3er viaje: Amazonas, Brasil (HatorixChaiki)
-Tori! Qué clase de viaje romántico de navidad es este!? – exclamó Yoshino Chiaki al verse de pie en medio de muchos árboles, plantas, cantos de aves y demás, demasiados en realidad. Hatori lo había llevado todo el camino desde el aeropuerto con los ojos cerrados y desde que salieron de Japón no sabía a donde se dirigían. Hatori no quiso decirle a donde viajaban para que fuera una sorpresa, y el mangaka se había quedado dormido todo el vuelo de camino así que no es como que haya observado mucho del paisaje ni hacia donde volaban, de hecho aunque hubiera prestado atención a lo anterior tampoco hubiera adivinado el lugar en el que estaban aterrizando. Jamás en su vida se imaginó que su pareja lo llevaría a una selva que, probablemente, se hallaba en otro país porque estaba casi completamente seguro de que en Japón no había ningún lugar así.
-Dijiste que querías ir de viaje pero no dijiste a donde - el mayor se puso frente a él en el momento en que destapo sus ojos - Y pensé que te gustaría… no es hermoso? -
-B-bueno… si pero… - comenzó a titubear, no podía negar que era un lugar muy hermoso pero no sabía que decir al respecto. Nunca pensó viajar a un lugar… ni siquiera sabía cómo describirlo.
-No te gusta? – cuestionó acercando su rostro al del más pequeño.
-N-no es eso…
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Faltaban unas semanas para que fuera 24 de diciembre. Yoshino y Hatori se encontraban en el departamento del segundo, era de noche y Yoshiyuki ya había terminado sus deberes en la editorial por lo que en ese momento se encontraba preparando la cena para él y su amado mangaka a cargo. Chiaki, por muy sorprendente que fuera, tenía muy avanzado su trabajo y por esto ninguno de los dos se encontraba alterado o cansado por el trabajo.
El mayor se encontraba en la cocina mientras que su amigo estaba disfrutando de una película en la televisión, ya para esas fechas habían empezado los especiales navideños en la mayoría de los canales así que se hallaba viendo uno muy concentrado.
-Tori! Que te parece si viajamos para noche buena? - la voz de Chiaki sonaba como la de un niño emocionado pidiéndole a sus padres un juguete nuevo, se había enderezado de su posición cómoda en el sofá para poder ver al otro que estaba detrás de él.
-A dónde te gustaría ir? - preguntó como respuesta al menor, dejando un poco de lado lo que estaba haciendo.
- Mmm... No lo se... No lo había pensado – el ojiazul puso sus dedos en su barbilla en señal de estar pensando.
-Hace poco vi unos paquetes para las aguas termales de Atami… - propuso Hatori.
-No! Son lugares muy aburridos! Vamos a otro lugar! – lo interrumpió abruptamente. Le gustaba visitar los onsen; relajarse un poco y pasar el tiempo con su editor era fantastico pero, estaba un poco aburrido de esas salidas quería hacer algo nuevo, viajar a algún otro lugar, no quería que lo llevará a visitar las maravillas del mundo, solo quería algo… diferente…
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Sin embargo…
¡No pensó que a Hatori se le ocurriría viajar al otro lado del mundo!
-Dónde se supone que estamos? – después de un rato de estar caminando, el menor se atrevió a preguntar. Tenía la leve sospecha de que se encontraban en otro país (pues habían tomado un avión) pero la verdad, no pensaba en donde pudieran estar.
-En Brasil – contestó Hatori mientras visualizaba un pequeño muelle en medio de un gran lago.
-Que!? – de acuerdo, ahora si, Chiaki estaba increíblemente sorprendido.
-Dijiste que los lugares en Japón eran aburridos así que junte algunos ahorros para traerte aquí. – tomo la mano del castaño para comenzar a caminar de nuevo - No creo que puedas aburrirte en un hotel en medio de la selva pero siendo tu nada se sabe – soltó una leve risa dirigiéndose a la recepción del hotel. Esta, se encontraba al final del muelle flotante. Recibieron la llave de su habitación, una muy peculiar habitación, y se encaminaron hasta ella.
Yoshiyuki había hecho reservaciones en el hotel Amazon Turtle Lodge, que estaba ubicado en una pequeña ‘selva’ cerca del río Amazonas. Este grandioso hotel se encontraba a los alrededores de un lago, y este hotel no tenía cuartos comunes y corrientes, no. Estaba formado por un total de 18 cabañas construidas sobre los troncos de un árbol originario del Amazonas, cada cabaña estaba dividida en dos cuartos perfectos para descansar un rato y pasarla bien.
Caminaron un rato con las maletas en mano hasta que llegaron a su cabaña, su cabaña a comparación de las suites, eran un poco más pequeñas y acogedoras, con un techo de paja y sus paredes, obviamente, hechas de madera. En la entrada del lugar había unas escaleras que dirigían a la puerta. Al entrar, visualizaron las dos camas y junto a ellas una puerta que seguramente sería el baño, junto a otra puerta que daba a un pequeño espacio había una mesita junto a un par de mecedoras, ideal para ver el paisaje de la selva. En las paredes de la cabaña colgaban diversas artesanías como pintorescos cuadros y algunos otros adornos hechos a mano seguramente.
-Tori! Esto es genial! – entró casi corriendo, desde que supo que los cuartos no eran cuartos sino cabañas había apresurado a Tori para que caminara más rápido para llegar al lugar donde dormirían. – Mira esto Tori! La taza del baño es rosa! – exclamó entusiasmado al ingresar al baño. Mientras que Yoshino no dejaba de moverse, el mayor había acomodado las maletas encima de la cama de cada uno. Chiaki ya había recorrido toda la cabaña, no es como que fuera muy grande pero ahora sabía exactamente donde estaba todo.
-Sabía que te gustaría…- Hatori se posó frente a la ventana de la habitación, el cielo se pintaba de un color rosáceo, comenzaba a atardecer. El viaje había demorado casi 24 horas, la verdad es que había sido un vuelo muy largo y agotador, habían salido de Tokio el 23 de diciembre (el día anterior) alrededor de las 6 de la tarde por lo que, no tardaba para que en ese momento, (que eran como las 7 de la tarde) comenzara a anochecer.- Yoshino, ya que dejamos las maletas, quieres ir a cenar? El restaurante del hotel esta a unas cabañas de aquí.
-Si! Ya quiero probar la comida! Vamos! – salieron rumbo al restaurante del hotel. Cuando llegaron había poca gente, probablemente porque ese día había poca gente hospedada, algo raro en esas fechas pues independientemente del lugar en el que se encontraran, las personas tendían a viajar en navidad. El restaurante tenía, al igual que todo el lugar, un ambiente rustico pero sofisticado, era una especie de gran palapa, pues era prácticamente un techo de paja que se sostenía de postes de madera, no tenía puertas ni ventanas ni paredes, estaba casi al aire libre.
El restaurante estaba adornado para la ocasión, estaba rodeado de luces navideñas, había foquitos por todos lados desde algunas guirnaldas colgadas del techo hasta series de luces rodeando las vigas del techo.
-Tori… no sé qué comer…- era algo comprensible que Chiaki no supiera que hacer, toda la comida que ofrecían allí era muy, demasiado diferente a lo que se acostumbraba en Japón. Todo estaba servido en una larga barra para escoger una facilidad para los huéspedes, pues podían ver todo lo que se ofrecía y lo que quisieran simplemente podían tomarlo en su plato.
-Solo toma lo que te parezca mejor, ¿Qué dificultad hay en eso? – comentó al ver la cara de confusión del menor al ver cada uno de los platillos. Optó por comer un pescado moqueado (asado y ahumado en madera) acompañado de un poco de palmito de pupunha cocida y un refresco de guaraná. Y Yoshino, bueno, no supo que comer por lo que tomo la decisión de tomar lo mismo que su pareja porque si él lo había escogido era por algo ¿no?
Se sentaron en una mesa frente al lago, el paisaje de noche era muy hermoso desde ese punto, veían la luna reflejada en el agua al igual que los árboles que estaban en la orilla, todo el reflejo causado por la poca luz a vista de cualquiera era muy bello. Al centro de la mesa los iluminaba una vela, la tenue luz daba un ambiente muy romántico.
Chiaki dudaba en probarlo. Bueno, quién no lo haría al ser la primera vez que vez un alimento así?
-P-por qué no lo pruebas primero tu Tori? – murmuró con una risa nerviosa.
-Pareces un niño...- soltó un suspiro al ver un extraño puchero en el rostro del menor. Tomo un bocado dela carne del pez y lo metió en su boca, no se molestó en pararse a pensar en si sabría mal o no como Yoshino – Sabe bueno – mencionó una vez terminó de masticar.
-Enserio!? – ahora si, sin pensarlo metió el tenedor en su boca – Whoa! Es verdad! Está muy rico! – exclamó mientras seguía comiendo de su plato. Hatori solo lo miraba enternecido, lo conocía desde hace más de 20 años (28 para ser más exactos) y lo seguía viendo igual que siempre; como un joven infantil que podía sacarle sonrisas con cualquiera de sus gestos, por más insignificante que fuera podía hacerlo feliz…
Terminaron satisfechos con su cena y salieron del restaurante. Caminaban por el sendero de piedra que los dirigía a su cabaña, había algunos faroles que iluminaban el camino pero fuera de eso todo lo demás estaba en completa oscuridad. Giró a ver a su mejor amigo, tenía una expresión casi disimulada de miedo, Chiaki le tenía miedo a muchas cosas, una de ellas: la oscuridad. Y bien, el lugar no estaba completamente a oscuras pero el hecho de que estuvieran en un lugar abierto daba un ambiente un poco más lúgubre. Entrelazó sus dedos con los del menor, en un contacto tierno. Yoshino pudo haber dicho que no era un viaje romántico pero él podía hacerlo cursi y dulce tanto como lo quisiera.
-T-tori…- las mejillas del ojiazul se colorearon ante la repentina acción del otro, pero no es como que quisiera detenerlo al contrario; al sentir la mano de Hatori tocar la suya lo único que pudo hacer fue apretar más el agarre.
-Escuchas eso…? – alentó un poco el paso al momento de preguntar aquello.
-Qué?- Chiaki lo giró a ver al escuchar la voz de su editor.
-El canto de las aves… ¿No es hermoso? – comentó al mismo tiempo que miraba de reojo algunos árboles con una media sonrisa - Escuché que en el Amazonas hay muchas animales nocturnos – a Hatori se le veía muy contento con todo eso, aunque pareciera un hombre muy serio la verdad era que le gustaban mucho todo ese tipo de cosas, disfrutaba mucho estar al aire libre y amaba los animales, en especial los animales exóticos como era en este caso.
Retomaron el paso que llevaban tomados de la mano hasta que llegaron a la cabaña.
-Eso estuvo delicioso! Quiero comer más! – cuando entraron, Chiaki se había lanzado, prácticamente, a la cama
-Duerme ya… Descansa, porque mañana va a ser un día muy agotador – comentó el mayor, tomando lugar en su propia cama.
-Eh? Por qué? – se incorporó en la cama para poder ver al otro.
-Es una sorpresa – declaró mientras se despojaba de su ropa para ponerse el pijama para dormir.
-Ah!? No más sorpresas! todo el viaje fue una sorpresa! Dime por lo menos que vamos a hacer mañana!- inmediatamente se escuchó el reclamó de parte del mangaka, le gustaban las sorpresas pero estaba muy ansioso como para poder esperar toda la noche para saber.
-No te diré. Así que duerme ya – y con eso Yoshiyuki dio por terminada la discusión.
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-Yoshino… Yoshino – llamó Hatori con el fin de despertar al aludido. Eran alrededor de las 7:30 de la mañana, muy temprano para que Chiaki estuviera despierto
-Eh…? – poco a poco el menor fue abriendo los ojos hasta que logró incorporarse en la cama – Qué es lo que vamos a hacer? – preguntó con impaciencia.
-No lo sabrás hasta que te vistas, así que levántate – el guía turístico los esperaba en la recepción del hotel listo para empezar su primer día de “aventuras”.
Cuando estuvieron fuera de la cabaña se dirigieron hasta la recepción, donde – como ya había mencionado – los esperaba el guía. Este hombre los esperaba con un auto que los llevaría hasta un puerto cercano. Después de alrededor de 20 minutos de viaje se detuvieron en el puerto Ceasa, inmediatamente que bajaron del auto se dirigieron al río y abordaron una lancha rápida hacia el encuentro de las aguas; ese era el punto de reunión de los ríos Negro y Solimoes, que viajan uno al lado del otro para formar kilómetros del río Amazonas.
Chiaki no podía estar más emocionado, era la primera vez que hacia algo así. Viajar a esa velocidad en una barca era una experiencia fantástica y que pudiera compartirla con su amigo editor y novio, era aún mejor. Al desembarcar en el otro extremo del río tuvieron que tomar otro coche para su siguiente destino: Careiro da Várzea, un pequeño pueblo del Amazonas perteneciente a la región metropolitana de Manaus.
Al llegar a Careiro, el guía les dio algo de libertad. Los dejo vagar por lo puestos del mercado local para observar la gran variedad de productos, desde puestos de comida exótica a puestos de miles de artesanías coloridas. Luego de eso, siguieron con el guía en un minibús, este bus tomó el rumbo de la ManausPorto Velho, en este punto del viaje la sonrisa de Chiaki se agrando mucho más de lo que ya estaba, Hatori también estaba emocionado -no era de piedra- y ver todo lo que estaban presenciando lo dejó impresionado. El paisaje los dejo fascinados, y que decir de todo lo demás? Los pájaros, ríos, canales, plantas acuáticas y pequeños pueblos y comunidades se podían ver desde el trayecto de aproximadamente una hora.
-Bien - el guía descendió del bus y comenzó a hablar – Este es el punto del recorrido en el que nos separamos. Aquí empiezan su propia travesía en Kayak por el río Amazonas – el hombre entró por un momento a una pequeña casita que estaba a un lado de ellos, volviendo con un par de chalecos salvavidas y un par de remos. – Les voy a dar algunas indicaciones muy importantes que deben tomar en cuenta para poder viajar…
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-Recuerden todo lo que les dije! Hay unos refrigerios en la caja que está atrás del Kayak!.- gritó el hombre al ver que la pareja ya se alejaba de la orilla.
Comenzaron su viaje por el río, el guía les había indicado no salirse del “sendero”, si seguían todo derecho llegarían al puerto y allí habría un coche esperándolos para llevarlos de regreso al hotel.La extensión de su recorrido: 6.5 kilómetros, tardarían por lo menos 5 horas en llegar a una velocidad normal.
“Un sonido agradable es una experiencia acústica totalmente diferente” Eso era lo que sentía la pareja en esos momentos, el canto de las aves y el sonido que hacían algunos insectos era inigualable. Completamente diferente a lo que se podía escuchar en un bosque de Japón definitivamente.
-¡Mira Tori! ¡Allá arriba! – gritó Yoshino de repente, dejó de lado los remos un momento para señalar el árbol que estaba observando - ¡Es un perezoso!- exclamó muy emocionado mientras que ambos observaban fijamente el animal que se movía lentamente por una de las ramas sobre ellos.
-Es fabuloso – estaba sorprendido, era el primer animal exótico que veían tan de cerca.
- No se cae al agua desde ahí!?- preguntó Chiaki con una angustia en su voz.
- No lo creo Yoshino, por algo vive en los árboles – dijo con un tono de burla ante el comentario del menor.
Siguieron remando por un rato, asombrados por las maravillas de la naturaleza de Brasil; todo era tan brillante, tan extravagante, tan mágico de alguna forma inexplicable…
-WHA! – Yoshino dio un brinco desde su lugar – ¿¡Qué fue eso!? – exclamó asustado. Por un lado del kayak había pasado algo muy rápido, demasiado en realidad.
-No lo sé… - ambos dejaron de remar por un momento, mientras seguían mirando el agua. De nuevo esa cosa pasó, corriendo por el agua. –Mira, allí está! – el mayor fue el que señaló esta vez, sobre una roca reposaba una especie de lagartija, era la causante del espanto del menor. Era un “lagarto jesucristo” es un reptil originario del Amazonas obviamente, es un animal tan rápido que literalmente puede correr sobre el agua como acababan de observar ambos castaños.
-Cómo esa cosa puede correr sobre el agua!?
-Por qué me preguntas esas cosas? Yo no soy experto en animales Amazónicos – murmuró por la pregunta de Chiaki.
Retomaron su rumbo, de nuevo. Sin embargo, era el río Amazonas! La diversión no terminaría hasta que acabaran con su recorrido…
-Tori, puedes ver eso?- el castaño irrumpió en el silencio nuevamente.
-Qué? – dejó los remos (de nuevo) a un lado al escuchar la voz del otro.
-Esos de allí, parecen ojos…- - AH!! Es un cocodrilo! Tori! Es un cocodrilo!!! – gritó alterado Chiaki mientras se movía descontroladamente en el kayak.
-Cállate y deja de moverte!! – exclamó Hatori – No escuchas las indicaciones de otros!? No debes alterar a los animales! Y estoy seguro que con esos gritos no está muy feliz! – ante ese comentario el otro comenzó a calmarse. Definitivamente prefería inmovilizar todas sus extremidades y cerrar la boca a que un cocodrilo adulto lo devorara vivo a sus 28 años de edad…
Y eso que aún les faltaban casi 3 horas de camino…
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--Whaa! Estoy cansado! Me duelen los brazos! – Chiaki se tumbó en la cama tan solo abrieran la puerta – Descansaré un poco antes de la cena…- habían llegado al puerto en los kayaks como a las 4:30 más media hora de camino, serían casi las 5 de la tarde, por lo que aun faltaba un tiempo para la cena.
Tori lo miró unos momentos tirado en la cama, siempre que lo veía se quedaba como hipnotizado por sus facciones. Por acto reflejo, se encaminó hasta la cama del menor y se subió encima de Chiaki, acorralándolo contra el colchón.
-T-tori? Qué haces? – cuestionó confundido al verse inmovilizado por las manos del otro
-Feliz navidad Chiaki…- susurró tiernamente en el oído, dejando un suave beso en el cachete de Chiaki, quien solo atinó a sonrojarse un poco.
-T-tori… Feliz Navidad y…. Me he divertido mucho… sé que debiste haber gastado mucho dinero, en el hotel, el tour, los boletos y demás, más el esfuerzo de mantenerlo todo como una sorpresa…. Muchas gracias por este viaje…- confesó Chiaki mirando los ojos de su pareja.
-Sabes que todo lo hago por ti… y no me tienes que agradecer…- se miraron a los ojos y se besaron. Juntaron sus bocas en un romántico y necesitado beso, movían sus labios sobre los del otro en un ritmo único, uno que solo ellos dos podían seguir. El editor lamió un poco los labios de su pequeño esperando que entendiera la indirecta, y lo hizo. Chiaki abrió, poco a poco sus labios para poder dar acceso a la lengua del otro; sus lenguas se entrelazaban en un tacto apasionado.
-T-tori… ah…- soltó un suave jadeó al sentir las manos de Yoshiyuki adentrarse en su playera. La cual despojo al instante tirándola por alguna parte del cuarto.
Hatori comenzó a acariciar el torso de su novio, al mismo tiempo que bajaba con sus besos a otra parte de su cuerpo. Besó el cuello del menor dejando leves mordidas y lamidas por donde sus labios pasaran. Acarició con suavidad los pequeños pezones de aquel cuerpo que amaba explorar cada que pudiera, Tanteó el terreno para poder seguir con sus labores, bajó aun más con sus besos hasta que llegó al pecho del menor donde se entretuvo un rato con esos botoncitos, mordiéndolos, saboreándolos, haciendo que Yoshino gimiera de placer-
-Ah… D-deja eso… ah…- murmuraba entre sus propios ruidos, se le dificultaba pronunciar palabra, sentía demasiadas cosas como para poder coordinar su cerebro con su lengua para formar palabras. Obviamente, Hatori hizo caso omiso de la petición del castaño y tan solo siguió con lo suyo.
Seguía concentrado con el pecho de Yoshino pero esta vez agregó un toqué extra, dirigió su mano a la parte baja del menor toqueteándola por encima del pantalón, solo sintió como el cuerpo más pequeño se retorcía en su lugar ante su atrevida caricia. Después de un rato de estar tan solo jugueteando con la tela, desabrochó habilidosamente el botón junto a la cremallera del pantalón. Bajándolo lentamente, abandonó su labor arriba y colocó todo su cuerpo entre las piernas del otro para tener mayor acceso a esa zona tan íntima, pero que el conocía muy bien.
Chiaki tan solo se removía por las caricias y toques del mayor, estrujaba las sabanas debajo de él como un acto reflejo por su situación.
Hatori empezó a masturbar el miembro que tenía frente a él, ya erecto a causa de las caricias anteriores. Suavemente, con la yema de sus dedos, dibujaba por toda la extensión de ese músculo esperando que el oro quisiera más que un toque tan superficial. Luego de un rato, harto de solo acariciar, acercó su rostro a la entrepierna del mangaka y comenzó a lamer, repartir besos, y dar leves mordidas.
-T-tori… N-no l-lamas ahí… - pidió el ojiazul en un muy apenas audible murmuro. Entraba y salía el miembro de su boca. Chiaki en cualquier momento llegaría a su límite solo era cuestión de esperar unas cuantas lamidas de Hatori.
Y así fue, unos segundos después, Chiaki derramó toda su esencia en la boca de su pareja. Quien no dudo en saborearla un poco. Yoshino con la respiración agitada, giró su rostro para ver al otro que ya se había incorporado, de hecho, ya se encontraba de pie junto a la cama.
-T-tori? – lo miró confundido, lo tenía en esa posición y en esa situación y solo se ponía de pie así como así!? El mayor lo miró y se acercó a su oído para susurrarle…
-Seguimos después de la cena…- y se puso de pie de nuevo acomodándose un poco la ropa, que seguía en su lugar a comparación de la de Chiaki.
-TORI IDIOTA! –exclamó para solo ver de lejos la media sonrisa que tenía su amigo en el rostro.
Sí, en definitiva esa sería una navidad que ninguno olvidaría…