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Entre paréntesis por blueous

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Notas del fanfic:

 Espero que B.A.P esté bien y tenga éxito en lo que sea que venga porque sin ellos sinceramente no sé qué voy a escuchar...

Notas del capitulo:

 Como siempre, disculpas anticipadas por los errores de escritura y redacción que vayan a notar, aunque serían bien guapos si me los apuntaran.. porque SIEMPRE SE MA PASA ALDO D:

(Esto no es una historia de amor.)

 Youngjae ya ha visto a Daehyun muchas veces antes de que el chico le mirara con cara de pánico y le extendiera la correa de un perro demasiado flaco para ser bonito.

—Cuídalo por favor.

 Youngjae era el hijo de la señora del quiosco fuera del supermercado, lo que le había inducido hacer muchos favores a muchos compradores a sus apenas diecisiete. Había vendido cajetillas a otros menores de edad con uniforme que le parecían algo intimidantes, quizá pudo haber bajado el precio de alguna revista a una chica guapa o fingió poner atención a las ancianas que aprovechaban de contar toda su vida mientras compraban alguna galleta, sin embargo jamás había tenido que sostener la correa de un perro que empujaba por entrar al supermercado en busca de su amo.

 No es que Youngjae haya sido bueno con los animales tampoco.

—Lo siento.

 No es hasta que una mano se acerca a la suya y le quita con cuidado la correa rosa (porque sí, el perro tenía una horrenda [casi tanto como él] corra rosada) que Youngjae levanta la vista. El chico se va sin siquiera decir su nombre y de todas formas al que se queda con las manos vacías no le molesta.

 Después de todo ese es sólo otro chico que acompaña a su madre a comprar y el que, a veces (los miércoles por lo general) compra mentitas en el quiosco. Probablemente se vuelvan a ver, pero a Youngjae no le importa, porque, como ese, hay ciento y un otros chicos y chicas más atractivos que podrían hacer que su pulso se acelerase y él tiene el lujo de verlos y atenderlos casi todos los días. Así que de verdad no importa cuando el chico del perro se va sin decir nada excepto “lo siento”. Es más, incluso omite el accidente cuando su madre vuelve a las horas y le pregunta si ha pasado algo interesante.

 Y de todas formas ese miércoles Youngjae nota que el chico del perro no se detuvo al otro lado de la ventanilla a pedir de las mentitas celestes con blancos.

 (Aunque claro; no importa.)

 El quiosco lo obtuvo su madre al adquirir una lesión mal atendida que le quitó todas las posibilidades de seguir trabajando en cualquier empleo que requiriese seguro o mucha actividad física, lo que redujo su ya pocas opciones de empleabilidad cuando la mujer se acercaba a la fecha jubilación. Sin embargo los Yoo jamás han sido de esos a los que les guste no hacer nada, y tan pronto en abril llegó el dinero necesario a la casa, la señora Yoo compró el local que estaba justo afuera del supermercado de la cuadra, porque tenía clientela segura y porque ¿qué se necesita para trabajar en un quiosco de todas formas además de tiempo? La respuesta fue carácter, porque en realidad no era tan fácil.

 Apenas Youngjae cumplió los quince empezó a ayudar en el pequeño cubículo. Cada vez que pudiese y con el derecho a sacar cualquier dulce que se le antojase. En realidad los dulces no eran un real aliento, no cuando Sunhwa pasaba por delante del quisco todos los días para ir a comprar lo-que-fuese que su padre le hubiese encargado. Una pequeña sonrisa se asomaba por los labios de Youngjae cada vez que recuerda a la chica, porque su empleo en el quiosco le otorgó, al cabo de varios días, una sonrisa de ella y un “tú vas en mi colegio, ¿cierto?” justo antes del “lo sabía. Tus mejillas no se olvidan fácilmente” y entonces todo valió la pena.

 De eso ya iba un año e incluso cuando su relación con la chica se terminó a los siete meses, Youngjae se dio cuenta que el quiosco era un sitio con ventajas suficientes como para hacer una lista.

 (Daehyun nunca figuró en esa lista.)

—¿Unas mentitas por favor?

 Youngjae alcanza a preguntar de qué sabor antes de despegar los ojos completamente de la revista que está leyendo y darse cuenta que la pregunta es estúpida.

—Las celestes.

 Cuando el chico del perro responde Youngjae ya tiene la cajita en la mano y la extiende mientras dice el precio, lo que también debe estar de más, porque esa rutina ya la ha hecho por casi un año y…

—¿Puedo preguntar qué te hizo dejar al perro conmigo? —Youngjae cuestiona mientras calcula el cambio y por alguna razón hubiese preferido no hacer la pregunta.

—Te reirías.

—Pruébalo.

—Mi nombre es Daehyun.

 Youngjae sonríe y al menos ya tiene una palabra que remplace a “el chico el perro” cada vez que piensa en él.

 (No es como si pensara en él en realidad.)

 Daehyun no responde a su pregunta ni ese día ni el jueves: cuando pasa a comprar también contra todos los pronósticos del dueño del quiosco.

 Es estúpido querer preguntar qué hace comprando mentitas un día jueves a un cliente, así que Youngjae guarda silencio mientras toma un ejemplar de donde están las cajitas celestes y escucha a Daehyun saludar, preguntar qué tal el día y responder con mucho, mucho más que el típico “bien”.

 Bastan cuatro días para que Youngjae aprenda una cosa de Daehyun: su boca no deja de moverse. Nunca.

—¿Qué?

—Que tengo que entregarlo mañana, pero no importa porque mamá lo va a falsificar y…

—Siento que me estoy convirtiendo en cómplice de algo que no quiero.

—Ni siquiera vas en mi colegio, no es como si te fueran a preguntar.

 Youngjae cierra los ojos y suspira antes de volver a sentir la voz de Daehyun seguir explicando porqué es totalmente necesario no asistir a la prueba de cálculo, menos si el profesor no es bueno y solo le explica a los que entienden, cuando debería ser al revés y él no tiene la culpa de tener una mala base y, de alguna forma, la culpa de todo la tiene el estado, así que no es tan malo presentar un certificado médico falso. De todas formas lo que en verdad es gracioso es que, contra todos los razonamientos políticamente correctos de Daehyun, cuando Youngjae le pregunta por el partido político del actual presidente el otro sólo se sonroja mientras añade que eso no es lo importante.

—¿Acaso no me escuchaste?

 (¿Cómo contestar que en realidad Youngjae ha comenzado a escuchar todo lo que el otro dice de forma patéticamente detallada sin sonar… patético?)

 Es en algún punto entre las constantes paradas de Daehyun en el quiosco día tras día que ambos se vuelven mejores amigos. Youngjae se niega al hecho cada vez que llega a su salón de clases y ve al que solía ocupar el puesto de mejor amigo, porque de pronto ya no tiene ganas de contarle las cosa que poco a poco le ha empezado a contar a Daehyun.

—¿Te pasa algo?

—Nada.

 Youngjae siente una punzada de traición, lo que es sorprendente porque en realidad es él el que está traicionando y ni siquiera es una traición en sí y si se piensa con calma podríamos llegar incluso a culpar de ese sentimiento extraño a la sociedad, quizá al gobierno y no, no es que Youngjae esté hablando mucho con Daehyun.

—¿Seguro? Tienes cara de tener problemas estúpidos.

—Im Jaebum. Estoy bien.

 Esta es probablemente la primera vez que Youngjae finge una sonrisa frente a Jaebum desde que son mejores amigos y se siente mal. Se siente incluso un poco peor ver como el ceño fruncido en el rostro de su tan dicho mejor amigo se relaja, como si le creyera, cuando es tan obvio que Youngjae está mintiendo. Y en realidad en alguna parte inconsciente de su cerebro Youngjae sabe que todo son excusas.

 El día pasa tranquilo, en el ensayo de biología no va tan atrasado y tiene una excusa para cambiarse de puesto mientras Jaebum termina de transcribir su parte. Antes del final del periodo Youngjae se da cuenta que está siento idiota e infantil, cosa que debería dejar porque este es su último año en la preparatoria y se supone que ya es una persona madura, así que vuelva al lado de Jaebum y decide que en realidad todo se tiene que terminar en algún momento, pero si va a ser así, entonces que sea en buenos términos, de preferencia cuando el año termine y no tenga que buscar compañero de asiento y trabajos.

 (No se convence en toda la tarde que lo que-sea-que-tenga con Daehyun no tiene por qué terminar. Claro que no.)

 A fin de año Youngjae nota el cambio en sí mismo cuando el resto del grado parece hacerlo también. No tarda en sumarse al agarre desesperado de la infancia prometiendo a cada uno de sus compañeros que les contactará en el futuro. Es mentira y todos los saben, sin embargo asienten y prometen las mismas cosas vacías a cambio.

 Jaebum es el que le recuerda como se burlaban de los chicos que lloraban en su último día.

 Youngjae le recuerda que hoy rompen su promesa de ir a la misma universidad, porque él quiere seguir una carrera relacionada con tecnología biológica y Jaebum siempre tuvo un lado desarrollado más humanista que otra cosa.

 Daehyun le recuerda que hay que sonreír.

Porque allí está, en la pantalla fluorescente de su celular, el mensaje que Daehyun le prometió desde que Youngjae le concedió su número de teléfono casi a los cuatro meses de conocerse.

“hoy empieza otra etapa. soy un romántico, eh

pensé que necesitabas a tu mejor amigo, así que en el café. Ocho?”

 Youngjae no puede evitar preguntarse qué puede venir ahora y qué tan preparado está para una nueva etapa, porque ya superó la fase del “mejor amigo Daehyun”. Si no mal recuerda lo hizo una tarde en que las cosas no parecían ir bien y no habían motivos. Solo una cosa era segura; Daehyun en los columpios de la plaza fueron la solución. Mucho llanto y chistes que intentaban desesperadamente ser gracioso, los que en alguna parte del trayecto se hicieron realmente divertidos y Youngjae tuvo que luchar con la idea de que la broma fuera la misma pero su sentido del humor fuera el que se acoplase con Daehyun día a día cada vez más.

 La respuesta es simplemente un “te dignaste a hablarme maldito lisiado”, porque es suficiente para saber que debe volver a casa y lavarse la cara hasta quitarse los rastros de llantos desaforados antes de correr hasta el café que Daehyun ha mencionado hasta el cansancio y al que hoy, después de muchos el otro sábado, ¿vale? visitarán para celebrar la graduación de ambos.

 (Youngjae apenas acepta que esa presencia ligeramente molesta y cálida es lo más importante del día.)

 Youngjae está sacándose los pantalones de colegio que no planea volver a ver nunca más cuando su madre grita desde la entrada que Daehyun llegó.

—Lindas piernas.

 Al menor de los dos le dan ganas de asfixiar con los pantalones que tiene en la mano al otro, pero al mismo tiempo ríe, porque esto es tan típico de Daehyun.

—Gracias, lo sé —Youngjae rueda los ojos buscando otro pantalón en su closet —¿No íbamos a juntarnos en el café?

—Sí, pensé que te podrías perder.

 No es necesario que Youngjae se voltee para adivinar que su mejor amigo está en su cama mirando el techo, porque así de mucho se conocen. Además el más bajo sigue teniendo cierto tipo de vergüenza cuando se trata de su propio cuerpo, por lo que es preferible quitarse la camisa y la musculosa de cara al closet y de espaldas a Daehyun.

—No soy tan estúpido.

—Sí, aquí es donde yo digo que bueno, pero tú y yo sabemos que no ¿cierto?, pero en realidad…

 Una vez vestido totalmente Youngjae se voltea, porque las palabras quedan colgando en los labios de Daehyun y algo le dice que no las dirá a menos que le esté mirando. No se equivoca. Daehyun le hace un gesto con la mano para que se acerque, no retomando la palabra hasta que Youngjae está a su lado.

—…en realidad no vamos al café. ¡Tú realmente crees que te invitaría a un café! —De pronto la voz del mayor sube y Youngjae no entiende porqué no.

—Sí, cuando dijiste “vayamos al café y no me digas que no”. Creo que algo pasó en mi cabeza que me hizo pensar que sí, iríamos a un café.

—Uh-uh.

—Me pregunto por qué soy tu amigo.

—Porque cuando nos conocimos era más agradable, lindo y respetuoso chico que hubieras conocido… y después tomé confianza.

 (Touché.)

 Cuando ambos salen de casa, Youngjae le reafirma a su madre que irá al café por si algo ocurre y luego se quedará en la casa de Daehyun. La mujer no dice nada, porque esa casa ya conoce a su hijo como otro habitante y esta casa tampoco hace algo diferente con Daehyun.

 En la despedida no hay sorpresas en realidad.

 La sorpresa la tiene Youngjae cuando pasan el café y siguen directamente hasta la parada de buses para tomar el que les lleva a la casa de Daehyun.

—Jung Daehyun, me prometiste café.

 El aludido levanta la vista y sonríe con esa sonrisa que indica que sabe exactamente lo que hace.

 Si Youngjae no insiste más es porque estos meses de amistad con Daehyun le han enseñado muchas cosas, una de ellas es no interrumpir los planes del mayor si quiere una velada tranquila. En un día de tantas emociones como lo es graduarse definitivamente de la educación superior, una velada tranquila suena realmente prometedor.

—En algún momento creí que habría algo. De verdad que sí.

—¿Mi casa no es algo?

—Algo bueno.

—Ya vas a ver.

 Una velada tranquila. Una velada tranquila se debe repetir Youngjae mientras entra, porque es cierto que no es un café elegante, no habrá meseras guapas a las que dar más propina de la necesaria para hacerlas sonreír, no habrá comida decente o pasteles de frutilla o naranja y no, no habrá una bonita vista desde la gran ventana del café que da a la vida nocturna, pero habrá casa de Daehyun y Daehyun.

 (Y no, no es que el mayor sea realmente suficiente.)

 Daehyun se salta las formalidades, porque solo las sigue durante las primeras dos veces. El resto de las veces ha sido sólo un “pasa, siéntete como en casa” y la puerta abierta junto a un halo tras el dueño de casa que te hace querer seguirlo, así que es suficiente para que Youngjae obedezca, se adentre en la casa y cierre la puerta en su espalda.

 El día de su graduación no es excepción.

—Estamos solos —Daehyun comenta entrando al despacho de su madre mientras revuelve algo que no son los papeles médicos de trabajo —Y papá le compró a mamá un bacardí repetido del que tengo permiso abusar contigo porque somos mayores de dieciocho.

 Youngjae junta las cejas, porque no cree ni una palabra, pero es cierto que tiene dieciocho y nunca se ha emborrachado.

—Nunca me he emborrachado hasta olvidar lo que hago, así que esto va a ser divertido.

 Youngjae bufa de nuevo, porque tampoco cree eso. Es cierto que Daehyun no es un animal salvaje de fiestas, pero el chico tiene un círculo de amigos que es un poco más animado en las fiestas que su grupo y ya varias veces el más pequeño ha tenido que responder a los “Younggie-ah~” pasada la media noche.

 Los pensamientos se quedan en eso cuando Daehyun está frente a él con una botella llena en la mano que mueve frente a sus ojos. El mayor tiene una sonrisa impresa en la cara que hace a Youngjae morderse el labio para no golpearle el rostro de idiota.

 Se mueven al comedor, como un camino que ya han recorrido muchas veces, lo que quizá tenga que ver con que ya lo han hecho, y se sientan en la alfombra.

—¿Un vaso?

—No hay vasos —Apunta Youngjae apoyando su barbilla en la mano.

 Daehyun no dice nada, sólo extiende su brazo con la botella y eleva las cejas.

 El trago es amargo, Youngjae no quiere fruncir la nariz, pero sabe que lo hace cuando la risa de Daehyun se devuelve tras chocar contra las paredes que poco después de la media noche parecen moverse y girar.

 Hace calor.

 Es la primera vez que Youngjae ve a su mejor amigo ebrio en todo el significado de la palabra. Las oraciones se balancean en la boca del mayor de forma graciosa mientras cierra los ojos y ambos están extendidos en la alfombra riendo de algo que en realidad no es tan gracioso.

 (Youngjae no recuerda cómo, pero sabe que antes de dormir los labios de Daehyun están sobre los suyos y su lengua acaricia el paladar contrario. Antes de dormir está jadeante y sus manos pican por alcanzar el cuello del otro y volverlo a acercar más de lo necesario.)

 Es la señora Jung la que despierta a ambos, Youngjae sigue sin entender algunas cosas que pasaron la noche anterior y no está seguro si llegaron la cama o los llevaron allí, pero ambos están allí. No hay jaqueca ni ganas de vomitar ni nada de lo que todo el mundo le ha dicho, así que no puede dejar de sentirse levemente feliz.

 Daehyun por su parte se niega a mover el cuerpo más de lo necesario para picotear al otro chico en el brazo y repetir casi diez veces con los labios semi-pegados “vuelve a la cama”.

—Tu mamá dijo que el desayuno está listo —Youngjae decide omitir el ceño fruncido de la mujer y sólo mueve a la masa humana que se hace llamar su mejor amigo hasta que decide levantarse —Podrías poner otra cara además de “anoche me emborraché con Youngjae”, ¿sabes?

 Un gruñido acompaña a la mano de Daehyun que se mueve para limpiar un ligero rastro de saliva.

—Y tú podrías no gritar con tu cara que mamá estaba enojada y ya descubriste que era mentira lo del bacardí.

 Esta vez el que gruñe es otro.

 El desayuno es tranquilo, en general lo son en casa de Daehyun, e incluso la señora Jung parece olvidar que encontró una botella grande de licor vacía mientras se deshace en preguntas sobre el futuro del mejor amigo de su hijo. Increíblemente a este no le molesta y responde a todo con una sonrisa y un sorbido de fideos.

—Lo siento tanto —Deja escapar Daehyun tan pronto ambos vuelve a estar encerrados en la habitación del mayor.

—Sabes que no me molesta.

 Es cierto, a Youngjae enserio no le abruman las preguntas de la señora Jung, porque es casi como responderle a una tía que te agrada. Así que eso dice.

 (Con Daehyun siempre es fácil decir lo primero que tiene en la cabeza.)

 La prueba de ingreso a la universidad trae el llanto y el crujir de dientes. Youngjae se encuentra a sí mismo hundido entre mil y un libros intentando aprender todo lo que no hizo en seis años, aferrándose a una esperanza en la que sinceramente no cree, por lo que apenas ve a su mejor amigo dos o tres vez a la semana, y eso es extremadamente poco. El chico agradece vivir en el siglo XXI, porque al menos tiene celulares que vibran cada cinco minutos con mensajes llenos de emoticones desesperados.

 Un día antes del gran día Youngjae está frente al portón de la casa de Daehyun con unas ganas imperiosas de llorar y gritar.

—¿Jae?

 Los brazos de Daehyun encuentran el punto exacto que apretar por unos segundos, porque ellos jamás han sido de demasiados toques en todo cado.

 Después es el puño del mayor golpeando los brazos contrarios aunque Youngjae siga llorando y tenga el rostro colorado y la nariz húmeda, porque al menos se ríe mientras sorbe y eso es algo.

—Sigo sin entender, pero como casi nunca entiendo, me conformo con que ya no estés llorando.

 Youngjae asiente e intenta dejar de llorar mientras saca un puñado de pasto y lo deja caer para seguir quitando la hierba de en rededor. El silencio entre ambos se instala de forma cómoda. Después de todo así son los mejores amigos.

—Tengo un poco de miedo en realidad.

—Pero Jae, si eres inteligente y te ha ido bien y… ¿sabes? No voy a seguir alagándote, porque no me vas a creer y después no vas a olvidar que te dije muchas cosas bonitas y te vas a reír, pero tú y yo sabemos que lo vas a hacer bien mañana.

 Los dedos de Daehyun en su cabello le hacen sonreír y secarse el rastro de lágrimas secas del rostro antes de poner una de sus mejores sonrisas y avisar que deben irse si no pretenden quedarse dormidos mañana.

 Daehyun sonríe de esa manera contenida que tiene y que su mejor amigo odia antes de dejar sus dedos vagar, bajando por los bordes del rostro contrario hasta llegar a la barbilla.

 Debe ser la primera vez que Daehyun se detiene más que un instante en el mentón de Youngjae, sin embargo el segundo no hace nada por alejarlo y el primero siente su sonrisa ensancharse mientras pellizca el trozo de piel.

 (No, esa no es una corriente eléctrica producida por el contacto con Jung-dolor-en-el-trasero-Daehyun. Es un escalofrío por el viento.)

 Daehyun tiene razón por primera vez, o eso se dice Youngjae, cuando los resultados son revelados y las llamadas de universidades comienzan a molestar a su madre. A Youngjae no, le gusta esa atención y aunque no lo diga siente que es lo mínimo que merece por todo el esfuerzo de dieciocho años.

 Contra todos los pronósticos el chico termina estudiando una doble Licenciatura en relaciones internacionales y Ciencias políticas, con una secreta esperanza de seguir después con Escribanía, porque sí, no importa que a Daehyun se le haya caído la cara cuando Youngjae recito todo el nombre de su carrera o que irían a la misma universidad, no importa que el mayor haya sonreído antes de abalanzarse sobre él y golpearle la espalda hasta que doliese mientras repetía una y otra vez “estaremos juntos, wow”. Porque esta decisión la hace para sí mismo, no para Daehyun.

 (Esto lo hace por sí mismo, no por Daehyun.)

 El único que se muda a las casas de la universidad es Youngjae, porque Daehyun vive cerca y no le molesta tomar el bus en las mañanas, además no cree que deba llevar ningún tipo de maquetas cuando sólo está estudiando traducción Inglés/Coreano/Español. Bueno, quizá alguna hoja que no se puede arrugar, pero no es nada que no se pueda esconder entre la ropa mientras patea ancianos y niños para tener un lugar seguro.

 Porque la universidad es un mundo cruel y frío.

 De todos modos Daehyun se encuentra a sí mismo disfrutando el cambio y la nueva biblioteca que es tan grande como dos o tres de sus antiguas salas de clases. Es todo más fácil cuando además conoce a un grupo con el que puede comer un sándwich vegetariano bajo un árbol que debe pelear con otro grupo. Quizás es incluso mejor que ahora Youngjae esté con él en todo momento, porque el menor se acopló bien con ese círculo social.

—Me pregunto cuándo van a asumir que se aman.

 Ambos chicos dirigen la vista a Hwayoung. Ella sólo levanta las cejas y vuelve su atención al libro de bioquímica.

 Otra cosa de la universidad es esa:

—No. No entiendo que les dio a todos por creer que de verdad él y yo vamos a terminar juntos.

 Hwayoung casi se atora con el “la forma en que se miran” que le queda en la garganta cuando es Sooyoung la que le golpea el costado evitando los miles de reproches que los mejores amigos suelen dar después; alegando que no son más que eso.

 (Siempre es Youngjae el que niega primero, Daehyun sólo coopera cuando al menor parecen quedársele las palabras una sobre otras en los labios, porque el segundo nunca quiere realmente alegar contra la idea de que, en algún mundo paralelo [quizá y sólo uno en un millón] él y Youngjae pudiesen pasar la línea de la amistad.)

—Mamá pregunta cuando irás a casa.

 Daehyun habla como si no esperara una respuesta.

 En la cama de media plaza de Youngjae, él y su mejor amigo están estirados como pueden para caber junto a los libros que han comenzado a leer para los certámenes que empiezan en al menos dos meses, sin embargo son textos colosales que aterran un poco y ambos prefieren comenzar desde ya.

—Uhmn, antes de ir a tu casa debería ir a la mía.

 Daehyun cierra su libro cuando escucha la respuesta y se arrastra hasta llegar a un costado de Youngjae.

—Sueño —Avisa al mismo tiempo que deja su cabeza sobre las costillas de Youngjae —¿Has bajado de peso?

 Youngjae ríe, hasta hacer que su mejor amigo gruña porque no es tan cómodo estar sobre una almohada que vibra.

—Eres un idiota. Claro que he bajado de peso, aquí apenas te dan desayuno, ¿sabes?

—¿Y a ti no se te ocurre comprar algo?

—Bienvenido a la vida universitaria, donde no alcanzas a comprar un alfajor sin apurar a la pobre señora por tu vuelto.

 Si Daehyun no responde es porque de verdad le han dado sueño todos los tiempos verbales del español, así que simplemente se acomoda mejor antes de sentir unos dedos acariciar su cabello con lentitud y entonces es tan difícil no dormirse.

 En el silencio que deja Daehyun al dormirse es algo a lo que Youngjae en realidad jamás podrá acostumbrarse, aunque no lo asuma ni siquiera a sí mismo. A veces es simplemente más fácil hablar con la boca cerrada y Jung Daehyun ha aprendido que eso es algo en lo que su mejor amigo es bueno, por lo que, incuso en sueños, no es ajeno a la mano cálida que se pasea por su cabeza y mejillas hasta que su propio dueño se queda dormido.

 (Tal vez, y sólo tal vez, a los dos les encanta quedarse dormidos de esta forma, uno al lado del otro. Sus alientos terminando por acoplarse en cada exhalación.

 Tal vez Youngjae cree, en alguna parte oculta y pequeña de su ser, que esto sí puede ser una historia de amor.)

Notas finales:

 La segunda parte es una mierda, así que hasta aquí queda, he dicho ¡Caso cerrado!


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