¿Cómo conseguí que Minho dejara los videojuegos?
¡Fácil!
“Condicionamiento clásico” dijo el psicólogo.
Desde que comencé a vivir con Minho me di cuenta de que su pasión por los videojuegos era más que por mí, eso me molestó pero ni con mis berrinches conseguía que dejara de jugarlos.
Hasta que un día le dije “Yo o los videojuegos” y él muy sínico sólo dijo “¿Puedes irte depuse de que me maten?”
¡Ahí a uno le entran las ganas de darle una bofetada!
Pero sólo pateé el suelo regresé a la habitación. Cansado de la situación consulté un psicólogo, él me dio la bendita cura y esto era condicionarlo.
Cada que Minho dejara los videojuegos, ni importa cuál sea yo me acercaría seduciéndolo hasta que termináramos haciendo el amor.
No creí que fuera a funcionar, tenía mis dudas pero igual lo hice.
El día uno su celular se quedó sin batería y mientras buscaba el cargador para “no perder la partida” me acerqué, lo abracé por la espalda y comencé a besarle el cuello. El resto no es difícil de imaginar.
No fue el mejor sexo del mundo, pero me cayó de maravilla, pensé que podría acostumbrarme a ese ritmo. Creí que el día dos sería igual de fácil, pero cuando el celular se apagó, buscó la consola y siguió jugando.
El psicólogo dijo que sólo cuando él dejara las maquinas, así que ese día no me acerqué.
El día tres como el cuatro y cinco siguió metido en la vida virtual, ¡luego llegó el día diez! Cuando dejó “voluntariamente” el psp me acerqué, lo seducí y volvió a caer en mis manos. El día quince y diecisiete lo volvimos a hace porque dejó sus aparatos.
De alguna manera entendió lo que yo hacía. Así que dejaba más seguido los videojuegos para estar conmigo. Pero llegué a sentirme vacio, sólo estábamos juntos porque teníamos relaciones.
Así que el día cincuenta después del orgasmo, mientras estábamos acostados en la cama, él me acomodó el cabello húmedo de la frente y me dijo “Te amo, tanto.”
-Lo dices porque lo acabamos de hacer.-
“No necesariamente, lo dije porque ahora estamos juntos.”
-Es por tus videojuegos.-
“Si quieres ya no los usaré.”
Al siguiente día estuvimos guardando en cajas todas las consolas, discos y controles. Incluso dejó que yo eliminara los juegos de su teléfono celular.
Desde ese día Minho y yo comenzamos a actuar como una pareja normal, preparábamos la comida, hacíamos la tarea, nos duchábamos juntos, dormíamos juntos, hasta el sexo se volvió algo más cotidiano, ya no controlaba esa parte de él.
Hoy fui al psicólogo sólo a agradecerle que compartiera su sabiduría conmigo. Le conté todo lo que habíamos mejorado y me pidió que no le dijera lo que hicimos con él.
Era nuestro secreto, así que le compartí el mío, lo que Minho dijo hoy y amé.
-Mientras jugaba vivía un montón de vidas diferentes, pero me estaba perdiendo la más emocionante, y esa es la que comparto contigo.-