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Ni tan solo, ni tan acompañado por Lunny

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Notas del capitulo:

Los personajes no me pertenecen, ni las canciones expuestas en este fic.

La mirada de aquel rubio rebelde se encontraba perdida en el inmenso y profundo techo de su nueva, temporal y solidaria habitación. Se mantuvo quieto, no movió ni un pelo, ni siquiera su respiración ofuscaba el ambiente tranquilo del lugar. Asimismo, su cuerpo se hallaba sumido en un relajo exquisito. Sentía millones de hormigas caminar por cada parte de su cuerpo: los brazos, las piernas, el pecho, hasta percibía a los bichos en su cerebro. Era tal el relajo que sonreía gustoso. Aquel cigarro que le proporcionó Kakashi realmente aflojaba todas sus tensiones. Llegó a dejar de lado, por unos segundos, los problemas que opacaban su vida. Y no porque deseara realmente arrinconarlos en un sector invisible de su mente, para qué, él sabía muy bien que no podía escapar de los dramas. Sin embargo, la distorsión que sentía en ese preciso momento hacía que descuidara los malos recuerdos.

 

Sonrío un par de veces al percibir una mancha en el techo. No sabía qué era, exactamente, lo que le daba gracia, pero no podía detener las risas. Las contracciones en su rostro a causa de la marihuana hicieron que se levantara de golpe al no poder evitarlas. Reía y reía, como si no creyera en un final. Era tanta la carcajada que el de pelo blanco lo fue a visitar: no dejaba dormir a nadie. Ni a él, ni a su pareja, Obito.

 

-Maldición, Naruto… -exclamó el mayor mientras fregaba la diestra contra su cabello desordenado. Se apoyó en el costado de la puerta y cruzó los brazos por encima del pecho. Observaba al menor de una manera particular: molestia y pena. Sabía el porqué de tanta risa: al fumar marihuana, la sangre absorbe el THC llevándolo hasta el cerebro, donde se combina con los receptores cannabinoides, activando así el sistema mesolímbico y provocando que el cerebro libere dopamina y endorfinas –hormonas de la felicidad- por eso mismo el joven reía desesperadamente, sin embargo, las personas que se destacaban por carcajear tanto cuando estaban voladas, eran las que más reprimían sentimientos –la risa se convierte en una forma de desahogarse-

 

El dueño de la casa suspiró pesadamente y fue directamente hacia el rubio: aquel lo observó al contrario un treinta por ciento –ya saben, la marihuana hace que tus ojos se encojan y se vuelvan rojos-

 

-Kakashi, jamás me había sentido tan jodidamente bien ¿qué me diste? –inquirió entre risas.

 

Ni siquiera esperó la respuesta del ajeno. Se levantó y comenzó a bailar: pasos simples.

 

-Because I'm happy. Clap along if you feel like a room without a roof. Because I'm happy –el rubio empezó a cantar.

 

El mayor no creía lo que estaba pasando. Se llevó la diestra al rostro en una acción sorprendida.

 

Él bailaba de lo más feliz en esa pequeña y estrecha habitación. Se movía hacia delante y hacia atrás, flexionaba los brazos de un lado a otro. Los alzaba y saltaba como un niño.

 

-¡Porque estoy feliz! –pronunció pegado al ritmo. Ese grito fue suficiente para despertar a la pareja del dueño de casa.

 

No tardó en llegar. Él estaba igual de desordenado que Kakashi.

 

-¡Yo conozco esa canción! –contestó el de pelo negro animado mientras apuntaba al rubio. Éste se unió a la felicidad de Naruto e imitó sus pasos y frases.

 

-¿Estás de coña, Obito? –inquirió el más tranquilo con un gesto molesto en el rostro.

 

-¡Yo también estoy feliz, Kakashi! Because I'm happy –sonrío y jaló de los brazos al de pelo blanco.

 

El rubio empezó a reír nuevamente mientras intentaba ordenar su descontrolada boca para poder seguir con la canción.

 

-¡Porque estoy feliz! –se asomó por la ventana y estiró los brazos, como si creyera que fuera del departamento hubiese un centenar de personas escuchándole y animándole.

 

Obito empezó a aplaudir al lado de Naruto.

 

- Clap along if you feel like happiness is the truth –cantó el de pelo negro y animó a Kakashi con la mirada para que se uniera a la espontanea felicidad. Él negó y sólo suspiró pesadamente. Dale cuerda a su novio era tener una noche sin descanso.

 

-Obito, detente… -advirtió el mayor.

 

Naruto se lanzó encima de Kakashi y le agarró la boca entre los dedos. Frunció el ceño mientras mantenía una sonrisa divertida.

 

-¡No seas gruñón, Kakashi! No puedes… -se quedó callado.

 

Ambos quedaron extrañados por ese repentino silencio. Por otra parte, Naruto seguía taciturno, como si observara algo demasiado interesante. Sus sentidos parecían obsoletos.

 

-Hey, Kakashi ¿qué le ocurrió?

 

-Maldición, se quedó pegado.

 

-¡Aaah! –Río- me cae bien tu pequeño amigo. ¿Cómo lo conociste? –inquirió acercándose a los dos.

 

-Es una larga historia… -separó la mano del ajeno y pasó repetidas veces la diestra por encima de su rostro intentando captar la atención del volado Naruto.

 

Luego de unos segundos, reaccionó.

 

-Oh, me di cuenta que quiero ser cantante –contestó como si hubiese pregunta para esa revelación que manifestó. Sonrío y miro al de pelo negro- tengo hambre…

 

Pudo percibirse una gota de sudor caer por la mejilla del dueño, mientras que en Obito sólo habitaba una sonrisa comprensible.

 

Ambos adultos se dirigieron a la cocina, dejando al rubio con una libreta y un lápiz. Se había inspirado y, Obito como músico, no dejaría que la inspiración de algún futuro artista se disipara.

 

El de pelo negro se sentó en el mesón que había en la habitación mientras Kakashi se preparaba para cocinarle algo a su querido huésped. La pareja más infantil le contempló un momento, esperando que el otro correspondiera su ojeada. Al no recibir respuestas, decidió ir de una a captar la atención de su novio.

 

-¿Qué le ocurre a ese niño? Sólo me explicaste que no tenía donde quedarse hoy… -se mantuvo en silencio- ¿hay algo que no sé? –volvió a cuestionar. El de pelo blanco sólo mantenía sus ojos y atención en el alimento que estaba procesando para el rubio.

 

Al músico no le gustó aquella acción de parte de él, así que lanzó una toalla directamente a la cabeza del albino.

 

-¡Respóndeme, maldición! –exigió infantilmente.

 

-No es un tema que nos compete, Obito.

 

El contrario lanzó un estropajo.

 

Kakashi carcajeo. Podría decir que le encantaba esa actitud infantil del contrario. Sin embargo, algunas veces las situaciones de ajenos no podían ser develadas. En especial, si eran tan delicadas como la que vivía Naruto.

 

-Vale, entiendo… no puedes contarme –se rindió.

 

El de pelo negro se acercó por atrás a Kakashi y lo abrazó desde la cintura. Él era más bajo así que podía cargar perfectamente la mejilla en su enorme y formada espalda, además, se encontraba sin camisa y eso le provocaba levemente.

 

En otra parte del departamento, se encontraba Naruto, quien se esmeraba escribiendo una canción, pero no eran nada más que garabatos lanzados por un volado sin razón alguna. El fin de la canción eran las sensaciones combinadas: tristeza y felicidad. Los dos extremos de todas las emociones de las personas, pero no tenía lógica. Parecían frases dictadas por diversas ideas que Naruto no lograba entrelazar.

 

-¡Ah, no se me ocurre nada más! –rio.

 

Obito se adelantó y se asomó la cabeza por la puerta.

 

-Hey, Naruto ¿sabes tocar la guitarra? –inquirió curioso.

 

-No, para nada. Soy nulo ante los instrumentos –volvió a reír algo decepcionado de sus nulas habilidades.

 

-¿Te enseño? –propuso con una enorme sonrisa en sus labios.

 

-¿Podrías? –Naruto abrió los ojos a la vez llegando a levantarse de la cama.

 

-¡Claro! Es demasiado simple –guiñó un ojo- Mañana empezamos ¿vale?

 

-No creo que pueda… debo irme. No quiero molestarlos –agachó la cabeza unos centímetros frunciendo los labios.

 

-No te preocupes por eso. De hecho, puedes ayudar en el bar –indicó tranquilamente.

 

-¿De qué hablas? –entrecerró los ojos.

 

-Ayudar en el bar. Tengo entendido que tienes dieciocho ¿no? –sonrío.

 

Naruto asintió.

 

-Arreglado –afirmó con la cabeza y se aproximó a este- hay un coro que me encanta de una canción, es así: -arregló su garganta antes de cantar. Su voz era suave, parecía de balada. Bastante aguda, agarrando tonos femeninos en algunos momentos, pero sin dejar su masculinidad de lado- “Se hacen eternas cuando las hieren, y siempre viven y nunca mueren. Cuando se duermen son indefensas y se despiertan cuando las piensas. Si las atacas y las defienden, las más valiosas nunca se venden. Alcanzan todo lo que deseas, así de grandes son las ideas” –cantaba mientras chocaba sus manos con el umbral de la puerta y aplaudía de vez en cuando, era su forma de darle ritmo a lo que entonaba.

 

Naruto se quedó atento escuchándolo. Ese sujeto sí que cantaba bien. Era grandioso.

 

Por otro lado, en una esquina del pasillo estaba Kakashi escuchando la pequeña charla entre esos dos saltamontes emocionados por la música. No puedo que en su rostro se dibujara una sutil sonrisa.

 

-Canta conmigo, Naruto –sugirió mientras cogía las manos y las chocaba entre sí. Deseaba que el otro atrapara el ritmo que había creado.

 

El rubio se dejó llevar y lo logró.

 

-Se hacen eternas cuando las hieres… -en su inicio parecía dudoso, pero después abandono el nerviosismo. Estaba entusiasmado ante a la idea de aprender a tocar guitarra y lograr componer sus propias canciones.

 

Si bien, el rubio jamás había pensado en ser cantante, pero cuando se encontró con ese chico en la calle, aquel que tocaba la guitarra tan sumergido y concentrado. Él no deseaba ser como ese sujeto, pero sí anhelaba lograr expresar sus reprimidos sentimientos a través de la música. Se podría decir que aquel tipo había inspirado al rubio a ser alguien y algo.

 

El albino interrumpió el contexto musical de ambos. Colocó un plato al frente de Naruto: un pan con queso derretido.  

 

-Mañana empiezas. El bar abre a las tres de la tarde –emitió seriamente. Luego de ello, miró a su pareja e indicó con la mirada hacia la puerta.

 

El otro asintió manteniendo la sonrisa en los labios.

 

-Vale. ¡Buenas noches, Naruto! –Se despidió agitando la diestra- ¡Éxito! –Elevó el puño- Recuerda, las ideas son eternas, siempre viven y nunca mueren, se despiertan cuando las piensas y las más valiosas nunca se venden.

 

Ambos dejaron a Naruto en la habitación. Después de todo, eran las tres de la mañana.

 

El rubio ya no se sentía opacado por el efecto de la droga. Estaba entrando a su realidad contextualizada, a la que tenía que vivir a cada segundo. Sin embargo, había algo en su interior que le hacía sentir diferente.

 

Devoró el pan y se marchó a dormir.

 

Podríamos decir que se despertó no de la mejor forma, pero sí estaba estable. Sentía la boca seca y tenía un ligero cansancio en las piernas.

 

-¿Qué hora será? –preguntó vagamente mientras intentaba abrir los ojos. Le costó, pero luego de los segundos, los cuales fueron usados para revolcarse en la cama buscando la manera de salir, logró abrirlos llevándolos directamente hacia el reloj de mesa que había a un costado de la cama- ¿¡las diez de la mañana!? ¿Esto es una broma? –no entendía como se había despertado tan temprano. Él no era así. Pero bueno, de alguna forma tenía que aprovechar el tiempo, además entraba al trabajo a las tres de la tarde, por lo que tenía tiempo suficiente para desarrollar alguna actividad productiva.

 

Se levantó pesadamente y fue directamente al baño. Se dio cuenta que en el departamento no había nadie. Estaba completamente solo. Eso quería decir que podía hacer lo que quisiera, aunque sea por un momento. Salió del baño decidido.

 

Su siguiente parada fue el salón. Prendió la radio y conectó su iPod al artefacto. Buscó la canción y la colocó al máximo volumen.

 

Miró hacia el frente cuando empezó la canción. Era una batería la que daba inicio a la música.

 

-I saw her dancing the by the record machine. I knew she must have been about seventeen. ¡Oum! -intentó adoptar un tono rasposo, aunque el suyo fuera un poco más agudo, casi neutral- the beat was going strong. Playing my favorite song. And I could tell it wouldn’t be long. Till she was with me, ¡Yeah, me! And I could tell it wouldn’t be long. Till she was with me, ¡Yeah, me! –Se subió al sofá y apretó el puño para que se asemejara a un micrófono- ¡Sining! ¡I love rock n’ roll. So put another dime in the jukebox, baby! ¡I love rock n’ roll! ¡So come on take your time and dance with me! –chilló y saltó del sofá.

 

Era una mañana grandiosa para el rubio. No se había despertado de esa forma en mucho tiempo. Y ahora podía hacerlo cada día de su vida, ya que no vivía con sus corruptos padres.

 

-¡A la mierda los padres, maldición! –Gritó y alzó el puño con fuerza- ¡No dejaré que ningún bastardo opaque mi futuro! –fue directamente al balcón. Tenía la música al máximo volumen, así que lo único que escucha el rubio de la canción- ¿Escuchan mi voz, pendejos? ¡No dejaré que ningún maldito me joda! –Apoyó las manos en el barandal e inclinó el pecho hacia delante- ¡qué les den a todos los hijos de puta! –levantó el dedo del medio a los presentes, quienes sólo eran unos pequeños que jugaban por el condominio. Obviamente, Naruto no se había dado cuenta de que presenciaban su show liberador. Uno de los infantes dejó caer su chupete al escuchar lo exclamado por el rubio. ¡Eran muchas palabras malas!

 

Naruto sonrío incómodamente y se pasó la mano por la cabeza. Había olvidado que el departamento de Kakashi quedaba en el segundo piso.

 

El rubio decidió retirarse lentamente y de espaldas. Sin esperarlo chocó con una figura pesada. Deseaba que fuera una cosa, pero no lo era, aquel objeto era el cuerpo de Kakashi.

 

-Ehh… -se atrevió a pronunciar un quedo sonido. Paulatinamente se dio vuelta para encontrarse con el rostro serio del mayor. Tragó saliva y retrocedió unos cuantos pasos.

 

-Naruto… -exclamó silaba por silaba. Arrastraba un tono adusto.

 

Estoy en líos pensó el rubio.

 

Pero, como cada historia tiene un hada madrina, llegó Obito para relajar la situación. Éste colocó la mano encima del hombro de su pareja y sonrío.

 

La pareja había salido a comprar un par de víveres para el departamento y a ejecutar unos cuantos trámites con respecto al bar. Sin embargo, no estaban ellos dos solamente. Sino que, un tercero de cabello castaño y largo, había presenciado su show manumisor.

 

Naruto le prestó atención, a pesar de estar a punto de morir por las miradas intimidantes del dueño del bar. Era un chico bastante apuesto. Parecía de la misma onda de Kakashi. Un rockero más.

 

-Naruto, te presentamos a Neji. Él es, bueno –carraspeó- será un futuro colaborador en el bar. Se encargará de la música –se aproximó al rubio- él también es músico. Toca la batería y el bajo, y como todos, la guitarra.

 

-No como todos, Naruto no sabe tocar la guitarra –añadió el albino aun atrapado por el enojo.

 

El menor miró con los ojos entrecerrados al mayor, pero rápidamente se arrepintió y hundió la cabeza entre los hombros.

 

Obito sólo rio.

 

-Él aprenderá –asintió convencido mientras acariciaba el cuello del mayor con su dedo índice- no seas tan cruel.

 

-¿Acabas de ver lo que hizo, no? De hecho no sólo tú, sino todos –gruñó levemente.

 

Neji no se sentía incómodo ni nada por el estilo, pero él había ido a hablar sobre el contrato. Éste tosió sutilmente para llamar la atención de los encargados.

 

-¿Entonces? –preguntó el castaño.

 

-¡Ah! Cierto, hay que hablar, Kakashi –emitió el músico. Antes de retirarse del lugar le sonrío a Naruto.

 

-Después hablaremos de lo ocurrido, Naruto –avisó el albino e hizo lo mismo que su pareja. Los negocios esperaban.

 

El rubio se quedó para adentro. Completamente arrepentido de su actitud. Tenía que portarse bien, después de todo esta no era su casa. Apretó los labios y se retiró al balcón nuevamente. Iba a fumar, aquello lo tranquilizaría.

 

En otro lado del departamento, estaban Neji, Kakashi y Obito hablando sobre los planes que tenían con respecto al bar. El castaño se encontraba tranquilo, mientras que el albino intentaba dejar a un lado el repentino enojo, en cambio, Obito, se mostraba sonriente ante su visita.

 

-Dime, ¿ese tipo que mencionas es bueno? –preguntó el más animado de los tres.

 

Neji aceptó con la cabeza.

 

-Lo es. Además, es conocido en la ciudad –agregó tranquilo mientras cogía la cerveza que le habían ofrecido.

 

-Es tan conocido, que yo ni siquiera sabía de su existencia –contestó irónico el albino. Obito sonrío nervioso ante ese comentario y le dio un pequeño pellizco por debajo a su pareja.

 

-Ignóralo, está alterado por lo sucedido con Naruto –intentó arreglar el mal comentario de su amante.

 

-No importa, sé que les gustará. Se llama Sasuke –expresó sosegadamente dándole otro trago a su cerveza- lo conocerán esta noche.

 

-Sí, es viernes… siempre se llena los fin de semana –añadió Obito con una súbita mueca de cansancio- Dime, ¿tú tocas con él, cierto?

 

El interrogado asintió.

 

-Veras, la banda que contratamos anteriormente, nos falló en uno de los días más importantes del bar. Era el aniversario y teníamos como plan una noche entera de clásicos de los ochenta, pero nos quedamos sin entretención y, bueno, ya sabes cuál es la consecuencia de ello –explicó el de cabello negro mientras negaba con la cabeza.

 

Neji iba a contestar, pero el albino lo interrumpió.

 

-Mira, la cosa es sencilla. Hoy tocarán, si a la gente les gusta, se quedarán, sino, no habrá contrato –sentenció el mayor.

 

Obito lo observó un tanto complicado. No le gustaba ver a su novio tan severo ante las visitas, en especial si iban a ser colaboradores en el bar, pero poco podía hacer, Kakashi era así cuando se trataba de su preciado local.

 

El castaño aceptó. No iba a perder una oportunidad de sacar de las calles a Sasuke. Si bien, era conocido entre la gente, pero aquello no le daba el suficiente dinero para vivir en un lugar, por lo menos digno. Era consciente de que el moreno no le gustaba rebotar de casa en casa, y mucho menos tener que dormir en la calle: sí, Sasuke había tenido que dormir, en muchas ocasiones, en la calle.

 

-Está bien. Así será –exclamó Neji. Seguidamente, se levantó, sin antes tomarse su cerveza, para retirarse del departamento.

 

Por otra parte, Naruto se hallaba en el balcón. Observaba atentamente el paisaje. Su cigarro se había acabado, al igual que la cajetilla.

 

-“Yo también pretendo mejorar el mundo, hacerlo más perfecto, más alto y profundo. Ayudémoslo a su simetría. Quiéreme como yo te quiero, sí que lo valdría” –cantaba en voz baja el rubio. Había escuchado esa canción hace unos días en la radio. Le había encantado: suave y melodiosa, como a él le agradaba- “No sé cómo te cuento, el extraño monumento que en mis sueños se aparece y que cada noche crece. Ya no cabe en el espacio de mi mente, ya desborda la pared de mi inconsciente. Y como un pajarito que se ve en medio de un rito. Tengo que tener cautela, no romper la frágil tela. Que te cubre y protege de la gente que no tiene antena para lo que siente” –finalizó en un suspiro pesado.

 

La noche llegó.

 

Naruto estaba emocionado por su primer día de trabajo. Sin embargo, el entusiasmo fue descendiendo. No era muy trabajólico y ser de mesero en un bar, donde él era el único que atendía en ese puesto, no era muy agradable. Por un momento, el rubio había pensado que estaría en caja o detrás de la barra, aunque sonaba loco hasta para él, ya que ni siquiera sabía hacerse un plato de comida decente. Bueno, ser el único mesero en un bar tan grande como ese, no era tan malo, tenía propina y bastante.

 

-Podría pedir ramen todos los días –mencionó el mesero a sí mismo. Tenía razón. El dinero que había reunido le servía para, por lo menos, comer ramen durante una semana. Sonrío gatunamente y se dirigió hacia la barra, en donde se encontraba el albino y su novio- ¡Hey! He hecho demasiado dinero ¿por qué no trabajé en esto desde adolescente? –se preguntó sin creer que había perdido tal oportunidad. En gran parte de los locales de Tokio no era necesario tener la mayoría de edad para trabajar, sólo necesitabas el permiso de los padres.

 

-Oye, Naruto. Mira, va a tocar la nueva –Kakashi lo miro amenazante- digo, la posible banda del bar. Podrías aprender de ellos –sugirió el de pelo negro mientras se apoyaba en la barra.

 

-¿Eh? ¿En serio? ¡Tienes razón! –Asintió velozmente- me acercaré –sonrío.

 

Ambos asintieron. Después de ello, llegaron unos pedidos desde la caja, así que Kakashi y Obito se prepararon para realizarlos.

 

El inquieto Naruto fue directamente al escenario. Tenía que ver los instrumentos, cómo los tocaban, la voz del vocalista, todo, debía observar cada detalle porque, quizás, él podría ocupar ese escenario algún día. Trago saliva al ver como se acercaban dos sujetos desde el fondo del pasillo.

 

Justo cuando iban a ser revelados los rostros, un cliente le pidió a Naruto un vaso de agua: el agua ahí era gratis. El rubio gruñó bajito y fue por el pedido. En ese momento, escuchó la voz del vocalista impactar contra su espina. Sus ojos se abrieron rápidamente. Esa voz la conocía, sabía quién era y no se lo creía. De hecho, no quería creerlo. No deseaba, no, para nada. Ese sujeto no debía estar en el escenario. Aquel imprudente y molesto músico. El de la voz hermosa, el rebelde que osó tomarlo en brazos cuando él había negado cualquier acción de parte del joven.

 

¡No puede ser! Recapacitó el rubio y se volteó bruscamente hacia él. Obviamente, la mirada no fue correspondida, pero sentía que ese sujeto estaba ahí por algo. El destino era horrible. No quería verlo. No quería aprender de ese sujeto. Por alguna razón ese hombre le causaba sensaciones extrañas en su interior, a pesar de haberlo visto una sola vez en su vida. No entendía por qué.

 

Caminó lentamente hacia el escenario y se quedó observando atentamente. No deseaba ser visto por el músico, así que se ocultó entre los presentes, gran parte de ellos, mujeres. Apretó los labios y buscó la mirada de él. No sabía lo que hacía, sólo acariciaba la idea de verlo y escucharlo. Sus enormes ojos azules se afligieron al presenciarlo al frente del micrófono. La prueba de sonido ya estaba lista, y de por sí, ellos.

 

Respiró agitadamente.

 

Sasuke miró al público, pero no a él. La existencia de Naruto era invisible a los ojos del moreno. Y eso era precisamente lo que él quería.

 

Sin más, empezó a cantar.

 

-“Yo no quiero estudiar, me aburre de verdad. Sólo quiero trabajar, ganar plata haciendo lo que a mí me sale bien. En más de alguna ocasión me acusaste de flojear, puede que tengas razón, pero cada vez que tú, te vas de acá, yo me pongo a correr como un perro Aysenino” –el moreno tocaba la guitarra sin problema alguno.

 

Neji por atrás siguió una parte de la canción mientras golpeaba las baquetas contra la batería.

 

-“¿Será que es diferente ser dueño de uno mismo?”

 

-“Y doy cara al profesor, que no entrega el corazón que te dicta sin pensar, sin mirar la realidad que escapa de su programa. Dependiendo donde fue, fabricado tu cartón se define tu papel, bien te enseñan a mandar o a ser un empleado fiel. No le quiero trabajar, a un cobarde ganador que en su vida se leyó, algún libro por que sí por el placer de descubrir. No soy y nunca seré, un artista nacional no te voy a rebelar un frágil mundo interior solo te voy a sacudir”

 

Sasuke dejó un espacio para su solo de guitarra. Se esmeró en ello y las chicas gritaban como locas. El sujeto sí tenía fans, pero serían realmente por su música o por su aspecto.

 

-“Yo no quiero estudiar, me aburre de verdad solo quiero trabajar, ganar plata haciendo lo que a mí, me sale bien” –finalizó levantando la diestra al aire.

 

Naruto quedó pasmado ante la canción. ¡Le definía! Él no quería estudiar para terminar trabajando para otros idiotas. Quizás sacaba esas conclusiones por la excitación que corría por sus venas, pero se sentía identificado por ese contexto.

 

La gente aplaudió. Naruto se sorprendió. Por un momento había pensado que sólo tocaban para él, pero cayó en cuenta de que tenía un público presente.

 

El rubio se rascó la cabeza y apenado se retiró de ahí. Estaba claro que nadie tocaría para él, ni siquiera ese apuesto músico.

 

Se iba retirando cuando, el vocalista, se acercó al micrófono y cantó un coro conocido por el rubio.

 

-“Yo también pretendo mejorar el mundo, hacerlo más perfecto, más alto y profundo. Ayudémoslo a su simetría. Quiéreme como yo te quiero, sí que lo valdría. Oohh… ooohhh” –dejó pasó a su guitarra y después de unos segundos volvió a cantar- “Te amo de manera, insensata y verdadera. Te amo de una forma que destruye toda norma. Ooh… te amo de manera ¡insensata y verdadera, imprudente y convincente, fluye contra la corriente!” –finalizó tocando un par de cuerdas suavemente. El músico se lamió los labios secos por cantar.

 

Naruto había quedado para adentro. Esa misma canción la había cantado en la tarde. ¿Acaso el sujeto leyó su mente? ¡Era su canción favorita! Nunca tuvo se la dedicó a nadie porque jamás se sintió de esa forma, pero, aun así, era su canción favorita. El rubio se mordió el labio y rápidamente se giró hacia él. Se había arrepentido. Quería quedarse ahí para escucharlo, aprender de él.

 

Sin embargo, un comentario se estrelló contra él.

 

-Esa canción es para Sakura, lo sé. ¡Mi amiga tiene tanta suerte! –eran tres amigas. Dos rubias y una castaña.

 

El mesero volvió a darse vuelta, casi chocando con el hombro de un cliente. ¡No lo quería creer!

 

No conocía las razones de esa repentina incomodidad. ¿Acaso había tenido esperanzas de tener algo con ese sujeto? No, él sólo quería que le enseñara a tocar la guitarra y a cantar. Sí, eso es lo que él deseaba.

 

Naruto se convencía de que las sensaciones extrañas que advertía por sus tripas eran producto de la admiración que tenía hacia él. Nada más que eso. De alguna manera conseguiría que ese moreno le enseñara sobre música. Él tenía que estar sí o sí en ese escenario. 

Notas finales:

Espero les guste :)

 

CANCIONES EN ORDEN:

1.- https://www.youtube.com/watch?v=y6Sxv-sUYtM

2.- https://www.youtube.com/watch?v=FK3HyJglFQ0

3.- https://www.youtube.com/watch?v=8AT_Pbtyid0

4.- https://www.youtube.com/watch?v=hH1-Mi5t4lM

5.- https://www.youtube.com/watch?v=qhEHzbuX0Fs

6.- https://www.youtube.com/watch?v=hH1-Mi5t4lM


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