Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Terapia amorosa por Ichigosan

[Reviews - 84]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Buenas nochessss! :) Finalmente estoy de vacaciones, así que decidí empezar un nuevo proyecto, intentando no abandonar mis otros fics los cuales tengo muy olvidados. Ahora que tengo tiempo, trataré de ponerme al día con todo.

En fin, Durarara! es un animé increíble, realmente lo recomiendo para quienes no lo hayan visto. No es yaoi, pero no hace falta que lo sea para que las fujoshis leamos entre lineas y nos demos cunta cuando dos personajes se aman, como mis lindos Shizu-chan e Izaya.

En fin, hace tiempo quería escribir algo de ellos así que espero que les guste!! :) 

 

Era un día más en Ikebukuro, con sus típicas complicaciones entre bandas callejeras y apariciones de la motociclista sin cabeza. Nada fuera de lo normal, exceptuando una cosa. Cierto informante no se encontraba en su oficina, ni causando conmoción en las calles ni peleando con el rubio. Orihara Izaya se encontraba impacientemente esperando en la sala de espera de un consultorio, y no de cualquier médico, sino de una psicóloga.

Es difícil creer que el gran manipulador de mentes recurra a la ayuda de uno de sus humanos para entender la suya, pero era real.

Luego de una larga espera la puerta de la oficina se abrió dejando ver a una mujer de unos cuarenta años, vestida elegantemente y con una agradable presencia.

–Izaya-san, adelante por favor.

A regañadientes el azabache entró a la bien decorada oficina tomando asiento en el sofá. En frente suyo, tras un ordenado escritorio, tomó asiento la doctora.

–Como ya sabes, mi nombre es Hayano Maya. Es un placer conocerte –dijo con amabilidad.

–Sí, sí lo que usted diga. Dejemos de perder el tiempo y cúreme de una vez.

–¿Curarte?

–Sí, ¿por qué otra razón vendría aquí? Tengo serias razones para creer que estoy volviéndome loco.

–Bueno, yo juzgaré eso –rió bajo-. Cuentame, ¿por qué crees eso?

–Tengo sueños raros, MUY raros.

–¿Qué clase de sueños?

–Sueños… eróticos –dijo algo avergonzado.

–¿Y es eso tan raro?

–¡Lo es! Hace unos años tenía esta clase de sueños pero de alguna manera logré dejar de tenerlos y creí que ya estaba curado, pero hace unos meses comencé a tenerlos nuevamente. ¡Y peor!

–¿Peor?

–Sí, mucho peor. Porque ahora los tengo todas las noches, y no solo son eróticos, ¡son románticos! ¡Son un vomito color arcoíris!

–Ya veo… ¿Y eso por qué te parece tan extraño?

–¡Pues porque…! –se ruborizó repentinamente-. L-Los tengo con una persona a quien yo odio y me odia también… ¡No es normal!

–¿Y por qué odias a esta persona?

–Porque sí, desde que nos conocemos nos odiamos mutuamente.

–“Porque sí” no es una razón. ¿Acaso no tienes un fundamento lógico para tu odio?

–N-No sé, ¡siempre nos hemos odiado! Somos enemigos naturales. Nadie se pregunta por qué los perros y los gatos se odian, o los dueños de fabricas y ambientalistas hippies. ¡Simplemente es así!

–El hecho de que no me des una razón me da a pensar que en realidad no odias a esta persona tanto como dices…

–¿¡Qué!? ¡Claro que odio a Shizu-chan!

–Así que Shizu-chan –repitió anotando en una planilla-. Nombre extraño para una chica.

–N-No es una chica. Shizu-chan es un hombre –musitó.

–Oh…ya veo –volvió a anotar.

–¿N-No le parece extraño?

–¿Qué cosa?

–Que tenga esta clase de seños con un hombre, sacando el hecho de que lo odio.

–Para nada. El ser dos hombres no es un impedimento para desarrollar una relación amorosa.

–¡Wow, wow, espere un minuto! ¿Relación amorosa dijo? ¿Acaso no me escuchó las doscientas veces que dije que nos odiamos?

–Izaya-san, permíteme decirte como profesional en el análisis de las conductas humanas que tu odio no es más que una máscara. En realidad tu estas enamorado de esta persona.

–… ¿¡Acaso usted está loca!? ¡Es imposible que usted sea una profesional calificada! ¿A quién engañó para obtener su diploma?

–A nadie, estudié muy duro, como todo el mundo –sonrió tranquila-. ¿Por qué te asusta admitir tu amor?

–No puedo admitir algo que no existe.

–¿Estás seguro que no existe? ¿Por qué no tratas de ser un poco más sincero?

–...Bueno…Hace unos años en la secundaria cuando nos conocimos, quizás por una milésima de segundo pensé que me gustaba. Pero luego me di cuenta que lo odio.

–Creo que tu “odio” no ha sido más que una excusa para poder relacionarte con él todo este tiempo.

–¿A qué se refiere?

–Me refiero a que cuando lo conociste y te diste cuenta de lo que sentías, te abrumaste. No supiste como llegar a él o de qué manera acercarte, y erróneamente decidiste entrar a su vida como su enemigo.

–… Usted está loca.

–No más que tú.

–Touché –guardó silencio unos segundos-. Suponiendo que reconozca que esté enamorado… ¿Qué debo hacer para desenamorarme?

–¿No preferirías intentar que él se enamore de ti también?

–Pf. Como si eso fuera posible.

–¿No te gustaría?

–¿Qué Shizu-chan se enamore de mí…?

En ese instante decenas de imágenes mentales donde se veía a sí mismo en situaciones románticas con el rubio inundaron la mente del informante. Poco a poco su rostro fue tomando un color rojo más intenso y se vio abruptamente sacado de su ensoñación debido a la vergüenza.

–Por tu cara puedo suponer que la respuesta es sí –dijo la doctora.

–Pero… no hay manera de que eso suceda. Él me odia –sin poder ocultar la tristeza.

–Te odia por cómo has sido tú con él todo este tiempo ¿no?-el azabache asintió-. Entonces ¿qué te parece intentar un cambio de actitud con él?

–¿Cambio de actitud?

–En otras palabras, deja de ser un idiota con él.

–¿¡U-Usted intenta decirme que debo confesarme a Shizu-chan!?

–No se trata de eso. Simplemente deja de darle motivos para odiarte, luego vemos como seguimos de ahí en adelante.

–¿“Vemos como seguimos”? ¡Ni hablar! ¡No volveré a este lugar nunca, usted está loca!

El azabache se paró de su asiento y lleno de furia abandonó el consultorio, dejando a una divertida mujer que reía por lo bajo y se decía a sí misma “volverá, siempre vuelven”.

----------------------------------------------

Esa noche el informante no pudo pegar un ojo. Su mente daba vueltas y vueltas en torno a la conversación con la terapeuta. ¿Y si tenía razón? “¡No hay manera!” se repetía una y otra vez. La simple idea de acercarse a Shizuo y rendirse a su eterna guerra era inconcebible. Pero vivir el resto de su vida siendo odiado y despreciado por la persona que más ama… también era una tortura.

A la mañana siguiente Izaya se encontraba oculto entre los callejones de Ikebukuro, regañándose mentalmente por lo que estaba a punto de hacer.

Se había propuesto olvidar todo el asunto del día anterior, las cosas que le había dicho la doctora y demás. Así todo volvería a ser como antes. Pero ahora que había reconocido que estaba enamorado de Shizuo, si las cosas siguieran como siempre sería intolerable para él. Claramente ya las cosas no podrían ser las mismas, así que muy a su pesar estaba por hacerle caso a su terapeuta.

Su sexto sentido lo sacó de sus pensamientos al sentir algo volar hacia él. Velozmente logró esquivar la máquina expendedora que ahora yacía destrozada contra el muro del callejón. Era él.

–IIIIIIZAAAAYAAAAA –gritó furioso-. ¿¡No te he dicho que no quiero ver tu asquerosa cara en Ike…!?

Heiwajima Shizuo, el hombre más fuerte de Ikebukuro, se vio obligado a callar su ya conocida introducción a las peleas con el informante al verlo a éste agitar una pequeña banderita color blanca.

–¿Qué demonios estás haciendo pulga?

–¿Qué no es obvio? –tratando de sonar seguro-. M-Me estoy rindiendo…

–¿Eh?

–¡Utiliza tus neuronas, si es que las tienes…! –“No, no debo tratarlo mal”-. Quiero decir… –carraspeó y se puso firme-. Estoy diciendo que no quiero seguir peleando contigo Shizu-chan, por favor acepta mi retirada.

–¿Me tomas por idiota pulga asquerosa? ¡Como si fuera a creerte semejante idiotez!

Furioso como pocas veces, el rubio tomó sin ningún cuidado al informante por el cuello de su playera azotándolo contra la pared. Preparó su puño listo para atacarlo hasta que algo lo hizo detenerse. Izaya… no se defendía. A esas alturas ya hubiese sacado su navaja, pero ahora solo estaba ahí, con los ojos fuertemente cerrados esperando el golpe.

–¿No vas a defenderte?

–Ya te dije que no quiero seguir peleando contigo.

–Aunque yo te golpee, ¿no vas a contraatacar?

–No… Siéntete libre de apalearme hasta matarme –musitó-. Quizás lo merezco.

Shizuo dio un profundo suspiro y liberó a Izaya, dejando que este caiga sentado en el suelo. Lo miró fijamente unos instantes, luego encendió un cigarrillo y se dio media vuelta para irse.

–¡Espera…! –lo detuvo el menor-. ¿N-No vas a matarme? Es tu oportunidad…

–No es de hombre pelear contra alguien que no se defiende. Si será así de ahora en adelante, entonces ya no me interesa pelear contigo.

Y sin más, el barman se fue del callejón dejando solo a Izaya, completamente sorprendido.

---------------------------------------

Unos días habían pasado desde entonces. Sin Shizuo e Izaya peleando las calles de Ikebukuro estaban mucho más tranquilas. Todo parecía en orden, excepto por alguien a quien esta situación lo comenzaba a desquiciar.

Así fue como Izaya volvió a toda prisa al consultorio de su terapeuta irrumpiendo en éste de manera estruendosa.

–¡Usted arruino mi vida! –le gritó ni bien abrió la puerta.

Allí se encontró con la doctora sentada en su escritorio y en el sofá una muchacha llorando a mares. La psicóloga dio un suspiro y pidió que esperara en la sala. A regañadientes, el informante obedeció.

Media hora más tarde la muchacha abandonó la oficina, aun llorando como condenada. El azabache se apresuró a entrar y tomar asiento para ser él ahora el centro de atención.

–Izaya-san, siempre eres bienvenido a mi consultorio, pero si tienes un turno previo.

–¡No es mi culpa! ¡Estoy desesperado, y todo por hacerle caso!

–¿Qué sucedió?

–No sé qué estúpida neurona de mi cerebro decidió que no era tan mala idea seguir su consejo, y le pedí a Shizu-chan que dejáramos de pelear.

–¿Acaso él se negó?

–¡Peor! ¡Aceptó!

–…¿Y eso malo?

–¡Malísimo! ¡Ahora él me ignora!

–¿A qué te refieres?

–Antes no bastaba más que yo pisara Ikebukuro para que él viniera corriendo hasta mí. Siempre estaba pendiente de lo que hacía y me localizaba por mi olor. Ya sé que era porque me odia, pero de alguna manera me sentía importante para él… Y ahora…ya no.

–¿Ya no te busca?

–No solo no me busca. Si me ve no hace nada tampoco ­–dijo triste-. Pensando que quizás su habilidad para encontrarme estaba fallando o algo, yo mismo lo busqué. Pasé por enfrente de él y me vio. Nos miramos por un momento, pero Shizu-chan simplemente volteó a otro lado y siguió en lo suyo.

–Ya veo. Entonces ahora sientes que ya no te presta atención. Pero dime, ¿prefieres esto o ser odiado por él?

–Son cosas diferentes.

–Esa no es una respuesta válida.

–Yo… no quiero que él me odie. Pero tampoco quiero que me ignore.

–Izaya-san, debes tener paciencia. Esto es un proceso, no algo de un día para el otro. Tienes que ir acercándote a él de a poco.

–No estoy seguro de que funcione.

–Pero con intentar no pierdes nada ¿no?

Izaya no supo si era por lo desesperado que estaba en ese momento o por la sonrisa gentil de su terapeuta que le transmitía confianza, pero en ese momento se decidió: haría lo que fuera para formar parte de la vida de Shizu-chan.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).