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Merece la pena sufrir por ShiroKuro02

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Notas del fanfic:

Espero que les guste. Por favor, comenten que les pareció ^^

Notas del capitulo:

Si quieren leer algún fanfic de alguna pareja de esta serie, dejenla en los comentarios y posiblemente lo escriba ^^

Los pétalos de las flores de cerezo descendían con delicadeza moviéndose suavemente por el aire, que las arrastraba hasta llegar al suelo donde ya no podían desplazarse salvo que fueran arrastradas por una leve brisa ascendiente o pisoteadas por los pies humanos, acabando por estropearse. Un chico de pelo negro miraba por la ventana con añoranza. “Esos pétalos no regresaran a sus flores. Una vez caen no pueden volver, ni siquiera echar un vistazo de cerca a la flor que una vez perteneció” se decía a sí mismo el joven. “Pueden intentarlo, pero ni siquiera pueden moverse solos. En todo caso, necesitarían al viento para elevarse y poder acercarse a esa flor, pero esa ayuda no sirve de nada, aún así no pueden unirse sin más” seguía diciéndose a sí mismo el chaval.

Apartó la vista de la ventana para concentrarse en su estado actual. Giró la vista y contempló la imagen reflejada en el espejo que tenía en frente suya. Su pelo negro estaba alborotado y recogido en una rara especie de larga trenza que llegaba hasta sus tobillos. Sus ojos, sombreados con sombra lila, eran rojos como el fuego, un fuego que transmitía frío, así eran sus ojos, aunque fueran de este tono, su mirada era tan fría, distante y cortante que helaba. Su piel suave, tersa y, por supuesto, fría. Sus mejillas carecían de color como el resto de su piel. Con la mirada fue bajando la fijación hasta su abdomen. Estaba realmente trabajado. Lo cuidaba mucho, básicamente cuidaba mucho su imagen, pero en especial su abdomen. Estaba tan trabajado como sus brazos, solo que este resaltaba más a la vista. Continuó bajando la mirada para llevarla hacia sus caderas. ¡Cómo las odiaba! ¡Eran estrechas hasta el punto que era flexible, parecían de mujer! Esas caderas le quitaban toda la masculinidad conseguida con su musculatura, es más, esas caderas le resaltaban el trasero de forma que también era femenino. Si no tuviera su musculatura, posiblemente le confundieran con una mujer.

Dejó de mirar el espejo para concentrarse en otro asunto: “Es culpa de mis caderas, ¿verdad?”. Se le entristeció la cara y llevó la cabeza hacia el suelo mirando las baldosas sin fijarse realmente en ellas, solo estaba absorto en sus pensamientos.

Despertó de sus pensamientos con el tono del teléfono. Fue enseguida a ver quien era. Era su amigo y compañero de universidad, Kouha. Respondió a la llamada.

 

-¿Hola? Judar, soy Kouha... - Afirmó tímidamente el chico al otro lado del teléfono.

-¿Qué pasa? ¿Necesitas algo?

-Mi hermano Kouen quiere que vengas a mi casa... Dice que es importante...

-Kouha, ¿Tan importante es? - preguntó bastante sorprendido Judar - ¿Por qué no me pasas con Kouen? Así podré hablarlo con él.

-Me dijo que te llamara puesto que él está ocupado con ese problema... - contestó desganado – Adiós, no tardes.

 

Judar estaba bastante desconcertado. ¿Qué quería el mayor de los Ren con él? ¿Qué había sucedido y qué tenía que ver él? La curiosidad le mató, así que fue, sin pensárselo dos veces, a la mansión de los Ren.

Al llegar tocó el timbre y enseguida le abrieron la puerta.

-Bienvenido. Pasa, mi hermano Kouen está en el salón – le recibió el segundo hermano.

 

Judar fue hacia el salón. Cuando abrió la puerta no pudo evitar sentirse idiota y desear que la tierra se lo tragara. ¿Qué hacía ahí Kouen con la persona que más odiaba en el mundo? Se sentía estafado y engañado. No debería haber ido. ¿Qué hacía ahí su antiguo amor, Sinbad?

 

-Kouen... ¿QUÉ ES LO QUE QUIERES? - le preguntó enfadado Judar. Pensó que solo quería humillarle y reírse en su cara junto con Sinbad.

-Vamos, Judar, cálmate. Este gran amigo mío, y compañero de instituto en el pasado, me ha preguntado por ti. Yo solo he hecho de intermediario.

-¡Podías haber avisado por teléfono, ¿no crees?! - respondió Judar curvando cada vez más sus cejas. Estaba muy enfadado. Deberían haberle dicho que Sinbad estaba allí para tomar así la decisión de si ir o si no.

-Judar, hablemos. Creo que todo pasó muy rápido y no tuvimos tiempo para aclarar las cosas – intervino esta vez Sinbad.

 

Judar no pudo evitar fijarse en él cuando este hombre de unos 30 años de edad habló. Su voz era tan sensual, sus ojos eran color chocolate, un delicioso chocolate tan dulce como el azúcar, su pelo largo y sedoso como la seda, color morado con un brillo intenso, su piel morena parecía de porcelana, tan perfecta como el mismo mundo. Su cuerpo estaba marcado por una hermosa musculatura, desde sus anchos hombros hasta sus definidas piernas. Quedó prendado de su aroma, pues, aunque siguiera de pie al lado de la puerta y este estuviera sentado en una silla en frente de Kouen, su aroma era tan característico que por mucho tiempo que llevara sin verlo, siempre se acordaría de él.

Judar se sonrojó en ese momento al darse cuenta de que debería tener una cara de estúpido al haberse quedado mirando de esa manera a ese hombre.

 

-No hay nada que hablar, Sinbad. Me voy. No preguntes por mí, que no quiero saber nada de ti – dijo dándose media vuelta en dirección hacia la puerta.

-¡Judar! - no supo cuándo se levantó del asiento, simplemente lo hizo. Instantáneamente agarró de la muñeca derecha al nombrado impidiendo que se fuera y obligándolo a verle a la cara.

-¡¿Qué quieres, idiota? Suéltame! - imperó inútilmente el menor. Se quejó todo lo que pudo e incluso le soltó unos insultos, pero solo consiguió que el hombre de pelo morado le cogiera de los costados para sentarlo en una silla – ¡¿Se puede saber que haces?!

-¡Hablaremos aquí sobre lo ocurrido anteriormente! - exigió el mayor.

 

Kouen al ver el numerito montado por estos dos, les pidió “amablemente” que se fueran a otro lugar a discutir. Y así hicieron. Judar solo quería irse a casa, pero el otro era tan insistente que acabó saliéndose con la suya. Finalmente llegaron a un pequeño piso que parecía alquilado.

 

-Siéntate donde quieras – ofreció Sinbad – este es el piso que he alquilado para quedarme aquí un tiempo.

-Pero, ¿se puede saber que haces aquí, en esta ciudad? - preguntó extrañado el menor.

-He venido a buscarte. Averigüé que estabas aquí, en Kou.

-¿Y has venido desde la ciudad de Sindria solo para buscarme? ¿Qué pretendes, enredarme de nuevo? Porque no pienso volver. Dejé ese horrible lugar y estoy bien aquí. En fin, ¿sobre qué quieres hablar?

-Sobre lo ocurrido en el pasado en nuestra relación – afirmó Sinbad totalmente serio.

-Pero si no hay nada que hablar. Está todo claro y ya no... - no pudo continuar. Se le hizo un nudo en la garganta. Tragó fuerte y después de un momento completó la frase – no hay nada entre nosotros.

-Eso es lo que quiero aclarar y remediar, no hay nada claro. Volvamos a tener ese algo – sugirió Sinbad.

-Eso es imposible. ¡Nunca te perdoné y nunca lo haré!

-Pero ¿perdonarme qué? ¡AÚN NO LO ENTIENDO! - exclamó el mayor.

-¡SI NO LO SABES ES QUE ERES MÁS IDIOTA DE LO QUE PENSABA, ESTÚPIDO!

-Te fuiste sin despedirte. No me dijiste nada. Estuviste un tiempo distante para luego mudarte sin avisar. ¿Sabes lo duro que fue?

-¡¿Y que querías que hiciera? ¿Qué me quedara allí siendo utilizado sin quejarme?! - empezó a sollozar levemente. Una lágrima cayó por su mejilla izquierda, pero rápidamente la quitó con su mano.

Rápidamente el mayor fue a consolarle en un abrazo de manera que apoyó su barbilla en la cabeza del otro y este tenía la cabeza apoyada en el pecho del mayor – ¡Nunca te utilicé, Judar! ¡No digas tonterías!

-Siempre engañabas a tus amantes y tenías muchos al mismo tiempo. Conmigo nunca fue distinto a pesar de que dijeras que gracias a mí cambiaste. Todo eran farsas. Seguro que se lo decías también a los demás, pero confié en ti a pesar de que todo el mundo decía que me engañabas una noche detrás de otra, pero llegó el momento en el que te vi con mis propios ojos. ¡Suéltame, imbécil! - se libró de los brazos de Sinbad y salió, llorando, lo más rápido que pudo de aquel piso.

 

Corrió hasta que sus piernas se lo permitieron. Las lágrimas en sus ojos apenas le permitían ver con claridad. No tenía fuerzas. Pasó ya mucho tiempo y aún le dolía pensar en Sinbad, pero entonces se le aparece sin más y niega todo lo ocurrido. ¡Sinbad debería saber mejor que nadie lo que hizo!

 

 

 

* * *

 

 

 

Si no fue así, ¿cómo fue? Idiota. No hay otra palabra para definir a ese hombre estúpido. ¿Queréis que os cuente cómo ocurrió? ¿La historia ocurrida entre los dos? Os la mostraré.

Conocí a Sinbad cuando era muy pequeño. Él era amigo de mi padre y para mí siempre fue mi ídolo. Era como si hiciera el papel de tío, pues me enseñaba muchas cosas y me llevaba de paseo. También se ocupaba de mí cuando mi padre no podía.

Cuando tenía 13 años me di cuenta de que estaba enamorado de él, pero preferí no decírselo pues pensé que él creería que yo estaba loco y tampoco lo tenía muy claro, pues siempre le admiré, quizás solo era eso.

A la edad de 15 años, decidí declararme y empezamos a salir juntos. Él se negó diciendo que nos llevábamos 10 años y que era mucha edad, ya que él era mayor de edad y yo menor. No podíamos estar juntos, pero le acabé convenciendo.

Desde los 14 años supe que era un mujeriego (aunque en este caso con hombres) que engañaba a sus amantes con todo el que le abriera las piernas en frente suya, pero decidí afrontarlo y simplemente declararme. Cuando él me aceptó me propuse que le cambiaría y lograría que me quisiera solo a mí. La gente me decía que eso no sería posible y que me engañaría a la primera, que solo conseguiría hacerme daño, pero confié en él.

Cuando llevábamos 5 meses de relación le hice la pregunta incómoda “¿alguna vez me has engañado?” sin pensárselo dos veces y totalmente serio respondió “no, nunca”. Le creí, estaba enamorado de él hasta más no poder.

Al año de relación, celebrando el aniversario, me dijo un discurso y algunas frases se me quedaron grabadas, cosas como:“tu me hiciste cambiar” ,“todo este año no he estado con nadie más que no seas tú” o“Te amo”. Yo era muy feliz, cuando era sincero conmigo, nada me hacía más feliz. Confiaba en él plenamente. Y no sé si él lo sabía, pero yo también cambié gracias a él, pues siempre fui un chico... más o menos como soy ahora, un chico rebelde, travieso y cruel, pero él me enseño a apreciar las cosas bonitas de la vida, como el amanecer; también me enseño a no disfrutar del mal ni dolor ajeno. Ambos cambiamos por el otro.

Todo fue normal el resto de la relación, éramos (supuestamente) el uno para el otro y nadie más. El “te quiero” diario ya era como una droga, si no lo escuchábamos en todo el día era como si nos estuvieran dando una paliza. Necesitábamos decirlo y escucharlo. Tampoco faltaban los momentos eróticos. Los amábamos, pues aunque nuestro mundo era muy rosa, nunca estaba de más el rojo. Esos momentos de pasión también eran necesarios. Sobretodo para una persona como Sinbad, que si no está con uno está con otro. Digamos que me domesticó en cuanto a sus gustos. Me enseñó todo cuanto sé, e incluso me hice tan adicto como él. Era un semental, como todo el mundo bien decía.

Faltaba solo un mes para mis 18 años. Al fin sería mayor de edad y podría estar con Sinbad haciendo lo que quisiera (legalmente), estaba emocionado. Como quería celebrar mi cumpleaños con Sinbad, quedé una semana antes con mis amigos para ir de fiesta. En una de mis discotecas favoritas encontré a Sinbad con un chico. Estaban muy pegados y Sinbad le decía cosas como “te amo”, “no te vayas nunca de mi lado”, “todo este tiempo juntos han sido los mejores momentos de mi vida”. No podía creerlo, eso no podía estar pasando. Prometí confiar siempre en Sinbad y este juró fidelidad, pero algo falló.

Como juré confiar en él, preferí asegurarme antes de lo ocurrido, pero estuvo quedando toda la semana con aquel hombre. Si, le espié, pero necesitaba estar seguro. Finalmente, el día de mi cumpleaños no lo celebré a su lado, me mudé de ciudad ese mismo día. Por eso toda la semana estuve distante con él, estaba buscando la manera de fugarme y también estaba enfadado con él. Además la universidad la empezaba ese año y, como mi cumpleaños cae en las vacaciones de verano, acababa de terminar el bachillerato y en un mes empezaba la universidad, así que la fecha me venía como anillo al dedo. Me mudaría para ir a una buena universidad. ¿Qué mejor excusa para los amigos? Solo diría eso y todo solucionado.

Me fui llorando y llegué a esta ciudad llorando. Han pasado dos años desde que me mudé y aún me duele recordar a Sinbad. Ha sido mi primer y único amor. Aún le amo, aunque no quiera admitirlo, pero también le odio por lo sucedido. Todos tenían razón, acabaría por engañarme. La pregunta que me hacía con más frecuencia era “¿Y si me ha estado engañado todos estos tres años?”. Cuando estuvo con aquel hombre engañándome le dijo “todo este tiempo juntos han sido...” eso quiere decir que estuvieron bastante tiempo juntos. Fui estúpido al pensar que podía cambiarle.

Además, ¿han pasado dos años desde que me marché y ahora es cuando viene a buscarme? Si de verdad me quisiera, hubiera venido por mí en cuanto me fui, pero aparece dos años después. Sospechoso, ¿verdad? Sinceramente creo que a venido a por mí cuando se ha cansado de todos sus nuevos amantes. Supongo que como en la cama me domesticó a su manera soy su última esperanza.

Recuerdo que siempre me decía “pareces una nena con esas caderas”. Nunca me gustaron, pero él me decía que eran perfectas tal como eran. Gracias a él no las odié tanto... - sollozo – Sin...bad... me enseñó a apreciarlas... En verdad cuando me mudé volví a ser retorcido como al principio y volví a odiar mis caderas. Aún pienso que él también las odiaba.

Recuerdo también, su tacto. Erizaba todos los pelos de mi piel, también mis nervios. Recuerdo como su presencia me hacía cambiar tan rápidamente de estado. Estar con él se sentía tan bien... Oh, ¡también recuerdo como me domesticó en el ámbito sexual! Pero eso son cosas mías privadas que no voy a explicar ¡ja ja ja! - se seca una lágrima con la mano-.

A veces me pregunto que hubiera pasado si me hubiera hecho el tonto y nunca me hubiera ido. También me pregunto que hubiera pasado si nunca me hubiera declarado. ¿Sería ahora más feliz? He intentado ser positivo y pensar que al menos fui feliz esos años, así que merecía la pena, pero no puedo. ¿¡Por qué tengo que ser infeliz!? ¡Si nunca hubiera tenido estos sentimientos por ese idiota ahora no sería tan infeliz! ¡Sería un chico normal, pero no puede ser! ¿¡Es culpa mía haberme enamorado de ese sujeto!? ¿¡Por qué tuvo que pasarme a mí!?

 

 

* * *

 

 

 

El chico estaba pensativo y solo tenía en mente llegar a su casa cuanto antes. Se libró de los brazos de Sinbad llorando y corrió como pudo con los ojos cristalinos que apenas le permitían ver con claridad. Recordó los viejos tiempos con ese hombre y, gracias a esto, se encontraba cada vez peor. Tantos sentimientos que aquella persona le hacía sentir no se comparaba con nada en el mundo, pues le dio sus mejores momentos, pero también los peores; le dio las mejores sensaciones al tenerlo cerca, pero también las peores... y así con muchas cosas. ¿Cómo se puede amar tanto a alguien y en poco tiempo odiarlo como al que más? Judar no lo sabía, pero si sabía que así le ocurrió a él, aunque por mucho odio que le procesara, en lo más profundo de su ser le seguía queriendo, pues le odiaba porque le quería. Complejo, ¿verdad?

Abrió la puerta de su casa lo más rápido posible. Al entrar, se apoyó con la espalda en la puerta y se dejó caer al suelo acabando sentado reposado en la puerta.

 

-¿¡Por qué soy tan estúpido!? - gritó tan fuerte como su garganta se lo permitió. Se tapaba la cara con las manos tratando de despejar las lágrimas que le molestaban. Gritaba para llenar el vacío que sentía en ese momento, pero solo conseguía desgarrarse más internamente. El dolor se le incrementaba conforme pasaban los segundos, pues poco a poco se iba quedando sin fuerzas y sin voz. ¿Qué debía hacer para que ese dolor se apagara?

 

 Después de un largo tiempo tendido sobre la puerta fue a pegarse un baño caliente y relajante para olvidar lo ocurrido y poder continuar como lo había hecho hasta ahora.

Preparó el agua y se desprendió de sus ropas, pero justo antes de zambullirse en la bañera le sonó el móvil. Realmente no tenía ganas de contestar, pero acabó por hacerlo con la idea de que así se podría bañar luego sin molestias.

 

-¿Quién es? - contestó desganado el moreno.

-¡Judar, hola! Permíteme hablar contigo, por favor – respondió el otro sujeto.

-Esa voz... - se dijo para sí mismo el chaval, mala suerte que el otro lo escuchara, así sabría que aún se acordaba de su voz - ¿qué quieres, Sinbad?

-¡Aclarar las cosas, ya te lo dije antes! ¡Gracias a Kouen que me ha dado tu número he podido contactar contigo! También me ha dado tu dirección, ¿te importa que vaya para allá?

-¿¡QUÉ TE HA DADO QUÉ? ¡CÓMO SE TE OCURRA VENIR NO SALES VIVO! - dijo el menor enfadado. Acto seguido colgó el teléfono y se introdujo en la bañera.

 

No entendía cómo le podía pasar todo aquello. ¿Realmente tenía alguna maldición y le pasaba todo lo malo a él? No, eso son tonterías, entonces, ¿porqué tenía tan mala suerte? Dejó de pensar en aquello y se relajó en la bañera. Casi juraría que había llegado a dormirse, pero el sonido del timbre le despertó.

 

-No pienso abrir esté quién esté al otro lado – se dijo Judar a sí mismo. Sin embargo, el timbre era muy insistente y no dejaba de llamar. Si no paraba, acabaría por quemarlo - ¡Detente! ¡Lo vas a quemar, idiota! Gritó desde la bañera. Realmente no tenía ningún propósito de salir de ella, suerte que el cuarto de baño estuviera cerca de la entrada.

-¡Vale! ¡La dirección es la correcta! - se oyó al otro lado de la puerta – ¡Voy a entrar, tengo una horquilla y no tengo miedo a usarla!

-¡Detente, Sinbad-idiota! - gritó Judar. Había reconocido, de nuevo, perfectamente su voz. No quería que ese sujeto se le colara en la casa, y mucho menos mientras se bañaba. Todavía no se había enjabonado el cuerpo ni lavado el pelo, solo se había tendido en la bañera para que el agua le relajara. No tenía escapatoria.

 

Escuchó la puerta cerrarse y acto seguido escuchó una voz desde el pasillo decir:

-¿¡Dónde estás, Judar!? ¡Esto es importante!

 

Judar, sin embargo, no dijo nada. Se quedó con las ganas de decirle infinidad de insultos y añadir un “esto es acoso”, pero prefirió permanecer callado para que no le encontrase desnudo y desprotegido.

Finalmente, el mayor abrió la puerta del baño (sin realmente saber a que habitación pertenecía aquella puerta) y allí le vio. Desnudo, protegiendo su cuerpo con sus manos y realmente sonrojado. Sinbad también se sonrojó. No esperaba tal vista al abrir esa puerta, pero volvió en sí y se dirigió hacia el.

 

-¿¡Qué haces, idiota!? ¡LÁRGATE! - dijo Judar totalmente asustado de lo que el mayor podría hacerle.

-Judar, no actúes como un niño. Nos hemos visto desnudos muchas veces, no va a pasar nada porque ahora te saque de la bañera y conversemos un rato. - dijo el mayor completamente seguro de sí mismo – aunque he de admitir que has mejorado tu forma física.

-¡Basta de halagos, basta de idioteces, solo vete! – dijo el menor peleando inútilmente contra Sinbad, pues claramente tenía más fuerza y logró sacarlo de la bañera.

-Eres divino, Judar. Me vuelvo loco al verte así después de tanto tiempo – expresó lo que sentía. No estaba mintiendo, pues el verlo defendiéndose ineficazmente y totalmente sonrojado era algo que realmente lo excitaba, y sobretodo estando desnudo como estaba en ese momento.

-¡QUÉ ME SUELTES! - imperó en vano el menor, pero al ver que el otro no le hacía caso, comenzó a sentirse incompetente de nuevo e inevitablemente comenzó a llorar. Judar no era una persona que llorara mucho, pero ese hombre realmente le hacía sentir sentimientos de todo tipo y muy fuertes.

-¡Judar! - Sinbad se preocupó por él y al ver su reacción le dejó tendido en el sillón del salón – lo siento, me he pasado. ¿Te busco algo de ropa?

 

Lamentablemente, el joven no contestó. Solo se limitó a cubrir su cuerpo con sus manos. Todo el suelo estaba lleno de agua. Sinbad también estaba empapado y para colmo ahora también lo estaba el sofá. Así que Sinbad no tuvo más remedio que buscar su cuarto y registrarle los armarios hasta encontrar algo de ropa. También cogió una toalla que había en el cuarto de baño y le dejó todas las cosas en la mesa que había junto al sillón. Por suerte, cuando regresó el menor había dejado de llorar.

 

Judar rápidamente cogió la toalla y se cubrió con ella tanto como para secarse como para que el otro no le viera más desnudo - ¿Sabes que has hecho allanamiento de morada? Anda, vete de una vez. No quiero verte más. Solo quería tener un baño relajante y ni siquiera he podido lavarme el cuerpo. ¡Tampoco el pelo, ¿sabes?!

-¿Sigues teniendo ese cariño especial hacia tu pelo? - preguntó Sinbad con una amplia sonrisa tierna.

-¡No pongas esa cara! ¡No es tu estilo, idiota! - comentó Judar al respecto.

-¡Deja de insultarme! No es agradable.

-¡Tampoco es agradable que se cuelen en tu casa mientras te bañas a pesar de haberle dicho unos minutos antes que no interrumpieran!

-Amo tu carácter, ¿lo sabías? - dijo de nuevo el mayor con una tierna sonrisa.

-Me lo solías decir mucho... ¡Seguro que se lo dices a todos tus amantes! - contestó Judar alzando de nuevo la voz.

Sinbad se acercó hacia Judar y le cogió de la mano. Acto seguido, la besó – Judar, aclaremos de una vez lo ocurrido. ¿Por qué te marchaste?

-Primero, no me vuelvas a tocar – apartó su mano de la del otro – y segundo, es más que evidente.

-Será evidente, pero yo no lo entiendo. ¡Por favor, explícate!

-¡Me fui porque me engañaste a pesar de que dijiste que nunca lo harías! ¡Además, seguías diciéndome día tras día, después de aquello, que me amabas y en realidad te ibas con aquel hombre cada día!

-¿Puedes describir a ese hombre, por favor? - dijo Sinbad extrañado.

-Pues... era más bajo que tú... con el pelo blanco... ¡Ah, si! ¡También tenía pecas y unos ojos verdes!

-¿Ja'far? Pero si yo nunca he estado con él... ¡Ah! ¡Lo recuerdo! - dijo Sinbad victorioso.

-¿El qué? ¿Recuerdas como me engañaste? ¿Y te alegras por ello? - preguntó Judar extrañadísimo.

-¡Yo no te engañé con él! ¡Él me estuvo ayudando con lo debería de haberte dicho aquel día! ¡Ja'far es muy bueno con ese tipo de cosas y le pedí consejo! ¡Realmente quería que ese día fuera muy especial! Iba a... pedirte que te vinieras a vivir conmigo y... quería que fuera el día más feliz de tu vida y... que fuera inolvidable – esta vez el que comenzó a llorar fue el mayor - ¡Pero te fuiste sin más y no entendía el por qué! ¡Y ahora me doy cuenta de que todo fue un malentendido! ¡Si hubiera preparado el discurso por mi propia cuenta, como las anteriores veces, esto no habría pasado y seguiríamos juntos! ¡Soy tan estúpido!

-¡Detente! ¡Deja de llorar, idiota! ¡Ni siquiera sé por qué te creo, - dijo uniéndose al llanto – pero la culpa no es tuya! ¡Es mía por desconfiar de ti! ¡Prometí que lo haría siempre y sin embargo no cumplí mi palabra cuando tú si cumpliste la tuya! ¡Debería de haberlo hablado contigo! ¡Y además...! - se detuvo un momento para luego continuar - ¿¡Por qué has aparecido dos años después de que me fuera!? ¿¡Estás tratando de mentirme, verdad!?

-¡NO! ¡Es solo que...! Te busqué y no te encontré. Le pregunté a tus padres y estos me dijeron que no querían que volviera contigo porque te había causado mucho daño, que no me dirían dónde estabas, así que pensé que tus padres te habían obligado a separarte de mí. Pero no me rendí y seguí buscando. Por desgracia te habías cambiado también el número de teléfono. Tus amigos tampoco me querían decir nada y otros no sabían dónde estabas. Te aprecian mucho y querían cuidarte a toda costa. Pero hace poco, en una reunión de negocios, vi a Kouen. Este estaba hablando con su hermano Kouha y le comentaba algo de que no estabas haciendo algo en un trabajo de grupo, o algo por el estilo, así que he venido a la ciudad de Kouen, arriesgándome de que si podías ser tú ese Judar, y además, para ello tuve que alquilar una casa y no fue tan sencillo. No he podido olvidarte en todo este tiempo, Judar. ¡Te amo!

 

Esas últimas dos frases llegaron hasta el interior de Judar. Todo lo que Sinbad decía parecía sincero. ¿De verdad podía creerle? - No... no me creeré nada hasta hablar con este tal... Ja'far – en verdad, claro que le creía. Si no le creyera, nunca hubiera accedido a hablar con aquel hombre, pero no quería aceptar sin más con la posibilidad de poder volverse a dañar. Necesitaba asegurarse.

 

-Claro... Espera, que le llamo – cogió el móvil y marcó su número – Hola, Ja'far. Necesito que verifiques un asunto. Aja. Si... Es sobre lo ocurrido hace dos años la última semana que vi a Judar. ¡Ya lo sé! Estoy con él ahora y quiere saber si es verdad que me ayudaste a lo del discurso. ¡No es una tontería! ¡Luego te explico! Te paso con Judar – acto seguido dejó el teléfono en las manos del nombrado.

-Hola, soy Ja'far. Encantado. Siempre he querido hablar contigo y me encantaría verte en persona, pero no es ese el tema, sobre lo del discurso, yo le ayudé a Sinbad con él. Decía que era súper importante quedar perfecto y por mucho que yo le decía que sería más bonito si se lo preparara el solo, no me escuchaba.

-Vale, gracias por verificarlo, pero antes de nada, ¿puedes decirme como eres físicamente? - dijo Judar para asegurarse del todo.

-Pues... veamos... Mi pelo es blanco y mis ojos verdes. Tengo pecas sobre la nariz y en parte de las mejillas. Mi piel es muy pálida y mido 1'72. ¿Algo más o está bien así?

-No, gracias, así está bien. He podido comprobar que realmente eres tú quien estuvo con Sinbad aquella semana. Te agradezco tu colaboración, pero ¿puedo hacerte una última pregunta?

-Adelante, sin problema – respondió Ja'far.

-¿Sabes si Sinbad me engañó alguna vez en el tiempo que estuvimos juntos? - preguntó un tanto cohibido.

-La verdad, creo que no. Soy un gran amigo de Sinbad desde siempre y estaba siempre hablando sobre que había conocido el amor verdadero y que no te engañaría aunque le pagaran porque eras su cosa más importante y bla bla bla. En verdad eres muy importante para él. Estos dos años ha estado muy deprimido también.

-Gracias, Ja'far, de verdad – dijo Judar sonrojado y con una sonrisa realmente tierna y sincera.

 

Se despidieron durante un buen rato y acto seguido, Judar le devolvió el teléfono a Sinbad.

 

-¿Y ahora qué? - le preguntó Judar a Sinbad – Tengo que terminar la universidad y tú trabajas en Sindria y tienes tu vida hecha allí. ¡Y no puedo esperar a acabar la universidad!

-¡Pediré que me trasladen aquí y viviré junto a ti! - afirmó Sinbad rápidamente.

-Pero eso es imposible. ¡Tienes tus amigos, familiares y conocidos allí! ¡No puedes mudarte sin más! - reprochó Judar.

-Nunca está de más empezar de cero. Además, haré lo que sea si es por ti.

Ese comentario llegó hasta el fondo de Judar. Su deseo se había hecho realidad, pues no podían cambiar el pasado, pero si podían empezar de cero. Volvería a estar de nuevo con la persona a la que más amaba y nada ya los podría separar – Sin...bad... Te... ¡TE AMO!

-¡Y yo a ti, mi vida. Anda, ¡quítate esa toalla que te estorba, enséñame el camino hacia tu cama!

-¡Pero que dices! Venga, no digas tonterías. Tienes que hablar con tu jefe para que te traslade.

-¡Eso puede esperar! ¡He esperado mucho tiempo este momento! ¡Enséñame cuánto has mejorado! - dijo Sinbad tirando de la toalla que cubría el cuerpo del menor.

-¿Mejorar cómo? ¡Si tú no estabas! ¿qué es lo qué pretendes?! ¡No me digas que me has engañado en este tiempo! - se cabreó Judar.

-¡Pero si no teníamos nada ya!

-¡Nadie dijo nada de terminar! ¡Técnicamente seguimos juntos!

-Pero se daba por entendido, ¿no, mi amor? - dijo juguetón Sinbad – ¡Ja ja ja! ¡Claro que no te he engañado aunque me haya costado mucho! ¡Por eso tengo tantas ganas de que ahora me muestres tu cama, idiota! ¡Deberías haber visto tu cara!

-¡PUES A MÍ NO ME HACE GRACIA, ESTÚPIDO! ¡PREPÁRATE PARA SUFRIR! - exclamó Judar muy, muy enfadado.

-Vale, ¡pero eso en la cama!

 

 

 

* * *

 

 

 

Han pasado ya dos semanas desde aquello y Sinbad y yo por fin vivimos juntos. Finalmente lo trasladaron a Kou y con el dinero que consiguió vendiendo la casa donde antes vivía ha comprado otra más grande aquí para los dos. He vendido el apartamento donde vivía antes y puedo estar con Sinbad. Estoy deseando terminar la universidad para poder pasar más tiempo con él.

Ah, si, sobre Sinbad... la verdad es que me da un poco de pena que haya abandonado Sindria, pero dice que no le importa si es por mí. También dice que de vez en cuando irá a visitar a sus amigos y que así tenemos más tiempo para estar los dos juntos, añadiendo que Kouen es un buen amigo suyo de la infancia y que está estupendamente aquí.

Ahora somos como un matrimonio, ¿no? Bueno, vivimos los dos juntos, como planeamos hace 2 años. ¡Soy tan feliz al lado de Sinbad! ¿Recordáis la “droga” del 'te amo'? Pues ha vuelto a nuestros días. No podemos vivir sin decirla u oírla. Amo estar con Sinbad, no quiero volver a separarme de él pase lo que pase, pues la felicidad ha vuelto ha estar presente en mí y ya no siento el vacío que antes sentía en mi pecho. Sinbad realmente me da lo que nadie nunca me ha dado. Mis amigos de universidad últimamente me preguntan mucho que que me ocurre porque dicen que me ven mucho más alegre que de costumbre.

Tengo que dar gracias al cielo porque nuestros destinos se hayan vuelto a cruzar. Pensé que estaba maldito y que solo me pasaban cosas malas, pero últimamente todo es alegría. Además he podido volver a oler su aroma, he podido volver a sentir su tacto, sus besos, sus caricias, he podido volver a sentir a Sinbad. Su persona es lo que realmente me da la felicidad y no quiero que se acabe nunca.

 

TE AMO, SINBAD.

 

 

 

 

FIN

Notas finales:

Aprovecho, como solo quedan 4 días, para desearles una feliz navidad!


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