Castillos en el aire
III
Mi mágico castillo en el aire
Brillaba transparente bajo el sol
El tiempo pasaba sin prisa, cuando se tiene la vida que se deseó lo único que importa es disfrutarla, cada día, cada hora, cada minuto que transcurre. El antiguo príncipe realizaba sus tareas, asistía a algunas reuniones para presenciar las decisiones que se tomaban en el reino, visitaba a los nobles y se escaba de su séquito para visitar a los pobladores en el camino de regreso de esas mansiones fuera del pueblo y lejos del castillo.
Sin duda lo que más disfrutaba era cuando su rey llegaba temprano y podía dormir entre sus brazos. Un rey tenía tantas responsabilidades en sus manos que a veces no le veía por días enteros. Sin embargo, como buen amante, el rey compensaba a su esposo.
Como en esta ocasión, un grupo de soldados, sirvientes y los reyes estaban cerca del lago cristalino. Una modesta carpa para Akihiko y Misaki y una más pequeña para los demás, todo lo necesario para presentar la sorpresa del rey hacia su castaño.
--Usami-san, esto es magnífico, el algo es bellísimo sus aguas son tan transparentes que parecen espejos. –decía emocionado Misaki mientras se acercaba a la orilla del lago para tocar el agua con sus manos.
--El agua es un poco fría, en verano vendremos para nadar. Por hoy, estamos aquí con otro motivo. –anunciaba el monarca.
--¿Otro motivo? ¿Qué puede ser? –la curiosidad en sus palabras causaron una ligera sonrisa en el rey –Me disculpo por la impaciencia.
--No te disculpes, eres bastante tierno. Lo que me recuerda algo muy importante. –al ver que el castaño le miraba en espera de lo que podría ser tan importante, el rey miró el lago y luego al castaño nuevamente –Lo importante es que te amo.
Sin decir nada, el castaño se puso en pie para acercarse a Akihiko con la mirada iluminada y adornada de un sonrojo. El rey se inclinó hasta su altura, le acarició la mejilla izquierda con una mano y luego le besó con cariño. Después del beso, se sentaron sobre una manta que uno de los sirvientes dispuso cerca de ellos y lo suficiente mente cerca de lago. Se quedaron mirando el paisaje: las blancas montañas se reflejaban en el lago, las nubes e incluso ellos mismos.
“Nii-chan, la blancura del castillo y de las montañas, lo limpio del cielo y del pueblo me hacen pensar que es cristal de lo que todo está hecho… espero que un día puedas verlo, el lugar en el que vivo junto a Usami-san.” Sonreía el castaño antes sus pensamientos, suspiró y aunque lo tomó como un atrevimiento, se recargó en el pecho del rey para seguir deleitándose con el paisaje.
Casi al anochecer, Akihiko salió con Misaki a dar un paseo después de la cena.
--Espero que tengas en cuenta que cuando no estoy contigo y cuando no puedo verte, algo en mi pecho se clava como espina, me incomoda y me alienta a escaparme para ir a tu lado, –hablaba el rey bajo la atenta mirada esmeralda –no pude encontrar otra manera de compensar esas ausencias que mostrándote uno de mis lugares favoritos.
Con un ademán de su mano provocó que el sonrojado Misaki mirara el lago. Un paisaje de fantasía se mostraba ante los reyes, la luna llena se reflejaba en el lago al igual que las montañas y algunas estrellas… la iluminación lunar daba un toque azulado a los alrededores “Nii-chan… solo faltan los pegasos para que sea un sueño.”
--Es… fantástico Usami-san. –decía el castaño con los ojos cristalinos. –Tanta belleza no puede existir.
--Sí existe, –decía el rey –suelo verla con frecuencia.
--Me gustaría verla también. –susurraba el castañito.
--La veo aquí. –expresaba el rey tomando el fino mentón de Misaki para guiar su verde mirar hacia él. Magenta y esmeralda se encontraron, la respiración de Misaki se paró por un instante.
“Nii-chan… amar con esta intensidad debería estar prohibido… creo que seré la primera persona en morir de amor.” Los pensamientos de Misaki se detuvieron al ser elevado a la altura del rey.
--Te mostré mi paraíso Misaki, lo hice para pedirte que te conviertas en mi castillo… déjame vivir en ti, déjame considerarte mi hogar, no una fría construcción rodeada de soldados y nobles que buscan algo de mí… sé mi castillo donde la calidez de tu cuerpo se transmita a mí, donde tus bellos ojos verdes sean mis guardianes y tu voz mi incentivo a volver.
El castaño paralizado en pleno vuelo sólo atinó a asentir con su cabeza, su corazón latía con fuerza como reo intentado escapar de su prisión… “Nii-chan… cada vez amo más a este hombre… me rindo nii-chan… desde ahora en adelante sólo perteneceré a esta persona, sólo perteneceré a Usami-san.” Las lágrimas que se escapaban de los orbes esmeraldas fueron limpiadas por los besos del rey.
Entre el paraíso, como lo había denominado el rey, el castaño y el peliplateado se besaron por un buen rato, después, con sutileza, el rey fue guiando a su enamorado esposo hacia la carpa. La mágica noche apenas iniciaba.
Al amanecer, pese al cansancio del castaño, el rey mostró lo espléndido de su reino a Misaki. El pueblo y el castillo resplandecían ante el sol naciente, los verdes campos y la vida invadía al reino, la frescura de la mañana no impidió al castaño pensar “Nii-chan… no me cansaré de decir que, este reino está hecho de cristal.”
>>Continuará...