otros, entrelazándose como los hilos que componen una tela. Hasta el momento habían logrado mantener todo en un nivel bastante tranquilo, con nada mucho más intenso que unos ocasionales roces de lengua. Aun así, Ace podía sentir que se desmayaría en cualquier momento, y poco tenía que ver con la falta de oxígeno en sus pulmones.

Marco se inclinó un poco más cerca, casi colocándose sobre él, y Ace intentó hacer lo mismo, elevando un poco su torso como para acortar la ya de por sí poca distancia entre ellos, dejando salir un suspiro cuando el mayor le dio una leve mordida a su labio inferior. Quiso regresarle el gesto, pero se vio interrumpido cuando un dolor punzante esparciéndose por su espalda baja le tomó por sorpresa, por lo que no logró reprimir el quejido que escapó de sus labios.

—¿Qué sucede? ¿Estás bien? —preguntó Marco inmediatamente, mirándolo con preocupación.

Ace volvió a recostarse en el colchón, tomando una profunda respiración cuando ése dolor punzante se hizo un poco más fuerte en el segundo anterior a que su espalda reposara en las sábanas por completo. Dejó salir el aire casi con alivio. El dolor seguía ahí, pero era un poco más soportable ahora. En realidad siempre tenía aunque fuera una pizca de molestia presente, incluso con todos los medicamentos que le daban para cesarlo, por lo que se había ido acostumbrando a él.

—Estoy bien —dijo por fin, dedicándole al mayor una sonrisa tranquilizadora—. Es sólo que, bueno, los analgésicos no pueden durar para siempre.

Un segundo fue necesario para que Marco comprendiera bien de lo que estaba hablando r13;y entonces sus facciones parecieron endurecerse como la roca. Ace casi estuvo seguro de haber visto destellos de furia rugiendo a través de sus azules ojos, pero se fueron tan pronto como aparecieron cuando Marco cambió esa expresión asesina por una de culpabilidad y dolor propios. La mano que hasta entonces había permanecido en su cintura se movió para acariciar sus mejillas con delicadeza, apenas rozándole con la yema de los dedos, ahí donde él sabía que aún podían apreciarse signos de los moretones y golpes que le habían quedado tras la pelea. Para ser sinceros, los de su rostro habían sido los más leves.

—Quería matarlos —confesó Marco. Su voz era baja, como un suave susurro, pero la sinceridad impregnada en sus palabras sólo podía ser catalogada como peligrosa—. Cuando me enteré de lo que te había pasado, más aun cuando vi todo el daño que te habían hecho, lo único en lo que podía pensar era en la manera más dolorosa de asesinar a quien quiera que fuera el responsable.

—Marco… —susurró Ace, sorprendido. Era extraño ver a Marco, un hombre que era tan amable y bondadoso, expresar tal declaración sin un solo signo de remordimiento.

—No puedes culparme, se lo merecían. Se lo merecen, de hecho. Ellos pretendían asesinarte, Ace, y si no lo lograron fue sólo porque subestimaron tu fuerza.

—Pero ése es el punto —dijo Ace, apartándole un mechón de cabello rubio de la frente—. Estoy aquí, Marco, todo está bien ahora. En poco tiempo me recuperaré por completo, y ellos tendrán muchas oportunidades de arrepentirse por no asesinarme cuando pudieron, encerrados en la cárcel como los malnacidos que son.

Marco bufó—. Supongo que tendré que conformarme con eso, aunque no sea castigo suficiente.

—Bueno, mejor ellos que tú —replicó Ace, mirándolo a los ojos con seriedad.

Marco no contestó al comentario. En su lugar, se inclinó a plantar un beso en la frente del menor, justo en uno de sus golpes. Quizá él no se lo diría, pero si Ace en verdad hubiera muerto, no tenía idea de lo que habría sido capaz de hacer. Aunque Troy sería su única razón para no arriesgarse a pasar el resto de su vida en la cárcel, él no sería un niño por siempre, y aún si a Marco le tomara años lograrlo, estaba seguro de que no habría dejado la muerte de Ace impune. Después de todo, no podría existir una prisión que fuera peor que ser forzado a vivir en un mundo en el que no estuviera su amado pecoso.

—¿Te duele mucho?

—Es soportable —contestó Ace, yendo a encogerse de hombros antes de recordar que eso también le dolería. Hizo una ligera mueca, y Marco le dedicó una mirada de reprimenda, como diciendo Oh, ¿en serio?—. ¿Por qué no sólo me besas? Me siento mejor cuando lo haces.

El rubio no pudo evitar esbozar una leve sonrisa ladeada—. ¿Estás tratando de distraerme con placeres carnales, Ace?

Portgas abrió la boca con la clara intención de replicar algo, pero luego pareció pensar mejor lo que iba a decir—. Depende, ¿está funcionando?

Marco se echó a reír. En seguida se acercó a besarlo una vez más—. Puede ser.

Ace sonrió—. Vaya, pero qué fácil es convencerlo de que renuncie a un interrogatorio, oficial.

—Bueno, tendrá que disculparme, joven Portgas, pero la verdad es que no puedo negarme cuando un chico tan atractivo y endemoniadamente sexy afirma que requiere atención de mi parte.

—Hmm, ¿debería preocuparme de que un chico aún más atractivo y sexy aparezca en un futuro?

—Endemoniadamente sexy —corrigió Marco, inclinándose a besar las pecas en su mejilla—. Y no lo creo. Tengo al único chico que podría superar a todos los demás justo aquí, así que… No, imposible que aparezca alguien que se le acerque.

Ace soltó un resoplido de risa—. Eres un adulador de lo peor, Marco.

—Me declaro culpable —dijo el mayor, sonriéndole con cariño al momento de plantarle un nuevo beso. Ace pensó por un momento en que si fuera posible, sus labios ya se habrían acabado con tantos besos. No que él se quejara.

o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o

Sabo se removió entre los brazos de su novio. La manta los cubría casi a la altura de los hombros, mientras que toda su ropa había terminado esparcida por el suelo, arrojada lejos en medio de sus prisas.

Después de que habían regularizado sus agitadas respiraciones, Killer lo atrajo a su pecho en un suave abrazo para que acomodara su cabeza ahí, como solía hacer siempre. También como siempre, él rodeó el abdomen del mayor con su brazo y posicionó su cabeza de tal manera que pudiera escuchar los latidos de su corazón.

Todo parecía ser como de costumbre, pero la realidad no podría estar más alejada de ello. El silencio en sí era incómodo, demasiado pesado como para soportarlo, pero al mismo tiempo no hallaba una forma de acabar con él. El mismo abrazo que mantenían aparentaba ser más por costumbre que porque así quisieran estar. La mano de Killer en su cintura permanecía estática, en lugar de deslizarse con suavidad por su piel o hacerle cosquillas, y aun cuando sus dedos eran cálidos el contacto dejaba una fría sensación.

No había suaves y dulces besos posteriores al sexo, ni leves risas ocasionadas por caricias juguetonas. No hablaban entre sí, ni se sonreían. Ni siquiera se veían. Incluso el abrazar a Killer en ése momento no parecía lo correcto, como si el gesto estuviera sobrando en este contexto. Sabo más o menos podía comprender el por qué.

La intimidad había sido diferente en esta ocasión, se había sentido como si fuera todo lo contrario a lo habitual. No era que no lo hubiera disfrutado, o que su novio lo hubiera forzado a algo. Simplemente era diferente. Era demasiado... distante e impersonal. Todo tan rápido, tan egoísta y autocomplaciente. Quizá la palabra vacío encajara mejor con la situación.

Sabo se encogió en su lugar. En realidad no quería pensar en eso. Aun así, internamente se preguntó si Killer lo habría sentido de la misma forma también. Y si era así, ¿se sentía tan extraño e incompleto como él? Probablemente no. No porque Killer fuera un chico insensible o algo por el estilo, sino que ya tenía demasiadas cosas en la cabeza como para preocuparse por algo que parecía tan insignificante a comparación de la condición de su padre. Era bastante obvio que su relación pasaba a segundo plano en esta situación.

—¿Por qué no me lo contaste antes, Killer? —preguntó sin levantar la cabeza de su posición.

—¿Hmm?

—Acerca de tu padre.

Killer guardó silencio. Aunque ya sabía que tendría que enfrentarse a tal pregunta en algún momento, en verdad había esperado que no fuera tan pronto. Soltó un suspiro resignado. Rompió el abrazo que mantenían e hizo el amago de incorporarse. Sabo se retiró de su pecho al sentir el movimiento, y él se posicionó con la espalda contra la pared, una rodilla flexionada hacia arriba y el brazo apoyado en ella. El movimiento provocó que la manta se deslizara, por lo que ahora sólo le cubría los pies, dejando a la vista su ropa interior que era lo único que aún conservaba de su vestimenta.

—Al principio no te conté porque no quería preocuparte, lo de Luffy aún estaba muy reciente y no deseaba agregar más peso a tus hombros con mis problemas. Pero después, cuando ya todo estaba más tranquilo, si no lo hice fue porque... —Killer hizo una pequeña pausa. No sabía cómo expresar la siguiente parte de la oración. Sabo lo observó a los ojos, preocupado, y él supo que en realidad no podía mentirle ni esconderle nada por más tiempo. Tomó una profunda respiración y siguió con su explicación—: porque tenía miedo. Tengo miedo, en realidad. Mi padre es lo único que siempre he tenido en la vida, y desde que me enteré que podía perderlo, siento que mi mundo se está cayendo a pedazos. No quería que tú fueras uno de ellos. No quería que tu recuerdo y la felicidad que me proporcionas se vieran opacados por la situación, que fueran superados por este problema. No quería eso, porque desde el principio tú fuiste lo que me mantuvo en pie; cuando hablaba contigo y escuchaba tu voz, alegre y vivaz, yo podía pensar que todo estaba bien, que nada malo sucedía y que no había sido más que un mal sueño, que pronto estaríamos juntos de nuevo y todo volvería a ser como antes.

»Pero con el tiempo las cosas no hicieron más que empeorar, la enfermedad avanzaba cada vez más y yo sabía que no podría seguir ocultándote la verdad, que si hablaba contigo terminaría por desmoronarme y contarte todo. Temía que mi única vía de escape desapareciera.

—¿Por eso dejaste de llamarme? —preguntó Sabo, de repente comprendiendo ciertas cuestiones del último par de meses— ¿Porque no querías que yo me enterara?

Killer asintió—. Porque si tú lo sabías, entonces todo sería más real, y yo no quería enfrentarlo.

Sabo se quedó callado. Apartó la mirada del mayor y le dio la espalda, sentándose en el borde de la cama con las manos apoyadas a sus lados. No sabía qué pensar. Lo que Killer acababa de contarle le causaba unos cuantos conflictos internos. Bueno, quizá fueran un poco más que sólo unos cuantos. Él podía, en parte, comprender lo que el mayor le había dicho. Pero aun así, si recordaba todo lo que él había pasado y sentido por la indiferencia de su novio en los últimos meses, por su repentino comportamiento distante sin una explicación de su parte y su aparente desinterés por su relación cada vez más grande, él no podía sólo dejar todo eso pasar como si nunca hubiera sucedido.  

—¿Sabo? —preguntó Killer desde su posición, preocupado por el prolongado silencio de su novio.

El menor lo ignoró y se levantó de la cama con rapidez, tomando su pantalón del suelo para comenzar a ponérselo, apresurado. Justo en ése momento no podía soportar estar en una situación que por regla general debería sentirse íntima, mientras que él no dejaba de pensar que más parecían ser un par de desconocidos.

Escuchó a Killer levantarse de la cama en un rápido movimiento, pero cuando intentó tomar su muñeca para detener sus acciones él alejó su mano con un tirón brusco. Se apartó un par de pasos antes de girarse hacia el otro, y aunque intentó mantener una expresión neutral, estaba seguro de que podía leerse el dolor en su mirada.

—¿Me usaste? —No pudo evitar que la pregunta escapara de sus labios, y la verdad no estaba seguro de si quería hacerlo. Los sentimientos se aglomeraban en su interior como una avalancha desatada, abrumándolo.

—¿Qué? —Killer pareció horrorizarse por la pregunta, a juzgar por la expresión de su rostro al escucharlo—. ¡No, por supuesto que no! Jamás ha sido esa mi intención.

—Pero es lo que hiciste, Killer. ¡Tan sólo escucha lo que acabas de decir! Me convertiste en tu vía de escape sin importar el daño que me causaste con ello. Y... ¿Y qué hay de esto? —Hizo un gesto con las manos como para abarcar la habitación—. ¿Qué otra cosa pudo haber sido, eh? Porque no hubo amor aquí, te lo aseguro. Yo no lo sentí. —Sabo se dirigió a juntar su camiseta, tanto por el hecho de querer utilizarla para vestirse como para dejar de mirarlo a la cara—. Querías olvidarte de todo, ¿lo conseguiste? —dijo con amargura.

—Sabo, no… —Casi podía palparse la desesperación visible en los ojos azules del mayor—. Las cosas no son así, entiende por favor. Yo en ningún momento he querido lastimarte. 

El menor cerró los ojos con fuerza, como si con eso pudiera controlar el nudo que se formó en la boca de su estómago—. Ese es el problema, Killer. —dijo con tristeza. "Si me has causado todo esto sin siquiera intentarlo, ¿qué serías capaz de hacerme si quisieras dañarme? Soy tan vulnerable cuando se trata de ti".

—Sabo, por favor...

Killer podía recordar la primera vez que vio una expresión de completo dolor y traición en el rostro de su novio. Había sido en noviembre, cuando apenas comenzaba su relación, aquella noche en que lo había encontrado golpeando a su hermano menor junto a Kid. Después de que Sabo lo perdonó por aquél incidente, él se prometió a sí mismo que jamás volvería a lastimar a su chico de esa forma, con tal de no volver a ver tal sufrimiento en sus ojos.

Pero ahí en esa habitación, cuando Sabo levantó la mirada hacia él, supo que había fallado a su promesa. No era la misma expresión de la primera vez, era incluso peor. Aquella noche por lo menos había rabia y enojo en su mirada, sentimientos que iban dirigidos hacia él. Pero en ése momento, él no lograba captar nada más que un inmenso dolor y tristeza nublando los hermosos ojos que tanto amaba. Fue ese el instante en que su corazón cayó al suelo hecho trizas.

¿Acaso éste era el fin? ¿Sabo terminaría con él? Después de todo, ¿había llegado al límite de lo que podía soportar, de lo que podría perdonarle? ¿Había Killer dañado tanto su relación como para que fuera imposible salvarla ahora? ¿Le había causado tanto daño a él?

Si realmente era así, si Sabo ya no soportaba estar a su lado, no tenía idea de lo que pasaría con él. No tenía cara ni derecho a pedirle otra oportunidad, sabía mejor que nadie que no se la merecía, pero de igual forma no creía sobreponerse a perderlo. Sabo era prácticamente todo lo que le quedaba. Su padre se iría pronto y aunque Kid seguiría ahí para él, estaba consciente de que no sería lo mismo. En realidad, sin Sabo ya nada sería lo mismo jamás. Él era lo único que le daba a su miserable corazón una razón  para seguir latiendo. Si terminaban, él estaba seguro de que en toda su vida, por muy larga que esta pudiera llegar a ser, jamás encontraría a alguien que lo hiciera sentir así, a alguien a quien pudiera amar tanto como a éste chico. Porque Sabo era especial, era el que había despertado una nueva forma de vida dentro de su corazón y su alma, y era imposible que encontrara a alguien que le igualara, mucho menos que lo superara.

Si lo perdía, su vida se convertiría sólo en una sombra vacía de lo que alguna vez fue felicidad. Lo peor era saber que sería su culpa. Que si todo acababa, no habría otra causa que su ciega y egoísta idiotez. Viviría el resto de sus días sabiendo que pudo haber sido feliz junto al chico que amaba, pero que lo había echado todo a perder por no saber manejar una difícil situación. Viéndolo así, sonaba realmente estúpido. Él era indudablemente estúpido.

Si tenía algún respeto por el amor que sentía hacia Sabo, dejaría que se alejara del desastre en que se había convertido su propia vida. En realidad debió haberlo alejado él mismo tiempo atrás, con tal de ahorrarle mucho del dolor que había sufrido hasta ahora. Pero, reiteraba una vez más, su egoísta debilidad no se lo había permitido. Sin embargo, si ahora Sabo estaba a punto de saltar del barco hundiéndose, él no lo detendría. Irónicamente, pensó en que éste era el momento indicado para gritar ¡sálvese quien pueda!

Sabo tomó una profunda inhalación, como si con eso pudiera llenarse de valor para hablar. Pero cuando iba a abrir la boca comenzaron a escucharse unos golpes que parecían provenir de la puerta principal de la casa, interrumpiendo lo que sea que fuera a decir. Dudó un par de segundos antes de tomar sus zapatos del suelo.

—Iré a ver quién toca. Seguiremos con esto después —dijo antes de salir de la habitación.

Killer se quedó solo, con todo el peso de su conversación cayendo sobre su espalda como si las palabras equivalieran a una tonelada de angustia. Se dejó caer en el borde de la cama tras él y enterró el rostro en sus manos con frustración.

—¿Qué se supone que estoy haciendo? ¡Maldita sea!

 o~o

—¡Ya voy! —gritó Sabo mientras bajaba las escaleras, arreglándoselas para ponerse los zapatos en el proceso. Esperaba que no fuera Perona o alguno de sus amigos, porque no sabía cómo podría lidiar con verlos en éste momento. Aún necesitaba despejar su mente después de esa conversación con Killer.

Se pasó una mano por su desordenado cabello en un intento por controlarlo un poco y arregló su ropa antes de abrir la puerta. Al ver a la persona del otro lado, la sorpresa lo dejó paralizado por un momento.

—¿Shachi? —Genial, lo único que le faltaba.

—Hey —dijo el castaño, con cierto toque de nerviosismo y duda matizando su voz.

—¿Qué haces aquí? —Sabo no estaba seguro de si la pregunta había sonado un poco grosera, para la verdad era que no tenía cabeza para preocuparse por ello en ése momento.

—Yo, eh… me enteré de la hospitalización de tu hermano. Quería pasar a ver cómo te encontrabas. Iba a ir directamente al hospital, pero decidí que sería buena idea comprobar si no estabas en casa. Parece que tuve razón —dijo esbozando una leve sonrisa.

—¿Cómo te enteraste?

—Corren algunos rumores en la escuela. Ya sabes, las noticias vuelan. La bibliotecaria me lo confirmó, dijo que no habías ido a ayudarle porque estabas cuidando de tu hermano en el hospital. Había pensado en venir antes, pero… bueno, me faltaba valor.

—Entiendo. —En realidad, Sabo sí entendía. Después de todo, la última vez que había hablado con él terminó por darle un puñetazo en el rostro.

—Y, ¿cómo se encuentra él?

—Está mejorando, lo dejarán salir del hospital esta tarde y continuará con su recuperación en casa.

—Me alegra escucharlo —dijo el menor con una pequeña sonrisa sincera.

Sabo se removió incómodo—. Agradezco tu preocupación, Shachi, pero en éste momento estoy un poco atareado…

—En realidad —Shachi lo interrumpió antes de que pudiera seguir con su intento de despedida—, también quería disculparme por lo que sucedió la última vez que hablamos. Sé que me comporté como un cretino, y de verdad lo lamento mucho. Yo sólo… perdí el control, pero te aseguro que no volverá a suceder. No me gustaría que ése fuera el final de nuestro trato.

Sabo no pasó por alto el hecho de que Shachi evitara definir su relación como amistad. Soltó un suave suspiro—. Shachi, en verdad este no es un buen momento para hablar al respecto…

Cuando la mirada del menor dejó de verlo para quedarse clavada en algo detrás de él, Sabo casi pudo haber hecho una mueca de frustración. Giró el rostro sólo para comprobar por sí mismo que Killer iba bajando las escaleras, ahora completamente vestido. El rubio mayor también había reparado en la presencia de Shachi, y le dedicaba una mirada curiosa mientras pasaba el último peldaño para acercarse a ellos.

Este era un buen momento para que un rayo cayera sobre él y lo partiera en dos. Internamente se preguntó qué horrible acto inhumano había hecho en alguna vida pasada como para tener que pagar con esto. Frenó el impulso de frotarse las sienes como si tuviera un dolor de cabeza, aunque en realidad poco faltaba para que así fuera. Bueno, Dragon siempre le había dicho que a mal paso, darle prisa.

—Killer, él es Shachi, un amigo que conocí en la escuela —dijo al momento en que el mayor se posicionó a su lado—. Shachi, él es Killer. Mi novio.

Después de eso, Sabo pudo captar el segundo exacto en el que la expresión en el rostro de su amigo se endureció, como si estuviera esforzándose para parecer inexpresivo. Si Killer lo notó también, no dio señal de ello.

—Es un gusto. —Killer le tendió la mano al castaño, quien la miró como con indecisión.

Por un instante Sabo creyó que lo dejaría con la mano extendida, pero entonces Shachi la estrechó. Quizá fuera sólo la imaginación de Sabo, pero le pareció que había cierta tensión en los músculos de ambos implicados en el gesto. Decidió no darle demasiada importancia.

—¿Puedes esperar en el comedor? Voy en un momento —le pidió a Killer una vez que las presentaciones habían concluido.

—Claro. —Killer le sonrió con dulzura y plantó un suave beso en su cabeza antes de retirarse.

Shachi apretó la mandíbula al ver el gesto, obligándose a tragarse cualquier comentario que pasara por su mente hasta que el tal Killer desapareció de su vista y Sabo volvió a girarse hacia él.

—No tenía idea de que había vuelto —comentó entonces.

—Sí, yo tampoco —murmuró Sabo para sí mismo, tallándose la nuca con una mano—. Escucha, Shachi…

—¿Qué fue lo que te hizo? —interrumpió el menor, observándolo con el entrecejo fruncido.

—¿Disculpa?

—¿Qué te hizo?

—Él no me ha hecho nada, Shachi —contestó Sabo, desconcertado por el giro de la conversación.

—No me mientas, Sabo. Por favor no lo hagas.

—No lo hago —insistió, empezando a ponerse un poco nervioso.

—¿Ah, no? —Shachi dio un desafiante paso al frente—. Tu hermano va a salir del hospital esta tarde y tu novio acaba de volver de donde demonios se encontrara, tienes dos razones para estar desbordando felicidad y mírate, estás muy lejos de ello. Así que no intentes convencerme de que él no te ha hecho nada, porque tus ojos dicen otra cosa.

Sabo tragó saliva. Dio un paso fuera de la casa y cerró la puerta casi por completo, como si estuviera tratando de mantener a Killer lo más ajeno a la conversación posible.

—No es de tu incumbencia, en todo caso.

—¿Te parece? Porque, siendo que estoy enamorado de ti, yo creo que sí lo es.

Sabo dio un respingo. A pesar de que Shachi ya le había aclarado sus intenciones para con él, no llegó a ser tan directo como en ése momento. Rogó en su interior que Killer en verdad no estuviera escuchando esta plática.

—Por favor no sigas con esto.

—Sabo, yo estoy aquí, yo puedo… —Shachi se adelantó a sujetar su mano entre las suyas propias—. Si él ya no te hace feliz, entonces yo…

—¡Para! —espetó el mayor, librándose de su agarre con prisa—. Para, ¿quieres? Basta ya. —Se pasó una mano por el cabello con frustración. Esto en verdad no estaba ayudando mucho a su humor—. Sí, tal vez estés en lo cierto, estamos en un mal momento ahora y tenemos problemas, ¡todas las parejas los tienen! Podemos solucionarlos. Y, de hecho, me gustaría hablar con él ahora así que, ¿podrías dejarnos solos? Nos veremos después.

Shachi sujetó su muñeca antes de que él pudiera volver a entrar en la casa y cerrar la puerta.

—No pienso irme y dejarte con él, podría pasar cualquier cosa.

Sabo bufó—. Es mi novio, Shachi. No me hará daño.

—En éste momento no te creo eso, y por lo que veo ni tú mismo lo haces. Puedo ver el miedo en tu mirada.

—No le tengo miedo —replicó, mordiendo el interior de su mejilla sin darse cuenta.

Shachi elevó una ceja al ver el gesto—. Quizá no a él, pero sí a lo que puede causar en ti. ¿O me equivoco?

Sabo no contestó a esa afirmación y desvió la mirada hacia otro lado. Era cierto que en ése momento se encontraba algo sensible, y sí, hacía cosa de nada que había pasado por su cabeza la duda del daño que Killer podría causarle sin siquiera intentarlo. Pero, de alguna forma, el que Shachi presentara ese hecho como una razón para que terminara con Killer, le molestaba.

—Es parte de un todo, y pase lo que pase, lo sacaremos adelante  —dijo al fin, aunque más pareció una declaración para sí mismo que para su acompañante.

Shachi frunció el ceño—. ¿Por qué te empeñas en intentar arreglar algo que al parecer ya no funciona? —preguntó con un toque de impaciencia en la voz.

—Porque... —Sabo dejó escapar un leve resoplido de risa, como si acabara de entender algo muy importante—. Porque lo amo demasiado como para dejarlo ir sin luchar por él.

Probablemente, Sabo no se percató de la expresión desilusionada en el rostro del castaño—. ¿No hay nada que yo pueda hacer al respecto?

El rubio le dedicó una suave sonrisa de disculpa—. No Shachi, no lo hay. Él ya es parte de mí.

Soltó un suspiro derrotado—. Entiendo. —Entonces, cuando Sabo relajó su postura, Shachi aprovechó para volver a abrir la puerta y entrar en la casa, yendo directamente a donde supuso que estaría el comedor.

—¡Shachi! —exclamó Sabo apresurándose a ir tras él.

—Tú tienes mucha suerte, ¿lo sabes? —dijo en cuanto tuvo a Killer enfrente, quien se había levantado de su asiento al verlo acercarse.

—¿Disculpa? —preguntó el mayor. De reojo notó que Sabo se detuvo a la espalda del castaño.

—Shachi, ya deja el tema por favor.

El menor ignoró a su amigo—. Tienes más suerte de la que te imaginas, por tener a este increíble chico para ti —dijo extendiendo una mano en dirección a Sabo—. Quizá más de la que te mereces.

El rostro de Killer se volvió inexpresivo—. Créeme, lo sé.

—Bueno, pues más te vale que sepas apreciarlo. Y no me importa lo que te haya pasado o no, no lo sé ni me interesa saber, pero ni se te ocurra hacerlo sufrir más de lo que ya ha sufrido hasta ahora, no te atrevas a romper algo tan hermoso, porque te aseguro que no faltará quien quiera venir a reparar los daños.

El mayor frunció el ceño—. ¿Es una amenaza o una advertencia?

Shachi se encogió de hombros—. Tómalo como quieras, yo sólo te informo. Sobre aviso no hay engaño. —No esperó una respuesta por parte del otro y se dio la vuelta, acercándose a un muy sorprendido Sabo—. Perdóname.

El rubio lo miro con confusión—. ¿Por qué?

Shachi sonrió con culpabilidad. Antes de que Sabo se diera cuenta, lo había tomado del cuello de la playera para acercarlo a él y plantarle un beso en los labios.

No pasaron ni tres segundos antes de que sintiera un tirón en el cuello de su camisa, para después verse separado del rubio y ser empujado con la espalda contra la pared. Soltó un leve jadeo al sentir el golpe.

—No vuelvas a hacer eso si es que aprecias tu vida—gruñó Killer, presionando el antebrazo contra su cuello, como si estuviera tratando de decidir entre si debía cortarle la respiración o no. Shachi jamás lo admitiría en voz alta, pero tenía que aceptar que el brillo furioso en sus ojos era bastante atemorizante.

—¡Killer, basta! ¡Suéltalo!

A regañadientes, el mayor lo dejó libre y se alejó de él, aunque eso no significaba que parara de enviarle esa mirada asesina que bullía en sus pupilas. Aun así, Shachi no se arrepintió de su acción.

—Será mejor que te vayas ahora, Shachi —dijo Sabo, dedicándole una mirada de reprimenda.

Shachi asintió. Miró a Killer una última vez, como para informarle que no le temía y que su reto seguía vigente, antes de dirigirse a la salida sin volver a pronunciar palabra.

Después de que la puerta principal se cerrara dejándolos solos, el silencio volvió a ser tan pesado como rato atrás cuando estaban en la habitación. Sabo ya se estaba cansando de sentirse de esa forma.

—Yo…

—Es mi culpa, ¿verdad? —dijo Killer de repente, dejándose caer en el sofá de la estancia más cercano a él.

—¿A qué te refieres? —preguntó el menor, confundido, sin moverse de su lugar.

Killer esbozó una triste sonrisa—. Sé que lo sientes también, que no es igual ahora, que hay mucha distancia entre nosotros, como una gran barrera en medio. Y yo fui el que la puso ahí.

Sabo se mordió el labio inferior, desviando su mirada hacia el suelo—. Supongo que fuimos los dos.

Aunque dijera eso, Killer sabía que toda la culpa la tenía él, pues sin importar cómo se desarrollaran las cosas, él les había dado inicio.

—Maldición —masculló con frustración, enterrando las manos en su larga cabellera. Aún estaba pensando en la imagen de ése chico atreviéndose a besar a Sabo justo frente a él. ¿Qué habría pasado si no hubiera sido un beso robado? ¿Qué hubiera hecho él, en el caso de que Sabo lo dejara por irse con otro, con alguien que sí lo cuidara como debería? ¿Qué sería de él entonces?

—¿Killer? —preguntó el menor, acercándose un par de pasos al otro.

El nombrado apartó la mirada, intentando tragarse el nudo que se había formado en su garganta al pensar aquello—. Tenías razón —dijo entonces, dejando caer las protecciones que con mucho esfuerzo había construido a su alrededor—. En todo lo que dijiste antes. Soy un cobarde, lo sé, lo he sabido todos estos meses, pero aun así no hice nada para remediarlo. Y lo que pasó en tu habitación, lo que hice ahí… —sacudió su cabeza a modo de negación—, ¿cómo se supone que voy a perdonármelo?

—Eh, no fue tu culpa. —Sabo se sentó a su lado en el sofá y le retiró las manos del rostro para que dejara de cubrírselo con ellas—. La verdad es que yo no tenía derecho a reclamarte por eso, tú no me obligaste a nada.

—Te manipulé —insistió el mayor, evitando mirarlo directamente, como si creyera que no lo merecía—. Lo sabes, pude verlo en tus ojos antes. Todo el dolor que te he causado, yo... —Killer negó con la cabeza de nuevo—, no puedo pedirte que me perdones por ello. No sería justo.

—Entonces es una suerte que no tengas que hacerlo —dijo Sabo, mirándolo con seriedad.

Killer no pudo ocultar su expresión de sorpresa. Después de mirar a los ojos azules de su novio por unos segundos, dicha expresión pasó a ser una de triste confusión—. No entiendo, ¿por qué eres así conmigo? No he hecho nada para merecerlo. No he hecho nada para merecerte.

Sabo esbozó una leve sonrisa y posó su mano en la mejilla del mayor, acariciándole con su dedo pulgar—. Esto no se trata de merecer, Killer. Se trata de amar. Y yo te amo, por más irracional que parezca. Ese es mi porqué y la única razón que necesito para quedarme a tu lado. Así que no esperes que salga corriendo sólo porque las cosas se han vuelto un poco complicadas, porque eso no va a pasar. No vas a deshacerte de mí con tanta facilidad, si eso es lo que esperas.

—Como si yo quisiera deshacerme de ti. —Killer rodeó el cuerpo de su novio con ambos brazos y lo atrajo hacia él en un apretado abrazo, hundiendo el rostro en el hueco de su cuello. Por alguna razón, ese sitio parecía ser el más tranquilizador del mundo—. Lamento con toda mi alma haberte hecho sufrir, Sabo. Sé que no es una excusa el decir que no era eso lo que pretendía, porque después de todo el daño ya está hecho, así que sólo me queda demostrarte lo mucho que me arrepiento por haberme dejado llevar. Tenía tanto miedo dentro de mí que dejé que me dominara y... me perdí.

—Entonces tendrás que enfrentarlo, Killer —dijo Sabo, apoyando la frente en el pecho del mayor—. No puedes seguir utilizando a los demás como si fueran una barrera contra los problemas. Los escudos no son indestructibles, sólo acumulan daño, una y otra vez, golpe tras golpe tras golpe, hasta el momento en que ya no pueden soportar más y sucumben. Es ahí cuando todo termina, y ya no hay vuelta atrás.

Sabo se separó del otro lo suficiente para sujetar su rostro entre sus manos, logrando así que lo mirara a los ojos. Él no sabía lo que expresarían los suyos, pero los ojos azules de Killer eran un mar de emociones distintas. Había dolor, arrepentimiento, frustración, y muchas cosas que no estaba seguro de poder descifrar.

Sin darse cuenta, unas pequeñas lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas. De alguna forma, el saber que no era el único en esta situación  que llevaba un huracán dentro del pecho, le quitaba un gran peso de encima.

Se lanzó a abrazar el cuello del mayor, sin importarle que para ello tuviera que colocarse a horcajadas sobre su regazo.

—No sabes cuánto sufrí pensando que tal vez estabas dejando de amarme, o cansándote de la situación. Que lo nuestro tarde o temprano se vendría abajo y que yo no podría hacer nada para evitarlo. ¡Dios, Killer! Te amo tanto que la idea de que tú no lo hagas, duele demasiado.

Killer se mordió el labio inferior con culpabilidad. Tendría que invertir un gran esfuerzo para sanar el daño que había causado en su chico, pero él no estaba dispuesto a dejarlo todo como estaba. Haría a Sabo tan jodidamente feliz, que él no tendría que volver a pensar en cosas como que su relación estuviera a punto de terminar.

Rodeó su cintura con ambos brazos y lo atrajo a su cuerpo tanto como era posible—. Te amo, Sabo. De eso no dudes jamás.

—Entonces no me hagas dudarlo, idiota —reclamó el menor, escondiendo la cabeza en su hombro. Killer alcanzó a sentir cómo se humedecía su playera con las pocas lágrimas que aún corrían de los ojos de su novio. Acarició su cabello con suavidad, permitiendo que se desahogara tanto como quisiera.

—Lo lamento tanto. No lo volveré a hacer, y esa no es una promesa que en algún momento vaya a romper. Te he decepcionado demasiadas veces hasta ahora, como para permitirme a mí mismo hacerlo de nuevo. —Sostuvo la cabeza del menor con ambas manos y se separó de él para plantarle un suave beso en la frente al tiempo en que sus pulgares borraban el camino que las lágrimas habían trazado en sus mejillas—. Así que, hay que derrumbar esa barrera. Juntos.

Sabo sonrió, tomando una profunda inhalación para terminar de tranquilizarse, y asintió—. O saltar sobre ella.

Killer le regresó la sonrisa y apoyó su frente con la del menor. Después de haber pasado tanto tiempo sin haberlo visto, no podía ni siquiera pensar en la posibilidad de alejarse de él, sin importar cuál fuera la razón para ello. Él haría cualquier cosa, con tal de que su relación continuara creciendo por mucho más tiempo.

—O saltar sobre ella.

«Voy a poner mi esperanza en nosotros
Sé que este amor va en la misma dirección
Hacia arriba»

Continuará…

Notas finales:

¡Les prometo que en el próximo capítulo habrá LawLu y ZoSan! ¡Por favor no me maten! T.T

Bueno, espero que el capítulo les haya gustado. Killer también les pide que no lo asesinen T.T Si lo asesinan no podrá remediar sus problemas con Sabo...

¡Ah! Casi lo olvido. Aquí les dejo el link de la canción Up, cantada por Olly Murs y Demi Lovato, por si la quieren escuchar ^-^ Yo opino que va perfecta con éste capítulo :3

¡Oh, ya estamos en el review 134! ¡Qué bien! Recuerden que habrá un premio para el review 150 :3 

En fin. ¡Muchas gracias a todos por leer! Espero sus comentarios con sus opiniones, sugerencias o puntos de vista sobre la historia. No olviden que todo se acepta mientras sea con cortesía ^-^

¡Nos vemos en el próximo capítulo! 

Misa-chan~


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