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Nunca más solo por ShiroKuro02

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Notas del fanfic:

Espero que les guste este One Shot que he escrito.

Disfrutadlo! Comenten que les ha pareciedo :D

 

Notas del capitulo:

Creo que no tengo faltas de ortografía y que se entiende, así que espero que os guste.

Era un domingo común. Un chico de pelo azul con una larga trenza, de doce años de edad bajaba las escaleras para ir al comedor a desayunar. Se preparó su desayuno y se sentó a comérselo. Al acabar se vistió y se sentó en el sofá a ver un rato la televisión aburrido.

-¿Por qué el tío Ugo trabaja algunos domingos como este? - se preguntó Aladdin, el chico, a sí mismo.

Ugo era su tío y Aladdin vivía con él. Sus padres murieron cuando él era pequeño y estaba a cargo de su tío, que por desgracia vivía muy ocupado con el trabajo. Así que Aladdin pasaba la mayoría del tiempo estando sólo en casa.

No era como si Ugo pasara de él, puesto que cada rato que tenía libre lo dedicaba a Aladdin. Él era lo más importante para Ugo, y desearía tener un trabajo menos ocupado, pero el hecho de no tener hijos ni estar casado le permitía pasar el día en el trabajo y sus días libres viendo anime o leyendo algún manga, pero todo cambió hace ocho años, cuando falleció Salomón, su hermano, y padre de Aladdin. Su madre murió en el parto.

Mientras Aladdin veía la televisión llamaron al timbre. Aladdin fue dispuesto a preguntar quien era antes de abrir, y eso hizo:

-¿Quién es?

Al otro lado de la puerta se oyó una voz un tanto avergonzada. Era una voz dulce, como el canto de unos ángeles, de un chico – Buenas... Siento interrumpirle tan temprano, pero me he perdido. Era para preguntarle como llegar a un sitio que no tiene que estar muy lejos de aquí...

Aladdin abrió la puerta curioso y dispuesto a ayudar. Aunque Ugo le dijera que no le abriera a desconocidos (y Aladdin siempre le obedeciera), esta vez no le hizo caso. La voz de ese chico era muy dulce y cohibida como para querer esa persona hacerle “algo” a Aladdin (o eso pensó él).

-Gracias – dijo agradecido el chico al que le abrió la puerta. Entonces al ver el rostro de Aladdin la expresión le cambió completamente a una de decepción. El chaval era rubio y no muy alto, aunque tampoco era enano. Sus ojos eran marrones y muy grandes. Era bastante atractivo - ¿Dónde están tus padres?

-Estoy solo en casa, – dijo Aladdin – pero yo puedo ayudarte a encontrar la dirección que buscas.

-Muy amable, chaval, pero de verdad tengo prisa – dijo el chico desesperado por ver una cara adulta – al principio por tu voz pensé que serías una mujer adulta, o que al menos estarían tus padres, pero en fin, buscaré a alguien que me ayude.

-No se preocupe, señor, conozco muy bien este barrio. Me mudé aquí con 4 años, puedo acompañarte hasta tu destino, no tengo nada que hacer y me aburro – dijo Aladdin asincerándose con el chico – mi nombre es Aladdin.

-El mío Alibaba – dijo el rubio. No le vendría mal ayuda en un momento como este, aunque fuera por parte de un niño, la necesitaba urgentemente. ¿Cómo podía ser tan estúpido de haberse olvidado el móvil en casa? - ¿Me podrías acompañar? Y tus padres, ¿no te dirán nada?

-No importa, ellos no se enterarán, y mi tío tampoco. Regresaré antes de que vuelva. ¿Está muy lejos tu destino?

-Pues la verdad no lo sé... - dijo Alibaba avergonzado – Solo sé que tengo que estar en media hora en “La Plaza de Amón” en el barrio “Calabozo”. ¿Sabes llegar?

-¡Sí! Está un poco lejos, – dijo mintiendo un poco, puesto que estaba bastante lejos – ¡pero llegaremos en seguida!

-¡Gracias, Aladdin! - dijo Alibaba bastante contento de contar con una ayuda - ¡Eres mi salvador!

-N-No es para.... para tanto... - dijo el peliazul ruborizado, pues no estaba acostumbrado a recibir halagos.

Después de esta conversación, Aladdin cogió sus llaves y su teléfono móvil. Cerró la puerta y echó la llave.

-Alibaba-kun... ¿puedo llamarte así?

-Sí, claro – dijo Alibaba deseando que ese niño dejara la charla para ir a esa plaza dónde tenía que estar en 25 minutos - ¿en qué dirección es?

-Podemos ir por cualquiera de las dos, pero... - dijo Aladdin algo cohibido – no recuerdo por cuál se tardaba menos...

-No importa – dijo Alibaba con ganas de estampar a ese crío. Debería haberle negado la ayuda y haber buscado un adulto - ¿qué camino te sabes mejor?

-Ambos... pero no importa, el tío Ugo dice que si no sé por cuál ir que tome la dirección de la derecha, porque que es con la que cojo los cubiertos, así que da suerte.

-¡Pues vayamos por la derecha! – dijo Alibaba mostrándose amable aunque estuviera casi en su límite. No comprendía como aquel chico era tan estúpido.

 

Estuvieron andando un par de calles más, aunque bastante callados, hasta que Aladdin rompió el hielo:

-Alibaba-kun, ¿por qué tienes que ir allí?

-Bueno, verás – Alibaba dudaba si contarle sobre él, pero se decidió a ser sincero porque el otro le ofreció su ayuda, y aunque fuera torpe valoraba su intención – Vivía con mi madre hasta que murió. Desde que murió hace 10 años he estado viviendo en la familia de mi mejor amigo Hakuryuu. Su padrastro decidió que podían adoptarme para que no tuviera que ir a un Orfanato. A ese hombre le encantaban los niños y dijo que porque viviera con ellos no pasaría nada. Mi padre se desentendió de mí cuando nací, dejándome con mi madre, pero ahora se ha enterado que falleció hace 10 años y quiere acogerme en su familia. Naturalmente, al principio me negué a conocerle, pero mi hermano adoptivo mayor, Kouen, dice que debería darle una oportunidad, ya que compartimos sangre y no puede ser tan mala persona, así que voy camino de conocerle. Al parecer es un hombre bastante rico y ocupado. En verdad le tengo un poco de asco por dejar a mi madre preñada en la calle y desentenderse de ella y de su hijo.

-Vaya, Alibaba-kun, ¡es una historia impresionante! ¡Cuéntame más de ti!

-La verdad no tengo mucho más que contar, aunque, en otra ocasión, podría presentarte a mi familia – dijo Alibaba con el presentimiento de que no se volverían a encontrar, pero, por increíble que pareciera, no se lo estaba pasando tan mal con ese chico.

-¡Sí! ¡Y yo te puedo presentar a mi tío! - dijo Aladdin emocionado por el momento, con ilusión en los ojos por haber conocido a una persona como Alibaba.

-Claro, pero dime una cosa – dijo Alibaba extrañado - ¿por qué siempre mencionas a tu tío y no a tus padres?

-Yo vivo con mi tío. Mis padres están en un lugar mejor... - dijo Aladdin entristecido, pero entonces el rostro le cambió a una enorme sonrisa – pero ¡gracias a ello he podido estar con mi tío Ugo! Él me quiere mucho y yo a él. Además son cosas que pasan y no se pueden cambiar. No voy a ponerme triste por eso. Dicen que en el cielo se está mucho mejor que aquí, en la tierra.

-Vaya, Aladdin, tienes un concepto muy bonito de la vida y la muerte – dijo Alibaba asombrado. Ese chico finalmente si le cayó bien, e incluso deseara verle otro día, como prometió.

 

Pasaron diez minutos y aún no llegaban. Alibaba, por ser paciente y no ser pesado, no le dijo nada a Aladdin con la esperanza de que faltaran menos de otros diez minutos para llegar, pues solo faltaban quince minutos para la hora de quedada.

 

Y así, siguieron avanzando hasta que:

-Alibaba-kun, lo siento. Estoy seguro de que es por aquí, pero ahora mismo no sé dónde estamos – dijo Aladdin arrepentido por su torpeza en los momentos más importantes.

-¿QUÉ? ¿QUÉ NO SABES DÓNDE ESTAMOS? Aladdin, ¡quedan cinco minutos para que sea la hora acordada! ¡Ya te he dicho que es un hombre ocupado, no puede esperarme mucho tiempo! ¡Si no, este viaje será en vano!

-Alibaba-kun, cálmate, le pediremos ayuda a alguien que pase por la calle – dijo Aladdin intentando buscar otra solución, hasta que ambos se percataron de que eran los únicos que paseaban por las calles. Era normal, un domingo, cuando están todas las tiendas cerradas, la gente se queda en su casa descansando.

-Vale, muy inteligente – dijo Alibaba con sarcasmo – No hay ni un alma en la calle, ¡¿A QUIÉN LE PREGUNTAMOS?! ¡¿A ESE PERRO CALLEJERO QUE COME MIERDA DEL CUBO DE BASURA?! - Alibaba realmente se sentía estafado y muy idiota por haber aceptado la ayuda de Aladdin. De nuevo pensó que tenía que haberle pedido ayuda a un adulto y no a un crío.

-Alibaba-kun, de verdad lo siento – dijo Aladdin casi al borde de llorar – n-nunca me pierdo... e-en esta-as calles. Me... las conozco de memoria... E-Es la primera vez que-e me pierd-o. O-odio l-lo patético que-e puedo ser aveces cuando a... alguien ne-ecesita... ¡AYUDA! - en esa última palabra Aladdin rompió en lágrimas.

-Cálmate, Aladdin. No llores, aprecio tu ayuda, de verdad – dijo el rubio, pues no soportaba ver a nadie llorar, no importaba lo que ocurriese, era ley de vida.

-Alibaba-kun... - Aladdin, totalmente admirado, vio como Alibaba le cogió en brazos y le sentó en un banco. Ese chico que estaba junto a él era una persona que le hipnotizó con su voz, que su físico le atrajo y que su personalidad era la de una estupenda persona. Presenció como Alibaba se tornaba nervioso solo para que dejara de llorar. Cosas así era las que Aladdin valoraba, el corazón.

-Venga, no llores más, Aladdin. Todos cometemos errores. Además, ya me da igual lo que me diga mi hermano con respecto a la puntualidad. Ese viejo no es tan importante. Vamos a intentar llegar lo antes posible, pero no te pongas así, ¿vale? - dijo Alibaba con la mayor sinceridad de su corazón. Era verdad que su padre no le importaba, es más, le tenía un poco de asco por abandonar a su madre, pero hace mucho tiempo que decidió no odiar a nadie.

 

Siguieron avanzando por un rato más. En unas calles más adelante encontraron a alguien. Era un chaval con una enorme trenza negra. Sus ojos eran rojos como la sangre y su piel era pálida. Les dio una impresión extraña, pero aún así decidieron preguntar.

-Señor, le importaría decirnos una dirección – le preguntó Aladdin.

-¿Qué? Oye, enano, no me molestes con tus tonterías.

-Pero es que nos hemos perdido... - dijo Aladdin tratando de convencerle.

-¿El rubieras va contigo? Vaya, si que hacéis una mala combinación para ser hermanos o primos... O lo que quiera que seáis.

-Sólo somos conocidos, no somos familia – esta vez intervino Alibaba.

-¿No sois familia? ¿No os lleváis mucha edad para ser amigos?

-Bueno, nosotros... – dijo Alibaba sin que el chaval de ojos rojos le dejara terminar.

-En fin, qué más da. Si queréis que os acompañe tendréis que darme algo a cambio.

-¡¡Claro que sí!! - exclamó Aladdin sin importar lo que pidiera con el fin de poder serle útil a Alibaba.

 

El chaval sonrió maliciosamente relamiéndose los labios. A Alibaba el chaval le dio muy mala espina, solo había que ver como iba vestido y esa mirada despreocupada, sino como contestaba, y sobretodo el hecho de ayudar a alguien pidiendo algo a cambio... Simplemente no le gustó.

-¡Cómo te llamas, señor? - preguntó amablemente Aladdin a aquel chico.

-Judar, pero ¿qué importa? ¿A dónde queréis ir?

-A “La Plaza de Amón” del barrio “Calabozo” - interfirió Alibaba

-¡¡¿Qué?!! ¡¡¿ESTÁIS DE COÑA?!! ¡Eso está en la otra punta de la ciudad! ¡Lo que os pida no será barato, lo aseguro! Encima de que tengo que andar todo ese trayecto... Tenéis suerte de que no esté muy lejos de dónde quiero ir. Seguidme – se quejó Judar e imperó en esa última palabra. Parecía estar molesto pero no importarle.

 

Y así fue, siguieron a Judar todo el trayecto mientras hablaban de sus cosas. Cuanto más hablaban, más molesto parecía Judar, quien no paraba de mirar a Aladdin. El rubio se dio cuenta de esto, así que también acabó mosqueado.

-Judar, ¿se puede saber que miras tanto? - le preguntó Alibaba cabreado.

-¿Y a ti que te importa, mocoso? Solo miro a mi alrededor, como todo el mundo.

-Venga, dejad de discutir, calmaos y disfrutad del paseo – sugirió Aladdin calmando a los dos mayores.

-Ven, enano, vayamos más rápido nosotros. Él se las puede apañar solo – dijo Judar agarrando del brazo a Aladdin y comenzando a caminar más rápido tirando de él.

-Pero es Alibaba-kun el que quiere llegar, no yo – dijo Aladdin.

Tras este comentario Judar se paró en seco - ¿Y por qué le acompañas? ¿No ves que es un imbécil?

-No... Yo quería ayudarle, por eso te pedí ayuda... - confesó Aladdin.

-Tsk... diablos... ¡Eh, rubieras! ¡Te pesan las piernas! Date prisa o te dejamos atrás! ¡No quiero esperar más por ti, ¿entiendes?!

 

Alibaba les alcanzó y volvió a caminar junto a ellos.

-¡Alibaba-kun regresó! ¡Bien! - gritó Aladdin risueño.

Dicho esto, Alibaba le susurró a Judar en el oído : “No vuelvas a mirar así a Aladdin, él solo es un niño, déjalo en paz” A lo que Judar le respondió bajito: “Vuelve a molestarme y te comes mi puño, rubieras”

-¿Qué susurráis? ¡No me gusta estar excluido! ¡Contádmelo, por fa! - insitió Aladdin sintiéndose apartado.

-Vamos, Aladdin, no te estamos dando de lado. Solo le comenté algo sin importancia – dijo Alibaba.

-¿Y por qué no me dices lo que es? - preguntó bastante extrañado Aladdin.

-¡Te reirías de la tontería tan grande que es! - siguió disimulando Alibaba.

-Vamos, rubieras, enano, dejémonos de estupideces y continuémos – dijo Judar, esta vez con razón.

Ambos le siguieron. Estuvieron callados durante un buen rato. El habiente se notaba muy tenso. Por un lado, Alibaba y Judar se tenían asco mutuamente; por otro lado, Aladdin no se sentía apartado, se dio cuenta del coraje le ocasionó Alibaba a Judar y viceversa. Quería que no hubiera ninguna pelea entre ellos y haría lo que fuere si fuera necesario.

 

En ese momento, a Aladdin se le ocurrió una duda bastante importante: ¿cómo iba a volver a casa? ¿Y si se perdía de nuevo? Por el momento no dijo nada con tal de no molestar. Ya se las apañaría para llegar a casa antes que su tío.

 

-Ya hemos llegado - dijo Judar sacando de sus pensamientos a los dos menores que le acompañaban – esta es La Plaza de Amón.

-Hay bastante gente... ¿alguno de ellos será ese hombre? - dijo Alibaba preocupado.

-Vaya, no había nadie en las calles pero esto está lleno... - dijo Judar.

-Si. Parece que ahí hay un mercadillo, así que es normal. Cambiando de tema, Alibaba-kun, tu padre es alguien adinerado, así que tenemos que buscar a gente con cosas de valor y ropa cara, obvio.

-Bueno, misión cumplida. Enano, vámonos. Si no supiste llegar no sabrás volver, ¿verdad? - dijo Judar ansioso.

-Voy a quedarme con Alibaba-kun hasta que le recojan. Vete tú si quieres. Sabré volver.

-Aladdin, no hace falta – dijo Alibaba anhelante por que se fuera, ese niño le dio muchos problemas – puedes irte estaré bien.

-No, me quedaré contigo, en el fondo no quieres estar solo ¿verdad? - dijo Aladdin con una mirada bastante seria, confiando en que era cierto lo que acababa de decir.

Alibaba sabía que lo que le dijo ese mocoso era verdad, ¿cómo podía haber acertado así como así? - No... - se avergonzó – estoy bien solo...

-¡Ja, ja, ja! ¡Vaya niñato que no es capaz de esperar solo a que le recojan! - se rió Judar de Alibaba. - ¡Es patético!

-¡Alibaba-kun no es patético! ¡Solo por no querer estar solo no se es patético! ¡Nadie quiere estar solo! - replicó Aladdin al comportamiento de Judar.

-¡Vaya, ahora el enano quiere pelea! - dijo Judar en forma de “respuesta”.

-¡No, no quiero pelea! ¡Quiero que no seas tan idiota e infantil! ¡O que por lo menos, a pesar de tu idiotez no molestes a los demás con ella! - le dijo Aladdin.

-Aladdin, te estás pasando. No me molesta que me lo diga. En realidad tiene razón... soy algo patético... - dijo Alibaba intentando calmar a Aladdin.

-No, no lo eres. Nadie quiere estar solo. Todos nos sentimos solos, nadie quiere sentirse así, nadie quiere estarlo.

-¿Es que acaso te sueles sentir solo, enano? - preguntó Judar para molestarle.

-Todos alguna vez nos hemos sentido así, incluso tú, pero no quieres admitirlo, ¿me equivoco? - dijo Aladdin.

-Mira, enano, ¿vas de chulo o que te pasa? Ya sé la recompensa que quiero. Dije que no sería barata y no lo va a ser. ¡Enano te vienes conmigo! ¡Vamos a divertirnos mucho!

-¿No te dije que le dejaras? - intervino Alibaba – ¡Déjale, solo es un niño!

 

Acto seguido cogió a Aladdin entre sus brazos y corrió. Corrió y se alejó de aquella plaza en la que su supuesto padre iría a recogerle, y todo por Aladdin. Es verdad que le había causado problemas, que habían llegado tarde y que a lo mejor su padre ya se había cansado de esperarle y se había ido, pero consiguieron llegar. Alibaba le pidió a Aladdin que le llevara, no que lo hiciera a tiempo, pues la culpa de llegar tarde fue suya, no de Aladdin. Era Alibaba quién estaba en la otra punta de la ciudad a solo media hora de la hora acordada. Aladdin no tenía la culpa de nada. Además, como bien confesó Alibaba, él no tenía interés en irse con ese hombre, él quería quedarse con sus hermanos (aunque fuera adoptado así se consideraban mutuamente) y no saber nada de esa persona asquerosa. Si no fuera por su hermano Kouen no hubiera ido, además, si eso, tendría más oportunidades para que ese señor le recogiera. A todo esto, es mucho más importante un pobre niño al que un adolescente se le pega demasiado.

 

-¿A dónde vamos, Alibaba-kun? - preguntó Aladdin, aún en los brazos de Alibaba, mientras este corría.

-¿Le hemos despistado? - preguntó Alibaba antes de detenerse.

-Si, ni siquiera nos persiguió una vez empezaste a correr. Antes de hacerlo se topó con un hombre corpulento de largos cabellos morados. Parecía que se conocían – afirmó Aladdin mientras bajaba de los brazos del mayor y este descansaba.

-He corrido para nada, eh... En fin, ¿sabes llegar a tu casa desde aquí?

-Por supuesto. Este camino si lo recuerdo... Mira que soy tonto – respondió entre risas.

-Pues adelante. Está vez seré yo quién acompañe al otro – dijo con una amplia sonrisa.

 

De camino a la casa de Aladdin, fueron en todo momento cogidos de la mano, comentando lo ocurrido, intercambiando sonrisas y hablando sobre otros temas. Esta vez, Alibaba no dudaría en presentarle a su familia, ya estaba deseando de hacerlo; mientras que Aladdin estaba deseando presentarle a su tío Ugo. Alibaba había sido el hermano que nunca había tenido. Ya no se sentiría solo nunca más, ahora tenía a Alibaba.

 

 

 

 

FIN

 

 

 

 

Notas finales:

Quizás haga otro One Shot sobre qué hacia Judar alli y qué tenía que ver con ese hombre corpulento y de largos cabellos morados (o Sinbad, simplemente xD)


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