Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

NUNCA ES DEMASIADO TARDE... por Annis

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holaaa! ~(°u°)~!!

¡Nos volvemos a leer! ^^

 ¿Cómo han estado? ¿Qué tal la celebración de Xantolo (Día de Muertos)? Los que viven en México. :D Coman muchos tamales, pan de muerto, dulces, beban chocolate caliente… y visiten a sus seres queridos que ya no están en este mundo.

 ¿Les gustó el On-eshot? ¿Alguien más, aparte de babybeta y de mí soltó mínimo una lágrima?

 Bien, este es un Fic en el que se me fue el corazón. 

NUNCA ES DEMASIADO TARDE


 


 


 


La cita es en ese viejo café de la ciudad. Un establecimiento de los muy pocos que aún perduran.


 


Kang Daesung llegó media hora antes de lo acordado, se había ataviado con sus mejores ropas, pues se trataba de una ocasión especial.


 


Cuando su ama de llaves informó la llamada de una joven mujer, nunca imaginó terminar ahí.


 


 


La cita es en ese lugar, a las seis con cuarto de la tarde.


 


 


Acomodó sus gafas, había estado en tres cirugías de retina, aunque hubo una gran mejoría, ya nada se podía hacer…la fuerza de la vida.


Estaba orgulloso de no necesitar un bastón. ¡De ninguna manera! En absoluto tocaría esa cosa. Así que por eso seguía al pie de la letra todo lo que su médico de cabecera le recomendara, todo menos el bastón; la silla de ruedas; ni la molesta asistencia de una enfermera.


 


El fruto de su disciplina y sacrificio de una vida sana. Es fuerte aún.


 


Suspiró contemplando el lugar hallándose reconfortado porque es un lugar muy acogedor. Como estar en casa. El chofer le recogería a la primera llamada que hiciese, por tanto, la situación era perfecta.


Meditó largos minutos si tenía todo en orden, después de un chequeo veloz concluyó que no olvidó nada así que sonrió.


 


 


Entonces la vio ingresar, la joven entraba por la puerta del establecimiento.


 


Daesung contuvo el aliento por segundos. Se descubrió inusualmente emocionado, quizás porque finalmente le vería.


 


La chica vestía modestamente, el cabello azabache recogido en media coleta que caía en suave cascada por los hombros así como el resto de la melena. La brillante piel blanca como la porcelana, los ojos llenos de vida rodeados de muy tenues ojeras, los labios pequeños apenas tocados con un color rosa pálido. Era sin duda, su viva imagen.


 


 


--Buenas tardes. –Se levantó al verla acercarse a su mesa.


 


--Buenas tardes, Señor. No se hubiera molestado. –Respondió con voz suave.


 


--Ninguna molestia.


 


--Muchas gracias por venir.


 


--A ti, por llamar.


 


--Tenía mis dudas respecto a este encuentro. –La chica hizo una reverencia.— Muchas gracias por venir, Sr. Kang.


 


--El agradecido soy yo, lo dije antes… -Repentinamente se quedó callado, sin ser capaz de continuar debido a la emoción de su corazón.


 


--Él… -Por fin le mencionó, automáticamente sus ojos brillaban.— Él… espera fuera.


 


 


Daesung sonrió con una frágil suavidad. Tanto tiempo sin conocer noticia alguna de él, y ahora, estaba a punto de volver a tenerle frente a frente.


 


 


--¿Vendrá aquí, o…? –Se apresuró a interrogar con la imprudencia de un niño.


 


--Oh, por supuesto que estará junto a usted en esta mesa, solo vine a asegurarme. Él está muy delicado de salud, no puede tener grandes impresiones. También ansía verle y la sola sospecha de una decepción lo destrozaría.


 


 


“Él está muy delicado de salud”


 


Su corazón se estremeció de dolor que en años había vuelto a experimentar.


 


Se sintió arrogante al enorgullecerse –minutos atrás- de su buena salud. No obstante, <Él> era fuerte, siempre lo demostró. ¿Qué había pasado?


 


 


--¿Mejorará pronto?


 


 


El semblante de la joven decayó.


 


 


--Esperó que eso suceda. –Respondió negando suavemente. La voz fue un hilillo roto.


 


--Bueno, uno nunca sabe lo que depara el destino. Quizás, ocurra. No hay que perder la FE. –Intentó consolar aunque por dentro tuviera más cuestiones.


 


 


Tras un par de presentaciones de cortesía, la amable señorita salió.


 


De vuelta en soledad y en la silla, muchos pensamientos surcaron su mente. Intentó relacionar algunos hechos, pero su análisis no duró tanto como hubiera querido, aunque teniendo la razón frente a sus ojos tampoco refutó… porque la chica regresaba a su mesa, acompañando del brazo a un hombre mayor, con la espalda un poco encorvada, los cabellos desteñidos igual que los suyos, la brillante piel blanca salpicada de diminutas pecas producto del típico cáncer solar que en años mozos a exposición al astro rey se encargaron de grabar, la misma mirada caída con pupilas vivaces; ahora bordeada de esas pequeñas arrugas y esa sonrisa que una vez fue burlona pero que ahora era… dulce.


 


 


--Hola. –La voz salió ronca, poco propia de esa persona.


 


--Hola. –Respondió sonriendo y comprimiendo las ganas de echarle los brazos alrededor de los hombros –la represión a la que se acostumbró con los años-.


 


--Les dejaré a solas para que tengan más intimidad. –La señorita, intermediaria de la cita, rompió el intercambio de sonrisas.— Estaré en otra mesa. ¿De acuerdo? Cualquier detalle, el que sea por favor presione el botón del localizador y yo vendré. –Con el cuidado de una madre, la jovencita ordenó al hombre que llevó hasta el lugar de la mesa.


 


--Sí, sí… escuché.


 


--Muy bien. Entonces, disfruten su cita. –Sonrió de manera rara, pero pronto hizo una reverencia a Kang y desapareció de sus cercanías.


 


--Buena chica, ¿Cierto? –Ese, fue el temible Lee Seunghyun que usaba un tono sumamente cariñoso.


 


--Sí, tienes suerte.


 


--Heredará todos mis bienes. –Asintió.- Me hubiera gustado que fuese mi hija… o mi nieta… lamentablemente es mi sobrina. Le he dicho a Hanna que me la dé en adopción, pero se niega.


 


--¿Es tu sobrina? –Cuestionó intrigado, por un momento Daesung creyó que era su hija pequeña.- ¿Y  tus hijos?


 


 


La sonrisa fue melancólica.


 


 


--No lo sé… hablé con ellos por teléfono hace seis meses.


 


 


Kang sintió el rostro arder de vergüenza porque él estuvo pensando en lo afortunado que era al vivir mimado por sus hijos y nietos. A veces, peleaban entre ellos para tenerle unos días. Daesung se había convertido en lo que se llama “Abuelo peregrino”; dividía su año en temporadas y las pasaba con un familiar diferente, haciendo rotación. En cada hogar tenía una habitación donde quedarse, ropa limpia que usar, y una maleta junto a la puerta que intercambiar. Comía sus platillos favoritos, y los niños le daban golosinas que compartían de contrabando.


 


Había esperado que su vida hubiera sido tranquila, en un retiro para adultos mayores como la gente normal, pero no, lo de él, a su edad, era viajar por el ancho mundo. Su pasaporte llevaba un registro electrónico elevado. Pronto viajaría gratis en avión debido a que era un usuario asiduo. En Enero estaba en Nueva York, en Abril en Japón para ver el florecimiento de los Sakuras, en Octubre en Italia… su guarda ropa se renovaba demasiado a menudo, no podía decir que tenía una prenda favorita que usara seguido. No importaba la ropa, ni la nación en la que se encontraba, lo realmente importante era que es amado y vive rodeado de su familia, algo que por la triste sonrisa de “Riri” le decía que no tenía.


 


Él estaba solo…


 


 


--¿Cuándo fue la última vez que los viste?


 


--Hace dos años. –Desvió la mirada, como avergonzado.- Patético ¿O no?


 


--En realidad… es triste. Muy triste… ¿Vives solo?


 


--De nada sirvió que yo…


 


 


Ambos sintieron el mismo dolor. Un dolor lacerante.


 


 


--Ya no importa. No importa. –Quiso cambiar el tema de conversación.- Nunca es demasiado tarde para empezar. ¿Cierto? Mírate... estás aquí. Yo soy muy feliz de verte.


 


 


Algo en la expresión de Lee Seunghyun le llamó la atención. Iba a preguntar cuando un mesero fue hasta ellos y les ofreció el menú. Los dos concordaron en un café descafeinado con leche deslactosada y sustituto de azúcar libre de calorías.


 


 


--Siento lo de tu esposa. –El menor de los dos habló.


 


 


Kang Daesung sonrió como quien recuerda a un ser querido que ha dejado de sufrir en un mundo cruel y que ahora yace en paz.


 


 


--Gracias. Pero hombre, eso fue hace como dos décadas. –Sonrió. El tiempo curaba las heridas, aunque nunca la amó fueron grandes compañeros de vida. La respetó y le guardó luto por diez años. La pareja se despidió con todos los desacuerdos disueltos, con todos los rencores sanados, con los secretos revelados y las traiciones perdonadas. Ella murió sonriendo y dejando la última de sus oraciones a su felicidad desde lo que le quedara en vida hasta la eternidad. Por eso él, no podía olvidarla, inclusive llevaba la sortija de bodas.— Mi querida esposa. Dejó de sufrir en carne y alma… se fue sin penas ni odios.


 


--Te fue bien. Te dio una maravillosa familia, me siento envidioso. Aunque no cambiaría a mi pequeña Min Hae por nada.


 


 


Y de nuevo Kang Daesung recordaba la soledad de Seunghyun.   


 


 


--¿Por qué…? –No sabía si era correcto cuestionar algo tan personal.


 


--¿Algún hijo perdona a su padre que está enamorado de otro hombre?


 


--¿Qué…? –Casi le da un paro al escuchar semejante revelación que el menor soltaba como si fuese un asunto sin importancia.


 


--Mi ex esposa no es tonta. –Tampoco había ira en la mención de esa mujer.- Después del divorcio, se lo dijo a nuestros hijos para asegurar su lealtad. Con eso, me arrebató a Seungho, y a Sunhye. Sabrá el diablo lo que les habrá dicho a lo largo de su adolescencia, pero después, dejaron de querer verme.


 


--¿Cómo es qué…?


 


--Se lo dije yo en un arrebato de cólera. –Dijo encogiendo los hombros.- Se me salió.


 


--Seunghyun… -Frunció el ceño enojado. Dios, ¿Cuánto sufrimiento no padecieron esos chicos? ¿Cuánto daño habrá provocado el trauma de saber que su familia no era tal? ¿Sería un daño irreparable? Se sintió culpable.


 


--No vine hasta aquí para hablar del pasado. –El otro elevó una décima el tono ronco.


 


--Eres un egoísta.


 


--Mira quién habla.


 


 


Entonces el pasado, del que supuestamente no debían hablar, se reveló ante ellos.


 


 


--Yo estaba confundido en esos momentos. Tú tampoco ayudabas mucho que digamos.


 


 


Lee Seunghyun, el imponente hombre de los medios de comunicación y la farándula asiática, enarcó una de sus cejas de la misma manera en que intimidaba a los juniors que las agencias le llevaban para que les conectara, pero obviamente eso no funcionó con Kang Daesung, claro, hasta que esbozó la sonrisa burlona.


 


 


--Aunque, el que me la hace… me la paga.


 


--¿A qué te refieres?


 


 


El tema quedó zanjado en cuanto su orden estuvo lista y el mesero, ignorando toda la conversación, acomodó el par de tazas de café descafeinado con leche deslactosada y sustituto de azúcar libre de calorías.


 


En su juventud hubieran continuado ensañados en la discusión, pero ahora no, porque inclusive esa discordia verbal estaba siendo atesorada con recelo en sus almas, era un momento muy suyo, inclusive esa disputa les emocionaba. Dedicaron en deleitar los minutos en silencio y disfrutar de la bebida.


 


 


--Delicioso.


 


--Sí, sí… debo decir que nada mejor que el de este lugar. Ninguna cafetería en europa se compara. Sin menos preciar, obviamente.


 


--Tienes razón. La única vez que sentí cercano el sabor fue en Singapur.


 


 


¿Qué tenía de especial ese café? Nada, no era realmente el sabor de la bebida lo que realmente les gustaba. Sino el recuerdo que representaba. Las tardes libres en que escapaban cuando fueron Bigbang y tenían… “citas de amigos” bebiendo algo que les resultaba sumamente amargo pero que no dejaban de beber. Adoraban ese café, porque contaban con la compañía del otro. La época en que inconscientes estaban a punto del apogeo de un romance peculiar.


 


 


--Te amo. –Lee Seunghyun soltó suavemente, como si susurrara una canción de cuna. Pretendía acariciar a ese viejo amor con el tacto de sus palabras.


 


--Seung… no creo que…


 


--¿Por qué…? Te amo, Kang Daesung. –Reafirmó.-- Lo sabe mi ex esposa, mis hijos, en un futuro mis nietos. Inclusive lo sabe mi sobrina Min Hae. ¿No eras tú el que dijo “Nunca es demasiado tarde para comenzar”?


 


 


Una mano surcada en pliegues de fina piel, demasiado delgada de lo que algún momento fue, se posó sobre la del mayor. Es suave y cálida.


 


 


--Supongo que sí... –Suspiró, cansado de soportar la represión. Volvió su mano y aprisionó a la otra con una delicada fuerza.- Esto a nuestra edad es vergonzoso, pero… Te Amo.


 


--Me parece que siempre hemos sido una pareja incomoda. –El níveo sonrió.- Nos da estilo.


 


--Dejamos demasiado tiempo.


 


--Pienso que no era el momento.


 


--Te extrañé mucho.


 


--Una llamada y pude tenerte para mí. Un solo movimiento y estaría a tu lado, pero… -Detuvo unos momentos en lo que pensaba las palabras.- Al ver que eras feliz. No tuve el valor de hacer algo al respecto.


 


 


Aquello le conmovió.


 


 


--¿Qué pasó con el Lee Seunghyun egoísta? Ese no es mi Seung. –Bromeó.


 


--Maduró. Comprendió que el rumbo que tomó sus caminos era quizás el correcto. Si no se valoró en su tiempo, se hace posterior a la pérdida.


 


--Te escuchas mucho más anciano que yo.


 


--Gracias por venir a la cita. –Miró las manos entrelazadas.- Temía que no quisieras estar conmigo.


 


--Me tomó por sorpresa, pero en cuanto mencionó tu nombre sabía que debía ir. Ha sido mucho tiempo de espera. Habría venido al llamado de cualquier forma.


 


--Fui cobarde. Demoré mucho en hacer esto porque no estaba seguro si era el momento indicado.


 


--El cobarde siempre he sido yo ¿Recuerdas?


 


 


Las horas pasaron volando hablando de tantas cosas importantes, hasta de cosas simples sin ningún trasfondo. Sentían que habían vuelto a la juventud y actuaban torpes. Pero eran dichosos de tenerse nuevamente.


 


 


Eran las ocho con cuarenta, cuando las palabras apaciguaron su fluidez. Se avecinaba la despedida.


 


 


--He disfrutado mucho esto. ¿Podemos hacerlo nuevamente? –Kang Daesung sonreía y pedía como niño caprichoso.- Claro, si tu agenda lo permite. Yo estaré libre estos dos meses.


 


--¿No lo sabes? Hace un año que estoy retirado.


 


--Pero continúas viajando.


 


--Todo el dinero que quise tener, las amistades poderosas que añoré. Inclusive la presencia de la persona que más amo… pero la salud no se compra. ¿Cierto, Dae-ah?


 


 


Kang recobró el interés sobre la precaria salud.


 


 


--Min Hae dice que estás muy delicado. ¿Qué es lo que tienes? Mi médico es muy bueno, si dejas, hago una cita para mañana…


 


--No soy religioso, recordarás. Pero ¿Sabes? Yo le pedí a Dios que me permitiera volver a verte y responder a tu confesión de hace muchos años. Ahora que lo he hecho, no me queda nada más.


 


 


Por un momento Daesung creyó que iba a morir. El alma se le estrujó de dolor al escuchar aquellas palabras. Algo se quebró en su viejo corazón tan lleno de amor.


 


Dejó de importar el recuerdo de su esposa…


Dejó de importar sus hijos…


Dejó de importar su buena fortuna…


Porque comprendió perfectamente aquello.


 


La cita no era para un re encuentro… era una despedida.


 


Bajó la cabeza, le dolía demasiado.


 


 


--Ahora entiendo cuando dijiste que, el que te la hace te la paga. –Sonrisa amarga intentando desesperadamente ocultar la tristeza.


 


--Es mi venganza, babo. –Sonrisa amarga intentando desesperadamente confortar.


 


--Eres muy cruel. –Se negaba a verle porque si no iba a llorar, pero no quería perder nada de lo que le quedara de esa persona que ha amado largamente en secreto.


 


--Tú te casaste antes.


 


--Embarazaste a esa mujer.


 


--Te enamoraste de dos personas al mismo tiempo y con ellas mantuviste una relación.


 


--Te dije que estaba confundido.


 


--Pero al final decidiste por ella. Yo no pensaba casarme, iba a cumplir como padre, no como esposo. Lo hice por presión y decepción. Sin embargo, tú lo hiciste porque adorabas a esa mujer. Fue ella la que terminó pasando los años a tu lado, fue con ella que formaste una maravillosa familia.


 


--Lo siento mucho… --Cada palabra había sido esperada. Porque en su momento no hubo reclamos, sino fría indiferencia.— Pero, te elegí como la persona de mi corazón.


 


--Daesung… te confesaste, a dos horas de mi matrimonio. Me pediste que no lo hiciera e insinuaste que fuera tu amante. Tu esposa esperaba a tu primer hijo. Fuiste un cretino egoísta.


 


--… -Se quedó sin argumentos para forzarle a quedarse a su lado.


 


--Pero eres el cretino egoísta a quien más he amado y sigo amando. –La segunda mano blanca, delgada y surcada de suaves pliegues de piel, que pertenece a Lee Seunghyun se posó sobre la de Kang, también blanca aunque no tan traslucida como la otra, aunque sí llena de arrugas que implican el paso del tiempo en una larga vida. Logrando que poco a poco subiera la mirada.


 


--Seung…


 


--Los dos, lo tuvimos difícil, después de todo ¿O no?


 


--Nunca he sido bueno para los sentimientos.


 


--Y yo siempre he sido un exagerado. Lo compensamos.


 


--No quiero que te vayas. –Rogó.- No hemos comenzado a vivir por los dos. Es justo que ambos dediquemos lo que nos resta en nuestro amor.


 


--Que siga aún aquí, hablándote, es un milagro.


 


--Nunca es demasiado tarde para comenzar.


 


--Pero siempre será demasiado pronto para terminar.


 


 


Si hubiese querido, Lee Seunghyun lo hubiera rechazado, no obstante, al final no fue posible. ¿Negarle algo al ser que más ama?


 


Kang Daesung regresó al terminar la velada, pero no fue a su hogar. Él se fue con el menor de los dos. La dulce hija de Hanna, se marchó cuando les hubo dejado en la enorme casa en que habitaba el poderoso “Seungri”.


 


Las paredes, el piso, los adornos y muebles… todo exquisito como se esperaría de una persona importante y de mundo. Sin embargo, había brechas por donde la soledad y la tristeza se escabullían dejando su helada esencia en el ambiente. Se notaba que eran señoras reinas del inmueble.


 


 


¿Cuántas veces no habrá querido Seung tener alguien a su lado para mirar la tv recostado sobre ese lujoso sofá?


 


¿Cuántas veces no habrá tomado sus alimentos específicos, solo, en esa larga mesa para doce personas?


 


¿Cuántas veces no se afligió ante el eco de sus pasos por los deshabitados pasillos de la casa?


 


¿Cuántas veces… no le extrañó tanto como él?


 


 


--Ahora estoy contigo. –Susurró.


 


 


Fueron encendiéndose las luces que para sorpresa, eran de un amarillo cálido, artificio para crear un sentimiento de hogar que claramente no existía. La cristalería brillaba en sus repisas, y ese aparato de audio reprodujo una melódica canción que fue escuchada centenares de veces.


Las medicinas estaban en una mesita, las tomó y conforme al orden estipulado las fue ofreciendo.


 


Hubo una cena para dos en esa gran mesa. Daesung cocinó para Seunghyun. El otro tan solo aguardaba en su lugar. Continuaron conversando, ahora de todo… del ante pasado, del pasado y el presente. Se impidió a toda costa mencionar el futuro.


 


Min Hae regresó junto con un par de enfermeras que se llevaron a Seungie para un reconfortante baño, Dae esperó en el dormitorio inspeccionando la cama matrimonial que se veía no haber sido compartida en largo tiempo, en el escritorio donde hojas llenas de memorias yacen abandonadas, el armario provisto de toda prenda de diseñador, las fotografías de sus hijos… y descubrió un retrato de ambos en esos años de jovialidad –el corazón se apretujó nuevamente ya que él se iría demasiado pronto-, cuando le regresaron olía a lavanda.


 


Refunfuñando, el otro se acomodó en la cama sobre la cual Kang lo arropó y luego sus manos se estrecharon.


 


Min Hae tenía los ojos llorosos, se quedó en la entrada de la alcoba… la puerta se quedaría abierta a la espera de aquellos familiares o amigos que acudieran al llamado de la joven sobrina. Porque Seunghyun moriría, se sentía en el ambiente y en su persona.


 


La pareja de ancianos conversaban en susurros que nadie quiso escuchar realmente porque era un asunto privado.


 


 


--Y entonces pensé… “Debería llamarle”, sin embargo era fácil decirlo mas no hacerlo. Minnie arrebató el móvil y como si fuera Cupido sentenció la cita. Fue bueno ¿No crees?


 


--Sí, de ninguna manera lo hubiéramos logrado los dos.


 


 


Los ojos se fueron cerrando un poco.


 


 


--Me siento cansado.


 


--Entonces, descansa.


 


--No quiero… -Apretó el agarre de las manos. Era el inevitable suceso.


 


--Ya no estás solo… Min Hae está aquí, Hanna acaba de llegar según escuché… y yo, yo estoy aquí. Me quedaré hasta que partas. Estaremos separados un corto tiempo, luego, iré contigo. Recuperaremos todo el tiempo que perdimos por nuestros orgullos, por mis indecisiones. Te compensaré. Lo juro. –Lo dijo acariciando esas manos delgadas.


 


--Nunca es demasiado tarde ¿Verdad, Dae-ah?


 


--Nunca lo es.


 


 


Lentamente, muy lentamente la muerte llegó acompañada del letargo para llevarse al condenado a la dicha eterna. No hubo retrasos ni contratiempos, tan suave como la brisa de primavera, tan fría como la nieve del invierno, y tan melancólica como las tardes del otoño… la dama de negro, apagó el corazón.


 


 


La mano que estuvo sosteniendo Kang Daesung, para él, nunca perdió calor. Los parpados cerrados con delicadeza, los labios en medio de arrugas esbozaron una sonrisa tranquila. Tan propia de quien duerme apaciblemente. Para el mayor, Seunghyun dormía.


 


Demasiado tarde llegaron los hijos de Lee. Él tenía días de haber partido. Los funerales –porque fueron más de dos- se llevaron a cabo según el testamento; el de cuerpo presente sería íntimo, solo un cerrado puñado de seres queridos. Cuando el cuerpo cumplió el mandato de Dios “Polvo eres y en polvo te convertirás”, Min Hae y Daesung solamente estuvieron presentes. El funeral emblemático fue público, se le veló como el personaje que fue en vida.


 


Especificado en sus deseos moribundos, en la lápida donde descansarían sus restos estaba una leyenda un tanto inexorable para unos, mas para otros es una enseñanza sobre la valoración de la vida, porque solo se tiene una:


 


 


 


“Nunca es demasiado tarde para comenzar, pero siempre será demasiado pronto para terminar.”


 


 


.


.


.


.


 


FIN.

Notas finales:

Todo comenzó cuando escuché por primera vez, la canción de Beast titulada “Tonight, I’ll Be At Your Side”; el penúltimo Track del álbum GOOD LUCK. Desde la primera vez que escuché los acordes…me enamoré de la melodía desconociendo la letra (aún lo hago, no tengo idea de qué trata) y me inspiró este fic. Estaba yo de viaje hacia la ciudad de Pachuca, Hgo…así que puse mi lista de reproducción del celular y comencé a escuchar el nuevo álbum de beast, tenía mucho tiempo (6hrs de recorrido desde mi ciudad natal), la historia se fue escribiendo solita en mi mente.


No sé por qué pero la primera imagen que me llegó fue la de un par de ancianos en un café, dispuestos a reconciliar su vida y a deshacerse de los rencores del pasado.


Me atreví a imaginarme a esta otp en la vejez, e intenté plasmar los sentimientos que me embriagaron, este fic nació en las “notas” de mi móvil el día 29/Jul/2014 a las12:49pm. (sí, ahora pongo fecha y hora para recordar desde cuando comienzo un fic).


Cada vez que veía el borrador en mi móvil, una sonrisa se dibujaba en mi mente y pensabe “tengo que terminar el fic DaeRi de ancianitos” XD hahaha, sentía realmente bonito pensar en esta historia que ahora tuve el valor de compartirlo con ustedes.


Me gustaría (casi siempre lo pido) que dejaran un comentario sobre sus opiniones-pensamientos-sentimientos respecto a este fic, procuren no ser groseros, siempre se pueden decir las cosas de la mejor forma.


 Muchas muchas gracias por leer este, fic.


 ¡Nos leemos pronto!


:*


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).