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Café. por Green Bubble

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Los personajes públicos se pertenecen a sí mismos. La trama e historia es de mi absoluta propiedad al igual que los personajes originales que aparezcan. Sin fines de lucro, me complazco con el disfrute de los lectores.


Oneshot dedicado para Miss Vainilla(?).

Al Him de mi Lo<3.

Al Chan de mi Hun<3.

 

Notas del capitulo:

Buenas criaturitas del señor~, gracias por llegar hasta acá  ; ; (?).

 

Güell éste oneshot nació porque mi ser quería escribir un ChanHun a toda costa porque, hombre, ¿habeís visto a esos dos hombres juntos? SON LA OSTIA, NAH NI ESO; SON LA OSTRA ENTERITA. Son mis dos bias de EXO. Los amo, son dkljsañdljdsalkjdskd; eso(?). Y estaba parlando con el Chan de mi Hun porque le debía una cosita escrita de mí para él u ú, le pregunté como lo quería; café, coffe shop de B.A.P y angst. Si al maldito le encanta sufrir y bueno yo le doy lo que él quiere so~, here is el pequeño experimento.


Es muy angst:c No al punto de hacerlos 'craiyear' creo, espero(?). Pero si tiene sus feels cargados en palabras bc lo escribía cada vez que me sentía toda asdlkñjdsda para que fuera más realista y así. Espero tenga sentido D: lo estoy subiendo de tirón así que no está beteado ;; cuando mi beta se libre editaré esto para que los tengaís bonito:c<3


Sin más preámbulos; ENJOY!

 

EDITADO: BETEADO.

Gracias Jeadore~<3.

 

Un trazado suave, sin ejercer mucha presión, se realizaba a medida que, lentamente pero de manera firme, se deslizaba un carboncillo sobre la hoja de la libreta de un muchacho con aspecto bastante elegante y aristócrata en cierto punto. Delante suyo había un vaso con el famoso logo de Starbucks estampado en la parte frontal. Esta cafetería era un lugar bastante conocido para el chico, de hecho le gustaba venir pero no para beber alguno de sus productos pues el sabor agrio y muy dulce de los postres no eran sus favoritos; sin embargo le gustaba la paz que le daba el lugar, que el olor de la cafeína invadiera sus fosas nasales, el ir y venir de la gente desconocida mientras la música lo transportaba a un mundo paralelo, parecido al real, (la única diferencia es que todos parecían estar en “mute”.

 

Por unos minutos su mano se detuvo, sus dedos se resbalaron por el largo del lápiz, mordisqueó su labio inferior y su mirada se achicó; el tipo ‘algo’, cabellos desordenados y algo largos. Su ceño se frunció mientras su mandíbula se tensaba conforme sus ojos iban recorriendo la figura del desgarbado tipo, pues sí, para SeHun ese chico era el ‘tipo’ que tenía un cierto aire de ‘hípster’. No eran muchas las veces que se encontraban, salvo en ocasiones muy especiales y escasas como ésta —porque el rubio (SeHun) no era de venir mucho, tenía muy poco tiempo para estar ahí en realidad, su horario era algo complicado y abarcaba casi todo su día— pero la mayoría de veces que venía, el ‘tipo’ estaba ahí y el problema es que no sólo estaba ahí sino que siempre parecía ir con buena vibra, con esa sonrisa demostrando su perfecta dentadura que le daba un tinte macabro. Sonreía, sin importar el clima, día, mes o cualquier cosa; el tipo sonreía o reía, siempre era una de las dos. La única vez que SeHun lo encontraba serio era cuando tenía puesto sus audífonos, o con su guitarra en manos y en la mesa había papeles donde parecía anotar la melodía compuesta.

 

«Absurdo.»

 

Soltó un resoplido ante el pensamiento sobre el tipo. Sacudió la cabeza y roló los ojos; debía apartarse la tonta idea de querer dibujar a ese extraño espécimen de humano… Su sonrisa, cerraba los ojos y aparecía detrás de sus parpados. Sin duda eso era tenebroso. Al momento de dibujar uno de sus mayores problemas eran los labios y cuando se trataba del tipo era prácticamente misión imposible… Bien, misión abortada ahora. Cambió de planes; guardó sus cosas en la mochila, sólo se centraría en hundirse en la sinfonía de piano que ahora reproducía su celular y acabaría de beber su té de burbujas para irse. Sus amigos debían estar esperándolo… y su montón de tareas, folletos de estudios que gente quería que hiciera. El crecer nunca había sido una de sus ideas favoritas pero lamentablemente el tiempo no se podía detener. Estaba resignado.

 

Acercó el popote a sus labios, sorbió… y ahí quedó antes de que el líquido de sabor chocolate se escurriera afuera de su boca por el salto que había pegado ante el toque repentino en su hombro.

 

« ¿Quién? ¿Qué?»

 

Su muy conocida cara de mosqueo completo con el mundo se retrató en su rostro. 

 

—¡Eres tú! —exclamó una voz ronca y muy grave, ah, también muy conocida para SeHun pero él la recordaba algo más suave y no tan profunda.

 

—Tipo —dijo rápidamente sin filtrar sus pensamientos y dejándolos salir por su boca como si nada.

 

—No, ChanYeol, ¿no me recuerdas?

 

—¿Debería? —Alzó una de sus cejas, frunciendo un tanto los labios, molesto por la interrupción de su intento de relajarse antes de llegar a casa. De verdad lo estaba intentando.

 

—No seas bobo, claro que sí, soy Yeol. —Y la macabra sonrisa apareció en el rostro del chico que hace un rato había estado tan lejos,  «y ahora tan fastidiosamente cerca»—. Era de tus mayores y tú, SeHun, el niño adelantado de año —canturreó divertido y maravillado con la idea de volverse a reencontrar con el menor de ambos, mientras tanto, que para SeHun era todo lo opuesto. Había cortado lazos con cualquiera que tuviera que ver con su vida escolar, se suponía que sería una época con la que nunca volvería a toparse. Justo en su santuario de paz tenía que pasar.

 

«Maldita suerte, suerte de perros. Diablos.»

 

—Ah… —No, no sabía qué más decir o agregar, los modales y la cortesía hacían que se mordiera la lengua y que no saliera de manera brusca del local.

 

—No te vi más desde la graduación. —Conforme iba diciendo esto, el tipo hacía muecas como si eso le desagradara—. Pero… san se acabó —agregó al final sin dejar su («estúpida», según el menor) sonrisa—. ¿Número de celular?

 

«¿Me lo está ordenando…?»

 

No tenía mucho tiempo, volteó levemente el rostro mirando la ventana; sí, ya era tarde: —Yeol, si me disculpas, mis amigos se preocuparán si no llego antes de las diez —murmuró rápidamente y se paró de golpe, al infierno los modales.

 

—¿No me darás tu número?

 

—Es el mismo de siempre. —Necesitaba salir de ese lugar; se suponía que el tipo nunca se daría cuenta, había sido muy cuidadoso, y era por eso que odiaba que la gente supusiera porque siempre resultaba al revés.

 

—Ah… —Soltó una pequeña carcajada—. Yo, bueno, tengo un nuevo celular, y sólo tengo todos los números de la gente con la que me pude contactar.

 

—Ya —emitió en un tono un tanto burlón el rubio menor. Aunque si debía admitirlo, se sentía nervioso, incómodo por la presencia del mayor a su alrededor. De verdad que debía parar sus locas ideas comenzando por la de haber querido dibujar la sonrisa del tipo.

 

—Tan hablador como siempre, SeHun-ah —comentó divertido sin parecer afectado por la cortante actitud del otro chico, es más, jaló suavemente al menor para que se sentará y al rubio no le quedó otra que hacer lo que le indicaban—. Te hemos perdido el pista, nada de nada, fue como si te esfumaras después de graduarnos, ¿tan malo fuimos? —bromeó sin borrar esa sonrisa, esa sonrisa que le causaba dolor de estómago al menor.

 

—No, sólo quise iniciar desde cero y eso significa eliminar todo, hmn…

 

—¿Incluso yo?

 

El chico de tez pálida casi como la cal no respondió, no sabía que decir exactamente; complicado, eso era todo. Tomó aire de manera pausada por la nariz tratando de relajarse y ordenar sus ideas: —No me malentiendas, Yeol, necesitaba un respiro de todo. Me mudé y, bueno, fue mejor cortar comunicación con ustedes y así.

 

—Bueno, volviste, adiós a esos planes. —La sonrisa que había disminuido volvió a su tamaño ‘normal’.

 

Y SeHun no lograba comprender las acciones ajenas, no, ni debería hacerlo. Eso significaba una jaqueca gratis, mejor ahorrársela. Además Yeol solía ser bastante entusiasta, feliz y animado, ni la marea más fuerte parecía derrumbar al tipo alto. Sumando en parte que también tenía razón pero no era una idea tan fácil de asimilar para el menor de los chicos; volver a hablar con ChanYeol era como tantear una herida mal cerrada, pasearse el dedo por la cicatriz infectada.

 

Sus dedos se cernieron con algo de fuerza a la correa de la mochila. Necesitaba irse.

 

—Debo… debo irme.

 

Y pudo escuchar cómo la respiración del mayor salía de manera desanimada por su boca. Cuando levantó la mirada notó que la sonrisa ajena había desaparecido por completo del rostro foráneo, ahora sólo había una expresión un tanto derrotada y pensativa.

 

Culpa.

 

Entreabrió los labios y trató de formular una frase coherente que le restara importancia al asunto. No era muy de su agrado ese tipo de situaciones que hacían que su estómago se removiera de lado a lado y que esa sensación de asco por sí mismo lo volviera a embargar trepando por su alma. Cómo le molestaba y le escocía sentirse así.

 

—Está bien. —Finalmente el tipo dijo algo; dos palabras, una sola mentira. El rostro adverso mostraba sus sentimientos contrariados y sus dedos tamborileando con delicadeza la mesa, que estaba pensando—. Sin embargo… Te he extrañado.

 

«No, no digas eso, por favor, no ahora», pidió mentalmente el rubio manteniendo su expresión gélida. Una de sus mejores caras era esa, la que no decía absolutamente nada, que no se podía leer; unos ojos donde ningún sentimiento parecía correr. Era mucho mejor así para ambos pero más para SeHun obviamente, y es que debía pensar primero en él, así dolería menos.

 

—No sé qué decir. No me estoy quedando, ChanYeol, sólo vine a ver a mi madre porque tuve dos semanas de vacaciones, fin de ciclo y eso, luego volveré a irme a Italia.

 

—¿Lograste la beca, eh?

 

—…Sí.

 

Una suave y tenue carcajada se escapó de los labios del más alto, eso era mucho decir porque el menor también medía lo suyo, pero Yeol era una jirafa versión humana.

 

—SeHunnie, SeHunnie, hyung está orgulloso —dijo con el orgullo en la voz y una pequeña sonrisa en sus labios—, ¿quién diría que tus locos dibujos lograrían abrirte puertas al arte de Florencia?

 

—Lo hizo. —No supo qué más decir nuevamente. Estaba en blanco pero debía controlarse, debía mantener en orden sus pensamientos, no enredarlos más. Su cerebro ya era una completa maraña como para agregarle más menjunjes por el momento.

 

—Realmente estoy feliz por ti. La mayoría de veces hablabas de eso, pintura, arte sin sentido, cosas tan bohemias… todas las clases te las pasabas rayando detrás de tus cuadernos —rememoró con una con unas curiosas notas de nostalgia y felicidad en la voz en la voz—, los profesores solían reprenderte por dibujar en todos lados, ¡hasta en tus exámenes, hombre! Y no parecía importarte, seguías dibujando y, si no, estabas pensando. Todo el mundo se imaginaba que seguirías lo mismo que el resto de tu familia, economía, y contra todo pronóstico estás en Italia, la tierra del arte renaciente. ¿Qué tal es el David?

 

—Cuando lo vi me recordó a ti… grandísimo. —No pudo evitar mencionar y quiso darse un golpe cuando ya las palabras estaban en el aire. Las carcajadas de Yeol se hicieron más graves, hasta su risa era extrañamente profunda.

 

—Pues tú no te quedas atrás, déjame decirte que te has pegado un gran estirón. ¿Les meten algo en la comida italiana? ¡Oh! Ya sé, tú amas la pasta, seguro comes todo el día, ¡con razón te has añadido centímetros! Igual siempre serás un crío.

 

—Yo… Sí… Supongo. —Atrapó por segundos su labio inferior entre sus dientes; estaba nervioso, bastante de hecho. Debía irse cuanto antes, si comenzaba el primer desliz iba venir otro y luego otro más y así consecutivamente. No podía permitírselo—. Chanyeol, ya es tarde, debo irme, ¿vale? —Y antes de que el otro pudiera decir algo más, ya estaba caminando hacia la salida, sin mirar hacia atrás cruzó el umbral perdiéndose entre el mar de gente.

 

***

 

 

YiFan hacía uno que otro clic con el mousepad de su laptop. Tenía que reservar con anticipación los billetes de avión o luego costarían más, aunque para ser honestos ya era bastante tarde como para un precio cómodo. No tenía ni idea de cómo había resultado en un hotel de Seúl, ni siquiera había sido consultado, simplemente había recibido un mensaje en su celular con la expresa orden de ir al aeropuerto. No había que olvidar el detalle de que sus maletas ya habían sido hechas y estaban en el avión; lo único que había faltado en esos momentos había sido él. Chasqueó la lengua, esas eran las desventajas de vivir con tu pareja y encima que ésta hubiera despertado cierto instinto sobreprotector en un “niño” de veinte años.

 

—¿Aún no viene SeHun-ah? —La voz que hacía esa cuestión sin duda era muy dulce, relajante y amable; si no fuera por el leve tinte de gravedad, se podría decir que era la de un infante—. YiFan, te estoy haciendo una pregunta —demandó acercándose al otro chino que parecía más concentrado en jugar al Candy Crush.

 

—No sé por qué me preguntas, LuHan, es obvio.

 

—¿Fue de nuevo? —En su tono se podía resaltar la preocupación y YiFan no supo si sentirse celoso o no. La verdad es que ya estaba acostumbrado a que su novio estuviera al pendiente de aquel crío, no lo mal entendía, confiaba mucho en LuHan, además comprendía la situación: Lu Han había conocido al chico no había sido en las mejores condiciones y sabía muy bien lo sensible y empático que podía llegar a ser su pareja.

 

—Sí, con su libreta y lápices. Creo que fue a la cafetería a aprender a no salirse de la raya —comentó en son de juego el que en realidad es menor pero que tiene un aspecto más amenazante que el de su pareja. La respuesta de LuHan fue un bufido lleno de molestia; no se debía jugar con las cosas que tenían que ver con su “bebé”—. Estará bien, deja de preocuparte tanto o te arrugarás más, ya no es el criajo que conociste en los baños, Lulú, gracias a ti creció emocionalmente, confía en él.

 

—No debí haber dicho que sí a su propuesta pero era su madre, ¿cuántas veces la ve? Sólo en Navidad y eso es mucho porque ella siempre está viajando. Va a verlo también, pero, YiFan, él es tan susceptible. De verdad que nos costó a Kai y a mí sacarlo de esa fosa donde se había hundido… Y ahora SeHun va a ver el motivo de todo eso. —Parpardeó por unos segundos antes de que un gimoteo saliera de su boca y el menor se separara de su juego para acercarse a su pareja—. ¿No se puede adelantar nuestra vuelta a Italia?

 

—LuHan, no puedes proteger de todo y todos a SeHun, ¿lo sabes, verdad? Ha cumplido sus veinte en abril, ya está bien grande, no es aquel chico de diecisiete años que no hablaba con nadie y se refugiaba detrás de ti. Debes dejarlo crecer, bebé —murmuró pero de manera clara en casi un mandato. No parece tan duro así que dejó un beso en la sien de su novio, que sólo fruncía el ceño molesto.

 

Los labios de Luhan se volvieron una fina línea blanca, miró el reloj de su celular y sus dientes se apretaron con más fuerza. Muchas personas le decían que mimaba mucho a SeHun, pero es que nadie había visto lo que Kai y él… verlo de nuevo caer en lo mismo sería terrible, habían avanzado tanto en esos tres años y cuando vio la primera sonrisa del menor en Italia plasmarse en su labios se consideró muy afortunado de haber logrado tal hazaña.

 

Estaba decidido a nunca más ver a SeHun como lo conoció, tan frágil y temblando.

No de nuevo, se lo había prometido.

Aún recordaba ese día. Claro, demasiado vívido, como si hubiera sido ayer.

 

—No es un bebé pero yo siempre lo veré así —cortó el mayor de ambos antes de despegarse del otro. Escuchó el quejido ajeno pero necesitaba hacer algo. Y sí, se trataba de buscar al menor de todos ellos, de una u otra manera sentía que lo necesitaba.

 

 

***

 

« Siempre he tendido a escribir cosas, sin sentido. Por mero desahogo ciertamente. Lo vi de nuevo; más bien, él me vio de nuevo tras años. Yo no sé qué busca la gente en mí; para ser sinceros tampoco quiero que encuentren algo en mí, me gusta mi soledad, funciono bien en ella aunque luego ésta me consume y me agobia… me traga.»

 

Después de haber garabateado aquel vómito neuronal que buscaba dejar salir sus pensamientos en silencio antes de que estos se acumularan dentro de él y que luego su alma los absorbiera y finalmente su cuerpo lo dejara salir literalmente. Eso último obviamente no estaba en sus planes, la parte del cuerpo se reflejaba en sus brazos para ser más exacto, en la parte interna, y se había prometido a sí mismo que no iba a volver a caer en la misma ‘tontería’. Se lo había prometido a LuHan también. Pero, ¿qué tal fácil era dejar una huida; un vicio? Él lo vivía a diario, cada vez que sentía que hacía algo muy mal y grave, como herir o decepcionar a alguien que realmente valoraba, necesitaba marcar su piel. Cada cicatriz era un error que no debía volver a cometer, pero esa cicatriz era uno de sus grandes errores… irónico, el error más fatal le recordaba lo más cotidianos.

 

Cogió el borrador, sacó el boceto que había estado haciendo en la cafetería y entonces lo volvió a hacer, la misma cosa que había hecho hace una semana; borrar cada rastro que tuviera que ver con él, borrarlo de la hoja, borrar de su hoja cada parte de él, pero ese era un mero hecho físico porque por más que sacara su alma, sabía que aunque lo borrara él mismo como en la hoja, lo volvería a dibujar sin darse cuenta. Cuando ya lo tendría avanzado y casi completo sería cuando tomaría conciencia de que se había dejado llevar por sus emociones.

 

Soltó aire por la nariz y se echó en la cama sin pensar en nada, tampoco es que quisiera pensar en algo porque cuando SeHun pensaba era como un apocalipsis mental; el tener conciencia de todo hacía que se diera cuenta de muchas cosas, como las probabilidades para cada decisión que tomaba, y es por eso que era complicado ser un tipo que las pensaba demasiado, que le daba vueltas una y mil veces para finalmente también ser un idiota que sufría de sentimentalismo. Pero también era cierto que cuando SeHun quería ser frío y duro, lo era; había aprendido a controlar sus sentimientos. Sin embargo una cosa muy distinta era él cuando estaba en confianza, se dejaba llevar, como una represa estaba contenido y tranquilo, pero cuando quitaba toda aquella protección se desbordaba; realmente se ahogaba a sí mismo de vez en cuando.

 

—SeHun.

 

Abrió uno de sus ojos al escuchar aquella voz que podría diferenciar aun si estuviera a mil metros lejos de esa persona y es que el menor era como un radar que siempre captaba la frecuencia del mayor. Del mayor que ahora se tiraba en la cama a su lado, apretándose contra su cuerpo en busca de calor y tratando de darle paz mental como apoyo emocional. No necesitaban decir mucho, LuHan no sentía que debía decirle algo al menor porque él siempre sabía. Y por su lado el rubio platinado también estaba al tanto de que el otro no necesitaba que le explicara las cosas, no había cuestionamientos ni recriminaciones, algo que SeHun agradecía mucho a LuHan. Cada vez que necesitaba de alguien, él estaba con sus brazos abiertos para él sin importar qué. Su salvavidas cuando todo parecía ser oscuro no bastaba mucho para describirlo, de alguna manera su alma lograba encajar con la ajena, encontraba esa tranquilidad que calmaba su marea de pensamientos, volvía un rato a la paz para pensar adecuadamente. Quizá en algún tiempo, si se hubieran conocido en otras circunstancias, SeHun podría jurar que estaría muy enamorado de la forma de ser del otro y es que a su modo refunfuñón pero adorable lograba encantar hasta a la persona más amarga del mundo.

 

—LuHan.

 

Una sonrisa aunque pequeña se dibujó en el rostro del llamado que simplemente alzó la mirada. Sus ojos se encontraron con el otro par de orbes que lo observaban sin moverse, sin tratar de averiguar lo que estaba pasando por su cabeza. Su mano derecha se alargó y acunó el pómulo adverso con cariño y aprecio. El menor, al contrario de lo que haría con todo el mundo, permitió el contacto y ladeó el rostro permitiendo que su rostro descansara en aquella palma caliente que nunca le había dañado. Los dedos del mayor comenzaron a moverse con lentitud recorriendo la tez delicada y aterciopelada. Cualquiera que lo viera podría jurar que eran pareja o algo por el estilo, es decir, ambos en la misma cama pegados el uno contra el otro buscando calor y un breve momento de tranquilidad sin ruido, uno de ellos mimando al otro.

 

Era un vínculo fuerte, todos lo notaban; SeHun era un cachorro perdido en Italia que no podía sentirse solitario porque entonces perdía la cordura y sus pensamientos se derramaban en todo su cuerpo. Fue entonces cuando conoció a LuHan. Lo recordaba muy bien; la sensación amarga y agria de sentir como la soledad trepaba por su cuerpo y como salía mediante ese líquido rojo y con olor a óxido, él mismo se había prometido no hacerlo pero en el baño solo con las lágrimas cayendo por sus ojos, frustrado y desolado, se estaba volviendo a abrir para dejar que sus sentimientos que siempre contenía salieran. Irónicamente fue gracioso porque el mayor necesitaba estar un cubículo urgentemente. Entonces vio al menor con los ojos abiertos mientras que de su mano caía la pequeña navaja que parecía haber sido sacada de un tajador. Las ganas de ir al baño a esa hora de la madrugada se esfumaron totalmente. LuHan sin preguntas se acercó y atrapó el brazo ajeno jalándolo y desvelando cada emoción que el menor sentía. Eran muchas, bastantes a decir verdad, y podía notar que estaban encima de cicatrices. “Jugando a tres en raya en tu propio brazo, eh”, le había dicho irónicamente porque una parte de su brazo parecía demostrar aquel juego haciendo que a SeHun se le escapará un sollozo mezclado con una carcajada.

 

***

 

 

—Estaba grande, D.O, estaba alto y estirado literalmente —comentó el más alto de los dos; no obstante, en realidad no era que estuviera con una persona de gran estatura.

 

—Sí, lo estoy viendo.

 

—¿Ah?

 

—Está allá con ese chico pegado en su cuerpo.

 

—¿Chico?

 

—Sí, Yeol, mira y deja de preguntar.

 

Frunciendo el ceño volteó a ver a qué se refería el otro y su boca se abrió al ver como un hombre joven abrazaba a su menor. Tragó duro, ¿es qué SeHun ya se había olvidado de él? Entonces se sentía sumamente más idiota de lo normal por haber esperado tanto tiempo por alguien que ya había hecho su vida lejos de él.

 

Gruñó al recordar donde estaba; aeropuerto. Era hoy cuando el menor volvía a irse lejos de él pero también este día ChanYeol no se iba a rendir a volver a dejarlo ir, no de nuevo, ya no aguantaría. Todos esos días mirándolo por el rabillo del ojo podía sentir como su corazón correspondía a cada estimulación ajena de ese chico que había sido su pareja en la época escolar. No importaba cuanto tiempo pasara, su corazón siempre respondía a ese amor, al rubio que estaba negando con la cabeza mientras ese otro chico que parecía un parásito —según Yeol— se pegaba dando saltitos. Y había estado tan centrado en la pareja que ni siquiera notaba la mirada de un chino alto que lo miraba desde la altura a la que ChanYeol quería llegar.

 

—Mira, parece que al fin lo ha dejado libre. —Y lo comprobó al notar cómo un cuerpo alto se acercaba al parásito de su menor, alejándolo con suavidad y señalándole el baño. El sonrojo pronunciado que apareció en las mejillas del más pequeño fue ridículamente gracioso pero eso no le importaba ahora.

 

Esperó unos minutos a que el muchacho al fin se alejara del más joven, no sin antes revisarle el rostro y preguntarle un par de cosas al menor, quien sólo negaba con la cabeza, apartándolo con pereza. A SeHun no parecía molestarle en lo absoluto que las manos de ese chico lo tocaran, cuando Yeol recordaba que el rubio siempre y toda la vida había evitado el contacto físico. ¿Qué tanto había cambiado en esos años?

 

Un empujón lo sacó de sus pensamientos y era su compañero de ojos grandes instándolo a que al fin hiciera lo que debía hacer. Y sin más rodeos llegó hasta a la altura de SeHun que parecía no haberse dado cuenta de su presencia, pero cuando lo hizo fue como ver un gato después de que le habían tirado un balde de agua fría.

 

—Yeol.

 

—SeHun-ah. ¿Te vas de nuevo sin avisar?

 

—Sí.

 

—No puedes.

 

—Claro que puedo y es lo que voy a hacer.

 

No se había gastado hablando con la madre de ese chico tozudo toda la tarde para que después de un gran esfuerzo le soltará donde estaría ahora en vano. Lo tenía ahí sin ningún tipo de protección. No podía perder más tiempo. Atrapó al vuelo el brazo ajeno notando cada una de las cicatrices que éste tenía. No era novedad tampoco; cada vez que lo veía sin nada, había recorrido con su propia boca cada fina línea que demostraba todo lo que SeHun nunca podría expresar de otra manera.

 

Estaba consciente de que el otro no se dejaría hacer así por así, tuvo que aplicar toda su fuerza para que no se escapara de su agarre hasta que llegó a los baños, mejor dicho al baño para inválidos. Empujó ahí al rubio que soltaba maldiciones por lo bajo, revolviéndose como gusano para zafarse y huir como acostumbraba, pero el más alto no volvería a permitirlo, no de nuevo. No podía volver a cometer ese error y tropezar con la misma piedra. Sin embargo, el otro era terco como nadie en el mundo y casi se le escapaba pero logró aprisionarlo contra su cuerpo, ejerciendo toda su voluntad ahí, haciendo que el otro jadeará siseando.

 

—Suéltame —le ordenó duramente pero sin mirarlo a los ojos. Si lo miraba a los ojos, el menor estaba muy al tanto de que todas sus barreras caerían estrepitosamente por culpa de su ex pareja.

 

—No dejaré que te vayas.

 

—Si no voy, perderé mi beca.

 

—No me interesa eso. No creas que no me doy cuenta de que esas cosas han aumentado.

 

—¿De qué hablas?

 

—Tu brazo. —Y sin pedir algún permiso alzó la extremidad del menor—. ¿Cuántas nuevas hay ahí? No creas que antes no las contaba, ahora hay muchas más. ¿Qué tanto te callas?, ¿qué tanto te muerdes la lengua?, ¿qué tanto te cortas cuando nadie se da cuenta?

 

La respiración se le cortó y, soltando un bufido, SeHun bajó su brazo de golpe.

 

—No seas idiota. No me había vuelto a cortar, al menos no en Italia. Se lo prometí a LuHan —explicó el menor sin mirarlo y velozmente esconder las cicatrices de nuevo bajo su manga—-. Entonces vine un momento, unas semanas aquí, te vi y necesité hacerlo para tomar conciencia de que no debería haber vuelto.

 

Esa fue la gota que derramó el vaso.

 

Sus labios se encontraron bruscamente, hambrientos y ávidos. Al principio, el más pequeño no respondió, pero entreabrió los labios soltando una maldición por la mordida en su labio inferior, e iba quejarse pero no podía hacer nada cuando su cuerpo estaba atrapado contra el ajeno, sus manos atrapadas por las del mayor y sus piernas apretadas contra la pared por las impropias.

 

Joder, joder, joder.

 

Y se deshizo, se derritió, se derrumbó.  

 

La lengua húmeda y caliente de ChanYeol se encontró con la suya, haciéndose de esta, mientras que un suspiro mezclado con un gemido se mezcló en su boca para satisfacción del sentido de audición del mayor. Estaba jodido, estaba bien jodido desde que había conocido a Park ChanYeol. Se jodió más a sí mismo cuando aceptó que estaba completamente e irrevocablemente enamorado de ChanYeol. Algo que era mucho peor y más jodido era cuando un verdadero amor no estaba hecho para realizarse, que por más que se forzara para hacerse realidad, no se podría cumplir nunca. SeHun se había dado cuenta de todo eso cuando su beca fue aceptada ni bien se graduó, era una indirecta del destino. No era idiota, estaba captando todo; lo hizo mucho más cuando vio que en la mirada de D.O. se dibujaba una sonrisa llena de orgullo y con esa emoción que también sentía por el más alto; amor.

Cuando tenía dieciséis sabía que tenía una mente maldita que se encargaba de hacerle todo más difícil. Se aceptaba tal como era, estaba resignado a tener una cabeza con tantas voces en ella que a veces lo ayudaban a ver con claridad a través de la oscuridad de la ignorancia, pero a veces tanta luz lograba cegarlo y agobiarlo. Se esforzaba por ser un buen hijo, pero su cabeza lo atormentaba y fue cuando comenzó a callarse, porque volvía locos a sus padres con todas sus ideas. Lograba volverlos locos, toda la gente que lo rodeaba siempre terminaba haciéndose de lado cuando SeHun dejaba que su mente tomará su voz. Pero ChanYeol no lo hacía, sólo se reía. Comenzó a entrar en la mente del menor para llenar de él los pensamientos sus pensamientos, pero notaba que lograba hacerle mella, podía ver como él afectaba a Yeol. No era saludable verlo darse cuenta de todas las cosas, tomar conciencia de que existían demasiados colores y muchas mezclas que se podían lograr. Era demasiado hasta para él mismo.

 

D.O había hablado una vez con él; le había contado sobre la vida de Yeol: una madre enferma y una hermana mayor que se encargaba de cuidarlos. No podía complicarle más la vida cuando sabía que no podía parar. Sería egoísta. Y él era impulsivo cuando cogía cariño y confianza… simplemente porque lo amaba se iba a alejar de su mayor.  SeHun había entendido que hay muchas formas de amar; una era dejando que su amado tuviera una sonrisa siempre en su rostro aunque sea con otra persona que no era tan jodida como él. Había aprendido que necesitaba gente que estuviera segura de sí misma y no se preocupara tanto por él porque sí; después de todo, SeHun vivía muy metido en su mente y solía descuidar el mundo real como a los que pertenecía a ese lugar.

 

Podía sentir las palabras no pronunciadas por Yeol vibrar en sus labios; “no te vayas”. No respondía a sus silenciosas peticiones porque sería mentirse a ambos en una cuento rosa, ya sabía que ninguna relación era perfecta. Tampoco estaba acostumbrado a la presencia de otras personas, era sólo él; podía estar unos momentos con otras personas pero le gustaba muchísimo su soledad. Era insensible (o eso parecía) cuando en realidad podía ser bastante sentimental y frío cuando quería. Y si lograban incomodarlo, el menor resultaba muy cortante porque se agobiaba con facilidad. La gente no cambia mucho menos cuando ha sido así por tantos años, aprendiendo a ser así como protección. Los cambios costaban muchísimo más para Oh SeHun que era un cabeza dura y solía estresarse con facilidad. Era simple ante todo lo complicado y enmarañado… SeHun no iba a ser un dolor de cabeza más para Yeol. Hizo fuerza para lograr liberar sus muñecas del agarre, pero, como ya lo sospechaba, el mayor no lo iba a dejar ir con tanta facilidad. Jadeó con fuerza al sentir como las caderas ajenas se movían contra las suyas. Debía ser fuerte porque dudaba gigantescamente de que, si hacía lo que Yeol estaba buscando, después quisiera irse.

 

 —Estimados pasajeros, se les informa que el vuelo 128976 con destino a Florencia - Italia, a favor de comenzar su abordaje en la puerta número trece.

 

Sus labios se detuvieron por un momento con la sangre helada al escuchar eso.

 

Todo sucedió rápidamente después; SeHun había notado lo frío que se había quedado ChanYeol. No había otra oportunidad. Ahora o nunca. Y fue ahora cuando lo empujó con algo de fuerza para que se alejara y de un jalón —que casi le descuadra el brazo por bruto— abrió la puerta del baño donde estaba LuHan estupefacto sin poder creerse nada. Y el menor sudó en frío, con el corazón latiéndole en las orejas cuando escuchó las pisadas ajenas. Pudo al fin respirar en ‘paz’ cuando estuvo a la misma altura que LuHan y Kris; con ellos estaba seguro.

 

—¿SeHunnie? —cuestionó con suavidad en voz bajita el chino de más edad pero sólo atinó a rodear con los brazos a su bebé. No debía hacer preguntas, no podía ser tan tonto cuando la respuesta estaba parada en frente suyo mirándolo con odio. En todo caso, él comprendía el sentimiento.

 

—Gege vamos…

 

—Bien, bien...

 

LuHan había sabido desde que nació la idea de volver a Seúl que SeHun no estaba listo para aceptar sus sentimientos. Pues para él, eso significaba una debilidad, un sentimiento que no podía controlar, una ansiedad  más para su descontrolada mente. SeHun simplemente no estaba listo para un sentimiento que abordaba tantas cosas como el amor y eso lo había demostrado cuando corrió de nuevo hacia él buscando refugio. Quizá YiFan sí tenía razón en que lo consentía mucho, pero las cosas se arreglaban con cariño, delicadeza y dedicación porque un nudo se deshace aflojándolo no ajustándolo.

 

D.O. también supo que era momento de agarrar a ChanYeol para que no se hiciera más daño de lo que ya tenía. Mientras SeHun había sido ‘raptado’, él había estado hablando con aquellos chicos con acento gracioso. Y, bueno, porque LuHan había estado en una fase casi pre-infarto porque su protegido había desaparecido sin su permiso. Aunque le dolía el corazón ver al más grandote sufriendo por un amor que siempre había estado en él desde la secundaria, debía detenerlo por hoy.

 

—Yeol.

 

—…Está bien.

 

Ocho letras, dos palabas, una sola frase; una mentira tan inmensa como el tamaño de la galaxia. Pero, ¿esas no solían ser las palabras que se usaban por todo el mundo para tratar de fingir que todo estaba bien? Apostaba que había otras miles de personas diciendo esa gran mentira.

 

***

 

 

En un suave trazo en el que no se ejercía mucha presión, ahí estaba el menor, dibujando a una no muy joven pero tampoco tan adulta pareja que se presentaba delante suyo en aquel café. Un café, muy conocido por cierto; Starbucks. SeHun no iba a ese lugar por moda, de hecho era muy retraído en los gustos populares, era un chico simple cuando se trataba de ello; gustos simples, pero él en sí no figuraba para nada en lo simple, mucho menos en su mente. Le gustaba ir ahí, el olor del café recién tostado mezclado con el de los postres —los cuales nunca probaría porque el dulce siempre lo hastiaba a las dos cucharadas— y las personas, personas a las cuales ignoraba y ponía en ‘mute’ con la suave sinfonía de un piano. No pasaron muchos minutos hasta que detuviera el desliz de la punta del grafito sobre su hoja blanca. No es que no le gustara, sólo estaba sorprendido porque la parte en la cual siempre tenía dificultades le estaba saliendo de manera tan natural y muy bonita a su gusto.

 

Sus labios se fruncieron levemente sin comprender cómo es que había obrado tal maravilla. Aquella zona siempre recibía un montón de manchones y mucho borrador. Sin embargo, en esos momentos no sucedía eso. Tantos años en su universidad estaban surtiendo efecto en él, seguro LuHan estaría orgulloso cuando se lo mostrara. Y una suave sonrisa se deslizaba en su rostro sin que se diera cuenta por estar más centrado en hacer los acabados en el rostro que estaba dibujando. Tan sumido había estado trazando y haciendo retoques en su retrato que no se dio cuenta que la pareja, a la cual había estado mirando, se había separado y uno de ellos se acercaba a su mesa.

— ¡Eres tú!

 

—Tipo.

 

—No, ChanYeol, ¿no me recuerdas?

 

—¿Debería?

 

—No seas bobo, claro que sí, soy Yeol.

 

SeHun alzó las cejas fingiendo confusión haciendo que Yeol arrugará la nariz. Sin embargo, el menor soltó una suave risa, logrando también dibujar una sonrisa en el rostro del más alto, así, justamente como la que estaba en su hoja. Lo había logrado.

Notas finales:

¡Y ya!

 

A la. He aquí mi primer coso para el fandom EXO, LKASJDKLASDJSDA; eso es lo que yo siento de nuevo(??). Ha sido complicado escribir éste angst porque quería darle sentido pero tampoco hacerlo un drama turco ;; Y apuesto que hay mil dedazos, aunque he tratado de darle una leída super rápida , de seguro hay más que un error garrafal nuevamente disculpas por ello:c

Y si lo leyeron, ¡muchas gracias! Y si van a dejar un bonito review, ¡miles de gracias! Ya saben esas cositas siempre animan a uno y hacen que eso valga la pena<'3


Shauwi~<3.


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