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My swiss chocolate por Nayemi

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Notas del fanfic:

Ni Yesung de Super Junior, ni Mathias Muller me pertenecen. Solo use sus nombres y personalidades para crear la siguiente historia.

Notas del capitulo:

-Por favor lean esto antes de comenzar el One Shot-
Hola a todos, esta vez vengo con un nuevo OS diferente a los otros que eh publicado aquí y quiero explicar algunas cosas:

1-Mathias Muller es un amigo de Jongwoon y parecen ser muy cercanos. El es suizo y por si no lo conocen les dejo una foto aquí: https://saintyume.files.wordpress.com/2014/11/005umqwajw1emfkny2h9aj30e00hsq4q.jpg?w=523  

-se que no se puede copiar y pegar pero es el que encontre mas reciente, si quieren mejor vayan al insta de Yesung en la publicacion del dia 18 de Noviembre-


2-Las palabras que use en otro idioma están en francés porque es la segunda lengua mas hablada en Suiza. Je t' aime significa "te amo" y Mon amour "mi amor". Tambien hay otra en coreano pero creo que todas saben que significa, si no es "te amo".

3-Perdonen tanto "azúcar" y "miel" en este fic pero así me quedo, espero que no este muy empalagoso xD

Ahora si a leer, espero les guste ^^

My swiss chocolate

 

Como el coleccionista y amante de la comida chatarra que era, se le hacia difícil unir sus dos pasiones ocultas y conseguir esa combinación perfecta que tanto añoraba tener.

Quizás había mencionado, en entrevistas o fanmeetings, una o dos veces el hecho de que le gustaba coleccionar cosas, incluso estaba consciente que había mencionado que en su catalogo de coleccionador habían bichos y CD's, pero su manía no acababa ahí.

Y esto pasaba, también, con la comida chatarra.

Sabía que anteriormente los otros miembros habían mencionado su incapacidad de probar o disfrutar de alimentos saludables y, en su lugar, frecuentaba y adoraba más esas comidas con grasa y colesterol que vendían en las tiendas de conveniencia, restaurantes de comida rápida o en puestos callejeros.

Sin duda sus gustos eran peculiares, como el mismo lo era, pero solo había algo que podía unir sus dos pasiones de forma sencilla y bastante refinada, a pesar de estar hablando de un hábito casi obsesivo compulsivo.

Pero, para poder entenderlo, primero hay que saber que Jongwoon siempre ah disfrutado de las cosas y sabores exóticos, por no decir que totalmente desconocidos para él.

Le encantaba experimentar, probar y poseer cosas nuevas, las cuales aumentaban su colección de sabores, colores y formas.

Ver una estampilla de Madrid ser agregada a su colección hacia que sus ojos brillaran; probar un platillo nuevo en un restaurante extranjero recién inaugurado le provocaba una emoción extraña de felicidad en su pecho.

Pero sin duda lo que más añoraba degustar cada dos o tres veces al año, era un exquisito y fino chocolate suizo, traído personalmente o enviado por un servicio de paquetería por el hombre al que más amaba.

No era solo el dulce sabor del chocolate, ni la envoltura brillante y colorida o el hecho de agregar una nueva experiencia doble a su colección, ni siquiera el saber que este sería su catorceavo chocolate coleccionado. No, nada de eso. Lo que hacía especial la espera de ese sabroso y dulce chocolate era el saber que su amado volvía o volvería a estar a su lado después de un tiempo tan largo de separación.

Cientos de veces sus amigos le habían dicho que esa relación no daría frutos, menos que tendría un futuro. Sin embargo estaban entrando ya a su sexto año y, aun ahora, podía sentir su corazón golpear con fuerza su pecho mientras sus mejillas se teñían de rosa y, sabia, una sonrisa por demás boba aparecía en su rostro cada vez que veía llegar un pequeño paquete a su casa con algún cello extranjero.

Claro que todo eso se multiplicaba cuando en lugar de un paquete se encontraba a su adorado castaño frente a él, con una cajita pequeña en sus grandes manos; el cual también lo miraba con una sonrisa boba plantada en su rostro y con los brazos abiertos esperando ansioso recibirlo en ellos.

Esta vez, su esperado chocolate había llegado esa mañana, empacado y adornado en una cajita roja; envuelto en un pañuelo de terciopelo plateado y con una pequeña nota doblada a la mitad que al abrirla se podía ver la letra manuscrita de su amor.

Jongwoon se sentó en el sillón beige de su departamento, ansioso por leer la nota pero sin soltar la cajita abierta con el chocolate dentro. Prosiguiendo a leer con esa sonrisa tan tierna plasmada en su rostro, haciendo resaltar sus rellenas mejillas y remarcando el rosa en ellas.

"Al probarlo me recordó a nuestra historia, es una trufa agridulce Mon amour, como tú y como yo. Pero, aun así, tan exquisita que se que me pedirás mas en el futuro. Es dura por fuera y pareciera difícil de masticar y degustar, pero por dentro guarda un secreto suave y esponjoso, tan dulce que hará valer la pena el sabor amargo de la cubierta.

Solo espera un poco más amor, Je t’ aime"

Tomo la pequeña cajita entre sus dedos sin llegar a apretarla e inspecciono su contenido.

Su amante tenía razón, su relación había sido difícil, después de toda una relación a tal distancia era fácilmente tachada de imposible. Y su noviazgo era justo como lo era la trufa, con la cubierta llena de delicadas curvas en la parte inferior, como cuando inicio su relación, y unas más grandes y estrepitosas en la parte superior, las cuales le recordaban a los años intermedios de la misma.

Había sido muy difícil acoplarse a estar junto a su castaño pues no era solo la distancia, también el idioma y las costumbres. El entregarse a alguien extraño para su país y de un espíritu tan libre no había sido para nada fácil.

Sin embargo y con el tiempo, y a pesar de los problemas y altibajos, su relación había superado todo eso.

Él amaba tanto al Muller y aquel chico suizo lo amaba tanto a él, que simplemente no podían separarse de forma definitiva.

Se rio un poco mientras apretaban con delicadeza la nota en su mano izquierda y la caja de la trufa en la derecha, acercando ambas a su pecho, sin poder parar de sonreír.

Recordaba que incluso lo habían intentado varias veces. Por mutuo acuerdo habían decidido separarse pero en cuanto el menor podía viajar a Corea o el mayor se encontraba solo y con su laptop o teléfono celular a la mano, se reconciliaban y pasaban horas llorando y hablando; si estaban juntos abrazados y si era a distancia repitiendo una y otra vez, como un mantra, te amos y te extraños sin fin.

Una vez Jongwoon llego al extremo de dejar todo tirado en Corea y viajo a Suiza solo para pedirle perdón a su amor y que volvieran.

Ese día Mathias no cabía de la felicidad, pues antes de eso siempre pensó que era el único que realmente estaba enamorado. Pero al verlo de pie frente a su departamento, con las maletas en mano, el cabello desordenado y esa expresión de esperanza, temor y tristeza; todas sus dudas desaparecieron. Jongwoon lo amaba tanto como él al asiático y no lo dejaría ir, lo cual le dio la confianza necesaria para continuar a su lado y le recordó, tanto a él como a Jongwoon, la razón de su tradición de chocolates.

Los chocolates no eran solo una colección, eran una promesa entre ambos, un aviso de que pronto estarían juntos otra vez. Un recordatorio para ambos que, sin importar la distancia, nacionalidad, cultura e idioma, ellos siempre estarían juntos; fieles el uno del otro.

Así se lo hiso saber Mathias a Jongwoon apenas lo había conocido, unos 7 años atrás.

Así se lo había reafirmado con el inicio de su promesa de permanecer juntos por siempre.

Y así selo había jurado un día en la cima de la torre Eiffel de Paris, en un viaje donde escaparon de sus realidades para amarse sin control durante una semana. Jongwoon no era Yesung, el famoso solista coreano y miembro de Super Junior, y Mathias no era el exitoso empresario y diseñador de talla mundial que el mundo admiraba. Eran solo dos enamorados prometiéndose un para siempre, sellándolo con un anillo de oro blanco, discreto pero que representaba toneladas de sentimientos difíciles de expresar con palabras.

Jongwoon rozo su anillo cerrando los ojos recordando aquel día, viendo en su mente la imagen de Mathias de rodillas frente a él y él llorando como un bebe al no saber como reaccionar, como expresar todo lo que sentía en ese momento por aquel hombre, y luego el susurro de un si siendo llevado por el viento, seguido de los brazos fuertes y protectores del hombre, ligeramente más alto que él, rodeándolo y sus labios sobre los propios.

Nunca olvidaría ese día y dudaba romper su promesa algún día.

El esperaría todo lo que fuera necesario a su chocolate suizo, para verlo de nuevo y perderse en su sabor, su suavidad, su dulzura, incluso en la parte amarga que a veces mostraba.

Esperaría por su combinación perfecta porque lo amaba, a él y solo a él, y sabía que su amor era totalmente correspondido.

 

"Je t’ aime... Woonie"

 

"Saranghaeyo...Mat"

Notas finales:

Y ¡fin! espero les haya gustado.

Lo tuve un buen tiempo en mente pero no lo había podido escribir, me siento feliz de haberlo terminado aunque sea tan dulce xD -yo soy angst a morir god-

Recuerden que comentarios y sugerencias son totalmente bienvenidos.

Gracias por leer ^^


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