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Christmas Love. Around the World. por TsubasaHatsukoi

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Notas del capitulo:

Hola!!! ¿Qué son las 4 de la mañana del 1 de enero? Sii no me importa XD En vez de convivir con la familia yo estoy escribiendo lemon a lado de mi prima XD

Bueno, dije que de este año no pasara así que me esforcé por traerselos lo menos atrasado que pude - 5 horas tarde YOLO - 

Bueno la verdad este one shot me gusto mucho, es el más largo hasta ahora - y supongo que de los otros tambien sera el más largo - pero ya que, espero que les guste, algunas de ustedes me lo pedían desde hace rato, pero ahí les va.

One Shot #5: Romántica <3

Los personajes no me pertnecen le pertenecen a Shungiku Nakamura

Christmas Love. Around the World.

6to Viaje: Londres, Inglaterra. (MisakixUsagi)

 

 

Eran las 4 de la tarde de un 23 de diciembre, Misaki Takahashi, un joven de 22 años, se encontraba de salida en su trabajo de medio tiempo en la editorial Marukawa. Iba subiendo por las escaleras de la estación del tren – era la estación que lo dejaba más cerca de su casa –

-“¿Qué debería preparar para la cena? Ayer cocine tortilla para Usagi-san, entonces…” – pero el pensamiento que lo perturbaba – “Mañana es Noche Buena… ¿qué deberé regalarle? Bueno… no es que quiera regalarle algo es solo que… él siempre me regala muchas cosas” – un leve sonrojo invadió su cara, no podía creer que estuviera teniendo esa clase de pensamientos ¿desde cuándo sonaba igual a una colegiala enamorada? Siguió caminando, hasta que sus pensamientos se vieron interrumpidos por el timbre de su celular; lo sacó de su bolsillo y revisó el número, era la única persona que se daba el tiempo de estar al pendiente de él las 24 horas al día los 7 días de la semana, los 365 días del año.

- Hola ¿Usagi-san? – respondió el teléfono.

>Misaki ¿dónde estás?<

- Estoy saliendo de la estación ¿por qué? –

>Voy en camino, espera ahí<

- ¡¿Eh?! No es necesario, puedo llegar solo – colgó el teléfono, indignado.

Odiaba que Usagi lo tratara como un niño, ¡Ya tenía 23 años!, podía cuidarse solo, era perfectamente capaz de volver a casa por su propia cuenta. De hecho, se le hacía un poco raro que le hubiera llamado por eso, habían tenido la misma plática muchas veces y pensó que a Usagi ya le había quedado claro que no necesitaba de sus cuidados innecesarios, ya lo había dejado de hacer tan seguido y un poco menos extremo, por lo menos. Siguió caminando hasta que llegó a la salida. La luz del sol deslumbraba en sus ojos obstruyendo su vista, cuando pudo visualizar bien su entorno pudo ver que, ahí en la salida de la estación estaba estacionado el deslumbrante auto color plata de su casero -y novio- Usami Akihiko.

- Misaki, vámonos – le llamó saliendo del coche.

-Pero te dije que no vinieras – reclamó el ojiverde, acercándose al otro – Puedo volver solo.

- Ya estoy aquí – contestó – Sube – dijo el peliplata de manera autoritaria y abriendo la puerta del vehículo. Al menor no le quedo de otra más que obedecer y subir al auto - ¿Qué tal el trabajo, Misaki? – preguntó el escritor ya en el auto.

- P-pues bien, Ijuuin-sensei está a punto de acabar con su manuscrito – comentó el castaño, sin prestarle atención al nombre que acaba de mencionar. Usami al escuchar el nombre de ese mangaka no pudo evitar hacer una mueca de clara molestia, no obstante casi inmediatamente suavizó su mirada, Misaki le había dejado en claro muchas veces que no había nado de lo que preocuparse. Siguió su camino mientras recordaba que día era el siguiente… Cuando estaban a punto de llegar al apartamento, dio una vuelta en dirección contraria a su hogar, confundiendo a Misaki que conocía casi a la perfección el camino de la estación al departamento.

-¿Usagi-san? ¿A dónde vamos? – preguntó confundido el menor al sentir la vuelta hacia otro lado.

-Ya lo verás – respondió el ojivioleta al mientras se le formaba una media sonrisa y seguía su camino hacia el aeropuerto de Tokio…

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-…Misaki…Misaki…- en el camino el ojivioleta se había quedado dormido, se encontraba algo cansado y fue más de una hora de camino, no lo pudo evitar.

- ¿D-dónd…? – se incorporó mientras se tallaba los ojos para alejar la somnolencia que aún quedaba en él. Antes de poder terminar la pregunta, miró a su alrededor, viendo que claramente se encontraban en el estacionamiento del aeropuerto, era muy obvio pues casi a un lado de ellos acababa de despegar un avión. - ¿¡Qué demonios estamos haciendo en el aeropuerto!? - exclamó levantándose de golpe. Al quedarse dormido, Usami acomodó el asiento del copiloto para que pudiera acostarse tranquilamente por un rato, por lo que hasta hace unos segundos se encontraba recostado.

-Creo que hasta tú sabes que es lo que se hace en un aeropuerto - comentó irónico poniéndose de pie fuera del vehículo.

- ¡Eso no es a lo que me ref...!- se calló de golpe luego de que escuchó la ironía de su pareja, pues a pesar de que tendía a molestarse muy, y algunas veces sin razón, rápidamente con el escritor, esta vez analizó un poco la situación "¿qué es lo que se hace cuando vas a un aeropuerto?" Eso es algo muy obvio, ocasionalmente vas a un aeropuerto cuando vas a tomar un avión... espera -¿Q-qué...? -

- Es uno de tus regalos de navidad - le sonrió tiernamente simultáneamente que le extendía su mano para que la tomara - Vamos - y el menor, con un poco de vergüenza la aceptó, entrelazando sus dedos para seguidamente salir del auto. Sin soltarse de las manos, vio como el mayor cogía con su mano libre una maleta de tamaño mediano y un bolso un poco más pequeño. Caminaron hasta que estuvieron dentro del lugar, siguiendo su camino - El vuelo sale en media hora - dijo el peliplata una vez estuvieron en la zona de espera, miraba su reloj con impaciencia, esperando que el tiempo pasara, como si estuviera ansioso por subir al avión.

Tomaron asiento en las sillas del lugar, Misaki miraba atento a todas las personas que pasaban con sus maletas, abrigados lo suficiente por la temporada en la que estaban, vio los adornos navideños que colgaban de los barandales y techos del lugar, recordando el regalo inexistente que tenía planeado darle al mayor, agachó su mirada como si de alguna forma el suelo le fuera a dar la respuesta a su problema, suspiro con pesadez, tal vez podría comprarle algo en el lugar al que irían, el cual aún desconocía y no tenía la mínima idea de porque seguía sin hacer preguntas al respecto.

-Usagi-san... - llamó al mayor esperando a que este fijara su mirada en él, y así fue, movió su cabeza haciendo un sonido con su boca dando a entender que lo estaba escuchando- ¿A dónde se supone que vamos? -

- A Londres - respondió despreocupado dirigiendo su mirada nuevamente a su reloj.

- Londres... ¿¡Qué!? - gritó levantándose de su asiento, causando que la gente alrededor dirigieran su mirada hacia ellos. Se sentó de vuelta, sin quitar su mirada fulminante de los ojos despreocupados del otro.

-Te lo dije... que algún día me acompañarías a Inglaterra. – comentó el peliplata, mirando los orbes esmeraldas de su pareja.

-P-pero... ¿por qué ahora? -

-Porque quería que esta navidad fuera especial... - se detuvo, Misaki lo miraba confundido y al ver ese rostro, el peliplata prosiguió - es la quinta navidad que pasamos juntos...- el castaño se sonrojó, efectivamente tenía razón.

Si hacía cuentas, en efecto esa era la quinta navidad que pasaban juntos. Tal vez la primera no fue como pareja, pero desde entonces, de cierta forma, estaban juntos. Se quedó sin palabras y sonrojado, desvió la mirada de los ojos violetas del mayor. Aunque quisiera refutar sobre la decisión que tomó Usagi para hacer ese viaje, no podría ni por poco hacerlo cambiar de opinión, lo conocía demasiado bien como para saber que si había planeado ese viaje, porque lo planeó no fue algo apresurado pues los boletos ya estaban reservados e incluso el mayor había preparado dos maletas sin que él se diera cuenta; era porque es algo, de cierta manera, especial...

-Ya es hora, Misaki - en ese mismo instante, se escuchó una voz anunciando el siguiente vuelo a Londres, cosa que espantó un poco a Misaki por la precisión del otro.

En fin, Usami tomó de vuelta los dos bolsos que llevaba y caminaron hasta la terminal.

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Arribaron en la capital inglesa después de las 5 de la tarde, fue un vuelo largo, el más largo que había vivido Misaki, desde Tokio a Londres hicieron poco más de 12 horas sin escalas.

Durante el tiempo que volaron, fie inevitable para el castaño el no emocionarse por el destino al que se dirigían, era obvio, pues era la primera vez que salía del país. También, antes de quedarse dormido al caer la noche, pensó mucho sobre cómo podía darle las gracias por todo lo que hacía por él al escritor, tal vez podría comprar un regalo como se lo había planteado antes y al dárselo, decírselo sin rodeos; sería vergonzoso, pero era lo único que podía hacer a cambio de todo lo que le daba.

Una vez bajaron del avión, fuera del aeropuerto internacional de Londres, ya había un taxi esperándolos para llevarlos hasta su hotel. El menor no podía salir de su asombro por todo lo que estaba pasando a su alrededor, tardó mucho en procesar el simple hecho de que Usagi hubiera ¿separado? no sabía cómo decirlo, ese taxi. Así que todo lo demás por consecuencia era muy impresionante a sus ojos.

Casi sacaba su cabeza por la ventana del auto al ver todos los lugares, estatuas y edificios por los que pasaban, realmente era algo increíble, jamás en su vida pensó vivir para ver todo lo que estaba presenciando con un 'simple paseo' en taxi. Por poco y su mandíbula caía al suelo al observar lo que estaba frente a ellos, la inmensa torre del reloj, el Big Ben estaba a tan solo unos metros de ellos.

 -¡Usagi-san! ¡El Big Ben es enorme! - Definitivamente, si no fuera porque el auto estaba en movimiento, hubiera salido corriendo a toda velocidad para observarlo de más cerca. Usami solo lo veía con un brillo en los ojos, ver a su pequeño así de emocionado, no tenía comparación.

Y en menos de 5 minutos después de la travesía de Misaki con el reloj, llegaron al hotel, cosa que el castaño no sabía, pues lo único que veía era un enorme palacio frente al río.

-¿Usagi-san por qué estamos aquí? - para ese momento ya se encontraban fuera del auto, y Usami caminaba en dirección a la puerta del, autonombrado palacio moderno por Misaki, este solo lo seguía unos pasos más alejado.

-Es el hotel donde nos quedaremos -

-¿¡Eso es un hotel!? – el hotel Royal Horseguards se encontraba frente a ellos.

-Sí, el mejor. Vamos – tomó de nueva cuenta su mano, siendo correspondido sorprendentemente por el castaño, arrastrándolo hasta la entrada del lugar, Misaki no se podía mover de lo impactado que estaba, pensar que en ese lugar estaría durmiendo en unas horas, era algo muy poco creíble para un estudiante japonés promedio. No obstante, si se era el novio de uno de los escritores mas prestigiados, famosos y adinerados del país, aunque nunca lo admitiera en voz alta, podía darse ciertos lujos.

Cruzaron por la típica puerta con un toldo encima, y lo que estaba pasando el umbral dejo mucho más asombrado al menor. Le reclamaría a Usami por todo el dinero que gastó en eso luego, por el momento dejaría el estrés de lado para disfrutar todo lo que le estaba ofreciendo su pareja. El lobby del lugar, era digno de un palacio como lo predijo Misaki, las paredes con colores claros con moldeados en café, casi dándole un aire de ser madera fina, los muebles; sillones, sillas y demás, forradas de un rojo elegante, y como siempre, no podían faltar los brillantes y enormes candelabros colgando del techo.

No le dio tiempo a reaccionar, cuando en unos segundos, el peliplata ya había ido con la recepcionista y en un inglés perfecto, habló con esta sobre la reserva que este tenía. La mujer, a ojos de Misaki, y de cualquiera que pasara por ahí, estaba nerviosa, con un sonrojo en las mejillas, hablándole amablemente al hombre que tenía en frente, SU hombre por cierto, espera ¿¡Qué!? El castaño se sonrojo ante su propio pensamiento, definitivamente tenía algo mal esos días. Trato de ignorarlo, cuando vio al mayor regresar con la tarjeta del cuarto en la mano, entrelazando con la otra la suya, nuevamente.

No supo cuántos pisos subieron en el elevador, iba demasiado distraído como para pensar en eso, pero lo que si supo es que estaban en el último definitivamente. Caminaron por el pasillo, percatándose al instante que había pocas puertas, lo que significaba que estaban en el piso de las suites. Ya lo mataría luego por derrochar dinero.

El ojivioleta abrió la puerta, dejando sorprendido por milésima vez al castaño. Era inmensa, al entrar estaba como una especie de sala, dos sillones exageradamente elegantes  y una mesa de madera muy bonita al centro, en la esquina, una mesa para dos personas – que seguramente sería para comer – una lámpara de un lado, y al otro la puerta que daba al baño, con dos grandes ventanales en frente a la mesa. Y no acababa allí, no. A un lado de la puerta del baño, había unas escaleras, las cuales Misaki no dudo en ver a donde llevaban, subió y lo que encontró fue, ya no encontraba palabras para describir su asombro, era una especia de torre, las ventanas los rodeaban dando una excelente vista al río Támesis. Era, como habíamos mencionado, especie de torre, pues no la era completa, a un lado de los ventanas se encontraba una pequeña mesa con dos sillas, seguramente puesta ahí con el fin de disfrutar del paisaje, a un lado de estas, había un sofá con un mueble de madera y una televisión sobre él, a un lado de todo esto, estaba la cama, matrimonial con sábanas blancas y cojines lujosos verde olivo, con mesas de noche con floreros sobre ellas. Y eso no era todo, para terminar, a un lado de la cama, había una puerta de cristal, que llevaba a un jardín en la terraza, con una vista directa al London Eye.

Al darse la vuelta, una vez que asomó su cabeza por la puerta que daba a la terraza, y de que recorrió toda la inmensa suite. Se dio cuenta de que Usami lo estaba siguiendo, no cabía en su asombro, siquiera se percató de la inconfundible presencia que emanaba el mayor, era algo… wow.

-Se puede saber cuánto es lo que pagaste por esta suite en un hotel como este –

- Eso es información confidencial de la que solo Aikawa tiene conocimiento –

- Tú… ¿Aikawa-san sabe sobre esto?

- Me ayudo con la reservación y los boletos de avión. – el mayor se sentó en la cama, dejando las maletas sobre la misma – Cuando le dije que vendríamos a Inglaterra se emocionó demasiado, gritó como loca cosas que muy apenas alcancé a comprender – soltó un suspiro, para después dirigir su mirada hasta Misaki, palpando un poco la cama, para que se sentara junto a él. Misaki lo miro con desconfianza, la cara que el peliplata hacía en esos momentos la conocía muy bien.

Se acercó, lentamente y se sentó colocó a un lado del mayor, y este de inmediato lo tomo entre sus brazos, y lo besó suavemente, sintiendo los delicados labios de su pequeño. Misaki correspondió de inmediato, sin pensarlo, definitivamente tenía algo mal esos, días simplemente se dejó hacer por el mayor, permitiéndole al escritor adentrar su lengua en la cavidad del contrario. Duraron en el beso varios minutos, se separaron pero se quedaron muy cerca del otro, mezclando sus respiraciones, Misaki estaba sin aliento, trataba de recuperarlo.

-Abrígate, vamos a dar un paseo – se puso de pie, dejando al menor agitado por la reciente ‘actividad’. Reaccionó después de unos segundos, al escuchar el “abrígate”, todo el camino de Japón a Inglaterra, y del aeropuerto al hotel, había llevado la misma ropa, un suéter con una chaqueta encima, en Tokio no hacía mucho frío, pero en Londres comenzaba a sentirse el aire helado desde que bajaron del taxi. Estaba a punto de hacer caso a la indicación, cuando recordó que, él no empaco nada.

-U-usagi-san, yo no traje nada de ropa – después de decir aquello con una voz avergonzada, se puso de pie, desviando su rostro.

- Hay unas sudaderas y un abrigo tuyo, en el maletín grande – el mayor apunto hacia la maleta indicada, estaba a un lado de los ventanales, intercambiaba su mirada entre el paisaje y los ojos de Misaki que lo miraban curioso desde la cama.

- Por cierto Usagi-san ¿por qué solo trajiste estos dos bolsos? – preguntó Misaki mostrando los bolsos que estaban junto a él, en donde comenzó a buscar las prendas indicadas por el otro segundos antes.

-No tenía en mente traer ninguna maleta, pensaba comprarte un poco de ropa al llegar aquí. Sabía que te negarías así que, empaque unas cuantas cosas – dijo serio, con una mirada de inconformidad - Eso no quita el hecho de que vamos a ir a comprar un poco de ropa para ti mañana – el castaño puso cara de pocos amigos al escucharlo, odiaba que desperdiciara dinero comprándole ropa que no necesitaba, o que simplemente nunca se pondría - Por hoy quiero llevarte a un lugar – el rostro de Misaki cambio a uno de curiosidad.

- ¿Eh? ¿A dónde?

- Espera un poco. Anda vístete, te espero abajo – y de esa forma, abandonó el cuarto, bajando por las escaleras. Misaki se quedó viendo el lugar por donde se había ido, pero reaccionó poniéndose más capas de ropa rápidamente, para poder bajar.

Una vez estuvo listo, se dirigió al piso de abajo. Estaba a punto de preguntarle si él no se abrigaría para salir pero en ese momento vio cómo se colocaba un abrigo sobre el típico saco que portaba normalmente. No supo de donde lo sacó, prefirió guardarse la duda para sí mismo.

-Vamos – el peliplata abrió la puerta, dando paso para que Misaki saliera del lugar. Y así lo hizo, con un peliplata detrás de él.

Salieron del hotel y caminaron. El hotel, estaba un poco escondido, entre otros edificios con el mismo ambiente e incluso con la misma fachada que el hotel. A lo lejos, Misaki pudo visualizar la gran noria de Londres atravesando el río junto al que se encontraba el hotel; El Ojo de Londres, la mismísima noria británica de más 135 metros de altura, estaba justo frente a ellos. Ya tendrían tiempo de subirse a ella, les quedaban un par de días en Londres después de todo, y al parecer, Usagi tenía otros planes para él en ese momento.

Caminaron por entre edificios grises y antiguos – características que no le quitaban lo hermoso que eran a su manera – dieron vuelta en una inmensa calle, vieron desde caballos hasta los típicos autobuses rojos de tres pisos. Misaki aun creía que estaba soñando al presenciar todo eso. Pasaron por pequeños parques, vieron estatuas de personajes históricos hasta que frente a ellos, vieron el mismísimo Big Ben, por el que Misaki una hora antes se había emocionado tanto.

Esa increíble torre, construida maravillosamente ante la cual el castaño no pudo evitar tomarse una foto junto a Usami con el reloj detrás de ellos. Se quedaron recargados en un barandal por un rato, simplemente presenciando el reloj.

-¡Es increíble Usagi-san! ¡Es enorme! – exclamó viendo con fascinación el inmenso reloj - ¿Esto era lo que querías enseñarme? – preguntó girándose para verlo.

-No. pero cuando veníamos en el taxi, parecías un niño pequeño mientras la veías emocionado – mencionó causándole un sonrojo al otro debido a la vergüenza – Pensé que te gustaría venir a verla de cerca –

- ¿Entonces a dónde quieres llevarme? – preguntó impaciente, realmente quería saber que era lo que estaba planeando ese conejo estúpido.

-Tomara unos 20 minutos caminando si vamos desde aquí – mencionó al tiempo que miraba a su alrededor, como si tratara de ubicarse.

- Esa no es la respuesta que espera – comentó haciendo un lindo puchero a ojos del mayor

- Ya verás. Vamos. – lo tomó de la mano, guiándolo por las calles de Londres.

-Usagi-san ¿Aún recuerdas el lugar? Aunque hayan pasado tantos años

- Pues, viví en Londres hasta que cumplí 8 años así que no prestaba mucha atención a mi alrededor, además de que siempre estaba encerrado en casa – comentó viendo los edificios por los que pasaban – Cuando pude regresar por mi cuenta, comencé a ver muchas cosas que no recordaba de cuando era pequeño, ir a diferentes librerías y museos, incluso regrese varias veces después de esa. Esta parte de la ciudad en particular la recuerdo muy bien.

- Ya veo – caminaron por otro rato, llegaron a una esquina muy peculiar; The Piccadilly Circus Corner, una intersección de calles especial, destino turístico y espacio público, donde se encontraban diversas tiendas, un teatro y varios clubes nocturnos. – ¡Wha! – la impresión de Misaki no podía ser ocultada, cada vez que giraba un poco su cabeza viendo a su alrededor, sus ojos adquirían un brillo cada vez más fuerte, al ver todas las llamativas tiendas y lugares que se encontraban ahí cada una decorada de acorde a las fechas navideñas.

- Sigamos aún falta un poco para llegar – continuaron su camino, Misaki veía con emoción cada una de las tiendas por las que pasaban, pero hubo una en particular que le llamó la atención, una pequeña librería, y entre los libros que estaban en exhibición, había uno que Usagi había estado buscando por mucho tiempo, pero nunca lo consiguió en Japón. No sabía sobre lo que trataba, sin embargo, conocía bien la portada como para reconocerlo al instante. Ese, definitivamente, sería el mejor regalo que pudría conseguir para antes de que acabara el día.

- U-usagi-san e-etto… podrías – fijó su mirada por todos lados buscando una forma de que lo dejara a solas por unos minutos para que pudiera entrar rápido a comprar el libro, fijó su vista en un pequeño puesto de snacks - ¿Podrías ir a comprar unas sodas? De repente me dio mucha sed – comentó rascándose la nuca con nerviosismo – Yo puedo esperarte aquí – dijo, señalando una banca que, por suerte, se encontraba justo a su lado.

- De acuerdo, pero no te muevas de aquí – cuando vio al mayor alejándose, entró a toda prisa a la librería

Salió rápidamente con el libro en manos, el cual escondió dentro de su chamarra. . Cuando estuvo dentro, recordó dos importantísimos detalles que no supo cómo no tomo en cuenta antes… Primero; su inglés era pésimo, segundo; no tenía libras esterlines, solo cargaba con algunos yenes que traía en su cartera. Comenzó a hablar incoherencias con la empleada del lugar, la amable chica de la caja fue su salvación, hablaba japonés y además de eso, aceptó sus yenes diciendo que ella los repondría luego en la caja. Verdaderamente fue un milagro, que le hubiera pasado eso. En fin, cuando volvió a tomar asiento en la banca en la que minutos antes había estado, vio como el mayor volvía con unas botellas en la mano. Se la entregó y la bebió rápidamente para seguir con su camino.

Y así fue, caminaron otros 5 minutos, cuando Usami se detuvo en una esquina, precisamente, frente a una gran casa, casi una mansión. El ojiverde se quedó plasmado, frente a la casa, viendo como el escritor se acercaba al intercomunicador que estaba en la fachada de la casa.

>>¿Sí? – se escuchó una voz, proveniente del aparato.

-Señora Evans, soy Akihiko – contestó el peliplata, al escuchar la voz de la mujer. Misaki se sorprendió al escucharlo. ¿Esa era…?

>>Pase joven Akihiko, lo estaba esperando – seguido de eso, se escuchó un timbre dando a entender que podían entrar.

-U-usagi-san ¿Esta era tu casa? – preguntó aun sorprendido por lo que estaba pasando.

- Sí, esta fue mi casa cuando era niño. Entra – se adentraron al lugar, una ve dentro, una mujer de edad un poco avanzada los esperaba con una sonrisa.

- Akihiko-sama ¿cómo ha estado? – preguntó la mujer, haciendo una reverencia, que fue correspondida de inmediato por el escritor.

-Muy bien señora Evans. Gracias por estar aquí  - mencionó con una pequeña sonrisa

- No es nada, siempre es bienvenido – contestó, dirigiendo su mirada hacia el castaño, que se mantenía ajeno a lo que pasaba. Usted debe ser Misaki-sama, es un gusto conocerlo. Mi nombre Isabelle Evans – se presentó, inclinándose de nueva cuenta.

- Es un placer – Misaki correspondió al saludo.

- Tomen asiento en la sala, enseguida les traigo un poco de té – y de esa forma la mujer se retiró. Dejando sola a la pareja. Usagi, lo condujo hasta la sala, y al ver la aún mirada de confusión que tenía Misaki en su rostro, decidió hablar.

-Ella me cuidaba cuando era pequeño, es como Tanaka. Ambos me cuidaron cuando era pequeño, solo que la señora Evans ha vivido en Londres desde entonces – contestó el peliplata – Le conté que vendríamos, es por eso que sabe quién eres – dijo dedicándole una sonrisa el castaño, el cual quedó satisfecho por la respuesta.

Pasaron el rato en la antigua casa de los Usami, platicando cosas nada fuera de lo común con la señora Evans, esta hablándole a Misaki un poco de cómo era el pequeño Akihiko cuando vivían ahí, y este, escuchándola atentamente. Cuando se hizo de noche la mujer llamó un auto para que los llevara de vuelta al hotel.

-Usagi-san... gracias por traerme aquí. Sé que tal vez no pasaste los mejores momentos de tu vida en ese lugar, pero aprecio mucho el hecho de que a pesar de eso me hayas traído para conocer un poco más acerca de ti… - agradeció agachando un poco el rostro avergonzado, por sus palabras recién dichas. Se encontraban dentro del auto, ambos miraban por su respectiva ventana, sin embargo, el mayor al escucharlo se giró hacia él, oyéndolo atentamente.

- No tienes nada de que agradecer – le acarició tiernamente el cabello - Eres a la única persona que le mostraría algo así… - contestó el mayor dedicándole una hermosa sonrisa al menor, de esas sonrisas que hacían a Misaki sentirse la persona más afortunada del mundo.

- Usagi-san si aún tienen esa casa ¿por qué no nos quedamos ahí en vez de que gastaras tanto dinero en ese hotel? – preguntó curioso una vez que le dijo que tenía que decirle.

- Porque quería darte un regalo especial y no se hubiera podido quedándonos en ese lugar. - el castaño ya no preguntó nada, solo desvió su mirada para ver el paisaje nocturno por el cristal del auto, las luces navideñas se hacían presentes en la mayoría de las tiendas. Una vista completamente diferente a la que se viviría en una noche buena en Tokio.

Llegaron al hotel, había mucha gente paseando por las calles, parejas y familias disfrutaban de la noche buena con una linda caminata nocturna. Misaki sonrió al verlos, la alegría que se vivía en esas fechas era contagiosa.

Entraron al hotel y subieron hasta la última planta, en donde se encontraba su 'habitación', si es que a esa suite se le podía llamar así.

-Ve a la terraza, te tengo una sorpresa… - se acercó al oído del menor, susurrándole aquello, sacándole a la vez un rubor en su rostro. No sabía cuántas veces en esa noche se había sonrojado de esa forma a causa de las acciones del otro. Lo obedeció y se encaminó a la parte alta de aquella suite, cuando estuvo en el cuarto, a través del cristal de la puerta pudo observar la sorpresa. Una mesa para dos, decorada elegantemente con un mantel rojo, con velas y un jarrón con rosas en medio, los esperaban en el jardín. Misaki cubrió su boca con una de sus manos por la sorpresa que lo esperaba, ese detalle lo conmovió de sobremanera al punto de casi derramar lágrimas, no sabía que era lo que pasaba pero pensar que su novio había preparado todo para él, era algo... muy romántico.

-U-usagi-san... - giró a verlo cuando pudo salir de si conmoción, dedicándole una dulce sonrisa, la cual fue correspondida de inmediato por el mayor.

Se sentaron a degustar su deliciosa cena, mientras platicaban de cosas sin importancia disfrutando de la compañía que les brindaba el otro. Duraron de esa forma una vez que terminaron de comer, platicando bajo la luz de las estrellas. Fue cuando Misaki recordó, el pequeño libro que aun guardaba entre sus ropas, no había tenido tiempo de envolverlo, ni siquiera e conseguir una bolsa de regalo para meterlo en ella. Suspiró con pesadez, suspiro que no pasó desapercibido por el peliplata.

-¿Qué te pasa, Misaki? - el castaño dio un brinco en su asiento al escuchar la pregunta del mayor. Olvidó que el escritor podía reconocer todas sus expresiones, olvidó que le era muy fácil adivinar cuando algo le preocupaba.

-N-nada - dijo el ojiverde desviando su mirada de la del otro.

-Misaki...- ese tono de voz que usaba cuando sabía que le mentía, el que lo obligaba a girarse de nueva cuenta para contestarle.

-P-pues... yo había comprado esto para ti... - comentó sacando el libro de su chaqueta, extendiéndoselo al otro para que lo tomara - Pero no tuve tiempo para arreglarlo para ti... - dijo a la vez que agachaba su mirada, avergonzado.

Usami miró el libro que posaba entre sus manos, con los ojos abiertos de la sorpresa, para inmediatamente después de escuchar a Misaki, dibujar una sonrisa en su rostro. Se puso de pie y caminó hacia el menor, hasta colocarse junto a él, agachándose para quedar a la altura en la que se encontraba el castaño.

-Gracias Misaki... - dijo dándole un corto beso en la frente, acción que hizo reaccionar al menor pues levantó su vista para mirar al mayor, sonrojado. - Aun me falta un regalo por darte... - comentó sin separarse del rostro del menor, casi susurrando contra sus labios. Se alejó un poco de él. Para dirigir su mano a su bolsillo y sacar una pequeña caja negra con un pequeño moño navideño sobre ella. Misaki abrió sus ojos todo lo que de sus parpados le permitieron al ver a Usagi sostener esa caja en su mano. Y la abrió, dejando ver en su interior un par de anillos dorados, sencillos sin ningún adorno ni piedra en ellos; nada más que una pequeña inscripción en uno de ellos, un pequeño "Te amo” en la superficie del pequeño aro, Misaki no pudo ver ese mensaje sino hasta que se acercó más a la cajita.

-U-usagi-san... - murmuró con la cara completamente roja, mirando los ojos amatistas del otro.

-Quiero estar contigo para siempre, Misaki... Esta es mi forma de demostrarte lo mucho que te amo y lo mucho que te necesito en mi vida... - mencionó el peliplata colocando el anillo con el mensaje en el dedo anular de Misaki, entregándole el otro en la mano, para que lo colocara en su dedo. Así lo hizo, y con cada uno con su anillo puesto, se besaron. Un beso tierno, romántico, cálido... Misaki no podía decir nada por la impresión, debía agradecerle, decir algo pero las palabras aún no se dignaban a salir de su boca. - Te amo, Misaki - una vez se separaron, de quedaron viendo fijamente el uno al otro, con una tierna sonrisa de ambas partes. Luego de un rato, el ojiverde se armó de valor y tomando la mano de Usami entre las suyas.

-Y-yo también U-usagi-san... Gracias por todo, gracias por este viaje, g-gracias por dejarme estar contigo. - Usami posó una de sus manos, más precisamente la que tenía el anillo puesta, en la mejilla del menor, acariciándola con cariño.

-No sabes lo mucho que te amo, Misaki... - dijo, para después depositar un tierno beso en su mejilla, uno en su frente, en su párpado, y para terminar con un casto beso en los labios del contrario. Cariño, aprecio, necesidad, amor... miles de sensaciones que sentían al estar en contacto con la persona que más amaban en todo el mundo. Querían quedarse de esa forma para siempre, detener el tiempo, para nunca separarse del otro....

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Misaki se encontraba recargado en la pared, sosteniéndose con las manos de la misma. Completamente desnudo y con el peliplata abrazándolo por la cintura.

Usami lo acariciaba con sus grandes y hábiles manos, recorriendo toda su sensible espalda con toques suaves. Para después hacer el mismo recorrido con sus cálidos labios, provocando suspiros por parte del menor. Llegó a la parte baja, dejando un beso en una de sus nalgas.

-¡U-usagi-san...! - reclamó el castaño con la voz entrecortada, cuando, después del beso en esa parte, recibió una excitante mordida. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Misaki al sentir la boca de su pareja en su entrada, que se abría paso con su lengua por el pequeño agujero. El ojiverde no sabía donde ocultar su vergüenza, estaba expuesto en esa posición; recargado contra la pared y con el trasero al "aire", lo único bueno que tenía estar colocado en esa posición era que el mayor no podía ver su rostro sonrojado, que a pesar de estar de espaldas, trataba de ocultar con la pared. Se mordía los labios para retener los vergonzosos ruidos que querían salir de su boca. El escritor dejó por un momento de lado el trasero de Misaki para dirigirse al oído del menor, dejando otra mordida.

-No retengas tu voz, Misaki - susurró rozando con su aliento cálido la nuca del menor. Y sin previo aviso, introdujo uno de sus dedos en su entrada, sacándole de la boca a Misaki un jadeo de dolor.

No supo en que momento lubricó sus dedos para darle mayor acceso en ese lugar, pero le agradecía aquello, la incomodidad al sentir ese dígito en su interior era muy apenas soportable. El miembro erecto y desnudo del mayor se restregaba contra su espalda, Usagi estaba necesitado por empezar. A ese primer dedo le siguió el segundo y el tercero, se movían en su interior, haciendo que se acostumbrara a esa intromisión.

Una vez estuvo listo, empujó su cuerpo para atrás, para darle a entender que podía entrar.

El escritor tomó con ambas manos las caderas del menor para hacerse paso en la entrada del mismo, se introdujo lentamente, asegurándose de no causar ningún dolor al delicado cuerpo de Misaki. Empezó con las embestidas, lentas, suaves, esperando por que Misaki estuviera listo para subir de nivel.

-A-ah... U-usagi-san... - ese agudo gemido que salió de esos pequeños labios, le dio a entender lo que quería. Aumentó el ritmo, mientras dejaba apasionados besos por toda la nuca y orejas del menor. Lo hizo girarse, para poder verse de frente, pra poder darle un largo beso que tanto necesitaba en esos momentos. Se abrió paso con su lengua en la cavidad del menor, comenzando con una ardiente danza entre sus lenguas. Lo tomó con fuerza por debajo de los muslos, cargándolo para recostarlo en la gran cama que los esperaba. Sin deshacer el beso, el mayor siguió con las estocadas, cada vez más profundas, cada vez más constantes, cada vez más fuertes... que poco a poco volvían loco a Misaki. El menor paso sus brazos por detrás de la cabeza del otro, abrazándolo por el cuello, profundizando el beso. El ritmo del mayor seguía de la misma forma, pero hubo un movimiento que hizo a Misaki dar un gemido, aun encontrándose en medio de un beso.

-A-ah... U-usagi-san...a-ahí - esa palabra y ese sonrojo en Misaki, fueron suficientes para que el control que quedaba en el mayor, se fuera por la borda. Sus embestidas se hicieron profundas, rápidas, casi salvajes, dejando sin aliento al castaño, que solo se dedicaba a gemir al compás de los movimientos que brindaba el otro. Ambos estaban en su límite, no durarían mucho más

Las paredes de Misaki se contrajeron al momento de correrse entre sus abdómenes, provocando de esa forma, que el mayor liberará toda su esencia en su interior.

Usami se dejó caer sobre su pequeño, abrazándolo fuertemente, estrujándolo entre sus brazos, sin intención de dejarlo ir. En ese momento, las campanadas del gran reloj hicieron presencia en el cuarto.

- Feliz Navidad Misaki... - susurró con ternura, depositando un dulce beso en la mejilla del otro.

-F-feliz Navidad Usagi-san... - contestó tímidamente el ojiverde. Y mientras miraba discretamente el anillo que ahora reposaba en su dedo, se acurrucó más contra su pareja, para luego caer plácidamente dormido, hasta la mañana siguiente...

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

*Primero quiero aclarar que no estoy segura si Usagi vivió en Londres, sé que vivió en Inglaterra pero que yo sepa nunca dejan en claro en que parte de Inglaterra así que... yo lo puse así :P Otra cosa, mi hermana me fregó mucho por que los pusiera en la noria de nuevo, pero quería aprivechar el oneshot con otras cosas y ellos ya se han subido muchas veces a la noria en Japón como para que yo se los vuelva a describir XD

Ojala lo disfrutaran me gustó el resultado. Espero recibir sus comentarios de amor <3

Siento que me quedo muy cursi pero ya que, es la pareja romantica despues de todo :P

Me disculpo por cualquier error ortografico o de gramatica, coherencia, pero a las 5 de la mañana mi cerebro no funciona como para revisarlo bien XD

Una de ustedes en los comenmtarios me pidió si podía escribir un cap de Ijuuin x Shizuku. Yo solo tenía planeado escribir 8 oneshots (de las parejas principales) pero después de leer tu comentario, estoy considerando muy seriamente escribirlo... n.n 

¡¡¡Feliz Navidad atrasada y Feliz Año nuevo 2017!!! Veamos que nos trae el mundo del yaoi para este 2017 :3

 

Bueno eso es todo 

Siguiente capítulo:

Viaje 7: Hawaii, Estados Unidos. Yukina y Kisa (7u7)

 

Nos vemos!!

 

 


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