Capítulo 1: Encuentro
Había perdido hace una semana contra Seirin, nunca pensó perder ni llorar por eso pero había pasado. Su padre le había echado la bronca pero supo mantener la entereza y sobrellevarlo con integridad. Antes que estar molesto con Seirin pudo darle las gracias de quitarle un peso de encima. Decidió salir a la calle, el clima se veía agradable. Quiso sólo pasear sin la limusina, sin ningún empleado de su padre vigilándolo por eso mismo buscó entre sus ropas encontrando una polera nueva. El hábito impuesto por su padre de vestir siempre elegante hacían que este tipo de prendas sea casi nula en el guardarropa de Akashi, por lo tanto no tuvo la oportunidad de usarlo antes. El color plomo le quedaba bien y junto con un polo blanco de cuello V le hacían parecer realmente un adolescente. Dejó encargado que no lo molestaran por el resto del día, quien sabe en la noche encuentre algo interesante de hacer.
Se escabulló por la parte trasera de la mansión, se sentía como un niño cometiendo su primera travesura haciendo que su corazón bombee sonoramente. Pasó completamente desapercibido al cubrir su roja cabellera con la capucha de la polera. No podía irse al centro de Kyoto ni a Osaka, sería reconocido inmediatamente, así que decidió darse una vuelta por la capital. Fue con la intensión de tomar el tren bala, la línea de Tokaido lo dejaría exactamente en el centro de Tokio, corriendo a 270 km/h pudo recorrer la mitad del país en hora y media. Con audífonos a su disposición no se le hizo muy tedioso el viaje. El mar se podía ver por la ventana, de alguna manera ese viaje lo relajaba.
Bajó de la estación del tren y dio directamente con la zona comercial de Tokio, luces y colores brillaban por todo lado, de manera curiosa se acercó a los diferentes puestos y estantes. Llevaba suficiente dinero como para comprar toda una tienda, pero ahora lo que le valía a él era la experiencia. A muchas personas les hubiese deprimido el pasearse sola, pero Akashi era una persona de pocas palabras, con muy pocas personas se sentía cómodo y muy pocas personas se sentían cómodos con él. En ese momento le recordó, la imagen de un ex amigo, al que probablemente hizo mucho daño. Giró su rostro en dirección del este, recordaba donde estaba su casa, pero llegar así de la nada cuando no se habían hablado en años aparte de la cancha de básquet, no le pareció buena idea.
Las calles estaban atiborradas de gente, no le gustaba tanta multitud, siguió avanzando recorriendo Tokio con nostalgia, después de todo él había vivido antes aquí, no pudo evitar recordar cuando estaba en Teiko. Soltó un suspiro, solo quería que lo mismo que pasó con ellos no le pase ahora con Rakuzan.
Llegó a una zona residencial, sin querer había avanzado en dirección al oeste, se estaba dirigiendo hacia Seirin, y recordó a alguien que vivía aquí. Buscó su celular y llamó al Nº6 en su lista de contactos.
-“Hola…
-Tetsuya…
-en estos momentos no puedo responder, por favor deje su mensaje despues del tono”
Akashi empezaba a creer que tenía mala suerte, siguió avanzando llegando a una zona comercial pero mucho más pequeña obviamente, de la que era el centro de Tokio. Los puestos estaban bien repartidos y surtidos de todo tipo de cosas, no tenían nada que envidiar al centro. Los niños revoloteando, las tiendas de comida que expedían un aroma exquisito, los perfumes de mujeres bien arregladas, de alguna manera todo eso le parecía nuevo. Normalmente no le gustaba entrar en las tiendas, solo veía hasta donde podía a través de los ventanales, pero vio una tienda en particular que le llamó la atención.
Parecía una tienda de antigüedades, en la vitrina mostraban cuadros de corte renacentista tallados en madera junto con grandes radios del tamaño de una mesa. Akashi estaba fascinado, tanto más cuando vio el chasis de un viejo wolswagen escarabajo colgado del techo de la tienda, en la ventana muñecas de porcelana y viejos juguetes.
-¿Te gusta algo jovencito? - Sin querer respingó un poco y volteó a ver de dónde había venido la voz. No había sentido la presencia de nadie y sin embargo había una ancianita detrás de él.
-Si…- recuperó la compostura - me preguntaba ¿Cuánto está esto? – dijo señalando un fonógrafo.
-Oh, eso es algo muy antiguo, tienes buen gusto, está 110,000.00 en.
-No es tan caro
-Oh, eso crees me han dicho normalmente lo contrario, no pienso bajarle el precio, perteneció a mi difunto esposo.
-Si es tan valioso ¿por qué lo vende?
-Porque las heridas del pasado tardan más en sanar cuando guardas cosas. Ya sean cosas físicas o malos sentimientos, hasta que no te deshagas de ellos no te sientes en paz, ni contigo ni con las demás personas.
El pelirrojo se quedó mirando el objeto, después de escuchar las apalabras de la anciana y pensó que tenía razón, era momento para sacudirse todo lo malo y empezar a ver las cosas más ampliamente. Como por ejemplo hoy, nunca pensó encontrar cosas nuevas en un ambiente que creyó tan cotidiano.
-Gracias – dijo con elegancia, mientras se retiraba del lugar.
-Ven cuando quieras.
Salió y siguió recorriendo sin rumbo aparente un camino recto. Había caminado por un tiempo, no estaba seguro de cuanto ya que andaba inmerso en sus propios pensamientos. Llegó a otra zona residencial, pero era diferente de la anterior, todas las casas eran iguales y estaban hechas en madera. Se notaba que era un área de gente más “pobre”, no sabía si estaba bien definirlo de esa manera. Tanto había sido su ensimismamiento que no había visto las nubes de lluvia que se aglomeraban encima, pronto de manera rápida las gotas se volvieron gruesas y caían sin piedad contra el pavimento. Inmediatamente fue a resguardarse a la casa más cercana que tuviera un alero lo suficientemente largo como para cubrirlo, en esa corta carrera su polera ya había absorbido suficiente agua y la capucha poco o nada ayudó.
Estaba tentado a llamar a su chofer y que lo recoja de una vez pero antes de marcar el número en su celular se arrepintió recordando que en realidad se había fugado de su casa, y como buen fugado debía regresar sin que nadie se diera cuenta de que salió.
La lluvia no parecía parar y él seguía enfriándose. Escucho el chapoteo de una persona corriendo, de alguna manera se sintió aliviado de no ser la única persona atrapada por la lluvia. El sonido cada vez se sentía más cerca y así era, más fue su sorpresa al ver que esa persona se detenía frente a donde él estaba. La otra persona también reparó en su presencia y fue cuando sus miradas se encontraron.
-A-Ak- Akashi-san
-Tiempo sin vernos.