¿Por qué me sigue alguien vestido de conejito?
-¿Quieres dejar de seguirme?- me giré para mirar al chico vestido de conejo, él se detuvo y miró hacia ambos lados, luego me miró a los ojos y se encogió de hombros.
Afilé mi mirada molesto, en un gesto de superioridad alcé la nariz y me giré para seguir caminando.
Presioné más el portafolio que llevaba en mi mano para contener las ganas de golpearlo, a ver si así me deja de seguir.
Escuchaba sus pasos detrás de los míos igual que su reflejo cuando pasaba por tiendas con ventanales e incluso los autos. Me detuve en seco y él chocó contra mi espalda, relamí mis dientes tranquilizándome para no gritarle, luego sólo suspiré y reanudé mis pasos.
Entre más rápido llegue será mucho mejor.
Entré a una tienda de 24 horas para comprar algunas cosas, mientras caminaba por los estantes seguía el chico conejo detrás de mí, al girar en un pasillo intenté correr pero había más compradores que no pude hacerlo.
Me dio gracia ver las orejas de conejo agitarse para seguirme.
Bien, creo que pudo con esto, sólo lo ignoraré hasta llegar a casa.
Tomé una botella de agua y un paquete de goma de mascar de menta, estaba buscando dinero en mi billetera cuando vi que un brazo enfundado del disfraz de cuerpo completo de conejo dejó un frasco de leche sabor plátano.
Antes de que pudiera impedir que eso me lo cobraran, el dependiente me estaba pidiendo que cubriera la deuda. Sólo asentí para pagarle sonriendo, tomé mi botella de agua y las gomas de mascar para salir de la tienda.
Desde la calle vi como le daban el resto de mi dinero al chico conejo, el tomó su botella de leche y salió corriendo, esto lo aproveché para esconderme entre la multitud que estaban esperando tomar el autobús.
No suelo usar ese trasporte porque vivo a unas cuadras de aquí, dos o tres pero si así lo pierdo está bien. Miré el reloj de mi muñeca, ya habían pasado al menos diez minutos, el autobús llegó y la gente comenzó a abordarlo, noté en el reflejo del auto que las orejas de felpa estaban a mi lado.
Entonces sentí venitas brotar en mi sien.
Decidido a perderlo tomé el autobús, subí y fui a sentarme a los asientos medios, por suerte había uno libre así que ahí me senté, mi portafolio lo puse en el asiento a mi lado.
El autobús arrancó, miré por la ventana para pensar en lo que tendré que hacer para el caso de hoy, en las auditorías que tendré con el juez y en mi cliente que está en prisión. Pero sonreí divertido al ver la panza blanca rosa del disfraz de conejo parada a mi lado.
Ignoré por completo lo que me pedí poniendo mi mano sobre el portafolio para que no la quitara. Pero la suya se posó sobre la mía, y así fue como terminó sentado a mi lado.
Pasé mis manos por mi cabello, frustrado.
-Deja de seguirme.- dije mirando al frente.
Él de nuevo, sólo se encogió de hombros.
En alguna parada se me ocurrió que era momento de bajar, por supuesto él lo hizo conmigo.
El camión se fue, mi cabello se despeinó con el viento que se llevó igual que las orejas del chico conejo.
-¿Estás feliz?- pregunté mirando el lugar en donde había bajado, ahora estoy más lejos de mi casa.
-Ne.- susurró.
-¿Por qué me sigues?- pregunté sin mirarlo.
-Es divertido.- contestó.
-¿Tienes que hacerlo vestido de conejo?- intenté sonar serio pero vamos, pensándolo bien sí es divertido.
-La de pikachu está sucia.-
-La de pikachu está sucia.- susurré comprendiéndolo. –¡¿La de pikachu está sucia!?- grité girándome para verlo. –¡¿Estás hablando en serio?!- ¡¿no puedes ser como la gente que se pone ropa “normal” para salir?!
-Sí, ayer se me derramó un poco de leche y aun no la lavo.- golpeé mi mano contra mi frente. –Además, sabía que hoy ibas a salir temprano de trabajar y quería recogerte.- suspiré tan pesado, profundo y cansado que negué al final.
-¿Siempre va a ser así?- pregunté rendido, mirando a Taemin.
-Unos creen que no estamos cuerdos pero nosotros somos luz, y ellos están ciegos.- se acercó a mí, su mano buscaba la mía.
-Qué, ¿ahora dirás que todos nos tienen celos?- pasé el portafolio a la izquierda para poder tomar su mano.
-Nadie entiende nuestra locura.- me miró sonriendo, suspiré y asentí dándole la razón. –Es igual si no lo entienden, son lelos.-
-¿Sabes?- me giré para que él también lo hiciera y comenzar a caminar a casa. –Dame un beso.- dije sonriendo, en un segundo sus labios estaban sobre los míos. –Sólo aprieta mi mano que mientras estemos los dos, el resto está muerto.-
-Somos algo que brilla y dura y dura.-
-Así es, nadie puede decir que nos entiende porque no es así.- pasé mi mano por las orejas de conejo que salían del disfraz que ahora noto, es una pijama de cuerpo completo.
-Lo nuestro es tan real que nadie puede decir que lo entiende porque no es así.- susurró pegando su cabeza a mi brazo, incluso lo tenía abrazado pero sus orejas de conejo me picaron en el rostro.
-Nada se me ocurre, nada es suficiente para decirte lo que tengo yo adentro.- susurré recargando mi mejilla en su cabellera, pues le tuve que bajar el gorro.
-Sólo dime que me quieres.- susurró Taemin sonriendo.
-Antes dime ¿por qué fuiste al trabajo vestido de conejito? ¿Y por qué me seguías? Te dije que sí llegabas así te iba a ignorar.- Se supone que soy un criminólogo serio.
-Por qué sé lo que hace un criminólogo. Creo que necesitas más de esas cositas para que no te amargues con lo que haces en tu trabajo “Un criminólogo sabe valorar la vida porque ya ha visto a la muerte” sólo quiero que seas feliz.-
-Entonces lavemos a pikachu para mañana.- sonreí.