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Christmas Love. Around the World. por TsubasaHatsukoi

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Notas del capitulo:

Hola!!! Bueno aqui les traigo el segundo one shot de este fanfic navideño que deje pausado por un año XD Espero les guste esta vez les toco a Miyagi y a Shinobu viajar a Venecia, trate de describir los lugares lo mas real posible investigue mucho, no es porque haya viajado ni nada XD (soy pobre TT.TT) Bueno había dicho que este cap ba a ser de la romantica pero... cambio de planes ahora Misaki y Usagi estarn hasta el 25 de diciembre ewe

Bueno aqui está n.n

Los personajes no me pertencen son propiedad de Shungiku Nakamura

 

2do viaje: Venecia, Italia (MiyagixShinobu))

 

- Miyagi – La pareja se encontraba sentada, uno frente a otro, en los sillones de la sala del departamento que ambos compartían, Shinobu al parecer tenía que contarle algo muy importante al mayor, suponía que era relacionado a la fecha en la que se encontraban. ¿Qué día era? Bueno, era la tarde del 23 de diciembre, vísperas de noche buena. -  Vas a acompañarme a Venecia, empaca tus cosas, el avión sale en la noche.

- Ah!? – el mayor casi se atragantaba con el té que tomaba – Venecia? De qué hablas!? – eso había descolocado demasiado a Miyagi.

- Mi padre me dio dos boletos con todo pagado para ir a Italia como regalo de navidad y dijo que llevara a un amigo… - Shinobu agachó un poco la mirada para inmediatamente volver a levantarla con las mejillas sonrosadas  – Pero yo quiero ir con Miyagi… - el menor lo miraba fijamente como siempre lo hacía, adoraba esa expresión del otro, esa aura que emanaba cuando hablaba era diferente a la de cualquier otra persona. Pero… volviendo a lo del viaje, eso lo sorprendió demasiado, cuando le dijo que tenía una sorpresa para él, no se esperaba algo así de, impactante? Venecia era demasiado.

-Es enserio? No es un regalo algo exagerado? – preguntó el pelinegro. Sabía que la familia de Shinobu tenía el dinero, obviamente, el papá de Shinobu era decano de la Universidad donde trabajaba, pero no sabía que podía tener tanto dinero como para regalarle dos boletos con todo pagado a Italia a su hijo menor.

-Yo le dije lo mismo, pero insistió en obsequiármelos – en ese momento el rubio saco un sobre de su maletín, extendiéndoselos al mayor para que lo tomara.

- Tu padre no se enterara que fui contigo? Es decir, no sospecharía? – no era porque no quisiera acompañarlo a Italia, es más, amaría hacer ese viaje con su pareja pero sabía que si el señor Takatsuki se enterara de que fueron juntos, comenzaría a sacar sus propias conclusiones y sospecharía acerca de su relación de “excuñados” y no quería causarle problemas al rubio con su padre.

- Él ya sabe que compartimos departamento. Así que, no creo que haya problema – lo dijo con tanta normalidad como lo era su costumbre.

- Por qué no se lo pides a un amigo? No disfrutarías más el viaje si lo hicieras con un amigo que con un viejo? – técnicamente, el papá el chico le dijo que fuera con un amigo, y seguramente se divertiría más con un chico de su edad que se pareciera más a él que con un viejo profesor de Universidad que no tiene nada en común con él.

- No lo creo, mis amigos ya tienen planes para estas fechas – el ojiverde hablaba como si todo eso ya lo tuviera planeado - Y yo quiero ir con Miyagi –

- Ese no era mi punto…- se masajeó la sien un poco irritado, su niño era imposible y no trataría de convencerlo, porque sabía que no lo lograría.

-Entonces cuál era? – sí, definitivamente no lo haría cambiar de opinión.                                             

 

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-De acuerdo, admito que estoy muy impresionado – los ojos de Miyagi se abrieron de par en par, inmediatamente después de presenciar el hotel. El vuelo había salido del aeropuerto de Tokio un día antes a las 9 de la noche del 23 de diciembre, el viaje duró aproximadamente 12 horas y media por lo que su llegada fue a las 9:30 a.m. del 24 de diciembre, día de noche buena.

Y ahora se encontraban allí, frente al hotel.

- Sí, es muy bello – la fachada del “Luna Hotel Baglioni” era la causa de la impresión de la pareja. Un hotel a las orillas del gran canal de Venecia, un edificio con aire antigua, no con aire, era un edificio muy antiguo que con el paso de los años fue convertido en un hotel, una construcción hermosa a la vista de cualquiera.

-Tu padre sí que se lució con tu regalo – se adentraron a la recepción del hotel, no se habían percatado de que estaban parados inmóviles frente a la entrada del lugar, el hotel es un antiguo palacio aristocrático de Venecia. El ambiente del lugar era, en verdad, muy diferente a lo que ambos conocían, se notaba claramente que ese lugar había sido un palacio; excepcional en todo el sentido de la palabra.

Después de hablar con el recepcionista para que les entregara la llave de su habitación, subieron por las escaleras al segundo piso, caminaron hasta su habitación y de nuevo, quedaron impresionados: la habitación era una maravilla. Con un estilo algo, colonial? Las paredes hermosamente de color verde olivo con detalles al estilo vintage, con dos grandes ventanas colocadas a un lado de la cama perfectamente tendida, que por cierto, era una cama matrimonial -al parecer ese hotel solo contaba con camas matrimoniales- y sobre ella, montones de cojines acomodados al frente del respaldo; todo en el hotel era encantador con un toque misterioso. Dejaron sus maletas dentro de un pequeño armario que se encontraba frente a la cama, ya desempacarían después.

-Bueno… qué quieres hacer? La verdad no tengo idea de que hacer, no conozco mucho acerca de Venecia – el mayor soltó una risita nerviosa después de decir aquello, era la verdad, tan inesperado había sido ese viaje que ni siquiera le había dado tiempo de investigar ni planear nada.

-En el lobby, en el escritorio del recepcionista había algunos folletos de lugares turísticos y esas cosas – el rubio había dicho aquello sin mirar a Miyagi, estaba concentrado en cerrarse su chamarra para salir, cuando llegaron al aeropuerto no pensó que sentiría tanto frío, por lo menos estarían a unos 5°C o menos, en el hotel había calefacción pero aun así la baja temperatura era evidente. Sin embargo, el frío no detendría su tour romántico –según Shinobu – por la ciudad. – Vamos a verlos

- De acuerdo, abrígate bien, que vamos a salir - sonrió al ver a su niño todo cubierto y acolchonadito, si estaba haciendo frio pero tampoco era para tanto - No crees qué es demasiado? - al pelinegro le daba mucho gracia verlo de esa forma, muy apenas podía moverse de todas las capas de ropa que llevaba puestas.

- Cállate viejo, no quiero enfermarme - exclamó el ojigris con fastidio - Prefiero esto – se señaló a si mismo - A estarme muriendo de frio después

- Esta bien, esta bien - resignado comenzó a abrigarse también, sintiendo los ojos del menor sobre él al cambiarse - Vamos - hizo una seña con la cabeza para que el otro lo siguiera para poder dejar la habitación

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-Muchas gracias - You le agradeció al recepcionista por la información que le acababa de dar. Tal y como había dicho Shinobu en el lobby había varios folletos con lugares turísticos de la ciudad, había pedido algunas indicaciones y recomendaciones al empleado del hotel para regresar con el menor y poder salir a dar una vuelta. Shinobu se había quedado sentado en uno de los sillones del lugar mientras que él pedía los folletos. Caminó hasta donde se suponía que se había quedado el rubio, gran fue su sorpresa al no hallarlo allí. - Shinobu? – llamó inútilmente al ojigris, conduciendo su mirada a distintas zonas del lugar, tratando de encontrar alguna pista del paradero del menor, estaba completamente seguro de que el rubio se encontraba ahí, hace unos cuantos minutos había volteado a verlo y se encontraba donde mismo, en ese mismo lugar, entonces ¿dónde se había metido? Siguió tratando de encontrarlo con la mirada, giró su cuello como un búho por todos lados hasta que lo halló. A un lado de lo que parecía ser un salón para eventos, se encontraba el menor parado leyendo una gran pancarta, se acercó a él con la intención de ver de lo que se trataba aquello en lo que estaba tan concentrado el otro.

Si, definitivamente eso iba a ser mala idea. Tan solo acercarse unos cuantos metros más pudo visualizar que en ese anuncio había fotografías de diversos platillos de comida italiana y en letras grandes decía:

“Clase de cocina gratis impartida por el chef de nuestro hotel.

Inscripción por parejas. Hoy a la 1:00 pm”

Había muchas otras cosas escritas en el anuncio pero esa era la principal información que ofrecía, y por lo que Shinobu estaba tan interesado.

-Voy a inscribirnos, quiero mejorar mi cocina para ti –

-Eh!? Enserio quieres aprender!? Yo estoy muy bien comiendo tus deliciosas coles! – trataba de convencerlo de no hacer lo que parecía ser una locura, pero con su voz de nerviosismo no creía lograrlo. La verdad, si estaba un poco fastidiado de comer repollo todos los días junto a Shinobu pero estaba casi completamente seguro que si el menor trataba de aprender a cocinar otra cosa que no fuera su querido amigo verde, algo saldría muy mal.

-Ah!? Me estas evitando? Acaso no quieres tomar la clase juntos!? – el rubio casi gritó al decir lo último.

-N-no es eso, es solo que… en vedad adoro como cocinas el repollo! - la forma de actuar del menor lo intimidaba demasiado, aun a pesar de ser 17 años menor que él, siempre terminaba siendo Miyagi el, sometido? No sabía que palabra se puede aplicar para esa situación tan peculiar.

-Tan malo es mi repollo? – con un puchero de furia el rubio lo miraba fijamente, con sus ojos penetrantes.

-Que!? Yo no dije eso! – el pelinegro no sabía cómo hacer para retirar lo que dijo, hacerse ver como que no estaba evitando tomar esa clase de cocina.

-Claro que sí, eso tratabas de decirme! Como no se cocinar, crees que voy a echarlo a perder con esta clase y que solo voy a tomar ideas para mis platillos que no te gustan!

-Shinobu ahora de qué estás hablando!? – el mayor estaba muy confundido, estaba casi totalmente seguro de que nunca había dicho alguna de esas cosas en voz alta – Yo nunca he dicho eso!

-Disculpe – se acercó a una mujer que se encontraba a unos metros de ellos - Dónde podemos inscribirnos? - Shinobu ignorando las quejas del mayor, le preguntó acerca de las clase impartida.

-Por aquí, sígame - la mujer se llevó a Shinobu hasta un escritorio donde se podían ver las hojas de las listas.

-Oye Shinobu! - lo ignoró completamente. Con una pareja como la que tenía, a Miyagi no le quedaba de otra más que resignarse a cualquier cosa que hiciera.

 

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Ahora, la pareja se encontraba frente a frente con una mesa un tanto alargada en la que había una pequeña estufa, ollas, sartenes, un par de trinches, especias y una gran cantidad de ingredientes para llevar a cabo su clase.

Todas las personas ahí presentes, los observabas con miradas curiosas un tanto extrañadas por la situación de ambos ¿Por qué? porque la mayoría de los alumnos que había en la sala eran parejas de amigas, madre e hija, hermanas, parientes... en fin, una gran parte (por no decir que todas) eran mujeres, y que una pareja de hombres estuviera en esa clase era un poco... diferente.

El chef a cargo les había dado una breve explicación sobre el procedimiento para preparar platillo y les habían proporcionado los ingredientes para llevarlo a cabo. Tenían que cocinar una pasta con salsa a la boloñesa,  a vista de Miyagi era algo sencillo de cocinar, no podía salir nada mal ni podían salir accidentados, o al menos eso era lo que pensaba...

- Shinobu creo que deberías bajar un poco al fuego – el mayor solo observaba los movimientos que realizaba el rubio, no dejaba que tocara su “obra maestra” aun sin terminar.

 - ¡Déjame! se lo que hago - Shinobu exclamó aquello haciendo caso omiso de las advertencias del mayor y bueno, él siguió con lo suyo. Mezclaba la pasta con la salsa -recién hecha con ayuda de Miyagi- y agregaba unas cuantas hierbas y especias que el mayor nunca había visto ni oído hablar de ellas en su vida, You solo observaba todo a una distancia razonable, una distancia en la que su vida no corriera peligro. Casi suelta un grito al ver como el rubio tomaba la sartén entre sus manos y lo meneaba como un "profesional" para mezclar los ingredientes, quedo atónito al ver que nada se le cayó, Shinobu tenía la habilidad se mezclar las cosas pero probablemente no sabía que esas cosas juntas no formaban un platillo comestible.

- Y el toque final… - y con la sartén cerca del fuego, roció un buen chorro de una clase de vino, provocando que saliera una gran flama que asustó a Miyagi y a muchos de los presentes.

- ¡Shinobu apaga eso! – exclamó más que espantado el mayor al ver tanto fuego frente a él.

-Tranquilo lo tengo bajo control – dijo el rubio con despreocupación mientras alejaba un poco la sartén de la hornilla y siguió mezclando sus alimentos.

Estaba muy preocupado al saber que, en manos de Shinobu, cualquier cosa volvería a arder en poco tiempo.

 

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 - No puedo creer que nos hayan echado de la clase! - Miyagi y Shinobu caminaban a la salida del hotel, el ultimo seguía indignado porque el chef los había sacado, y aun más porque le había dicho que su comida era peligrosa, un hombre muy exagerado según el rubio.

- Casi quemas toda la sala...- el pelinegro dijo eso más para el mismo que para el otro por lo que lo dijo casi en un susurro

- Qué dijiste? – preguntó al escuchar los murmullos de su pareja

-N-nada- el mayor guardo silencio después de eso, mirando algunos de los folletos turísticos que había tomado en el hotel, había muchas cosas que hacer pero ninguna que lo convenciera completamente. Fue cuando su vista se posó en el hermoso Rio dei Giardinetti, era el río que rodeaba la calle donde se encontraba el hotel, y a la orilla de él, el servicio de góndolas, las barcas tradicionales de Venecia, justo al frente del hotel. Como no le pasó eso por la cabeza? Venecia se caracterizaba por el gran canal y los ríos que lo rodeaban, y obviamente, los paseos en las góndolas era la principal atracción del lugar - Oye Shinobu...- el rubio se giró a verlo pues no se dio cuenta en que momento el pelinegro se había separado de su lado y había comenzado a avanzar hacia la orilla - ¿Quieres dar un paseo? Si mal no lo recuerdo, el paquete que reservó tu padre incluía un viaje en góndola a cortesía del hotel y el recorrido finaliza en la Plaza San Marcos podemos dar una vuelta al terminar. ¿Qué dices? - después de decir aquello extendió su mano ofreciéndosela al otro para que la tomara, una acción que inmediatamente fue hecha por el menor pues entrelazó su pequeña mano con la del pelinegro.

-D-de acuerdo - el rubio se sonrojó un poco al escuchar la declaración del profesor, esos paseos por el canal eran más que todo románticos, quién no lo sabía? Venecia se caracterizaba por esos amorosos y cursis paseos, sería un desperdicio no subirse a las peculiares lanchas solo porque no.

Aclararon algunas cosas con el encargado de la góndola y después de unos minutos la abordaron, sentados uno al lado del otro, muy juntos cabe decir.

-Venecia es muy bonita...- el rubio estaba encantado con todo lo que sus ojos veían, las casas y edificios a los lados del río eran tan pintorescos, con hermosos colores y estilos rústicos.

-Por supuesto que lo es. Italia es un país muy bello - el mayor volteó un poco su cabeza para ver a su pequeño, la cara de fascinación que mostraba era irremplazable, era como un niño pequeño descubriendo cosas nuevas (incluso llegó a pensar que Shinobu se caería al agua pues iba moviéndose mucho y acercándose al borde para ver mejor), sonrió con cariño al verlo de esa forma. Mientras que Shinobu seguía concentrado viendo el paisaje él aprovecho para tomar con una mano el cuerpo del menor, abrazándolo por la cintura y recargando un poco su cabeza sobre la del ojigris. Shinobu, por alguna extraña razón, no dijo nada, no hizo ningún comentario sobre la acción del mayor, solo juntó más su cabeza al hombro del otro, disfrutando de su cercanía.

Después de alrededor de media hora de viaje, la góndola se detuvo en una clase de puerto pequeño frente a la gran Plaza San Marcos. La única plaza de Venecia y, por obvias razones, su principal destino turístico, un lugar muy antiguo que existe desde el momento que se creó la Basílica original y eso fue hace mucho, mucho tiempo. La pareja descendió de la góndola y comenzaron a caminar sin destino alguno, al principio iban a dar una vuelta por la plaza pero, terminaron yendo por la calle que cruzaba por un lado de ella, la calle Riva degli Schiavoni, una calle muy larga, que si la seguían podrían regresar hasta el hotel. Sin embargo ellos solo anduvieron por un tipo de mercado que se ubicaba en la banqueta, en él vendían toda clase de artículos, desde ropa y accesorios, hasta juguetes y dulces – que por cierto Shinobu compró algunos – estuvieron un rato vagando y mirando las ‘artesanías’ de los puestos.

Ninguno de los dos tenía mucho conocimiento de la ciudad así que no sabían ni dónde se encontraban exactamente. Pero había un lugar en especial que Shinobu había investigado muy bien, una pequeña sorpresa de navidad para el profesor.

-Miyagi…- el rubio detuvo su andar tomando la mano del mayor para que se detuviera, porque tan embobado estaba con los puestos que no se hubiera dado cuenta que el otro dejó de caminar.

-Qué sucede Shinobu-chin? – preguntó regresando unos cuantos pasos para estar cerca del rubio.

-Regresemos a la Plaza. Hay un lugar que quiero que veas.  – y de esta manera, jaló un poco el brazo del mayor para que lo siguiera, y así lo hizo; se dejó guiar por su pequeño por las calles de Venecia, cruzaron todo lo ancho que abarcaba el puerto, y justo al frente del canal, donde se habían bajado de la góndola, se encontraba una gran construcción, un enorme edificio antiguo con tonalidades entre perla y blanco, que obviamente el mayor ya había notado (era casi imposible no verla, era inmenso) pero no le tomo atención hasta que Shinobu se paró justo al frente del lugar.

- Qué es este lugar Shinobu? – se detuvo en las escaleras que daban a la entrada, esperando que el pequeño le diera una explicación.

- Es la Biblioteca Marciana, es una biblioteca nacional muy antigua…- contestó ante la duda del mayor - Es una de las bibliotecas más grandes del mundo. Entremos – dijo para tomar nuevamente la mano del otro y llevarlo adentro. Miyagi no pudo ocultar su asombro en el momento en que cruzaron la puerta, sus ojos se abrieron como nunca antes los había visto Shinobu e incluso su boca se abrió un poco, como cuando quieres hablar pero simplemente las palabras no te salen de la boca de tan impresionado que estás. -Cierra la boca que se te pueden meter las moscas - comentó divertido al ver la reacción de su acompañante.

-Shinobu... E-esto es...- no hallaba las palabras para expresarse. En algún momento de su carrera como educador había oído hablar acerca de esa biblioteca, pero nunca se tomó la molestia de investigar un poco, ni siquiera para ver cómo era físicamente, por lo que su sorpresa fue aún mayor que si hubiera visto algo relacionado a ella.

- No te quedes ahí parado viejo, vamos a ver un poco - y de nuevo el rubio lo jaló. Era como un muñeco que no tenía la capacidad de moverse por sí mismo, lo arrastraba a donde quisiera su voluntad y Miyagi ni siquiera chistaba. Tuvieron que registrarse en el libro de visitas que tenía la bibliotecaria y después de eso, no hubo quien parara a Miyagi de su fantasía, iba como loco de pasillo en pasillo viendo los manuscritos y tomando algunos de vez en cuando hojeándolos y admirándolos de cerca, de haber podido, hubiera corrido por todos lados como un niño pequeño en una juguetería sin embargo era una acción muy inapropiada para hacer en un lugar de tal "elegancia".

-Esto es increíble, hay libros en todos los idiomas… - susurró el pelinegro más para sí mismo que para el menor. Shinobu solo veía de lejos como miraba encantado todos los estantes de los pasillos.

No sabía cómo ese viejo lo había enamorado tanto… Si, era cosa del destino que se conocieran y todo eso, pero jamás pensó que lo llegaría a amar tanto como lo amaba en ese momento.

Después de vagar por la biblioteca por poco más de hora y media, Miyagi tomo un libro, que por cierto se veía que era muy antiguo y al parecer estaba en inglés, a pesar de que el mayor dijera que tenían libros en todos los idiomas decidió tomar aquel, probablemente porque sería la única vez que tendría tan de cerca un escrito como ese, y los que estaban en japonés podría conseguirlos en alguna tienda de antigüedades de Tokio.

Tomaron asiento en las alargadas mesas de la sala, uno a lado del otro. Shinobu había tomado un libro cualquiera solo para matar el tiempo mientras que Miyagi disfrutaba su lectura.

El profesor estaba demasiado concentrado en su lectura como para notar lo que se hallaba a su alrededor, lo único que sentía era la respiración profunda de su pequeño al lado de él. De un momento a otro, algo se recargó en su brazo, la cabeza de Shinobu estaba posada en su costado, dormido, había caído rendido sobre él y tenía sus manos apoyadas en la mesa en la que se encontraban.

Cuando Shinobu conoció a Miyagi en la biblioteca central de la ciudad, siempre quiso tratar de tomarle cierto cariño a la literatura para sentirse de alguna forma más cerca de él. Miyagi,todos los días estaba rodeado de libros, dando clase de literatura antigua, visitando bibliotecas y lugares de antigüedades para encontrar buenos libros que leer. Desde ese momento supo que tendría que empezar a leer un poco más de lo que acostumbraba pero bueno, por más que se esforzara, leer o tomar un libro por cuenta propia no era algo que hiciera con tanto amor como lo hacía Miyagi. Por lo que en esa ocasión simplemente se había rendido ante los brazos de Morfeo sin importarle que estuvieran en ese lugar.

El profesor no supo porque lo hizo, solo supo que su mano se movió por cuenta propia, fue una acción inconsciente, pues para cuando se dio cuenta ya había entrelazado sus dedos con los de su pareja en un tierno y suave apretón, lo suficientemente suave para que no lograra despertar al ojigris, lo observó con ternura, ese rostro tranquilo, con su respiración lenta a causa del sueño, sonrió un poco y volvió a concentrarse en su lectura aun sosteniendo la pequeña mano de su pequeño.

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Abrió sus ojos, despertó en la habitación del hotel recostado en la cama de la misma. Estaba un poco confundido, lo último que recordaba era haberse sentado junto a Miyagi en la biblioteca y después de eso… se quedó dormido. Diablos, se había quedado dormido en su salida con el mayor pero… si se quedó dormido eso significaba que, ¿lo había cargado hasta llegar al hotel? Sus mejillas se colorearon de carmín, no podía imaginarse a Miyagi cargando a un joven 17 años menor que él por las calles de Venecia. Era casi imposible de visualizar.

-Ya despertaste? – ni siquiera había notado a Miyagi, estaba sentado al otro extremo de la cama.

-Si… Gracias por traerme- de incorporó en la cama un poco avergonzado.

-Por nada, es lo que tengo que hacer por estar con un niño caprichoso como tú – el rubio no dijo nada solo se formó un puchero en su cara, un puchero que el mayor no supo cómo interpretar. Miyagi lo miraba fijamente, como queriendo decirle algo.

- Qué sucede?- preguntó ante la mirada de Miyagi.

- Quieres cenar? Pedí un poco de comida al restaurante del hotel –

- Está bien… – Miyagi se puso de pie y camino por el cuarto para salir a un pequeño balcón que había, el menor ni siquiera había notado que  había un balcón en el cuarto. En él, estaba colocada una mesa sencilla, pequeña, con dos sillas a los lados, y sobre ella dos grandes platos de lasaña acompañada con ensalada.

- Es algo sencillo, no sabía que te gustaría de tanta comida que había en el menú – se rascó la nuca en señal de nerviosismo, con lo especial que era Shinobu no sabía que platillo sería de su agrado.

- Se ve rico – y tras este comentario, se sentaron a cenar. Acompañados únicamente por la oscuridad de la noche y los brillos de la luna y las estrellas.

No necesitaban palabras o bueno, al menos Shinobu no necesitaba palabras para sentirse a gusto en cambio Miyagi si se sentía un poco incómodo. Así continuaron, sin hablar o con palabras y frases cortas, se la pasaron así hasta que ambos terminaron con su comida. Al parecer a Shinobu si la había gustado la elección del pelinegro porque se lo acabo todo, hasta el último bocado.

-Shinobu…- comenzó Miyagi interrumpiendo el silencio que aún existía entre ambos - Gracias por este viaje, jamás pensé que visitaría Italia y menos pensé que lo haría con una persona a la que adoro tanto. Fue muy… agradable – mencionó serio para después romper el momento con una risita nerviosa por las cosas vergonzosas que acababa de decir. El menor solo lo miraba atónito, no sabía que decir

- Miyagi… hagámoslo -

-Eh!? – si hubiera tenido agua en la boca seguramente hubiera salido volando por las palabras tan directas de Shinobu - En serio eres tan…- no termino la frase. Ni siquiera estaba seguro que él mismo supiera como terminarla. Se separó un poco de su asiento para inclinarse un poco hacia adelante, juntando sus labios instantáneamente. Se besaban con ternura, un contacto cálido y romántico. Shinobu solo podía sentir los suaves labios del mayor chocar contra los suyos, sentía sus piernas flaquear, adoraba que lo besara de esa manera…

 

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No sabían en que momento habían llegado a estar en esa situación…

Ahora estaban ambos en la cama. Miyagi sentado recargado contra el respaldo de la gran cama y Shinobu sobre él, dando leves saltos para poder sentir aun más, a su pareja dentro de él, se sentía tan caliente, tan excitante. Movía sus caderas en busca de más contacto, se apoyaba en los hombros de Miyagi para poder subir y bajar a su antojo.

-Ah… Mi-miyagi – el rubio no paraba de gemir, las embestidas del mayor no se quedaban atrás, eran cada vez más profundas, se sentía al límite. Sus cuerpos ya se encontraban aperlados por el sudor, a pesar de que afuera del hotel estaba casi helando, ellos sentían demasiada calidez en sus cuerpos. Shinobu pasó sus delgados brazos por detrás de la nuca de Miyagi, abrazándolo, quería sentirlo aun más cerca de él. Los movimientos de ambos se fusionaban en uno solo.

Miyagi no despegaba sus labios del hermoso cuerpo de su pequeño, lo besaba en todo lugar que pudiera tocar, besaba su cuello dejando de vez en vez una que otra marca roja que seguramente el rubio tendría que cubrir al día siguiente, besaba sus labios a cada oportunidad que tenía, eran tan suaves y cálidos que no se quería separar de ellos nunca. Cada roce de los labios de Miyagi contra la piel del otro eran como leves corrientes de electricidad que recorrían por todo el cuerpo de Shinobu. Sin previo aviso, el mayor llevó su mano hasta el miembro del menor, comenzando con leves toques con sus dedos, para después masajear toda la extensión del mismo. Movía su mano al compás con los movimientos de Shinobu contra su hombría. Necesitaba sentir el interior del rubio, más, la excitación del momento lo llevarían a hacer cualquier cosa con el ojigris.

Tomó a Shinobu y lo coloco debajo de él levantando un poco sus piernas para tener un buen acceso a la entrada del menor, ahora el dirigía los movimientos, cada vez más rápidos, más intensos, más profundos.

-Mi-miyagi… y-ya no aguanto… voy a…- los gemidos de Shinobu no cesaban, muy apenas podía articular palabra por el placer que el pelinegro lo estaba haciendo sentir.

- Hazlo – ante el comentario de Shinobu, Miyagi aumento el ritmo de sus estocadas. Shinobu se corrió entre ambos abdómenes, con la respiración agitada, pero aún no terminaban. El pelinegro tomó una de las piernas del rubio y la puso sobre su hombro, levantando un poco más al rubio, salió de su interior para inmediatamente volver a entrar con fuerza dando en ese punto que hacía enloquecer a su pareja.

- Ahí… D-de nuevo – pidió con los ojos llorosos del placer. Esta acción fue acatada inmediatamente por su novio, que reanudo los movimientos al instante, dando en ese punto que hacía a Shinobu delirar por más. Siguieron así por varios minutos, el mayor entraba y salía del interior del rubio, cada vez más fuerte que la anterior, los gemidos y jadeos de Shinobu inundaban la habitación, ya estaba en su límite nuevamente sentía que en cualquier momento explotaría – Mi-miyagi… voy a c-correrme –

- Y-yo igual – segundos después de decir aquello el mayor se corrió dentro del rubio, y este al sentir la esencia de su amado llenándolo, se corrió de nuevo, expulsando aquel líquido blanquecino entre ambos cuerpos.

Cayeron rendidos, Miyagi salió de su interior cuidadosamente y se recostó a un lado del otro, que automáticamente se recostó sobre el desnudo pecho del pelinegro.

Estaban a punto de caer dormidos pero algo los despertó, el sonido de las campanas de la Basílica de San Marco, que anunciaban la media noche, en ese momento comenzaba el 25 de diciembre.

-Feliz Navidad Miyagi…- tras decir aquello escondió un poco su rostro en el cuerpo del mayor.

-Feliz Navidad Shinobu-chin- y dicho esto depositó un tierno beso en la frente de su pequeño, mientras le acariciaba el pelo suavemente.- Creo que deberíamos de darle las gracias a tu padre por este gran regalo de navidad…

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Espero que les gustara me esforce mucho ;) y si alguien a ido a Venecia y algo no es como lo puse, lo lamento pero como dije nunca he ido a ninguno de estos lugares XD

Tratare de actualizar una vez por semana sino es que más para terminarlo antes de que acabe diciembre :P

 

Siguiente capitulo:

Viaje 3: Amazonas, Brasil. Hatori y Chiaki (esto va a estar divertido XD)

 

Nos vemos :D


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