-¡Esta bien si no me amabas pero no era necesario que me mintieras!- dijo Taemin aferrándose a la barandilla que servía de protección al barco. Sus ojos estaban rojos, había salido corriendo al ver como Minho se besaba con otro hombre, se sentía herido, traicionado y humillado porque ese desconocido le había sonreído cuando gritó el nombre de su pareja.
Lo que había comenzado como una cita para cenar juntos terminó siendo el descubrimiento, quizá, más cruel para Taemin.
Tras confirmar lo que sus ojos veían y justo cuando Minho dijo “Puedo explicarlo” salió corriendo sin destino aparente.
Ese crucero que habían pagado para celebrar su nuevo compromiso, ese en el que habían acordado que contraerían nupcias en un par de días más. Sin embargo Minho no estaba seguro de hacerlo.
Es decir, bajo su perspectiva no estaba seguro si quería estar el resto de su vida con ese chico.
Porque era un revoltoso, un infantil, gritaba mucho, lo molestaba cada que tenía oportunidad picándole las costillas, escondiéndole documentos que ocuparía para su trabajo, había días en los que le decía que ya no quería nada con él y otros en los que le decía cuando lo quería y amaba, tenía días “de bipolaridad” como él le llamaba que eran cansados para él, incluso llegaba y le mordía los hombros sólo por diversión.
Pensaba que “toda la vida” era mucho tiempo para estar con una sola persona y que en algún tiempo se enfadarían del otro, buscarían a alguien más y su historia de amor sería sólo una más.
Se había distanciado de Taemin para pensarlo mejor, quería estar seguro de haber tomado la decisión correcta. Pero con el tiempo encima decidió que lo mejor sería salir de viaje con la excusa de celebrar el nuevo compromiso.
En el crucero había conocido a muchas personas interesantes con quienes había pasado una o dos noches pero siempre había cuidado de que Taemin no lo supiera.
Como cuando se iba al camarote de alguna tripulante y no salía hasta que fueran altas horas de la madrugada, sólo así nadie lo vería y regresaría a salvo a su lugar con Taemin.
Pero al parecer no había sido lo suficientemente cuidadoso porque ahora el menor amenazaba con aventarse por la borda al enterarse de que había estado con otro tripulante.
Otro que encima de todo, también era hombre. Entonces su mente pensó “al menos no me vio con Yuri o Sulli” pero ese alivio le duró lo que una estrella fugaz y cayó en cuenta de que ese pensamiento era tonto. Pero quizá le hubiera ofendido menos.
-Taemin por favor, cálmate.- el miedo comenzó a recorrer el cuerpo de Minho, intentaba tranquilizarlo para hablar como las personas normales cuando solucionan un conflicto pero no tuvo mucho éxito, ni siquiera acercándose a la borda para tomar la delgada muñeca contraria.
-No sólo jugaste conmigo, sino también con mi vida.- Taemin lo miró con sus ojos llorosos, sorbió su nariz para no dejar salir los mocos y se sujetó de la barandilla para comenzar a subirla. –¡Si no me querías no era necesario todo esto!-
Ya que Minho había sido quien propuso las nupcias, quien propuso el viaje en el crucero y quien le había prometido una vida juntos, llena de amor y paz.
Porque el día en el que Taemin miró cómo Minho bebía agua del cono de papel en la oficina le había llamado la atención, pero cuando lo vio en pleno juicio oral supo que además de ser un excelente compañero de trabajo, sería una pareja excepcional.
Entonces trabajó para estar cerca de él, para ser el abogado de los casos que ese feo criminólogo llevaba y así poco a poco fueron conociéndose, poco a poco esas tardes leyendo expedientes y buscando lagunas en las leyes pasaron a ser tardes de películas y cosquillas.
De repente ya eran pareja y en un abrir y cerrar de ojos llevaban años de relación. De repente Minho le propuso matrimonio. Pero de igual manera comenzó a distanciarse. Por eso aceptó y creyó que el crucero sería una buena idea para acercarse de nuevo.
Lo que no esperó Minho fue conocer a Nichkhun. Tampoco espero ser cortejado por él y ni terminar en su cama.
Mucho menos esperaba que Taemin lo supiera.
¡Menos que amenazara con suicidarse!
-Taemin, por favor, cálmate.- Minho se acercó para detenerlo pero ya había cruzado la barandilla, su cuerpo estaba fuera del crucero. –No lo hagas, escúchame, podemos arreglar todo eso, solo ven conmigo. Ponte a salvo y te explicaré todo lo que quieras saber.- susurró mirándolo suplicante. –Sólo no hagas tonterías.- suplicó estirando su mano para que la tomara.
Pero su mano quedó extendida mientras Taemin negaba lento, sonriendo.
-Está bien ¿porque sabes?- susurró presionando sus ojos para liberar más lagrimas. –Siempre me he sentido atraído por el océano.- sonrió fugazmente porque una convulsión fuerte producto del llanto le atacó. –Yo sí te amaba.- dio un paso hacia atrás soltándose de la barandilla.
Las cejas de Minho se alzaron al ver como el cuerpo de Taemin caía al agua y desaparecía. Sólo que en su mente fue más lento por ende tortuoso verlo caer.
-¡Taemin!- gritó acercándose a la barandilla, buscándolo inútilmente entre el agua. –¡No, no! ¡Taemin!-
Se dio cuenta que en realidad le gustaba que fuera un revoltoso, que le pellizcara las costillas, las mordidas en sus hombros y mejillas, de su actitud infantil. Recordó que lo amaba.
Sólo que fue demasiado tarde.
¿Demasiado?
Entonces fue cuando también cruzó la barandilla y se lanzó al agua.
Quería salvarlo, quería casarse con él.
…
Doce días más tarde Minho estaba en la costa, mirando las olas romperse contra la arena.
Vestía el traje que había comprado para la boda.
En su mano derecha estaban las alianzas que Taemin había escogido para ambos.
Sus mejillas estaban húmedas de las lágrimas que no dejaban de caer.
Y su corazón estaba muerto, como Taemin al encontrarlo los del cuerpo de rescate marítimo.